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Historias reales 3

en Trios

HISTORIAS REALES 3

Aquel día, cuando llegué a casa después del trabajo, mí mujer, Verónica, me comentó que había recibido una llamada telefónica de su primo Miguel, un familiar con el que de pequeños jugaba, y que se trasladó, junto a sus padres a Ibiza, por cuestiones de trabajo, y que hacía al menos quince años al que no veía.

Le comentó que iban a pasar unos días en la ciudad y que le gustaría que se volvieran a ver. Mi mujer, muy educadamente le ofreció nuestra casa para hospedarse, y así ahorrarían el dinero del hotel. Su primo aceptó tras insistirle mi mujer en que no nos ocasionarían ningún problema. Ya supuse que aceptaría pues, por lo que Verónica me había contado anteriormente de él, este siempre le había estado tirando los tejos de jóvenes y a buen seguro que no le importaría estar cerca de su prima a la que tanto “quería”.

Llegó el día en el que esperábamos a su primo, el cual nos sorprendió al llegar acompañado de su novia, una chica morena de ojos negros, con un cuerpo de infarto, de nacionalidad italiana y que hablaba bastante bien nuestro idioma, pues llevaba bastantes años viviendo en Ibiza.

Resultó que Claudia, que así se llamaba la italiana, además de estar tremenda, era muy simpática y extrovertida, por lo que casi enseguida nos tratábamos como si nos conociéramos de toda la vida.

No podía evitar mirarla, pues era sumamente atractiva y sensual, provocando una oleada de calor en mí cada vez que me miraba con sus ojos negros, cosa que seguramente no pasó desapercibida a las respectivas parejas, aunque no pareció que ello le importara a su novio y mucho menos a mi mujer con la que tenía una relación en todos estos aspectos muy liberal.

Esa tarde nos encontrábamos en la piscina dándonos un baño, momento en el que, como era de esperar, casi se me cae la baba al verla en biquini, aunque debería estar acostumbrado pues Verónica no tenía nada que envidiarle a esta físicamente, pero la novedad tiene esas cosas. Miguel y Verónica se encontraban en la cocina preparando café, mientras Claudia se encontraba tendida en el filo de la piscina tomando el sol, y yo daba unas brazas nadando, quizá con la intención de que el agua fría apaciguara un poco la calentura que esta chica provocaba en mí. Buceé a lo largo de la piscina, para salir justo a la altura donde se encontraba Claudia. Al emerger encontré a esta tumbada lateralmente desprovista de la parte superior del biquini. Casi me atraganto ante aquella visión. Eran unos pechos perfectos, con una talla 100 aproximadamente y su forma redondeada y dura, coronados por dos pezones duros y rodeados por una pequeña aureola de color rosa.

-          Espero que no te importe que tome el sol así.

-          No en absoluto, todo lo contrario…

Iba a continuar con mi comentario, diciéndole que las tenía perfectas y todo lo demás, pero mis palabras quedaron inacabadas al hacer su entrada Miguel y Verónica con el café.

Verónica enseguida se fijó en los pechos de Claudia, cosa que era un poco difícil no hacer, comentando durante el café que los tenía muy bonitos.

-          Seguro que los tuyos también lo son, comentó su primo con picardía, a la vez que se lanzaba al agua desde donde llamó a su novia para que lo acompañara en el baño.

Uno tras otro todos nos fuimos introduciendo en el agua. La pareja de novios comenzó entonces una supuesta pelea acuática, donde él le hacía cosquillas a ella, aunque yo realmente creo que lo que trataba era de meterle mano con cierto disimulo. Pero cual no fue nuestra sorpresa cuando, de pronto, mientras mi mujer y yo les habíamos perdido un poco la atención,  cayó junto a mí una prenda de vestir. La cogí y pude comprobar que se trataba de la braguita del biquini de Claudia, la cual había quedado totalmente desnuda dentro del agua. En ese momento sentí como sufría una instantánea erección, pues podía percibir su cuerpo desnudo a través del agua. Aunque por si no lo conseguía, ya se ocupó su novio de lanzarla hacia arriba, de modo que su cuerpo pudiera ser visto al completo. Cuando cayó al agua esta se abrazó a su novio, como tratando de que este le sirviera de parapeto, con lo que también pudimos de ese modo ver su espalda y su culo. ¡Estaba impresionante por cualquier sitio que se la mirase!

Verónica, continuaba sin decir nada, aceptando que aquella desconocida estuviera desnuda en nuestra piscina y sabiendo que a buen seguro me estaba poniendo caliente. Yo diría que incluso ella estaba disfrutando con todo aquello, lo cual me fue confirmado cuando ella, sumándose al despelote se deshizo de su parte superior, mostrando sus pechos, que aunque algo más pequeños que los de la italiana, en forma y consistencia no tenían nada que envidiarle.

Claudia recuperó la parte inferior de su biquini, la cual se puso para descontento de casi todos. Y así pasamos la tarde, jugando al vóley dentro de la piscina con las dos chicas en tetas, disfrutando con los saltitos que daban y que hacían que sus tetas se movieran arriba y abajo con gran placer para nuestros ojos.

Esa noche salimos a un pub cercano a casa a tomar unas cervezas. Las chicas iban impresionantes, como son ellas realmente. Verónica con un vaquero muy ajustado que marcaba todas sus formas y con una camiseta de licra ajustada sobre la que se marcaban sus tetas desprovistas de sujetador. Mientras que Claudia llevaba un vestido muy corto, de vuelo, y atado al cuello, lo que hacía que sus pechos quedaran perfectamente definidos bajo él.

Tomamos varias rondas de cerveza, la cual se nos estaba subiendo ostensiblemente a la cabeza. Fui a jugar una partida en una de las máquinas que había en el pub. En medio de la partida se me acercó Claudia y me pidió fuego, pero en ese momento me era imposible dejar los mandos pues perdería la partida, por lo que le indiqué que cogiera ella misma el mechero que lo tenía en uno de los bolsillos de mi pantalón, tipo ibicenco. No se lo pensó y metió cada una de sus manos en mis bolsillos comenzando a moverlas tratando de encontrarlo, aunque, no sé si deliberadamente o no, por “accidente” palpó en varias ocasiones mi miembro. Al sentir el contacto de sus manos sobre él, la miré de soslayo y pude observar cómo me dirigía una mirada llena de picardía, admitiendo con ella que todo aquello no había sido de forma accidental. Se encendió el cigarrillo y devolvió el mechero al bolsillo, marchándose junto con los primos a la mesa en la que se encontraban.

Al poco perdí la partida y me fui con ellos.  Tomamos varias rondas más, que fueron haciendo su conocido efecto, de modo que ya nos encontrábamos muy, muy contentos.

Miguel propuso jugar una partida de billar, en la nos enfrentáramos los chicos contra las chicas, siendo inmediatamente aceptada la idea por parte de ellas que se veían capaces de cualquier cosa en aquel momento.

Fue una partida muy especial pues, cuando nos tocaba tirar a nosotros, las chicas usaban sus armas de mujer para tratar de desconcentrarnos y que así fallásemos el tiro:  cuando yo iba a tirar, Claudia se ponía justo en frente y con disimulo levantaba su falda mostrándome su braguita. Otras veces se situaba por detrás de su novio y mientras este iba a efectuar el tiro, esta le tocaba el paquete haciendo que perdiera totalmente la concentración. Verónica también se sumó a la estrategia, mostrando sus pechos tanto a su primo como a mí.

En definitiva, fue la mejor partida de billar que he jugado nunca.

Acordamos irnos a casa. Nos aprovisionamos de unas pocas de aquellas cervezas de importación, que tenían una graduación más alta de lo habitual, para así seguir con ellas al llegar.

Una vez en casa, y dado que hacía un calor tremendo, a pesar de ser de noche, todos nos pusimos cómodos, con los bañadores y biquinis, con la intención de en cualquier momento meternos nuevamente en el agua. Miguel fue al servicio que había junto a la piscina, proponiendo que iba a hacer un truco de magia y que necesitaba prepararse. Unos minutos después llamó a Claudia pidiéndole que fuera donde estaba para ayudarlo. Tras unos instantes en la que los dos habían desaparecido, volvió de nuevo Claudia entre risas.

Justo detrás de ella apareció Miguel de modo que iba sosteniendo un pañuelo a la altura del ombligo.

-          Señoras y señores, ante ustedes voy a realizar un truco en el que tras soltar el pañuelo este  no se va a caer al suelo.

Uniendo las palabras a los hechos soltó el pañuelo quedando este apoyado sobre su polla que se encontraba totalmente erecta impidiendo como había prometido que este cayera.

Todos nos reímos ante la idea que había tenido, y lo hicimos más aun cuando Verónica con un movimiento rápido quitó el pañuelo de su lugar, dejando a la vista a su primo totalmente desnudo y con la  polla tiesa.

Este sin pudor ninguno, salió corriendo hacia la piscina a la que se lanzó, y desde ella comenzó a solicitarnos que lo acompañáramos, pero que todos debíamos estar en las mismas condiciones que él.

Todos nos dirigimos a la piscina, deshaciéndose las chicas de su parte superior del biquini de camino. Una vez todos dentro de la piscina Miguel seguía insistiendo en que debíamos estar todos desnudos y, como parecía que nadie le quería hacer caso, tuvo él que hacerlo personalmente, deshaciéndose en un abrir y cerrar de ojos de la braguita de su novia, que lanzó fuera de la piscina, bastante alejada de modo que no pudiera recuperarla.

Yo, animado por el alcohol, me deshice igualmente de mi bañador, siendo imitado al momento por mi mujer que también lanzó su braguita hasta donde estaba la de la italiana. Ya estábamos todos desnudos dentro de la piscina. Las chicas abrazaron cada cual a su respectiva pareja, besándonos ardientemente. Poco después, ya acostumbrados a estar desnudos, seguimos charlando mientras con mal disimulados gestos tocaba a mi mujer y ella a mí, al igual que hacía la otra pareja.

Acordamos, dado el calor que hacía aquella noche, que podíamos tender unas mantas sobre el césped de la piscina y dormir allí.

Tras recuperar nuestras prendas inferiores respectivamente, pues las chicas quisieron permanecer con sus tetas al aire, tendimos las mencionadas mantas en un lugar amplio, desde donde se podía ver claramente todo el cielo estrellado. Nos tumbamos en ellas y al poco rato quedamos dormidos o al menos eso pensaba yo.

De pronto me despertó una sensación húmeda sobre mi pecho, abrí los ojos y pude ver como Claudia, que se encontraba  a mi lado, estaba tumbada lateralmente cayendo su boca justo a la altura de mi pecho, de modo que estaba dando con su lengua en mi pezón, lo que me estaba provocando una serie de sensaciones como nunca había sentido hasta aquel día. A continuación  sentí como una de sus manos se apoyaba sobre mi paquete y lo comenzaba a acariciar. 

Pude comprobar que su cuerpo se movía. Estaba siendo embestida desde atrás por Miguel. Con un movimiento rápido metió Claudia su mano dentro de mi bañador, tomó mi polla que para entonces estaba tiesa y dura como un palo, comenzando a menearla, siguiendo el ritmo de las embestidas de su novio.

Facilité su trabajo bajando mi bañador hasta mis rodillas, de modo que ahora si podía masturbarme con gran facilidad y maestría. Pocos minutos después percibí que los movimientos de Miguel aumentaban de ritmo, hasta que tras un suspiro profundo descargó  sobre su novia, permaneciendo quieto después tras haber saciado sus ímpetus. Yo no pude aguantar más y también sufrí un terrible orgasmo que hizo que lanzara unos potentes chorros de semen hacia arriba, chorreando el resto sobre la mano de Claudia, a la que pareció complacerle el haber satisfecho a dos tíos.

Realmente sentí que necesitaba más, quería poseerla, sentirme dentro de ella, pero aquella noche ya había sido muy larga y no dio más de sí, aunque habría más días y todo sería tratar de encontrar el momento oportuno.

CONTINUARÁ.

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