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Me miraron

en Voyerismo

En la silla, yo sudaba, desnudo, nervioso.

 

En la cama todo era calma. Lentitud. Suavidad.

 

Mi polla estaba dura, y notaba los huevos rozando el forro de cuero.

 

Ella me miró mientras sus labios se juntaron.

 

Habría matado por agarrar mi verga y masturbarme, pero mis manos estaban atadas.

 

Sobre el colchón, sus manos recorrían el cuerpo de mi novia mientras ella me lanzaba fugaces miradas de placer anticipado.

 

 

 

 

La fiesta se había alargado, y el alcohol había hecho mella en nuestro cerebro. Sólo quedábamos los tres cuando me llevó de la mano al dormitorio. Cerró la puerta y me besó con locura.

- Estoy muy cachonda - dijo, metiendo una de mis manos bajo sus braguitas, para que comprobase su humedad.

- ¿Estás loca? Nos va a pillar - la contesté, intentando mantener la compostura.

La dio igual. Me quitó la ropa sin que mi ligera negativa supusiese un impedimento.

- Ya verás - dijo, al sentarme en una silla. Sin más preámbulos, de pie ante mi, se inclinó y sus labios abrazaron mi polla. Es única con la boca. Me recorrió hasta el final, despacio, de una sola vez, y alojó la punta de su sexo en su garganta, llegando a sacar la lengua para lamerme los huevos. Me vuelve loco cuando hace eso. Ese instante en que sus labios llegan a mi pubis y su boca se llena de mi es siempre único. No me atrevo ni a tocarla.

Tal y como me introdujo en ella, salió, dejándome empapado, con un hilo de saliva en sus labios.

Mirándome excitada, sacó unos pañuelos de un cajón.

- No estamos solos - la recordé.

- Está durmiendo en el sofá, demasiadas copas.

Me ató las manos a la silla, a los lados de mi cuerpo. Se rió una última vez antes de vendarme los ojos. Noté un beso en mi dura polla antes de que me susurrase algo al oído.

- Hoy por fin me vas a compartir, cariño.

 

La noté salir de la habitación.

 

Habíamos fantaseado con ello varias veces. ¿Se atrevería a poner su cuerpo entre el mío y el de otra persona? ¿Follar ante mi? ¿Qué sentiría yo al ver otra boca comiéndole los pezones?

 

Apenas dos minutos después, la puerta se abrió. Al instante, una lengua se posó en mis huevos y fue subiendo hasta la punta. Jugó en ella un poco, y repitió la operación anterior. Era ella. Sólo ella consigue tragarse así mi sexo. Pero en el momento en que la hubo engullido por completo, algo diferente ocurrió. Un temblor. Calor. Un gemido apagado. Sin poder verla ni tocarla, supe que su coño estaba siendo trabajado. Al abandonar mi carne, un largo, profundo, gemido, lo confirmó. Una lengua estaría en su clítoris. O unos dedos que no eran los míos. Mi novia disfrutando entre dos cuerpos.

 

Me abandonaron. Oí ropa caer al suelo. Risillas. Besos. Los labios de mi novia en otros labios, sin yo poderlo ver, y con mi polla dura y solitaria. Estaba congelado. No sabía si hablar. La oí gemir. Piel rozando.

 

Por fin, mi novia me quitó la venda, y volvió a la cama, arrodillada hacia mi, sólo con sus braguitas, con su amante imitando su postura. Me miró en el primer beso, cuando sus manos fueron a su culo.

 

Sus labios se rozaban despacio. Sus lenguas se entrelazaban. Fijó su mirada en mi cuando le lamio el cuello sensualmente.

 

Se acariciaban con calma. Dos animales tantándose, descubriendo sus cuerpos. Tranquilidad. Suavidad.

 

Se tumbaron. Mi novia, encima, me miró por última vez antes de volver a besarse. Lo veía, y lo escuchaba, sus labios chocando. Sus cuerpos pegados, rozándose. La cabeza de mi novia bajando por su cuerpo, besando su piel.

Llegando a sus pezones e introduciéndoselos en la boca. Lamíendolos golosa, despacio. Saboreándolos.

Bajando más.Besando su ombligo. Jugando con la goma de su ropa interior. Pasando su mano y sus labios sobre la tela antes de apartarla, antes de enterrar su cara entre sus piernas. Se sonrieron cuando su boca se dirigió a su sexo. Yo no existía.

 

Mi novia lamió y chupó ante mis ojos. Su boca vuelve loco a cualquiera. Antes arrancó mis gemidos. Ahora, los suyos. Líquido preseminal cayó desde la punta de mi polla, por el tronco, hasta mis depilados huevos, mientras veía a su vez los labios de mi novia en su pubis. Su boca abierta. Chupando. Chupado. Provocando sus gemidos, sin mi. Teniendo sexo sin mi. Infiel ante mis ojos.

 

Sus labios arrancaron el primer orgasmo de la noche. Sus manos apartaban sus piernas, y me miró mientras el orgasmo llenaba su boca. Y esos ojos provocaron el mio, sin tan siquiera tocarme.

 

No pensaba en mi cuando subió por su cuerpo hasta sus labios, para compartir su sabor.

 

Yo, en la silla, notaba el semen resbalando por mi cuerpo. Mi polla, todavía dura, apuntaba a una cama en la que siguieron follando ante mi, sin dejarme participar.

 

Sus cuerpos rodaron, esta vez quedando mi novia abajo. No hubo atenciones en el cuello esta vez, ni en el ombligo, ni juegos con la goma. Sus braguitas fueron arrancadas rápidamente. Se besaron una última vez antes de que su boca llegase a su hinchado coño. Abrió las piernas facilitando el acceso a su clítoris.

 

Cerró los ojos para disfrutar de su lengua. Acarició su cabeza. Gimió cuando un dedo se introdujo en su ano mientras seguía comiéndola, cada vez más rápido.

 

Estaba demasiado excitada.

 

La comía demasiado bien. Su lengua se movía demasiado rápido.

 

Gritaba demasiado.

 

Se giró ofeciendo su culo. Su lengua repasó su ano, bajando hasta su coño. Abrió las piernas pidiendo más.

 

Y me regaló la mirada de su orgasmo. Me miró mientras la comía. Me miró cuando se corrió. Vi la peca en su pecho temblando de placer.

 

Y me miraron. Ambos cuerpos pegados, me miraron.