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Fuego Esmeralda Baila Conmigo

en Fantasías Eróticas

“Estamos en verano y tiene que ponerse a llover otra vez...” pensó enfadada.

 

Eran las 4 de la madrugada o así, en una hora empezaría a amanecer, no le daba miedo andar sola por la calle a esas horas, los estudiantes más juerguistas estarían de vuelta a casa, era zona universitaria y estaba acostumbrada a andar sola de noche cuando volvía ella misma de bailar.

 

Acababa de salir de la casa de aquel hombre sin despedirse ni saber porque, bueno saber por que sí, estaba en un momento debilidad y no quería dejarse llevar a la primera por una muestra de cariño.     

 

La lluvia le refrescó y acabó tiritando en un parque, parecía unida a la naturaleza como muchas de las ninfas de las ilustraciones de los cuentos, allí era donde buscaba refugio cuando estaba triste y lograba coger fuerzas. Dormitó abrazada a su mochila entre unos arbustos, amaneció estornudando.

 

Se tomó un café caliente en el primer lugar que pilló y algo nerviosa, la cafeína le estaba haciendo efecto, se fue a casa de su amiga Betty. Pasó el resto de semana allí, con algo de fiebre por el catarro que había pillado, se había convencido que lo que había pasado en casa de Steve no era real, sino fruto de su estado febril.

Al fina le preguntó a su amiga que haría ella en su lugar.

 

-¿Pero no estaba casado con Mayo?- dijo Betty asombrada.

 

-Eso creía yo, estoy algo confusa, debí imaginarlo todo... no tendría que haberme ido sin despedirme, estará preocupado- dijo Slim mordiéndose el labio inferior.

 

-Yo no me fiaría mucho, si quieres te acompaño, tiene más edad que tu y si te ve débil e indefensa..- dijo Betty frunciendo el ceño.

 

-No- dijo Slim medio enfadada- que poco te fías de mi, se cuidarme solita, ya te digo que creo que deliré.

 

- Tu sabrás...- contestó Betty dando el tema por zanjado y enseñándole las pruebas de fotografía que le habían sacado para una revista.

 

Slim se decidió a pasar por casa de Steve un domingo por la tarde sin muchas esperanzas de que estuviese.

 

Después de llamar al timbre 3 veces decidió irse desilusionada por su poco éxito pero al girarse vio que Steve acababa de llegar con sus bermudas y una camiseta, había salido a correr.

 

-Hola.

 

-Hola.

 

Silencio.

 

-¿Quieres subir un rato?- le dijo él.

-Vale- dijo Slim.

 

Ya arriba él fue a enseñarle unos dibujos que no lograba acabar como quería, los de una ondina, era como si realmente no hubiera pasado nada la última vez que se vieron, sirvió unas cervezas y estuvieron hablando, al final ella le propuso posar como la ondina, que quizá le podría inspirar alguna idea. Él se rió pensando que era una broma, luego se quedó pensativo.

 

-Puedo meterme en la bañera con una sabana y poner caras de ondina- dijo ella emocionada.

 

Allí se fueron con la sabana, los materiales para dibujar y nada más, al cuarto de baño.

 

-Me meto en la bañera.

 

-Vale.

 

-Pero las ondinas no llevaban ropa- dijo ella muy normal pero a la vez tratando de averiguar algún indicio por parte de él.

 

-Como tu te sientas más cómoda- dijo él sin querer mojarse.

 

Ella empezaba a pensar que realmente Steve no había tenido ningún interés en ella y en vez de dejarlo correr trataba de llegar más lejos, como si un impulso loco dentro de Slim se hubiera desatado, odiaba sentirse rechazada por él.

Llevaba un vestido con cremallera en la espalda, podía quitárselo ella misma pero decidió pedirle ayuda para iniciar un acercamiento, él lo hizo muy delicadamente, con la suavidad de las alas de una mariposa y ella decidió usar ese momento en que no se veían las caras para hacerle una pregunta indiscreta.

 

-¿Mayo no se molestará por esto, no?

 

-Dudo mucho que se entere y aunque así fuera no es asunto suyo, ya no.

 

-¿Y eso?- preguntó ella sintiendo que le palpitaban las venas de todo el cuerpo.

 

-Cosas que pasan- dijo Steve mientras con una suave caricia le bajaba los tirantes del vestido y se alejaba para coger los materiales de pintura y sentarse en una banqueta.

 

De espaldas aún se desabrochó el sujetador y se lo quitó para luego deslizar las braguitas por sus piernas sin agacharse. Se metió en la ducha y sin girarse cogió la sabana que colgaba de un engancha para taparse con ella, encendió la ducha y pegó un grito.

 

-¡Esta helada!- rió divertida, tratando de regular la temperatura.

 

Primero se sentía cohibida, nunca había hecho nada así, empezó a deslizar la sabana por su cuerpo, acariciandose, sintiendo cada célula de su cuerpo, el agua semi fría le hacía sentir escalofríos más intensos, pero el calor que sentía al notar las miradas concentradas de Steve en si misma le hacía sentir arder algo en su interior, fue perdiendo la vergüenza y se descubrió echándole miradas ardientes y totalmente desinhibida sabiendo que el veía sus pezones, el vello de su sexo y cada rincón de su cuerpo a través de la sabana mojada, de repente recordó una frase de Ava Gardner “Con la cantidad de miradas ardientes que llegué a lanzar en el estudio fotográfico de la Metro Goldwin Mayer se podría haber derretido el polo norte.” y se empezó a reír como una loca, Steve le preguntó que le pasaba.

 

-Nada, me he acordado de una frase de Ava Gardner- y se la repitió para acabar riendo los dos.

 

Cuando el había esbozado ya varios bocetos le dijo que mejor saliera de ahí o iba a resfriarse.

 

-No te preocupes, ya me enfermé cuando salí el otro día de aquí corriendo- dijo ella riéndose y Steve se acercó para ayudarla a salir, le puso una toalla por la espalda y la tapó con ella.-Gracias, siento haberme ido así el otro día, me asusté un poco porque no creía lo que estaba pasando...

 

-Si te molestó me disculpo pero no hacía falta que te marcharas, si me lo hubieras pedido habría parado.

 

-Si no quería que pararas...- dijo Slim bajando la cabeza y mirándole de reojo.

 

Steve se quedó sin saber que decir, intentó secarla con la toalla.

 

-No tengo frío- dijo ella sonriendo y lo abrazo desnuda y con su cuerpo aún húmedo posando su nariz en el cuello de el aspirando su aroma y besándoselo- pero si quieres darme calor...

 

Él se quedó muy sorprendido por el cambio de aptitud tan repentino y no hizo nada más que abrazarla, ella se separó tan repentinamente como se había acercado. Se tapó con la toalla y le cogió de la mano.

 

-¿Quieres que hablemos un rato?- y con dulzura y cariño le llevó hasta el cuarto de Steve para tumbarse en la cama como una niña traviesa y él fue tratando de disimular su nerviosismo a una radio que tenía en la habitación, la encendió y escuchó como anunciaban “The Doors con su canción Hello, I love you”, encendió la lamparita de suave luz, estaba anocheciendo.

 

Se tumbó al lado de ella y estuvieron hablando y bromeando hasta que la comodidad se hizo tan patente como la tensión sexual, se habían acercado y sus brazos se acariciaban con suavidad sin llegar a zonas privadas, y entonces se besaron suavemente.

 

-Eres preciosa...-dijo acariciándole la mejilla.

 

-A mi me matan tus ojos verdes- contestó ella- parecen tan dulces y de repente son tan... duros que me asustan...    

 

-No tanto como los tuyos- dijo el sorprendido- tus miradas si que hubieran derretido el polo norte... no me puedo creer aún que estés aquí.

 

 En nada se encontraron desnudos los dos, sentía muchas ganas de tenerle dentro de ella, pero le confesó que era virgen y no estaba segura de querer hacerlo así, Steve se sorprendió muchísimo pero lo comprendió, se acariciaron cada parte de su cuerpo, él trató de controlarse y ser lo más dulce posible pero tenía tantas ganas de hacerla disfrutar que acabó usando sus labios y dedos para lograr que ella se estremeciera, pero Slim no quería ser menos y le paso sus labios y lengua por todas partes engulléndole hasta que logró que...

 

 

-!Lauren! ¡Lauren! Ey, Lauren, no se que le pasa a esta chica, Humbry mira a ver porque se ha quedado así de petrificada- dijo Howard Hawks a Humbry Bogart desde su silla de director.

-¿Qué te pasa, Nena? ¿Estás bien?- le preguntó Humbry dulcemente.

 

-Sí, sí, solo estaba soñando despierta- se disculpó Lauren Bacall sonrojada aún medio aturdida pero dentró de si misma tuvo la sensación de que había viajado en el tiempo a algún lugar desconocido, quizá una vida pasada o una futura, pronto lo olvidó y retomó el rodaje como si nada.

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