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Castigo en el instituto

en No Consentido

Juan es un profesor de instituto de 35 años de edad, pasa sus días enseñando a chicos y chicas adolescentes una asignatura que a ninguno le interesa. Además de eso no es muy popular entre las mujeres debido a su timidez, le cuesta tanto entablar conversación que muy pocas veces tiene contacto con ellas.

Una mañana en un rato que tenía libre, Juan estaba paseando por el instituto para estirar las piernas y distraerse un rato. Pero cuando pasó por delante del cuarto de limpieza notó un olor extraño. Sin duda era olor a marihuana, así que entró abriendo la puerta bruscamente para sorprender a quien estuviera ahi. Al entrar solo había una persona, Claudia, una estudiante de último año que lo miraba con cara de miedo y con el porro aún en la mano.

-¿Que hace usted aquí señorita?- Preguntó el profesor.

-Yo...

-No, no hace falta que conteste, deme su carnet de estudiante.

-La he cagado...- Dijo la chica para si mientras le entregaba su identificación a Juan.

-Pues si, la ha cagado señorita, voy a tener que informar al director

-No porfavor, el director me expulsará, y mis padres me matarán, no le diga nada al director porfavor.

-No tengo más remedio señorita, conoce usted bien las normas del instituto.

-Porfavor, haré lo que sea, pero no le diga nada a nadie.

Juan se quedó un momento pensando, estas palabras iban a ser la perdición de esa chica, ya que la caliente mente de ese profesor empezó a pensar en como aprovecharse de esa situación.

-Está bien señorita, si no quiere que diga nada a nadie, venga al terminar las clases a mi despacho, y avise en su casa de que hoy llegará tarde.

Claudia se marchó enseguida, bastante aliviada por haberse librado de la situación, y pensando que el profesor la obligaría a hacer algún tipo de trabajo extra para su asignatura, o algo parecido, poco se imaginaba lo que vendría.

Al terminar las clases esa tarde, llamó a casa para decirle a sus padres que se iba a estudiar con una amiga y se dirigió al despacho de Juan. Pero una vez que llegó ahí se le pasó la alegría cuando escuchó lo que le decía el profesor.

-Muy bien Claudia, tienes dos opciones, o le digo al director que te he encontrado fumando porros en el cuarto de limpieza, o me complaces sexualmente durante toda la tarde. Piensatelo bien y dime que prefieres.

En cuanto la chica se hubo recuperado de la primera impresión, se puso a pensar en ello, si el director la expulsaba del colegio tendría graves problemas en casa, ya había tenido varios patinazos con los estudios, pero su padre no consentiría que fuera expulsada por fumar porros, las consecuencias podian ser realmente graves. Finalmente, sin estar muy segura aún, aceptó la oferta de su profesor.

-Muy bien preciosa, lo primero que quiero que hagas es que me prepares un buen porro.

La chica preparó el porro y se lo entregó a Juan, entonces, el profesor, puso música en su movil.

-Ahora quiero que me hagas un striptis, y con tranquilidad, que tenemos toda la tarde.

Claudia comenzó a bailar sin ganas, en su cabeza no entendía porque estaba haciendo eso, pero por otro lado se arriesgaba a que su padre le pusiera un castigo bastante grave, una vez la amenazó con mandarla a un colegio militar, incluso. Ante esos pensamientos decidió hacer lo que le pedían de la mejor forma posible, así que decidió dejar la mente en blanco y se puso a bailar de la forma mas sensual que fue capaz.

El profesor la miraba complacido mientras se fumaba su porro, iba observando los movimientos de la chica sin perder detalle, poco a poco cada una de las prendas fue terminando en el suelo del despacho, hasta que la chica quedó completamente desnuda frente a el. Su pelo moreno caía por sus hombros hasta sus grandes y firmes pechos, su cara ruborizada por la vergüenza invitaba a la perversión, su vientre plano, su culo firme y redondo y su entrepierna depilada ofrecían un deleite visual, que Juan estaba deseoso por degustar. Se levantó de su silla, se acercó a la chica y comenzó a acariciarle todo su cuerpo. Las manos del profesor recorrian el cuerpo de la muchacha, que sentía escalofrios por la suavidad con la que la estaba acariciando. Comenzó a acariciarle el pecho con suavidad, pasando el dedo suavemente por sus pezones hasta ponerlos bien duros, con la otra mano acariciaba suavemente su trasero. Luego comenzó a bajar la mano de los pechos hasta su entrepierna, y comenzó a acariciar su clítoris con mucha dulzura, la verdad es que Claudia se estaba poniendo muy cachonda.

-Ahora quiero que me quites la ropa tu a mi.

La chica sin pensarselo mucho comenzó a quitarle la ropa, mientras el profesor pensaba en la suerte que estaba teniendo, nunca en su vida había estado con una chica así, con la piel tan suave y aterciopelada, con unos pechos tan firmes que le llenaban la mano, con un culo tan redondo y prieto que daban ganas de estrujar. Estaba tremendamente excitado y deseoso de que su pene dejara de estar preso dentro del pantalón, pero pretendía saborear cada momento de esa tarde sin tener prisa para nada, ya que era una ocasión única que nunca mas tendría en sus manos.

Cuando Claudia le bajó el pantalón, quedó impresionada por el bulto que revelaban esos calzoncillos, realmente se veía grande. Entonces le bajó los calzoncillos rápidamente más por curiosidad que por otra cosa. Ahí se veía una gran polla que la miraba directamente, desafiante, impresionante. Juan observaba a la chica, y se enorgulleció de la cara de impresión que se reflejaba en ella.

-Chúpamela, quiero llenarte la boca de leche.

Claudia le miró asustada, nunca había provado el semen y no sabía que sabor tendría, le daba miedo que le diera asco y acabar vomitando.

-¿Vamos a que esperas?- Le insistió Juan.

Entonces la chica se acercó la polla a la boca, pensó que era mejor no pensarlo y acabar cuanto antes, así que se la metió en la boca y se puso a chuparla. Un escalofrío de placer recorrió el cuerpo entero del profesor cuando aquella preciosidad comenzó a comerle la polla de esa forma. A pesar del tamaño, se la metía casi entera dentro de la boca, y al mismo tiempo jugaba con su lengua, cosa que le daba un gran placer. Después de unos minutos de estar de pie, disfrutando de la boca de esa preciosidad, decidió sentarse, una vez sentado, volvió a cojer el porro que estaba en el cenicero y se puso a fumarlo mientras Claudia seguía comiendose su polla. Iba disfrutando de cada calada, mientras observaba el rostro de la chica moverse arriba y abajo con la polla en la boca.

-Voy a correrme- Le dijo.

Ese era el momento que ella estaba temiendo, se armó de valor y se puso a chupársela todo lo rápido que podía. Y la leche no se hizo esperar, el profesor comenzó a gemir de placer mientras chorros de leche salían de esa polla. Claudia se esforzaba por tragar cada gota antes de que su lengua pudiera notar el sabor. El placer que Juan sintió era increible, nunca se había corrido en la boca de ninguna mujer, y la situación le dió mucho morbo. Por su parte, la chica se dio cuenta de que no era tan grave lo del semen, pudo sentir el sabor en su boca, pero no le resultó desagradable en ningún momento.

-No pares de chupar aún.- Le dijo el profesor.

Y así lo hizo, la chica siguió chupando esa polla por unos minutos más. Entonces le pidió que se sentara en la mesa. Desde su silla, el profesor tenía el coño de esa preciosidad justo en frente. Se acercó y comenzó a lamerlo, jugando con su lengua por toda la raja, y en especial el clítoris. Claudia sentía como la lengua de su profesor recorría su rajita, y no pudo evitar excitarse, su cuerpo respondía por si solo al cunnilingus que le estaban dando. Pronto la zona comenzó a humedecerse, Juan se dió cuenta y no pudo evitar esbozar una sonrisa triumfal, decidió que terminaría su trabajo, así que siguió comiendose ese rico pastelito con mas ganas aún. La chica no daba crédito a lo que le estaba sucediendo, resulta que ese profesor le estaba provocando el placer más grande que había sentido hasta ahora, realmente lo estaba haciendo bien, y no pudo evitar correrse salvajemente, derramando todos sus flujos en la boca de Juan. El profesor seguía lamiendo sin parar mientras ella gemía cada vez más fuerte, hasta que terminó de correrse. Entonces Juan se levantó y se le acercó al oido.

-¿Pensabas que solo iba a disfrutar yo? tranquila que solo es el principio.

Sin darle tiempo a reaccionar, apuntó su polla a la entrada de su coño, y comenzó a meterla muy lentamente. Claudia sentía dentro de si como ese enorme pene se iba abriendo paso. Cada vez estaba más adentro y parecía que nunca iba a terminar. Sentía toda su almeja llena y aún seguía entrando más profundo. Finalmente la pelvis del profesor chocó contra sus caderas y ella sintió como había tocado el fondo de su cueva. Le resultaba increible esa sensación de tener un pene que la llenaba entera y encajaba a la perfección.

Por su parte, Juan sentía algo parecido al ver como su pene entraba de esa forma en ese coño, que era lo suficientemente estrecho como para que le apretara, pero no demasiado. Sintió un escalofrío al tocar el fondo de la chica con la polla, y soltó un gemido de placer. Entonces comenzó a moverse suavemente, degustando ese precioso coño y cada una de las sensaciones que le producía. La chica soltaba pequeños gemidos de placer, acompasados con los movimientos de su profesor, que aceleraba el ritmo poco a poco.

De nuevo Claudia llegó al orgasmo, los movimientos de su profesor se habían acelerado hasta el punto de producirle ese placer tan enorme, la chica gritaba y gritaba sin parar, con la espalda arqueada y el cuerpo totalmente tenso.

-Chúpamela un poco más.- Le dijo el profesor cuando terminó.

La chica se agachó en frente de el, y comenzó a chuparsela de nuevo, esta vez con más ganas que antes. Al cabo de un momento le pidió que se pusiera en pié, y se diera la vuelta, apoyandose en la mesa. Con una mano la apretaba contra la mesa, mientras con la otra volvía a metersela en el coño. De nuevo comenzó a follársela, agarrándola por el culo, mientras la chica se aferraba a la mesa disfrutando de esa enorme polla.

Juan disfrutaba de la imagen de su polla entrando y saliendo entre esas preciosas nalgas, los gritos de placer de su alumna eran música para sus oidos. Sin duda era una experiencia que nunca iba a olvidar. Cada vez se sentía mas cerca del orgasmo, pero no quería correr el riesgo de embarazar a la chica. Así que le dijo que se sentara en la silla. Cogió la cabeza de la chica y comenzó a follarse su boca igual que lo había hecho con su coño segundos antes. Claudia recibía la polla gustosa, entendía perfectamente lo que estaba a punto de pasar, pero esta vez ya no tenía miedo. Pero algo la sorprendió, de repente el profesor sacó la polla de su boca, con una mano le agarraba el pelo y con la otra comenzó a masturbarse frente a su cara. Enseguida comenzó a salir leche de esa polla que se derramaba por su frente, mejillas, nariz y boca. Toda esa leche caliente que le cubría la cara la hizo sentirse muy sucia, pero excitada al mismo tiempo.

-Quiero que te comas toda esa leche, y que me limpies la polla con la boca.

Claudia, obediente, comenzó a recojer con los dedos toda la leche de su cara y a llevarla hasta su boca. Con lo excitada que se sentía, hasta le gustaba el sabor del semen, y comenzó a disfrutarlo. En cuanto ya no quedaba semen en su cara, cogió la mano de su profesor para lamer lo que ahí pudiera quedar, y luego se metió la polla en la boca para no desperdiciar nada de ese liquido que tanto le estaba gustando. Estuvo comiendose esa polla hasta que estuvo de nuevo bien dura.

-Vuelve a ponerte contra la mesa, esta vez quiero follarte el culo.- Le dijo el profesor.

-¿El culo? eso no porfavor, nunca me lo han hecho por el culo, me va a doler mucho.

-Tranquila preciosa, puede que te duela al principio, pero al final te acabará gustando, la alternativa ya la sabes.

Con lágrimas de miedo en los ojos, Claudia volvió a apoyarse en la mesa. Juan se sentó en la silla y comenzó a lamerle de nuevo el coño. La chica se excitó de nuevo y por un momento se olvidó de lo que iba a pasar. Entonces el profesor le metió un dedo en el culo lentamente, sin dejar de comerle el coño. Claudia se sintió incómoda por un momento, pero sabía que era mejor relajarse y se centró en lo que sentía en su almeja. Pronto volvía a sentirse cómoda, y el profesor le metió otro dedo, esta vez le dolió un poco, pero pudo soportarlo sin problemas.

Por suerte, Juan tenía la suficiente paciencia como para que la chica no sufriera demasiado. Cuando metió el tercer dedo el dolor fue algo mas intenso, pero aún no se hacía insoportable. El profesor seguía lamiendole el coño sin parar, cosa que le daba a la chica algo en lo que centrarse para poder olvidar el dolor hasta que desaparecía. Entonces Juan le quitó los dedos del culo, se levantó y acercó su pene a ese precioso culo que se moría por follar. Lentamente comenzó a apretar, esta vez a Claudia si que le dolia de verdad. Poco a poco, esa enorme polla se abría paso en su culo, y ella no podía evitar soltar gemidos de dolor. Se aferraba al borde de la mesa con sus manos, tratando de soportar el dolor. Una vez hubo metido unos centímetros, el profesor comenzó un suave metesaca con el fín de acostumbrar el culo de la muchacha a su presencia.

Con mucha paciencia, iba metiendo la polla cada vez más profundo, la chica no paraba de sufrir, pero el sabía que pronto se iría acostumbrando y comenzaría a disfrutar. Hasta que llegó a meterla entera. Juan se recostó sobre la chica, con toda la polla metida en su culo, ella lloraba del dolor, y le habló al oido.

-Tranquila preciosa, lo peor ya ha pasado, ya verás como poco a poco te va gustando.

Entonces le sacó la polla entera, llenó de saliva el culo abierto de Claudia con el fin de lubricar, y volvió a meterla, esta vez con mucha facilidad, gracias a la saliva. Poco a poco empezó a moverse dentro de ella, y la chica poco a poco sintió como el dolor se iba reduciendo. 15 minutos más tarde, la polla del profesor ya se movía con total facilidad dentro de su recto, y ella ya no sentía nada de dolor. En realidad había comenzado a sentir placer. Un placer distinto al de siempre, algo nuevo y excitante que no paraba de crecer.

Entonces el profesor se sentó en su silla. Claudia sentía curiosidad por ese nuevo placer, así que sin esperar, se sentó sobre esa polla y volvió a metersela en el culo. Ahora era ella la que marcaba el ritmo, Juan simplemente se dedicaba a disfrutar del placer de ese agujero tan estrecho y a observar las nalgas de Claudia subiendo y bajando. Unos minutos mas tarde, la chica volvia a gritar, y de nuevo eran gritos de placer. Saltaba sin parar en la polla de su profesor y sentía un placer enorme. No tardó mucho más en correrse, un orgasmo que también se sintió distinto a los demás, no mejor ni peor, tampoco era mas intenso, simplemente era otro tipo de placer. En cuanto terminó de correrse cayó rendida sobre Juan, que comenzó a acariciarle los pechos con la polla totalmente dura metida en ese culo. El quería más, así que le agarró las piernas, la levantó hacia arriba como una muñeca de trapo, y empezó a moverse dentro de su culo.

Ella gemía y gemía sin parar, se corría una y otra vez sin fuerzas ni para moverse. Hasta que esa vez fue el profesor quien comenzó a gritar de placer debajo de ella. Movía su polla dentro de ella frenéticamente, y le llenaba todo su recto de abundante y caliente leche. Ella se corrió de nuevo al sentir todo ese líquido dentro de su culo, nunca se le habían corrido dentro, ni del coño ni del culo, y el calor que sintió por dentro la empujó a otro orgasmo. Ambos se corrieron salvajemente, disfrutando el uno del otro.

Cuando terminaron, se quedaron por un rato ambos sentados en la silla, Claudia seguía encima del profesor, el cual tenía ya la polla flácida y manchada por su leche.

-¿Hemos terminado?- Preguntó la chica cuando consiguió articular palabra.

-Claro que si preciosa, tranquila que no le diré a nadie lo que estabas haciendo.

Sin decir una palabra mas, Claudia se vistió y salió de la sala camino a su casa. El profesor se quedó un rato mas ahí sentado. Aun no acababa de creerse que hubiera tenido la suerte de poder disfrutar de una preciosidad como esa. Ese recuerdo se lo guardaría para toda su vida.

Finalmente se vistió y se marcho a su casa. Esa noche durmió mucho mejor de lo que podía recordar, y al dia siguiente se marchó al trabajo totalmente feliz. Durante el día se cruzó con Claudia un par de veces, la cual le evitaba la mirada totalmente avergonzada. Al terminar las clases se fué a su despacho a preparar unos exámenes.

Estaba totalmente enfrascado en su trabajo cuando llamaron a la puerta. Cual fue su sorpresa cuando vió que era Claudia la que había venido a verle. Ahí entendió perfectamente de que lo que había pasado el día anterior no era una experiencia unica, a la chica le había gustado y quería repetir. Al parecer Juan iba a poder disfrutar de esa preciosidad por muchisimo tiempo.