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Memorias de Sexo y Juventud (05)

en Grandes Series

El partido estaba en su último set. El duelo estaba peleado, cualquiera de las dos podía tener posibilidades, pero el público estaba con una sola: Loreto López, o “Lolo” como la llamaba todo el mundo, no solo destacaba por sus grandiosas habilidades con la raqueta, sino que también por su carisma e increíble belleza.

Era alta y curvilínea, con un abdominal marcado y músculos firmes en los brazos y piernas. Su cabello dorado caía en una cola de caballo sobre su sensual espalda, y sus ojos azules, brillantes, estaban concentrados en la pequeña pelota verde que devolvía una y otra vez. Siempre tenía una mirada serena, a juego con su actitud, y no perdía de vista la pelota hasta que marcaba un punto… a diferencia de un buen sector del público, que se entretenía con multitareas: miraban tanto el partido como la corta falda blanca de la experta deportista, y algunos no controlaban los silbidos cuando se levantaba mucho y veían lo que había debajo. Hasta parecía que ella misma se movía de tal forma que se viera más y más.. En tanto, llevaba un top deportivo violeta que hacía resaltar sus senos, firmes y alzados, que ya muchos habían visto al desnudo cuando Loreto posó para la revista Playbuddy, meses atrás. Había sido el número más vendido en tres años.

De pronto, Lolo tuvo su momento. Corrió y saltó más alto que en toda su vida, y su remate fue inalcanzable para su oponente. Había vencido, y la gente aclamó su nombre, pero ella solo lo celebró con el puño en alto y una preciosa y serena sonrisa.

 

Más tarde, en el camerino, Loreto recibió a tres fans, dos chicos y una chica, que le habían prometido darle ánimos hasta el último segundo del partido. Los tres habían esperado aquel momento, el poder darle la mano o un beso en la mejilla a la deportista del año, que en ese momento se estaba dando una ducha, y le trajeron una serie de regalos (como chocolates y ramos de flores) por su victoria.

Cuando ella salió, quedaron extasiados ante la belleza de aquella mujer, que salió a recibirlos solo con una toalla corta alrededor de los senos, que apenas llegaba hasta un poco más arriba que el fin de sus nalgas, dejando poco o nada a su imaginación. Tenía el cabello suelto y su tonificado cuerpo brillaba por el agua que había quedado en su piel.

- Muchas gracias por esperarme chicos, y por todo el apoyo que me brindaron. Los escuché claramente.

Los chicos procedieron a entregarle los regalos, nerviosos y ruborizados ante aquella belleza. Tímidos, luego, retrocedieron y la siguieron elogiando, mientras ella les sonreía y agradecía con absoluto control de la situación, sin ningún aparente reparo por estar casi desnuda frente a ellos.

De pronto, la muchacha fan se quitó la blusa, dejando al descubierto sus senos, y mostró un tatuaje sobre ellos que decía “Lolo”. La chica clamó a los cuatro vientos que la amaba, y que sería para siempre su más grande admiradora. Loreto, al igual que los hombres, se sorprendió, pero luego retomó el dominio del entorno con las cualidades que la hacían tan especial.

- Si tanto me amas, ¿por qué no me lo demuestras? - Loreto se sacó la toalla y llamó con el dedo a la chica, que se abalanzó sobre ella para iniciar el morreo que había esperado toda su vida-. Chicos, no se corten, pueden divertirse también.

Los hombres se bajaron los cierres del pantalón y disfrutaron, usando las manos, de la escena en la que Loreto hacía que la muchacha se pusiera de rodillas y le realizara sexo oral con una glotonería sin parangón. En unos minutos tendrían su oportunidad, y Loreto no se cortaría ni un poco. También tenía necesidades, y había satisfecho todas ellas cada vez que quería desde que aún estaba en el colegio.

 

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Comenzaba un nuevo día. Loreto López se levantó con energías, como siempre, mucho más temprano que cualquier otro joven. Luciendo solo un mini short rojo que resaltaba su magnífico trasero y su tonificada cintura, y un top negro sumamente escotado, comenzó su rutina de ejercicios mientras repasaba mentalmente lo que había ocurrido dos noches atrás, después de ver aquel extraño video.

Con cada abdominal contemplaba el rostro de la mujer de cabello castaño en su mente, la que parecía la líder que exigía la venida de los hombres a su alrededor, y era tan idéntica a Ana Fakas. Con cada flexión se acordaba del rostro tímido de la otra actriz, la que solo gemía y se dejaba regalonear por pollas y los besos de la otra tipa. Con cada sentadilla rememoraba el baño de semen que ambas se estaban dando mientras frotaban sus respectivos coños…

De pronto, se levantó de la colchoneta y se quitó el sudor de la frente. Notó que su respiración estaba más entrecortada y pesada que lo usual a esa hora del día, durante su rutina. “Ok, creo que estoy a punto de hacer una locura”, pensó Lolo, sonriendo con un aire somnoliento. Pensó en darse su ducha usual antes de hacer eso, pero en su lugar caminó hacia la mesa de noche y tomó su teléfono.

- Hola, cariño, ¿estás despierto? -le preguntó por Whatsapp a Héctor, su novio, que a esa hora también debía estar realizando su rutina usual.

Dos vistos azules.

- Sip, estoy en mis flexiones -respondió el chico, enviándole una foto de sí mismo, sonriendo y con el musculoso torso desnudo, cubierto de sudor. No lo hacía para aparentar, y tampoco para ser sensual (aunque esto siempre lo lograba, según ella), sino porque así podían comparar rutinas durante las mañanas.

- Wow, chico sexy…  Bueno, yo estaba en mis sentadillas… -continuó Loreto-, pero tuve un problema.

- ¿Qué te ocurrió? ¿No me digas que te vino…?

- No, no es eso -dijo Lolo, y le envió una foto de sí misma, frente al espejo, subiéndose el top para mostrar sus tetas, aunque ocultó sus pezones con el otro brazo - Es que estoy algo acalorada.

- Mi amor, no hagas esas cosas -dijo él, junto a un emoji de un chimpancé ruborizado.

- No lo puedo evitar, y menos si me envías fotos tuyas así de guapo - siguió ella, esta vez con una foto de espaldas a la cámara, ligeramente inclinada sobre una mesa, resaltando la curva de sus nalgas.

- ¡Lolo! Vas a causarme algo jaja - dijo Héctor, enviándole a su chica, sin pudor, una foto completamente desnudo y empinado. Él, a diferencia de ella, estaba acostumbrado a mandar “nudes”, y llevaba un buen tiempo tratando de convencerla de hacer lo mismo. ¿Sería que al fin iba a lograrlo?

- Madre mía, eres todo un Adonis… y ese pedazo de carne que tienes allí abajo, ¿crees que pueda ponerlo entre estos, cariño? - preguntó Loreto, enviando una foto con zoom en sus pechos descubiertos, ya sin su top. Eran firmes y redondos, y sus pezones estaban erectos y apetecibles. La muchacha salía sonriendo a la cama con una expresión sumamente sensual.

- Jamás pensé que harías esto, Lolo… -Héctor envió un “close-up” de su polla, gruesa y empinada al cielo, con la mano derecha alrededor-, pero está bien, con esa es suficiente, amor.

- ¿Quién decidió eso? - Loreto procedió a enviar una selfie completamente desnuda, en cuatro sobre la cama, mirando pícaramente a través de la cámara- Cariño, hasta no tener ese pedazo de carne no será suficiente.

- Amor, vas a matarme. - Héctor envió emojis de plátanos y gotitas de agua, además de un rostro acalorado- Si seguimos así llegaremos tarde a clase.

- Oh, llegaremos a tiempo hermoso -La última foto de Loreto era de su rostro, con un dedo sobre su lengua afuera y las mejillas sonrojadas-, pero no entraremos a clases. Nos vemos en el gimnasio, bebé.

Y se desconectó. Con una ducha fría le bastaría para calmar las ansias al menos durante el camino a la escuela. Luego, ya no podría aguantarse.

Tras entrar al baño, una figura asomó por la puerta a la habitación. Sin saberlo, alguien la había estado espiando, entusiasmada ante lo que descubría...

 

Eran las 8 de la mañana, inicio de la jornada escolar, cuando Valentina Ginez, Penélope Sena y Victoria Lito se reunieron bajo el árbol grande del patio. Habían atravesado por demasiado durante las últimas horas, perdiendo el control y haciendo cosas que solo creían eran dignas de Ana Fakas, la tipa que más detestaban en el colegio, y a la que tendrían que enfrentar para obtener respuestas. Victoria se la había chupado al profe, Penélope se había masturbado con un pepino mientras chateaba con sus amigos, y Valentina ni siquiera había dormido, aunque no quería revelar por qué de lo avergonzada que estaba.

Esperaban a Loreto, no solo por ser parte de su grupo, sino porque era la más sensata y madura entre ellas, y la única que jamás le había temido a Ana, la única que podía enfrentarla tanto a ella como a las dos putas sin cerebro de sus amigas, Scarlet Cusso y Tita Ponce. Sin embargo, no podían encontrarla en ninguna parte, y debía tener el teléfono apagado.

- ¿Qué hacemos? -preguntó Penélope, que a pesar del frío de la mañana, ya estaba sintiendo los primeros síntomas de la condición que las afligía, con solo ver a un par de muchachos jugando basket antes de entrar a clases. La tensión entre sus piernas era difícil de controlar.

- Sin Lolo será difícil, pero Ana nos tendrá que responder de igual manera -dijo Victoria, contenta, y al mismo tiempo triste, de no tener matemáticas ese día. No sabía si sería capaz de ver al profe.

- Lo sé… la verdad no recuerdo los detalles del video, pero si dicen que una de las actrices es idéntica a ella, y además ella fue la que se lo pasó a Marcos, entonces algo deberá poder decirnos, con o sin Lolo - dijo Valentina. La persona que tenía en la cabeza, en ese momento, no era Pedro solamente, pero no se atrevía a pronunciar aquel otro nombre ni siquiera en su mente. Ni Pedro ni esa persona la habían dejado dormir.

- Bien, al primer descanso vamos con ella, chicas - decidió Vicky, poniéndose la mochila al hombro para entrar a clases.

- Solo espero que Loreto esté bien…

 

Entre tanto, en el gimnasio de la escuela, se hallaban dos jóvenes con las hormonas alborotadas. Había un rinconcito donde se guardaban las colchonetas donde, si alguien quería darse una revolcada común, no lo conseguiría. No era cómodo, a menos que estuvieras muy, pero muy caliente, y que fueran personas muy, peor muy flexibles. Loreto era definitivamente lo segundo, y en ese momento sí que servía para ella lo primero. Ahora, ¿cómo era que había logrado ingresar al gimnasio?

Pues, como campeona de varios torneos interescolares en diversas actividades, así como ayudante de la profesora de Educación Física y Deporte (la madre de Victoria), Loreto tenía acceso a las llaves del gimnasio y de las salas internas. Se lo había ganado a pulso, y siempre había usado el sitio de manera prudente y responsable… hasta ahora.

En ese momento se estaba besuqueando apasionadamente con su novio, lamiendo su lengua con la suya, y agarrándole el firme trasero con su mano derecha. Él hacía lo propio con el de ella, subiéndole la corta falda negra y metiéndole la mano debajo de las bragas empapadas.

- Amor, no puedo creer que estemos haciendo esto aquí -dijo Héctor, saliendo de la boca de Loreto para recuperar el aliento. Estaba sumamente excitado y no le molestaba que se le notara en el pantalón, pero tampoco quería meter en problemas a su novia si es que los atrapaban.

- Yo tampoco, cariño, pero es que las fotos que me enviaste esta mañana… no iba a simplemente dejarlo pasar, ¿sabes? - Loreto continuó con besos intermitentes, y llevó su mano al bulto evidente en su amado.

- ¿Tanto te gustaron, Lolo? - Héctor tomó a Loreto de la cola de caballo y jaló hacia atrás, permitiéndole vía libre para repartir intensos lametones en el cuello de la chica, lo que sabía que la enloquecía.

- H-Héctor, ahhh… me volverás loca, ¡por supuesto que me gustaron! -Lolo le bajó el cierre y sacó el miembro del muchacho de su prisión. Al tiempo que lo pajeaba, se dejaba llevar por las oleadas de placer que le traía la lamida de cuello, cosa que siempre le había puesto a tono en segundos.

Luego, con una facilidad impresionante, sujetándose solo de un cúmulo de pelotas de volleyball con un pie, y para premiar la habilidad de la lengua de su pareja, se dobló hasta tener aquel fabuloso pene frente a ella, y no se tardó en meterlo a su boca para chuparlo. Al mismo tiempo, sintió que se estremeció y casi se vino por el solo actor de realizar sexo oral… ¡jamás le había sucedido algo así!

- Ahhh, Loreto, lo estás haciendo genial, bebé…

- Go se, caguiño -dijo Lolo con dificultades, sin sacarse el falo de su boca. Lo mamó y chupó como si fuera una piruleta de frutilla, su favorita, y Héctor se entretuvo acariciando su clítoris ultrasensible debajo de las bragas ya mojadas.

De pronto, escucharon un ruido, y se quedaron petrificados en el acto. Eran voces… probablemente desde afuera del gimnasio. No parecían alumnos… ¿quizás serían profesores? Si los atrapaban, ¿qué iban a hacer?

- Mi amor, vamos a tener que… ah…. ahhhhh -susurró Héctor, cuando Loreto puso las manos en sendas nalgas de su chico y lo atrajo hacia sí para meterse toda la polla en su interior - Amor, ¿qué hacesss?

- Devorarte. -Con una facilidad absoluta, haciendo gala de sus habilidades, Loreto se quitó las bragas y se levantó la falda, apoyando sus tetas contra uno de los muros de la habitación, dándole la espalda a su novio a la vez que levantaba el trasero - No te cortes, mételo.

La conversación afuera continuaba. Héctor se sintió inseguro por un momento, pero vio algo que le encendió casi de inmediato otra vez: sin saber dónde tirar sus bragas, y para que no se llenaran de polvo, Loreto se las llevó a su propia boca, y no tardó en darle algunos lametones a sus propios jugos en la tela negra.

 

Sin mediar más demoras, Héctor entró en Loreto, y ésta tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no soltar un grito de satisfacción. Descubrió que le excitaba de sobremanera que pudieran atraparlos, y sin controlarse, se desabrochó la camisa y agarró sus propias tetas con una mano, mientras acariciaba su clítoris con los dedos de la otra.

- Más, más, más, dame más, cariño…

- Lolo, cuidado, no nos vayan a escuchar.

- Tú solo preocúpate de darme caña como me merezco, chico sexy, ah, ah, hmmmm…

Se estaba saliendo de control. El piso de la sala se estaba manchando con los jugos que salían del coño intensamente penetrado de Loreto, y ella ya había levantado una pierna para que Héctor la agarrara, y pudiera penetrarla aún mejor. Su expresión facial era un completo deleite, que a Héctor le encantaba particularmente, debido a que era totalmente opuesta a la solemne y segura que generalmente revelaba al público. La que tenía ahora era una de salida y cachonda que no tenía remedio, con la lengua afuera y los ojos fuera de las órbitas.

A Loreto lo que más le gustaba era que el muchacho era un portento físico que podía estar haciendo el mete-saca por horas. Tenía un pecho firme por donde ahora escurría sensualmente su sudor y unos abdominales como para rallar queso, cabello bien recortado de color negro que vaya que le ponía, brazos como vigas de acero y piernas como robles que perfectamente podían follarla soportando el peso de ambos en solo una de ellas. Le sacaba de quicio, y más ahora que había despertado toda su excitación gracias al dichoso video que, para peor, habían visto juntos. Cuando eso ocurrió, no tardaron en irse a un rincón a follar como conejos…

- Sí querido, dale, dale, dame más duro, ah, ah, ah

- Mi amor, no podemos seguir mucho más tiempo aquí -susurró Héctor, intensificando las cargas contra el culito empinado de su novia, que directamente estaba colgada de su cuello.

- Lo sé, pero es que no quiero acabar esto… -Las conversaciones afuera habían acabado, probablemente ya se habían ido los que estuvieron allí, pero ella seguía imaginando que podían descubrirlos, y eso la tenía a tope- Ok, vente en mi interior, pero quiero que me destroces, cariño… quiero que no tengas ningún tipo de contemplación, quiero que me agarres y me hagas pedazos con tu polla, hasta que me corra en serio…

- ¿A qué te refieres con en serio?

- A que esta vez quiero soltarlo todo. Sabes a qué me refiero.

Generalmente, cuando Loreto se venía, soltaba un poco de líquido y se retorcía como si mil escalofríos le recorrieran la espalda, pero controlaba sus propios músculos lo suficiente como para no soltar aquello que llamaban “squirt”. No se atrevía, iba contra su naturaleza pulcra y quizás un poco orgullosa…

Pero estar haciéndolo allí, en un lugar público, en la posición de una perra, después de mandarle nudes a su novio por primera vez, con su ropa de colegiala, a punto de ser descubierta, y todo amplificado por el dichoso video… No podría aguantar más.

Así que Héctor le agarró de la cintura y taladró con todas sus fuerzas, haciendo que cada embestida valiera la pena, haciendo chocar sus huevos contra el clítoris de la muchacha, que se llevó los dedos a la boca imaginando que chupaba un sinfín de pollas idénticas. El ruido que causaba cada empujón la ponía perdida, y guio la mano de su chico a su cola de caballo, para que la tratara como quisiese.

- V-vamos, jala…

- ¿Estás segura?

- Sí, dame duro, trátame duro, tira con todas sus fuerzas y no te detengas hasta venirte, cariño

- ¿Tú… estás…?

- Estoy a punto, solo unos segundos más y…. ah, ah, ah, más, más, más, ¡más, más, más!

Él le tiró del cabello hasta que ella se dobló la espalda, sin exhibir ningún tipo de dolor. Le lamió el cuello y embistió con todas sus fuerzas, haciendo uso de cada uno de sus músculos de la mejor manera, sin dejar de recordar las fotos que ella le había enviado esa mañana para hacer más excitante la experiencia.

De pronto, la frotación de su verga con las paredes empapadas de la vagina de su chica fue demasiado, y comenzó a correrse sin anunciarlo. Sentía que se estaba vaciando; chorros y chorros de caliente leche se estaban disparando en su interior, y ella no paraba de gemir como una viciosa.

- Oh, no, aquí va… me corro, ¡me corro, me corro!

Y así nada más, ella se corrió sin controlarse. Tampoco su voz, que debió escucharse claramente a las afueras del gimnasio y en algunas partes del colegio si es que estaba silente. Tuvo que sacarse el pene de Héctor de su interior para poder soltar los chorros que tanto había acumulado, y el fuerte olor que liberó la estimuló tanto que lo grabó en su mente. Era como una fuente sin razón, disparando litros de un líquido transparente sobre el suelo junto a algunos rastros del espeso semen del muchacho.

 

Súbitamente, Loreto y Héctor escucharon voces y pasos que se dirigían al gimnasio. Ya estaban en sus cabales de nuevo (o más bien, mayormente), y se vistieron velozmente. Luego, corrieron por el gimnasio y saltaron a una de las ventanas más altas con absurda facilidad, a pesar de que jamás lo habían intentado y sin siquiera verbalizar aquel plan. Sin problemas escaparon y corrieron a sus respectivos baños, al interior de la escuela, para escapar.

Y sí… escaparon de todos los profesores y los de la limpieza. Y casi ningún alumno la vio… con excepción de una, que siempre estaba pendiente de ella, la misma persona que la había visto aquella mañana.

Entretanto, Loreto tenía que tomar una decisión. ¿Debía enfrentar a Ana por lo que les estaba ocurriendo, con sus amigas… o callarse y seguir disfrutando de algo que se sentía maravilloso? ¿Acaso debía detenerlas?

 

 

 

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Lo cierto era que, años después, Loreto López sí se reuniría con ellas el siguiente sábado, pues era la amiga indispensable con la que siempre habían contado. Claro, era una famosa tenista de renombre, que ya había ganado varias medallas tanto juveniles como adultas, y no solo en tenis… pero para ella siempre estaban ellas primero. Ellas y sus hermanas, claro.

 

Solo que, en ese momento, al interior del camerino, no era en ellas en quienes pensaba, sino en darles completa satisfacción a los fans que la rodeaban. Uno de los tipos le penetraba por atrás, teniendola en cuatro, mientras ella se sentaba sobre la juguetona lengua de la chica que exploraba todos sus íntimos rincones. El otro chico le metía la polla en la boca a la vez que masturbaba a la muchacha.

- Vamos, ¿es todo lo que tienen para mí, cariños?

La primera en reaccionar a su desafío fue la chica, que le agarró las nalgas y realizó unos movimientos increíbles sobre su clítoris y el interior de su vagina, hasta que Loreto se corrió con todas sus fuerzas en su cara, manchandole con su intenso squirt. A la vez, el tipo en su espalda que le masajeaba las tetas con nerviosismo al principio, y maestría después, se vino en el preservativo, que Loreto rápidamente tomó en sus manos como si lo inspeccionara. Solo quedaba el otro.

- ¿Te falta mucho, precioso?

- Ah, tal vez un poco más, Loreto… -dijo mientras se la cascaba con velocidad.

- Quizás esto te ayude - Lorento sacó la lengua, y derramó el interior del condón en su boca, procediendo a tragarse aquel delicioso manjar que le enloquecía - No vamos a permitir que me caiga en el cuerpo, ¿no? O tendría que tomar otra ducha, y ustedes no vinieron a esperarme otra vez, ¿o sí?

El hombre la tiró al suelo con vehemencia y la penetró con todas sus fuerzas, pero ella ni siquiera se inmutó ante lo que podía parecer, a casi cualquier otra chica, un acto agresivo. Al contrario, abrazó al chico con sus poderosas piernas y le mordió la lengua con un sensual jugueteo de su lengua.

- Con que sin condón, ¿eh? Vas a tener que venirte en mi boca también, pero como castigo, vas a tener que hacerme correr igual que ella, o ya verás.

Pero, ante esas palabras, ante ese cuerpo capaz de aguantar de todo, y que ni con tres cuerpos a su disposición quedaría totalmente satisfecha… era difícil que se rindiera. El tipo cumplió su palabra a pesar de saber que, tras la follada que estaba realizando, no podría levantarse durante los próximos dos días.

 

Solo quedaba algo para terminar. Tras una hora de intenso ejercicio, mientras le devoraba el coño a la chica que había caído rendida, Loreto tomó su teléfono y se tomó algunas fotos. Desnuda, con un clítoris o una verga en la lengua, era todo lo que necesitaba y una de las cosas que más le excitaban desde joven. Las reenvió a sus tres más queridas amigas… y a una más.

La que siempre la había espiado, como la voyerista que era, y que sacaba la exhibicionista del interior de Loreto. Su nombre… era Lucía López.

 

Continuará...