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Señora medianoche: version meperteneces 5

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Su nombre es Antonia Grimalt Ferrer y nació sorda.

Sus padres a pesar de ese déficit la trataron con amor y la voluntad de vivir de Antonia superó con creces esa carencia.

Tuvo una infancia feliz sin carencias.

Pero a los 14 años

Ella bailaba en una discoteca, no oia la música, no la necesitaba, se ponía cerca de un altavoz, el poderoso sonido de la maquina golpeaba suavemente su cuerpo, esa vibración que recorría su ser, era lo más parecido a la música.

Un chico se le acercó, ella lo ve, es guapísimo.

Pero está nerviosa, es su primer acercamiento, acaricia los preservativos que le dio su madre “por si acaso”

El chico la aleja discretamente del ambiente y cuando están solos, se besan, ella recibe el beso excitada, ese nuevo sabor la estimula.

Pero el chico nota que algo va mal, la lengua de ella es… distinta.

Al separarse de ella, ve que la lengua de Antonia es bífida, como la de un reptil.

Aterrado huye.

Antonia se extrañó, pero al ver su lengua en el espejo, se asustó también.

Tranquila, seguro que es una fase, pensó ella.

Pero no… solo era el principio.

Amaneció con los ojos en forma reptiloide, aterrada, se compró unas gafas oscuras, luego su piel empezaba a escamarse.

Pidió ayuda a sus padres, pero ellos vieron lo que era.

Una metahumana.

Una asquerosa y odiosa metahumana.

Durante horas Antonia golpeaba la puerta de su casa suplicando entrar, que no la abandonaran, que ella era su hija, puede que fuese metahumana, pero ella era su hija, no podían abandonarla.

No podían dejarla sola.

Con lagrimas, cesó el empeño y aterrada ante la nueva situación, buscó un refugio, entró en uno de los desagues del alcantarillado de la ciudad.

Las semanas pasan y el rumor de una monstruosa criatura circula por Palma.

Una quinceañera de uñas largas entró con curiosidad, exploró las cloacas y vio esqueletos de ratas, gatos, perros e incluso humanos.

Entonces la vio.

Antonia se levantó, su longitud era de ocho metros y su apariencia no tenia nada que ver con la hermosa joven que fue.

Ahora era una cobra humana con brazos y en vez de piernas cola, que se levantaba amenazante hacia lo que podría ser su comida.

La quinceañera sonríe y le ofrece una hamburguesa.

Diez años después

Ahora estaba en otra ciudad, cumpliendo su función, notaba las vidas que estaban en su estomago peleando por salir, pero todo era en vano, pronto dejarían de moverse.

Tenia una misión, esa alarma fue un descuido, pero le dio igual, ellos vendrán hacia ella y no necesitara recorrer el edificio de arriba a abajo.

Un grupo llegó, perfecto.

Los rodeó con sus anillos y empezó a comprimirlos, sus débiles huesos cedían ante su reptilinea musculatura.

Rápido, sorpresivo, sin posibilidad de escapar.

Asi actuaba y era buena.

Ocultó los cadáveres antes de que llegara otro grupo, actuando igual, matándolos igual.

Esa rutina la aburría.

Pasó a la ofensiva.

De vez en cuando un fugaz pensamiento cruzaba por su cerebro ¿Por qué no lamenta sus muertes? Ella fue humana, fue parte de la sociedad.

Pero los humanos solo la miraban con miedo, como una presa a un depredador, lo hicieron durante años.

Si durante tanto tiempo lo primero que ven es que eres una depredadora, acabas creyéndotelo y dejas de ver a los humanos como semejantes.

Huele otra presa.

 

Lisa se introducía sus dedos en su concha, intentaba de forma obsesiva sacar el semen de Diamont, no quería estar embarazada, era joven todavía para ser madre y si su hijo se convertía en ese monstruo, no, no quería tener el ADN de ese monstruo creciendo en su interior.

Se sentía débil, impotente, no la superheroina que era, ese hombre no solo era superior en pelea contra ella, sino que… la tomó, la tomó y ella no hizo nada, se dejó hacer como una muñeca.

Comenzó a llorar, se había decepcionado a si misma ¿Qué haría cuando Diamont volviera?

¿se enfrentaría a el?

No, aunque ella era muchísimo más fuerte que el, el era mejor luchador, acabaría perdiendo.

¿huir?

¿adonde? Era cuestión de tiempo de que la cace y la convierta en su esclava sexual.

¿aceptar su propuesta?

Ser madre de sus hijos, tener tantas comodidades, vivir como una princesa.

A costa de la gente.

Miró por la ventana con sus cara llena de lagrimas, durante las aventuras que tuvo, vio de todo, violadores, asesinos, atracadores, funcionarios corruptos, la gente agradecida.

Desamparada.

No, no podia hacerle eso a la gente, no podia traicionarla, ahora se daba cuenta de lo que pasaba, ser una superheroina no era un juego.

Había mucho en juego, mucha gente dependía de ella.

Buscó algo de ropa, vio varias camisas de Diamont, eran muy grandes, pero le bastaba.

Hora de buscar a su nemesis y decidir el destino de Ortalba.

Iba a abrir el picaporte, pero, no, tenia que mostrarse decidida, mostrar poder.

Abrió la puerta de una patada, convirtiéndola en astillas y se preparó para un enfrentamiento con los almas podridas.

Pero no había nadie

 

-¡¿DONDE ESTA?! – dijo uno de los soldados.

Otro de los almas podridas desaparecia.

El fuego rugia de los cañones de los rifles de asalto de la guardia personal de Diamont, cuyas balas buscaban a un enemigo que no pudieron hallar, el estruendo de los disparos eclipsaba un grito, el de otro soldado que desaparecia.

-¡ALTO EL FUEGO JODER! ¡FORMACIÓN EN CIRCULO! – gritó Diamont.

Los cinco soldados que quedaban, junto con Diamont formaron un circulo apuntando con sus armas, atentos ante cualquier movimiento.

Pero en ese momento, la criatura apareció rodeándolos y abrazandolos a la vez, pero Diamont fue lo suficientemente rápido como para agacharse y esquivar ese abrazo.

Lo siguiente que vio, fue como el cuerpo serpenteoide abrazó los cinco miembros restantes, comprimiéndolos hasta morir.

Diamont apuntó con su pistola, pero se sorprendió ante lo que veía.

Una mujer serpiente, con una mirada de depredadora, casi hipnotica.

La mujer-serpiente empezó a desencajar sus mandíbulas.

 

Cada sala estaba completamente vacia, Lisa se sorprendia lo increíblemente fácil que resultaba caminar por las instalaciones, no había nadie que la detuviera, pero encontró un cuerpo.

Era de un soldado, medio disuelto, parecía que alguien lo hubiese vomitado, la imagen hizo que Lisa vomitara.

Entonces oia disparos, el sentido común le avisara que corriera lejos de esos disparos.

Lisa iba a hacerlo, pero…

Eso era cobardia, ella se hizo superheroina para proteger a la gente, defender a la gente.

¿Cómo iba a hacerlo si huyera en la primera de cambio?

Apretó los puños, dio la vuelta, su cabeza no paraba de decirle ¡NO LO HAGAS! ¡VAS A MORIR!

Primero un paso, luego otro y otro, su corazón se aceleraba, sus dedos se apoyaron en la puerta.

Inspiro profundamente y abrió con fuerza.

Pero la visión hizo que algo calido recorriera por sus piernas, se dio cuenta de que se orinó encima.

Diamont Bite estaba peleando por no ser engullido por esa criatura, que lentamente le tragaba.

Cuando consiguió engullirlo del todo, la mujer-serpiente miró a Lisa.

El miedo, el miedo recorría cada celula de la joven que miraba a aquella criatura como un depredador, esa depredadora la miraba con atención, aspiraba la fragancia de esa joven.

Dulce.

Tierna.

Sin esa indigesta ropa.

Un delicioso bocadito que estaba ofreciéndose.

Cobra se acercaba abriendo y desencajando sus mandíbulas, mientras que Lisa, paralizada por el miedo, no hacia nada por evitarlo.

 

Dentro del estomago de la criatura, Diamont vio el cuerpo de uno de sus hombres, peleó por alcanzarlo mientras sentía como los acidos y los musculos de la criatura le estaban destrozando.

Lisa tenia la cabeza dentro de la boca de la criatura, su aliento olia a muerte y desesperanza, pero de repente, Cobra se retiró adolorida, notaba una herida en su estomago, pero luego fue otra y otra, Diamont disparaba desde el estomago en un intento de salir, o llevarse a esa criatura con el.

La mujer-serpiente regurgitó a Diamont, con pequeñas criaturas de acido y debilitado, nada más escapar de la criatura, se retiró hacia una salida y la mujer-serpiente se fue herida .

Lisa se quedó quieta, solo podia llorar, llorar por ver lo impotente que era, lo cobarde que era.

Lo inútil que era.

Con tristeza, salió del edificio, pero en ese momento, varios policías la rodearon y le apuntaron con sus armas.

Fue llevada a la comisaria, no le importó que la toquetearan los policías durante el traslado, su mente estaba en otra parte.

Tuvo suerte de que había una celda disponible, ningún policía le dio nada que taparse, por lo que los demás prisioneros la llamaban para que se acercase, uno de ellos sacó una enorme erección mientras le gritaba que se la chupase.

Lisa salió del shock y veía como esos prisioneros se masturbaban como animales, sus manos intentaban alcanzar esa ninfa para saciar unos enfermos apetitos primigenios.

Lisa se tapó con sus brazos y piernas, llorando temerosa mientras notaba como chorros de lefa impactaban sobre su cuerpo, haciéndola sentir cada vez, más sucia, cada impacto era para ella un latigazo y desencadenó un llantó que no podia parar, mientras abria la boca para gritar uno de los lefazos acertó en la boca e hizo que tosiera violentamente ante la entrada de ese liquido.

-¡Diana! – gritó uno de los prisioneros.

No quería ver, pero veía a esa gente, masajeándose violentamente sus erectos rabos, rabos que querían tomarla por la fuerza, miraba hipnotizada como gente realmente desagradable agitaba sus falos excitados por la imagen de una chica desnuda, su imagen, veía como las rejas apenas podían contenerlos, si consiguieran ceder esas rejas, sin duda se abalanzarían sobre ella, tomandola, violándola y ella no podría hacer nada, estaba demasiado asustada para combatir, demasiado asustada para resistirse, mirase donde mirase veía falos, algunos de inmenso tamaño, otros llenos de pustulas y granos, otros tatuados, falos con un objetivo.

Ella.

Tenia que salir.

TENIA QUE SALIR.

-¡SACADME DE AQUI! – gritó Lisa aterrada ante las miradas hambrientas de esos prisioneros.

No tardaron en sacarla y llevarla a la sala de interrogatorios, uno de los policías le tocó el culo.

-¡¿QUE HACES?! – preguntó Lisa indignada.

Solo vio la macabra sonrisa del policía que la veía como una muñeca sexual, la dejaron en la sala con una oficial.

Esa mujer la miraba con odio, como si Lisa representase todo lo malo que existiera.

-¿me dan una manta? – preguntó Lisa.

-oooohh, ¿una manta? ¿acaso eres demasiado buena para mis compañeros? ¿solo te prostituyes con esos mierdas que están muertos? – decía la oficial.

-¿m-muertos? – decía Lisa intimidada.

-si chupa-chupa mete-mete, tus clientes están muertos, debes ganar mucho dinero ¿sabes de donde sacan ese dinero esos mierdas? Drogas a los niños, niñas prostituidas, armas que matan familias y un largo etcétera, gente como tu alimenta ese cáncer que mata esta ciudad, cada polla que te metías provocaba la muerte de un inocente, pero dejemos de hablar de ti, la prota de las orgias y fiestas de esos indeseables ¿DONDE ESTA DIAMONT BITE?

-e-escapó – dijo Lisa débilmente.

-¿perdon? ¿Cómo dices? ¿necesitas una lefada en tu boca para aclararte la voz? De acuerdo, traeré a un compañero ¿Cuánto cobras por mamada?

-no soy una puta – decía Lisa tímidamente, pero una rabia crecia dentro de ella.

-Charles, ven aquí, esta puta quiere chupártela gratis.

-¡NO SOY UNA PUTA! – gritó Lisa.

La oficial se acercó y la olio.

- has salido sin ropa del edificio, hueles a semen y tienes el coñito relleno de lefa ¿Qué sino una puta estaría asi? ¿Cuánto cobrabas por mamada?

Algo hizo clic en el cerebro de Lisa, aquella policía no estaba interesada en la investigación, sino en humillarla, en decir que ella era mejor que Lisa, inconscientemente sonrió.

-¿quieres saber cuanto he cobrado por que me vejen? ¿Por qué me hayan robado la inocencia? ¡mas de lo que tu y tus compañeros cobrarían en todas sus miserables vidas!

Eso alteró a la policía que estrelló su cara contra la mesa, jalándola de sus cabellos le dijo.

-nos hemos portado bien contigo, pero como no quieres colaborar, te encerraremos junto a los otros prisioneros y tu problema será saber quien será el padre del vástago que te han metido.

-ejem – dijo un hombre trajeado.

-¡larguese! ¡asuntos policiales!

-Guiussepe Andano, abogado de Lisa Moon, la señorita que está maltratando.

-¡que alguien saque a este imbécil! – dijo la policía histérica.

-no lo haría, el botón que tengo en mi chaqueta es una minicamara, esta colgada en la nube todo lo que le ha dicho y hecho a mi clienta, de modo que o la suelta a mi clienta y la deja libre o enviamos las imágenes a los noticiarios nacionales.

La poli apretaba los puños y dejó a Lisa irse, el abogado le dio una chaqueta para taparse.

Lisa estaba mentalmente destrozada, no solo vio que era una cobarde, sino que la policía, la que tenia que ayudar al inocente, la estuvo amenazando, quería llorar, pero no delante de esos policías que la miraban como…

Una puta.

Pero es cierto, vendió su virginidad, dejó de Diamont le hiciese lo que quiso.

Cuando vio a Rosa esperándola, estalló, fue corriendo a abrazarla y lloró como nunca, lloró hasta caer de rodillas agotada.

-niña shhhhhh, ya ha pasado, ya ha pasado – decía Rosa mientras acariciaba los cabellos de Lisa.

-quiero irme – decía Lisa llorando.

-lo se, te llevare a casa.

-no, quiero irme de esta maldita ciudad, quiero irme bien lejos, olvidarme es esto y vivir en paz – decía Lisa desesperada.

Rosa entendía esas palabras, ella ha caído en un foso profundo, no encontraba un motivo para seguir en esta ciudad, un motivo que era necesario para seguir.

Un motivo que Rosa le daría.

-vamonos a mi casa, hablemos con tranquilidad.

Fueron a una mansión que estaba reformándose, a Rosa le sorprendió lo barato que le costó este sitio, varios hombres y mujeres se cuadraron ante ellos.

Pero Lisa no los veía, estaba abrazada a Rosa.

Pero uno de los hombres salió de la formación para recibirla.

-¡LISA! ¿QUE TE HA PASADO?

Lisa reconoció la voz, era Robert, quería abrazarlo, pero…

No se sentía la Lisa que el conocía.

Se sentía, sucia, indigna.

-Robert, ve a mis aposentos y prepara un baño caliente, lo necesita.

Robert fue de inmediato, pero Lisa le gritó que espere.

Robert se detuvo y escuchó.

-he, he reunido el dinero, Ja-Jackie no tendrá que llorar – dijo Lisa sonriendo y combatiendo sus lagrimas.

Eso chocó en la mente de Robert ¿Qué ha hecho esa chica? Por su aspecto, seguro que era mejor olvidarlo, le devolvió la sonrisa y le dio las gracias para luego ir a prepararle el baño.

-¿el dinero era para la novia de este chaval? – preguntó Rosa.

-si – dijo Lisa serena, había cumplido su objetivo.

-veras, me suplicó que le contratase durante un año y se lo pagase por adelantado, ahora mismo deben de estar operando a la hermana de esa tal Jackie – dijo Rosa fingiendo estar dudando.

Un enorme mazazo le golpeó en su corazón ¿sus humillaciones? ¿su violenta desvirgación? ¿todo eso para nada?

Ahora si se sentía inútil.

 

Mientras en un banco, un hombre con el brazo escayolado dejaba una bolsa para una caja de seguridad mientras susurraba que volveria a por ellos, el banquero fue hacia la caja y al descubrir el contenido se le hizo un nudo en el estomago.

Dientes de diamante.