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Los sádicos inventos de Samanta: El humanizador 1

en Fantasías Eróticas

Al fin había terminado su invento. Algunos le había llamado loco, otros degenerado y pervertido, pero eso cambiaría pronto. En cuanto su máquina se hiciese pública todos se verían forzados a admirarlo. El único modo de aliviar su conciencia después de lo que su ex mujer le hiciese. Después de que ella le obligase a cambiar de sexo y la abandonase  no le quedó nadie. Ahora era una mujer, y desde entonces ninguna se le había acercado.

_ Tranquila Ángela, enseguida lo entenderás_ dijo, acariciando al único ser vivo que le había dado consuelo desde entonces.

Era una pequeña perrita, que ahora se movía entre sus piernas. Sam acarició tras las orejas a la perrita por última vez, y la metió en la máquina. Temía por su salud, pero no se atrevía a probarla con nadie más.

_ No te muevas, por favor_ le pidió con cariño a la perrita.

El animal, que parecía entenderla por algún motivo, se quedó totalmente quieto, incluida su cola, mirándola fijamente con sus ojos, que parecían dos zafiros. Sam sonrió, sintiéndose culpable por poner en peligro la vida de un animal tan fiel. Pero aun así consiguió encontrar las fuerzas para pulsar el botón.

El resplandor de la máquina la obligó a cerrar los ojos, la mareó y la hizo caerse al suelo, perdiendo el conocimiento.

_ ¡Sam, despierta!_ Exclamaba una voz, que le parecía que llegaba desde muy lejos.

Abrió los ojos despacio, y se los frotó concienzudamente ante la visión que se le mostraba. Una mujer completamente exuberante, con el cabello dorado, completamente desnuda a excepción de un collar en el cuello. Su enorme pecho atrajo la atracción de Sam, provocando un inmediato acaloramiento en ella. Sé dedicó a observarla con detenimiento, su sexo se hallaba totalmente carente de vello, aunque no parecía que se hubiese depilado, si no que nunca hubiese tenido vello. Su trasero era abultado y firme. La joven, que no parecía haberse dado cuenta del escrutinio de Sam, aún le miraba fijamente, con unos brillantes ojos azules que ella ya conocía. Con un esperanzador presentimiento, miró la placa que adornaba el collar, y la leyó atentamente.

En caso de pérdida llame al 65498080, trate a Ángela con cuidado, por favor.

Su máquina había funcionado, y había convertido a Ángela en humana. Tenía mucho que enseñarle, muchas cosas que hacer. Sin embargo, la erección de la única parte que le quedaba como hombre y su evidente excitación fueron más fuertes que ella. Cogió a Ángela del cabello y comenzó a besarla. Ella no se resistió, y no tardó en aferrarse a Sam. Su sexo se había humedecido, y se frotaba contra la pierna de su amo.

Sam se puso en pie, y Ángela se quedó de rodillas, en posición de pedida, justo a la altura de su miembro enhiesto. Sam no desaprovechó la oportunidad de enseñar a Ángela a practicar un oral. Le metió el miembro en la boca poco a poco.

_ Chupa, pero ni se te ocurra morder_ le ordenó, con voz clara y autoritaria.

Ángela obedeció, al principio algo torpe, y luego con más confianza, más tarde siguiendo el ritmo que Sam le marcó. No tardó en acercarse al orgasmo dada la irrealidad de la situación, y cuando lo hizo, Ángela devoró ávidamente el regalo que le ofrecía. Samanta se agachó, y comenzó a acariciar el sexo de la joven que hasta hace nada era su mascota.

_ Lo has hecho muy bien, Ángela, eres una buena chica_ dijo, sin separarse de su oído.

Al sentir las caricias y las palabras de ánimo, la perrita se puso a cuatro patas, ofreciendo su húmedo sexo a Sam, mientras se contoneaba con intención de mover su ahora inexistente rabo.

_ No sé si esto está bien_ dijo, en un momento racional dentro de su excitación.

_ Por favor, Sam. No lo aguanto más, tómame_ la voz de Ángela fue tan sensual que antes de darse cuenta ya la había ensartado, sacándole un intenso gemido.

_ Nunca había sentido nada tan intenso. Es tan enorme_ dijo, entre gemidos acalorados, que llegaban a parecer ladridos.

Sus cuerpos se calentaban cada vez más, en un intenso sexo animal sin la menor restricción moral. Ambas terminaron con un gigantesco orgasmo, quedando Ángela totalmente llena de la semilla de Samanta.

_ Ángela… ha sido impresionante_ dijo Sam, acariciando el dorado cabello de su exuberante creación.

_ Tú eres mi dueña, sólo vivo para satisfacerte_ dijo, mirándola con ojos cariñosos.

Sam le cogió la mano, y la ayudó a ponerse en pie. Le costaba mantenerse en pie, pues nunca lo había hecho. Samanta deseaba enseñarla a hacer muchas cosas, y pensaba empezar en ese mismo momento.

_ Ven, vamos a vestirte_ dijo, quitándole su collar_ ahora las cosas será muy distintas para ti.