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Mata Hari X (o la peor espia de la historia)

en No Consentido

“Mierda, al final me han atrapado.”

 

La misión era fácil en teoría pero en la práctica, tan difícil como llegar y tratar de derrocar todas las normas y el sistema establecido para reemplazarlo por uno mejor.

 

El aprendizaje era duro, estaba preparada en medida para superar la primera fase pero sabía que aún se me resistía las posiciones superiores, les había pedido una semana más, 5 días,¿ un día? Pero no, se habían negado en rotundo y había fracasado como era de suponer.

 

Y ahora solo podía esperar, atada a la silla, tratando de evadirse mentalmente pero sin parar de pasarle por la cabeza las peores imágenes posibles de torturas que sabía iba a sufrir, ya la habían tratado con rudeza para llevarla allí.

 

La habitación no era muy grande, paredes grises seguramente insonorizadas, luz tenue azulada, ninguna decoración.

 

Contó mentalmente el tiempo que pasaba, aproximadamente dos horas después se encendieron las luces anaranjadas potentes del techo cegándola, una puerta se abrió con un sonido metálico y frío. Pasos.        

 

-Están incumpliendo mis derechos humanos- dijo con la voz carrasposa debido al tiempo sin hablar y cierto nerviosismo que trataba de ocultar.

 

El hombre con traje chaqueta poco a poco se hizo más visible, con tranquilidad se paró delante de ella, se quitó las gafas montadas al aire, las limpio con un trapito morado y las guardo con suma delicadeza.

 

Apoyó las manos en los brazos de la silla de ella y le habló.

 

- A ver, zorrita, aquí no tienes ningún derecho. Has tratado de sabotear el sistema, corrompiendo a altos cargos, eres una estúpida si creías que ibamos a permitirtelo.

 

-Si están... no se de que me habla.- trató de callarse “si están corrompidos no es por mi culpa, joder”.

 

-Al violar las normas has perdido tus derechos, tratamos de proteger a la gente, la gente es el país y tu acabas de traicionar al tuyo, estás fuera de la ley y a partir de ahora, ya no existes.

 

Ella contuvo la respiración esperando que continuase.

 

-No esperes salir viva de aquí- dijo crujiéndose los dedos- pero antes necesitamos saber quien está detrás de todo.

 

Siguió callada, había sido entrenada para justo esto durante mucho tiempo, sintió el vacío que la apoderaba como una lobotomía y dejaba de sentir, un agudo dolor en el brazo la sorprendió.

 

-Eh, zorra, no te vayas aún de aquí, intenta mantenerte aquí y quizá tengas un escape... si nos cuentas algo- dijo al pellizcarle el brazo.

 

“No, no, no” pensó ella “No le escuches”.

 

-Sabemos todo de ti, o al menos vamos a ir descubriéndolo: naciste hace 30 años en una familia de origen humilde, dos profesores, estudios universitarios, eres doctora, mucho mejor, así sabrás todo lo que te va produciendo por dentro cada golpe que te demos, viuda, un hijo que nació muerto... tus padres.. muertos, perfecta para esta misión, no tienes a nadie, eso debieron pensar... pero tu amiga Rita, del colegio, seguro que lamenta mucho haberte conocido después de que acabemos con ella...- no pudo evitar sentir un punzado al escuchar su nombre, trago saliva y aguantó las ganas de insultarle “vacía tu mente, vacía tu mente, no sientes nada, sentir es ser débil, esto es por un bien mayor, los seres humanos somos egoístas, un par de muertes no implican nada, todos moriremos, mucho mejor”.

 

 

El frío del cuchillo le acarició las piernas, no sabía de donde lo había sacado, espero que acabase pronto, pensamiento inservible, iba a tardar mucho y lo entendía.

 

Le arrancó los botones de la camisa con él dejándola con el pecho al aire, llevaba un sujetador morado de encaje, muy bonito, que también rompió por la mitad, sus pechos saltaron suavemente. El aire la excito y sus pezones se pusieron duros, “no es el momento”.

Le rajo la falda lápiz que le llegaba a la rodilla dejando ver unas braguitas a conjunto con el sujetador, cerró los ojos esperando que las rompiera, pero no.

 

Le produjo un tajo fino en la pierna, apenas notó el dolor.

 

-¿Quién está detrás de todo esto?- repitió él.

 

Abrí los ojos y le miró directamente a los suyos, era un chico atractivo, moreno, pelo negro, ojos marrones grandes, su piel estaba bronceado por el sol, era verano y en el cuarto la temperatura era agradable, quizá hasta fría para estar desnuda.

 

Le pasó el cuchillo por los pezones, ni se inmutó, otro corte, esta vez en el esternón, bajo el pecho. El joven, pensó que parecía mas joven que ella aunque su mirada en cierta manera dulce, mucho más vieja y dura, acercó su boca a la herida y la lamió, su lengua subió al pezón de ella y lo lamió y succionó, tenía los pezones doloridos, muy sensibles porque en poco tiempo iba a bajarle la regla, no quería pero más que otra cosa estaba empezando a excitarse.

Se separó para ver la cara de ella, agarrándole los pezones con los dedos, apretándolos con fuerza, la respiración de ella le traicionaba.

 

-Por ahora te estoy tratando bien, puedo ponerme mucho más rudo. Eres muy joven para acabar así, puedes confesar, recibir un pequeño castigo y seguir con tu vida.

 

-Más joven eres tu para haberte vendido- se le escapó a ella.

 

La cara del sorpresa del joven se tornó en risa:

-Así que eres peleona, mm, las que más me gustan, seguro que te gusta dominar, pero aquí no vas a poder, me lo voy a pasar muy bien contigo, es una pena, porque cuando acabe... no te vas a poder mover...

 

Paso su lengua por los muslos de ella hasta llegar a la ingle y la mordió con fuerza, dejándole los dientes marcados, eso sí había dolido, se mantuvo firme a pesar de ello.

 

Luego la tomó con su cuello, lo peor es que el dolor de los mordiscos empezó a excitarla y temía más que se le escapara un gemido que un grito de dolor.

 

Dirigió el cuchillo entre sus piernas y le arrancó las braguitas, llevaba todo el sexo depilado.

 

-No hacia falta que lo hicieras, no soy tan exigente- le guiñó un ojo y le empezó a maltratar el clítoris con mordiscos y succionándolo muy fuerte, se concentraba en pensar que aquello era repugnante y dolía pero empezaba a superar la barrera del dolor y temía acabar corriéndose, pero cuando viese que ya no le producía efectos negativos empezarían con las torturas más sangrientas.

 

Volvió a separar su cara de la entrepierna de ella para verle la cara y solo le traicionaba la respiración entrecortada, fue a besarle los labios en la cara y ella le contestó mordiéndole, él reaccionó pegándole una bofetada que la dejó aturdida.

 

-Sí, nos lo vamos a pasar muy bien...- repitió el limpiándose la sangre del labio.

 

Empezó a penetrarla violentamente con los dedos y luego con la mano entera. Buscaba el punto g de ella para tratar de destrozarselo, las piernas de ella temblaban tratando de aguantar la tensión. Grandes escalofríos recorrían su espalda y sinceramente, no sabía cuantas veces se había corrido de forma silenciosa. La zona del perineo le empezaba a doler y seguramente se le había desgarrado un poco a pesar de estar muy lubricada, todo el cuarto olía a su sexo y sospechaba que estaba siendo visionada toda la escena a través de unas cámaras en el techo.

 

-Ya me he cansado- dijo él y se desabrochó los pantalones- como me muerdas, te arranco los dientes, puede que te los arranque igualmente...

 

Ella tragó saliva y deseó que no fuera muy grande, gracias al destino era un pene de tamaño medio, no excesivamente grueso, de unos 15 centímetros, le tapó la nariz y al final ella abrió la boca, metiéndosela de golpe, le llegaba lo menos hasta la campanilla, nunca le habían follado así la boca, era una forma dura y brutal, sintió como se le desencajaba la mandíbula, consiguió relajar la boca y empezar a respirar a golpes, las arcadas estaban costándole más de reprimirlas.

 

Suavizó el ritmo y empezó a saborear la polla en la boca, dándole ritmo y usando la lengua.

Él la miró extrañado de la dedicación y el empeño que ponía:

 

-Vaya, vaya, así que eres toda una chupadora.

 

Ella enrojeció al percatarse de que la situación no era la adecuada para demostrar sus dotes y paró pero él la insistió para que siguiera haciendo lo que estuviera haciendo, está vez parecía más llevado por el deseo que por las ganas de torturarla, ella se negó y este empezó a acariciarle el cabello y el cuello, y ella volvió a sentir deseos de lamerle el pene, en su boca se deshacía como un caramelo, le excitaba sentir el líquido pre seminal salir y acabó mamándosela medio excitada con gemiditos hasta que se corrió en su garganta y en su boca, succionándoselo todo y tragándoselo sin remedio.

 

Le dolía la boca del esfuerzo, le obligó a limpiarle el pene con la lengua y siguió.

 

-Esto no se ha acabado, debería de darte las gracias por ser el putón más grande del mundo y haber caído en mis manos, pero así va a ser muy difícil sacarte nada, por tanto, creo que voy a dedicarme a pasarmelo bien yo.

 

Y le desató las manos de la silla para atraparlas en unas esposas, le separó las piernas de la silla y ella trató de escapar lanzándole una patada que el paró.

 

“Mierda, me precipité” pensó ella.

 

-Así no vas a conseguir nada- dijo golpeándola con fuerza en el estómago, acabó en el suelo agachada sobre si misma, las lágrimas del dolor le corrían por las mejillas.

 

 

La levantó sin miramientos y la lanzó contra una pared, la puso de frente a la pared.

 

-Recuerda que estás a mi merced- dijo metiendole dos dedos de golpe por el ano haciendo que sintiera mil agujas atravesarle- así que portate bien putita.

 

Recordó como relajarse y al instante estaba metiéndole toda la mano por el culo, mientras le arañaba la espalda, cosa poco provechosa para torturarla ya que al tocarla por la columna su cuerpo se excitaba más y comenzaba a tener escalofríos y retorcerse. Así que ella empezó a follarse a la mano por el trasero y el paró.

 

-Te repito que soy yo quien te está follando- dijo cabreado cogiéndola con fuerza del cuello con la mano, con la otra mano empezó a azotarle las nalgas, hasta dejarselas rojas y de repente sintió un dolor más agudo, no podía girarse pero seguramente era una paleta o un látigo, empezaba a morderle la piel, trató de no pensar en ello y ahora los latigazos iban a su sensible espalda, algo trataba de meterse entre sus nalgas.

 

-No- trato de decir ella- sin protección no- y al segundo supo que era una estupidez lo que acaba de decir.

 

-Tranquila, que vas a pillar todo lo peor y si te quedas preñada, mucho mejor, dos que se irán a la mierda. Te podremos sacar a tu bebe de la tripa...-dijo cruelmente cuando su polla ya estaba dentro del coño de ella y sintió como se desgarraba aún más su perineo, se notaba que el chico hacia ejercicio porque la estaba follando brutalmente y tenía resistencia, temió volverse loca por tanto roce y que le estallara el coño pero lo que pasó fue que se corrió una y otra vez sin casi poder evitar los gemidos de placer, medio ahogada por la mano de él.

 

 

De golpe la separó de él y la lanzó al suelo, apenas pudo parar el choque contra el suelo al estar encadenada, se le tiro encima, sintiendo su sudor, pegajoso y calido, y boca abajo levanto su tripa para dejarla a cuatro patas.

 

-Aguanta así zorrita, no te caigas o te clavaré el cuchillo en el coño.

Le abrió las nalgas y empezó a meterla la polla, el dolor era casi inaguantable, quería metersela de golpe, grito, no pudo evitarlo y al final se relajo, y él empezó a poseerla otra vez, agarrándola con fuerza del pelo y arañándole la espalda y los pechos, apenas podía soportar el peso de él sin caerse y su ano cada vez soportaba mejor los embistes de el hasta que se puso tan cachonda que sentía ganas de correrse, violentamente la tiró contra el suelo, sintiendo el frío del mármol en sus pechos, y la penetro con más fuerza.

 

-Saca el culo- le ordenó.

 

Sentía todo el peso de él sobre ella y trató de escurrirse pero no tenía a donde ir y de repente sintió la mano de el en su clítoris y supo que otra vez iba a correrse sin remedio.         

 

-Te gusta que te follen el culo, eh, guarra.

 

Tuvo que morderse los labios para no contestar que le encantaba mientras se corría, nunca había pensado que las torturas pudieran ser así.

 

Y entonces no supo de donde sacó un consolador de unos 23 centímetros y abriéndole las piernas se lo metió por su coño, mientras seguía penetrandola analmente, trató de no gritar, pero la sensación era muy extraña, creía que iba a desgarrarse y las lágrimas volvieron a saltarle en el rostro, para acabar sintiendo otro orgasmos, tras otro, iba a deshidratarse a este paso, quería pedirle agua, aún sentía el sabor del semen en su boca.

 

-Agua- gimió.

 

-Dime detrás de quien está este intento de subversión– dijo el besándole las mejillas y cuello acariciándole el cabello mientras seguía follándosela por los dos lados.

 

-Agua, por favor.

 

-Pues no tienes agua- y sacándole la polla del ano se la metió en la boca y empezó a correrse- tendrás que conformarte con esto.

 

 

Una puerta se abrió y entró un señor con traje chaqueta marrón y gafas de sol:

 

-Te estás pasando.

 

Ella parpadeó aún lamiendo la punta del pene, él con calma y tranquilidad dejo que acabara, se la guardo, se arregló la chaqueta y contestó.

 

-Me dijo que fuera duro y lo he sido.

 

-Sabías que era una prueba, no hacia falta que llegases a tal extremo, los cortes lo entiendo y cierta tortura sexual dolorosa también pero esto... era por placer sexual.

 

Ella fijo la mirada en el tipo que acababa de entrar y empezó a enrojecer, era su jefe...

 

-¿Era una prueba? Esto no era la misión....

-No, era una prueba, teníamos que comprobar hasta donde eras capaz de aguantar, perdona a nuestro compañero, se ha extralimitado.

 

Ella estaba roja de la vergüenza, la estaba desatando.

 

-Acompáñala a la enfermería y disculpate- le dijo el jefe marchándose.

 

-Lo siento si me he pasado un poco, he tenido que sustituir al experto en torturas de prueba, este no es mi campo, puede que me haya excedido un poquito...

 

Y ella le cruzó la cara con una bofetada, pero las rodillas le temblaban aún de tantos orgasmos y se tuvo que aguantar en él.

 

-¿Estás bien?- le preguntó.

 

Se quitó la chaqueta y se la puso para cubrir sus desnudez y cortes, la enfermera se quedó bastante horrorizada y le mandó fuera mientras la curaba lo que podía. Le dejó una bata blanca para salir de allí, fuera le esperaba el torturador.

 

-Oye, yo no suelo ser tan duro con las mujeres, en serio, solo estaba trabajando.

 

-Lo entiendo.- dijo ella tratando de ser escueta ya que más que otra cosa estaba avergonzada del placer que había demostrado sentir.

 

-¿Te puedo acompañar a casa?- le dijo él.

 

-Puedo cuidarme sola-

 

-Ya, bueno, déjame que te invite a un café o te compre un vestido.

 

Se le quedó mirando pensativa.

 

-Ha sido tu trabajo, no me debes nada- dijo ella y volvió a andar hasta su coche.    

 

-Bueno, el caso no es ese, me apetece hacerlo, me gustaría... conocerte, quiero decir, me resultas una chica muy atractiva, quizá por eso me he emocionado un poco y te aseguro que nunca había pegado a una mujer ni pienso volver a hacerlo a menos que sea por trabajo, creo que puedo demostrarte que se hacer las cosas de otra manera...- dijo cogiéndole un mechón de pelo a ella y pasándoselo detrás de la oreja con suavidad- de forma más dulce. Y siento si me estoy precipitando pero tal como están las cosas hoy en día nunca se sabe si el sistema acabará con nosotros mañana.

 

Los ojos de él la tenían hipnotizada y le costaba apartar la mirada, así que le escuchó absorta, sintiendo como se acercaban hasta que estaban tan cerca que podían sentir sus propios latidos.

 

-Vale- dijo ella.

 

-¿Siempre eres tan escueta?

 

-Sí.

 

-Me gusta- y abrazándola la besó con suavidad acariciando sus labios con los suyos, sus cuerpos se amoldaron con suavidad como si encajaran aunque ella medió gimió de dolor por el roce de las heridas.

 

-Lo siento- dijo él y se fueron a casa de ella, donde seguramente repitieron la escena anterior pero en una cama suave con ella tumbada boca arriba y él encima de ella sin aplastarla, besándola y penetrándola con suavidad mientras se miraban fijamente.

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