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Fantasías descubiertas 2 - la versión de Carlos

en No Consentido

Tengo 35 años y me llamo Carlos. Comparto piso desde hace 5 años con mi novia que es una preciosidad de 30 años. Para mi es el amor de mi vida. Me quiere y me comprende como nunca nadie lo ha hecho. Incluso me comprende mejor que Roberto, mi gran amigo, el hermano que nunca he tenido. Sólo había una cosa que no me atrevía a decirle a Elena, mi novia, tenía muchas ganas de ver cómo otro hombre se la follaba. Ya sé que es una fantasía un tanto extraña, en realidad debería ser al contrario, debería ponerme furioso con la idea. Por eso no me atrevía a decírselo a ella, creía que si se lo decía, ella pensaría que yo no la quiero lo suficiente, y no es así, la quiero más que a nada en este mundo. Ahora os contaré como quedó solucionado este asunto.

Cómo os he dicho, hace 5 años que vivimos juntos. Como los dos teníamos unos buenos sueldos, decidimos comprarnos un piso que estuviera bien. En caso de separarnos el que se quedara con el piso podría hacerse cargo de la hipoteca sin problemas, Elena tenía una tienda de ropa que le funcionaba muy bien, y yo era programador en una multinacional, cosa que conlleva un buen sueldo que aumenta según tus propios méritos. Al poco tiempo de comprarnos el piso, decidimos montar una pequeña cena de inauguración con mi amigo Roberto. Con toda la mudanza y el jaleo de comprar el piso, hacía tiempo que no pasaba tiempo con él, y tenía ganas de tener una de nuestras noches de fumar porros y "arreglar el mundo" como yo lo llamo.

Esa tarde fuimos Elena y yo a comprar lo que necesitábamos para la cena, a los dos nos gusta cocinar, y mucho mejor si cocinamos juntos, y ese era el plan para la tarde. Llegamos a casa sobre las 6 con varias bolsas llenas de carne, pasta, vino e ingredientes varios, además de una tarrina de helado y un bote de nata para los postres. Roberto llegaría a las 8 y solía ser bastante puntual. Queríamos dejarlo todo preparado para que cuando llegara mi amigo solo hiciera falta gratinar la pasta y cocinar la carne, que eso hay que hacerlo al último momento. Terminamos de hacerlo todo que ya eran pasadas las 7, por supuesto nos íbamos entreteniendo con besos y toqueteos mientras cocinábamos. Luego nos duchamos juntos como solíamos hacer aprovechando para meternos mano, me encantaba hacer eso. En la ducha, Elena me dijo.

-Esta noche tengo muchas ganas de ti.

-Pero ya sabes que seguramente, Roberto se irá tarde.

-Ya lo sé, pero da igual, en cuanto se vaya, tienes una cita conmigo y nuestra cama.

La idea me encantaba, que gran noche se acercaba. Al salir de la ducha nos vestimos, yo me puse mi camisa verde y unos tejanos, pero Elena estaba radiante. Se puso el vestido que más me gusta, de color azul y la falda por encima de las rodillas, con un escote de infarto pero no grosero, que le define perfectamente la forma de los pechos y le cuelga por el culo dejando apreciar solo la mitad de él. Debajo del vestido llevaba mi conjunto de ropa interior favorito, de color blanco con encaje. También se había recogido el pelo de la forma que a mí más me gusta, parecía que se había arreglado solo ara mi, y no para recibir a nuestro primer invitado en casa. Después de vestirnos fuimos a la cocina para asegurarnos que no nos faltaba nada.

-Qué guapa estás.

-¿De verdad? Me he vestido así para cuando se vaya Roberto.- Me dijo con cara de picardía.

Entonces empezamos a enrollarnos. Un momento más tarde sonaba el timbre, ni siquiera me había dado cuenta de la hora. Cogí el interfono y obviamente era Roberto. Abrí la puerta de abajo y miré el reloj, las 8:00 siempre puntual este chico. Aproveché mientras subía para ir a la cocina a avisar a Elena de que ya había llegado nuestro invitado, y para darle un último beso. A medio camino de la puerta de entrada ya se oía el timbre de nuevo. Abrí y le di un abrazo a mi amigo. No pude evitar fijarme en la mirada que tenia Roberto cuando vio salir a mi novia de la cocina. Esa mirada, lejos de darme celos, me llenó de orgullo, por pensar que mi novia es deseada, pero me quiere a mí. Entre los dos, le enseñamos la casa, a Elena le gustaba hacer de guía turístico por nuestra casa.

Después del paseo, encendimos unos porros para abrir el apetito. Elena se sentó entre los dos en el sofá, así que podía apreciar perfectamente las miradas que mi amigo dirigía hacia el cuerpo de mi novia. Entonces, ya cenando, se me encendió la bombilla. Ya sabía cómo iba a cumplir mi fantasía. Elena tenía ganas de hacerlo cuando Roberto se marchara. En ese momento le pediría a mi novia que se tapara los ojos, como le gustaba mucho eso, no habría problemas. Entonces yo me cambiaria por mi amigo. Tenía que emborracharla bien para que no se diera cuenta. Me pase el resto de la cena debatiendo conmigo mismo si hacerlo o no, por un lado tenía muchas ganas, pero por otro, me parecía una bajeza hacerle eso a Elena sin que se enterara. Podría llegar a dejarme. Por otro lado no se me ocurría ninguna persona mejor para dejar que se acostara con mi novia. Entre tanto debate interno llegamos al postre. Entonces, mi novia se levantó para ir al baño y la voz de mi amigo me sacó de mi debate interno.

-Tío, que envidia. Tu novia esta buenísima.

-¿Eso crees?

-Claro tío, ya quisiera yo tenerla para mi.- Al oír eso, me tiré a la piscina.

-¿Te gustaría follártela?

-Tío, que soy tu amigo, nunca te traicionaría.

-Olvídate de eso ¿Te gustaría o no?

-¿A quién no? Con lo buena que esta...

- Pues te voy a dejar que lo hagas.

- ¿Que?- Dijo casi gritando

- Shhh, cállate, a ver si te va a oír. Vas a hacer lo siguiente. Dentro de un rato, dices que te vas, sales y te esperas en la escalera, más tarde vendré a por ti.

- Pero...

La puerta del baño interrumpió la frase de Roberto. En realidad no sabía si mi amigo aceptaría la propuesta, pero estaba seguro de que sí, en parte por como miraba a Elena y en parte porque el pobre llevaba mucho tiempo sin estar con una chica. Terminamos con el postre y volvimos al sofá, estuvimos fumando porros y charlando un buen rato. Poco a poco mis dudas sobre la decisión de mi amigo se fueron disipando. Se pasó todo el rato desnudando a Elena con la mirada. Yo no paraba de servirle alcohol a Elena para que se pillara una buena turda y así no se diera cuenta del cambiazo. Además de que no parábamos de fumar.

Sobre las 2, Roberto anunció que se marchaba. El hecho de que dijera que se iba tan pronto terminaba de confirmar que sí que había aceptado el plan. Así que no perdí ni un segundo. En cuanto se cerró la puerta de mi casa, me tiré al cuello de Elena. Empecé a besarla hasta dejarla sin aliento. Saber que estaba preparando a mi novia para que pasara una noche de sexo con otro me excitaba sobremanera. Ella se dio cuenta.

-Vaya, si que tenías ganas de que se marchara tu amigo.

-Ni te lo imaginas.

Seguí besándola y sobándola hasta que estuvimos los dos en ropa interior.

-¿Porqué no te tapas los ojos?- Le pregunté.

A ella se le puso cara de vicio, con una sonrisa increíble. Simplemente se limitó a asentir. Entonces cogí del cajón el pañuelo que teníamos para estas ocasiones y se lo até a la cabeza tapándole los ojos.

-Mmm, esto me encanta.- Dijo ella sin saber que iba a ser otro quien se la iba a follar.

-Espérate un momento, enseguida vuelvo.- Dicho esto la dejé sentada en la cama y con los ojos vendados.

Me dirigí rápidamente hacia la puerta sin estar del todo seguro de si habría alguien al otro lado. Abrí la puerta lo más silencioso que pude y me alegré al ver a mi amigo al otro lado. Utilizando el volumen de voz más bajo que pude, dije.

-Quítate la ropa en el salón, ella está en la habitación con los ojos vendados, puedes hacerle lo que quieras, ha bebido tanto que no se dará cuenta aunque hables, pero no mucho por si acaso, y sobre todo, no le quites el pañuelo.

Roberto me obedecía silencioso, supongo que no se terminaba de creer lo que estaba pasando, pues es un tema que nunca he hablado con él. Nos dirigimos a la habitación y para que Elena siguiera pensando que era yo, dije.

-Ya estoy aquí cielo.

-Ya era hora.- Respondió ella con voz melosa.

Entonces yo me senté en el sillón de la habitación dejando vía libre a Roberto para que se follara a mi novia a su antojo. Sin tardar ni un momento me quité los calzoncillos y comencé a tocármela, mientras mi amigo acariciaba los labios de mi novia con la punta de su pene. Yo sabía lo bien que hacía Elena las felaciones y en ese momento me alegraba por mi amigo, últimamente había tenido problemas para conocer chicas y había pasado unos cuantos meses de sequía. Supongo que en ese momento él debía estar en la gloria. Elena ya tenía metida entera la polla de Roberto en la boca. El morbo de la situación me tenía terriblemente caliente. La paja que me estaba haciendo me daba más placer del que nunca había sentido con cualquier relación sexual que hubiera tenido nunca. No podía apartar la mirada de mi novia, desde ese ángulo podía observar perfectamente toda su silueta, los movimientos que hacía con la cabeza, la forma de sus labios rodeando ese trozo de carne. Me parecía todo tan sensual que no tardé demasiado en correrme, llenándome la mano y la entrepierna de leche.

Roberto estaba tan concentrado en su propio placer que ni siquiera se dio cuenta de que me estaba limpiando una corrida con las toallitas que siempre teníamos en la habitación para este tipo de cosas. Poco después Roberto dijo en voz baja.

-A este paso voy a correrme.

Elena simplemente asintió con la cabeza sin dejar de comerse su polla entera. Entonces mi amigo comenzó a gemir cada vez más fuerte. Yo quería prestar mucha atención a ese momento, era una pena no tener ninguna cámara de video a mano. Pude observar perfectamente los movimientos que hacía la garganta de Elena mientras se tragaba todo el brebaje que mi amigo le ofrecía. Mi novia continuó un rato más con la mamada igual que solía hacer conmigo. La cara de Roberto se veía completamente feliz y ausente, se notaba que en ese momento estaba en el paraíso.

De repente mi amiga sacó la polla de la boca de mi novia y le plantó la lengua hasta la garganta. Mientras saboreaba la boca de Elena le quitó el sujetador con mucha maestría. Hecho esto la tumbó en la cama y comenzó a lamerle las tetas. Podía ver perfectamente cómo Elena se mordía los labios mientras gemía levemente, señal inequívoca de que comenzaba a estar tremendamente excitada. Un momento más tarde bajaba dándole mordiscos en la barriga hasta llegar a su entrepierna. A mi novia eso le encantaba, y solo de saberlo yo me ponía más y más cachondo. La forma de sus pechos se realzaba al arquear su espalda, debido a la lengua juguetona de Roberto que se paseaba encima de sus bragas. Pronto se las quitó para poder comerle el coño como era debido. Yo sabía que a Roberto le gustaban los coños depilados, en realidad a mí también, por eso Elena siempre lo lleva así. La lengua de mi amigo profundizaba cada vez más en la entrepierna de Elena mientras esta gemía cada vez más fuerte. Yo estaba deseando que Roberto no parara de comerle el coño para poder ver como mi novia se corría en su boca igual que él había hecho con ella. Por suerte así lo hizo, no paró de meterle la lengua en las entrañas hasta que Elena hubo soltado todos sus flujos en la boca. La espalda de mi novia estaba tan arqueada que en realidad se apoyaba con la cabeza mientras se agarraba con fuerza a la sábana.

Unos momentos más tarde Roberto se incorporó y le dio la vuelta a Elena dejándola tumbada boca abajo. Vi que empezaba a mirar a su alrededor, y luego me miró a mí, supuse que quería condones, y le hice un gesto con la mano para que supiera que se toma la píldora anticonceptiva. La cara que se le puso a mi amigo al verme era como para una foto, la sonrisa perversa que se le puso nunca se me olvidará. Entonces la cogió de las caderas poniéndola en cuatro. Al ver el precioso culo de mi novia, Roberto no pudo evitar el impulso de estrujárselo, en realidad yo también se lo hago a veces. Cuando oyó el quejido de mi novia la soltó y se agarró la polla acercándola al coñito de mi novia. En ese momento yo tenía el corazón a mil, por fin conseguiría cumplir con la fantasía de ver como otro hombre se metía dentro de mi novia, haciéndola disfrutar igual que lo hago yo. Jugueteó un poco con su polla en la entrada de la almeja de Elena. Mientras toda esa carne se iba introduciendo lentamente en las entrañas de mi novia yo disfrutaba con cada segundo de la escena. Además Roberto había adivinado mi fantasía y se había puesto en el ángulo perfecto para que yo pudiera ver perfectamente el coño de Elena con la polla abriéndolo de par en par. Me daban ganas de acercarme a ver mejor pero tenía miedo de que mi novia se diera cuenta de mi presencia. Mi amigo comenzó a moverse lentamente pero acelerando el ritmo cada vez más mientras yo volvía a masturbarme. Pero al cabo de unos minutos Elena dijo algo que me sacó de mis casillas.

-Y tú, Carlos ¿Te vas a unir a nosotros o no?

Esas palabras penetraron en mi cabeza como un taladro. Pensaba que todo estaba perdido, acababa de echar a perder la mejor relación que he visto jamás, ni siquiera en otras personas. Solo alcancé a decir.

-¿Lo sabías?

-Estoy borracha pero no soy tonta.- Dijo ella quitándose el pañuelo de sus ojos.- Anda, no seas tonto y ven aquí para que te la pueda comer. Y tú, tonto, sigue follándome, que lo haces muy bien.

Esto último que había dicho Elena me acabó de descolocar por un momento ¿De verdad le estaba gustando eso y encima quería más? Esa idea se antepuso a la de ver a mi novia recibiendo placer de otro. No solo podría verlo de cerca sino que además disfrutaría yo también. Con solo venirme eso a la cabeza me empalmé de nuevo, así que me acerqué a la cama para hacer lo que Elena quería. Mi novia se puso a comérmela de esa forma que nadie más sabe mientras movía el culo, invitando a mi amigo a penetrarla de nuevo. A Roberto también pareció gustarle la idea, ya que comenzó a moverse de nuevo dentro de Elena, solo que yo ahora le veía de cerca. Desde mi ángulo veía perfectamente las nalgas de mi querida novia y la polla de Roberto perderse por debajo de ellas. Y si bajaba un poco más la vista veía mi propia polla perderse en esa boca tan bien adiestrada. Observaba con atención cómo la polla de Roberto exploraba las entrañas de Elena y sentía al mismo tiempo cómo la mía se iba endureciendo cada vez más en su boca. Llevábamos un rato dándole carne a mi novia cuando de repente, mi amigo se dispuso a darle algo más. Los gemidos de Roberto aumentaron de intensidad al mismo tiempo que aceleraba sus movimientos. No podía apreciarlo, pero estaba seguro de que en ese momento, el coño de mi novia estaba llenándose de la leche de mi amigo. Me encantaba ver desde tan cerca como Roberto disfrutaba del coño de Elena tan apasionadamente. Terminó de soltar lo que tenía dentro y se apartó, mientras la boca de mi novia continuaba practicando su arte en mi pene, hasta que yo también me corrí. Ese orgasmo fue mucho mejor de los que hubiera experimentado nunca, me había puesto tan caliente por la escena que salió gran cantidad de leche que Elena se tragaba con algo de dificultad.

Cuando terminé, miré a Roberto y vi que se estaba liando un porro. Así que sin esperar a que se me aflojara el miembro, rodeé a mi novia y le clavé toda la polla en la almeja sin ningún miramiento. Entonces, mi amigo, le puso la polla en la boca a mi novia, aún con el porro a medias. Después de darle cuatro caladas, me pasó el porro mientras los dos seguíamos explorando las entrañas de Elena. Aún estaba yo fumando cuando el coño de mi novia se contrajo, apretándome más aún el pene, señal inequívoca de que se iba a correr ya. A pesar de tener la boca llena de carne, los gemidos de mi novia resonaban por toda la casa. Parecía que ella también disfrutaba de sus mejores corridas. Yo que estaba preocupado de qué pasaría si mi novia se enteraba de esa historia cuando resultó ser que ella lo estaba disfrutando más que nadie. Un gemido tras otro se escapaba de la barrera que el pene de mi amigo tenía puesta en su boca. Yo mientras seguía empujando con todas mis fuerzas para que ella disfrutara de la corrida todo lo que pudiera. Cuando terminó de correrse, le pasé el porro para que se fumara lo que quedaba mientras recuperaba el aliento.

-Ahora quiero que me folléis los dos a la vez, túmbate mi amor.- Dijo ella en cuanto terminó.

Yo me tumbé obediente con mi polla dura cómo un palo. Ella se sentó encima de mí clavándosela en el coño. Entonces se tumbó hacia delante hasta que sus pechos quedaron apoyados encima de mí. Yo podía ver perfectamente su cara de vicio de cerca, cosa que me encantaba.

-Ahora tú.- Dijo cerrando los ojos.

Aunque no veía nada pude sentir mucho. Sentí el colchón hundiéndose por las rodillas de Roberto que se estaba colocando en posición. Un momento más tarde sentí una leve presión en mi polla, y pude notar perfectamente cómo el pene de Roberto se introducía centímetro a centímetro en el culo de Elena. Una vez estuvo toda metida dentro, sentí cómo empezaba su vaivén, yo hice lo mismo tratando de ir siempre en sentido contrario al de mi amigo, así, cuando una polla entrara, la otra saldría. A todo esto la cara de Elena se iba descomponiendo por momentos debido al placer tan inmenso que sentía. Eso era todo un espectáculo para mí, tanto que me sentía increíblemente feliz. Al cabo de unos minutos, Elena se levantó y se dio la vuelta, dándome la espalda. Se clavó mi polla en el culo y nuevamente se me tumbó encima, dejándole vía libre a Roberto para entrar en su coño. Nuevamente sentía los movimientos de mi amigo en el interior de mi novia y yo cada vez estaba más cerca del orgasmo. Estuve aguantando un buen rato para que mi chica pudiera disfrutar enteramente de lo que le hacíamos. Eran tan fuertes los gritos de placer de Elena que no quería interrumpir ese delicioso momento. Finalmente tuve que decir.

-Voy a correrme.

-Espera un poco, quiero que me duchéis con leche.

Entonces nos incorporamos los tres, mi amigo y yo nos pusimos delante de Elena, que se había sentado en el borde de la cama. Mi novia comenzó a masturbarme al mismo tiempo que me chupaba la punta. Llevaba tanto rato aguantando que no me dio tiempo ni de avisarla. La primera descarga se estrello directamente contra el paladar de Elena. Entonces ella se apartó y termine de soltar mi leche por la cara y los pechos de mi chica. Cuando terminé me posicione estratégicamente como mi amigo hacia lo mismo. Mi novia comenzó a comerle la polla. Mi amigo parecía gozar por completo de la mamada que Elena le estaba propinando. No habían pasado ni cinco minutos cuando dijo.

-Voy a correrme ya.

Entonces mi novia se sacó la polla de la boca y se puso a masturbarle tan rápido como ella solía hacer. A mí siempre me había sorprendido como puede hacerlo tan rápido sin hacerme daño. Unos segundos más tarde, la polla de mi amigo se puso a escupirle a mi novia, manchando lo poco que yo me había dejado. Yo me había vuelto a excitar con la escena, ver a mi novia cubierta por la leche de dos hombres me ponía muy caliente. Para colmo Elena comenzó a recoger la mezcla de leches con la mano y a llevárselo a la boca. Que guarra sabia que me excitaba muchísimo eso.

-¿Aun tienes más hambre?- Le dije mientras me acercaba a ella.

Elena, al verme, se puso a cuatro patas en el borde de la cama. Ya tenía la boca abierta antes de que yo llegara. Mientras mi novia volvía a comerme la polla, mi amigo se puso detrás de ella y se puso a mirar sus dos agujeros, parecía que estuviera pensando por dónde empezar, como el que tiene un plato muy apetitoso delante. Finalmente se decidió a metérsela por el culo. Metió su polla entera de un empujón y un gemido ahogado por mi polla salió de la garganta de Elena. A ese gemido le siguieron muchos más que iban aumentando de volumen. Nada más metérsela y ya iba a correrse, que cachondo me ponía eso. Estaba tan caliente que sin darme ni cuenta, agarre la cabeza de Elena y comencé a follarme su boca como si fuera su coño. En cuanto termino el orgasmo, Roberto saco su polla para metérsela en el coño. Estuvo alternando entre sus dos agujeros hasta que otro orgasmo de mi novia llenó la habitación de gritos de placer. Dios mío, que noche tan fantástica. Yo no podía más de lo cachondo que estaba. No podía apartar la mirada de la polla de Roberto taladrando los dos agujeros de mi novia por turnos. Seguía empujando mi polla contra la garganta de mi chica hasta que mi propio orgasmo salió a la luz. Yo seguía olvidándome de que lo que me estaba follando era su boca y comencé a descargarme directamente en su garganta. A pesar de mi falta de miramientos, Elena no se atraganto, ni dejó derramar una sola gota de mi leche.

En cuanto terminé, me dirigí hacia el sillón inicial para contemplar el final del espectáculo. Pero a medio camino, otro orgasmo de mi novia se dejó escuchar por toda la casa, menos mal que nos molestamos en insonorizar el piso. Entonces Elena se sentó en la cama y se puso a comerle la polla a Roberto como si fuera la ultima cena. Estaba totalmente dispuesta a terminar de llenar su estomago de leche, y no tuvo que esperar mucho. Solo unos pocos minutos necesitó mi amigo para soltar todos los restos de su leche en la boca de mi querida novia, que seguía tragando sin parar.

Una vez estuvimos los tres saciados, nos duchamos y nos pusimos desnudos a fumar porros en la cama, las manos de mi novia se paseaba por los cuerpos de mi amigo y mío al tiempo que recibía caricias de los dos, así hasta que nos dormimos, por suerte tenemos una cama muy grande. Al día siguiente, después de desayunar, Roberto se marcho a su casa con una cara de felicidad que hacía mucho que no le veía. Elena y yo nos pasamos el día juntos. Aprovechando para mantener una pequeña conversación sobre el tema.

-Espero que no estés enfadada conmigo por lo que hice anoche.

-¿Crees que me enfadaría por haberme hecho pasar la mejor noche de mi vida?

-¿Tanto te gustó?

-Claro, además Roberto folla muy bien, aunque no tanto como tu claro.- se reía mientras decía esto último.

-Pues te voy a proponer algo ¿Por qué no convertimos a Roberto en nuestro "follamigo de pareja"?

-¿Que dices?

-Si quedamos con el de vez en cuando para hacer tríos como el de anoche. Si quieres, hasta puedes acostarte con el sin mí.

-¿Pero a qué viene esto?

-Me di cuenta de que lo de anoche te gusto más de lo que me pensaba, yo quiero que seas feliz y, en realidad, a mí también me gusto más de lo que me pensaba. Y si hacemos tríos, no hay nada de malo en que de vez en cuando os acostéis vosotros, siempre que no te olvides de mí, claro.

-Nunca me olvidaría de ti. Y menos después de lo que has dicho.

-Además, Roberto es más que un amigo para mí, es mi hermano, le confiaría mi vida. No se me ocurre nadie mejor con quien compartir la cama.

-Jo cariño, a mi me parece genial.

Después de eso, hicimos el amor, nada de follar, nada de sexo por placer, sexo por amor, la parte de Elena que se que nunca tendré que compartir, tampoco quiero hacerlo.