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Trio

en Trios

Este relato es totalmente veridico, omitiendo, quizá, algún pequeño detalle que debido al estado de excitación, se me han podido pasar.

Mi mujer, Mari, y yo, Fran somos un matrimonio en la treintena, en plena efervescencia sexual. Cada vez que follamos disfrutamos a tope del momento, a lo cual contribuye que durante el acto fantaseamos con aquellas cosas que más nos apetecen en ese momento. Pero es muy frecuente que en nuestras fantasias incluyamos a alguien más. Por lo que un día, tras un memorable polvo en el que participó otro ficticio hombre, le preguntase a Mari si realmente le apetecería que hubiera otro hombre con nosotros, a lo que me contestó sin vacilación que se había dos hombres tendría el doble de placer, por lo que por supuesto le gustaría.

Esta idea no paraba de darme vueltas por la cabeza día tras día, pensando quien podría ser la persona ideal con la que poder compartir a mi esposa. Por ello decidí que lo mejor sería preguntarle a ella con quien le apetecería, aunque ciertamente me hacía una idea de cual sería su respuesta.

- Me gustaría que fuera algun hombre atractivo y sobre todo que fuera muy morboso y dotado.

- Conoces a alguien se ajuste a ese perfil, le pregunté.

- Me he fijado muchas veces en nuestro amigo Juan. Es muy guapo, divertido, y sobre todo, por el bulto que aprecio en su entrepierna debe estar muy dotado.  Esta era la respuesta que yo ya me imaginaba, pues no me había pasado desapercibido que en numerosas ocasiones Mari lo miraba de una forma especial.

- ¿Quieres que hable con él, y le proponga una noche de fiesta entre los tres?

- Realmente me encantaría pero, por otro lado, me da mucha verguenza.

- No te preocupes, ya me encargo yo de prepararlo todo.

En realidad yo tampoco sabía como abordar el tema, pues a buen seguro que a cualquier tio le gustaría montarselo con Mari, que estaba muy rica, pero era un amigo de toda la vida y no sabía si aquello podría hacer que nuestra amistad se tornase en una dirección negativa. Tendría que hacerlo con mucho tacto.

Poco tiempo después, habiamos quedado con Juan y su esposa para ver un partido de futbol en su casa. El partido se desarrollaba muy bien pues vencía nuestro equipo, por lo que, ayudados por algunas cervezas, se respiraba un ambiente de euforia. Salimos los dos a fumar un cigarrillo en el descanso al jardín de su casa,  y me convencí de que era el momento oportuno de proponerle aquello que no paraba de darme vueltas en la cabeza y que provocaba que mi miembro se pusiera duro cada vez que pensaba en ello.

- Oye Juan, ¿me gustaría hacerte una pregunta un poco personal?

- Dime.

- Mari lleva algún tiempo pensando que cada día está menos atractiva, que ya no atrae a los hombres como antes, a lo que yo trato de convencerla de que no es así, pero ella me responde que yo que le voy a decir, que soy su marido y la miro con muy buenos ojos. Realmente ¿a tí que te parece, la encuentras sexi?

- Joder, Fran, qué pregunta. Pues claro que sí. Mari está como un tren. Seguro que ningún hombre la rechazaría si ella se lo propusiera.

- ¿Seguro que ningún hombre la rechazaría?

- Seguro.

- Pues he de confesarte que llevamos algún tiempo fantaseando con que otro hombre intervenga en nuestra relación sexual y ella ha comentado varias veces que le gustaría que fueses tu el que lo hiciera de buscar a alguien. ¿Qué te parece la idea?

- Esto.... no se.... me pillas en frio. Supongo que con lo buena que está y lo simpática que es, sería una tontería por mi parte decir que a mí no me gustaría ser ese hombre.

- Entonces, te voy a proponer que el fin de semana que viene salgamos los tres a tomarnos algo y, si todo marcha como "debe" pasarlo bien, y si no cada uno a su casa, siendo tan amigos como siempre ¿Qué te parece?

- Eh.... bueno. Vale. Quedamos el fin de semana que viene y lo intentamos.

No veía el momento de contarselo a Mari. Cuando por fin lo hice, en principio se mostró dubitativa, turbada, pues la verguenza era mayor que el deseo.

- No te  preocupes, cariño, yo me encargo de todo. Tu solo tienes que seguir mis instrucciones, y ya verás como lo pasamos muy bien

Pasaban los días de la semana y el imaginar a Mari compartiendola con otro se estaba convirtiendo en una obsesión. No paraba de imaginar y fantasear con la manera y las cosas que podríamos hacer los tres.

Por fin llegó el día indicado. Llamé por telefono a Juan y quedé en recogerlo en un bar cercano a su casa.

Le indiqué a Mari que se pusiera un vestido que le quedaba por encima de las rodillas y era un poco ajustado, marcandole así sus sinuosas curvas. Estaba para comersela. Sería imposible que ningún tio se resistiera a un cuerpo así.

Nos dirigimos al bar donde puntualmente nos esperaba Juan. Se montó en los asientos traseros del coche tras un saludo un poco "raro", pues no en vano para todos era la primera vez que haciamos algo así.

Fuimos a una zona en la que se agrupaban varios bares, discotecas y pub de veranos, pues estabamos en dichas fichas y apetecía un lugar fresquito en el que estar.

Tomamos unas cervezas y, poco a poco, el ambiente se fue distendiendo, gracias en parte al alcohol. Fui introduciendo el tema, sugiriendo que siguiesen mis indicaciones sobre lo que iriamos haciendo, a lo que todos estuvimos de acuerdo.

La conversación comenzó a ser un monotema sobre sexo, en donde cada cual aportaba sus fantasias, lo que hizo que la temperatura fuese cada vez más alta.

Al poco, sugerí ir a un pub que me habían comentado que era muy atractivo por su musica, por su ambiente más bien intimo y por su decoración, aunque realmente de todo aquello lo unico que llamaba mi atención era su intimidad.

Ocupamos un lugar en una de las mesas, que eran bajas, con unos sillones muy mullidos que hacían que el cuerpo quedase un poco retrepado. Pedimos unas copas. Una vez servidos, y sin más preambulos, pues ya se palpaba un ambiente propicio, le pedí a Mari que fuese a los servicios y que cuando viniese lo hiciera sin sus braguitas. Esta se levantó inmediatamente y fue a cumplir mi petición. Pedía a Juan que fuera hacia el servicio de señoras y que cuando saliese Mari la besara un poco. Tambien le pedí que cuando volviera ocupase el lugar opuesto al que ocupaba Mari, quedando frente a ella. Este se levantó y se fue tras los pasos de mi mujer. Diez minutos después volvieron los dos agarrados de las cinturas respectivamente, de lo que deduje que habían seguido mis instrucciones. Mari se sentó, acoplandose al asiento como pudo para ocultar al resto de la gente que había alrrededor que  solo llevaba el vestido. Juan ocupó el lugar indicado.

- ¿Por qué habeis tardado tanto en volver?

- Como si no lo supieras, cabrocete. Has mandado a Juan para que me besara.

- y ¿lo habeis hecho?

Su respuesta no tardo en hacerse llegar de una forma que yo no me esperaba. Mari se incorporó y se acercó hasta Juan dandole un beso en la boca mientras  a mi me ofrecía una perspectiva de su culo, pues al inclinarse  la falda subió lo suficiente como para hacerme ver lo que ocultaba bajo el vestido. De suerte que tras de mí no había nadie más pues si no tambien habrían sido testigos de aquellas magnificas piernas que rodeaban su coñito.

Se sentó de nuevo, mientras observaba que tanto Juan como yo, ya mostrabamos abultada la zona de nuestra polla.

- Veo que os gusto ¿eh?

- Más de lo que te imaginas, respondimos los dos casi simultaneamente, como si nos hubiesemos puesto de acuerdo.

- Ahora presentale a Juan tu coñito cariño.

- Pero... ¿y toda esta gente?

- No te preocupes, abrete de piernas disimuladamente. Nadie se fijará. Están todos en sus asuntos.

Mari, tras mirar en todas direcciones fue abriendo sus piernas muy despacio, lo suficiente como para mostrar a Juan, su coño. Cual no fue mi sorpresa al ver que esta se lo había depilado totalmente, de modo que al abrir las piernas se podía ver con toda claridad su raja, la que por otro lado, se apreciaba visiblemente húmeda.

- No cierres las piernas, cariño. Quiero que estés así hasta que yo te lo indique, salvo que venga alguien, claro.

Esta permaneció así todo el tiempo. Observé como el paquete de Juan se encontraba enormemente pronunciado.

- Quiero que te imagines a Juan con su cabeza entre tus piernas, metiendo su lengua en tu rajita, recorriendola en toda su longitud, rozando tu clítorix.

Mari se retrepó un poco en el sillón manteniendo sus piernas abiertas, mostrando así que efectivamente se lo estaba imaginando.

- Imagina que tienes su polla en tu mano y que se la estás meneando. No ves el momento de llevarla a tu boca para comertela.

- Ummmm, si. Lo estoy deseando.

- Ven, sientate al lado de Juan.

Obedeció inmediatamente.

- Ahora estais de espaldas a la gente del pub, por lo que puedes poner tu mano sobre su paquete y decirme si efectivamente es tan grande como a tí te gustan.

Llevo su mano lentamente al muslo de Juan, para, poco a poco, ir subiendo hasta llegar a su ansiada meta. Puso su mano sobre aquel tremendo paquete. Lo apretó con sus dedos tanteando el lugar hasta llegar a apreciar la longitud de su polla.

- Joder, ¡es enorme!

- Pues va a ser enterita para tí, y de regalo y para completar, vas a tener la mía.

- Ummmmm, si lo estoy deseando.

- Juan, mete tu mano en su coño y dime si es verdad que está tan caliente como aparenta.

Disimuladamente coló su mano entre sus piernas hasta llegar a su coño, lo que se hizo evidente pues Mari cerró sus ojos al notar la mano jugar entre sus labios.

Juan sacó la mano y me la mostró, haciendome ver que se encontraba totalmente empapada. A continuación metió esos dedos humedos en su boca chupando los jugos del coño de mi mujer que transportaban.

- Creo que ha llegado el momento de que nos vayamos de aquí.

- Si, y cuanto antes, añadió Marí, confirmandolo tambien Juan con una sonrisa.

Nos dirigimos al coche. Por el camino el brazo de Juan lo llevaba por los hombros de ella, de manera que su mano caía sobre uno de sus pechos, el cual acariciaba cada vez que tenía ocasión.

Llegamos al coche y les indiqué que ocuparan los asientos traseros. Nada más poner el coche en marcha, ellos comenzaron a besarse y a tocarse.

- Quiero que me vayais diciendo lo que vais haciendo, ya que no puedo mirar hacia atras.

- Quiero que me comas las tetas, Juan.

Pude apreciar por el espejo retrovisor como mi mujer quedaba con las tetas fuera, que en seguida fueron tapadas por la cabeza de Juan, que comenzó a chuparlas, mientras Mari gemía por el placer que le proporcionaba.

- Si, méteme los dedos en el coño. Ahhhh.... si, así. Dejame que te desabroche el pantalón. ¡Joder, qué pedazo de polla tienes! Añadió  Mari, quedando sus últimas palabras un poco apagadas al introducirla en su boca.

- Si, qué bien la chupas, guarra. Ahhhh.... para, para, que vas a hacer que me corra.

- Deja que te la menee por lo menos.

Con esas llegamos a nuestra casa. Mari se colocó bien el vestido para salir del vehículo.

Entramos en casa y, sin ninguna tregua se lanzaron el uno contra el otro, para mientras se besaban sus manos comenzaban a desabrochar botones, cinturones, etc.

Mi polla estaba para reventar y, aun así aguanté un poco más sin intervenir contemplando como mi mujer se estaba entregando a otro hombre.

Pero ya no pude aguantar más y decidí intervenir. Mari ya estaba totalmente desnuda, cosa que no era dificil por la poca ropa que llevaba. Terminó esta de desnudar a Juan para volverse hacia mí y comenzar a hacer lo propio conmigo, mientras nuestro amigo desde su espalda comenzó a masajear sus tetas, poniendo sus pezones totalmente duros. Bajó una de sus manos introduciendola entre sus cachetes hasta llegar a su coño en el que introdujo un dedo, el cual comenzó a bombear entrando y saliendo del coño de mi mujer, produciendo unos caracteristicos sonidos por lo mojado que este se encontraba.

Ya por fin estabamos los tres totalmente desnudos, y Mari no perdió el tiempo arrodillandose entre los dos tomando nuestras pollas, una con cada mano, llevandolas alternativamente a su boca, chupandolas con gran fruición. Intentaba incluso, meter las dos a la vez en su boca, tal era el ansia que la invadía. Parecía como loca.

Se sentó en uno de los sofás, abriendo todo lo que pudo sus piernas, mostrandonos su, totalmente despejado coño, en su totalidad.

- Cómemelo, Juan.

Este obedeció en seguida. Yo llevé mi polla hasta su boca para que me la siguiera comiendo mientras observaba como nuestro amigo comía su coño.

- Sí, lameme tambien el culo. Sí... ahhh....

Tal fue la comida que le hacia del coño y del culo, mientras metía sus dedos en el coño cuando no estaba allí su lengua, que Mari no tardó en comenzar a retorcerse en un tremendo orgasmo, mientras con sus manos atrapaba la cabeza de él para impedir que parase.

Cuando, finalmente, se lo permitió, este se incorporó con la cara totalmente impregnada de los jugos producidos por la corrida de ella, que se lanzó sobre este a lamer toda su cara, limpiando sus propios jugos.

- Quiero que me folleis.

- Tu primero, Juan, que para eso eres el invitado.

Este no se hizo de rogar, llevando su polla al coño de mi mujer, en donde la introdujo muy despacio, tratando así de no hacerle daño, tal era el calibre de polla que gastaba. Esta entró totalmente dentro de su coño, de donde empezó a entrar y a salir primero despacio, para ir incrementado el ritmo poco a poco, mientras mi mujer le pedía que la follara fuerte, mientras con una de sus manos meneaba mi polla a un ritmo que era el que deseaba en la polla de nuestro amigo.

No tardó nada en correrse de nuevo. Cuando se recuperó de este orgasmo. Se puso a cuatro patas ofreciendome su coño para que ahora fuera yo quien la follara, mientras por delante chupaba la polla de Juan, que de nuevo estaba totalmente mojada por la corrida de ella.

Mis empujones al meterle la polla hacían que la polla de Juan entrara más adentro en su boca, llegando a veces a provocarle alguna arcada.

- Te vamos a follar los dos a la vez ¿que te parece?

- Y ¿a qué esperais, cabrones?

Sentó a Juan en el sofá mientras ella se subía sobre este metiendose su polla en el coño totalmente.

- Ahora tu, cariño. Hazlo por el culo.

- ¿Seguro? pues era la primera vez que me lo permitiría.

- Venga, hazlo despacio.

Fui metiendo muy poco a poco mi polla en el agujero de su culo, hasta que conseguí que esta quedara alojada por entero dentro de este.

Una vez estuvimos los dos dentro de ella comenzó a moverse muy despacio, haciendo que nuestras pollas entrasen y saliesen de sus respectivos agujeros, provocando unos gemidos como nunca le había escuchado antes. Tal fue así que en pocos segundos se corrió de nuevo, a la vez que pedía que no parasemos, a lo cual obedecimos, empujando ya bastante fuerte, de modo que mis huevos llegaban a chocar violentamente contra el culo de ella.

Esto hizo que sintiera una gran excitación, por lo que avisé que no podía resistir más y me iba a correr.

- Sí, cariño, hazlo dentro de mi culo.

Aquello fue suficiente para mí, haciendo que me corriera inmediatamente, llenando todo su culo con mi corrida. Permanecí con mi polla dentro mientras sentía como la polla de Juan seguía follandola.

- Yo tambien me voy a correr, Mari, avisó Juan.

- Quiero que te corras en mi cara y en mi boca, dijo a la vez que se deshacía de nosotros para dirigir su boca hasta la polla de él, buscando los chorros de semen que no tardaron en saltar sobre su cara y boca, y que empezó a tragarse con avidez.

Una vez nos hubimos corrido los tres quedamos exhaustos sobre los sofas, charlando de lo bien que lo habiamos pasado, y prometiendonos repetirlo en cuanto fuera posible de nuevo.