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En la piscina

en Hetero: Infidelidad

Este verano pasado recibí una llamada de un compañero, Antonio, del trabajo de otra zona, con el cual me une una buena amistad, pues siempre que la empresa hace una reunión a nivel nacional, es con él con el que más me relaciono, pues es una persona muy extrovertida y sincera. En su llamada me dijo que iban a pasar unos días es la ciudad, para hacer un poco de turismo y que esperaba que nos encontrásemos y pasáramos un rato juntos, y así me podría presentar a su esposa, Clara, y yo, igualmente, hacer los honores con la mía, pues le había hablado mucho de ella y sentía ganas de conocerla.

Yo lo invité a que se quedaran en mi casa, pues hay espacio de sobra, y así, además de ahorrarse el hotel, podríamos estar más tiempo juntos. Él, en principio rehusó mi oferta por vergüenza, pero ante mi insistencia, finalmente aceptó.

Cuando llegaron me presentó a su mujer, y yo hice lo propio con la mía. Tras darnos los dos besos de rigor, elogió lo atractiva y simpática que era Verónica, recriminándome por no haberle avisado de ello. Pude comprobar que efectivamente era sincero pues no apartó su mirada durante un buen rato de ella, recreándose en su belleza. A posteriori observé como la miraba, pero en esas miradas me pareció ver un atisbo de deseo, o quizá fuera que me pareció a mí.

Durante el primer día hicimos un poco de turismo por la ciudad, acompañándolos mi mujer y yo, tomando unas cervecitas y bromeando en todo momento, por lo que lo pasamos muy bien y, además conseguimos abrir un poco más la confianza que ya existía.

Al día siguiente tuvimos que trabajar, por lo que ellos se fueron solos a recorrer la ciudad. A la vuelta, y debido al calor que reinaba, comentaron que venían exhaustos, que no veían el momento de quitarse la ropa y ponerse cómodos.

Tras almorzar decidimos hacer una siesta y así recuperar fuerzas. Verónica, que aguanta todo lo que le echen, dijo que ella prefería tomar el sol en la piscina, por lo que los demás nos retiramos a descansar.

Cuando desperté de la siesta, cosa que no duró demasiado, pues no soy de dormir mucho, decidí ir a la piscina a tomar un baño y así despabilarme y de camino quitarme el calor que el sueño me había producido. Al atravesar la cocina, en donde una de las ventanas da a la zona de la piscina, me sorprendió el ver que Antonio también estaba ya despierto y andaba por el jardín hacia la piscina en donde estaba mi mujer tumbada tomando el sol.

Me pareció presentir algo, por lo que me detuve a observar por la ventana qué ocurría. Antonio llegó hasta donde estaba Verónica, saludándola. Esta se encontraba tumbada boca abajo con un biquini muy sensual y que a ella le sienta, como todo, de maravilla. La parte del sujetador la tenía desatada para que no le dejara señal en la espalda.

Verónica le devolvió el saludo, incorporándose un poco de modo que dejó entrever parte de sus senos. Comprobé como la mirada de Antonio se quedó fija en ellas intentando adivinar su forma, o quizá fuera esperando ver más.

  • Antonio ¿podrías hacerme un favor?
  • Sí, claro, lo que sea.
  • Podrías darme protector solar, que yo no puedo darme bien por la espalda.
  • Encantado

Este pulverizó protector por la espalda y, con un poco de timidez, empezó a frotarla para que fuera absorbida por la piel. El gesto de Verónica era de placer, pues no en vano, ¿a quién no le gusta que le froten la espalda?

  • ¿te importaría darme también por las piernas? 
  • Claro que no.

Continuó por las piernas, comenzando por los tobillos y subiendo progresivamente hacia el culo, el cual me percaté no paraba de mirar. Aquello comenzó a hacer que sintiera cierta excitación ¿sería Verónica capaz de guarrear con mi compañero?

Hizo lo propio en la otra pierna, y cuando ya llegaba hasta el culo y parecía que iba a finalizar, Verónica metió el biquini por su culo dejando los cachetes al aire, comentando:

  • ¿Me estarás dando por parejo en todos los lados, no?

Estaba claro que le estaba diciendo que el culo era un lugar en donde todavía no le había aplicado crema y que debía hacerlo.

Antonio, obedientemente, pulverizó protector sobre sus cachetes, para a continuación empezar a frotar con una mano, muy lentamente, sobre ellos. Al poco sumó la otra mano, de modo que cada una de ellas se encontraba en uno de los cachetes.  Por su movimiento podía comprobar que le estaba gustando hacerlo, como no, con el culo tan atractivo que tiene Verónica, y además, invirtió un tiempo excesivo en la aplicación de la crema.

  • Ya que te has puesto ¿te importaría darme crema también por delante?
  • Todo lo contrario, estaré encantado.

Y me consta que era así pues miraba el cuerpo de Verónica con deseo, y por qué no decirlo, ella no apartaba la mirada de él, pienso que con deseo.

Pulverizó sobre los hombros, y aplicó la crema rápidamente. Después fue hasta su vientre, donde la dio sin dejar de mirar el sujetador del biquini, que permanecía sobre los pechos de Verónica sin sujeción alguna, únicamente la de la gravedad.

A continuación bajó a las piernas en donde fue aplicándola desde los tobillos, al igual que antes, hasta llegar a la entrepierna. Cuando estuvo cerca de esa zona comprobé como Verónica abrió un poco las piernas para facilitar su trabajo, o ¿quizá fuera otra cosa? De modo que Antonio fue aplicándola muy despacio hasta que su mano llegaba casi a tocar el coño de Verónica.

Después de esto, pareció que daba por finalizado su trabajo, pues no había ningún lugar más donde aplicar la crema, pero…

  • Creo que te dejas algún sitio en donde no me has dado crema.
  • ¿si, cual?
  • Por aquí, contestó Verónica a la vez que apartaba el sujetador del biquini y mostraba sus pechos desnudos, muy morenos, pues habitualmente toma el sol sin la parte de arriba.
  • ¿Seguro?
  • Pues claro.

Antonio se quedó un poco indeciso, seguramente porque no creía que pudiera poder tocar unas tetas como aquellas, pero no tardó en reaccionar. Pulverizó la crema y comenzó a aplicarla con las dos manos, una en cada uno de los pechos, muy despacio y muy suave.  Rozaba los pezones de Verónica que no tardaron en mostrarse duros. Esta, a su vez, mostraba como estaba disfrutando con aquello, con los ojos cerrados y la cabeza ligeramente echada hacia atrás.

Nuestro amigo estuvo un buen rato aplicando la crema, más de lo que sería normal en cualquier otra zona del cuerpo, hasta que ella, con sus manos fue obligando a Antonio a que bajara en su masaje hasta el vientre, y no se detuvo ahí, como cabía esperar. Hizo que sus manos llegaran hasta la braguita del biquini, para que continuara el masaje sobre él, lo cual hizo Antonio sin ningún problema, sino todo lo contrario. Esto aun le seguía pareciendo insuficiente, por lo que tomó una de sus manos y la introdujo dentro de la braguita. Antonio parecía alucinado, pero obedeció y comenzó a acariciar el coño de Verónica, la cual comenzó a respirar más rápido, dando así muestras del placer y la excitación que sentía.

Pude ver como por el movimiento de la mano de Antonio, que estaba metiendo sus dedos en el coño de ella, masturbándola. Verónica alargó una de sus manos y empezó a tocar el paquete de Antonio, que se marcó sobre el bañador, delatando así la erección que sufría. Metió la mano como pudo dentro del bañador y comenzó a menear la polla de este, que dio evidentes muestras de placer al sentir su mano en ese lugar.

De pronto se incorporó Verónica, haciendo que Antonio se pusiera de pie. Bajó su bañador y dejo su polla al aire, pero solo durante unos instantes pues en seguida la metió en su boca y comenzó a chuparla muy excitada, a la vez que acariciaba sus testículos, pasando a veces su lengua por ellos.

Se volvió a recostar, abrió sus piernas y apartó el biquini, mostrando su coño a Antonio, al cual le pidió que se comiera. Él se agachó en seguida metiendo su cabeza entre las piernas de ella, y comenzando a chuparlo, a lamerlo, a meter su lengua en el agujero del coño, provocando así una gran excitación sobre mi mujer que mientras agarraba sus tetas, tirándose de ellas desde los pezones.

Ya no pudo aguantar más Verónica y le pidió que por favor la follara. Antonio dirigió su polla hasta el coño de ella y la metió de una sola vez, provocando un pequeño gritito de Verónica al sentir toda su polla dentro. Comenzó a meterla y sacarla, con rapidez y con fuerza, por lo que no tardó en conseguir que ella llegara al orgasmo.

  • No me la saques, sigue follándome, pidió ella.

Antonio continuó follándola del mismo modo, pero era evidente que aquello lo sobrepasaba, y avisó que no aguantaba más y se iba a correr.

  • Si, córrete sobre mi coño.

Casi no terminó de decírselo, cuando ya se la sacaba, expulsando su leche en grandes chorros sobre el vientre y el coño de Verónica, que comenzó a repartirse la leche por toda la piel y frotándola por la raja de su coño.

Una vez se recuperaron se metieron en la piscina para así limpiarse un poco. Se dieron un beso, con el cual yo estaba seguro de que Verónica quería comenzar de nuevo, pero yo decidí intervenir pues me pareció escuchar a su mujer que se había despertado de la siesta, y que los iba a pillar in fraganti. Y era mejor cortarles el rollo hoy por si se podía repetir en otra ocasión.

Me había dado cuenta que me encantaba ver a mí mujer como era follada por otro. Lo malo de todo esto es que ya habíamos experimentado casi todo, ya no nos quedaba nada nuevo con lo que experimentar. ¿O quizás si?