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El ex de mi mujer

en Voyerismo

Cierto día íbamos Verónica y yo de compras. Teníamos una boda próximamente y había que comprarse el modelito que lucir en la fiesta. Normalmente comprar ropa es algo que me aburre profundamente, como es el caso de la gran mayoría de hombres, pero en esta ocasión era diferente pues los modelos que mi mujer se probaba y me mostraba para que le diera mi sincera opinión, eran como para quitar el hipo. Cierto es que la mayor parte de culpa de todo esto lo tenía ella gracias al cuerpo que Dios le ha dado. Sobra decir que el ver los grandes escotes, por delante y por detrás, la tela de raso que se ceñía a su cuerpo, marcando todas sus curvas muy sugerentemente, etc. Estaban consiguiendo excitarme.

Por fin se decidió por un vestido, con el cual estoy seguro, triunfaría pues en verdad estaba para comérsela.  Estando pagándolo apareció de pronto un tío alto y bien parecido, que se dirigió a mi mujer, saludándola y dando muestras ambos de conocerse, aunque no parecía que se hubieran visto desde hacía tiempo.

n  Luis, este es Marcos. Creo que recordarás que en alguna ocasión te he hablado de él.

n  Si, él es el antiguo novio con el que saliste justo antes de comenzar a hacerlo conmigo.

n  Efectivamente, así es.

Ellos continuaron hablando, preguntándose entre sí que había sido de sus vidas, de sus trabajos, que si tenían hijos y todos esos temas que habitualmente se hablan cuando hace tiempo que dos personas no se han visto. Sin embargo, yo no paraba de pensar que aquel era el tipo que se había follado a mi mujer antes que yo, como ella misma me había confesado en alguna ocasión en la que habíamos intercambiado información sobre nuestras relaciones anteriores. Pero lejos de sentir celos por aquello, me estaba sintiendo excitado, seguramente influido por el pase de modelos que anteriormente había tenido, por lo que pensé que sería buena idea si consiguiera ver como aquel tipo se tiraba a mi mujer de nuevo, después de tanto tiempo. Por ello, hice como buen anfitrión y propuse a Marcos que viniera una noche a nuestra casa a cenar y que de ese modo podrían charlar más tranquilos y cómodos.

n  No sé, no quisiera ser un intruso en vuestra vida.

n  De ninguna manera. Vuestra relación ya acabó, y quedasteis como amigos, y como tales nos podemos ver y comportar. Somos personas adultas y con cultura, y creo que sabremos comportarnos como tales.

n  ¿Estáis seguros? Preguntó él, mientras dirigía su mirada a mi mujer.

n  Si, por supuesto, contestó también ella. Por supuesto tu mujer queda también invitada, sobra decirlo.

n  Estupendo, pues decidme cuando podéis y nosotros hacemos planes para entonces, dijo él muy animado.

Quedamos en una fecha en la que nos convenía a todos y le explicamos nuestra dirección. Nos despedimos cordialmente hasta entonces.

Una vez solos Verónica me interrogó del porqué de aquella invitación, se olía que había algo raro en ella. Su sexto sentido era muy agudo.

No quise darle la verdadera razón de aquella invitación, aunque ella no tardaría en imaginársela, pues cada vez que follábamos esos días, introducía a modo de fantasía, la persona de su ex, diciéndole que se imaginara que era él quien en ese momento la follaba, o que participaba en el polvo penetrándola a la vez que yo, y todas aquellas guarradas que se me iban ocurriendo sobre la marcha, y que pude comprobar que a ella la excitaban más de lo habitual.

Por fin llegó la noche en la que habíamos quedado con su ex. Llegó puntualmente aunque solo.

n  ¿Y tu mujer? Pregunté

n  Se ha encontrado indispuesta a última hora, y me ha sabido mal dejaos en la estacada, con todo preparado, por lo que pensé que podría venir yo solo. Espero que no os importe.

n  Claro que no, contesté yo, pensando inmediatamente que todo se ponía a huevo para que con un poco de suerte fuera aquella noche cuando se cumpliera todo aquello con lo que venía fantaseando desde hacía algún tiempo.

n  Aquí os traigo una botellita de vino para acompañar en la cena.

n  ¿Para qué  te has molestado? No hacía falta, de verdad.

n  No tiene importancia. He traído además un video de cuando Vero y yo éramos novios.

n  Estupendo- añadí yo- tras la cena lo ponemos y lo vemos tranquilamente.

n  Si, y nos reímos un rato con las pintas que tendríamos. Jajajaja

n  Hombre, nos reiremos de mi pinta, porque lo que eras tú, siempre has sido muy guapa y con un cuerpo estupendo.

n  Eso sí. ¡Quién pudiera tener aquel cuerpo de nuevo!

n  No comparto tu opinión. Yo creo que ahora estás mucho mejor que entonces. ¿no lo crees así, Marcos?

n  Totalmente de acuerdo…

n  Bueno, bueno, vamos a dejarlo y vayamos en busca de la comida.

Pasamos al salón y no pude dejar de observar como Marcos miraba a Verónica en cuanto podía, especialmente su culo, el cual llevaba muy marcado con aquel vestido, y su canalillo, cosa muy comprensible pues aquel escote daba juego a ello.

Cenamos estupendamente, acompañando la comida con el vino que Marcos trajo y con alguna botella más que tuvimos que abrir pues esta se quedó corta. Lo cierto es que nos pasamos un poco con la bebida, sobre todo Verónica, que se sentía especial al ser el centro de atención de la noche, cosa que le encantaba.

Propuse tomar unos chupitos de licor mientras veíamos el video, idea que les pareció formidable, por lo que tomamos asiento: yo en mi sillón y ellos dos en el sofá de al lado.

Tras preparar las bebidas, Verónica quiso poner el video y ver cómo estaban de más jóvenes. Comenzó el video con las típicas grabaciones en fiestas de boda de amigos y demás, en donde se podía ver a la pareja más joven. Verónica estaba muy guapa, aunque la verdad es que con el tiempo había madurado su cuerpo y a mí personalmente, me parecía ahora muchísimo más atractiva que entonces, pues se le veía más mujer y no como un proyecto inacabado de esta.

Mientras veíamos el video los chupitos no faltaron sobre la mesa y las risas por todo aquello que veíamos iban en aumento, en parte gracias al alcohol que a lo largo de la noche íbamos tomando.

Llegó el momento en que una parte del video era una grabación en donde Marcos y Verónica habían ido de camping junto con otros dos amigos, o sea, mi mujer había ido de camping con tres tíos. En las tomas se les veía haciendo el tonto, bañándose en la playa y otras cosas por el estilo, en donde, ciertamente, no se veía a las claras que mi mujer fuese pareja de ninguno de ellos en concreto pues tan pronto estaba echándose agua en la playa con uno, como dándole bronceador a otro, lo que hizo que mi imaginación se disparase imaginándola con los tres, o ¿no fue mi imaginación?

La grabación continuó en el camping, pero ya por la noche en donde se veía a Verónica con una malla color gris claro, muy ajustada, marcando ese tremendo culo que ya por entonces tenía, y una camiseta de tirantes de nylon blanca, muy pegada y que, en ausencia del sujetador, marcaba muy a las claras sus dos tetas coronadas por un erecto pezón. ¡Estaba tremenda con aquella ropa! Anunció que se iba a la tienda que si quería acompañarla alguien. Cómo no, enseguida los dos tíos que en ese momento no tenían la cámara se ofrecieron a acompañarla. Ella se metió en la tienda tumbándose de frente a la calle, mostrando su rostro al que en ese momento grababa. Los otros dos, entre ellos Marcos, se metieron dentro de la tienda igualmente, tumbándose de igual modo, uno a cada lado de ella. Comenzaron a hacer chistes sobre el calor que hacía y que iba a ser peor a cada momento que pasara. Se reían y hacían comentarios con cierto carácter picante, hasta que Verónica quiso dar por concluida la grabación y dijo que ya era hora de dormir, poniéndose de rodillas, bajando la cremallera de la entrada de la tienda, quedando ella dentro junto con su novio y el otro amigo.

Dado que tenían una luz dentro de la tienda se veían las siluetas de los tres dentro de la tienda. El que grababa, que ya había observado el detalle, continuó grabando estas sombras chinescas de los que estaban dentro de la tienda.

Para mi sorpresa, inmediatamente después de haber bajado la cremallera de la puerta, Verónica comentó que con todo cerrado el calor era mayor aun, y que habría de remediarse de alguna manera. Y que mejor manera que quitándose la camiseta, como se podía apreciar a las claras en su sombra. A continuación se podía apreciar cómo se tumbó bocarriba y levantando las piernas se apreciaba como también se deshizo de la malla, permaneciendo posteriormente con los pies apoyados en el suelo, con las piernas flexionadas por la rodilla.

Lo que a continuación se pudo apreciar, muy claramente, me dejó de piedra: vi como sus brazos se extendían hacía los lados atrayendo hacia sí las cabezas de sus acompañantes, que se acercaron a su cuerpo de modo que se podía ver nítidamente que le estaban comiendo las tetas.

En ese momento parecía que el tiempo se hubiera detenido en mi casa, nadie comentaba nada. Verónica cogió el mando y cortó el video, y dijo que iba a la cocina a por hielo para preparar unos cubatas, de una forma muy natural, como si lo que acabábamos de ver se tratara de una película normal y corriente.

En ese momento pensé que mi mujer, antes de estar conmigo, ya había tenido experiencias sexuales con varios tíos a la vez, cosa que hasta aquel momento yo desconocía. Pero lejos de sentir celos o enfadarme pude comprobar que me sentía muy excitado. El pensar lo guarra que ya desde joven era me hizo sentirme muy excitado, lo cual se me traducía en una tremenda erección. También pude observar que el paquete de Marcos había aumentado de tamaño, seguramente recordando aquella noche, en la que a buen seguro lo pasó estupendamente compartiendo a la que era su novia con un amigo, o quizá con los dos, pues el video continuaba y no sé si el que grababa se sumó a lo que ocurría en el interior de la tienda de campaña.

n  ¿Te echo una mano con los cubatas? Me ofrecí, acompañando a mi mujer a la cocina.

Una vez allí a solas, esta se excusó por no haberme contado lo ocurrido antes de conocernos.

n  No tiene importancia. Únicamente es que me hubiera gustado que me lo hubieras contado antes y de ese modo hubiera podido satisfacer antes tus gustos, que yo desconocía hasta mucho después.

n  ¿De verdad que no te importa?

n  Todo lo contrario. Mira como me he puesto, señalé haciéndole ver la erección que sobre mi pantalón se marcaba. ¿y tú cómo te sientes?

n  Pues yo… la verdad es que… 

No se atrevía a responder, por lo que pensé que lo mejor era comprobarlo yo mismo. Lleve mi mano hasta ella y la metí por debajo de su falda hasta encontrar su braguita, totalmente mojada. La aparté y metí mis dedos en su raja, que como esperaba encontrar, estaba totalmente mojada.

n  Parece que a ti también te ha traído buenos recuerdos ese video ¿no?

n  Pues… si. Para que te voy a mentir. Echamos un polvo de campeonato.

Cogimos los vasos, el licor y el hielo y nos dirigimos al salón. Al llegar Marcos comenzó a excusarse pues decía que no recordaba que aquello estuviera grabado. Que esperaba no supusiera un problema entre nosotros el haberlo visto.

n  No te preocupes. Nosotros hace tiempo que tenemos una mentalidad muy abierta y todo eso que hemos visto en el video ya lo tenemos superado, y es algo habitual en nuestra relación de pareja, le contesté yo.

n  Me alegro, pues me he sentido muy violento cuando han salido esas imágenes, sin saber cómo os lo tomaríais.

n  No te preocupes. Pero me parece que además de violento te ha hecho sentir de alguna manera más, añadí mientras dirigía mi mirada hacia su paquete, haciéndole ver que su erección no me había pasado desapercibida.

n  No sé cómo excusarme, pero el recordar aquello me ha hecho sentirme… uffff, no sé cómo explicarlo.

n  Si, vamos, que te has puesto como una moto, argumentó alegremente Verónica.

n  Lo siento.

n  No lo sientas. Nosotros nos hemos puesto igual o peor que tú, le dije a la vez que le hacía ver que yo también me encontraba totalmente empalmado.

Tras esta aclaración, comenzamos a hacer comentarios graciosos sobre lo guarra que era Verónica y de cuanto nos gustaba a nosotros que así fuera, consiguiendo que el ambiente que parecía se hubiera vuelto algo tenso, pasara a ser totalmente distendido.

Me levanté y puse algo de música ambiental, algo tranquilo que nos permitiera seguir charlando cómodamente.

Al poco rato, Verónica le dijo a Marcos:

n  ¿Recuerdas lo que nos gustaba bailar música lenta en la discoteca?

n  Claro, era el momento en el que más cerca te tenía. Además me daba mucho morbo el meterte mano delante de la gente.

n  ¿Te gusta que te vean?¿Eres un poco voyeur?

n  Sí, me encanta. Y si no ha cambiado a Vero también le gustaba.

n  No, no he cambiado. Me sigue gustando.

n  Podíamos hacer una cosa. ¿Por qué no bailáis y mientras yo os miro? Propuse con toda la mala intención del mundo.

n  ¿De verdad te gustaría? Preguntó Marcos.

n  Sí, pero esperad un momento que quiero coger la cámara de video y grabaos como aquel día hicisteis en la tienda de campaña.

Fui todo lo deprisa que pude a por la cámara de video, que por suerte tenía batería, y enseguida estuve en el salón.

n  Cuando queráis, propuse.

Marcos no se hizo de esperar, como si aquel momento lo hubiera estado esperando durante largo tiempo. Se levantó y ofreció su mano a Verónica como si quisiera ayudarla a levantarse del sofá. Esta tomo su mano y se levantó. En seguida se abrazaron comenzando a bailar muy pegados aquella música lenta que sonaba en el equipo.

Trascurrieron unos minutos en donde bailaron sin más, parecía que ninguno de ellos se atrevía a dar el primer paso.

n  Sois un poco aburridos o es que habéis perdido experiencia, comenté. Marcos comienza por acariciarle la espalda, no te cortes por que yo esté delante, de verdad.

Comenzó a hacer lo que le decía, como un autómata, mientras yo con mi cámara procuraba no perder detalle de nada de lo que hacían.

Marcos acariciaba su espalda cada vez más desinhibido, aproximando sus cuerpos más y más, de modo que ya sus piernas quedaban prácticamente entre las de mi mujer, por lo que deduje que rozaba su coño contra ellas. Ella comenzó a acariciar el pelo de su cabeza con sus dedos, signo inequívoco de que la cosa iba por buen camino. Por fin una de las manos de Marcos comenzó a pasar por encima del culo de mi mujer, buscando el camino que la raja de su culo marcaba en el vestido. Ella tomó la iniciativa y sujetando la cabeza de él por la nuca, acercó su boca a la suya y comenzó a besarlo, metiendo su lengua todo lo que podía, lo que inmediatamente fue correspondido. Ya no había marcha atrás. Sentí ganas de dejar la cámara a un lado y participar, pero pensé que me apetecía más aun ver como se follaba a su ex novio.

Verónica bajó una de sus manos hasta la entrepierna de Marcos, comenzando a acariciar aquel paquete a punto de estallar, sin dejar de besarlo. Él, por su parte, ya cogía con fuerza ambos cachetes del culo de mi mujer, como si lo hubiera echado de menos durante mucho tiempo. De pronto una de sus manos subió hasta sus tetas comenzando a tocarlas ávidas de sexo.

Ella bajó también la otra mano que le quedaba en la nuca para ayudarse con la hebilla del pantalón, que comenzó a desabrochar con prisa. A continuación hizo lo propio con el botón y la cremallera, haciendo que el pantalón cayera por gravedad hasta las rodillas de Marcos, mostrando así su erección en pleno, de tal forma que su polla casi conseguía salir por la cintura del calzoncillo, demostrando así su buen tamaño.

Él comenzó a bajar la cremallera del vestido que recorría la espalda de Verónica, consiguiendo que este quedara lo suficientemente suelto como para con un rápido movimiento de ella deshacerse de las mangas y quedar sujetos en su cintura, mostrando un bonito sujetador negro, que no parecía lo suficientemente grande como para albergar las dos tetas que esta tiene.

Con gran maestría desabrochó el sujetador, y lo desalojó dejando las dos tetas al aire, a las que lanzó su boca para chupar aquellos pezones que se le ofrecían en bandeja. Pasaba su lengua por la aureola, para a continuación succionar el pezón, alternándolo con un lametón de todo el conjunto de aureola y pezón, lo que provocó los primeros gemidos de placer de ella, a la cual le encanta que le chupen las tetas. A la vez que hacía esto las manos de él no estaban inactivas, haciendo que el vestido pasara las caderas y cayera por su peso hasta los tobillos, en donde esta, tras sacar una pierna, con la otra lo lanzó de una patada hacia un lado, quedando así solamente con unas minúsculas braguitas negras a juego con el desaparecido sujetador.

Marcos metió su mano dentro de la prenda, pasando sus dedos a lo largo de la raja del coño, totalmente húmeda desde hacía ya un buen rato, pudiendo apreciarse como alternaba este movimiento con el de entrada y salida del agujero que sin dificultad encontró.

Los gemidos de Verónica eran ya cada vez más frecuentes e intensos. Marcos, molesto por la barrera de aquella minúscula prenda, la bajó con furia, de tal manera que a la vez su cabeza quedó a la altura del coño, aprovechando para comenzar a chuparlo, pasando su lengua a largo de la raja, como antes había hecho con los dedos, tratando en la medida de los posible de meter su lengua también en el agujero, aunque al estar ella de pie, resultaba un poco difícil, aunque daba sus frutos pues ella sujetaba la cabeza del macho para que no se fuera del lugar que tanto placer le estaba proporcionando, hasta que su cuerpo comenzó a agitarse y contorsionarse con el primero de los orgasmos.

Yo me sentía excitadísimo, y más aún por estar grabando todo aquello con mi cámara.

En cuanto terminó su orgasmo se agachó, a la vez que ella bajaba los calzoncillos y el pantalón de Marcos, permitiendo que su miembro viera por fin la luz, aunque fue solo por unos instantes, lo que tardó en atraparlo con su mano y meterlo en su boca, comenzando a chuparlo de una forma magistral, como a mí me consta que tan solo ella sabe hacer, a la vez que con una de sus manos acariciaba sus testículos y con la otra masajeaba el culo de él.

Acerqué en la medida de lo posible el zoom de la cámara para no perder detalle de la mamada, pudiendo observar como su lengua recorría unas veces la polla en su longitud, otras veces la metía en casi toda su dimensión en la boca, y otras recorría con su lengua los huevos de este mientras con su mano meneaba la polla. Se aplicó tan certeramente que Marcos tuvo que detenerla pues iba a conseguir que se corriera y no quería hacerlo aún.

La separó de su miembro indicándole que se tumbara con las piernas abiertas sobre el sofá, ofreciéndonos a ambos una visión tremenda de todos los rincones de su coño, totalmente despejado de pelo. Marcos se arrodilló entre sus piernas hundiendo su cabeza entre estas comenzando a chuparlo, ahora sí con toda comodidad, lamiendo su clítoris a la vez que introducía un par de dedos en el agujero del coño, haciendo que estos entraran y salieran follándolo. Verónica está muy cachonda por lo que nuevamente volvió a correrse a la vez que casi gritaba de placer.

No hubo terminado el orgasmo cuando esta saltó como un resorte del sofá obligando a su ex a sentarse en él, para a continuación sentarse ella sobre él, pudiendo observar como con una de sus manos dirigió la polla hasta el agujero de su coño, en donde entró con la mayor facilidad. Comenzó a moverse unas veces arriba y abajo, otras delante a atrás y otras en círculo, mientras sus tetas caían a la altura de la boca de él, lo cual no lo desaprovechó chupándolas mientras ella lo follaba. No estuvo ni dos minutos así sin que ella volviera a correrse. Era increíble la facilidad con la que llegaba al orgasmo, como si llevara años esperando.

Se incorporó poniéndose de rodillas en el sofá ofreciendo su coño a Marcos, que desde atrás de ella dirigió su polla con gran certeza hasta el coño, metiéndola hasta que sus huevos chocaban al entrar y salir de ella, con su culo, mientras la sujetaba de las tetas, pellizcando sus pezones. A veces tenía que frenar y pararse durante unos instantes pues no podía seguir ese ritmo sin correrse y aun no quería que llegase el momento. Durante esos instantes de parón yo aprovechaba para meter todo lo que podía la cámara entre ellos dos y sacar unos impresionantes primeros planos de la polla, totalmente mojada por los fluidos de mi mujer, y de cómo esta entraba y salía del coño de esta.

Cambiaron nuevamente de posición a petición mía, pidiéndoles que se tumbaran de lado y se la metiera desde atrás para así poder ver y grabar con gran precisión como entraba y salía aquella polla del coño de mi mujer.

Tras unos impresionantes minutos de follada en aquella posición, Verónica pidió a Marcos que se sentara de nuevo en el sofá, para ella, sentarse nuevamente sobre su miembro de frente a mí, lo que hacía que de ese modo pudiera ver perfectamente la penetración que le hacía su antiguo novio. Paró de nuevo, sacó la polla de su coño y sujetándola con una de sus manos la dirigió hasta el agujero de su culo, en donde poco a poco la fue clavando, hasta conseguir que esta entrara y saliese por entero de su culo. Se inclinó hacia atrás facilitándome así la visión de aquella nueva penetración, y de modo que Marcos podía agarrar sus tetas pellizcando sus pezones, mientras ella subía y bajaba de su polla.

Marcos avisó que parase o se iba a correr. Verónica hizo caso omiso de su advertencia. Y, todo lo contrario a lo que esperaba, aumentó el ritmo, pidiéndole que por favor se corriera en su culo.

Aquello fue el detonante que necesitó Marcos para explosionar en un terrible orgasmo dentro del culo de mi mujer, que al sentir sus fluidos calientes dentro de ella también se corrió nuevamente.

Allí estaba yo, frente a mi mujer y su ex viendo y grabando como ambos se corrían simultáneamente delante de mí.

Una vez se hubieron calmado mi mujer me pidió que hiciera un zoom de su culo. Cuando estuve listo sacó la polla de Marcos de su encierro, permitiendo así que la corrida de este saliera de su culo resbalando fuera de él y goteando hasta las piernas de su ex.

Quedaron exhaustos, muertos de cansancio, pero totalmente satisfechos.

Por suerte mi mujer tuvo piedad de mí, y tras recuperarse un poco, quiso darme una satisfacción, arrodillándose ante mí, bajando mis pantalones y dejando mi polla al aire, la cual comenzó a menear y chupar hasta conseguir que me corriera, cosa que no tardó en ocurrir, en su boca, tragándose toda mi leche.

Tras desahogarnos todos, unos más que otros, nos sentamos como estábamos al principio, aunque ahora desnudos, y seguimos charlando y tomando los cubatas que parecíamos haber olvidado hacía rato, hasta que ya siendo tarde Marcos tuvo que marcharse, no sin prometernos volver a reunirse con nosotros, con o sin su mujer (preferiblemente sin ella), para repetir lo de aquella noche, aunque en esa ocasión pedí intervenir yo también.