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Dogs

en Sexo Oral

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Un grupito de señoras mayores, compañeras de la UNED, me miraban y cuchicheaban entre ellas. Una de ellas se adelanto y me cogio del brazo, me dijo que ella me llevaría en coche.

Aquella noche, mientras me llevaba en coche, me empezó a mirar de arriba abajo, cuando acabo de mirarme me dijo:

-¿Por qué no vienes a mi casa a cenar esta noche?

Hice un gesto afirmativo, ella se encamino hacia su casa.

Maria no ceno casi nada aquella noche, parecía preparar alguna sorpresa. Después de cenar nos sentamos en el sillón, ella trajo unas copas y nos pusimos a hablar. Aparentemente accidentalmente, Maria, me derramo su copa sobre los pantalones.

-¡Ay!, lo siento, quítatelos que ahora te los pongo a lavar Me dijo ella

Mientras me los quitaba, Maria, se agacho sonriendo y beso mi paquete, el cual en seguida se puso en erección.

-¿Nunca te han hecho una mamada? Me dijo Maria

La dije que no, Maria descubrió mi pene y le bajo el prepucio para engullir, posteriormente, el glande.

Acabaríamos follando en aquel sillón. Pero Maria no se conformo solo con eso, embadurno mi pene y mi trasero con helado para quitármelo ella misma, y de forma lasciva, con la lengua.

Al día siguiente se repitió la escena, esta vez fue una mujer, algo mas mayor que Maria, la que me acogió en su coche.

Recogió a su hija, una delgada y fibrosa (además de atractiva) jugadora de volleyball, me explico que la chica pasaba una mala racha con el novio.

Cuando llegamos a una calle desierta, la mujer comenzó a manosearme la entrepierna, la mano de su hija se unió al sobamiento. Luego la chica, ágilmente, paso al asiento de delante, en el que me sentaba yo, y se acoplo, se había quitado el short y las bragas en el asiento de atrás, sobre mi pene erecto y desnudo. Me cabalgo con calentura, me corrí pero ella no paraba, mas, y mas, y mas,... hasta que perdí la conciencia.

Me desperté con su coño sobre mi cara, ya inundada de sus jugos (mientras dormía se había rebozado contra ella), olía bien así que no me negué a comérselo, eso la encendió aun mas... casi pierdo de nuevo la conciencia por asfixia.

-Cómemelo perro, así, así, así me gusta, puto perro.

Se giro e iniciamos un sesenta y nueve, dios como la chupaba... volví a desmayarme.

Me desperté encadenado, todas aquellas mujeres, mis compañeras de la UNED, y aquella chica, me observaban.

-Hemos decidido que a partir de ahora serás nuestro perro, moveras tu colita cuando te llamemos.

Así empezó mi vida como perro.

(Me encantaría felicitar a Aliena del Valle por sus relatos, me declaro fan suyo, y si alguien, o ella misma, quisiera, ponernos en contacto me alegraría)