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Mi primera felación completa

en Sexo Oral

Con 30 años había tenido ya varias novias, me habían practicado sexo oral muchas veces pero nunca hasta el final y eso era algo que estaba deseando desde hacía mucho tiempo. Era una de mis fantasías frustradas hasta el momento, poder descargar mi leche en la boca de una chica, saber que se siente al correrse de esa manera.

A pesar de que estoy totalmente en contra de la prostitución, tenía tantas ganas de cumplir con mi fantasía que un buen día me decidí a llamar a una puta para pedirle que me hiciera una buena mamada, empecé a buscar en una página web y me sorprendió mucho ver que la mayoría de las chicas anunciaban que hacían felaciones "al natural", además de sorprenderme me gustó mucho la idea y solo de leer los anuncios me empalmé de una manera increíble. Una vez aliviado, empecé a comparar las fotografías y me decidí a llamar a la que más me gustaba. Le dije lo que quería y llegamos a un acuerdo con el día, la hora y el precio. Su voz era cálida y sensual y me hablaba de manera muy seductora. Asocié la voz a la fotografía en la web y me empalmé de nuevo, yo mismo me sorprendía de la excitación que me producía la idea de una felación completa y tuve que aliviarme de nuevo, al día siguiente iba a ser un gran día.

Al día siguiente, después de comer me fui a la ducha, me lavé a conciencia poniendo especial énfasis en la entrepierna, me corté el vello púbico para que la chica no tuviera problemas que fueran a cortarme el rollo, me vestí con mi ropa de "ligar" y me decidí a salir de casa, no sin antes asegurarme de que llevaba dinero y condones. Aunque la idea era solo la felación, no descartaba la posibilidad de que luego fuera yo a estar animado para echar un polvo.

Llegué al sitio 10 minutos antes de la hora, supongo que por las ansias de lo que iba a suceder, me fumé un cigarro para hacer tiempo y a la hora indicada estaba llamando al timbre de un piso céntrico de mi ciudad, me contestó la voz de la misma chica con la que había hablado por teléfono, le dije quien era y subí con el ascensor, en la puerta estaba la chica esperándome y aún era más guapa que en la fotografía. Era morena, debía medir 1’75, pelo largo recogido con una cinta blanca, pecho grande y firme, sobre una talla 100 y tenía un culo redondo y prieto. Llevaba puesta una blusa blanca suficientemente abierta como para poder ver fácilmente el canalillo y una faldita a cuadros por encima de la rodilla estilo colegiala, zapatos negros de tacón bajo y unos calcetines blancos que llegaban a la altura de la falda. Realmente, yo le había pedido por teléfono que se vistiera así, cosa que me complació muchísimo.

  • ¡Vaya! veo que nos solo tienes la voz bonita, pasa guapo.

Me dijo con un tono meloso y alegre, interpretaba bien su papel de inocente. Yo, ruborizado solo pude decir "gracias".

  • Venga, no seas tímido, estoy a tu entera disposición.

Eso me provocó un notorio empalme, y ella al darse cuenta dijo con una sonrisa:

  • Bueno, aquí hay alguien que se muere por que empiece mi trabajo.
  • ¿Te importa si me fumo un porro mientras lo haces?
  • Si me invitas, no hay problema.

Yo ya me sentía confiado, en parte porque sabía a lo que iba y en parte porque ella me daba esa confianza. Me sorprendió lo rápido que se lió ella su porro. Acto seguido puso una música sensual, se lo encendió y empezó a bailar de una forma extremadamente sexy mientras yo terminaba de liarme el mío, cosa que provocó que mi pene empezara a empujar fuerte el pantalón deseando salir de su jaula. Se agarraba los pechos e iba pasando sus manos hacia abajo, pasando por su entrepierna y bajando hasta los pies, en ese momento estaba de perfil y pude apreciar todas las curvas de su cuerpo, sobretodo la del culo que estaba en pompa ahora mismo y pude ver sus bragas blancas tal y como yo le había pedido. Me encendí mi porro y ella terminó con su baile para venir a sentarse en mis rodillas mirando hacia mí. Empezó a acariciarme el pecho y a frotar sus tetas contra mí. El sofá estaba pensado para que quedaras medio reclinado lo cual facilitaba su trabajo, en realidad todo el salón estaba pensado para ese oficio. En la pared que quedaba a mi derecha había un espejo que permitía ver el salón entero y observar la escena desde otro ángulo. Estaba también el sofá con cheslón donde yo estaba sentado y una mesilla auxiliar donde estaba el equipo de música. El resto del salón estaba cubierto con una cálida alfombra que habría visto ya unos cuantos tíos diferentes.

Sin pensármelo más, me puse el porro en la boca y empecé a magrearle yo las tetas a ella desabrochando lentamente los botones de la blusa, ella seguía frotándose contra mi paquete que estaba más duro de lo que nunca había estado. Mi cara cambió cuando vi aquellos sostenes blancos con cierre delantero que me permitirían dejar sus tetas al descubierto sin quitarle esa blusa que tan bien le quedaba. Seguí acariciando sus senos y su vientre hasta que tuve que quitarle el sujetador, necesitaba ver esas preciosas tetas en todo su esplendor, me encantaban y ella se dio cuenta, así que empezó a acariciárselas haciendo que sus pezones se pusieran duros y ante esa imagen me recosté totalmente hacia atrás. Ella entendió la señal que le hacía y se levantó para quitarme los pantalones por completo. Se arrodilló frente a mi y me empezó a acariciar la polla por encima del boxer negro que estaba completamente derecha a pesar de estar aún dentro del calzoncillo. Luego se puso a lamérmela por encima del boxer y yo cada vez me sentía más excitado, hasta que me bajó los gayumbos dejándola totalmente al descubierto. Me la agarró con una mano y me miró sonriendo.

  • No te olvides de fumar.

Estaba tan excitado que me había olvidado de mi porro que aún estaba en mi mano, ella lo había dejado en el cenicero. Los encendimos los dos y dejé que el humo llenara mis pulmones, ella hizo lo propio y empezó a lamerme los testículos, su lengua suave ensalivaba toda la zona produciéndome una sensación increíble mientras empezaba su recorrido a lo largo de mi miembro. Nunca ninguna chica me la había lamido tan bien, así que le pegué otra calada al porro con la idea en la cabeza de que me lo iba a pasar genial. Una vez su lengua llegó a la punta de mi falo, que estaba llena de líquido pre-seminal, podía sentir mis latidos en mi propia polla, estuvo jugando con su lengua en la punta y empezó a metérsela muy lentamente dentro de la boca, empezó un suave movimiento de vaivén. Otra vez se puso a representar su papel y se puso a chuparla como si tuviera un chupa-chups en su boca, yo iba dando caladas a mi porro mientras contemplaba el espectáculo y podía sentir esa sensación de estar recibiendo la mejor mamada de mi vida. Podía sentir como sus labios suaves y melosos envolvían mi polla moviéndose lentamente de arriba a abajo. Al cabo de un rato se la sacó de la boca y la puso entre sus tetas, yo siempre había pensado que la cubana era una tontería hasta ese momento. Mientras restregaba mi polla por su canalillo cogí su porro, se lo encendí y se lo puse en la boca para que pudiera fumar. Pegó dos caladas sin dejar de restregar mi miembro, entonces lo volvió a dejar, se levantó y se puso a cuatro patas en el sofá, volvió a meterse mi polla en la boca dejándome que le alcanzara el culo con la mano, empecé a acariciárselo pasando luego a su sexo. Mientras aquella esplendorosa chica se iba metiendo mi polla cada vez más adentro de su boca, yo empecé a meterle mis dedos en su coño, apartando sus braguitas hacia un lado, pude notar que estaba muy húmedo cosa que me hizo pensar que esa puta estaba excitada con lo que me estaba haciendo. Como para agradecérselo y debido a la excitación que tenía apagué mi porro en el cenicero y me tumbé en el sofá poniendo mi cabeza entre sus piernas adoptando la posición del 69, sin pensármelo dos veces metí mi lengua en su coño mientras ella seguía tragándose toda mi barra de carne. Debido a la postura ella lo tuvo mejor para meterse mi polla más adentro todavía, podía notar sus labios haciendo el recorrido desde la punta hasta la base de mi falo y eso que gasto 20 centímetros, entonces no pude aguantar más, un escalofrío recorrió toda mi espalda de arriba a abajo y pude sentir como se me hinchaba más todavía dentro de la boca de esa chica. Empecé a dar unos sonoros gritos de placer que seguro que escuchaban los vecinos y acto seguido una gran riada de leche salió de mi rabo. Era una sensación increíble, estaba soltando toda la leche en la boca de esa chica y ella no paraba de chupármela como si quisiera que saliera más aún.

A pesar de la corrida no me destrempé ni por un segundo, mi polla seguía apuntando al techo como si aún no hubiéramos empezado. Ya me habían hecho una buena mamada pero yo aún quería un poco más y le dije que quería follarme su boca, una cosa es que te la chupen y otra muy distinta es follártela por la boca. Le hice ponerse a cuatro patas en la cheslón y me puse de pie delante de ella con mi polla apuntando a su boca. Sin que yo le dijera nada abrió la boca y lentamente se la fui metiendo dentro. Entonces la agarré con una mano del pelo y empujé mi polla hasta su garganta.

  • Chúpame los huevos.

Le dije imperativamente, entonces abrió un poco más su boca y sacó su lengua con toda mi polla metida dentro y empecé a notar como recorría parte de mis huevos, dios mío que placer. Deseoso de otra corrida empecé a meter y sacar mi polla de su boca, estaba tan cachondo que no podía parar de moverme. Me aferraba a su pelo y le empujaba la cabeza hacia mi cada vez con más fuerza, podía notar como mi polla chocaba contra el fondo de su garganta, pero ella no hacia ademán de que le molestara ni de que fuera a tener arcadas. Yo miraba con atención como toda mi carne entraba en su boca y me excitaba más todavía, supongo que en parte por la tranquilidad de tenerla metida en la boca de una chica sin tener que pensar en parar antes de correrme. De nuevo ese escalofrío empezó a recorrerme la espalda, mis piernas se tensaron y agarré el pelo de la chica con más fuerza y empecé a moverle la cabeza más rápido aún. No pude evitar soltar unos gemidos más fuertes que los de antes y le metí la polla hasta la garganta corriéndome al mismo tiempo, le había metido la polla tan adentro que se le salió la corrida por la nariz, seguí con mi vaivén soltando riadas de leche directamente en su garganta, sin pasar por el paladar. Yo nunca había tenido una corrida tan placentera y que soltara tanta leche, tanta que la chica no daba abasto a tragársela y empezó a rebosarle de la boca, manchando la funda de la cheslón. Una vez que solté toda mi leche en la garganta de la chica y me había quedado a gusto, se la saqué de la boca. Ella se puso de rodillas y dejó caer toda la leche que le quedaba en la boca encima de las tetas.

Me dio un paquete de toallitas para limpiarme, y sin que me lo tuviera que pedir le dejé el dinero de las dos mamadas más un extra.

  • Hay dinero de más. – Me dijo.
  • Ya lo sé, me lo he pasado tan bien que te mereces una buena propina.

Me convertí en cliente asiduo de la puta, no solo para que me hiciera mamadas sino para hacer realidad todas las fantasías que yo tenía, tanto con disfraces y escenitas como con lugares. Tanto la llamaba que nos hicimos amigos, y hasta confidentes. Un buen día me dijo que no podía seguir cobrándome porque se lo pasaba tan bien conmigo que para ella no era trabajo. Y así obtuve para mí, una follamiga profesional que hacía todo lo que yo le pedía.