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Cuba (2)

en Orgías

Cuando mi novia se recupera de la terrible follada que le acaba de propinar José, se arrodilla en el borde de la cama, frente a mí. Me da un beso y me pregunta, susurrándome al oído.

Gracias por esto, cariño. ¿Quieres parar aquí?

Yo ni siquiera me he corrido, y está claro que en ese momento sólo una cosa iba a salir de mi boca. La besé y la respondí lo que sin duda ella estaba esperando

Esto es sólo el comienzo de las vacaciones, si tú quieres.

Me besa con pasión, agarrándome la polla. Mientras nos besamos José se arrodilla también detrás de ella, abrazándola, comiéndola el cuello. Con una mano le agarra un pecho y con la otra la acaricia entre las piernas. Su polla, morcillona, se acomoda entre sus nalgas. Noto el sabor de su semen en la boca de María. Ella nos masturba, con una mano para cada miembro. Su lengua se mueve frenética contra la mía. No tardo en eyacular, disparando mi leche sobre su vientre.

Con un último beso, se levanta.

¡Me voy a duchar, que me habéis dejado pringada!

Sale de la habitación, desnuda, y la seguimos con la mirada, hipnotizados. A él le ha dejado totalmente empalmado. Escuchamos el grifo de la ducha.

Nos miramos. La situación es... violenta. Uno de mis mejores amigos acaba de empalar a mi novia con su tremenda verga... y me ha gustado verlo. Cojo la cámara y doy al play. Vemos cómo se pellizca los pezones mientras la come.

Joder, cómo está María...

Y tú qué polla tienes, cabrón, ya no va a querer la mía...

Reímos, como quienes comparten una película porno.

Vuelve, envuelta en un albornoz, con el pelo mojado, y se pone a verlo con nosotros. Se sienta junto a José, y reanuda sus labores manuales. En la pantalla se ve gimiendo, entregada.

¡Todavía no me he cobrado la apuesta! Cariño... podías bajar a por un par de botellas de champán... - me dice, acercándose a mí, pasando por encima de José.

No me puedo negar. Nos besamos y me guiña un ojo. Me visto. Cuando voy a salir de la habitación miro atrás. La puerta del dormitorio está abierta, y me permite ver el culo y el coño de María, que, a cuatro patas sobre la cama, le come la polla a José. Su cabeza sube y baja por la infinta longitud de su palo mientras se masturba.

En el bar todavía hay mucha gente, y tardan en atenderme. El camarero, el típico negrazo escultural, no da abasto. Dos chicas se acercan y le dan dos besos en la boca, con confianza. Charlan un poco y ríen. Me piden que les haga una foto. Posan para mí, la morena le besa apasionadamente mientras la rubia le abraza con una mano y con la otra le agarra la cabeza de la polla, más cerca de la rodilla que de las ingles... Seguro que éstas han disfrutado de sus centímetros. Involuntariamente me imagino a María siendo la que agarra su barra, y algo me dice que estos días acabaré viéndola disfrutar de él.

Finalmente me atiende, y me da las tres botellas de champán que le pido.

¡Menudas dos tías con las que te he hecho la foto!

¡Menudas lobas! - responde. - Llevo una semana follándomelas casi todos los días. Son de las típicas inglesas que vienen buscando rabo, son insaciables. Me llamaban a todas horas para que subiese a su habitación, menudas propinas me dejaban...

¿Si necesitamos algo te podemos llamar?

Sí, claro. - me da su tarjeta.

Cuando subo la habitación está vacía, con la cámara sobre la cama. La cojo, avanzando hasta los últimos minutos. Primeros planos de mi novia comiéndole la polla, mientras yo me voy. Entre chupada y chupada, mi novia le pregunta.

¿Seguirán estos con la mulata? ¡Podíamos ir a espiarles!

Sin esperar la respuesta, deja de chupar y se levanta. La cámara para de grabar.

Voy hacia la habitación de Mario y Manuel. La puerta está entreabierta. Se escuchan gemidos en el dormitorio. Es una escena impresionante. Mario está tumbado en la cama, comiendo los pezones de la mulata, que se le folla encima. José le pone la enorme polla en la boca, que chupa como si le fuese la vida en ello. Manuel, detrás, la sodomiza con violencia. María, detrás de Manuel, le besa.

Dejo nuevamente la cámara sobre la mesa, grabando, y me pongo detrás de mi novia.

Fóllame – me pide.

La abrazo y la penetro. Está, literalmente, chorreando. Sigue besando a Manuel, y con sus manos acaricia el culo de la mulata. Se la meto hasta los huevos, me muero por joder a la cachonda de mi novia.

¿Ya te has follado a los tres? - la pregunto mientras la embisto.

No, todavía no, pero me han prometido que soy la siguiente.

Manuel deja de moverse en el culo de la cubana, porque mis empujones al follar a María llegan hasta él. Se la meto con todas mis fuerzas, para hacerla gritar, pero sigue besándose con Manuel como si nada. Cuando mis huevos chocan en el clítoris de mi chica los de él chocan en el de la mulata.

- Vamos, cariño, fóllame antes de que lo hagan todos tus amigos...

José grita, y se corre en la cara de la mulata. Una cantidad sorprendentemente grande, especialmente tras haberse corrido antes sobre mi novia, escurre sobre la cara de la chica, que ahora grita sin impedimentos por la doble penetración.

Me corro otra vez, mamones... - dice. Durante sus convulsiones, Manuel deja de besar a María y grita también. Sacando la polla de su culo se corre sobre su espalda. La propia María es la que agarra su miembro y le saca hasta la última gota, hasta que él se va de la cama al sofá.

La cubana para, agotada, mientras Mario se mueve lentamente dentro de ella. Mi novia se inclina hacia ellos y comienza a lamer. Comienza en los huevos de Mario, que chupa y se mete en la boca. La agarro por la melena y la hago subir. No se resiste, y le lame el ano a la cubana, que se estremece y le acaricia la cara. Las manos de mi novia van a sus caderas, y prolonga la lamida hasta la corrida de Mario. Le limpia la espalda, y se traga todo lo que no queda en su cara. Verla lamiendo esa leche, que después le escurre por los labios, es una de las escenas más jodidamente excitantes que he visto nunca.

Yo la sigo follando, y de vez en cuando la provoco algún gemido, pero parece que sólo tiene sentidos para ellos. Acaricia y besa sus cuerpos, hasta que le saca la polla del coño de la mulata y se pone a chuparla. La mulata se retira al sofá, entre José y Manuel, que están grabando la escena, y mi novia se mueve para ocupar su lugar. Se saca mi polla, se pone sobre Mario, y se mete la suya. Me mira.

Cariño, ¿a qué esperas? Fóllame el culo...

Me pego detrás de ella y se la meto, poco a poco. Gime con dolor, pero me pide que siga. Pronto mis huevos tocan los de Mario, y nuestras pollas quedan separadas sólo por una delgada pared.

No os mováis – nos dice. - Me voy a correr ya y quiero acabar esto bien. José, ven.

Él se pone frente a su cara. Ella se agarra de su culo y comienza a follarnos, mientras su cara recorre su todavía flácida polla. Mario, debajo suyo, la come los pezones. Yo la azoto, viendo cómo se mete y se saca nuestros miembros. Gime como una loca, se va a correr enseguida.

La gran verga protagonista de la noche ya reacciona, y no tarda en metérsela en la boca. Le clava las uñas mientras acelera el ritmo. Mario, que no aguanta más, echa su leche dentro de María. Es la gota que le faltaba para comenzar a correrse como nunca. Se saca la polla de la boca para gemir y gritar sin parar, moviéndose más y más fuerte. Yo también me corro, en su culo, mientras la tiro del pelo, sin que ella pare. En ningún momento suelta la polla de José, que acaba en su cara y sus tetas mientras ella, por fin, parece parar de correrse.

Los chicos nos retiramos para contemplarla, empapada de sudor y semen, mientras recupera la respiración.

Ha sido genial – sólo acierta a decir. Coge el albornoz, la cámara, me da la mano, y nos salimos a nuestro dormitorio. Está agotada, y cae en la cama sin ducharse siquiera.

Te amo.