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Fantasías descubiertas 1 - la versión de Roberto

en No Consentido

-¿Quien es?- La voz de mi amigo Carlos sonaba a través del interfono.

-Soy yo colega, ya estoy aquí.- Contesté.

Carlos ha sido siempre mi mejor amigo, tanto que me hace más de hermano él que mi propio hermano. Nunca hemos tenido secretos el uno con el otro, es más, me conoce mejor él, que mi madre. Hace poco se ha ido a vivir con su preciosa novia Elena, así que esa noche me habían invitado a cenar para enseñarme su piso nuevo.

El ascensor hacía su recorrido hasta el sexto piso cuando mi reloj decía que eran las 8:05. Al salir de la cabina toqué al timbre de la puerta que se abrió dejándome ver a Carlos al otro lado. Un corto abrazo y un "¿Qué tal?" fue nuestro saludo. Acto seguido le seguí hasta el salón. Era amplio, con un gran y cómodo sofá. Frente a él, un sencillo mueble con un gran televisor que Carlos se había comprado tiempo atrás, cuando aun vivía con sus padres. Una mesa grande con cuatro sillas y una mesa auxiliar para el teléfono al lado del sofá completaban ese sencillo salón.

-Aun nos faltan algunos muebles.- Dijo mi amigo entre risas.

Elena salía de la cocina para venir a saludarme. Cada vez que la veía no podía evitar tener envidia de Carlos, con solo 30 años ya tenía su vida totalmente encarrilada. No solo tenía un buen trabajo como programador en una multinacional, sino que tenía una preciosa novia de 25 años, con una tienda de ropa propia y próspera y que, además, es muy amable y simpática. Por lo que estaba comprobando, además, tenía un piso de compra que era bastante amplio y espacioso.

Una vez me hubieron hecho la ruta turística por todo el piso, pasamos al salón y nos liamos un porro para empezar a animarnos antes de cenar. Estuvimos charlando un buen rato de nuestras cosas. Ellos ya hacía tiempo que salían juntos así que yo ya había entablado algo de amistad con ella también.

Mientras charlábamos, no pude evitar fijarme varias veces en Elena. Tenía un pelo castaño precioso y una carita angelical con unos ojos negros enormes. Tenía un cuerpo de escándalo cubierto por un vestido azul precioso y unas piernas largas con unas sandalias muy bonitas. En ese momento hubiera dado lo que fuera por cambiar mi vida con Carlos y así poder tener a esa diosa en mi cama todas las noches. Además, esa preciosidad era simpática y amable, divertida y sabía aceptar una broma, llevaba tanto tiempo soltero que para mí, esa era la chica perfecta.

El caso es que empezamos a cenar continuando con nuestra animada y divertida conversación, estuvimos bebiendo mucho vino, así que cada vez íbamos los tres más entonados. Después de cenar, aproveché un momento en que Elena estaba en el baño para hablar de ella con su novio.

- Que envidia me das, tío. Tu novia esta buenísima.

- ¿Eso crees?

- Claro tío, ya me gustaría a mi tener una novia así.

- ¿Te gustaría follártela?

- Tío, que soy tu amigo, nunca te haría una cosa así.- Dije sorprendido.

- Olvídate de eso ¿Te gustaría o no?

- Claro que me gustaría ¿A quién no? Con lo buena que esta...

- Pues te voy a dejar que lo hagas.

- ¿Que?- Dije de un grito con los ojos como platos.

- Shhh, cállate, a ver si te va a oír. Vas a hacer lo siguiente. Dentro de un par de horas, dices que te vas, sales y te esperas en la escalera, al cabo de un rato vendré a buscarte.

- Pero...

La puerta del baño ya se abría para dejar salir a Elena que tenía la cara colorada a causa del alcohol, así que no pude terminar la frase. Volví a echarle otro vistazo a aquel pedazo de mujer pensando en lo que Carlos me acababa de decir, aun no podía creerme que mi amigo me hubiera ofrecido a su novia como el que le presta el coche a alguien para que pruebe lo bueno que es.

Seguimos bebiendo y fumando porros un par de horas mas y decidí que ya había esperado lo suficiente. Estaba ansioso por comprobar que artimaña tenía preparada Carlos para que yo pudiera acostarme con su novia. Así que me despedí.

- ¿Tan pronto?- Dijeron los dos casi al unísono.

La verdad es que eran las 2 de la mañana. No era demasiado tarde, pero lo suficiente como para despedirme sin que ella sospechara nada. Y así lo hice, me despedí de ellos como si fuera a irme a casa, pero esperé en el rellano, bastante incrédulo. Me resultaba difícil pensar que Carlos fuera a hacer lo que me había dicho, pero por otra parte, él no solía gastar ese tipo de bromas, así que esperé a ver qué sucedía.

Diez minutos más tarde, ante mi asombro, la puerta del piso se abrió silenciosamente y tras ella apareció Carlos en calzoncillos. En volumen de biblioteca me dijo.

- Entra y desnúdate en el salón, ella está en la habitación con los ojos vendados, puedes hacerle lo que quieras, está tan borracha que no se dará cuenta aunque hables, pero tampoco hables mucho por si acaso, y sobre todo, no le quites la venda de los ojos.

Yo seguía sin creerme lo que pasaba mientras me quitaba la ropa, pensaba que en cualquier momento mi amigo se echaría a reír y me diría que todo había sido una broma. Me quedé totalmente desnudo y seguí a Carlos hasta su dormitorio. Ambos entramos dentro y entonces se despejaron mis dudas. Elena estaba sentada en la cama, con los ojos vendados, solo llevaba un sujetador blanco que realzaba sus increíbles pechos y unas braguitas a juego.

-Ya estoy aquí cielo.- dijo Carlos en tono acaramelado.

-Ya era hora.- respondió ella en el mismo tono.

Entonces  mi amigo, me hizo un gesto con la mano invitándome a acercarme a ella. Por un momento dudé de si eso estaba bien, pero entonces me di cuenta de que mi pene opinaba que sí, ya que se había empalmado casi sin enterarme. Así que le hice caso y me acerqué a ella. Cogí mi polla con la mano y pasé la punta por sus labios. Elena al sentirla, sonrió y comenzó a lamerme la punta. Entonces miré a Carlos que se había sentado en un sillón y vi que se había empezado a masturbar. Comprendí que mi amigo lo que quería era ver como alguien se follaba a su novia, así que decidí darle un buen espectáculo. A todo esto, Elena ya se había empezado a meter mi polla en su boca y la saboreaba con dulzura, consiguiendo que mi placer aumentara por momentos. A ella parecía gustarle eso ya que de repente se empezó a tocar la entrepierna por encima de las bragas. Era increíble la forma que tenía de chuparla, su cabeza se movía a lo largo de mi pene cada vez más rápido mientras con su lengua recorría todos los rincones de mi falo. Yo estaba muy excitado por el morbo de la situación, no solo me estaba haciendo una mamada la novia de mi mejor amigo, sino que ella se pensaba que se lo hacía a Carlos. Pronto sentí que mi orgasmo se acercaba, no sabía muy bien si correrme o esperar, así que decidí avisarla para ver su reacción.

-Si sigues así voy a correrme.- le dije en voz baja para hacer mas difícil que ella distinguiera mi voz de la de su novio.

Se limitó a asentir con la cabeza sin dejar de chupármela de aquella forma tan magistral. Apenas unos segundos más tarde, mi leche salía disparada de la punta de mi polla estrellándose contra la campanilla de aquella preciosidad. Ni una gota se derramó a pesar de la cantidad de líquido que salía. Ella seguía moviendo la cabeza mientras se tragaba todo lo que yo le daba. Siguió chupándomela suavemente un minuto más mientras yo estaba en la gloria. Pero yo también tenía ganas de saborear su cuerpo, así que saqué mi polla de su boca para sustituirla por mi lengua. Seguí besándola mientras le desabrochaba el sujetador. Una vez liberada de él, la empujé por el hombro tumbándola en la cama y me quedé contemplándola por un momento.

Con esos pechos duros y redondos, que conservaban la forma a pesar de estar tumbada, y esas braguitas blancas, humedecidas por haberse estado tocando, parecía sacada de una película porno. Me tumbé encima de ella y comencé a lamerle los pezones que eran tan perfectos como el resto de su cuerpo. Leves gemidos salían de su boca mientras se mordía el labio inferior de manera muy sensual. Yo, mientras tanto, daba vueltas con mi lengua por sus pechos, alternando entre uno y otro. Unos momentos más tarde, comencé a bajar por su barriga, dándole suaves mordisquitos que ella contestaba con breves gemidos. Llegué a su entrepierna y comencé a lamérsela por encima de las bragas. Ella seguía gimiendo mientras arqueaba levemente la espalda.

Al cabo de un momento le quité las bragas y tuve una grata sorpresa al ver que lo llevaba completamente depilado. Me deshice enseguida de las bragas, ya solo quedaba un trozo de tela que cubriera ese cuerpo de ensueño, la venda de sus ojos. Entonces volví a meter mi cabeza entre sus piernas y comencé a profundizar lentamente en su rajita con mi lengua. Cuando por fin alcancé su clítoris, me puse a jugar con el moviendo mi lengua de arriba a abajo. Ella aumentaba la intensidad de sus gemidos a medida que yo me abría paso por su sexo. Comencé a bajar mi lengua sin dejar de agitarla hasta que me encontré con su agujero y la metí dentro todo lo que pude, ella soltó un nuevo gemido más intenso que todos los anteriores. Me puse a mover mi lengua en círculos mientras ella gemía y se contoneaba, estuve un buen rato así hasta que sus gemidos se convirtieron en gritos y se corrió, soltando todos sus fluidos dentro de mi boca. Que líquido tan delicioso. Seguí recorriendo su entrepierna con mi lengua un momento más. Pero había llegado la hora de follarme a esa preciosidad.

Le di la vuelta, tumbándola boca abajo y comencé a mirar a mi alrededor buscando condones. Miré a Carlos que adivinando mis intenciones me hizo un gesto con la mano, dándome a entender que se tomaba pastillas anticonceptivas. Con una sonrisa perversa y la polla bien dura, la cogí de las caderas y la levanté para que se pusiera a cuatro patas. Tenía el culo perfecto y redondo, cogí las nalgas con mis manos y las estrujé. Ella soltó un leve quejido así que la solté y me la cogí para dirigirla a la entrada de su almeja. Primero le restregué la punta entre los labios un momento. Luego comencé a metérsela lentamente por su cueva que estaba tremendamente húmeda. Saboreé cada centímetro de su interior hasta que sus nalgas tocaron mi bajo vientre. Me quedé un momento así, sintiendo su calor y comencé a bombear lentamente. Aceleraba poco a poco mi velocidad al mismo tiempo que sus gemidos volvían a aumentar de intensidad. Pero al cabo de unos minutos dijo algo que cambiaría por completo la situación.

-Y tú, Carlos ¿Te vas a unir a la fiesta o no?

Yo me quedé inmóvil con la polla metida dentro de su coño y la manos en sus caderas y mirando a mi amigo. Él permanecía tan inmóvil como yo, solo alcanzó a decir.

-¿Lo sabías?

-Estoy borracha pero no soy tonta.- Dijo ella mientras se quitaba la venda de sus ojos.- Anda, no seas tonto y ven aquí para que te la pueda chupar. Y tú, atontado, sigue follándome, que lo haces muy bien.

Observé atónito como Carlos se levantaba para ponerle la polla en la boca a Elena. Ella comenzó a chupar igual que me había hecho a mí, al mismo tiempo que meneaba su culo invitándome a que yo siguiera con mi faena. Así que eso hice, seguí bombeando dentro de su coño mientras las pollas de ambos recuperaban su dureza dentro de Elena. Desde mi posición podía ver como Carlos se follaba esa boquita mientras yo hacía lo mismo con su coño. Ese morbo, unido a lo delicioso que tenía el coño la novia de mi amigo, hizo que pronto me corriera, llenando ese delicioso coño que Elena manejaba tan bien de mi leche caliente. Salí del interior de ese coñito y me puse a liarme un porro mientras Carlos terminaba de disfrutar de la mamada que le estaban dando. Aún no había terminado de liar cuando Carlos ya estaba llenando la boca de Elena de leche. El la rodeó y sin perder el tiempo, le clavó entero su rabo en el coño. Entonces yo acerqué mi polla a la boca de ella para que me la chupara mientas terminaba de liarme el porro. Luego lo encendí y le di unas cuantas caladas para pasárselo a Carlos, mientras, su novia, seguía ofreciéndonos sus dos agujeros. En poco tiempo, fue ella la que comenzó a gemir fuertemente, cosa que indicaba que estaba teniendo su propio orgasmo. Aunque tenía la boca llena de mi carne, los gritos de placer de Elena se hacían escuchar, yo estaba seguro de que hasta los vecinos podían oírla con claridad. Carlos siguió bombeando con energía hasta que su novia se terminó de correr a gusto.

Cuando Elena recuperó por fin el aliento aprovechando para terminarse lo que quedaba del porro, se incorporó poniéndose de rodillas en la cama.

-Quiero que me folléis los dos a la vez, túmbate amor.

Dicho esto, Carlos se tumbó boca arriba en la cama con la polla apuntando al techo. Ella se sentó encima, metiéndose toda la verga en la almeja.

-Ahora tu.- Dijo echándose adelante con toda la polla de su novio dentro.

Era mi turno, me acerqué por detrás y apunté con mi falo a la entrada de su culo. Dejé caer un poco de saliva para lubricarlo y comencé un nuevo viaje por el ano de Elena. Una vez la tuve metida dentro comencé a moverme. Carlos hizo lo mismo mientras que su novia gritaba como una perra. Yo alucinaba por el giro que había tomado la situación, hace unos minutos esa chica era mi juguete, y un momento más tarde éramos su novio y yo los juguetes, y ella lo estaba disfrutando como nunca, o por lo menos eso parecía. Yo por mi parte acababa de descubrir una sensación nueva. No solo me estaba follando ese culo tan apetecible, sino que podía sentir los movimientos que la polla de mi amigo imprimía en su coño, igualmente apetecible, cosa que aumentaba el placer. Además, como ya me había corrido dos veces, pude disfrutar del momento tranquilamente. Los gritos de placer de Elena, llenaban mis oídos al tiempo que su culo me llenaba de placer. Un rato más tarde, la novia de mi amigo se incorporó, y al verlo, me incorporé yo también. Entonces se dio la vuelta y, dándole la espalda a Carlos, se sentó encima de su polla clavándosela en el culo. Y echándose hacia atrás, me ofreció su otra entrada. Así que me agaché de nuevo y comencé a follarme esa preciosa almeja depilada. En esta posición, podía ver los preciosos pechos de la novia de mi amigo saltando al ritmo que ambos le dábamos. Más arriba estaba su cara, esa cara preciosa, desencajada y hasta bizca por el placer que sentía al recibir dos pollas a la vez. Parecía que estaba teniendo un orgasmo tras otro sin parar. Hasta que al cabo de un rato Carlos dijo.

-Me voy a correr ya.

-Espera un momento. Quiero que me deis un buen baño de leche.- Respondió ella entre gemidos.

Entonces nos levantamos todos. Elena se sentó en la cama y nosotros nos pusimos de pie delante de ella. Cogió la polla de Carlos con la mano y comenzó a masturbarle rápidamente al mismo tiempo que le comía la punta. La primera descarga, fue a parar al interior de la boca de su novia, quien se apartó inmediatamente para que su leche le cayera en la cara. Carlos siguió corriéndose llenándole la cara y los pechos de su leche caliente. Luego fue mi turno. Comenzó a chupármela entera de esa forma que solo ella conocía. Y mi placer iba aumentando. Un par de minutos más tarde noté que se acercaba mi orgasmo, viendo que lo que quería era bañarse en leche, decidí avisarla. Ella se la sacó de la boca y me masturbó con una mano. Movía la mano tan rápido que no tardé nada en correrme de nuevo. Sumándose mi leche a la de mi amigo y dejándola a ella completamente bañada. Tenía semen hasta en el pelo, qué imagen tan morbosa, dios mío. Entonces, Elena, con una cara de vicio digna de las mejores películas porno, se puso a recoger el líquido que la cubría con la mano y llevándoselo a la boca. Tanto Carlos como yo volvimos a empalmarnos gracias a la escenita.

-¿Te has quedado con hambre?- Dijo mi amigo mientras acercaba su polla a la boca de su novia.

Ella, sin decir nada más se puso a cuatro patas y comenzó a comerse de nuevo la polla de su novio. Puesto que no me iba a quedar mirando y ella me lo había puesto tan fácil, me puse detrás de ella con la duda de cuál de esos dos agujeritos follarme. Así que decidí empezar por el culo, e ir alternando para saborear bien sus dos entradas. Mientras, en el otro extremo de Elena, las dos manos de su novio la tenían sujeta por la cabeza mientras la polla entraba y salía de su boca sin que ella tuviera que hacer ningún esfuerzo. Carlos se la estaba follando por la boca sin ningún miramiento, mientras ella gemía de nuevo. Un rato más tarde, mi amigo volvía a soltar toda su leche, llenándole la boca por completo mientras ella tragaba sin parar. Una vez terminó, se sentó de nuevo en la butaca mientras Elena tenía ya su tercer orgasmo desde que Carlos había comenzado a follarle la boca. Entonces se sentó en la cama y comenzó a comérmela. Yo, ahí de rodillas, podía ver cómo toda mi polla se escondía en su boca mientras la leche de antes aún le resbalaba por la cara. Me había excitado tanto disfrutando de sus dos agujeros que tardé muy poco tiempo en soltar mi última corrida. Elena parecía no cansarse nunca de tragar leche. Parecía que ese líquido blanco la alimentara más que un entrecot.

Después del espectáculo y de que los tres nos hubiéramos duchado, nos quedamos desnudos en su cama fumando porros hasta quedarnos dormidos. Al día siguiente yo estaba en una nube, aún no podía creerme la noche que había pasado cargada de morbo y de sexo. Desde ese día, nos hicimos íntimos con Elena también. Quedábamos los tres para pasar grandes noches sexuales. Incluso alguna vez, había quedado yo solo con Elena, con el consentimiento de Carlos, por supuesto. Hemos pasado desde entonces muchas noches de sexo desenfrenado a cada cual más caliente y morbosa. Pero sin duda, la primera fue la mejor.