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La institutriz

en Jovencit@s

La institutriz

Henry viaja a toda prisa hacia Lisboa, quizá aun halla tiempo de salvar a Meiko.

A su mente regresa, sin desearlo, otro caso similar... quizá no tanto, pero con acontecimientos similares... aquella vez uso ropa de los niños desaparecidos...

(O) ===== (O)

Miguel y Paula, dos hermanos de 14 y 12 años respectivamente, juegan por la casa. Son niños, es normal su despreocupación, y una casa tan grande se puede convertir en un castillo. En su casa se dispone de una posición muy desahogada, sus padres tienen su propia empresa la cual va viento en popa. ¿Qué mal puede azotar a estos niños, protegidos del dolor, el miedo, y la duda?.

Su madre les llama al salón, y los niños acuden obedientes. Una mujer joven acompaña a su madre, es una mujer bella, estilizada, y vestida de negro (aunque el traje parece pegarse a su cuerpo dotándola de un aire majestuoso que su melena rubia y rizada acentúa). A los niños les llama la atención su sonrisa de dientes grandes y blancos.

-Niños os presento a Verónica, es vuestra nueva institutriz. Vuestro padre y yo pensamos que os haría mucho bien, apenas os podemos prestar atención y nos preocupa el desarrollo de vuestra educación. Dice la madre

-Si ella se encarga de nuestra educación, ¿significa eso que no tendremos por que volver a la escuela nunca mas? Dice Miguel

La madre asiente afirmativamente.

(...)

Los padre de los niños se marchan al día siguiente, los niños se quedan con Verónica:

Los niños están jugando con su perrito, es un cachorrito de chow-chow, Verónica se acerca a ellos sonriente, se agacha y acaricio al perro el cual, inexplicablemente, la muerde. Ella se queda mirándole con odio y muy enfadado manda a los niños a hacer sus tareas. El perro y verónica se quedan solos en la habitación....

(...)

Verónica dio vacaciones hoy a la cocinera y cocino ella misma, los tres comen la carne sin apenas hablar. Paula se levanta de la mesa sin terminar su plato, Verónica la mira inquisitiva.

-Las señoritas piden permiso antes de ausentarse de la mesa, y se acaban todo el plato. La dice

Paula la mira y se sienta.

-Perdón

Verónica se levanta y se pone a su lado, la niña bajo la vista a la espera de una reprimenda.

-No me basta con eso, los niños tenéis que tener disciplina, conmigo no hay lugar al error -Dice Verónica- espérame aquí.

Verónica vuelve con una cuerda y la olla de carne, donde aun quedaba carne.

Paula, atada a la silla, es obligada a comerse lo que queda en su plato y en la olla. A veces hace ademán de vomitar pero en cuanto Verónica la ve la abofetea y tira de su coleta para que su cabeza caiga hacia atrás (se trague su propio vomito). Cuando acaba todo, Paula, se queda un rato mas atada, "Para que pienses en ello".

Verónica se introduce en el baño dispuesta a darse una ducha.

El agua caliente cae sobre su perfecto cuerpo, alguien, miguel la observa desde detrás de la puerta entreabierta. La ve como se acaricia su entrepierna y sus pechos, y eso le excita. De pronto el agua se corta, Miguel sale corriendo hacia su habitación antes de que le descubran.

Allí, tumbado en su cama, comienza a masturbarse pensando en lo que ha visto.

De pronto se abre la puerta, Verónica entra y queda mirando a Miguel (el cual aun sujeta su sexo erecto entre sus manos).

-¿Qué haces depravado, no sabes que esta mal eso. Eres un sucio cerdito, debería servirte hoy como cena si eres un cerdito. Crees que no te he visto mirarme mientras me duchaba, y ahora te encuentro haciendo... eso. Le dice muy ofendida.

Le agarra del falo, que, con el roce de la mano de la institutriz, acaba estallando y manchándola, esto enfurece a Verónica que parece a punto de abalanzarse sobre aquel sucio cañón, desgarrarlo con sus blancos y grandes dientes. Al final se marcha a lavarse allí donde la ha manchado la inoportuna eyaculación.

(...)

La noche ha caído, Miguel duerme placidamente. Verónica parecía haber olvidado el incidente.

La habitación esta cerrada, pero unas manos hábiles la abren. Una sombra se desliza, con gracia, por la habitación, hasta la cama de Miguel. Se descorren las sabanas, cae el pantalón del niño, el pene queda al descubierto. Un quejido de placer invade la atmósfera. La sombra atrapa el pene y comienza a lamerlo hasta que crece de tamaño. El relucir de algo metálico corta el aire y algo mas, el cubrecama se llena de sangre. La sombra se lleva su trofeo.

(...)

Llega el día siguiente, Paula encuentra en la cocina a Verónica desayunando. Se fija en lo que come, tan solo un salchicha a la plancha. La llama la atención el tamaño y la forma pero no pregunta, lo que si hace es preguntar por su hermano. Verónica lea dice que se encuentra enfermo y que no quiere que se le moleste, Paula se dispone a subir a ver a su hermano pero Verónica le repite, esta vez con una voz terroríficamente autoritaria, que no debería molestarle.

La pone en un plato un pedazo de la salchicha que estaba comiendo, Paula prueba un poco y no le gusta. Verónica la da varias bofetadas y la mete a la fuerza el resto del contenido del plato.

-Tienes que comértelo todoooooo

(...)

Pasan días comiendo y cenando carne, Miguel no sale de su habitación y tampoco parece mejorar de su enfermedad. Paula comienza a temerse lo peor.

(...)

Verónica vigila estrechamente a la niña, Paula pronto se encuentra con que su casa es su cárcel.

Paula se cuela en la habitación de su institutriz , rebusca entre sus cosas en busca de algo que la saque de ese calvario.

De pronto escucha ruidos, reconoce los tacones de Verónica, se esconde en un armario.

Verónica nota algo raro en la habitación, su nariz parece olisquear.

-Señorita, salga de donde este, ¿nadie la ha enseñado que no se debe entrar en las habitaciones de los demás?

Paula tiembla de terror, algo, en el acento de Verónica, la dice que esta vez será peor.

Silencio, de pronto el sonido de las llaves cerrando el armario... luego el humo... fuego... esta quemando el armario con Paula dentro. Paula golpea desesperada las puertas mientras escucha a Verónica reír fuera. Pronto las puerta ceden y Paula se precipita fuera del armario en llamas. Verónica enfurecida la saca en volandas de la habitación, la lleva al baño. Allí la mete en la bañera, saca cinta aislante de un cajón (parece estar preparada para esto) e inmoviliza (y amordaza) a Paula.

El agua que cae de la ducha pasa del hervir al helar en cuestión de segundos y según los sádicos deseos de Verónica. Paula se retuerce, querría gritar pero no puede, Verónica parece gozar de su sufrimiento. Con una de sus manos comienza a acariciarse sus partes mas sensibles, y en su cara se dibuja el placer gozoso.

Alguien llama a la puerta, Verónica deja descansar a Paula, y va a abrir.

(...)

Paula recupera la noción de la realidad, no sabe cuando perdió el conocimiento. Su vista aun borrosa distingue a otras tres personas en el baño. Enfoca y se encuentra ante los ojos de Lupita, la hija de la cocinera (de apenas 14 años, aunque aparenta mas), quien la mira con curiosidad. Un chico recibe una generosa felacion por parte de Verónica. La institutriz nota el despertar de su protegida, se levanta y susurra algo en el oído del chico. Este mira a Paula y sonríe, se acerca y la levanta en vilo. Un grito de dolor, ensordecido por la cinta aislante de la boca. Una tras otra las acometidas hacen peligrar la vida de la pequeña Paula, aquel sexo, que atraviesa su sexo virgen, es demasiado para ella. Entre acometida y acometida, Paula, observa a Verónica, con gesto de placer, sentada sobre la cara de Lupita. La leche inunda su sexo, es demasiado pequeño para contenerla, corre por sus muslitos mezclada con la sangre. Ante la visión, Verónica salta sobre ella, recorre aquellos muslitos dorados como un animal hambriento.

Deja limpio los muslos de sangre, leche y jugos vaginales, se sienta sobre la cara de su protegido. Paula patalea, se ahoga, esto excita aun mas a Verónica que pide la polla del chica de nuevo. La engulle, reviviéndola tras la reciente corrida, la recorre con la lengua hasta que de nuevo el cañón revienta. Pero esta vez Verónica no se conforma con la leche, esta vez lo quiere todo, arranca la polla de un bocado. El chico grita como un cerdo herido, la han amputado salvajemente su sexo, comienza a desangrarse rápidamente. Verónica se deleita en la sangre mientras sigue sentada sobre la cara de Paula. Sangre... sangre roja... un río o un lago de aguas bermejas... y el dolor de una niña para buscar el placer existencial, placer logrado a través del placer de matar, eliminar otra existencia (absorberla en la propia), gozando.

(...)

Paula se despierta en su cama, mira su cuerpo en busca de marcas de tortura... no existen. Corre al baño en busca de restos de aquello... no hay nada. Se convence de que todo fue sueño. Pero la puerta de su hermano sigue cerrada, y no responde cuando le llama.

Paula baja a cenar, hay carne (como siempre)

-Estoy harta de esta carne, no hay otra cosa Dice Paula

-Pronto, pronto, tal vez mañana Dice Verónica, sus blancos y grandes dientes brillan mientras mira a Paula con deseo animal

"La niña ha engordado, esta bien cebada, esta noche la matare, y, como hice con su hermano: guardare su cuerpo descuartizado en la nevera, para írmela comiendo poco a poco. Luego me iré...

... Lo he hecho tantas veces ya, tantas familias que me confiaron a sus hijos...

.... Me pregunto como serán los siguientes... (Tal vez sean los tuyos)

(O) ===== (O)

Henry siente al tren llegar a Lisboa.