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Matacrisis 7 (segunda mitad con Darío)

en Dominación

            Este relato viene de:

  • Séptima parte, mitad primera de Darío: http://www.todorelatos.com/relato/82008/

La vida transcurre apaciblemente para una familia madrileña de clase acomodada hasta que la crisis económica empieza a afectar a las consultas del matrimonio de psicólogos formado por Sergio y Rebeca.

Sergio se ve obligado a aceptar un trabajo muy especial que podría salvarles de la crisis… o quizás los arrastre en una espiral de dudoso final...

CAPITULO 7.B. DARÍO.

- Es hora de que visites a la hija del General, pequeño… -susurró a su oído.

Apenas un instante después, o eso le pareció a Darío, los dos estaban revolcándose desnudos en la cama de sus padres como animales salvajes en celo.

Vanessa le mordía el lóbulo de las orejas mientras él no dejaba de besarla y manosearla con frenesí.

- Venga, cabroncito mío… hazme daño… soy una niña mala… -le susurraba al oído en su tono más vicioso.

Y es que cuando ella le decía que era la hija del General hablaba de un estilo en particular. Era su forma de decirle que quería sexo… un sexo fuerte y con un punto de violencia.

En el fondo, Darío pensaba que era una forma de rebelarse contra las pesadas cadenas de la moralidad cerrada del padrastro de su novia… aunque otras veces se imaginaba que el padre biológico de Vanessa había abusado sexualmente de ella. Y muy en el fondo, esa idea llegaba a estimularle de una forma extraña.

Se levantó de la cama con dificultad. No físicamente. Una dificultad que le inducía su propio pene, hambriento del sexo de Vanessa.

Ella hizo amago de querer hacerle retornar, levantando las manos para abrazarle por el cuello, pero Darío la empujó apoyando una mano entre sus pechos y lanzándola contra el colchón.

Fue a la cómoda de sus padres y sacó lo que buscaba. Unas medias de su madre.

Al darse la vuelta, descubrió a Vanessa poniéndose a cuatro patas sobre la cama, mirando de lado hacia él con una sonrisa traviesa mientras se pasaba la lengua por los labios y separaba los muslos para ofrecer una visión mejor y más amplia de su húmedo e hinchado sexo.

- Soy una niña mala… -repitió- … muy mala… castígame… cúrame, amor mío…

Él se acercó lentamente, con la polla completamente levantada y tiesa en una potente erección. Llevaba en su mano izquierda las medias. La derecha la usó para dar un fuerte azote en el delicioso culito de Vanessa, que gimió con placer contenido.

- Dame duro, papaíto… soy una niña muyyy mala… -dijo antes de recibir una segunda torta- … más fuerte, cabrón… jódeme… soy tu niña mala… -se interrumpió con el tercer azote- … tu perra… -con la cuarta torta, logró hacerla caer y abandonar su posición a cuatro patas… pero ella simplemente respondió separando las piernas al máximo y añadió unas últimas palabras antes de que Darío usase las medias- … tu putita…

No necesitó decir nada. En cuanto agarró una de las muñecas de Vanessa, ella extendió ambos brazos para unirlos hacia delante y que pudiera así atarlos juntos empleando una de las medias de su madre de tal forma que quedasen sus brazos medio alzados apuntando a la cabecera de la cama con la cual estaban unidos gracias a la prenda de la madre de Darío.

La segunda media la usó para amordazarla.

No le gustaba demasiado este juego, pero en el fondo una pequeña parte de si mismo lo encontraba excitante. Además… a ella desde luego que sí le gustaba.

La primera vez que se lo pidió no supo cómo tomárselo. Incluso, por un momento, había llegado a pensar que Vanessa había sido violada por su padre. Al fin y al cabo, ella misma comenzaba siempre haciendo referencia a que era la hija del General, y su padre biológico era General cuando se quedó huérfana con quince años. Otras veces lo que se imaginaba es que era su estricto padrastro, con quien se había casado la madre de Vanessa cuando ella apenas contaba con dieciséis años, quién la había podido obligar a mantener relaciones sexuales por medio de la intimidación y la violencia. Pero realmente no sabía nada y sabía que no se atrevía a preguntárselo… al fin y al cabo, si se trataba simplemente de un juego y lo preguntaba podía quedar como un auténtico tonto.

Estos pensamientos fueron pasando por su mente casi sin darse cuenta, como en otras ocasiones anteriores, mientras daba unos cuantos azotes con la mano en el suave y prieto culito de su novia. Había logrado dejárselo bastante sonrosado, momento en que paró y no pudo evitar besárselo antes de situarse entre sus piernas con su duro y varonil miembro apuntando al ano de la chica.

Apenas estaba dilatado. El estrecho agujero le esperaba para ser objeto de su violenta embestida. No la hizo esperar. Situó su pene en la entrada, apoyando la punta justo en el centro. Al notarlo, ella empezó a moverse en una breve simulación de resistencia, incluso con una especie de gemido suplicante escapando a través de la mordaza. En esos momentos, Darío no podía evitar imaginarse a su preciosa novia siendo sodomizada por un hombre maduro en contra de su voluntad. Y mientras seguía con la representación, penetrándola con la suficiente fuerza como para vencer su resistencia inicial a la penetración anal, incluso era capaz de pensar que realmente Vanessa había sido violada pero que lo había disfrutado tanto que necesitaba revivirlo una y otra vez.

Todos estos tormentosos pensamientos acudían a su mente sin que eso mermase la fuerza que imprimía a su propio pene mientras follaba el estrecho culo de su novia… estrecho pero con una gran capacidad para dilatarse casi a voluntad, bien lo sabía él de otras veces. Debía admitir que en realidad disfrutaba con esa fantasía en la que sodomizaba por la fuerza el ano de su novia, de hecho alguna vez pensaba que era mejor que cuando lo hacían de la forma más tradicional.

Mecánicamente, volvió a propinar unos fuertes azotes en el culo de su chica mientras ella forcejeaba para liberarse de las medias con que estaba maniatada, sin dejar de empujar con toda la potencia que podía imprimir con sus caderas para follarse lo más duramente posible el culito de Vanessa.

Siguió follándola como un salvaje de la época de las cavernas, alternando momentos en que la azotaba el culo con la mano con otros en que introducía sus largos dedos para apretujar con fuerza excesiva los pechos de la hermosa hembra y aquellos instantes en los que también situaba alguna de sus manos sobre el suave cuello de Vanessa para usarlo de soporte para lanzar toda su potencia con su miembro varonil en alguna pequeña variación del ángulo de entrada de su pene en el ano de su traviesa novia. Ella mientras no dejaba de alternar instintivos gemidos con pequeños gritos de protesta, todos atenuados y casi inidentificables por la media que tenía a modo de mordaza en la boca, y agitados movimientos corporales en un intento teatral de librarse de sus ataduras, lo cual no hacía sino potenciar la intensidad de las sensaciones que la liberación de esta animal sesión de sexo tenían en la mente de Darío.

Al final, tras varios minutos de incremento del ritmo, no pudo contenerse. Con unas últimas sacudidas liberó toda la tensión con una serie de potentes chorros que inundaron con su caliente esperma la cueva de Vanessa.

Cayó rendido sobre ella, besándola con suavidad entre los omoplatos antes de apoyar allí su cabeza para descansar a la vez que su polla iba liberando las últimas gotas de su líquida semilla en el interior de Vanessa.

Ni siquiera se dio cuenta de cómo pasó. Debió quedarse dormido un instante, pero despertó cuando su pene regresaba a un estado de erección. Aún lo tenía dentro del culo de Vanessa, pero los ligeros movimientos de cadera de la chica acompañados de su innata capacidad para cerrar y relajar su esfínter anal estaban reanimando su masculinidad. La chica tenía libres manos y boca. Le miraba bajo él con picardía.

- Papaíto, -comenzó a decir con un tono de lascivia- soy una niña mala… muyyy mala… -bajó una de sus manos hasta colocarla sobre el culo de Darío, apretándoselo, mientras con la otra forzaba el acceso entre la cama y su propio cuerpo para empezar a acariciarse el coño- necesito que me castigues porque quiero ser una niña buena… pero estoy tan calieeeente… -y añadió, mientras frotaba su cuerpo contra el de Darío y comenzaba un suave movimiento de acercamiento y alejamiento contra su pene para lograr una erección rápida- dame tu medicina, papaíto…

Eso era más de lo que podía soportar en ese momento. Vanessa le estaba dando permiso para que en el juego pervertido que hacían la penetrase sin preservativo también por la vagina. Logró una máxima erección casi instantáneamente. Pese a lo abultado y endurecido de su pene, no tuvo problemas para sacarlo del culito de su novia. Una vez más demostró su capacidad de dilatación.

Darío se levantó hasta quedar erguido en la cama sobre sus rodillas, mientras Vanessa se ponía delante de él a cuatro patas y giraba de nuevo la cabeza para poner su carita de niña mala.

- Papaíto… que ojos tan grandes tienes…

- Son para ver mejor tu cuerpecito… -respondió Darío, siguiéndola el juego.

- Papaíto, que manos tan grandes tienes… -dijo ella cuando se situó detrás suyo, agarrándola por la cadera con su mano izquierda mientras con la derecha guiaba su pene hacia la entrada al sexo de su novia.

- Son para montarte mejor… mi putita…

- Papaíto, que pooolla tan dura tienes… -comentó, modulando aún más insinuantemente su tono de voz mientras él apoyaba la punta de su pene en la entrada del coño de la chica, preparado para penetrarla.

- Es para follarte… -dijo a la vez que clavaba de un golpe su endurecida polla, provocando un gemido de placer en la chica. Como una ocurrencia del momento, añadió, mientras comenzaba a bombear- con todo mi amor.

Comenzó así un creciente movimiento de empuje por parte de Darío, que sabía los deseos de una penetración fuerte que tenía Vanessa cuando adoptaba ese papel de hija del General en vez de preámbulos románticos. Puso ambas manos sobre tus hombros y los usó como apoyo para impulsarse con más energía, lanzándose hasta el fondo en movimientos más profundos a costa de un ritmo menor al habitual.

- Aahhh… así… ummm… más fuerte… aahhhh… más fuerte, papaíto… aahhh…

Aún más excitado por las palabras animosas de Vanessa, la agarró por el cabello y mientras lo estiraba con una mano siguió moviéndose con su pene en el interior de la chica de forma más rápida y salvaje a la vez que su otra mano la acariciaba el clítoris por delante con insistencia.

- Ahhh… ahhh… sigue, cabrón… ahhh… más… más… ahhh…

Aún aguantó así un rato antes de correrse dentro del electrizante cuerpo de la joven, llenándola con su caliente líquido seminal.

Ella se dejó caer hasta quedar formando un triángulo con su cuerpo en que el culo quedaba en pompa y su cabeza descansaba sobre la cama. Darío también empezó a dejarse caer sobre ella, abrazándola por la cintura sin sacar su polla, permitiendo que se vaciase completamente en la caliente vagina de su novia.

- Pobrecita yo… mi papaíto ya está cansado… -empezó a decir con un tono indecente en la voz.

- Serás perra… -respondió Darío, cansado pero picado por Vanessa- ahora verás, pequeña…

Y sin dejar que se levantase, en esa misma posición, empezó a alternar fuertes pellizcos con tortas en las tetas de la joven mientras su relajada y flácida polla se dejaba caer desde el húmedo interior de Vanessa.

- Ahh… síiii… síiii… soy una niña mala… ahhh… castígame… así… ahhh…

En su pequeña explosión, Darío no se dio cuenta de que su polla regresaba poco a poco a un nivel de dureza suficiente para volver a penetrarla, excitado íntimamente ante la sumisión que la sexualidad de la joven mostraba frente a las acciones de sus manos.

- Síiii… fóllame… castígame… papaíto… ahhh… jódeme… ahhh… te lo ruego… ahhh…

Ante los ojos de Darío, las palabras de Vanessa se convirtieron en una dilatación simultánea de sus agujeros. Abiertos a su disposición quedaron el ano, al fondo del cual aún se veían los restos de su anterior corrida, y su coño, del que salía un potente olor afrodisíaco mezcla de la leche de Darío y el poderoso y creciente flujo de la excitada hembra.

A esas alturas su pene ya había recuperado su máxima potencia y lo colocó en la entrada de su vagina. Su polla entró de un golpe hasta el fondo sin resistencia y él puso sus labios a la altura del oído de Vanessa para susurrar:

- Papaíto está en casa, ¿está su putita lista?.

- Sí… -respondió la chica.

- ¿Lista para tu castigo?... –insistió.

- Síiii…

- No te oigo, pequeña…

- Dame duro, papaíto… jódeme… castígame… -empezó a decir ella, excitada, a la vez que cerraba su sexo alrededor de la polla de Darío hasta dejarle el espacio justo- … fóllame, por favor…

- Mi puta… -sentenció Darío, inmerso por completo en su papel en el juego.

Comenzó entonces a bombear con gran fuerza, sintiendo un placer aumentado por la potente sensación de la fricción de su endurecido pene con las paredes de la ardiente vagina de su novia.

No la dejaba cambiar de posición, penetrándola sin parar y golpeándola con las manos en el culo, alternando un lado con el otro, mientras ella no dejaba de pedirle más y más.

Llegó un momento en que el ano de Vanessa llamó su atención, pues el agujero estaba bastante reducido y apenas cabía un dedo. Eso le dio una idea.

Sacó repentinamente su varonil miembro del interior del sexo de su novia, que protestó levemente, y lo apuntó al estrecho agujero.

Introdujo poco a poco la cabeza de su miembro, empapado en una mezcla de su propio semen y los fluidos vaginales de Vanessa. Una vez logró meterla, hizo fuerza. Empujó sin detenerse hasta que logró introducir la mitad de su dura polla. Entonces, nuevamente, empezó a bombear. El roce le estaba lastimando a si mismo. Sabía que luego tendría alguna herida en su pene, pero no le importó. Mantuvo la concentración y siguió penetrándola por la estrecha cueva hasta que entró todo su pene.

Así estuvieron varios minutos más. Y cuando notó que iba a lanzar un nuevo chorro, extrajo el pene y la agarró por las caderas para darla la vuelta y que quedase tumbada boca arriba en la cama. Sólo entonces dejó que su pene soltase su carga. Los pechos, el ombligo y la cara quedaron cubiertos rápidamente de su nueva descarga, mientras ella adoptaba una expresión de intensa felicidad.

Fue entonces cuando ella se lanzó a la carga. Chorreando por todos sus agujeros restos de la intensa sesión de sexo y con el cuerpo bañado en la última corrida, Vanessa tumbó ahora a Darío y empezó una nueva mamada hasta dejar bien limpia la polla de Darío.

Luego se besaron con pasión antes de fundirse en un nuevo abrazo y quedarse dormidos, saciados por dentro y por fuera… por el momento.

Se despertó más tarde, somnoliento.

Algo faltaba, pero no sabía que era… hasta que escuchó el sonido de la cisterna del lavabo de sus padres. Espero y al cabo de unos segundos, pudo disfrutar de la visión del cuerpo desnudo de Vanessa.

Su novia se quedó apoyada en el marco de la puerta, apoyando una de sus piernas en el otro extremo para mostrar su aún hinchado sexo. Se lo acarició lentamente delante de Darío, que sintió cómo su pene reaccionaba instintivamente y comenzaba a izarse. Ella sonrió ante esa muestra de su masculinidad.

- Toni se ha marchado –comentó.

- ¿Qué? –preguntó Darío, cogido completamente por sorpresa.

- Digo que Toni se ha marchado… se ha ido por la puerta –insistió ella, como si fuese un niño pequeño que necesitase explicaciones adicionales.

- ¿Con mi hermana? –preguntó confuso y aún medio dormido.

- No. Camila está en su cuarto.

Su cerebro comenzó a desperezarse. Pero también a imaginar escenas imposibles en que Vanessa, su novia, se liaba en su propia casa con Toni. Se los imaginó fornicando en el salón, mientras ambos hermanos estaban dormidos. Y sintió celos… y algo más… ¿podía ser?... no, no podía… ¿o sí?... no, imposible… ¿pero y si?... bueno, quizás… sí… esa sensación extraña que sentía podía ser… lo era… sí… excitación… los celos estaban presentes, pero también una excitación morbosa.

Desechó el pensamiento mientras la veía ponerse la reducida bata de su propia hermana. Seguro que se habían encontrado así, no había otra posibilidad… ¿o sí?... no, tenía que abandonar esa idea o se volvería loco.

- ¿Te parecen unas pizzas? –soltó ella, interrumpiendo sus pensamientos.

- ¿Qué? –volvió a responder él.

- Para cenar, tonto –respondió ella a su vez, sonriente mientras se acercaba contoneando su cintura.

- Vale, vale…

- Venga, tontito… es hora de levantarse… -anunció ella. Pero a la vez, se subió encima de la cama mientras le empujaba suavemente para situarse sobre él de forma que su cabeza quedaba entre las piernas abiertas de la chica.

Su sexo palpitante estaba sobre él, mientras lo rodeaba el velo de la bata. No perdió el tiempo y abandonó el resto de esos pensamientos mezcla de morbo y celos. Comenzó a lamer con avidez la concha de Vanessa, hasta lograr que se corriera nuevamente, tragándose buena parte de los líquidos íntimos de su chica.

Entonces el telón se levantó. Ella se apartó de él y se puso de pie junto a la cama, aún respirando agitada.

- Venga, a poner la lavadora, campeón.

- ¿Qué?.

- ¿No pretenderás que tus padres vean esto? –señaló la cama.

- Ya, ya… -comentó, levantándose por fin.

- Y luego ve a bañarte, anda… -y añadió- al otro cuarto de baño.

- ¿Qué? –repitió una vez más Darío, confundido nuevamente.

- Hay que limpiar la habitación y el baño de tus padres, de eso me ocuparé yo, pero si lo estás usando no podré, ¿vale?.

- Sí, sí…

Instantes después se marchaba para poner en marcha la lavadora y asearse antes de la cena que compartirían con su hermana.

Más tarde, según salía de su refrescante ducha, se encontró de frente con Vanessa. Llevaba anudada la bata en torno a la cintura y ella se aproximó hasta pegarse a él, provocando la instintiva reacción de la polla de Darío. Ella sonrió y, juguetona, metió la mano bajo la toalla para agarrarle el miembro.

Se puso a pajearlo mientras le hablaba.

- ¿RecuerdasLa Barraca?.

- ¿Qué?... ahh… sí, la pizzería…

- ¿Te importaría traer unas pizzas de allí?.

- Pero… está muy lejos… tardaré un montón… ¿por qué no las puedo encargar por teléfono al Pizza…? –se interrumpió cuando ella apretó fuertemente sus huevos entre sus dedos.

- Porque tengo algo en mis manos… y no te lo devolveré salvo que me hagas este favor…

- Vale, vale… pero suéltame…

- ¡Estupendo! –dijo, sonriendo y besándole al soltarle-. Aquí tienes los ingredientes, venga, date prisa.

Tardó casi una hora en regresar, aunque casi la tercera parte del tiempo había sido por culpa de buscar aparcamiento.

La sorpresa le vino cuando estaban poniendo la mesa Vanessa y él. Su hermana apareció con un camisón que le quedaba pequeño. Se resaltaban todas sus curvas y podía ver sus pezones luchando por romper la tela en el extremo de sus pechos. No pudo evitarlo, se excitó.

Luchó por controlar la reacción que comenzaba como un cosquilleo en su entrepierna mientras no podía dejar de observar el escultural cuerpo de su hermana apenas cubierto por una mínima cantidad de tejido.

- Vaya… me gustaría tener uno igual… aunque no sé si lo llenaría tanto… -escuchó que decía Vanessa- ¿tú qué opinas, cari?.

- Yo no… esto… sí, supongo… pero… -respondió, tartamudeando y bajando la mirada al darse cuenta de que tenía los ojos clavados en los pezones de su Camila.

- Venga, vamos a cenar entonces –dijo su novia justo antes de darle una palmada en el culo. Mientras se giraba hacia la mesa escuchó un susurro de Vanessa, apenas un trozo… pero igualmente le provocó un punto más de intensidad en su nivel de excitación- … ya estarías sobre esa mesa para que te devoráramos, guapetona.

Después de la cena, llevó a Vanessa a su casa y volvió corriendo, pues no quería llegar después que sus padres.

Al poco de llegar, sus padres entraron.

No acababan de haber terminado de saludarse cuando su madre comentó algo que había esperado Darío que no notasen, a pesar de que sabía que era un pensamiento absurdo.

- ¿Por qué habéis cambiado las sábanas de la cama? –dijo su madre.

- Es… pusimos una lavadora de toda la ropa de las camas y ya de paso metimos la vuestra… -respondió él.

- ¿Vienes a la cama, cariño?. Mañana tengo que madrugar, tengo muchos informes que leerme –comentó Sergio, su padre.

- Ya voy, Sergio… y vosotros dos ya podríais preocuparos más de aprender a cocinar, que ya me he dado cuenta que la comida y la cena son compradas. Lo de la lavadora pase, pero si no hay suficiente para poner una lavadora os esperáis… y, ya que estamos creo que sería mejor que empezases a estudiar en serio o me parece que el verano te lo pasarás aquí –estas palabras provocaron unos balbuceos de Darío, que no podía imaginarse perdiéndose las vacaciones tan inolvidables que le había prometido Vanessa. Al final, se marchó a su dormitorio mientras su madre le decía unas cuantas cosas a su hermana sobre su vestuario.

La nueva semana fue pasando lentamente, mientras los estudios le agobiaban y por la noche tenía apenas unos pequeños momentos de esparcimiento con unas conversaciones subidas de tono con Vanessa que duraban poquísimo para su gusto.

Por fin llegó el viernes y volvería ver a Vanessa. La pega es que de nuevo sería una salida doble, pues le tocaba cargar de nuevo con la compañía de su hermana y Toni.

Y la noche volvió a empezar malamente por culpa de su hermana. Sólo a ella se le podía ocurrir que era adecuado para salir el ponerse un vestido con un escote que decía a las claras que no llevaba sujetador… claro que los pezones se marcaban tanto que no necesitaba mirar a ningún otro lado pasa saberlo.

Lo peor era que su pene volvía a reaccionar. Era un incordio. Una y otra vez se decía que era su hermana. Y una y otra vez otra parte de su mente respondía que su cuerpo tan sólo respondía a la visión de una hembra, que sólo era la valoración neutral de la belleza que tenía a la vista y nada más. Eso le tranquilizaba en parte… aunque la picazón en su entrepierna seguía siendo de lo más molesta.

En cuanto llegaron al restaurante tuvo otro pensamiento para unir a la confusión ya reinante en su mente. Vanessa y Toni estaban hablando con las cabezas pegadas… demasiado… Nuevamente la escena imaginada de sexo entre los dos en el propio salón de su casa el anterior fin de semana pasó por su cabeza. Y la lucha entre la morbosidad que sentía su lado más cavernícola y los celos de otra parte de su cabeza, añadieron más caos a su mente.

Algo debía notarse en su cara, porque Vanessa se levantó corriendo para saltar sobre él, abrazándole con fuerza y besándole con gran pasión.

Al final tuvo que separarla de su cuerpo, aunque no podía dejar de estar agradecido por esa muestra de sentimiento que le había provocado a la vez un intenso rubor en la cara.

En cuanto se soltaron, su novia se acercó a Camila y vio como la susurraba algo al oído que hizo que su hermana se ruborizase aún más que él mismo. ¿Qué se traerían entre manos?.

Después de una cena relativamente tranquila… todo lo tranquilo que se podía estar en público cuando Vanessa te acariciaba la entrepierna bajo la mesa cada cinco minutos, se marcharon a una discoteca.

Dejaron a su hermana charlando con una compañera de la universidad mientras ellos entraban y Darío se ofreció a ir por unas copas, misión complicada por la desperdigada multitud que intentaba situarse más cerca de la barra para pedir sus bebidas o simplemente para admirar las proporciones de las camareras, cuando no con intentar llevárselas a la salida de atrás para… seguramente sólo para hacer que la cola aumentase… ¿verdad?.

Cuando en un momento dado giró la cabeza, por fin había logrado llegar a primera fila, vio brevemente a su novia y Toni bailando. Demasiado pegados, para su gusto. Pero también sabía que no podía demostrarse demasiado celoso puesto que ya reclamaría su premio al terminar la noche… y eso sí merecía la pena.

Lo más extraño fue ver a Camila bailando con dos indígenas hispanos, justo entre los dos. Y su hermana no parecía tener una cara muy alegre, debían de ser un par de borrachos que estaban molestándola, pero justo cuando iba hacía allí la camarera le sirvió el pedido.

Cuando quiso darse cuenta, había perdido de vista a su hermana. Así que llevó las copas a la zona donde estaban Vanessa y Toni antes de ir a buscar a Camila.

Sólo encontró a Vanessa.

- ¿Has visto a mi hermana? –preguntó al oído, para hacerse escuchar sobre el ruido de la sala.

- ¿Queriendo hacer un trío sobre la pista, pillín? –le respondió ella, apretándole el paquete entre las manos y haciendo que vertiese parte del contenido de las copas.

- No, no… no seas tonta… es que me pareció ver que la molestaban…

- No te preocupes, ya fue Toni a buscarla.

- ¿Adónde?.

- Allí… -dijo con un mohín de disgusto cuando la dejó al cargo de las bebidas y fue en la misma dirección.

Justo cuando comenzaba la pelea de Toni con los dos tipos, Darío llegó a escena. No sabía que había sucedido exactamente, pero por la cara extraña de su hermana, se sumó directamente en apoyo a Toni.

La pelea no terminó hasta que no apareció un tercer hispano para separarlos y llevarse a los dos que habían comenzado la situación. Sólo entonces regresaron al local, puesto que habían terminado en el callejón de los amores de las camareras.

Cuando al poco Vanessa se le acercaba y lo rodeaba con sus brazos comentando lo macho y principesco que había estado, no pudo evitar ruborizarse y sacar pecho, mientras observaba de reojo como su propia hermana hacía algo parecido con su compañero en la pelea.

Aún tardaron otra hora más en abandonar el local, cada pareja por su lado.

Fueron a casa de Vanessa y dejó aparcado el coche en doble fila. Ese día tenía que irse temprano para poder estudiar. No le apetecía nada… pero lo prefería a no aprobar y tener que perder el verano recuperando alguna asignatura en vez de disfrutarlo con Vanessa.

-        ¿Me acompañas arriba, cariño?.

-        Es que…

-        Veeeeenga… no querrías que me quedase atrapada en el ascensor o que tuviese que subir por las escaleras a oscuras… ¿verdad, cari?... –comentó, apoyando su mano en el paquete del hijo de los psicólogos.

Al final, dejó el coche en doble fila y subieron en el ascensor hasta el piso de la hembra. Cuando abrió, se veía una luz al fondo.

-        Joder… -soltó ella, antes de volverse y adoptar una expresión compungida- volví a dejarme la luz del pasillo encendida… este mes pagaré una buena bombilla… jajaja… por cierto… -ronroneó- tengo un regalito para ti por acompañarme… -siguió, mientras comenzaba a deslizarse hacia abajo rumbo a… rumbo a su entrepierna- y para que mañana pienses un ratito en mi -terminó.

Por un momento, Darío pensó en cerrar la puerta del piso, pero ella fue más rápida. Conocía mejor sus pantalones que él mismo.

Para cuando quiso darse cuenta, la maestría de Vanessa había depositado su polla dentro de su boca y le chupaba la polla con gran avidez.

Siguió mamándosela alternando ritmos lentos con rápidos mientras Darío medio disfrutaba de la sensación, medio sentía un extraño morbo al recibir esa sesión de sexo oral en el hall de la casa de su novia con la puerta abierta y el ascensor bajando para recoger a algún otro vecino.

Justo se corrió en la boca de su hembra cuando llegaba el ascensor hasta esa misma planta. Ella se levantó al ritmo de la apertura de la puerta y, tras lamerse sensualmente los restos de su semen, lo besó en la boca mientras aparecían un par de vecinos tras ellos.

La polla de Darío se ocultaba entre los dos, sujeta por una mano de su novia que la pajeaba lentamente para aumentar la tensión del momento.

- Hola, Vanessa –saludó la pareja de cuarentones que había llegado.

- ¿Qué tal? –respondió ella, antes de darle otro piquito y meterle su pene de nuevo en el pantalón con gran maestría sin que se dieran cuenta-. Hasta luego, cari.

Lo despidió así, dejándole con una sensación confusa entre la excitación provocada por el morbo del momento y la frustación por haberse quedado a medias.

Ya pediría una recompensa el siguiente día.

Mientras bajaba en el ascensor, la escuchaba hablar con sus vecinos… unos tales Enrique y Lucía, le pareció escuchar.

            Continuará...

Nota: este relato es inventado. Gracias por leerlo y vuestros comentarios.

El resto de la saga está en:

  • Primera parte: http://www.todorelatos.com/relato/70574/
  • Segunda parte: http://www.todorelatos.com/relato/72792/
  • Tercera parte: http://www.todorelatos.com/relato/77053/
  • Cuarta parte: http://www.todorelatos.com/relato/77264/
  • Quinta parte, la consulta 1: http://www.todorelatos.com/relato/77680/
  • Quinta parte, la consulta 2: http://www.todorelatos.com/relato/78143/
  • Quinta parte, la consulta 3: http://www.todorelatos.com/relato/78421/
  • Quinta parte, la consulta 4: http://www.todorelatos.com/relato/78698/
  • Quinta parte, la consulta 5: http://www.todorelatos.com/relato/79210/
  • Sexta parte, fragmento 1: http://www.todorelatos.com/relato/79750/
  • Sexta parte, fragmento 2: http://www.todorelatos.com/relato/80204/
  • Sexta parte, fragmento 3: http://www.todorelatos.com/relato/80546/
  • Sexta parte, fragmento 4: http://www.todorelatos.com/relato/81373/

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Matacrisis (5, la consulta -parte 2-)

Matacrisis (5, la consulta 1)

Matacrisis (4, Darío)

Matacrisis (3, Camila)

Matacrisis (2, los psicólogos)

Matacrisis (1, introducción)

La Sargento Irina 2

La Sargento Irina 1