miprimita.com

Martí 3

en Sexo con maduras

Como comenté en mi primera vivencia, estas no siguen ningún orden. Unas corresponden a situaciones recientes, otras dan contenido a mis inicios y otros episodios por tal de que se me pueda conocer un poco mejor. Sirva pues este recordatorio para dejar claro que lo que estoy contando sobre Martí me ha llevado a una situación paralela con la de mi Amo a quien me debo y sigo sin negarle nada. Incluso creo recordar que en alguno de mis relatos comentaba que eran tres los hombres que podían usarme sin preservativo. Despejada la incógnita.

 
Aquella tarde me marché de casa de Irene con las nalgas rojas pero satisfecha por como estaba respondiendo Martí. "t'enviaré un whatsapp amb el lloc i l'hora" me despedí así para ratificarle que durante 48 horas nada podía decirme ni comentarme.
 
Aunque recuerdo bastante bien como transcurrieron para mí aquellos 2 días, ahora es lo menos importante, al menos en lo que refiere a detalles. Lo único remarcable fue que durante la mañana del día siguiente a lo relatado llamé a Irene, mi amiga y madre de Martí y le propuse de vernos y cenar un poco aquella noche. De entrada nada hacía sospechar disgusto alguno y al apuntar la noche y encontrarnos ni su lenguaje no verbal ni el verbal mismo denotaron ningún reproche. Vestía como yo, alegre y femenina y todo transcurría perfectamente. Así que de momento un punto a mi favor. Por parte de Martí todo parecía indicar que cuanto menos mantenía la discreción. Aun así cuando empezamos a hablar de sexo y de nuestros encuentros yo me referí al morbo de las relaciones con jovencitos. Ella sabía que mi Amo me había entregado a un joven, pero nada del chico de mi entorno de 23 y aproveché para entrarle en detalles y a ella, confidente eterna e incondicional, me referí al chico por su nombre con lo que, siendo conocido suyo también, aumentó tanto el morbo como las risas.
 
Ahora lo miraré de otro modo, atinó a decir y yo añadí, mira, acabará siendo un chico con suerte, en poco tiempo dos maduras que le llevarán a loss altares del placer. Y volvimos a reír. En este tema abundó, como en otros tantos en aquello de, no se si me atrevería, te envidio pero no sé y así nos despedimos y volví a mi casa a una hora prudencial.
 
Martí estaba cumpliendo su parte del pacto y mantenía su silencio. 
 
Al día siguiente cogí un pequeño maletín donde guardo algunos juguetes y al que añadí unas muñequeras, un gato y una fusta que había comprado la tarde anterior antes de quedar con Irene. Confiaba en que el éxito nos acompañase a los dos. Salí de casa con uno de aquellos vestido que tanto me gustan, tipo gabardina y con medias y ya por norma sin bragas. El restaurante tenía que ser en la propia ciudad ya que Martí se había sacado el carnet de conducir hacía poco pero el coche tendría que pedírselo a su madre y no era el momento de andar con explicaciones. Además, si todo iba bien no tendría sentido volver con dos coches. Escogí el restaurante de un pequeño hotel. No, para nada segundas intenciones. Para ello ya había cogido las llaves de una de las viviendas referenciadas para alquilar. Lo elegí porqué tiene un comedor de pocas mesas y en forma de L donde este apéndice de comedor termina con una pared totalmente de vidrio que da a un cielo abierto con guijarros y piedras blancas y un poco de vegetación. Minimalista. Japonés.
 
Le mandé un mensaje con los datos y otro en el que le decía "Si vens per mí, sóc teva,". Como suele suceder en estos restaurantes de hotel la mayoría del servicio es femenino y fue una chica quien le acompañó hasta ver la mesa donde yo le esperaba. Se acercó sonriente, lo que alentó mis deseos. (esta juventud que no sabe poner cara de pocker), me levanté por lo que debían de ser dos besos a una amiga que le había visto nacer, pero aquello se fundió en un solo beso en la boca con su lengua rebuscando como si le escondiese algo y su mano descarándose me buscó un pecho y empezó a pellizcarme un pezón por encima de las ropas, sin dejar de morrearme.
 
Hago un paréntesis para hablar de discreción. Este miedo que tenemos todas las personas cuando se refiere a desnudar su sexualidad. Discreción es, evitar cualquier daño a personas que puedan sentirse ofendidas. Mi marido y en parte mis hijas. Sin embargo robar una caricia por íntima que sea en un entorno lleno de conocidos es morbo, si todas las antenas están en su sitio, para nada es una falta de discreción. Discreción es, tener controlada aquella mesa y espacio deseando que nadie de quien perciba lo que ocurra sea directamente persona conocida. Por experiencia es mucho más excitante y cardíaca una situación en un lugar común que no en un lugar donde no existan probabilidades. Esta ausencia relaja la atención y es más fácil que si el azar nos pretende una mala pasada nos pillen sin justificación posible. 
 
Allí donde estábamos nadie tenía porque ir, a excepción de una mesa que queda entre los dos comedores y que de ser ocupada por las personas menos esperadas pues, mala suerte, a disfrutar de la comida y aprovechar para no dejar ni un cabo suelto conversando.
 
Aquella entrada apasionada fue más fruto de la misma pasión que cualquier intención de exhibicionismo. Todavía no estaba el preparado para estas actitudes. Como dije en el anterior capítulo Martí es un chico aplicado y aunque estoy segura que todo esto le pilló a contrapié las 48 horas le permitieron no tan solo pensar y evaluar sino también ponerse en situación. Ya sentados me dice: Estos dos días no he podido olvidar como me masturbaste el otro día. Entendí. Quería marcar él el ritmo. Se aprovecharía y me dejaría plantada para mofarse o me estaba preparando para el sí. Yo saqué el tubo del lubricante y lo dejé sobre de la mesa mientras se acercaba la chica a tomar nota. Es inocuo si no se sabe que es. 
 
Me recreé esparciendo lubricante en mi mano y haciéndome la despistada le dije. Uiii, ahora no puedo bajarte la cremallera. Sacátela. Allí estaba su miembro duro e hinchado y yo bajé la palma de la mano para recrearme como había hecho 48 horas antes. Solo deslizándome por su prepucio, por el frenillo, por todo el glande, por el agujerito. Ignorando el resto de su miembro. Yo controlaba visualmente por donde podía aparecer alguien. Hacia tiempo que aprendí que se nota menos la naturalidad que un gesto brusco queriendo disimular. Cuando percibí que se acercaba el servicio dejé mi mano plana sobre el agujerito de su glande. Quieta, pero indiscutiblemente mi mano no solamente estaba debajo de la mesa sino que daba a pensar, como mínimo que estaba sobre su muslo. Aproveche los propios gestos del servicio al dejar los platos para deslizar mi mano hasta su muslo y sin dejar de hablar de cosas aparentemente normales. 
 
Que la chica se dio cuenta ? seguramente. Cuantas de vosotras que me estáis leyendo deseáis y os excita una situación así y cuantos de vosotros no os habéis atrevido a continuar ?.  Ya con el primer plato servido devolví mi mano donde no había de haber salido y continué masturbando aquel miembro joven que esperaba convertirse en una fuente de cañientes flujos. Aquel día cuando empezó a eyacular yo no dejé de acariciarle con lo que la situación era tremenda y mi pericia necesaria para que los borbotones se recogiesen con el mantel colgante. 
 
No se la recogí y le pedí que no se la recogiese. Empezamos a hablar. El era un nervio sin control preguntándome. Incluso con alguna pregunta en aquel momento demasiado íntima pero yo debía de ser consecuente y se lo respondí todo incluída alguna respuesta que implicaba a Irene.
 
El tenia cierto miedo, ya no por si mi marido descubría en el al corneador sino por lo que para el era una sexualidad y una relación que se desmarcaba todas las normas que nos son habituales. Fue tarea mía dejarle claro que ante todo estábamos las personas y que por nada del mundo dejaría que se despistase de su proyecto de vida. A medida que avanzaba la conversación me di cuenta de que su respuesta era un sí y este si quedo rubricado cuando quedó claro que yo era su sumisa pero ante todo su maestra y que para ello, si bien estaba a su disposición y que por tanto nada le negaría el estaba a la mía para que viese que los límites son unas barreras intangibles que se desplazan dentro de nuestra mente.
 
Hablamos de sexo, de dolor, de exhibición y lo hicimos sin tabúes. Me confesó que uno de sus miedos era no saber adquirir el nivel en el que estando en las asociaciones o en el ámbito local o en el familiar no me comprometiese. Le dí confianza con algunos ejemplos y aproveché para decirle que por mi parte le reclamaría alguna acción que le superaría pero que solo así entendería cual es el respeto entre las personas que nos entregamos (Amo y sumisa).
 
Ya en los postres y la conversación animada y la excitación a flor de piel le pregunté por lo que sintió al azotarme. Su respuesta fue tímida e intentó justificarse como que lo hizo por mí. Volví mi mano a su miembro y cogiéndoselo y medio riendo pero seria le dije que así fue al principio. Que lo hizo por complacerme pero que el, dejándose llevar por la excitación, no se dio cuenta de como pasó de complacerme a disfrutar de los azotes en un orgasmo cerebral compartido. Me hubiese gustado grabarte y te darías cuenta de como te pusiste.
 
Saliendo de aquí te llevaré a una casa de la que tengo las llaves. Allí podrás hacerme lo que quieras. La condición le dije, es que desde este mismo momento no dudes en hacer aquello que desees o que creas que puede satisfacerme o ser necesario que me hagas. Yo no te diré nada, solamente al llegar allí te daré una pequeña maleta. Tenemos mucho tiempo en nuestras vidas para estar juntos y hablar de tantas cosas como hemos hecho estos años. Pero cuando quedemos el tiempo volará. Es entonces que debes dejarte llevar por lo que salga de ti. 
 
Me respondió que entre las cosas que había pensado entendía que mi edad no sería obstáculo para iniciar algunas cosas que hasta entonces parecían propias de los jóvenes. Justo enfrente del hotel hay un descampado cercado y reservado para estacionar los clientes del hotel. La calle es ancha. Abrí el coche a distáncia y al llegar y antes de abrir la puerta me apoyó de espaldas al coche y empezó a manosearme y a morrearme. No se conformó en llegar a mi sexo con la mano debajo del vestido sino que empezó a desabrocharme hasta la cintura y abriendome piernas y vestido empezó a follarme con los dedos. Su boca era un torbellino de deseo mezclándose con mi saliva. 
 
Como ya he ido comentando soy una mujer con muchos flujos y así, resbalando estos por mis piernas me abrió la puerta y me senté a la vez que el se preocupaba de que el vestido permitiese la visión desnuda desde mi cintura. Por donde estaba el coche el pudo, estando yo sentada, abrirse la bragueta y ofrecerme su miembro a la glotoneria de mi boca.
 
No quiso correrse. Le dio la vuelta al coche y ocupó su lugar no solo como acompañante sino como perturvador ya que todo el recorrido por la ciudad hasta llegar a la vivienda donde podíamos pasar la tarde sus dedos fueron unos verdaderos chafarderos de mi sexo, con carícias, pellizcos en el clítoris o introduciéndose tanto como la postura permitía.
 
Solamente traspasar la puerta me apoyó de cara a la misma por dentro y me folló desde atrás. Le pedí que intentara aguantarse pero bendita juventud, sus embites eran la fuerza del deseo y de horas de contención y no paró hasta correrse lo que no fue impedimento para que se su joven miembro se mantuviese firme. Llegamos hasta el salón y le pedí de sentarnos un momento en el sofá. Le cogí de la mano y le dije: Martí, puedes follarme tanto como desees, siempre estaré a tu disposición. Donde quieras. "Sóc teva". Pero, Martí, la sumisión es algo más, va más allá, y no creas que termina con la disciplina física y el dolor. 
 
Espera, dije. Me levanté y fui a la puerta a buscar el maletín que llevaba al entrar. Abrelo. Dentro una serie de utiles para la doma, los que ya he descrito, así como antifaz, cuerdas, dildos y plugs. "Torno a dir, el que vulguis"
 
Entonces fue el quien dijo, espera. Se levantó y empezó a inspeccionar la vivienda. Volvió y sin decir nada se sentó. Cogió la fusta del maletín y con el empezó a reseguir el escote. Puedo tomar fotos y hacer vídeos ?. Martí, hoy no. Vamos a ver como va todo y tuya es tuya. Pero en este tema vamos a dejar las cosas muy claras. Los videos son para . En este momento solamente existe una persona que los puede ver, pero no creo que sea el momento ya que esta persona es Irene, tu madre. Ella sabe todo de mi desde el primer día, bueno, todo menos lo nuestro. de momento. Tampoco quiero pensar que me he equivocado y las cosas claras desde ahora mismo. No creo que pretendas cualquier tipo de chantage posterior ni tampoco debo temer nada por internet ni difusiones por whatsapp. Se me acercó y empezó a besarme y a abrazarme hasta que terminamos haciendo el amor encima del sofá. No dijo nada, solamente me estaba haciendo el amor con la pasión propia de un joven. Pero no hacía falta que hablase. Estaba sellando nuestra confianza. 
 
Le dejé ir a su ritmo, al correrse se quedó quieto encima mio. Nos reincorporamos y ya desnudos con todas nuestras ropas por los suelos me levantó y me condujo a la habiación. Me ordenó tumbar en la cama y con cierta inseguridad empezó a atarme. Pronto se dio cuenta que aquellas ataduras no servian para nada y se aplicó más haciendo uso de las muñequeras que compré el día anterior. 
 
La bestia fue despertando poco a poco, allí atada buscó uno de los dildos y me folló vaginalmente con el, introduciendolo cuanto más entraba. A mi primera exclamación de dolor paró. Tuve que prevenirle de las trampas que solemos utilizar y que tenía que ser el quien controlase los peligros. No tardó en darse cuenta no tan solo de que el dildo podía entrar más sino que mis exclamaciones cada vez eran más gemidos de placer que intentos de detenerle. En nada nos diferenciamos mujeres y hombres cuando tenemos el control del orgasmo de la otra persona y enloquecemos como queriendo destrozarla. Así estaba el moviendo y removiendo el dildo dentro de mi sexo y cuanto más orgasmaba y más le suplicaba que parase mayores eran sus movimientos. 
 
Una lluvia dorada no habría dejado aquella cama tan perdida de flujos. Martí no habia visto nunca un plug, bueno, por internet en las páginas de sex shop. Le indiqué cual era su utilidad más común, pero, ingenioso el niño, primero me folló el coño para asegurarse su lubricación y luego me lo introdujo analmente. Su miedo fue el premio ya que no controló y me lo introdujo casi de un solo golpe. Le sorprendí porque cuando empezó a moverlo dentro de mi  empecé a reteorcerme de placer. Sí, yo también alcanzo el orgasmo anal. Y el frente a aquel cuerpo de mujer madura que no cesaba de gemir y chillar era todo inspiración. Su perversión le llevó a llenarme de nuevo el sexo con el dildo sin dejar de sodomizarme con el plug.
 
No le pasó desapercibido que mis pezones eran como bolas de acero y sin dejar de remover el dildo acercó su boca a ellos y empezó a chupar mis pechos sin tardar en morderme los pezones. Morderlos, morderlos de verdad, la situación nos podía tanto a los dos que más que morderlos parecía querer arrancarlos. 
 
Era tal su excitación que no pudo contenerse y cogiéndose su miembro empezó a masturbarse como si no hubiese un mañana y todo su semen salió en borbotones que se escamparon por mi cuerpo y sus alrededores. 
 
El dildo y el plug seguían dentro de mi. Quietos. Yo también aproveché aquel momento para relajarme y sin darme cuenta le pregunté si había sodomizado a alguna mujer. Su respuesta no solamente fue negativa sino que ya relajado pero medio morcillona empezó a besarme y a acariciar mi cuerpo hasta llegar donde estaban plug y dildo y los sacó. Yo seguía atada y el se incorporó y apuntando su miembro empezó su primera sodomización. La erección después de varias eyaculaciones hicieron que su miembro se mantuviese duro pero que su orgasmo se demorase y fue cambiando ritmos en aquella sodomización que debía de llevarle al paraíso del placer.
 
Aunque no me gusta el término sesiones, suele ocurrir que muchas son las espectativas antes de empezar y muy distintas las prácticas que se hayan llevado a cabo a excepción de las sesiones tasadas. Después de la sodomización todo fue mucho más relajado y aprovechamos para comentar ciertas dudas. Volví a dejarle claro que yo le pertenecía pero que no olvidase que el debería de cumplir todo cuanto yo le pidiese y que sería mucho.
 
Aproveché para hacerle entender que nuestra relación no debía de repercutir en su día a día, que era joven y con mucho futuro y que yo no formaba parte de este futuro así que el tenía que salir, relacionarse y ligar, ahora aprendes a respetar sin miedo, liga. 
 
Saliendo de allí me fuí un momento a la oficina y de allí a la asociación. Aquella noche respondí varios whatsapps suyos con ciertas dudas y alguno un poco más romántico. Le pedí que se masturbara y recibiendo el vídeo le mandé uno de mio masturbandome yo para el.
 
Cuando las personas sabemos porque nos relacionamos con otras en lo sexual es más fácil que todo dure y perdure y así Martí sigue ahí, Amo, ya más Amo que aprendiz y yo sumisa y entregada a mi Amo.
 
Cierro capítulo pero vendrán con otras perversiones vividas con el
 
Elih