miprimita.com

Señora medianoche 10

en Trios

Diamont hacia ejercicios en una barra improvisada ¿Cuánto tiempo había pasado desde su derrota? Diez meses, diez meses preparándose para recuperar lo que es suyo.

La apariencia regordeta que tenia había desaparecido, su cuerpo estaba fortalecido por los ejercicios que hizo, los combates clandestinos que participo en los cuales no conoció la derrota.

Pero estos últimos días algo le observaba, apostaría por las nuevas inquilinas del motel, un par de estudiantes francesas que estaban haciendo un viaje celebrando algún acontecimiento, un asunto que ni sabia que ni le interesaba.

Al principio estaba un poco alerta ante las miradas, pero entendió al verse en el espejo que no eran miradas de vigilancia a las que estaba acostumbrado.

Eran de deseo.

Una de las chicas se acercó tímidamente, era alta, de pelo largo y castaño hasta la cintura, liso, tenia un cuerpo curtido en algún tipo de arte marcial, la otra parecía más de ejercicios cardio, tenia el pelo corto y rubio y los ojos azules cielo, unos pechos mas grandes que la media y unas caderas anchas.

-buenas tardes, hoy tambien se ha machacado mucho – dijo la chica castaña en francés dándole temblorosamente una toalla que Diamont aceptó con agradecimiento.

-hemos pensado que tendría sed – dijo la jrubia mostrando unas cervezas.

Diamont sonrio, eran su marca favorita, le pidió que trajera a sus amigas, las cuales acudieron tímidamente, puso las botellas de cerveza en fila y concentrándose, rompió los cuellos de las botellas de un golpe de karate, sacando los aplausos de sus admiradoras.

Tras una conversación que Diamont agradeció, hacia mucho que no hablaba francés y quería practicarlo.

La chica de pelo castaño tocó uno de los abdominales de Diamont, el cual al mirarla, hizo que la joven retirara rápidamente la mano, pero el mafioso le agarró la mano y la puso en sus abdominales, invitándola a tocarlos.

La joven, parecía extasiada por tocar ese cuerpo esculpido, sin notar que Diamont le estaba tocando su trasero, ¿o puede que no le importara?

Solo la noche lo sabria.

 

Ortalba había cambiado mucho, dos empresas disputaban la ciudad, Giralda sistems, que consiguío la explotación canadiense (con métodos rastreros) y Lance teconologys que consiguió la explotación americana (gracias al aviso de Lisa)

Se estaba notando la nueva edad de oro, ambas empresas contrataban gente competente para superar a su adversaria, la poblacion de la ciudad había aumentado gracias a la nueva edad de oro de la ciudad, una era que no recordaba desde la empresa Flash motors.

El precio de la vivienda subia (para alegría de Rosa) las calles se volvieron más habitables, la actividad criminal había bajado.

La actividad criminal local.

La promesa de prosperidad había también atraído a varios metahumanos, que deseaban golpes rapidos y fáciles.

Lisa lo notó, los patéticos pandilleros que solia apalear desaparecieron y en su lugar aparecieron metahumanos que no tuvieron suerte en sus ciudades y probaron con la suya.

Pero las enseñanzas de Valkiria y el hecho que la acompañaba le quitaron su inseguridad, su miedo, se enfrentó a la velocista bullet-girl, al genio malvado doctor Stone, una I.A llamada Neura y la lista sigue.

Pero ahora se enfrentaba a alguien que odiaba y temia a partes iguales.

En uno de los gimnasios de la ciudad, un hombre obeso de 500 kilos estaba devorando a un culturista, ese hombre dejó de masticar y miró a Medianoche y a Valkiria y se relamió, su mirada malvada y carente de humanidad junto con la gran cantidad de sangre que salía de su boca, daban un aspecto aterrador.

-Soylent green ¿sabes que las vacas comieron pienso de origen vacuno y les dieron el mal de las vacas locas – dijo Valkiria junto a una silenciosa Medianoche.

Soylent green, un metahumano que absorvia la fuerza y la inteligencia de la gente que devoraba, su torso desnudo tenia tatuado una excavadora que llevaba gente en su pala.

Su sonrisa tenia un motivo, Medianoche, esa joven metahumana era la razón por la que vino a la ciudad, si la devoraba, obtendría sus poderes, de manera permanente, por algún motivo solo podia disponer de la fuerza y la inteligencia de diez personas que devorase, cuando devoraba una nueva, los restos genéticos de la primera que devoró se esfumaban y con ellos su fuerza e inteligencia.

Pero eso devoró a esos culturistas, quería ganar a ese bocadito.

-agradezco que vinierais, pero me hubiera gustado más buscaros, mi endocrino me dijo que debería hacer ejercicio y rastrearos por toda la ciudad para localizaros seria ideal para adelgazar unos kilos.

-tranquilo, la prisión de Fall Rocks preparan una comida pobre en calorías, seguro que una instancia en ese lugar pierdes esas toneladas que te sobran – dijo Medianoche crujiendo sus nudillos.

El traje nuevo de medianoche estaba compuesto de nanofibras que no solo reaccionan ante impactos cinéticos y energéticos protegiendo a su portador, sino también le daba libertad de movimientos, la mascara tambien analizaba los movimientos del adversario dándole una lectura en frio, anticipando los ataques.

Pero tambien tenia armas.

-lo siento bocadito, pero me gusta la comida mas… consistente – dijo Soylent Green relamiéndose.

Medianoche activó sus guantes eléctricos, los destellos eléctricos le daban un aire más intimidante, pero su mente no paraba de intentar autoconvencerse de forma obsesiva de que no tenia miedo.

En realidad tiene miedo.

-supongo que como niño malo que eres debo darte unos azotes para que obedezcas a tu mami ¿no?

-mi mami era una buena mami, fue la mejor carne que probé – dijo Soylent Green sonriendo.

Porque era verdad.

Valkiria iba a combatir, pero Medianoche le hizo un gesto diciendo que se quedase donde está.

Medianoche tenia miedo, pero estaba cansada, cada mañana se despertaba con la sonrisa de la pelirroja y la apariencia reptiloide de Cobra.

Estaba harta, no.

cansada

Necesitaba pelear sola, necesitaba saber que no necesitaba ir de la manita de Valkiria, necesitaba volver a ser la primera superheroina de la ciudad, una inspiración, la que inició la era metahumana en Ortalba.

Necesitaba vencer su miedo y ser la de antes.

-¡ESPERO QUE ESA ROPA NO ESTROPEE TU SABOR! – gritó Soylent Green atacándola.

Medianoche esquivó el puñetazo que impactó en el suelo, destrozándolo, la fuerza de 10 culturistas le daban a Soylent una fuerza increíble, Medianoche no quería atacar, no aún, sabia que si golpeaba a Soylent, la grasa de su cuerpo atraparía su puño y estaría a merced de ese caníbal.

Lo aprendió a las malas, menos mal que Valkiria la ayudó en aquel momento.

-¡si asi vas a combatirme será muy aburrido! Menos mal que tengo paciencia con la comida – decía Soylent.

Medianoche observaba a su adversario, su grasa era una estupenda protección contra golpes, junto con su fuerza de 10 culturistas le daban la fuerza de tres osos.

Pero la enorme cantidad de grasa le hacían torpón, pero no lento, ¿darle con un taser?, no, ni notaria la electricidad, ¿un golpe fuerte en algún sitio desprotegido? No, Soylent aprende de los combates.

Pero notó algo en el suelo.

Medianoche sonrió y bajó la guardia.

Soylent le gustaba demasiado comer como para notar que era una trampa, se lanzó a por Medianoche como un hombre que pasó una semana sin comer a un banquete de navidad.

Pero el suelo cedió a sus pies, cayendo.

Medianoche cogió una capsula de su muñequera y saltó abajo, antes de que Soylent se reincorporara, le metió la capsula en la boca del caníbal y la misma estalló en un gas adormecedor.

Soylent había sido noqueado.

Valkiria aplaudió ante el combate e hizo fotos sobre el sotano, un laboratorio de anabolizantes ilegal en un gimnasio es algo que no te encuentras todos los días.

La modernizada policía capturo al orondo criminal que aún estaba inconsciente y les dio las gracias a las heroínas.

Medianoche miraba agradecida a Valkiria, sin ella, no seria más que una metahumana incompetente, Valkiria agradecia que viniese a ella, Medianoche era un diamante en bruto, solo necesitaba de alquien que la puliera.

Pero Medianoche miró el reloj, estaba llegando tarde al estreno de la serie de las aventuras de Medianoche.

Tuvo que irse corriendo.

 

Diamont devoraba esa joven concha de la chica de pelo castaño mientras que la rubia no paraba de cabalgar sobre el miembro del mafioso que estaba clavándose muy dentro de su concha.

El olor de los cuerpos de las féminas excitaba de sobremanera a Diamont que bombeó con más fuerza a la rubia, la cual se sujetó en la cintura del mafioso para evitar caer.

Por su parte la castaña empezaba a llegar al orgasmo, regando la boca de Diamont con sus fluidos prohibidos, unos fluidos que el hombre saboreó con gula agarrando las juveniles nalgas de aquella estudiante mientras llenaba a la rubia con su semilla.

Ambas féminas cayeron agotadas, aspirando el aire que podían conseguir para una mayor recuperación, Diamont solo abrazaba a esas dos como si fueran sus nuevas muñecas, miró su reloj y salió un momento dejándolas en su cama.

Al salir, se encontró con la hija del dueño del motel, tenia en sus manos varias botellas llenas de semen, la joven estaba echa unos zorros, estos meses tuvo que acostarse con varios hombres a la vez y empezó a hacerse un nombre en el pueblo cercano.

-tu deuda esta pagada – dijo Diamont.

La joven se le cayeron las botellas y empezó a llorar ¿de verdad había acabado? Tanto tiempo que ya había hecho la idea de que era… carne de follar.

En ese momento la joven hizo algo que nunca hubiera pensado, abrazó agradecida a Diamont, agradecida por su libertad.

A pesar de todo lo que le había hecho hacer.

Se separó de su antiguo amo y volvió rápido a darle a su padre la buena nueva.

Diamont volvió a sus aposentos y se acostó entre las dos galas.

Encendió la tele.

La tele hablaba sobre el nuevo fenómeno que iba in crescendo, metahumanos, hasta hace un año, no se hablaba de ello, Diamont sabia que existían desde hace mucho, solo que no se atrevieron a aparecer.

Hasta que llegó la señora medianoche.

La noticia era de la india, una mujer de multiples brazos y gran fuerza con una mirada letal estaba causando el terror en Bombay.

Las féminas se abrazaron a el asustadas.

-apagalo moseur, esos monstruos…

Algo en la red neural de Diamont hizo chispa, pocos humanos podían combatirlo, pero los humanos no podían hacer nada contra esos… nuevos guardianes.

¿y si el nuevo personal de Diamont no fuese humano? ¿si pudiera combatir a los monstruos de Rosa con esos monstruos?

-no veo a esa tia tan dura, dijo Diamont colocando las cabezas de las féminas sobre sus poderosos pectorales.

Eso calmó a las galas, es más, esa confianza de macho alfa calentó aún más el fuero uterino de las féminas que empezaron a lamer los pezones del mafioso mientras sus manos acariciaban ese esculpido cuerpo.

Las dos cabezas lamian esos pectorales y bajaron a los abdominales lamiéndolos, mientras las manos de las estudiantes acariciaban los bíceps trabajados de Diamont.

Diamont no solo disfrutaba de ser saboreado, también de ver que alguien aprecia el fruto de su trabajo, un cuerpo sin grasa, muy musculado, poderoso.

Ahora las féminas lamian el miembro del mafioso, que crecia sin fallar, con el unico deber de aparearse con las hembras.

Hembras deseosas de macho alfa.

Ambas juntaron sus conchas a los lados del pene y empezaron a masturbarlo con sus labios mayores, notando como esa carne acariciaba sus clítoris.

Pero ellas deseaban unirse, unirse dentro de el y una de ellas cabalgó sobre el pene del mafioso mientras que la otra lamia sus testículos.

Diamont disfrutaba de aquellas deliciosas hembras, pero miraba a aquella india metahumana de la tele.

No la veía como una amenaza, ni como una mercancía, la veía como una herramienta, una herramienta para llegar al poder.

Ahora ponía un nuevo programa, la de una de sus enemigas, Medianoche.

Pero al ver la actriz que protagonizaba a la superheroina, se levantó derribando a las chicas.

Entonces vio algo que deseo saber desde hace tiempo.

Lisa Moon, su chica tiene nombre.

Los recuerdos de esa noche surgieron necesitaba esa hembra urgentemente.

Miró a las estudiantes asustadas y agarró a una de ellas, la penetró con furia y deseo, tanto que la que estaba en el suelo miraba aterrada pensando que rompería a su amiga.

Diamont agarró las caderas de su amante e imaginaba que estaba tomando a Lisa, lo hizo con tanta violencia que la pobre gala suplicaba que parase, que le dolia.

Cuando la estudiante recibió la descarga seminal, sintió alivio, al fin había terminado.

Tan pronto se desacopló de la chica, la amiga la atendió para ver si estaba bien, pero su mano fue agarrada y miró aterrada los lujuriosos y diabólicos ojos del mafioso.

-sigues tu, hembrita.

 

El dueño del motel abrazó a su hija por la buena nueva, pero su hija, se sentía… indigna, sucia.

Pero ese abrazo, le daba una calidez que no encontraba en los baños, en las embestidas pélvicas, le daba una sensación de amor, calidez.

-papi – dijo la hija.

-¿si? – dijo el padre.

-hazme mami – pidió la hija.