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Incerta Glòria

en Voyerismo

Entre las actividades habituales compartidas en casa figuran la lectura, los conciertos junto al teatro y al cine. Una gran película fue "incerta Glòria". La vi acompañada de mi esposo, y en algunos momentos me excité por lo sutil. Aunque en el libro es más intenso.

 
Pensé en volver acompañada y disfrutar de una tarde de cine sexual a los apuntes de los mensajes eróticos que se suceden en la película. Volver con mi marido no tenia sentido, y en aquellas fechas lo máximo que habría podido ocurrir habrían sido algunas caricias íntimas y aún eso, sorprendiéndole. Mi Amo ?. si es precisamente Amo podría aceptar la propuesta pero el ritmo lo marcaría el. El tercer hombre que puede llamarme cuando le apetece y que puede tenerme sin preservativo ?. Era una opción. Pero yo me sentía excitada y deseaba algo más. La excitación de lo prohibido.
 
Acudir a ciegas, sin más ?. Aunque soy la mujer y provocase la situación, no era garantía de éxito. 
 
Se me pasó por la cabeza comentarle a mi amigo que acudiese con alguno/s de su/s amigos y como si no me conociese provocase un acercamiento al verme dispuesta. Pero para una situación como ésta todavía estaba tierno. 
 
La decisión tomada tenía un valor añadido de excitación, de mariposas revoloteando en el estómago.Entraría en un chat. Se me ocurrió contactar con alguien a través de Tinder, pero lo descarté. A pesar del giro que había dado en mí vida en relación a la sexualidad no me parecía prudente formalizar un perfil. Contactar con alguno a los que les había negado una cita por el chat de la aplicación. Así en frío no me parecía exitoso ya que el tiene que estar tan dispuesto como yo. Se me ocurrió conectarme en Ircap-hispano, pero lamento decir que fue un fracaso, poca gente y sin conversación.
 
Volví a la decisión inicial de la aplicación por la que conocí a mis primeros amantes y a mi Amo. Supongo que las plataformas se tornan obsoletas y curiosamente la acción no fue tan inmediata ni tan intensa como cuando me inicié.
 
Pero ahí estaban, Hora uno hora otro se abrieron algunas conversaciones. Unas sin ninguna motivación ni seducción, otras confundiendo el lugar en un club de carretera y también los que motivaban la permanencía en la conversación. Roto el hielo se iniciaron las frases con doble sentido y lentamente fui quedándome con dos conversaciones, tanto por vecindad como por la deriva de la conversación.
 
Por vecindad los cines que elegí fueron los de Baricentro, tanto para el como para mí el desplazamiento era asumible. Primero tuvo sus dudas, pero lo singular y atrevido de la cita terminó motivándole. Ayudó que le dí una forma de contacto con el claro mensaje que debía de servir solamente en caso de un imprevisto y no hacer perder el tiempo a la otra persona.
 
El chico de 32 años, también casado, se pudo organizar la cita para una tarde de cine. Era todo un juego aunque tenía sus garantías dado que yo era la primera que deseaba premiar mi excitación con sendos orgasmos.
 
Le concreté película y sesión, me describí sin excesos pero sin mentir, le expliqué que iría con un vestido estilo gabardina por encima de la rodilla y totalmente abotonado por delante. 
 
Puse las condiciones de la cita, yo llegaría la primera y antes del inicio de la sesión. El no podía ni debía de estar, tanto si le identificaba merodeando por los alrededores como si al sentarse a mi lado la casualidad hacia que le reconociese de unos minutos antes, me levantaria y se terminaria todo. El debía de acceder a la sala lo más justo posible al inicio de la película después de los anuncios y trailers. Ya con la sala a oscuras.
 
El tenia como ya he dicho una pequeña pero cierta descripción. Yo no tenía ninguna de el.
 
Entré en la sala y dado que en aquella sesión eramos escasamente unas 15 personas me tomé la libertad de sentarme en la última fila, así podía observar al resto de presentes.
 
Antes de que empezara la sesión ya había tomado nota mental de que butaca ocuparía, pero esperé por si entraba más gente y me motivaba algún otro lugar.
 
En la última fila se sentó una parejita en un extremo de la misma y dos filas por delante y en medio de la fila lo ocupó una pareja de unos 30 años. El resto de público estaba repartido por la sala.
 
Opté por sentarme en la fila inmediatamente delante de la pareja de 30 años y en la butaca equidistante entre ellos y la parejita de más arriba. 
 
Antes de levantarme para acudir a la butaca que había elegido me desabotoné dos botones más por debajo de la cintura de modo que al ocupar mi nuevo asiento mis piernas luciesen como una sincera invitación a quien las desease.
 
Se apagaron las primeras luces y dio inicio a anuncios y trailers. Yo estaba excitada mentalmente y aproveché para empezar a acariciar la piel desnuda de mis piernas, pero sin perder la compostura. Espectante
 
No deseaba el fracaso pero tampoco se lo quería poner fácil y cuando a poco menos de un minuto del inicio de la película se abrió la puerta y entró un espectador me quedé quieta mirando interesada la pantalla.
 
El chico fue avispado y como quien no quiere la cosa subió hasta la última fila, supongo que mientras subía hizo el primer barrido de la sala. En cuanto a la película, o bien ya la había visto o se había documentado, pero no fue hasta unos momentos antes de los fotogramas de la yegua que no vino a ocupar su asiento. Efectivamente tuvo tiempo de situarse y confirmar que debía de ser yo quien le esperaba. 
 
Me gustó y excitó su seguridad ya que lo que alcancé a ver de reojo fue que se levantó y con paso lento pero firme bajó hasta mi fila y se acercó a mí lo que me excitó al imaginar que actuando de aquella manera llamaría la atención de las dos parejas que teníamos detrás.
 
Ocupó la butaca a mi lado, sin ningún otro preámbulo y esperó la secuencia de la yegua para acercar su mano a mi pierna y empezar a acariciarla. Fue discreto pero directo, a mitad del dialogo de la sensual protagonista que durante toda la película luce una elegancia que irradia sexualidad su mano ya estaba acariciándome el sexo. A su seguridad le ofrecí la mía y mientras el acariciaba mí clítoris yo me acomodé un poco hacia delante para facilitarle sus movimientos.
 
La película es dura, para nada una película recurrente en las imágines explícitas, pero la propia dureza de la vida en tiempos de guerra con la sutileza sensual que irrumpe de vez en cuando la hace excitante.
 
Acariciándome el clítoris y con dos dedos dentro de mi sexo sus movimientos eran seguros y provocadores y no tardó en desabotonarme para acceder a mis pechos con su boca. Sentados como estábamos era el comportamiento más natural. Su boca chupando los pezones y sus dientes mordiéndolos de vez en cuando mientras su mano seguía explorando los placeres que mi sexo y clítoris estaban dispuestos a darle.
 
Con su mano libre cogió la mía e intentó acercarla a su bragueta. Pero me resistí, me resistí porque yo tenía mi momento. Primero, yo estaba allí porque deseaba lo que estaba ocurriendo, que me masturbaran y que gozase haciendome gozar. No quería que parara para nada, que los flujos de mis orgasmos no le detuviesen. Que me explorase hasta vaciarme de flujos y de placer.
 
Segundo, Quería regalarle mi mamada, llenarme la boca con su miembro en el único momento un tanto explicito de la película y me reservé para cuando la esposa del protagonista llega al frente y en la primera noche es usada más que amada por su esposo.
 
Aquel miembro erecto y descapullado recorrido por mis labios y mi boca provocaron en mi todo tipo de excitaciones. Me dediqué con gran fruición y mi sexo palpitaba de deseo y un ataque de prudencia me invadió previo a la consumación de aquel momento de gloria. Su miembro ya de entrada duro se estaba inchando y temblando anunciando su momento. Me lo saqué de la boca y me levanté. Ojeé la sala y al mirar hacia atrás para asegurarme de no ser más espectáculo de lo previsto vi que la pareja de los 30 años estaban muy atentos y entre ellos no estaban quietos. 
 
Segura del momento, me acerqué a la oreja de mi partenaire y le susurré "posa't el condó". Prevenido el chico llevaba de propios y se lo puso y impaciente y deseando sentirme llena me senté sobre el introduciéndome todo su miembro dentro de mí. El contraste de emociones es tremendo y mientras los dos amigos se fundían en un mortal abrazo yo mataba el orgullo de aquel miembro que explotaba dentro de mí.
 
Volví a ocupar mi butaca, me incliné, se la chupé un momento, me levanté y le besé en la boca y con un gracias, le pedí que se marchase, que yo me esperaba al final y que por favor, no me esperase ni me siguiese.
 
Yo no me fui hasta terminada la película y fue una espera con doble sentido. Al encenderse las luces esperé y la pareja de 30 esperó pero tuvieron menos paciencia, se levantaron y cuando lo hicieron me levanté yo y miré. La bragueta del chico tenía signos de humedad. Indiscutiblemente ella se la había chupado como lo hice yo con mi amante. Nos dijimos adiós con una imperceptible sonrisa de complicidad.