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Laboratorios especiales 2 parte

en Sexo con maduros

 

Había perdido una apuesta que jamás creyó que fuera capaz de perder, estaba casi segura que habían saboteado su trabajo, por eso había perdido, no se creía que había sacado menos nota que los demás del grupo y ahora debía hacer lo que tan precipitadamente había aceptado.

 

Era demasiado tímida para aceptar el reto pero lo había hecho porque por una vez estaba totalmente segura de que ganaría, todos sabían que no sería capaz de hacerlo, así que ahora estaba en un compromiso, su moral le impedía no hacerlo. Había dado su palabra y siempre la cumplía, eso también lo sabían sus compañeros y estaban siendo muy crueles con ella.

 

- Seguro que le das una alegría al viejo.

 

Ella enrojecía, como siempre que le hablaban de sexo, era muy vergonzosa con los chicos y su profesor a pesar de tener 40 o quizá 50 años le resultaba tan atractivo que no era capaz de aguantarle la mirada.        

 

La idea era colarse en el despacho o laboratorio de él y quedarse desnuda.

 

-Seducirle o no ya es decisión tuya- le decían guiñándole el ojo entre risas sus compañeros.

 

Decidió no pensar mucho y hacerlo en el laboratorio, se asomó al cristal de la puerta y lo vio enfrascado en el estudio de algo, Taisra, así se llamaba ella sintió un cosquilleo de emoción y calor subiéndole por todo el cuerpo, nadie venía por el pasillo así que empezó a acariciarse por encima del tanga, llevaba un vestido primaveral por encima de las rodillas, de tirantes, en tono rosa pastel con estampados de florecitas.

 

El doctor decidió salir del laboratorio para ir seguramente al baño o a tomar provisiones, se escondió en lado del pasillo y se coló dentro cuando este se había marchado doblando la esquina, no solía cerrar con llave ya que nadie estaba tan loco como para entrar allí dentro.

 

“Uff el olor aquí es muy fuerte, creo que voy a marearme de tanto producto químico”.

 

Prefirió no cotillear mucho lo que había por las mesas ya que aunque le gustaba la ciencia no se veía con estómago para soportar más, con los nervios que llevaba.

 

Se quitó el vestido sacando los brazos de los tirantes y dejando que callese al suelo, su ropa interior era de seda rosa con encaje negro semitransparente en zonas estratégicas, primero desabrocho el sujetador y lo dejo debajo de una mesa encima del vestido, bastante cerca para cogerlo y salir corriendo, luego cogió los bordes de encaje negro que adornaban el tanga por los costados y le mordían las caderas y fue bajándolo con cuidado y al agacharse dejando su coñito al descubierto por detrás sintiendo el agradable cosquilleo de la desnudez, dejó el tanga junto al resto de su ropa y se descalzó los tacones, unas cuñas de tiras blancas, el trato era quedarse totalmente desnuda.

 

Como la vergüenza le hacía temblar y temía salir corriendo antes de tiempo se puso de espaldas a la puerta, apoyando las manos sobre la mesa, medio agachada, dejando parte de su sexo al descubierto. Esa posición la excitó y eso la relajó curiosamente.

 

Oyó la puerta abrirse lentamente sin apenas hacer ruido y cerrarse, los pasos eran muy lentos, apenas se oían, su corazón empezó a latir locamente, temía haberse equivocado de laboratorio o que fuera otra persona, sus compañeros y se rieran de ella fotografiándola en esa pose.

 

No se atrevía a girarse y que le viese la cara, estaba tan excitada que sentía miedo de que viera correr por sus piernas su flujo.

 

Esperaba que le gritara o se fuera asustado a llamar a las autoridades y así salir corriendo pero emitió un sonido que no acabo de entender si era una palabra, sonó agudo y carraspeante, como cuando un alumno le preguntaba algo a lo que no tenía respuesta, era el profesor.

 

Esperó nerviosa y unos dedos le rozaron la espalda haciéndole estremecerse, la columna vertebral era su punto débil, se le escapó un suspiro y su trasero con descaro se movió hacia él agachando el resto de su cuerpo y arqueando la espalda, cerró los ojos extasiada.

 

Dos frías manos se posaron sobre sus nalgas, comenzaron a acariciarlas y poco a poco a amasarlas restregando el paquete contra ellas.

 

Subieron por sus caderas hasta sus pechos y se los amasaron, tocándolos sin delicadeza como queriendo reconocerlos, rodeando los pezones y endureciéndolos cada vez más, miró sus manos y eran finas y delgadas como recordaba, de un tono claro que la luz resaltaba, con uñas cortas y limpias.

 

Volvió a bajar por su cuerpo y al dejar de sentir contacto giró la cabeza con curiosidad y le vio de cuclillas mirando su sexo fijamente con ojos serios y vivos como si fuera un tesoro de la ciencia por descubrir, le encantaba esa mirada en su profesor, tenía un rostro delgado y huesudo, con ojeras marcadas que le daban personalidad, solía llevar gafas que ahora colgaban del bolsillo de su bata, el cabello castaño estaba poblado de canas y le llegaba hasta las orejas, estaba delgado gracias al nerviosismo de su profesión, no creía que hiciera ejercicio.

 

Era lampiño en la cara, apenas debía salirle vello porque cuando llevaba días sin afeitarse solo se veía un poco de vello rubio en su barbilla y encima de su labio superior.

 

Taisra no estaba preparada para notar los dedos delgados y delicados del profesor metiendose en su cavidad, eran precisos como los del doctor que era, se sonrojó y gimió suave rezando para que no le escuchara, se sentía tan avergonzada de estar tan excitada, temía que si le hablaba la reconociese. No sabía como salir de esa situación, no le apetecía parar pero tampoco quería que se burlase de ella luego en clase o lo tomase como un juego continuo.

 

La lengua y los labios que recordaba rojizos y voluptuosos empezaron a investigar en su sexo y ella no puedo contenerse más, aprisionó entre sus muslos la cabeza del profesor y lo utilizó para masturbarse sin ser muy consciente de lo que hacia, acariciándose un pecho con una mano hasta que gimió de forma involuntaria.

 

-Me corro- y soltó al profesor, temiendo que le diría de todo y la echaría enfadado.

 

En vez de eso notó que hurgaba en su trasero, con los dedos y luego con la boca.

“¡Oh, dios mio! Va a penetrarme por el trasero, o no...”

 

Trató de relajarse, sintiendo como la lengua del profesor y sus labios besaban su ano acariciandolo y succionandolo, decidió excitarse aún más por su cuenta acariciándose con una mano el clítoris.

 

Al girarse para volver a ver al profesor, le vio con cara de estasis apretando y restregando su rostro contra las nalgas de ella, el cosquilleo que sentía volvía a excitarla y ponerla a punto.

 

De repente notó que se separaba y un pinchazo agudo le hizo gritar “¿Qué intenta arrancarme?” se preguntó extrañada.

 

Volvió a jugar con su coño y esto la relajó pero se empeñó en volver a usar sus dedos mojados en el trasero de ella, introduciéndoselos, estaba temerosa ante lo que se le venía encima, más cuando notó los infructuosos intentos del pene del profesor, así que con suavidad logró que su pene, de tamaño más que aceptable entrase en su sexo, un escalofrío de placer recorrió todo su cuerpo, era una sensación deliciosa, cada vez tenía más ganas de sentir su polla dentro e iba acelerando el ritmo, auto penetrándose más deprisa, tenía ganas de saltar encima del profesor y decirle:

“fólleme, profe, fólleme con todas sus fuerzas que mi coñito lo necesita”.

Hasta que se corrió dos veces seguidas, arqueando todo su cuerpo para sentir bien hasta el fondo la polla mientras su cuerpo experimentaba la inundación de los orgasmos.

 

-!AH AH AH!- los jadeos del profesor eran cada vez más fuertes- no puedo más.

 

Oyó que decía mientras sacaba su polla de su interior y apuntaba a su ano, estaba tan cachonda que le daba igual, se agachó más y se abrió las nalgas con las dos manos, quería que se la metiese por donde fuera.

 

Sintió un suave dolor, gimió suavecito, cogió con la mano la polla de él y fue guiándole con suavidad, hasta que logró metérsela toda, cuando trató de moverse le hizo pararse, cogió las manos de él y las llevo por todo su cuerpo, enseñándole como tocarla, suavemente, apretando cada vez más sus pechos y masturbando su coño para que su morbo aumentase, ella misma fue comenzando a moverse para sentir la penetración.

 

El doctor tomó para su sorpresa la iniciativa cogiéndola de las caderas y aumentando el ritmo de penetración, esto la excitó aún más, sus manos corrían por su cintura camino a su pecho aplastándola con su cuerpo, se sentía empotrada contra la mesa, deseada al completo y su ano cada vez más abierto produciéndole la grandiosa polla un placer indescriptible mientras la agarraba del cabello como a una potrilla desbocada.

 

El doctor paró de golpe cuando ella grito por el tirón de pelo  y tuvo ganas de pegarle por cortarle el subidón de excitación así que le gritó que le follara el culo con todas sus fuerzas.

 

Taisra no quería parar, sentía mini orgasmos recorriendo todo su cuerpo, sobre todo en su trasero, nunca había sido penetrada por ahí y en ese momento descubrió que le encantaba.

 

Le gritaba que la quería más dentro, quería todo su culo lleno de su leche, levantó una pierna y la puso sobre la mesa metálica, el frío del metal era agradable en su contraste y a la vez le excitaba los pezones, el calor del cuerpo sudoroso de él le encantaba y su olor la volvía más loca, mordiendo los brazos de él y lo que llegaba a tocar con su boca hasta que se corrió con las embestidas profundas de la polla en su culo, atravesándola como una estaca.

 

Sintió mientras las contracciones de su coño seguían interminablemente y sus dedos jugaban en su clítoris alargándole el orgasmo de forma tan placentera que su boca no podía cerrarse mientras exclamaba un “oh” continuo, como se derramaba dentro de ella la simiente de él, esto le encantó, le había echo disfrutar tanto como había disfrutado ella.

 

Un par de espasmos más hicieron retorcerse el cuerpo de Taisra mientras el doctor la acariciaba de una forma tan tierna que ella no esperaba y la abrazaba, relajando juntos sus respiraciones.

 

Al separarse de su cuerpo, el semen salió de su ano que seguía dilatado y se desbordo por sus piernas, pegó un respingo cuando notó la lengua del profesor otra vez en su coño, ayudada por sus dedos y sin poder evitarlo tuvo un mini orgasmo.

 

Lo que le sorprendió aún más fueron las extrañas palabras del profesor diciéndole que volvía en un rato y la limpiaría para guardarla.

 

Cuando él se fue ella se incorporó de la mesa rápidamente y se puso la ropa para marcharse aún con el semen corriendo por sus piernas, el cabello sudado y a saber con que pinta, que la vieran así le avergonzaba y a la vez le producía cierta excitación para ser sinceros...

 

 

 

A la siguiente clase Taisra había mentido a sus compañeros de clase, no se había atrevido a realizar la apuesta, estaban defraudados con ella pero no esperaban otra cosa.

 

Cuando acabó el horario lectivo se acercó a la mesa del profesor para recoger un trabajo, nerviosa por si la reconocía, quedaban dos personas más cuando la atendió y sucedió algo inesperado, fue a señalar una cosa de su trabajo y el bolígrafo cayó en la mesa.

 

-¡Oh!- exclamó ella poniéndose roja y sintiéndose mojada en su sexo ante la proximidad de él.

 

El doctor se acercó más a ella para recogerlo y al dárselo mirándola extrañado.

 

-¿Dónde he oído antes eso?- murmuró para sí- y ese olor...

 

Entonces ambos empezaron a enrojecer, el profesor se volvió más torpe en sus acciones, ella empezó a tartamudear y él anunció que respondería a sus dudas en la siguiente clase mientras salía precipitadamente del lugar al igual que Taisra.

 

 

En su casa no podía parar de dar vueltas, nerviosa, ansiosa, temerosa de que el asunto tuviera consecuencias negativas mientras su cuerpo joven y sexual no le hacía caso y se sentía morboso ante la posibilidad de que ahora que la había reconocido...

No, no debía ni siquiera fantasear en que repetiría el asunto pero era tan fácil imaginar como el profesor podía amenazarla con desvelar su secreto si no le chupaba la polla, esa polla ancha y tan deliciosa que no había podido probar en su boquita... no, no debía pensar eso.

 

Sin embargo sus manos tenía voluntad propia y ya navegaban entre sus piernas, acariciándola dentro del pantalón, las apartó pero volvieron ahí como hechizadas, dejó de resistirse y se tiró en la cama quitándose el sujetador para masturbarse sacándose los pechos por encima del la camiseta de tirantes, se sobó bien los pezones endureciéndoselos para mientras seguir con la otra mano recorriendo su húmedo sexo, se sentía tan guarra que sacó los 4 dedos de su coño, sí, los cuatro y los metió en su boca para saborearlos imaginando la polla de su profe predilecto.

 

Se había corrido ya 4 veces rememorando la sesión de sexo en el laboratorio e imaginando nuevas escenas cuando sonó el móvil y al cogerlo se quedó medio aterrada, era el número de la universidad.

 

-Jum, em, ¿Taisra?- era la voz del profesor- necesito que vengas a mi, erg, despacho, erg, necesito... bueno, creo, venga para hablar inmediatamente, si puede, bueno...

 

-Sí profesor, voy inmediatamente- dijo corriéndose ya que no había dejado de tocarse en ningún momento, tratando de disimular los gemidos de placer.

 

-Muy bien, traiga su trabajo, hablaremos de él- y colgó con voz nerviosa y algo alterada.

 

Taisra se duchó en un segundo sintiendo como su sexo palpitaba de alegría, dudando que ponerse, se decantó por una camiseta y unos vaqueros, debajo llevaba un corse de encaje semi trasparente color rojo, se sintió avergonzada de llevarlo con un tanga y ligueros rojos también de encaje y bordados que dejaban ver todo, no sabía que esperar y si veía que llevaba eso rojo debajo iba a malpensar que venía con esa idea pero si lo veía es que él también querría...

 

 

Le costó llamar a la puerta del despachó pero le abrió enseguida, se le veía más nervioso de lo habitual, la hizo sentar y hablaron sobre el trabajo de ella de forma profesional, es más, casi se le olvidó el motivo por el que deseaba estar allí, se sentía algo defraudada y aliviada.

 

Hasta que se quedaron en silencio y él volvió a su nerviosismo.

 

-Usted... estuvo el otro día en mi laboratorio- no quedó claro si era una pregunta, así que ella se quedó callada- sabe usted que eso no está permitido y sería causa de sanción.

 

-Lo se- dijo ella nerviosa- perdí una apuesta y me veía obligada a hacerlo, me tiene usted en sus manos, haré lo que sea para que no me denuncie.

 

-Bueno yo..., no tiene que volver a hacerlo, no está bien, tampoco está bien que quede sin castigo...- la mirada de el avergonzada no subía de su escote y oscilaba entre este y sus papeles en el escritorio.        

 

-Haré lo que usted me pida como castigo- la voz de ella salió como un susurro, se sentía muy caliente y temía demostrarlo, sus pezones se marcaban claramente debido a la fineza de su ropa.

 

Entonces, se iluminó la cara de él.

 

-Como sabrá en mis experimentos tengo que usar... mm muestras no vivas, debido al carácter tan delicado de mis experimentos, no es fácil encontrar un mm colaborador dispuesto a... dejarse... a... mm bueno, que deje que experimente con él, así que usted será mi conejillo de indias.

 

-Como usted diga profesor- dijo totalmente sumisa con el rostro color escarlata mezcla de vergüenza y excitación levantándose- ¿empezamos ahora?

 

Mientras decía esto se desabrocho él pantalón y él asintió frotándose las manos sin mirarla, se echo un mechón de cabello hacia atrás y se puso la bata, cuando se giró ella estaba en tanga y corse, el pene de él no podía estar más pronunciado en su pantalón, al acabar de abotonarse la bata se desabrochó aliviado el vaquero y dejó que siguiera libre y palpitante, le costó no tocarse.

 

Ella se veía hermosa y con los pezones tan erectos como los picos de unas montañas. El corse se ceñía a su cuerpo como un guante y se puso de espaldas para agacharse hacia adelante mientras bajaba su tanga mostrando sus nalgas y labios inflamados al doctor que se contenía para no meter la boca y lamerla entera, ella misma percibía su olor a sexo y suspiró avergonzada.

 

Los dedos técnicos del profesor pasearon por la zona depilada, sus labios hinchados y palpitantes, su coño solo deseaba que se los metiese y lo hizo mientras ella se mordía la mano para no gritar de placer y trataba de no mover su cuerpo para follarse esos deditos.

 

Pronto los recibió su ano, que los acogió cariño como si fueran viejos amigos, ahí hurgó con más ahínco, deleitándose, haciendo observaciones técnicas pero escapándosele algún gemido y suspiro que ella percibía y la excitaba más.

 

Las manos traviesas de ella no pudieron contenerse y se fueron a su clítoris, masturbándose en silencio, él lo percibió riñéndola.

 

-¿Qué está haciendo señorita? Esto es un trabajo, no sea impúdica- y con esto la sacudió una palmada en la nalga, sin sacar los dedos de dentro de su ano, ella se inclino hacia adelante sobre la mesa, más cachonda.

 

-Perdone profesor, castigueme lo que usted quiera, me lo merezco- y siguió masturbándose incapaz de parar ya.

 

Y las quejas de él aunque cada vez más seguras y fuertes denotaban en su voz excitación las palmadas se quedaban en sus nalgas acariciándolas y apretándolas con fuerza.

 

Le pareció notar que le restregaba contra el coño y nalgas su polla, los dedos del profesor entraban y salían de su culo a ritmo de sexo sucio y cachondo.

 

-Voy a tener que castigarla con un reconocimiento completo, más duramente- diciendo esto subió sus manos por el corse acariciando y apretando los pechos de Taisra hasta sacárselos de esa fina tela y estrujarlo.

 

Ella no podía dejar de jadear cachondísima y se giró para encontrarse de frente con el profesor que tenía los ojos inyectados en deseo, grandes y brillantes, ese color marrón grisáceo la mareó y entre cerró los ojos a punto de desmayarse, gimió deseando con sus labios inflamados y rosáceos la boca fresca de él que se acercó para besarla con fuerza, mezclando sus dulces salivas, con suavidad el beso se hizo haciendo más apasionado y las manos de él estaban en un pecho de ella y en su coño, primero acariciando suavemente pezón y clítoris para pasar a meterle dos dedos y hacerla subir y bajar con fuerza sobre ellos y levantar una pierna para ponerla sobe sus caderas, era como si la estuviera penetrando.

 

 

No aguantó mucho más sin sacarse la polla y metersela, entró con suavidad como si estuviera untada en mantequilla, Taisra le rodeo con las dos piernas la cintura y dejó que la fuera penetrando cada vez con más fuerza hasta que le avisó de su orgasmo, los ojos de él la herían con su profundidad, desnudando sus deseos más profundos, observando como se arqueaba todo su cuerpo y analizando cada gesto y gemido como si se tratase de un nuevo espécimen descubierto por él.

 

El roce de sus tetas contra el pecho del profesor le encantaba, se había quitado la bata y ya no llevaba ni la camiseta, su pecho aunque delgado era fuerte y amplio, le sorprendió, no tenía apenas bello.

 

Cuando sacó su polla de ella para quitarse los pantalones la alumna le rogó que la dejase hacerlo y se puso de rodillas, dejando la polla del profesor justo a la altura de su cara, dejó que esta tocase su rostro mientras le quitaba los pantalones, notando como el profesor se mordía los labios ante el morbo que le producía la escena.

 

Al acabar pasó sus labios por el tronco del cipote de él comprobando como se estremecía su cuerpo, pasó la lengua para provocarle más y se la metió entera despacito, el cuerpo de él se arqueó hacia atrás dejando la boca abierta de placer.

 

-Ahhh- dijo él acariciándole el cabello.

 

-Mmm- dijo ella saboreando su polla que le pareció deliciosa, se sentía cachonda y sucia como nunca, con lo puritana que se creía estaba disfrutando con cosas que se negaba a hacer de normal.

 

Jugaba rodeando con su lengua la estaca de él y las manos del profesor se impacientaron moviendo su cabeza más rápido hasta que ella tomo el control, sentía dolor en la mandíbula, se le estaba desencajando, se obligó a relajarse y recordar el placer que sentía al metersela hasta el fondo y saborearla, ayudándose en el tronco con las manos siguió jalándosela hasta que notó las manos de él le apretaban con más fuerza el cabello, su cuerpo se ponía tenso, una mano iba a sus tetas, y la otra se agachaba para tocarle el coñito húmedo y metérselo deprisa en el trasero, coñito otra vez y culo, hasta que la soltó y apretó sus tetas otra vez y mientras se miraban el le avisó con ojos extasiados.

 

-Ya viene tu castigo, siéntelo en tu garganta, es todo para ti, ohh- y jadeando le descargó en la garganta y boca, llenándosela y rebosando, ella tragó con gusto.

 

Aún con los espasmos se la sacó de la boca y la obligó a levantarse, la besó y la puso de espaldas sobre la mesa abriéndole las nalgas para meterle la puntita en el ano y descargar ahí el resto que cayó en su coño, le metió la polla aún corriendose en el coñito al ver que no entraba en el ano y ella sintió que se mojaba toda.

 

Se la volvió a sacar y se relajó pero no la dejó girarse, siguió manoseándole las nalgas, hasta que ella no pudo más y le pidió que le metiera la polla, la mano o la lengua, lo que fuera.

Sentía el airecito en su coño, como se lo abría y este pedía caña, sentía el cuerpo de él cerca y se volvía loca, este le hizo caso con sus dedos, volvió a girarla cara a ella y le metió los dedos en el coño con una mano y con la otra en el ano, Taisra sintió un tirón de dolor al sentir como se desgarraba su perineo, él también lo sabía y asomó un deje de culpabilidad en su mirada y duda.

 

 

-Sigue castigándome, me lo merezco y me encanta- susurró ella y la boca de el profesor fue a sus tetitas, mordisqueándoselas y besándoselas.

 

Su chochito estaba mojado a más no poder y ella apena podía controlar sus gritos al sentirse tan brutalmente follada por delante y por detrás, con un dedo en su clítoris, mientras las manos de ella acariciaban el delgado cuerpo de él, que empezaba a adorar y le encantaba saborear.

 

Entonces saltó al sentir algo nuevo, el doctor había encontrado el punto g de Taisra y esta se hincho, arqueo y volvió loca en sus manos, le sorprendió como perdía el control de su cuerpo y la fuerza que tenía para sujetarla a pesar de su delgadez, no tardó mucho en correrse mojándole aún más los brazos hasta los codos, dejando un pequeño charquito en el suelo.

 

 

Ella apenas lograba recuperarse y gemía fuerte cogiendo aire, mientras él la miraba maravillado haciéndola enrojecer aún con las manos dentro de ella.

 

La besó y con suavidad sacó las manos de su agujeritos para acariciarla y abrazarla con fuerza. La soltó de golpe y avergonzado se vistió todo serio.

 

Taisra hizo lo mismo preocupada por si el profe se había arrepentido del trato, se había convertido en una droga y no deseaba dejar de consumirlo...

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