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Presentación y Exhibicionismo en mirador costa

en Voyerismo

Mi nombre es Elih, soy una mujer casada de 51 años, con un marido con el que siempre he congeniado, con sus más y sus menos y con quien sigo manteniendo en lo que aquí concierne, buen sexo. Tirando en lo morboso a convencional, pero buen sexo. De este matrimonio dos hijas. E de 26 años, quien vive con su pareja y R de 18 años recién cumplidos. Vivimos cerca de Barcelona.

 
Un breve detalle de mi vida. Casada a la edad normal en la época, siempre fiel hasta hace ahora poco más de dos años. De ahí, redescubierta. La Elih que vais a conocer se lo debo a uno de mis primeros amantes de esta época quien se aplicó en destapar la hembra que hay en mí.
 
Voy a complicarlo un poco más. Mi vida la conforma la Elih esposa y madre, mujer comprometida y activa en los círculos sociales y culturales; la Elih sumisa y entregada a quien me destapó a quien reconozco como Amo y mentor; la Elih que conoceréis mayormente que es la que gracias a este mentor ha encontrado su propio espacio.
 
De mi vida hasta hace poco, nada voy a contar ya que transcurrió placida y convencionalmente en lo que a sexo se refiere. De los dos últimos años y meses algo iré contando y me voy a centrar en mi presente. Dejando claro que ha sido un tiempo que mi sexualidad en toda su extensión ha hecho un recorrido imparable de 0 entendiéndola como convencional a 100 donde creo que todo está permitido si se vive con respeto a mi  misma y a quien participe de cada experiencia.
 
Un penúltimo detalle. Por sugerencia de mi Amo y después de comentarlo en casa pasé de mi CV como administrativa a trabajar en el sector inmobiliario como agente comercial, lo que me permite mayor flexibilidad.
 
Mis vivencias intentaré que encajen en cada uno de los apartados, así que aquell@s que me sigáis deberéis consultar mi perfil. Las unas son fruto de proposiciones directas de mi Amo, las otras de conversaciones con el y mis nuevos círculos y otras de mi cada día más elevada transgresión.
 
Este que acaba de tener su punto álgido es una experiencia exhibicionista en la que yo he provocado la situación.
 
Han sido diversas las veces que me he procurado sexo con desconocidos pero a pesar de tratarse de situaciones con su dosis de morbo podría decirse de la mayoría que eran previsibles.
 
La ciudad donde resido a parte de estar cercana a Barcelona está bien comunicada con el Maresme, zona de costa y con muchas playas nudistas que nunca había frecuentado hasta hace dos veranos.
 
Pero no, lo que voy a contar no se ubica en una playa nudista, si bien también has sido escenario de mis devaneos. 
 
Hace unas semanas después de enseñar un apartamento a una pareja en esta zona costera me percaté de una entrada a un mirador del que, desde la carretera, podía verse un pequeño edificio catalogado. Hacía buena tarde y por la hora decidí inspeccionar un poco los alrededores.
 
Un pequeño edificio de finales del XiX con una explanada con estacionamientos, parterres y bancos, algunos de ellos frente al mirador lo que permite ensimismarte mirando el Mediterráneo. Al lugar, un poco elevado en relación a la carretera se puede acceder andando, como si de un camino de ronda se tratase.
 
Por el lugar pensé que no estaría muy concurrido, me senté sin ninguna predeterminación sexual y me deje llevar por la tranquilidad del entorno. 
 
Así estaba cuando apareció un chico de unos 30 años paseando un perro y con una caña de pescar. Un leve saludo y desapareció por el otro lado. Sinceramente, no le di mayor importancia, hasta que, al rato volvió a aparecer y después de otro imperceptible "adéu" desapareció.
 
No fue hasta que ya estaba conduciendo de vuelta para casa que se me escapó una sonrisa traviesa. En el rato que había estado allí no pasó nadie excepto el pescador. 
 
Me noté humedecer, y mi mente empezó a pensar en como ser discreta y eficiente  a la vez. He aprendido a ser paciente en mis proyectos pero eso no significa que mis fantasías no se aceleren. Deseaba ser deseo del pescador y terminar follando con el.
 
Mi Amo me enseño algunas cosas cuando se quiere tejer una red. Que no se note el empeño y para ello no se deber entrar en rutina. Así esperé dos días y al tercero fui de nuevo al mirador. Sin éxito aparente, nadie aparecido. Deje pasar dos días laborables más y volví, otra vez sin éxito, Otros dos días, pero dejé tres ya que no debía coincidir con el mismo día de la semana, al menos la primera. 
 
Ya llevaba varios días sin éxito y casi sin aparecer nadie, deje solamente un día, ya que en viernes no merecía la pena ya que presumía que podría estar más concurrido.
 
Fue la otra semana, cuando leyendo medio recostada en el banco apareció el chico, con perro y caña. Tal como yo estaba mis piernas estaban casi descuidadamente desnudas. "Adéu". Fue entonces cuando aproveche para levantarme levemente y estirar la parte de atrás de mi vestido de manera que me senté sobre mis nalgas desnudas y separé un poco más mis piernas.
 
Pasó un rato que me pareció una eternidad y el chico volvió y, algo había ganado, esta vez en lugar de seguir su camino y saludarme desde detrás del banco, Paso entre la valla del mirado y el banco, incluso creo que hizo que el perro caminase más lentamente. "Adéu" y desapareció. no sin antes recrearse, casi por fuerza de la visión de mis piernas desnudas y no se si fijándose en algo más.
 
Era yo quien había puesto el anzuelo, ahora debía de ser más prudente en mis visitas al lugar, así que dejé transcurrir ahora no dos días, sino tres. Pasaron otras dos semanas hasta coincidir de nuevo. Ahora además ya sabía por donde aparecería así que me sentaba de manera que a la vez que leía pudiese intentar controlar su presencia. Así que cada vez que intuía que alguien se acercaba, sin dejar de leer, mi mano acariciaba mi muslo en los alrededores de la zona más íntima. Pero con capacidad de reacción si fuese necesario.
 
Así, cuando la presencia del perro anunció su llegada mi mano acariciaba delicadamente mis labios vaginales y yo leía como si no me hubiese percatado de la visita.
 
Esta vez el dirigió el perro ya directamente entre la baranda y el banco, momento en el que yo paré mi mano dejándola quieta sobre mi sexo, pero como si ignorase su presencia. "Adéu".
 
Cuando le vi desaparecer y sin cambiar de posición empecé a acariciarme respondiendo más activamente a mi estado, no era una masturbación en toda regla pero si que un dedo se había introducido dentro de mí y se movía suavemente. 
 
De nuevo apareció el perro que andaba husmeando alrededor de la baranda. Yo no dejé lo que estaba haciendo. Por un lado inmersa en la lectura y por otro siguiendo el dictado de mis deseos jugando con el dedo dentro de mí. El chico al llegar a mi altura se apoyó en la baranda como si quisiera perder su mirada en el horizonte. Si giraba su cabeza hacia la izquierda me veía, pero era prudente, y lo intentaba pero no lo consumaba. Esto me excitaba todavía más.
 
Al rato se marcho. Ya en el coche era hora de analizar, estaba todo perdido ? yo sabia que no, y su prudencia, yo no le llamaría timidez, me excitaba mucho.
 
Había llegado el momento de disparar a dar. Así que esta vez no demoré la visita. Al día siguiente acudí a mi rinconcito
 
El cabrón aquel día no vino. No era su día o mi presencia y comportamiento le había superado. Tampoco era cosa de coger cada día el coche con sus costos ni perder el tiempo que como mujer casada debo de administrar. Así que al otro día volví al lugar. A todo esto recordar que el lugar aun siendo de paso no es para nada muy concurrido y que entre las pocas personas con quien coincidí me fijé en el. 
 
Gracias a como he sido educada en estos más de dos años, se mantener la calma y controlar la impaciencia y allí estaba yo, acariciándome suavemente y leyendo cuando le vi aparecer. Primero el perro que aproveché para ser más explicita en mi exhibicionismo y luego apareció el y como la otra vez, pasó entre la baranda y el banco y se paró a contemplar el horizonte. 
 
No tardo en voltear la cabeza y mirar como me acariciaba sin dejar de leer y sin apartar la vista del libro le vi moverse y acercase.
 
En mi fuero interno no solamente me sonreí aliviada sino que me excité. Se sentó en el banco, justo a mi lado, le hizo unas carantoñas al perro, "ves" "ves y si mediar palabra pero con una delicadeza más fruto de la discreción que del deseo posó su mano sobre mi muslo y me lo empezó a acariciar subiéndola poco a poco al ver que yo no me oponía, al contrario, seguía leyendo. Su mano no tardó en entrar en contacto con la mía a la altura de mi sexo y empezó a acariciarme el clítoris. Fue en este momento que sin prisas puse el punto de lectura en la página y cerré el libro recostándome un poco más para facilitarle el acceso a mi clítoris y sexo.
 
Lo entendió como mi sí explícito y después de un rato excitando mi clítoris se arrodilló frente a mi y empezó a comerme el sexo con boca y lengua y sus dedos perdieron toda vergüenza y exploraron ya no solamente mi sexo sino también por el orificio anal.
 
La primera sorpresa de su estado desbocado fue cuando estando yo en éxtasis orgásmico sacó el dedo y sin dejar de lamerme me lo introdujo en mi boca. Para nada obedecía a mis peticiones de que parara "prou, para" le decía, pero el seguía martirizándome el clítoris y con sus dedos, la profundidad de mi sexo.
 
Sudados y agotados se levantó y me levantó y abrazándome me comió la boca con su lengua removiéndose dentro. Este abrazo le valieron todos los puntos del mundo. Fue todo un mensaje de afecto.
 
Sin dejar de abrazarme, morrearme y manosearme me condujo hasta la baranda donde me apoyó de cara al mar y situándose detrás mio, noté como se removía abriéndose la bragueta y liberando su polla que estar dura como estaba se resistía a salir. Notar la punta de su glande en la entrada de mi sexo y sentirme perforada fue todo uno al que le siguieron unas envestidas de lo más salvaje y apasionado. No pude ahogar un grito de placer.
 
El la sacó de dentro de mi sexo y sin guardarsela me giró, me volvió a morrear y cogiéndome de la mano me llevó al edificio donde estaríamos menos expuestos. A esas alturas todavía no nos habíamos dicho nada. Me apoyó culo en pompa en el respaldo de un banco de piedra de la época del edificio y volvió a follarme ahora dándome palmadas en las nalgas y alternativamente buscándome el orificio anal hasta que mientras me follaba le introdujo un dedo. 
 
Pasó lo que intuía y me excitaba, sacó su polla y la enfilo directamente al camino de la sodomización. Yo no podía dejar de gemir de placer que sin ser escandalosa no reprimía.
 
La sacó, me giró y apoyándome de espaldas al respaldo del banco, separando bien mis piernas y ahora de cara a cara, volvió a follarme el coño a la vez que me besaba, chupaba y mordía los pezones.
 
Se corrió dentro de mí. Sin sacarla me abrazó y comió la boca y ya más relajado hizo que me arrodillara y ahora sí, me regalo mi plato más goloso. Metió toda su polla en la boca a la que chupé como si no hubiese un mañana.
 
Fueron pocas las palabras que luego nos dijimos. A su petición de volver a vernos le pedí que me diera su número pero que no se hiciese ilusiones y añadí. Si por cualquier casualidad nos cruzamos algún día, si voy acompañada sé discreto, si no es así y tu saber hacer te dice que puedes, no dudes en acercarte sin preámbulos.
 
Dos notas finales.
 
- Este ha sido mi primer relato de una vivencia y por fuerza debía de incluir mi presentación. Los siguientes empezaran directamente por lo que desea compartir.
 
- Estoy convencida que debo corregir mi estilo, espero que os haya excitado más que gustado y que poco a poco sepa expresarme de un modo que nos acerque.
 
Elih