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Paseo en autobús

en Jovencit@s

"P a s e o e n A u t o b ú s"

Tenía que hacer ese viaje desde la ciudad donde estudiaba a la casa de mis padres. Me costaba un poco de trabajo ya que la distancia era bastante y en autobús era peor porque normalmente tanta es mi mala suerte que me tocaba de compañero o compañera alguien que no platicaba nada o en su defecto solo dormía en todo el trayecto.

Ese día, mejor dicho esa noche tomé el transporte a eso de las 8 de la noche y me disponía a acomodarme en mi sitio cuando se acerco una chava de muy buen ver a reclamar como suyo el asiento que yo pretendía tomar.

-oye, ese es mi lugar, ¿me permites?

-claro, yo tomaré el del pasillo, no te preocupes.

-¿o sea que iremos juntos? – preguntó. Caray, quería dormirme a mis anchas en los dos puestos.

-que curioso, yo también tenía el mismo plan. – le respondí sonriendo.

Iniciamos una charla amena, lo típico, de donde eres, como te llamas, que edad tienes, etc. Ella iba a una ciudad que esta a dos horas mas de viaje del lugar a donde yo bajaría, así que todo se prestaba para tener por lo menos 3 horas con ella de conversación entretenida.

Tenía 19 años, Marisela era su nombre. Y era del norte del país, solo que estaba tomando ese autobús porque en el que venía solo llegaba hasta mi ciudad y tenía que transbordar.

A media hora de haber iniciado la platica ella empezó a adormilarse por lo que con mucha confianza me pidió si se podía recargar en mi hombro para dormir. Solo díganme. Que hombre de 24 años de edad le dice que no a una nena tan bella. Marisela medía 1.69 y a tanteo podría decir que su talla de brá era 34 C una cintura chiquita alrededor de los 58 o 62 y unas nalguitas respingaditas que se notaban mas que firmes a pesar de la ropa que traía. Marisela vestía un pants gris claro con rayitas blancas en los constados, que le quedaba ajustadito, muy rico. Se notaba que llevaba una tanga de hilo porque eso lo pude ver en el momento previo a que se sentara.

Ya dormida de pronto se recostó casi por completo en mí y lo que hice para darle comodidad fue que crucé mis piernas de tal manera que ella pudiera acomodar mejor su cuerpo. Lo incomodo fue en donde poner mi mano izquierda que era la que quedaba de su lado.

Le pregunté si le molestaba en su cintura y medio dormida, aparentemente, me dijo que no. Así pasaron unos 15 minutos cuando de pronto sentí que su mano izquierda buscaba la mía y sin el menor reparo la ponía toda abierta sobre su vientre, planito, muy suave, y luego lo empezó a acariciar con nuestras manos juntas, la suya sobre la mía. Como todo el autobús estaba a oscuras, nadie podía ver lo que pasaba en nuestros asientos, así que eso me dio mas confianza para poder poco a poco ir bajando mi mano sobre su vientre, sobre su ropa, y luego regresarla tímidamente a su "pancita". La sensación de su aliento acelerándose en mi pierna, me dijo que no estaba del todo mal la caricia que le estaba proporcionando. Para este momento ella podía sentir ya, en el lugar en que estaba recostada los movimientos de mi falo parándose y muy suavemente movía su mejilla derecha sobre él.

Sentí entonces que con su mano, movía la mía por debajo de su pants y luego, como lo supuse, por debajo de su tanguita. Estaba completamente depilada y ya se podían sentir los estragos de mis caricias. La humedad le empezaba a brotar de su conchita y hacia más fácil el movimiento de mi dedo en su rajita. Al mismo tiempo ella prácticamente volteó su cara sobre mi erección y así sobre la ropa la empezó a acariciar con la boca.

Yo no podía ni cerrar los ojos por si veía a alguien que se levantara hacia el baño y solo me limitaba a recargarme en el respaldo del asiento y a resoplar con la excitación tan tremenda que estaba viviendo. Mi dedo medio de la mano izquierda había alcanzado a la perfección su clítoris duro y mojado que era acariciado en círculos, de arriba abajo, hacia los lados, mientras ella en un afán de pasar desapercibidos se limitaba solo a resoplar igual que yo sin hacer muy pronunciados los movimientos de su cadera de acuerdo al ritmo que le marcaba mi caricia.

Cuando menos pensé, apretó mi mano completa entre sus piernas, dejando entrever que estaba teniendo un delicioso orgasmo. Dejó caer suavemente su cara sobre mí, sobre mi erección al final de su temblor y su respiración se hizo mas acompasada. Tiernamente volteó y me dijo

-no te detengas, quiero más.

Y pues, ¿a quien le dan pan que llore? Para mí era algo único lo que estaba viviendo con Marisela, nunca me había tocado hacer algo así en un autobús, así que era experiencia que sabía no se repetiría en breve... o nunca.

Marisela entonces tomó iniciativa y disimuladamente se alzó un poco para maniobrar, bajó mi cierre, liberó mi verga de la prisión que era mi bóxer en ese momento y sin decir mas me la empezó a mamar con singular alegría. Yo por mi parte al primer instante en que sentí toda mi polla en su cavidad bucal me fui de largo con mi caricia y en lugar de solo tocarle el clítoris, me dispuse a deslizarle en su vagina todo mi dedo medio para ponerle movimiento en el mismo ritmo que ella hacia el sube y baja con su boca en mi miembro. Si ella aceleraba la mamada igual lo hacia yo con mi dedo entrando y saliendo de su panochita.

Había momentos que para nuestra suerte sus espaciados y ya un tanto indiscretos gemidos se veían ahogados por el ruido del motor del autobús acelerando, así que no nos preocupábamos mucho por nuestros cachondisimos sonidos.

Al estar metiendo y sacando mi dedo de su cuquita, ella no había resistido mas y tenía ya en sus caderas también un movimiento que le permitía a mi dedo lograr mas profundidad en la penetración. Ella continuaba succionando como toda una profesional mientras con mi mano derecha le tomaba por el pelo y la acariciaba. No había nada que nos detuviera.

Al poco rato, empecé a sentir ganas de venirme y se lo dije bajito al oído, tanto como me pude acercar a ella. Desocupó su boca, volteó y me miró a los ojos mientras me decía

-No importa, tu sigue con lo que tengas para mí

-Ok, le respondí casi sin verla, ya con los ojos prácticamente en blanco.

Mi venida fue casi torrencial, la excitación de saberme en un lugar público masturbando a una nena mientras la nena me mama el garrote, me hizo estallar como pocas veces lo he logrado hacer.

Marisela por su parte no dejo escapar una sola gota de mi leche y la tragó como si fuera el último líquido existente sobre la faz de la tierra. Justo en el instante de mi último chorro de leche, sentí en mi dedo dentro de su vagina contracciones que me indicaron que estaba a punto de venirse por lo que aceleré el mete – saca en su panochita para recibir finalmente su venida.

Ella limpió todo vestigio de leche en mi falo, esperó a que se pusiera en estado normal y me lo acomodó suavemente dentro de mi ropa interior. Por mi parte, saqué mi mano de su entre pierna y de entre sus ropas y mirándola a los ojos llevé mi dedo medio a la boca y lo lamí por completo. Me enloquecí al probar su sabor.

Así nos quedamos por un rato, creo que habremos dormitado unos 45 minutos, cuando de pronto se encendieron las luces del autobús porque llegábamos a una de las ciudades intermedias a nuestro destino. Marisela se había sentado correctamente y solo quedaba recargada en mi hombro con su mano derecha entrelazada con mi mano izquierda.

El pasaje que venía en la parte trasera del camión bajó en su totalidad. Ella me miró con un aire de picardía

-¿Vamos para atrás?

-Claro, como tu quieras.

-Si, estaremos mas... solitos no?

-Sip – le respondí sonriendo con la misma picardía en el tono

Salió el autobús de la ciudad y las luces se apagaron nuevamente. El operador puso una película un tanto aburrida por lo que nosotros nos dedicamos mas que a ver la televisión a besarnos a acariciarnos en la parte trasera de la unidad. Nada nos lo impedía, sus pechos eran formidables muy firmes y sus pezones eran chiquitos.

Marisela era muy blanca y el color de sus pezones que podía percibir en penumbra hacían un contraste bellísimo con el color de su piel.

Ella se descaró por completo y sabiendo que la siguiente población estaba aún lejos, se quito el pants, la tanga y vino y se sentó en mis piernas frente a mí, no sin antes hacer que me bajara los pantalones hasta los tobillos junto con el bóxer. De entre su bolsita sacó un preservativo y me dijo, seguro que no traes tú, verdad? Y me lo acomodó.

-Ahora si mi niño... no quiero bajar de este bus sin haber disfrutado de esa rica verga – y sin decir mas se dejo ir mis 7 pulgadas en su conchita.

-aahh!!! Deja que yo me mueva papi, déjame a mí – dijo mientras se levantaba la blusa de tal manera que sus tetas quedaran al descubierto justo frente a mi boca para poder lamer, morder, acariciar sus pezones.

-Que ricas tetas tienes muñeca!!! Saben riquísimo, mmmm – le decía muy caliente y susurrando sin dejar de acariciárselas.

-¿Te gustan? –jadeaba –¿Te gustan, eh? ¿Son ricas? Chupamelas, amásalas, muérdelas son tuyas nene, hazlo mientras me ensarto.

-Si, así muévete mamita, date sentones en mi polla mami, no la dejes descansar –le decía casi queriendo gritarle.

Se abrazó a mi cuello para apoyarse aún mas y pegarme mas su pechuga en la boca, restregándose a mí con fuerza, dejándome a ratos casi sin aliento.

-Que rica tu verga amor, que rica, me encanta, me aloca, sigue!!!!!

-Muévete mamacita, lo haces rico, ensártate mas, más rápido.

A ratos las luces de los autos y camiones que pasaban por la carretera se colaban por la ventana del autobús y me dejaban ver las muecas de placer que ella tenía en su cara, sus pezones erectos y bellos en ese par de melones que rebotaban a cada brinco que daba ensartándose en mi verga.

-Que bella eres chiquita, bella!!!! No dejes de clavarte, sigue, sigue amor.

-¿Te gusto papi? ¿Si? ¿Te gusta como cojo? – insistía jadeante.

-Si niña, mucho, coges riquísimo.

En ese instante empecé a sentir nuevamente la presión de sus paredes vaginales. Dejó de moverse. Me vio a los ojos y me preguntó

-¿Te gusta mi perrito? –al momento que apretaba con su conchita mi falo.

Lo hacia de una manera que creo que muy pocas veces me lo han hecho. Seguido de esto me dijo casi sin aliento que se venía y aún después de sus estertores orgasmicos continuó moviéndose mas lentamente mientras sentía que su humedad me bajaba hasta los huevos. Para rápidamente retomar el ritmo de su ensarte y esperarme a venirnos juntos.

Así fue, rico, al unísono, como una maquina perfectamente acoplada. Se abrazó a mí, con la frente perlada en un sudor rico saladito mezclado con ese olorcillo suave ya por el paso de las horas del perfume que traía, que ahora que lo ubico, sé cual es. Eternity.

Nos seguimos besando así, frente a frente, mientras mi palo iba poniéndose flácido, cosa que me obligó a incorporarme para retirar el condón. Marisela me dijo

-Quiero más. Más. Mas. Pero diferente. ¿Me entiendes?

-Como pidas puedo amor, tu solo dame "parque", y le seguimos.

Sacó otro paquetito de preservativo de su bolso y me lo mostró meneándolo frente a mis ojos.

-¿De este "parque"? – preguntó haciendo un falso gesto de inocencia.

-Claro, ¿De cual mas? – le respondí

-Es que podrías ocupar esto también – dijo al momento de sacar un botecillo con una jalea neutra, sin olor a base de agua.

-¡Órale! ¿Quieres así? – le pregunte un tanto sorprendido.

-También me gusta... ¿A ti no?

-Claro, también me encanta. –contesté al momento de sentir que mi erección revivía por el contacto de sus manos que ya llevaban un poco de jalea.

La vi voltearse y con el dedo medio de su mano derecha untarse la jalea entre las nalgas, deteniéndose un poco hasta meter la punta del dedo en el culito para que este quedara también lubricado. Todo esto sucedía como en fantasía, volteaba y me veía a los ojos como preguntándome si me gustaba lo que veía.

Se paró frente a mí y dándome la espalda, se abrió las nalgas con las manos al momento que con las mías la sostenía y la iba dirigiendo a mi garrote que ya la esperaba.

Se dio unos sentoncitos primero, con los que resopló un poco y me volteó a ver diciéndome

-Esta cabezoncito papi, me va a doler.

-Despacio, tu quieres así y yo me muero por reventarte el culito, ¿O no?

-Si, yo también quiero que me cojas así, para cerrar con broche de oro –mmmmmmm- dijo al momento de darse un sentón que llevó a mi verga casi a la mitad dentro de ella.

Aaayysshhh!!!! –dijo susurrando – que rico palo tienes!!!

Y se ensartó toda la polla. La sensación de estreches y presión era mayor todavía que lo que había sentido en su vagina. Que culito tan rico, le dije a la vez que llevaba mi mano derecha a su puchita con el fin de masturbarla mientras le clavaba el ojete.

Ahh!!!! Así no me había tocado!!! Que rico, que rico, que rico –decía dándose sentones agarrandose del asiento delantero, como si fuera cabalgando y el respaldo del que se asía fueran las riendas de su corcel.

A momentos, se quedaba agarrada con una sola mano y con la otra se acariciaba la pepa junto con mi mano y la llevaba a sus pezones y los humedecía. Apretaba sus pezones, uno, el derecho, luego el izquierdo. Y a cada segundo que pasaba acelerábamos mas el movimiento hasta que

-Yaaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!!! –gritó ahogadamente, mientras se dejaba caer pesadamente en mi verga que también alcanzaba con el último sentón el éxtasis de tanto movimiento.

Se saco mi verga, le quito el condón, saco unas toallitas húmedas y se limpió los restos de jalea. Como pudo se acomodó entre los asientos de rodillas y me limpió con mucho cuidado los restos de leche y lubricante del condón.

Marisela tomó un respiro, se sentó y tomo su tanga, su pants y se los puso de nuevo mientras yo hacía lo propio con mi ropa. Se acomodó el pelo. Lacio, castaño oscuro, al hombro. Lo hizo en una colita de caballo. Encendió la lucecilla de lectura y sacó su make up y se dio unos retoques en su carita de chiquilla picará que tenía.

Volteaba a verme mientras se pintaba los labios y me decía

-¿Que pasa?¿No te gustó?

-Por supuesto que me gustó, eres definitivamente una maravilla niña, pero

-Nada de peros –me dijo poniendo un dedo en mi boca en señal de silencio – Solo dime, ¿Nos podremos ver de nuevo?

-Claro!!!!! Ya estoy dispuesto casi a irme a tu destino ahorita mismo para asegurarme que no te topes con alguien mas en el camino.

-No creas que esto lo hago siempre, que te pasa – me respondió un tanto seria.

-Ok no te molestes – contesté en tono de disculpa.

-No me iré sino hasta mañana, que te parece si hoy me quedo contigo –me preguntó- le pido al chofer me bonifique el resto del viaje así no pierdo la plata.

-De acuerdo, mas que de acuerdo, así nos conoceremos mas. –comenté seguro que mis padres no estarían en casa por haber asistido al velorio de un tío. El motivo de mi viaje pues.

Después de dormir un rato, abrazados, llegamos a mi ciudad y el chofer se portó muy buen rollo con Marisela al bonificarle el resto del viaje, cuando baje con todo y maletas (de ambos) le pregunté como le había hecho para convencerlo. Me dijo que solo le había cerrado el ojo y le había coqueteado un poco.

Marisela y yo tenemos ahora dos años de relación, nos vemos cada fin de semana y ocasionalmente, hasta escogemos un autobús medio vacío para hacer de las nuestras. Claro, ninguna como la primera, pero todas muy padres.