miprimita.com

Ojos que no ven..

en Confesiones

Mis primeros meses de mujer infiel estuvieron llenos de dudas. Por un lado había descubierto que el placer sexual es una amalgama de todos los sentidos y sensaciones incluida la de culpabilidad.

 
La primera vez que quien devendría mi Amo me dijo que mi sumisión reforzaría mi matrimonio le respondí que no fuese necio. Que yo sabía lo que me llevaba a acudir a las citas y que no me las quisiera blanquear.
 
Pronto le di la razón. Día a día necesitaba ser deseada y a la vez yo sexualizaba mí entorno. Y no tardé en darme cuenta que de estar bien en mi entorno pasé a sentirme segura y vital y lo transmitía a los míos y empecé a sorprender a mi marido en lo sexual, vigilando no sobrepasar actitudes sospechosas. Para ello, aprovechando nuestras visitas a la librería, compré junto a el un par de libros de novela erótica, uno de ellos, "el amante japonés" de Isabel Allende. 
 
No hacia ni medio año que me había entregado a mi Amo que recibí un sobre en la inmobiliaria. Había unas entradas a conciertos y teatro en Girona, comarca natural de mi Amo., No le dije nada, esperé a vernos para preguntarle y decirle que no era buena idea el que tuviese que presentarlos; se puso a reír y añadió, no quiero que me lo presentes, y añadió, todavía no.
 
A 45 minutos de nuestra casa, el regalo fue bien recibido. Al terminar el segundo espectáculo había un mensaje en mi móvil - cuando estéis en la autopista muestrate cariñoso con tu marido y le vas acariciando, le dices que bien pensado, otro día podríais quedaros a dormir y así la salida es más cómoda y aprovecháis el sábado para pasear por la ciudad. Si responde bien a tus caricias como no puede ser de otro modo, le dices que entre en la área de descanso en el km xx. y allí os dais el lote, pero tienes que ser tu que al final le monte a el.
 
Saliendo de la ciudad y tomando ruta hacia la autopista empecé a acariciarle el muslo y la bragueta y como si no fuese con nosotros, le propuse lo de aprovechar las otras localidades y pasar la noche en un hotel, ya entrando en la autopista mi mano estaba dentro de su pantalón acariciando su miembro que respondía salvaje a mis caricias.
 
Cuando visualicé el punto kilométrico por el que circulábamos, pude calcular y me dio tiempo a seguir acariciándole, a la vez que yo me recostaba y con la otra mano masturbaba mí clítoris.
 
Apareció el cartel anunciador. "para el cotxe aquí vida", estará desamparado, dijo. No tiene porque pasar nada, dije segura y en tal punto de excitación no pudo por menos que aceptar el pararnos en aquel oscuro apartado donde se dejaban ver las borrosas siluetas de unos camiones.
 
Elih, me dije, o todo o nada, y me agaché y tragué todo el miembro de mi marido, duro y palpitante. Yo era hembra encelada, comía y lamía con fruición y mi marido no cesaba de gemir, casi se me olvida que tenía que montarlo. Dejé de mamársela y buscando su boca empecé a comérsela inundándola con mi lengua a la vez que cogí su mano y la conduje a mi sexo totalmente encharcado.
 
En otro momento estoy segura que me habría asustado e incluso dicho a mi marido que nos fuésemos de allí, pero al ver las luces de un coche entrar en el recinto me moje todavía más, No podía ser otro que mi Amo. Sorprendí a mi marido despojándome de la ropa y confieso que a pesar de la calefacción sentía frío pero podía más el ardor del deseo.
 
Como pude recliné un poco el asiento del conductor y me incorporé entre mi marido y el volante y me autofollé introduciéndome su miembro dentro de mí y empecé a cabalgar sobre el como la mejor de las amazonas. Me sentía observada, mis pechos a ratos bamboleando a ratos hundidos en la boca de mi marido. Pero mi silueta en la oscuridad de la noche tenía que ser como una obra de arte a los ojos de mi Amo.
 
Conozco a mi marido y sus tiempos, así que pude alargar bastante aquel polvo salvaje que transcurría entre gemidos y ahora sí, sudores, yo me corrí, estaba haciendo un trio y era imposible no correrme. Mi marido me follaba con su miembro clavándose hasta el fondo; mi Amo me follaba con su miembro en la mano y penetrándome con el pensamiento.
 
"No ho feiem així des de novios" dijo riendo mi marido ya otra vez en marcha.
 
Pasó casi un mes para alcanzar la fecha de otras localidades y como habíamos hablando con mi Amo y acordado con mi marido, reservamos habitación en un hotel.
 
Saliendo del espectáculo y esta vez sin prisas dimos una vuelta por el Call, a aquellas horas y también porque hacia frío la mayor parte del paseo lo hicimos solos lo que nos permitió recogernos en algunos de los muchos rincones y darnos algunos achuchones alguno de ellos muy intenso. Mejor dicho, fui yo la descarada que entre risas y abrazos provocaba las situaciones hasta que mi marido se desinhibió con el resultado final de una noche de sexo en la habitación del hotel.
 
Al día siguiente, una soleada fría mañana de febrero, salimos a dar una vuelta con el propósito de desayunar por los alrededores del mercado. Yo sabía muy bien de que lugar debía de encapricharme.
 
Para llegar al mercado propuse de ir por el camino de ronda que recorre las antiguas murallas y que van a parar justamente ante el mercado que está al otro lado del río.
 
Las vistas eran esplendidas y poca fue la gente con la que nos cruzamos hasta llegar al final donde unas escaleras nos llevaron hasta el río y de ahí a la zona del mercado.
 
Un whatsapp me felicitaba, tanto por como vestía, ya que con el frío debía de ir tapada pero a la vez femenina, por como había cumplido con el recorrido que tenía que justificar lo que no tardaría en pasar.
 
Por suerte mi Amo no es nada impaciente y dejó que todo transcurriese con normalidad, así que allí sentados estuvimos desayunando y conversando como el matrimonio en finde que eramos.
 
Pasado un buen rato, le dije: antes de entrar a visitar el mercado me apetece volver a subir a las murallas y voy a tirar unas fotografías. Con naturalidad pero firme le dije. Me esperas y bajo enseguida ?.
 
Crucé el río y fui hacia la zona ajardinada donde están las escaleras que suben al paseo de ronda de las murallas. Al pie de las escaleras se encontraba mi Amo, y desde aquel punto estábamos en ángulo ciego por lo que sin reparo alguno me apoyó a la pared y me besó con su lengua jugueteando con la mía y sus manos hundiéndose dentro de mi sexo.
 
Subimos, manteniendo una distancia considerable y ya arriba saludé a mi esposo y me puse a hacer las primeras fotografías caminando como sin proponermelo hacia la izquierda por el camino para situarme en rincones desde los que o no se me podía ver o yo le podía ver y el a mí no. Allí en unapequeña atalaya que otrora debía de ser una garita le esperé. Unas escaleras subían al rellano donde mi marido me podía ver mejor y donde abundé haciendo fotografías hasta que por el camino le vi llegar, baje allí volvió a besarme pero esta vez con una mano liberándose el miembro. Yo observaba desde una pequeña ventana. Mi marido leía el periódico, miraba el móvil y alguna vez estuvo mirando hacía arriba. 
 
Yo observando a mi marido fui penetrada desde detrás y cuando el miembro de mi Amo estuvo bien lubricado, sin siquiera avisarme y aprovechando mi posición fui sodomizada. A todo esto intentando controlar lado y lado del camino de ronda.
 
Está primera follada ya que no se puede llamar de otro modo fue rubricado como más le gusta a mi Amo, la saco de la sodomización y me hizo agachar para que se la chupara con indisimulado deseo.
 
Por uno de los recovecos del camino vimos que se acercaba alguien, nos paramos y estuvimos allí volviendo a hacer fotos y hablando con naturalidad. Una familia de tres aparecieron por el último recodo a nuestra altura "bon dia - bon dia" mientras yo aproveché para dejarme ver.
 
Seguros de que no habría retorno, mi Amo me situó de manera que era mi responsabilidad observar si podíamos molestar a alguien y el se agacho y empezó a lamerme el sexo y a morderme el clítoris y entre juegos de lengua y boca con un dedo fue urgandome el esfínter anal.
 
La prudencia es el mejor remedio contra cualquier sospecha, así que llegaba el momento de despedirnos. Me acompañó hasta el límite de donde podíamos ver sin ser vistos y allí me agachó apretándome la cabeza y le ofrecí una de mis mejores mamadas con la sorpresa de que el no quería que me marchase sin marcarme y cuando notó que no aguantaba más se apresuró a sacar su miembro de mi boca y correrse en mi cara con las correspondientes salpicaduras, alguna en el cabello, éstas me dijo, no te las limpies.
 
Nos besamos con renovado deseo y mientras bajaba las escaleras me adecente y procuré asegurarme que a parte de las gotas de semen en mi pelo no quedaba ninguna mancha.
 
El resto del día fue esplendido con algunos achuchones con mi marido al que desde hacia un tiempo sorprendía como si fuésemos adolescentes.
 
Elih