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Mientras dure la guerra

en Voyerismo

Aunque en casa acostumbramos a compartir muchos escenarios, cine, teatro, música, lectura, no siempre las preferencias por un u otro acto son compartidas así que acudí sola a ver la película de Alejandro Amenábar.

 
Supongo que el momento que vivimos actualmente ayudó a que me pusiera totalmente dentro de la película y en algunos momentos casi me faltaba el aire, tanto, que aun queriendo evitarlo los ojos se me llenaron de lágrimas. Terminó la película y me quedé allí, sentada, sin poder moverme. Iba viendo como pasaban los créditos y yo seguía quieta, sin poder moverme. 
 
Al fin salí y con la cabeza a punto de explotar entré en un bar, tomé una tisana caliente y me di cuenta que de vez en cuando casi que resoplaba, iba vaciándome del impacto que me había causado la película.
 
No he dicho que fui a un céntrico cine de Barcelona. Casi que abreve el contenido de la tisana más que beberlo. Salí del bar y me puse a caminar, parándome en algunos escaparates. Había salido de casa guapa y seductora. Hacía frio y me calcé una botas de tacón, unas médias y una falda corta. En uno de los escaparates me reflejada y noté mi atractivo aunque iba totalmente tapada por el abrigo. Una confusión conmigo misma me dibujó una sonrisa, pero seguía presa del impacto. 
 
Iba andando ya por Rambla de Catalunya cuando vi aquel multiespacio de la Casa del Libro, entré por su agencia de viajes y después de moverme entre libros tomé uno y me senté en uno de los sofás. Quería relajarme pero casi como una autómata había escogido un libro que complementaba la película. Lo cerré y me quedé ahí sentada y paralizada. Me fijé en las mesas con ordenadores pero rechazé mi pensamiento, aquellos ordenadores no debían de ser utilizados para según que propósitos. O sí ?.
 
Seguía pensando en la película y si bien allí sentada me había relajado y me vi exhibiéndome, me levanté y salí. No podía leer, no tenía sentido estar ahí. Ya en la calle pensé en ir a buscar el coche y volver para mi casa y andando lo vi, un pub exótico. Me atrajo más la sensación de penumbra y por tanto de reclusión y ensimismamiento que otra cosa y me encontré allí sentada pidiendo un combinado a la camarera. 
 
Fue cuando me trajeron la consumición que me di cuenta que me mantenía totalmente abrigada. Me levanté y me quité el abrigo. Cogí el móvil, pero no, lo volví a dejar. No quería mirar nada. Me senté y me quedé allí quieta, pensativa, ausente y a veces inspectora mirando a los otros clientes, la mayoría parejas. De varias edades pero la más joven rondaría los treinta. 
 
Yo seguía medio ausente pero aquí substituí lo que no hice con el ordenador, por las miradas. Les iba mirando y me hacía mi película, esos son pareja, esos parecen más un ligue, esos descaradamente estan casados y tienen un rollo. Pero seguía sin ser yo misma y a la vez en algunos momentos me removí y la falda se iba replegado y mis piernas expuestas. Me notaba excitada, separé las piernas que al no llevar nada debían de ofrecer la vista de mi sexo desnudo. Por la ubicación había dos parejas que podían fijarse en mi sin perder detalle, y las dos totalmente ocupadas, una de unos 35 años y la otra de unos 40 el y 30 y pocos ella. Esta última claramente un ligue, jefe/secretaria ? tal vez, o cuanto menos, conocidos por razón de trabajo. 
 
Hubo un momento en que me sentí incómoda, por mi situación de impacto y que por ello no había tomado situación del entorno. A la vez, verme allí con la falda casi en lo más alto de mis muslos me excitó, alterné mi estado de confusión con la del deseo. Les miraba, los dos hombres me miraban mientras iban retozando con sus parejas. Casi al unisono eran una calca, ambos mientras besaban a la mujer y la acariciaban me miraban. Poco a poco se fue marcando una clara distáncia entre ellos, ya que el que estaba con un ligue se mostraba más explicito en sus provocaciones visuales y no tardó en deslizar sus manos bajo la falda de la mujer. Yo terminé de separar mis piernas ofreciéndole la clara visión de mi sexo rasurado y abierto. Ya brillante por los flujos que barnizaban la totalidad de los labios vaginales.
 
Ambos trasladaban la excitación que les proporcionaba mi presencia a los besos y manoseos de sus respectivas a la vez que ambos procuraban que ellas no reparasen en mí, almenos de momento. Sin embargo el ejecutivo se mostraba cada vez más apasionado liberandose de prejuicios y abriendole las piernas a su ligue ahora la masturbaba freneticamente pero cada manoseo era, por su mirada, una violación a mi sexo. Ellos dos se dieron cuenta de que ambos participaban de mi presencia a la vez que el que estaba con la novia se le veia como más nervioso tal vez porque sabía que no podía pasar de la fantasía. 
 
El ejecutivo cuando notó que su ligue estaba a las puertas del orgasmo se busco su bragueta y luchó por sacársela e interrumpiendo el ritmo del orgasmo de ella le acompañó la cabeza para que se la mamase. Aquí empezó un juego descarado, ya que ahora el me podía mirar de forma clara y mientras ella se tragaba todo su miembro el me miraba y me hacia gestos de complicidad invitandome a que me masturbase cosa que empecé a hacer. 
 
La situación era frenética, y yo estaba cada vez más excitada, así que mientras acariciaba mi sexo y deslizaba mi mano buscandome un pezón le decía en silencio "vine, vine", A la vez, pasaba a mirar a la pareja joven ya que me hacía gracia y a la vez me ponía ver como el pobre me deseaba pero estaba limitado por su pareja que seguramente no vería con buenos ojos que aquello se desmadrase. 
 
Yo no iba a moverme por nada del mundo de mi lugar y así se lo hice entender al ejecutivo mientras seguía disfrutando de la mamada de su ligue. Habrían hecho alguna vez un trio o algo fuera de lo tradicional ? El tal vez o almenos no lo desaprovaria, ella ? quien sabe, cuanto nos gusta hacernos las puritanas cuando lo que deseamos es ser usadas por todos los presentes. Pero el tenía tablas y cuando entendió claramente que yo no iría hacia ellos empezó a dirigir los movimientos de ella y al rato se acomodó y le acomodó la cabeza de manera que ella con todo su miembro dentro de su boca pudiese verme.
 
Nuestras miradas se cruzaron no sin cierta sorpresa por su parte, pero se mantuvo golosa y yo le ofrecí la visión de mi sexo abierto y lubricado acariciándome el clítoris. Cuando el se dió cuenta que nos estabamos mirando entre las dos se animó y sin dejar de dirigir los gestos de la mamada empezó a buscarle el sexo y a masturbarla. 
 
La situación era de escándalo, no son ni nuevas ni exclusivas de nuestro tiempo las situaciones tórridas en algunos pubs digamos, no calificados como liberales y por tanto abiertos a todos los públicos. Lo que acontencia en aquel rincón no distaba mucho de lo que ocurria entre otros clientes, tal vez solamente en la interacción entre nosotros. 
 
Los gestos y muecas se mantenian entre el ejecutivo y yo y estando así, el cogió a su ligue por el pelo y le levantó la cabeza hasta acercarse las bocas y comérselas. Se ensarzaron en una enroscada morreada y mientras el le comia la boca y lamia toda la cara sería cuando le dijo algo a la oreja. El se levantó y se acercó a mí. Me tendió la mano y ofreciéndole la mía me invitó a levantarme a lo que siguió un beso en la boca que siguió con un juego de lenguas ensalivadas retorciéncidose en el interior de nuestras bocas. No me percaté de que mi falda casi no había caído y mostraba la totalidad de mis muslos desnudos.
 
Sin dejar de morrearnos avanzamos hasta su mesa donde me presentó a su ligue que se levantó para las presentaciones y provocó que nos sentasemos quedando el enmedio de las dos a las que, como si nos coniciera de toda la vida, empezó a manosear y acariciarnos las piernas y a masturbarnos. 
 
Yo era la invitada y por tanto estaba a la espectativa y no tardé en darme cuenta de que las cosas no fluían como sería de desear, si bien su ligue participaba y gozaba con las carícias que recibia no la notaba muy cómoda y no se trataba de perjudicar aquella relación. Jugué una carta que tenía que ser buena para todos y me agaché para comerle el miembro que enguli con la pasión y deseo que me embriaga cuando tengo uno en la boca. Como esperaba ellos dos aprovecharon aquel momento para comerse la boca y ella gozar con los dedos de su amante dentro del sexo y mi mano acariciándole la pierna. 
 
Con mi boca llena de los elixires del placer de aquel afortunado me erguí, cogí una de las bebidas y tomé un sorbo para observar. Pretendí templar el ambiente y situarme. Comprendí que una cosa son las fantasías y otra ponerlas en práctica y aquella mujer no tenía muy claro como responder. Por lo que preferí dar por terminada la experiéncia. Me levanté, acomodé las ropas y les besé. esta vez como amiga. El dijo que le gustaría volver a verme y mirando a su ligue añadió, en un entorno donde nos sintamos más comodos.
 
Me vestí el abrigo, y ya marchando me acerqué a ella y le dije, si me das tu número te hago una llamada perdida y tendrás el mio. Solamente te responderé a ti. Esta vez si, ella y yo nos despedimos con un roce de labios.
 
Ya en la calle me paré ante un escaparate y me miré. Guapa me dije. Continué mirando el reflejo de mi figura y me dije, ahora sí, ahora ya estás fresca. Yendo a buscar el coche entré en la libreria la Central donde compré 3 libros, uno de ellos relacionado con aquellos hechos en que me había transportado la película.
 
 
Elih