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Matacrisis 7 (mitad primera: Darío)

en Dominación

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La vida transcurre apaciblemente para una familia madrileña de clase acomodada hasta que la crisis económica empieza a afectar a las consultas del matrimonio de psicólogos formado por Sergio y Rebeca.

Sergio se ve obligado a aceptar un trabajo muy especial que podría salvarles de la crisis… o quizás los arrastre en una espiral de dudoso final...

CAPITULO 7.A. DARÍO.

La luz que entraba por la ventana despertó a Darío. Había tenido que dejar la persiana a medias por la costumbre de Vanessa de dormir siempre con algo de luz exterior.

Estaba contento. Había sido una noche divertida y con suficiente sexo como para dejarle casi vacíos los testículos. Casi. La simple presencia del cuerpo desnudo de Vanessa a su lado había hecho que pese a que su mente no estaba despierta del todo, su pene si estuviera ya completamente extendido y caliente ansiando volver a penetrar ese rico sexo. Casi podía sentir cómo las fábricas de sus huevos estaban trabajando a tope para reponer todo su semen hasta alcanzar nuevas cotas de presión que lo obligasen a saciarse con su novia.

Pero también sabía que no podía despertarla así… estaba tan bonita cuando dormía. No le parecía bien despertarla y convertirla en un objeto sexual. En el fondo era bastante romántico.

Se levantó lo más discretamente que pudo y se marchó del dormitorio de sus padres, dejándola tendida en la cama de matrimonio con restos de semen aún visibles en el pelo y las sábanas junto a su cabeza. Avanzó hasta salir sin despertarla para llegar al lavabo del pasillo.

Según salía del lavabo con intención de hacerle un desayuno sorpresa a su novia, Darío recordó que no sabía si su hermana estaría en casa. Por un instante se sintió incómodo, imaginándose a su hermana descubriéndoles usando la cama de sus padres. En realidad no era que temiera haber sido espiado, ni siquiera lo pensó, sino que se chivase a sus padres de que habían dormido… y otras cosas… en la cama marital.

Entró con mucho cuidado en el dormitorio de su hermana, procurando no hacer el menor ruido para no despertarla si estaba allí… sólo le hubiera faltado enfadarla para completar el día.

Lo que vio provocó una intensa reacción de su verga. Su hermana. Su estudiosa, seria y responsable hermana estaba desnuda. Y tenía un cuerpazo.

Salió apresuradamente del cuarto, cerrando sin hacer el menor ruido… aunque su corazón palpitaba a mil por hora y su polla estaba tan rígida que pensó que podría romperse con un pequeño golpe.

Se quedó así un par de minutos, apoyada su espalda contra la puerta de su hermana. No podía evitar recuperar la breve visión de su juvenil cuerpo desnudo tendido y abierto sobre la cama, ni del impresionante consolador que se balanceaba al compás de su respiración entre sus deseables pechos. La presión que sentía en sus huevos se incrementaba exponencialmente mientras su desbocada imaginación le llevaba a una increíble escena en que él tomaba a su hermanita… para transformarse apenas un instante en una visión de un trío en el que participaba su amada Vanessa.

Al final, la cordura se impuso y se alejó lentamente del dormitorio de su hermana rumbo a la cocina, mientras su pene aún se mantenía rígido a causa de la sensual imagen de su preciosa hermana, mezclada con la de su propia novia.

Su mente incendiada de lujuria y una fuerte sexualidad exigía cobrarse una cuota, liberar la presión que hacía que la piel de su escroto estuviera tan tensa que pensaba que estallaría y sus testículos reventarían como unos globos de la tremenda sensación de hinchazón, saciar el hambre de su miembro viril y romper el silencio de la casa.

Hizo lo más rápido, un vaso de leche caliente con cacao, y fue al dormitorio de sus padres, donde encontró a Vanessa acurrucada en un lado de la cama. Su desnudez volvió a imprimir mayor urgencia a su deseo, mientras sus ojos devoraban cada centímetro de su cuerpo visto desde la espalda.

Se subió a la cama con la taza, tocando en el hombro a Vanessa.

- Hora de levantarse, dormilona… -comenzó, diciendo cuando ella abría los ojos y se giraba comenzando a poner una de sus clásicas sonrisas en la cara… esas sonrisas con un punto de lascivia que tan cachondo le ponían- buenos días, amor. Te he traído… toma, bebe.

Ella se incorporó a medias, dejando a la vista sus impresionantes pechos y cogió entre las manos la taza caliente mientras le dirigía una mirada cómplice y ronroneaba de gusto con los primeros sorbos.

- Voy a dejar que se enfríe un poco… -comentó, dejando el vaso en la mesilla y levantándose hasta quedar sobre sus rodillas y ponerse frente a él-. Mereces un premio por ser tan buen novio…

Comenzaron a besarse lentamente, para luego ir agarrándose mutuamente y acercándose hasta sentir la calidez de sus cuerpos enfrentados rozándose mientras sus labios y lenguas batallaban para demostrarse su amor y lujuria.

Darío renunció a la batalla en que Vanessa era una clara ganadora, tenía una boca portentosa, y bajó la cabeza para besarla las tetas. Atrapó entre sus labios los pezones y fue estirándolos entre medias de los besos a la vez que su mano diestra se introducía en la entrepierna de su novia para acariciarla y comenzar una delicada masturbación. Vanessa respondía con pequeños gemidos mientras le acariciaba el cabello y curvaba el cuerpo para ofrecer un mejor acceso a sus senos.

Cuando el objetivo de endurecer sus pezones estuvo conseguido, Darío fue haciendo que Vanessa girase el cuerpo, a la vez que su mano izquierda sustituía a la derecha en la sesión de masturbación del coño de su chica, que ya comenzaba a estar dilatado lo suficiente para que dos dedos entrasen sin problema.

En ese trayecto para ponerse de espaldas, la chica agarró la polla del hijo de los psicólogos para masturbarla lo suficiente como para que la erección se hiciera aún más fuerte y dura.

Casi había logrado ponerla a cuatro patas, pensando en saciar su instinto animal en esa postura primitiva, cuando ella se dejó caer y giró sobre si misma para volver a colocarse enfrentada ante él. Volvió a colocarse apoyada en las rodillas y se lanzó de cabeza sobre la dura verga de Darío. Colocándola verticalmente, empezó a pasear su lengua arriba y abajo del viril miembro del excitado chico.

Una y otra vez repitió el movimiento, empapando son su saliva el duro tronco, antes de incluir en su trayecto el saco de piel que contenía los testículos del chico. Tal era su maestría que varias veces Darío pensó que eyacularía ahí mismo, sin siquiera haber comenzado a penetrarla. Pero ese mismo número de veces, ella paraba el tiempo justo para darle un respiro suficiente para no hacerlo.

Al final, se lanzó ávida sobre la cabeza del pene y comenzó a hacerlo desaparecer dentro de su boca. Cada parte de esa parte del cuerpo de Vanessa parecía destinada y concentrada en su perfecta misión. Le llevó al límite nuevamente un par de veces más, bloqueándole a tiempo y sustituyendo con sus manos la labor de la boca… antes de metérsela una tercera vez hasta el fondo. No pudo contenerse. Su primera lechada del día fue directa al fondo de la garganta de su novia, que bebía con gran pasión cada chorro que salía del pene de su chico.

Darío estaba a punto de explotar mientras ella consumía hasta la última gota que brotó de su pene, para inmediatamente retomar la masturbación con la mano mientras le miraba hacia arriba con una sonrisa en la cara que no dejaba lugar a dudas de qué estaba pensando.

- ¿Vamos a por la segunda base, mi principito?.

En apenas un minuto, la labor de la mano y boca de la poderosa hembra lograron sus objetivos y la polla de Darío volvía a tener su perfecta dureza. Nunca se cansaba de la maestría de su novia con la boca, le parecía asombrosa… pero siempre desechaba cualquier pensamiento de cómo la había podido lograr. Era su chica, su novia, su amante, su princesa.

Esta vez no ofreció resistencia cuando la puso apoyada sobre las rodillas y las manos encima de la cama de sus padres. Y algo dentro de él le decía que por primera vez podría penetrarla vaginalmente sin preservativo.

Como si leyese su mente ella giró la cabeza hacia atrás, miró un segundo el duro pene y luego le hizo un leve gesto a los ojos. Darío captó la señal. Insertó su hinchado miembro en la suave y caliente cueva del placer de su novia, con fingida lentitud.

Después, agarrándose a la cintura de Vanessa, comenzó un lento movimiento de mete saca que fue incrementando con cada impulso el recorrido interior de su miembro dentro de la vagina de la hembra a la vez que crecía en intensidad la frecuencia y fuerza de sus impulsos.

Mientras ella se sacudía de placer y gemía, él pensó en ofrecerla algo nuevo en recompensa por su excelente trabajo con la boca. Se echó sobre ella para aumentar la profundidad de la penetración a pesar de perder fuerza y usó una de sus manos para acariciarla los pechos mientras con la otra atormentaba su húmedo coño para sacar el máximo partido a la creciente humedad de su novia.

Cuando se notó que empezaba a tener ganas de eyacular, extrajo la polla. Obligó con la misma mano que antes había usado en sus pechos, a que Vanessa se inclinase hacia delante para apoyarse en los codos a la vez que la segunda de sus manos vertía los preciados jugos del coño de la hembra sobre el agujero anal, que ya mostraba una ligera dilatación como cada vez que hacían el amor.

Lubricó lo que pudo el ano de su novia mientras ella se mordía los labios con anticipación al placer que comenzó a recibir en cuanto la cabeza de la polla de Darío entró en contacto con el culo de la chica. Empujó sin piedad, acostumbrado a la rapidez con que su novia acomodaría su ano a su pene, otra de sus características más impresionantes, pues era capaz de dilatarlo al nivel óptimo para que entrase sin problemas su pene en los primeros instantes y después cerrarse lo suficiente para permitir el movimiento de bombeo pero con la estrechez justa para que hubiese el mayor contacto posible que pudiera incrementar el placer.

Y así siguió el acto, pasando de una ansiada penetración vaginal sin preservativo a una dura sodomización del culo de la amada novia de Darío, cuyos pensamientos de detener su eyaculación para lograr dar el máximo de placer a su compañera no fueron suficientes para evitar que llenase con su semen el ano de la rica hembra al cabo de un par de minutos de intensa penetración.

Se sentó junto a Vanessa, mientras observaba la delgada línea de semen que escurría del ano de la chica por haber sacado su pene antes de completar la descarga. Pero esta imagen apenas duró un segundo, mientras ella se giraba y estiraba ronroneante hasta quedar tumbada mientras giraba el cuerpo para avanzar reptando hasta poner su cara frente a la entrepierna de Darío.

Darío la miró, observando con detenimiento cada una de sus líneas faciales mientras su chica adoptaba lentamente la imagen pura del vicio. Y supo que no le iba a dejar rendirse tan pronto.

Separó sus piernas para dejar que ella se abalanzase sin problemas sobre su flácida polla. Minutos después la había reanimado completamente sin apenas usar otra parte de su anatomía. Darío se sentía en la gloria, pero era consciente de que su anterior fracaso a la hora de completar la segunda base con mayor eficacia le supondrían un pequeño castigo por parte de esa diablesa viciosa que era su amada novia.

No tuvo que esperar mucho para conocer su castigo. Observó como ella se levantaba ronroneante, rozándole el cuerpo con sus pechos según se alzaba, pero no se atrevió a tocarla hasta conocer qué tenía pensado.

No se sorprendió cuando ella giró sobre si misma después de un largo beso en la boca. Se puso en cuclillas y situó con sus manos el pene de Darío en el centro de su húmedo y lujurioso coño.

Darío se relamió anticipadamente, mientras su novia insertaba la punta del capullo desnudo en la entrada de su vagina. Aún inmóvil contempló cómo Vanessa subía sus pies sobre sus propias piernas para auparse. Se dejó caer hacia atrás y Darío la agarró para que pudiera situar sus manos en la cama en esa incómoda posición en que ella dirigiría toda la penetración.

De esa forma, empezó a cabalgarle sin descanso mientras Darío sentía hervir su polla hasta el punto de la irritación. Las tremendas energías que utilizaba su novia lo dejaban sin aliento mientras subía y bajaba sobre su pene sin compasión, puesto que él apenas podía participar y sólo contemplaba su perfecta espalda.

En esa nueva postura, aún logró contenerse un buen rato hasta lograr que ella empezase a emitir sus ronroneantes gemidos que tanto le gustaban. Entonces pudo relajarse un poco hasta que sintió el impulso imparable que surgía de lo más hondo de sus testículos y lo dejó avanzar caliente a través de su bombeante e hinchado pene hasta salir en un potente chorro en el interior del cuerpo sudoroso de Vanessa.

Liberada la presión de su pene, empezó a darse cuenta de cómo se reflejaba esa relajación de su miembro en el incremento de la presión dentro de su cabeza. No era la primera vez que tanta tensión le daba dolor de cabeza, pero no por esperado era menos molesto.

- Ufff… has estado muy bien, amor… -comentó Vanessa, mientras apoyaba su cabeza sobre el pecho de Darío, besándole suavemente a la vez que le miraba de reojo de una forma que indicaba que aún pediría más ese día-. ¿Dónde tienes una bata? –preguntó de golpe, cambiando de tema.

- ¿Qué?.... ¿qué?.

- Una bata. Ya sabes, esa prenda que se pone para cubrir el cuerpo y que se usa para andar por casa cuando no quieres ir desnuda como yo… -dijo, con una fingida voz inocente que chocaba con sus movimientos sensuales del cuerpo, que incluyeron el agarre del flácido pene de Darío por una de las manos de la chica.

- En el armario estará la de mi madre… -empezó a responder.

- No, no, cariño… -negó ella con la cabeza, como si hablase con un niño- No voy a ponerme la ropa de tu madre. ¿Tú hermana no tendrá alguna bata de sobra?.

- Eee… -comenzó a tartamudear, sin saber qué decir al recordar a su desnuda hermana.

- ¿Sí o no? –insistió ella, cerrando su mano y apretando su polla hasta hacer que le doliera.

- Síiii… supongo…

- Me vale –contestó alegremente, y bajó la cabeza hasta la cabeza de su pene, plantándole un sonoro beso que hizo que su miembro volviera a recuperarse-. ¿Quieres más, pequeñín? –preguntó ella directamente a la masculinidad de Darío y la respuesta fue obvia-. Luego tendrás más.

Y se marchó, desnuda, contoneándose tranquilamente.

Sin poder evitarlo, Darío se levantó también un minuto después, y se acercó a la esquina para espiar desde la distancia el cuarto de su hermana. Incluso pudo ver cómo Vanessa se inclinaba sobre la cama de su hermana con una bata de color rosa tan pequeña que podía ver casi su delicioso coño cuando se inclinaba.

Al principio, la sangre que bajó hasta su pene durante la reacción a esa visión, le impidió darse cuenta de lo que se decía, pero pronto recuperó su oído, que también le llevó una conversación que hizo que su pene mantuviera su estado de erección.

- Vamos, dormilona, es hora de levantarse… espero que pudieras descansar… jajaja… - justo en ese momento la vio salir, así que procuró retirarse de la zona visible, pero no pudo evitar pensar que su novia le había visto sin dificultad a la vez que añadía-. Te has perdido el desayuno especial de Darío… pero puedes pasarte a tomar el segundo, aunque sea con leche… de vaca… jajaja…

Cuando Vanessa regresó a la habitación de los psicólogos, Darío vio que llevaba abierta la bata que había cogido prestada, mostrando impúdicamente su sexo. Y lo tenía reluciente. Inmediatamente Darío supo lo que pediría a continuación incluso antes de que ella se acercase a pequeños saltitos, que hicieron que la bata se abriera aún más para mostrar sus espléndidos senos, y cerrase su mano sobre su pene.

- ¿No irás a dejar que me duche sola, verdad, cariño? –susurró con sonrisa maliciosa mientras pajeaba con su mano el viril miembro de Darío.

Por toda respuesta, Darío la agarró por la nuca para atraerla hacia sí y darla un profundo beso que se prolongó largamente.

Ya en la ducha de sus padres, nuevamente desnudos los dos bajo el agua que caía de la alcachofa especial para masajes que se había comprado la madre de Darío, se estuvieron tocando intensamente mientras se frotaban con jabón todas las partes de sus anatomías. Cada uno enjabonaba a su pareja.

Darío aprovechó a fondo su posición frontal cuando tuvo que enjabonar a Vanessa para mordisquearla los pezones mientras con la mano aún libre de jabón metía sin dificultad un par de dedos en la humedísima cueva de su amada, pues ya había venido lubricada por su propia lujuria al regresar del cuarto de Camila. En esos instantes en que lograba arrancarla pequeños gemidos cuando Darío no podía evitar pensar en que su novia se había puesto cachonda al contemplar el cuerpo desnudo de su hermana… y se imaginaba a si mismo observándolas mientras Camila estaba tendida en su cama con Vanessa comiéndola el coño con el culo en pompa, aprovechando la ocasión para romperla el culo a la vez que veía flotar las tetas de su hermanita mientras recibía la comida de coño de su novia.

Su pene creció con esa idea más rápido de lo que habría sido normalmente bajo las suaves estimulaciones de Vanessa, pero como ella no pareció darse cuenta al estar concentrada en la masturbación a la que la sometía Darío que éste se dejó llevar un rato más por su excitada imaginación. La escena que se rodaba en su mente cambió. Ahora su novia y su hermana estaban haciendo un 69 sobre la cama de sus padres. Él se acercaba un rato después de estarlas espiando y penetraba vaginalmente a Vanessa… para recibir poco después la lengua de su hermana en sus propios huevos…

Despertó de su calenturienta imaginación con el susto de que realmente le estaban lamiendo la zona del escroto, pero al bajar la vista no descubrió a su hermana, lo cual lo tranquilizó, puesto que una cosa era una cándida fantasía juvenil y otra que pudiera hacerse. Por suerte, era Vanessa quien lamía su fábrica de semen… aún así, Darío decidió que en sus fantasías no debería volver a pensar en su hermana, pues aunque era muy atractiva (cosa que nunca diría jamás en público) no dejaba de ser su hermanita mayor. Además… la idea de pillar a Vanessa haciendo sexo lésbico estaba bien… pero más lo estaba follársela él solito en directo. En el fondo era un poquitín celoso… del sexo de su novia.

Así siguieron los siguientes minutos, hasta que cada uno logró que el otro se corriera. Darío lo hizo sobre los pechos de Vanessa, que se lo extendió y mezcló con el jabón, y Vanessa sobre la cara de Darío, que bebió parte de sus húmedos y calientes fluidos.

Luego, terminaron de lavarse tranquilamente y pasaron una tranquila mañana con la hermana de Darío hasta la llamada de Toni para anunciar su visita. Entonces su novia decidió pedirle algo de ropa a su hermana, pues aún iba cubierta sólo con la bata sensualmente corta.

Las miró mientras se alejaban, empalmándose al contemplar el trasero de Vanessa… y el de Camila. No lo pudo evitar, su perverso pene no dejaba ningún culo femenino a su vista sin valorar. Y el de su hermana, atrapado en un ajustado pantalón vaquero, recibió casi la misma puntuación que el de su novia. Rápidamente desechó la idea… que volvió un instante después en forma de imagen residual de las dos chicas abrazadas desnudas y comiéndose sus coños.

Al final pudo la curiosidad y se acercó silenciosamente al dormitorio de su hermana. La puerta estaba cerrada así que se arriesgó a espiarlas más de cerca, intentando escuchar y adivinar qué sucedía dentro.

- Eso fuera –escuchó decir a su novia.

No se escuchó una respuesta, pero sí movimiento de ropa. Y en la mente de Darío apareció la imagen de su hermana desnudándose en un strip-tease delante de Vanessa, pero lo desechó por ser una idea tonta. No había nadie más casta que su hermanita… aunque la visión de esa mañana le planteaba dudas… sobre todo al haber visto ese llamativo consolador sobre su cuerpo.

En medio de sus dudas le pareció escuchar gimotear a alguien… no sabría quien, el sonido cesó sin poder aclararlo. ¿Habría sido su hermanita?. ¿Su hermana mayor se habría masturbado?. ¿La habría masturbado Vanessa?. ¿O habría sido al revés y su hermana mayor habría masturbado a su novia?. Todos esos pensamientos e imágenes pasaban como torrentes por su sugestionable mente a la vez que no podía evitar que su virilidad se excitara ante esos impúdicos pensamientos e imágenes mentales de fuerte carga erótica. Sin pensarlo, se relamió.

- Quiero eso –se oyó decir en voz baja, aunque reconoció la inconfundible lascivia de la voz de Vanessa.

- Ehhh… sí… ¿ahora?... –preguntó su hermana.

- Claro, Toni está a punto de llegar y necesito unas bragas –respondió Vanessa, provocando un respingo involuntario de Darío ante el comentario que tantas opciones insinuaba en su mente.

- Sí… claro… las bragas… -escuchó decir a su hermana.

- ¿Ves?, -siguió hablando Vanessa después de un rato de un relativo silencio… aunque por un momento a Darío le pareció que alguien había estado olfateando como un perro en el interior del cuarto- no necesitan que las escondas ni las sujetes. Libres están mejor, no las tienes caídas y además así puedes lucir los pezones. Deberías repetir esto unas cuantas veces más, hará que Toni se anime… -ahora estaba totalmente claro que la conversación estaba tratando de los espléndidos senos que sabía que poseía su hermana, después de haber podido comprobarlo con sus propios ojos esa misma mañana. En cierto modo, esa conversación unida al propio espionaje le hacían sentir un picor en aumento en su entrepierna, que reaccionaba como siempre lo hacía: con la erección de su pene- de tu hermanito ya me ocuparé yo –y la verdad es que Darío no se podía quejar de esa afirmación, porque desde luego estaba sumamente complacido con su relación con Vanessa. El silencio que siguió mientras se mantenía espiando volvió a romperlo instantes después su querida novia-. Empieza… ¿no pensarás que siempre te lo haga yo, verdad?.

Los sonidos extraños siguieron produciéndose mezclados con el movimiento de ropa y en ese instante, Darío no fue capaz de soportar la imagen de su hermana y su novia frotándose. Sintió celos, mezclados con un punto de excitación ante la posibilidad de sorprenderlas teniendo un contacto íntimo.

No sabía qué hacer. Removiéndose inquieto, entro sin pensar en su propia habitación y por la ventana descubrió a Toni aparcando su coche. Irreflexiva e impulsivamente salió y entró en el cuarto de su hermana, pero se quedó de piedra justo en el umbral, aún con la mano sujetando el pomo.

Vanessa llevaba un pantalón vaquero… y Darío no pudo evitar pensar que era el mismo que había llevado su hermana minutos antes. También llevaba un top con un escote más suave de los que solía llevar pero que seguía permitiéndola adoptar un aspecto muy sexi, eso sin contar con la zona al descubierto que tenía más o menos desde el ombligo hasta el comienzo del pantalón.

Y, aunque su novia estaba hermosa, no pudo evitar que su mirada se detuviese en su propia hermana. Estaba desnuda de nuevo, con sus manos a la altura de sus tetas que en esos momentos lucían unos pezones hinchadísimos al igual que su delicada entrepierna. Se podía sentir la humedad incluso desde donde estaba él, llegando a captar la indudable apertura de la rajita de Camila. Se ruborizó intensamente en el momento de darse cuenta de ese hecho, momento en que su hermana decidió cubrirse los pechos con las manos antes de darse cuenta de la exposición de su entrepierna y hacer descender uno de sus brazos para cubrir con su mano la visión de su húmeda conchita.

Sin poder contenerse más, temiendo que su propio pene le jugase una mala pasada, Darío salió cerrando la puerta tras de sí, con el corazón galopándole en el pecho a un fuerte ritmo, no sin antes soltar lo que había ido a decir.

- Toni está aparcando.

Fue al salón y se sentó en uno de los sillones, tratando de calmarse. Respiró profundamente mientras intentaba dominar sus absurdas ideas para digerir lo visto y aplicar la fría lógica. Pero se le escapaba constantemente de entre las manos. ¿Qué podía justificar lo que había visto?. Su propia hermana desnuda en su cuarto, tocándose los pechos y con su sexo abierto como si fuese… como… no se atrevía ni a pensarlo. Y todo frente a Vanessa, su adorada novia. Pero que también era todo un trasto. ¿Estaría jugando con Camila?. Podía ser, aunque no quería pensarlo. ¡Ya!. Quizás la estaba dando trucos de seducción a su virginal hermana… esperaba que no demasiado amplios, pues a pesar de que él mismo no intentaba siquiera seguir esa tradición, por alguna razón esperaba que su hermana llegase casta y pura al matrimonio.

La entrada de Vanessa en la estancia interrumpió sus pensamientos. Se la veía espectacular con esa ropa prestada… claro que él siempre la veía espectacular. Cuando le sonrió, le desarmó y se le fueron de la mente todas las preguntas que habían estado a punto de surgir de sus labios.

En cambio, fue ella quien comenzó la conversación mientras esperaban a que Toni subiese.

- Conseguí los pasajes –dijo, sentándose a su lado y posando una mano sobre la pierna de Darío.

- ¿Pasajes? –respondió el hijo de los psicólogos, confundido por la afirmación de Vanessa.

- Sí, para México… ¿no te acuerdas, pillín? –repuso ella, acercándose más a él y llevando sin disimulo su mano hasta el paquete del chico.

- Esto… sí, sí… claro que me acuerdo… -tuvo que decir, mientras empezaba a recordar una conversación tiempo atrás mantenida en la que ella había sugerido que podrían irse juntos de vacaciones ese verano.

- Ni te imaginas lo bien que lo vamos a pasar, cariño… -sentenció ella, mimosa, mientras apretaba entre sus dedos los testículos de Darío y le besaba con tremenda pasión en la boca.

Justo en ese momento, cuando ella empezaba a bajar sus labios rumbo a la entrepierna de Darío, buscando claramente hacerle una nueva mamada, sonó la puerta de la entrada.

- Joder… -despotricó él, fastidiado por la interrupción.

- Te toca abrir, cariño –ronroneó su novia, frotándose contra él-. Ya seguiremos luego, te lo prometo –terminó, con un exagerado guiño.

Con esa promesa en mente, fue a recibir al novio de su hermana. No podía evitar que especialmente ese día le cayese mal… incluso pese a que acudir a la casa que tenía en la capital le encantaba por la posibilidad de ver a las dos hermosas criadas gemelas que allí trabajaban. Pese a lo mucho que quería a su novia, incluso él se había pajeado un par de veces pensando en esas dos monumentales hembras… claro que eran momentos breves, pues la bomba sexual que era Vanessa ocupaba el resto de sus pensamientos día y noche.

Resultó que Toni había encargado comida a un restaurante japonés, así que mientras esperaban mantuvieron una serie de charlas ligeras sobre fútbol y algún que otro tema de interés hasta la llegada de la manduca.

Cuando llegó, la colocaron en una mesa en el centro del comedor y se sentaron a su alrededor en cojines. Darío se sentó frente a Toni, con Vanessa a su izquierda y Camila a la derecha.

Cuando se dio cuenta de que su novia  le estaba ofreciendo con la mano el sushi, no pudo evitar ponerse colorado de la vergüenza imaginándose que su hermana o Toni comentasen que le estaban dando de comer como a un niño pequeño. A pesar de ello, abrió la boca para aceptar el alimento sin poder evitar atrapar brevemente entre sus labios los dedos de su novia mientras los sacaba de la boca al depositar dentro el alimento.

No pasó lo que temía, ningún comentario interrumpió el momento. De hecho, su propia hermana imitó a Vanessa y alimentó a Toni de la misma manera. Y así empezó un intercambio de comida entre los miembros de cada pareja.

La situación le hizo tomar la cerveza más rápido de lo normal y tuvo que ir por otra. Cuando volvió observó como Toni se retiraba rápidamente a su sitio desde la posición de su hermana, que aún conservaba el resto de una mancha a la altura de sus pechos y una cara con una apariencia de expresión contenida. Incluso pensó que si no fuese imposible, porque tenía las manos a la vista, que se estaba masturbando e intentando que no se notase en su cara. Sacudió la cabeza, la cerveza japonesa se le estaba subiendo a la cabeza más rápido de lo que esperaba.

El resto de la comida no pudo evitar lanzar rápidas ojeadas a su hermana mayor, observando cómo en ocasiones liberaba al exterior restos de una expresión de placer que no creía pudiese obtener de otra cosa que no fuese una íntima masturbación. La escena le parecía absolutamente irreal, pero los ojos de su novia lograban ir hipnotizándole cada vez más en el fondo de lujuria que mostraban, acompañado de esa ligera sonrisa juguetona y de la bajada de defensas a los pensamientos más racionales que suponía el alcohol, y poco a poco fue abandonando esas ideas para ir disfrutando cada vez más de esa especie de enlace psíquico con Vanessa.

Cuando Toni volvió a manchar a su hermana y se fueron a su dormitorio, casi no se dio cuenta… y no le importó. A esas alturas ya llevaba un rato siendo masajeada su polla por encima de la ropa por la habilidosa mano de Vanessa, que apretaba lo justo sus testículos la mitad de las veces. La mezcla de excitación y alcohol le hicieron olvidar cualquier pensamiento sobre su hermana y centrar todo su mundo del momento en Vanessa.

Sobre todo por lo que sabía que iba a venir cuando Vanessa metió su mano para agarrar con firmeza su ya endurecido pene.

- Es hora de que visites a la hija del General, pequeño… -susurró a su oído.

            Continuará...

Nota: este relato es inventado. Gracias por leerlo y vuestros comentarios.

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Matacrisis (4, Darío)

Matacrisis (3, Camila)

Matacrisis (2, los psicólogos)

Matacrisis (1, introducción)

La Sargento Irina 2

La Sargento Irina 1