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A través de la pantalla, Doctor Who 1

en Parodias

Las luces de la TARDIS la despertaron. La Décimo Tercera doctora no creía lo que estaba viendo. Su nave había tenido muchas averías a lo largo de los años. Pero en aquel instante, era como si se hubiera quedado congelada. Y entonces le vio. Aquel hombre estaba parado en mitad de su TARDIS. Aunque parecía tan sorprendido de estar allí como ella de que estuviera.

_ Oh, madre mía… esto es real… ¿He saltado aquí, en serio? La TARDIS…_ Dio un bote de alegría._ Estoy en la TARDIS

El Doctor sacó su destornillador, apuntándole y provocando que emitiese una potente luz amarilla. Pero el escaneo no funcionó. Parecía un ser humano normal y corriente pero el sónico no decía… nada.

_ Oh dios mío… eres el Doctor… O la Doctora… ¿Cómo arreglamos esto? Esta serie no se ha doblado al español contigo presente… Que yo sepa, al menos. En fin. Hola Doc. Soy un gran fan tuyo.

_ Bueno, eso no me extraña._ Puso los brazos en jarras._ Pero fan mío o no insisto en saber qué haces en mi TARDIS.

_ Bueno… saltaba… de universo en universo. Y la verdad… normalmente tengo mis dudas de saber qué hacer cuando llego a cada uno… pero esta vez lo tengo muy claro.

El hombre despareció tal como había aparecido. Doc no se lo pensó y apuntó en todas direcciones, buscando un rastro. Y lo encontró… cuando puso el sónico en posición vertical… que se acrecentó cuando se dispuso a apuntarse a sí misma.

Estaba en su interior. Y entonces la notó. Una enorme intrusión directamente a lo más profundo de su cerebro. Lanzó un quejido.

_ Es más fácil si no te resistes._ La voz que salió de sus labios no era suya._ No hagas esto más difícil de lo que ya es, Jodie…

_ ¿Quién es Jodie?_ Le espetó el Doctor, mientras hacía un gran esfuerzo por seguir pensando.

Ya había sido víctima de un cybercontrolador, pero aquello… aquello lo superaba. Aquel desconocido se había hecho con el control del setenta y cinco por ciento de su cerebro en apenas un instante.

_ Escúchame bien. No sé quién crees que eres o lo que estás haciendo. Pero si crees que voy a permitir que sigas así… te equivocas._ Ochenta y cinco por ciento.

No le quedaba más remedio que regenerarse. Era la única forma de lograr algo. Así que lo intentó. Se forzó a sí misma a regenerarse… pero nada ocurrió.

_ Lo siento, Doc. Pero esta vez no. No temas. Nadie resultará herido… lo prometo.

_ Te detendré… seas lo que seas, te detendré. Porque yo…_ Hubo un silencio incómodo en la TARDIS

La conciencia del Doctor había desaparecido por completo. Y ya sólo quedaba él. Se quedó mirándose a los ojos en su reflejo un instante. Sí, había conquistado y poseído ya a varias mujeres y hombres. Pero… era el doctor. Debía ser… sólo otra serie de televisión, después de todo.

_… soy el Doctor._ Terminó la frase que había quedado a medias._ ¡Soy una idiota con una cabina de policía!

Oh… aquello era grande. Todo aquel conocimiento… todo lo que sabía… todo lo que podía hacer… Pero, sin embargo, su mente acudió inmediatamente a los recuerdos sobre aquellas chicas tan especiales que había visto a lo largo de esa serie… la serie moderna, al menos, pues la clásica le quedaba pendiente.

_ Oh… esto es bueno… brillante… magnífico. Tenemos mucho qué hacer, Jodie._ Dijo, mirándose en el espejo._ Oh, no pongas esa cara. Tenemos que ser amables. Vamos a ver… cómo se pilotará la TARDIS… oh, espera… ya lo sé. Soy el Doctor, por supuesto que lo sé.

Colocó algunos ajustes, giró algunas ruedas, y movió el mando de materialización como si no le costase nada. La nave en pleno respondió, girando de un lado a otro. Apenas había pasado un instante cuando la cabina azul de policía se materializó frente a un colegio. El Doctor emergió de la máquina tan campante, mirándola.

_ Sabes, siempre he sabido que es más grande por dentro, pero de verdad… impresiona._ Dijo, rodeando la nave. ¿Con quién hablaba? Con el Doctor, por sí podía escuchar._ Sabes… mis chicas me llaman Amo. Quizá debería adaptarlo. Amo… Master… ya tenéis uno de esos por aquí. ¿Le molestaría si adopto el nombre de Missy? Bueno, vamos a lo importante, luego discutiremos eso.

Se adentró en el colegio y se dirigió directamente a la secretaría. Miró el reloj. Eran casi las tres. Los niños ya deberían haberse ido. Miró a la secretaria.

_ ¿Podría decirme a qué curso da clase la señorita Oswald, por favor?_ Preguntó.

_ Disculpe señorita, pero… ¿Quién es usted exactamente?_ Le dijo.

_ Eso no te importa, dime lo que necesito saber.

Comprobó que sus poderes no habían menguado en absoluto. Aquella chica perdió la mirada durante un segundo mientras su cerebro procesaba la orden.

_ Da clase a sexto A, señorita. Que tenga un buen día.

_ Muchas gracias…_ Dijo el Doctor, mientras subía las escaleras._ ¿Ves? Sin papel psíquico.

Se dirigió directamente hacia la clase y abrió sin llamar. Y allí estaba, Clara Oswald. Era más pequeña de lo que parecía en la televisión… aunque esa impresión se la daban todas, en realidad. Salvo Andrea.

_ Pero mira que cosita tan mona._ Dijo, sin poder contenerse._ Llevo mucho tiempo esperando esto, señorita Oswald.

_ ¿Y quién se supone que eres tú?_ Clara adoptó una postura defensiva._ No sé qué te crees que haces pero te lo advierto. Conozco al doctor y…

_ Yo soy el Doctor, Clara._ Se hizo un silencio incómodo en la habitación._ Déjate de tonterías y acércate.

Clara se acercó en silencio, aún sin terminar de creer a esa mujer. Pero su cuerpo se movía sólo. Nada podía evitarlo. Ya estaba plantada delante de ella, que cerró la puerta con pestillo.

_ Bien, así no nos molestará nadie. Ah… Clara… mi dulce clara._ La miró._ Debo decir que me convendría que tu cuerpo estuviera especialmente sensible hoy, Clara.

Clara sintió repentinamente cómo sus pezones se endurecían únicamente con el roce de su propia blusa. La mujer se acercó y la tomó por la cintura.

_ No te resistas, Clara._ Susurró antes de rozar su cuello con sus labios. Clara se estremeció, todo su cuerpo reaccionando ante la caricia de esa lengua ajena sobre su piel.

_ Oh… madre mía…

_ Dios salve a la reina._ Murmuró el Doctor._ Ya pillarás eso más adelante.

Clara no se resistía, y no sólo porque se lo hubiera ordenado aquella mujer que decía ser el Doctor, si no porque su cuerpo le estaba dando más placer que el que había recibido en toda su vida de ningún amante sólo por aquel beso.

_ ¿Te desnudarías para mí, Clara?

Clara asintió.

_ Quiero oírtelo decir, Clara Oswald. Quiero que me digas todo lo que harías por mí ahora mismo. Y no puedes mentir.

_ Me desnudaré, me postraré ante ti y haré cualquier cosa que me pidas. Porque lo necesito. Necesito que me hagas el amor, Doctor. No es simplemente que esté caliente. Necesito desesperadamente que seas tú.

El Doctor pasó la lengua por sus femeninos labios. La excitación de aquellas palabras era demasiado para él. Ese cuerpo no humano… esos dos corazones bombeando sangre por todo su torrente sanguíneo. Sentía que podría pasarse horas dedicadas a practicar el sexo. Y probablemente lo hiciera.

_ Supongo que ya hemos comprado que eres un poco zorra, Clara._ Ratificó. Se llevó la mano a los labios, se le hacía raro escuchar al doctor usar esa palabra._ Ahora, veamos cuanto, ¿Te parece?

_ ¡Sí, veámoslo!_ Dijo Clara, que ya se había desabrochado la blusa y hacía tal esfuerzo por quitarse el pantalón que resultaba cómico. El Doctor rió.

La selección de prendas del Doctor, sin embargo, no le dio el menor problema. Todas ellas eran prendas diseñadas para poder correr. Holgadas y cómodas. Y cuando quiso darse cuenta, se había quitado la ropa.

_ Ah, pero qué memoria la mía… si no me he visto._ Comentó.

_ ¿Acabas de regenerarte?_ Clara se acercó, contoneando su cuerpo, tenía los pezones de punta y ya podía apreciarse una humedad importante en su sexo.

_ Algo así, sí…_ Dijo, frotándose las tetas instintivamente._ Oh… vaya… El cuerpo de una señora del tiempo es increíble…

Nunca había poseído un cuerpo tan sensible como aquel. Cada poro, cada resquicio… era increíble. Sus dos corazones estaban desbocados de lujuria.

_ Déjame ser la primera que lo pruebe._ Murmuró Clara, acercándose.

Le dio un beso profundo, potente, ansioso, mientras la rodeaba con los brazos. Las lenguas lucharon por un dominio irrelevante durante un rato, mientras ambas mujeres exploraban el cuerpo ajeno. Clara descendió, besando su cuello lentamente, para luego pasar a sus pechos.

_ Tienes un cuerpo magnífico, Doc…_ susurró, justo antes de entrecruzar su lengua con su pezón derecho.

El Doctor se estremeció, sintiendo aquellas nuevas sensaciones. Se dio cuenta de que abandonar aquel cuerpo no iba  ser una idea placentera. Pero nunca cesaría su deseo de experimentar, así que tendría que hacerlo tarde o temprano.

Aferró la cabeza de Clara contra su pezón, sintiéndolo, sintiendo la profundidad de su lengua, la fuerza de sus dientes, estaba en éxtasis… pero aquello fue solo un preámbulo. Cuando los labios de Clara estaban bajando por su abdomen, estaba empezando a preocuparle no poder soportar tanto placer.

Y fue difícil. Tuvo que sujetarse contra la pared para no caer. La lengua de Clara era prodigiosa, y podía sentir cómo sus corazones parecían derretirse cuando alcanzó el orgasmo más poderoso que había sentido nunca. Después, todo se puso negro.

Cuando despertó, estaba en una cama, en una habitación de paredes metálicas. Estaba en su verdadero cuerpo, desnudo. Se preocupó, pero entonces vio a Clara emerger de un lado de la cama, con una sonrisa de vicio en los ojos. La mujer tomó su miembro, que no había tardado en endurecerse, y se lo llevó a la boca.

_ Oh… joder, Clara. Esto se te da bien._ Gruñó, mirándola.

_ Todo sea por mi Amo._ Dijo, sin sacársela de la boca.

_ ¿Dónde está El Doctor?_ Preguntó, acariciando la cabeza de la mujer.

_ Estoy aquí._ Tuvo un estremecimiento y cierto miedo, que provocó ciertas reacciones en su miembro, en especial por Clara no dejó de chupar en ningún instante._ Debiste ser más cuidadoso. Casi se te escapa Clara. Si no fuese por mí, quizá estuvieras en la cárcel.

_ ¿Y por qué me has ayudado?_ El Doctor le miró con extrañeza.

_ Bueno, eres mi Amo, eso hago. Me ocupo de que estés a salvo._ Se cruzó de brazos. Fue entonces cuando se paró a pensar en que la mujer seguía desnuda y la polla que Clara estaba chupando se estremeció.

_ Estás juguetón…_ Murmuró la castaña. Dio un salto y se metió aquel rabo en su húmedo coño._ Ah… sí… justo así.

_ Sí, por supuesto que soy tu amo. Estaba un poco distraído, Doc._ Sonrió, sintiéndose más poderoso que nunca, y magreó la teta izquierda de Clara._ ¿Qué fue lo que pasó exactamente?

_ No pudiste soportar el orgasmo de un señor del tiempo._ Dijo ella, como si fuese lo más natural del mundo._ Si quieres usar mi cuerpo más tiempo tendrás que practicar. No es tan fácil manipularme como a los humanos.

_ Eso he…_ Gruñó, vaciando su semilla sobre una Clara que le siguió, con un orgasmo que la hizo temblar y sujetarse… babeó un poco.

Clara se quedó sobre él, y se empezaron a dar un húmedo beso.

_ Estoy algo celosa._ Confesó el Doctor, mirándolos.

_ En seguida te toca, Doc… y después, buscaremos a algunas viejas conocidas más.