miprimita.com

A través de la pantalla: The Big Bang Theory 3 CR

en Parodias

Priya abrió los ojos. Estaba tirada en el salón del piso de Sheldon y Leonard, desnuda todavía. Notaba el culo seco, producto del semen que se había escurrido de su culo y se había secado a lo largo de la noche. Se incorporó y se llevó la mano a la cabeza. Sin saber por qué, se echó a reír. A esas horas, el día anterior, pensaba en reconquistar a Leonard y se sentía desdichada. Pero aquella mañana se sentía feliz, con un propósito. Las dudas que podía haber tenido en su día, finalmente habían desaparecido.

Necesitaba ducharse y vestirse. Quería ponerse guapa. Desconocía dónde estaba su amo, aunque poco después del amanecer había escuchado a Leonard y Sheldon salir. El amo les debió ordenar que la ignorasen, que lo ignorasen todo, de hecho. Habrían podido pisarla. Se dirigió al baño y no le sorprendió escuchar la ducha corriendo.

Entró en la habitación y comprobó que la cortina de la ducha estaba abierta. El amo estaba sentado en la bañera, dejando que la ducha corriese. Priya dudaba que se limpiase, en especial cuando Bernadette estaba en su postura favorita, cabalgando sobre él. La morena sintió celos. Su culo necesitaba ser llenado.

_ Buenos días._ Saludó. No se atrevió a entrar sin permiso, aunque mantenía la mirada fija.

El cuerpo de Bernadette le parecía hipnótico. No podía dejar de mirarlo. Ni a ella, ni al amo. Su coño chorreaba. Bernadette gritaba con fuerza, se frotaba contra él. El amo estaba calmado, sentado y dejando que la rubia hiciera el trabajo. Invitó a Priya a acercarse con el dedo y ella lo hizo. Él la rodeó con el brazo y la besó con profundidad. Pudo ver cómo Bernadette le besaba en el cuello.

La mirada de ella desprendía una lujuria incombustible. Priya se sintió impresionada, ignorando el hecho de que sus ojos desprendían el mismo brillo. El amo, sin embargo, estaba centrado en dar placer a la rubia y a ella sólo la besaba. Sus motores estaban a toda máquina, pero él no estaba haciendo nada por satisfacerla. Tenía ambas manos en el culo de Bernadette, lo apretaba, se lo arañaba. La azotaba. Priya separó los labios y el amo los unió con la rubia. Se besaban como auténticos amantes. El coño de Priya se quejaba.

_ Amo…_ Le llamó, suplicante.

_ ¿Qué quieres, fulana?_ Le espetó Bernadette, iracunda.

_ Bernie… no seas así._ Le dijo él, acariciándole el rostro._ Ya te he dicho que tienes que ser amable con mis chicas.

_ Iba a quejarse, amo._ Bernie parecía indignada._ No valora lo que tiene. Ayer yo me pasé la tarde mirando cómo follabais y no tuve queja.

_ Pero eso es porque eres una pervertida y te pone cachonda mirar._ Le dijo él, dándole un azote.

_ Sí, eso es verdad…_ Bernie rió entre gemidos.

_ Además, Priya no se ha llevado su parte porque tengo un trabajo para ella… y la quiero en plena forma.

_ ¿Para ella? ¿Por qué?_ Bernie apretó sus pechos contra la cara de él, para tentarle.

_ Porque a ti te quiero aquí conmigo, cielo. Además… así mi caramelito podrá vengarse.

_ ¿Vengarse?_ Preguntaron ambas. La voz de Bernadette se entrecortó.

Bernie se estremeció, presa de un orgasmo brutal. Lágrimas de placer y felicidad salieron de sus ojos. Se dejó caer sobre su señor.

_ Podrás vengarte de Penny.

_ Penny…

Imágenes de la rubia pasaron por la cabeza de Priya. Se sentía furiosa, vengativa… y excitada. Su coño volvía a latir, furibundo, ansioso. Necesitaba follar, tanto como necesitaba respirar.

_ Vas a conseguirla para mí._ Le dijo el amo._ Vas a volverla sumisa y obediente, ¿Has entendido?

_ Sí, sí lo he entendido._ Una sonrisa pícara apareció en el rostro de la morena.

Penny estaba en su casa, frustrada. Había quedado con Bernadette el día anterior y ella no se había presentado, ni le había dicho nada. Y por si eso fuese poco, Leonard había sido muy grosero con ella aquella mañana al no escucharla y bajar directamente por la escalera, como si no la hubiera visto. Por un momento pensó en no contestar al teléfono cuando este sonó.

Pero finalmente lo hizo, fantaseando con que podía ser una llamada de Leonard para disculparse. Pero no lo era. De hecho, el hombre que habló apenas le dijo un puñado de palabras.

_ Todo lo que Priya dice es cierto.

Y colgó. El hombre colgó y Penny también lo hizo, golpeando el auricular con fuerza. Se sentía menospreciada. Y el hecho de que llamaran al timbre no la ayudó. Y que fuese Priya la que estaba al otro lado de la puerta no ayudó en absoluto a mejorar su humor. Odiaba a aquella mujer.

_ Hola, Penny.

_ ¿Qué quieres?_ Preguntó la rubia.

_ Si habías quedado conmigo. ¿No te acuerdas?

Hubo un pequeño click en la memoria de Penny, que recordó, o más bien creyó hacerlo, haber quedado con la hermana menor de uno de sus amigos.

_ Vale, es verdad._ Dijo ella, confundida._ Pasa, pasa. No sé en qué pensabas.

_ Pensabas en servir un vino._ Priya se sentó en el sofá.

Penny sirvió dos copas de vino y se sentó junto a Priya. Se bebió la copa de una sentada y se la rellenó.

_ Hace calor, ¿No crees? Muchísimo calor._ Priya fue bajando el tono hasta convertirlo en un susurro erótico.

Penny notaba cómo empezaba a sudar. Su cuerpo estaba en llamas. Priya estaba mirando su escote humedecido y ella no podía hacer nada. Sus pulmones se alzaban, y su pecho no dejaba de subir y bajar.

_ Sabes, creo que me voy a quitar la ropa, tú también deberías.

Priya se puso en pie y se quitó la blusa y la falda. No llevaba nada debajo. Penny se quitó la blusa y los pantalones, pero aun así se sentía en llamas.

Se quedó mirando los pechos de Priya por inercia. Había algo malo en desnudarse con una chica que te caía mal en casa. Pero el sujetador le daba tantísimo calor. Se lo quitó y lo tiró al suelo. El alivio que sintió cuando se desprendió de las bragas fue indescriptible.

_ Oh… Penita… mírate… tan sudadita y cachonda y sin idea de lo que hacer…

Su coño comenzó a contraerse como un animal hambriento. Empezó a mover la cadera buscando un amante invisible. Nunca, a lo largo de toda su vida, había tenido una necesidad tan desesperada de sexo. Pensó en llamar a Leonard y follarle antes incluso de que atravesara la puerta. Pero la universidad estaba demasiado lejos y ella necesitaba follar ya en ese momento.

Mientras su mente se obnubilaba por completo, Priya sacó de su bolso un strap-on de color negro, de buen tamaño y se lo sujetó. Penny la miró, salivando.

_ Muy bien, Penny. Me has traído aquí para que te folle. Creo que ya es hora._ Dijo la morena._ Ponte en posición.

Penny se tumbó en el sofá y abrió las piernas. Priya se las colocó sobre los hombros y penetró de una sola atacada el coño de la que antaño fue su rival, bombeando con todas sus fuerzas.

_ ¿Lo ves, Penny? El mundo es cruel. Los fuertes siempre triunfan. Los fuertes mandan, y los débiles se somenten._ Priya apretó los pechos de la rubia, haciéndola gritar._ Es hora de que la ladrona pague. Leonard tenía dueña, y fue robado. Poco me importa perder mi voluntad para siempre y ser una esclava si así puedo vengarme.

Penny reaccionó. Dio a Priya un empujón y esta cayó al suelo. Penny volvió a empalarse, ensartándose con el Strap-On, y aferró con sus manos el cuello de Priya.

_ Leonard era mío… y tú me lo robaste, ¡Zorra!_ Le gritó, sin dejar de montarla._ Eres débil, Priya, y has cometido un error. Eres una ladrona y una puta, y vas a ser mi esclava.

_ No… yo no…_ Priya gemía y se ahogaba, pero no podía dejar de mirar los pechos de Penny botar frente a sus ojos.

_ Di que eres mi puta. ¡Di que harás todo lo que yo te diga!

_ ¡Soy… soy tu puta! Haré… todo lo que tú me digas.

Priya había estado presente cuando su amo había llamado a Penny, y ahora, la frase que había usado para doblegar a Penny, se volvía en su contra. “Todo lo que Priya diga es verdad”.

Y es que era cierto. ¡Ella era una puta! ¡La puta de Penny! ¿Qué más podía desear en la vida que estar supeditada no sólo a su amo, si no a aquella diosa rubia de enormes pechos y culo de infarto? Con ese convencimiento la besó, en un besó húmedo y furioso. Penny se corrió arañando su espalda, mirándola a los ojos con furia y poder.

_ Quítate eso y dámelo._ Le dijo, señalando aquella polla de plástico que en su momento pensó en usar para castigar a Penny… menuda tontería.

Penny se lo puso, la tiró al suelo y lo acercó a la entrada de su coño, pero apenas la penetró. La estuvo torturando un poco, metiendo sólo la punta, haciéndola estremecer, pero sin darle el placer que ella deseaba.

_ ¿Te gusta duro, zorra?

_ Me gusta por el culo._ reconoció la morena.

Penny lanzó una risotada y le dio un azote antes de metérsela directamente en lo más profundo de su culo. Priya gritó, gritó como la mayor zorra de la historia, que era en lo que se había convertido. Penny la bombeaba como toda una experta.

Priya gruñó, presa de un intenso orgasmo, pero Penny no se detuvo, siguió bombeando hasta que tuvo el suyo. Dejó a Priya en el suelo y fue a su habitación, porque ya no tenía tanto calor. Cogió una camisa a cuadros, se pasó por la nevera y cogió una cerveza. Se quitó el Strap-On y se sentó en el sofá.

_ Puta, culto a mi coño.

Priya se movió a gatas y su lengua encontró su sitio entre las piernas de la rubia que cogía el mando de la tele y ponía un partido de fútbol, bebiéndose la cerveza. Iba a ser una mañana maravillosa mientras la morena esperaba la llegada de su amo.