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La oficina - Capitulo 6 - Amor de verdad

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CAPITULO 6

Amor de verdad

El reloj marcaba las 11:29 a.m. el monótono tic-tac resonando en las paredes del despacho, terminó por despertar a Victoria. Sus ojos nublosos se abrieron cargados de culpa, sus párpados dolían, la inflamación en los vasos sanguíneos de sus globos oculares daba cuenta de la falta de sueño y endosaba una triste mirada carmesí a la mujer. Victoria cobró conciencia, recordó lo que había hecho hace pocas horas, recordó donde estaba y como había llegado hasta ahí. El pecado invadió todo su ser como un escalofrió recorriendo su columna vertebral. Cerró sus ojos queriendo pensar en que todo había sido un sueño, que nada de había ocurrido en realidad, quería olvidar de todo y despertar en otro lugar lejos de ahí. Quería despertar como todas las mañanas en su propia cama, en su casa, creyéndose una amante lesbiana que engañó al mundo entero. Pero fue imposible apartarse de la verdad, nunca debió llegar a este punto, había equivocado su camino, había faltado a su promesa de nunca ser poseída por un hombre. No solo lo había hecho, le había gustado, lo había disfrutado. Cuando al fin pudo abrir por completo sus ojos grandes, se incorporó tímidamente, descubrió su desnudes, era real, crudo y real, estaba ahí, sus ropas aún esparcidas sobre el piso de madera a pocos pasos de donde yacía. El impúdico pecado retumbó en su cabeza mientras todo su cuerpo emanaba un embriagante aroma de promiscua pasión. Su piel erizada por completo delataba la culpa que llevaba por dentro, sus rozados pezones se endurecieron solo por recuerdo de lo pasado. Victoria se levantó como un resorte moviendo su cabeza como tratando de apartar esas oscuras imágenes de su mente. Luego tomó asiento al filo de ese sofá, testigo mudo de la infamia cometida, reflexión un buen rato, quiso llorar, trató inútilmente de hallar sentido la descarriada vida que llevaba. Puso ambas manos en su rostro, estuvo a punto de sollozar, de pronto las manos suaves de Nancy recorrieron su blanca espalda. Victoria recobró su entereza instantáneamente y se tragó su orgullo, su amiga había despertado, un extraño temblor aprisionó sus partes bajas mientras Nancy cubría con las palmas de las manos toda su fría y blanca piel. Nancy le trasmitía cariño, ese calor único de su cuerpo, esa pasión desmedida que emitía por todos sus poros, esa vehemencia con la que la noche anterior había cambiado la única forma de amar que ella sabía. Nancy se acercó por detrás, la apretó con sus brazos, la besó suavemente por la nuca mientras removía delicadamente la frondosa cabellera de la mujer.

–       ¿No te arrepentiste? ¿verdad? – Nancy habló al oído con tal delicadeza que provocó un instantáneo sonrojo en las mejillas de la mujer. Victoria regresó de inmediato la mirada sintiendo que su nueva amiga estaba leyendo sus pensamientos ¿Cómo podía hacer eso?

–       No… no, es eso – respondió Victoria exhalando - al contrario, me encantó, pero…

–       A mí también - interrumpió Nancy sin dejar terminar la oración- pero aún hay mucho que podemos hacer juntas, ya eres toda una mujer. Ahora tenemos que disfrutar lo mejor que el sexo nos ofrece, yo te voy a enseñar, solo deja de pensar demasiado en lo que hicimos juntas, déjate llevar, nadie podrá arrebatarte los bellos momentos que hemos vivido

En ese momento ambas coincidieron en el espacio vacío que había dejado Juan, pero le restaron importancia. Nancy tomó suavemente el rostro de la mujer y la guio hasta sus ardientes labios. Una vez más se fundieron en un profundo beso, rosando con vehemencia sus preciosos cuerpos, se enlazaron, calzaron justos. Las mujeres se hundieron en profundas y acaloradas caricias, desencadenando nuevamente la humedad en sus femeninas fuentes de placer. El interior de sus vientres parecía despertar con un retorcijón que comprimía hacia abajo. El renacer de tales placeres encendió la libido de ambas mujeres y quisieron entregarse otra vez sin importar el mundo entero, pero Nancy contuvo sus ganas, la miró con sus ojos lascivos, ella tenía otras intenciones, cortante, detuvo a la mujer que parecía poseída, deseosa de placer, quien devoraba en ese momento la piel bajo su oído y garganta.

–       Uf Amor, me vuelves loca…– dijo Nancy – pero necesito que hagas algo por mí, primero ve a tomar una ducha, ponte muy linda, voy a preparar una sorpresa para mi novio, vamos a disfrutar mucho las dos, te lo aseguro – se quedó un rato mirándola sin quitarle los ojos de encima – ah, y no es necesario que te vistas, así luces hermosa como estas – Concluyó mientras Victoria se retiraba pensando en esas últimas palabras de su amiga

***

En el despacho de junto, Federico había despertado con una fuerte migraña como era común después de la cantidad de alcohol que había ingerido. Su cabeza daba vueltas provocándole mareos y un malestar difícil de aguantar. Federico tenía una laguna mental, sabía dónde estaba pero no recordaba como llegó ahí ¿qué había pasado? Las imágenes en su mente parecían un sueño o más bien una pesadilla. Nancy no estaba a su lado, pero recordaba que la noche anterior había estado con ella, las escenas en su mente eran borrosas y desordenadas sin ningún sentido lógico. Tenía la impresión de haber hecho algo malo, de haber cometido alguna falta, pero no estaba seguro. Se había sentado al filo de la improvisada cama en la cual lo habían abandonado, trató de aclarar sus pensamientos, se levantó varias veces inseguro de lo que debía hacer, camino un poco, tomó una pastilla para el dolor de cabeza, era impresionante la sed que sentía. Habiéndose recuperado un poco, volvió a sentarse al filo de la cama, entonces escuchó algo, algo como voces, muy cerca, no se preocupó demasiado, sabía quién podía estar en el despacho de junto casi podría imaginarse. Entonces quiso acostarse nuevamente pero de pronto escuchó el crujir característico de la puerta que comunicaba los despachos. Se miró, trató de acomodar sus ropas, la puerta se abrió rápidamente. Entre las sombras se dibujó la imagen desnuda de Nancy, mirándolo coqueta. Federico había visto muchas veces desnuda a su mujer, su amante y socia. Había poseído tantas veces ese fascinante cuerpo, pero hoy parecía diferente, radiante, con un rubor en toda su piel, que le hacía brillar casi iluminar la habitación. Los destellos y la poca luz entrando en el despacho tras la figura de Nancy, encandilaron los ojos de Federico, quien desvió instintivamente la mirada hasta acostumbrarse. Nancy entró y volvió a cerrar la puerta pero sin colocar el seguro, agregando misterio al momento. Cuando Federico al fin pudo posar sus ojos sobre la mujer pudo notar que la piel tostada emanaba un brillo especial, algo como un calor que inundaba la habitación, algo que le provocó asombro, torció su rostro en una estúpida mueca, con su mandíbula desencajada y su boca abierta en una intrincada elipse.

–       Estás muy linda – atinó a decir y se quedó mudo

–       Gracias… ¿recuerdas lo que pasó a noche? – Agregó Nancy con un tono suave y conciliador, pero mirando directamente a los ojos de Federico quien quedó atónito, boquiabierto

–       ¡No! – maldición, ¿hay algo que recordar anoche? Pensó ¿Porque aparece así desnuda? ¿Quizás estaba furiosa y fue a dormir en el despacho de junto? ¿Que busca ahora? ¿Qué es lo que ha hecho? ¿Busca venganza o reconciliación? ¿y porque tiene ese brillo tan especial en toda su piel? Federico abrió sus grandes ojos sin poder entender y se quedó un buen rato haciéndose preguntas a si mismo. Trataba de concebir la situación pero…

–       Bueno… - Nancy hizo una pausa larga - no importa, cuando lo recuerdes hablaremos de eso, por ahora quiero que sepas algo

–       ¿Qué cosa? – Federico se alarmó esperando lo peor

–       Te amo y te perdono, quiero que entiendas que hay cosas que he ocultado de mi por miedo a perderte, pero hoy es diferente, no me importa lo que sepas, o lo que llegues a saber, solo quiero que llegues a entender por todo lo que he pasado, todo lo que fue mi vida antes de conocerte y para eso quiero que entres en mi mundo, hacerte un regalo

–       ¿Un regalo? Y ¿qué será? – El rostro de Federico se iluminó, lo que sea que hubiera hecho, debió ser grave pero aún más grave era lo que Nancy ocultó, si tenía tan buen genio por algo debe ser. Federico jamás había indagado demasiado el pasado de su novia, era feliz con lo que sabía de ella, pero las palabras de Nancy carecían de sentido a que se refería con un regalo

–       Ya lo verás – Nancy se acercó despacio, se arrodilló frente a Federico, bajó delicadamente la cremallera del pantalón y preguntó - ¿Tú me amas?

–       Siiii

–       ¿Y eres capaz de comprenderme, satisfacerme en todas mis necesidades?

–       Pues… -Se detuvo tratando de entender la pregunta- creo que sí, ¿estás hablando de sexo?

–       Creo que sí – contestó resignada, pero esbozando una sonrisa pícara

Para ese entonces, Nancy ya tenía en sus manos el miembro semi flácido de su novio, lo acarició, lo conocía muy bien, lo miraba con ternura mientras iba tomando forma en sus manos. Cuando jugó lo suficiente con él, besó pacientemente recorriendo con ímpetu toda la longitud del falo. Saboreó mientras deslizaba su lengua ágil, adueñándose del aroma varonil, luego al fin se lo llevó a la boca, lo devoró completo, lo chupó como a él le gustaba.

–       Bueno, sabes que eso me gusta mucho – exclamó Federico con ironía -  pero ya me lo has hecho muchas veces ¿cuál es el regalo? – le susurró

–       Eres un desagradecido – respondió la mujer deteniendo sus actos, frunciendo el ceño y mirando fijamente a los ojos de Federico

–       Está bien -Federico pasó sus manos por la cabellera castaña de la la mujer- continúa, sabes que me gusta demasiado como lo haces

Cuando Nancy logró una erección perfecta, intempestivamente se retiró, riendo divertida y algo nerviosa.

–       ¿Es una broma? ¿ese es tú regalo? – increpó Federico deformando su frente

–       ¡No! Ya lo veras, -Nancy alzó la voz - Ya puedes pasar – gritó, esa era la clave para Victoria que esperaba tras la puerta de la otra oficina

Victoria entró lentamente, con algo de vergüenza pero completamente desnuda, lucía fresca, radiante, renovada totalmente. Después del refrescante duchazo. Victoria había retocado su maquillaje logrando verse aún más esplendorosa de lo que era. Su corazón latía fuerte, tanto que retumbaba en sus oídos mientras esperaba que su amiga le diera alguna orden. El tiempo se había hecho eterno, estuvo parada tras la puerta como Nancy ordenó, indecisa pero ansiosa, aun sabiéndose culpable su mente no dejaba de imaginar lo que el destino le depararía. Su cuerpo empezaba vibrar solo pensando en una nueva aventura, sus miedos desaparecieron, quería hacerlo, deseaba sentir esa sensación que hace pocas horas parecía haber cambiado su vida, de alguna manera se sentía diferente, tenía la suficiente motivación para continuar. Victoria era una mujer atrevida, arriesgada, siempre tomaba la iniciativa cuando se trataba de mujeres. Pero este día sentía que había nacido de nuevo y quería sentir todas las experiencias que su nueva amiga le quisiera mostrar. Estaba nerviosa pero segura de lo que iba a hacer. Federico en cambio palideció, se quedó sin habla, no entendía que estaba pasando, era una broma quizás, eso explicaría la pronunciada sonrisa que Nancy había dibujado en su rostro, quizás su novia se había vuelto completamente loca.

–       ¿Pe pero qué significa esto? – preguntó Federico tartamudeando

–       Este, mi amor, es mi regalo para ti, mira bien esta preciosura, es el tipo de chica que te gusta ¿verdad?, rostro de ingenua y cuerpo bien proporcionado, no le falta ni le sobra nada, el tipo de mujer que te quedas viendo en las calles, la traje solo para ti

–       No es cierto-intervino Federico sin quitar los ojos de la mujer parada frente a el - yo jamás he visto más mujeres aparte de ti – su caballerosidad sonaba como una mentira exagerada, pero Federico era de ese tipo de aduladores

–       Bueno… yo sé que te va a gustar… y cuando ella te haga el tipo de cosas que tú y yo sabemos, lo vas a disfrutar como nunca lo has hecho hasta ahora – Nancy parecía segura de lo que estaba hablando

–       Pero tú… ¿estás de acuerdo con esto? ¿No te molesta ni un poquito?

–       Claro que no, tonto, me encantaría verte disfrutar con alguien más, es una fantasía que he querido compartirla hace tiempo, me excitaría tanto ver como penetras a esta mujer-dijo susurrando

–       Wow, jamás me imagine que pensabas así – Si tan solo lo hubiera sabido antes – Federico recordó un aventura que había tenido hace poco tiempo

–       Y aún hay más que debes conocer de mí, pero recuerda que esto solo lo hago porque te amo, yo mismo he escogido a esta chica para ti y solo puedo hacerlo – esta parecía más como una amenaza, Federico tuvo que guardarse sus recuerdos para el solo

Nancy se incorporó y se puso frente a Victoria, la besó frenéticamente en la boca, jugaron por un buen rato con sus lenguas, mientras sus manos traveseaban inquietas sobando los pezones y nalgas. Federico no podría estar más sorprendido y excitado por lo que pasaba frente a él, su miembro había crecido hasta dolerle. Pensó en lo poco que sabía tan poco de su novia.

–       Esto es fantástico, ¿porque no me habías dicho antes? – sus ojos se oscurecieron– mi novia es una perra – susurró

Al fin Nancy soltó Victoria y animó a esta para que se acerque a Federico, el solo esperó sentado con su miembro duro como una roca y apuntando al cielo. Victoria, se agachó colocando sus manos sobre las piernas del hombre, lo besó despacio, tratando de entender estos nuevos, carnosos labios, ya no sentía ningún desagrado. Federico es un hombre atractivo, atlético, ligeramente más alto que Nancy pero dotado de buena masa muscular. Victoria curioseaba con su lengua indagando la boca del hombre. Sus dedos se incrustaban en las musculosas piernas de Federico. Se recordó a sí misma la noche anterior en una posición similar, su mente estaba llena de incógnitas, en su cabeza ahora había lugar para pensamientos sexuales con un hombre, quería descubrir que le estaba pasando, quería descifrar los enigmas del sexo masculino, de un hombre nuevo ¿cómo será esta vez? ¿A que sabe su piel? ¿Cómo será este nuevo pene? ¿que se sentirá tenerlo dentro? ¿A que sabe este nuevo semen? pronto todas sus preguntas quedarían resueltas, mientras más se apresure con su nuevo amante, mejor será su experiencia, se decía a ella misma.

Victoria bajó lentamente besando y desnudando una caja torácica amplia, unos hombros trabajados, fuertes. Victoria se deleitó con la hermosura de este hombre pero ella buscaba algo más, buscaba la firme masculinidad de Federico. Revoloteó sus manos hasta llegar pene ya expuesto. Lo agarró con ambas manos, lo masajeó como había aprendido y sin perder más tiempo se lo llevo a su boca. Trató de saborearlo de a poco, cerró los ojos mientras se sentía extasiada por el aroma de un nuevo amante. Buscó ese aroma conocido, aroma de su amiga, aroma de sexo, ahora todo parecía lo mismo. En realidad no importaba mientras provocara en ella esa aplastante sensación bajo su vientre y pudiera excitarse aún más. Todos sus sentidos podían percibir el endulzante hedor del placer, su paladar reconocía la forma, su lengua se adaptaba al símbolo de lujuria. Ahora podía despojarse de todo prejuicio, ahora era un animal, una loba sedienta de sexo, sedienta de satisfacción. Nancy fue detrás de su amiga, posó una de sus manos sobre las nalgas de Victoria, jugueteaba con las curvas de su amiga hasta llegar a sus agujeros inferiores, entonces introdujo uno de sus dedos en la abertura más estrecha, lo hizo con benevolencia irrumpiendo en sus entrañas, recordándole su función de gozo. Satisfecha Nancy con la acción y con sus dedos impregnados de mujer, se estiró para alcanzar con su otra mano el rostro de Federico y traerlo hacia ella. Lo besó delirantemente, captó su atención, luego lo dejó para enseñar a su macho como ella podía saborear el placer regado en su mano derecha. Nancy bebió, saboreó y relamió sus dedos sabiéndose observada por su novio. Nancy arqueo su cuerpo echando su cabeza para atrás mientras incrustaba todos sus dedos en su boca, como si de un falo se tratara, lo hizo con tanta pasión que gemía con cada inserción en su boca. Federico disfrutó la visión excitándose tanto que sintió su miembro tan duro como nunca antes como si estuviera a punto de estallar. Nancy sabía el efecto en su novio y repitió el procedimiento de una manera tan sensual jamás antes vista. Impregnó sus dedos con todos los líquidos que su amiga destilaba por sus orificios, pero esta vez colocó su dedo medio en los labios de Federico. El saboreó ese exquisito sabor con una mórbida satisfacción mientras Nancy lo miraba maliciosa. La decadente imaginación de Nancy se extasiaba con el morboso recuerdo de Juan penetrando ese mismo agujero pocas horas antes. Uno de sus mejores amantes había llenado esa misma cavidad que ahora su novio la saboreaba con pasión sin siquiera sospecharlo. De esta forma tan retorcida Nancy lograba niveles tan altos de placer y a la vez daba la bienvenida a la persona que amaba a su propio mundo pervertido. Federico no tenía ni idea, lo estaban usando, lo estaban haciendo participe de tan bajos instintos. Su novia estaba cobrando venganza de una forma tan audaz, tan perspicaz mientras él se sentía feliz, tan deseado, se sentía premiado con esta relación impúdica.

Con esta iniciación, Nancy daba por sentado que su novio al fin la entendería y conocería completamente. Al fin podría ser ella misma, de ahora en adelante no le importaría mostrarse tal cual es. Nancy repitió una vez más el procedimiento con sus dedos, pero ahora introducía su mano casi completa en la vagina de su amiga, mojándola, impregnándola del zumo que esta mujer desprendía. Esta vez no solo los compartía con Federico sino que acarició las mejillas y frente del hombre dando por terminada la iniciación de su amante. Al mismo tiempo el sexo de su amiga se inundó a borbotones fruto de un pequeño orgasmo que había provocado tanta incursión en sus entrañas. – Es hora - dijo Nancy, quiero que la penetres y le des lo mejor de ti. – Si mi amor -dijo Federico extasiado- lo que tú digas.

Victoria no perdió el tiempo, en un ágil movimiento se incorporó y pasó a sentarse a horcajadas sobre el hombre, ella colocó sus piernas alrededor de las caderas de su amante presurosa por recibir dentro de si el nuevo instrumento. El sexo de Victoria recibió fácilmente el duro pene de su amante, el cual entraba sin compasión y sin oposición alguna, resbalaba detonando pequeñas palpitaciones en sus entrañas, desbordando alegría y detonó otro instantáneo orgasmo con gemidos sin control. Victoria, se recuperó pronto, su cuerpo había cambiado, se había adaptado y acostumbrado a recibir tanto placer. Su cuerpo era tan receptivo y reaccionaba rápidamente, sobre todo cuando se sentía ensartada por un miembro masculino. La mujer necesitaba aún más goce, se movía como una poseída, iba de arriba abajo sin control, gritando y gimiendo de tanto deleite.

–       ¿Te gusta amor? – preguntó impertinente Nancy

–       Siii, Claro que si  - los ojos desorbitados de Federico no atinaban más pensamiento, el gozoso sentimiento de estar entregándose a otra mujer justo en frente de la que amaba nublaba por completo su mente

–       Maravilloso, estoy muy excitada, te amo tanto mi amor y quiero que me entiendas, como tú, también tengo necesidades que deben ser satisfechas, no quiero que dudes nunca de mi amor, como yo no lo hago del tuyo, solo entregamos placer

–       Si amor, si – murmuró Federico, sin entender y sin poner mucha atención a las palabras de su novia

–       ahora vengo, continúen disfrutándolo

Nancy aprovechó el momento para dirigirse a la puerta de entrada de su despacho, se colocó encima una bata blanca que tenía para esas ocasiones, enfundó las sandalias que combinaban con la bata, abrió la puerta y salió cerrando suavemente para no interrumpir a los amantes. Una vez en el pasillo, caminó segura hacia la recepción, hace rato que había escuchado pasos y sonidos de alguien inquieto. Como era lógico el ruido que hacían ahí dentro debió haber despertado al novio de Victoria, sonrió para sus adentros aún podía escuchar a la pareja, seguramente esta mañana los gemidos eran aún más estridentes que en la madrugada. Cuando Nancy llegó a la sala de espera, encontró a Carlos con cara de asustado sin saber qué hacer, no entendía que pasaba, ni donde se había metido Victoria, quizás estaba en problemas. Estuvo a punto de cruzar ese pasillo y tumbar la puerta si fuera necesario pero justo entonces se encontró con una sonriente mujer, que se acercaba a él confiada. La muchacha estaba forrada en una bata blanca, cabello algo húmedo y alborotado. De inmediato la abordó y preguntó cómo un desesperado:

–       ¿Qué es lo que está pasando ahí? ¿dónde está Victoria? – Los ojos de Carlos inyectados de sangre emanaban furia

–       Tranquilo, tranquilo, todo está bien, ¿tú cómo te llamas? – Se acercó Nancy con sus dos manos a la defensiva

–       Mi nombre es Carlos, como quieres que esté tranquilo, no encuentro a Victoria por ninguna parte

–       Mira Carlos, Victoria está bien, hemos hablado con ella y llegamos a establecer una buena amistad, ven conmigo tranquilízate ¿Quieres tomar algo? Te ves cansado, tienes un rostro terrible – Ella trataba de apaciguar los ánimos

–       No gracias, así estoy bien, solo quiero ver a Victoria ¡ahora! – El muchacho parecía algo histérico, no quería escuchar razones

–       En seguida la vamos a ver, ahora está compartiendo con mi novio Federico, un poco más temprano pasamos un buen rato junto a Juan un gran amigo, por cierto soy Nancy mucho gusto- Le extendió la mano amistosa- me gustaría que tú también te nos unas, podemos ser buenos amigos, claro si tú lo quieres.

Carlos miro fijamente a Nancy, una hermosa mujer de cabello oscuro, lacio que caían libremente sobre sus hombros, su rostro de ángel, no tenía igual, inspiraba confianza y seguridad en sí misma, no había razón para pensar que le estaba mintiendo, su sonrisa era cálida y esos labios carnosos y su delicada voz eran una delicia cuando decían palabra alguna, Carlos soltó una sonrisa algo más aliviado.

–       Está bien seamos amigos pero vamos dime ¿dónde está Victoria?

–       Genial, quiero mostrarte algo, ven conmigo – caminaron por el pasillo hasta llegar a la primera puerta, ahora se oían aún más fuertes los sonidos dentro del despacho

–       ¿Qué está pasando ahí? –preguntó nuevamente contrariado Carlos

–       Ven, ven asómate a la puerta y míralo tú mismo. –Así lo hizo, mientras Nancy abría lentamente la puerta del despacho

Carlos se puso blanco, no podía dar crédito a lo que miraba, dos cuerpos fundidos en un desenfrenado acto sexual. Friccionados en un desesperado intento por provocarse placer, la mujer era precisamente Victoria, quien en ese momento daba las espaldas sentada sobre un hombre, él estaba sentado al filo del sofá-cama penetrándola fuertemente por detrás. El sofá-cama estaba completamente plegado, lo cual daba una visión panorámica a los observadores que estaban parados justo detrás de ellos, en la puerta de la oficina. Los amantes embelesados por el acto y de espaldas no se percataron o no les importaba su presencia. Carlos, estaba enfurecido, rojo como un tomate a punto de estallar, su frente se deformó y sus ojos parecían salir de sus cuencas, no podía creerlo, lo estaban traicionando y apenas habían pasado pocas horas de que Victoria se había convertido en su novia oficial, quería lanzarse frente a ella, pedirle una explicación, gritar su desventura, pero Nancy lo sujetó como pudo, no permitió el ataque.

–       ¿Qué diablos están haciendo?- increpó Carlos- se supone que ella y yo… mierda no puede ser

–       Tranquilo, te dije que estaba compartiendo un buen rato con Federico mi novio

–       ¡Tu novio! –Los ojos de Carlos se abrieron incrédulos- ¿Pero qué te pasa? ¿dices que es tu novio? ¿cómo le permites hacer eso frente a ti?

–       Yo sé que él me ama, solo está divirtiéndose un rato – Nancy parecía restarle importancia al sobresalto del muchacho

–       No puede ser ¿Dónde mierda me he metido?

–       Deja de atormentarte, si tú quieres… también podrías pasarlo bien –Nancy se despojó rápidamente de la bata que era lo único que cubría su cuerpo y colgó la prenda en el lugar acondicionado para eso y dejo las sandalias, dio las espaldas a Carlos y caminó contorneándose exagerada mostrando todo el material que llevaba encima

Carlos la miró tratando de entender lo que estaba pasando, ella pasó junto a él moviendo sus curvas sin compasión. Como si su desnudes fuera algo de lo más natural, el cuerpo de la mujer era sin duda alguna perfecto, llamativo pero su novia lo estaba traicionando en sus narices y no sabía dónde enfocar su rabia ¿Qué debía hacer? ¿Qué es lo que esta mujer le estaba pidiendo?

–       ¿Qué esperas te vas a quedar ahí viendo?-Preguntó Nancy sin regresar la mirada- bueno, si eso quieres, está bien - Nancy caminó segura, pasó junto a la pareja que disfrutaba del acto sexual, los acarició, luego besó a Federico en la boca mirando de soslayo a Carlos, aun plantado en el marco de la puerta, luego se acercó al oído de su novio y le dijo:

–       Ya estoy aquí mi amor, ahora las fuerzas están equilibradas – Nancy continuó su camino y tomó asiento en el sillón ubicado a la izquierda de sus amigos, cruzó sus piernas con sensualidad y se dedicó a mirar el espectáculo. Victoria abrió por un momento sus ojos, sin dejar de gemir, miró a su amiga con lujuria, Nancy le respondió con una sonrisa cómplice

Carlos al fin se decidió, caminó lentamente, rodeó por completo el sofá-cama, Nancy lo llamaba solo con su mirada, ni Federico, ni Victoria notó su presencia, ni siquiera cuando pasó tras ellos. El en cambio sintió que su corazón se partía en mil pedazos, pero se resignó y avanzó con desgano. Llego casi sin fuerzas, se postró delante de Nancy sin saber que esperar. Ella sin ninguna contemplación posó sus manos sobre el hombre y empezó a despojarle de las ropas que llevaba de la cintura para abajo. Ella jaló, desabotonó, y se deshizo de cuanta prenda le impedía llegar a lo que le interesaba. Al fin encontró un miembro semi-flácido, lo acarició con sus dos manos, exploró la nueva geografía varonil, dejó escapar un leve suspiro sitiándose triunfadora. Pudo percibir un ligero tufo en aquel miembro, pero no le importó, sabía exactamente lo que tenía que hacer. Escupió sobre el falo, esparció su saliva sobre el mientras este iba tomando forma, lo humectó completo, luego masajeo fuertemente, apoderándose de todo su grosor con ambas manos. En algún momento Federico abrió sus ojos y descubrió a su novia, quiso reaccionar, quiso impedir esa traición, pero Victoria, hábil, no se lo permitió. Echó su cuerpo hacia atrás empujando todo el ser de Federico, haciéndolo recostar completamente sobre la cama. De esta forma logró contener a su amante y a la par logró mayor facilidad de movimiento. Victoria pedía más y más, como una posesa, todo su cuerpo bajo el ombligo se estremecía con cada inserción profunda. Nancy buscó los ojos de Federico, abanicó varias veces sus largas pestañas esperando una señal de aprobación. El parecía no reaccionar, de pronto frunció el ceño, su rostro era como pálido, agotado quizás por el placer que estaba recibiendo o por la inmoral sorpresa que su novia le estaba dando. Nancy dibujo una mueca maliciosa y lanzó un beso al aire haciendo entender a su novio las intenciones que tenía. Federico arqueo sus cejas en señal de asombro – es una descarada – pensó pero recién entonces pudo entender el completo significado de las palabras – “también tengo necesidades que deben ser satisfechas”, “ahora las fuerzas están equilibradas” - y no le quedó otra alternativa, en esa posición tuvo que asentir aprobando los retorcidos fines de su novia.

Nancy dibujó una sonrisa perversa, sus ojos brillaron de emoción, la red había sido lanzada y Federico había caído en su juego. Ahora ella podía continuar, y lo haría sin perder más tiempo, masajeando el pene que tenía en frente, con pocos movimientos la erección parecía haberse completado. Entonces pasó lentamente su lengua por el cuerpo alargado, desde abajo hasta llegar al glande. Él se estremecía, sin poder dar crédito aun, algo bueno al fin estaba pasando aun después del terrible golpe, que fue ver a su novia con otro, la buena fortuna parecía retornar. Nancy procedió a la felación como ella sabía hacerlo, succionando y saboreando este nuevo pene como una desesperada. Federico trataba de seguirle el rastro pero fue difícil concentrar su mirada al frente cuando sobre él tenía una insaciable mujer. Nancy siempre había sentido especial fascinación por el sexo oral, especialmente si de miembros desconocidos se trataba. Ella había adquirido mucha experiencia pocos años atrás en la universidad cuando adquirió notoriedad, gracias a una travesura casi inocente que le había hecho dejar su número celular en el cuarto de baño masculino, ofreciendo felaciones a cualquiera que la contactara. Por su puesto, en aquel tiempo ella mantenía el anonimato y hacia un previo análisis concienzudo del aspirante. Nunca los hizo por dinero, lo hacía por gusto propio, por satisfacción personal. Según decía ofrecer una mamada no le convertía en una perra, más bien ganaba experiencia en este arte y ese era suficiente beneficio. Dicha experiencia de Nancy jugaba un rol importante, ella sabía muy bien como dar placer a su amante de turno, como llenarlo de placer, como hacerlo terminar en su misma boca. Carlos regresó su mirada y se encontró con los encendidos ojos de Victoria, ella le sonreía como brindando su asentimiento.

Luego del estridente castigo que Federico había propiciado en Victoria, esta cayó sudorosa y visiblemente agotada sobre el atlético cuerpo de su amante haciendo un movimiento suave para desocupar sus húmedas entrañas. Federico se preocupó, quizás fue un castigo demasiado fuerte para una mujer tan frágil, pero lo que él no se imagino es que Victoria solo estaba tomando un respiro hasta que los espasmos dejen de sacudir su bello cuerpo. Victoria había gozado bastante pero quería más, quería llenarse completa como lo había hecho la noche anterior, sin perder más tiempo volteo su hermoso rostro y pidió placer, pidió a su amante que la penetre otra vez, pero en esta ocasión analmente. Él la miró estupefacto sin saber que objetar, se quedó inmóvil mientras Victoria se incorporó quedando a horcajadas sobre el hombre acostado completamente sobre el sofá-cama. Levantó lentamente sus caderas haciendo gala de su agilidad, tomó el mojado instrumento con una de sus manos para asegurarse que tenga la fuerza necesaria, masajeo suavemente satisfecha por la dureza y grosor que parecían adecuadas. Luego sujetó fuertemente sus blancas nalgas cada una con una de sus manos y separó sus amplios glúteos dando visibilidad del orificio trasero. Federico continuaba atónito recostado tras la mujer que lucía exquisitamente provocativa a la espera de su reacción. Federico actuaba como un zombi sin mediar palabra, tomó su pene con la mano izquierda lo movió en diagonal, lo ubicó en la posición adecuada, con su otra mano tomó fuertemente la cadera de la mujer, dando indicaciones para bajar hasta calzar con la entrada del espectacular orificio. Victoria empujo y el agujero cedió con facilidad, parecía bastante dilatado o deseoso de recibir placer. Federico entró con tanta destreza en aquella caverna tan estrecha que se asombró de su habilidad, pese a tener poca experiencia parecía estar haciéndolo bien. Entrar ahí se sentía tan bien, las paredes anales cedía exitosamente, los quejidos de la mujer no paraban, pero eso lo excitó aún más le incentivaba a seguir aquello que parecía eterno, pero al fin lo logró, estaba completamente dentro de la mujer.

Carlos observaba incrédulo las acciones de su novia, el hubiera querido ser quien tuviera ese privilegio, quien brinde ese placer a Victoria, pero ya no importaba mucho, con un poco de suerte quizás más tarde podría hacerlo. Carlos se sentía como en un sueño, en el que creía que todo era posible, todo era alcanzable. El interminable placer que sentía Carlos pronto lo hizo convulsionar, retorcerse, gemir como un animal, no lograría aguantar mucho más la hábil boca de Nancy, estaba a punto de explotar, gracias a la lengua ágil de esta experta mujer. Nancy estaba llevando al paraíso a su amante desconocido, ella sabía que era inútil resistir a tan completo placer, pronto saciaría su sed. Al poco tiempo Carlos comenzó a retorcerse desesperado, señal inequívoca de un éxtasis profundo, Nancy apretó su boca y lo contuvo fuertemente con una mano. El no aguantó más, estaba cumpliendo una de sus fantasías, con una perfecta desconocida se vació completo, vertió un ardiente chorro de líquido seminal en la expectante boca de Nancy. Ella recibió el líquido divino por completo sin dejar de exprimir con audacia hasta dejarlo vacuo, sin el seductor relleno, su boca aspiraba por completo, no dejaba ni una gota de aquel delicioso brebaje, la mujer lo disfrutaba tanto. Carlos cayó rendido sobre el sillón casi sin poder respirar pero feliz, más feliz de lo que nunca fue.

Cuando la mujer hubo terminado su trabajo se incorporó aun con su boca repleta de líquido, guiñó uno de sus hermosos ojos al hombre en signo no aprobación y luego dio vuelta sobre sus talones dejando ver las espectaculares caderas. Caminó cadenciosamente con un solo fin en mente, Victoria. La encontró completamente ensartada, sobre su novio, este gemía, bramaba como un semental lujurioso. Su sangre hervía, su pelvis se crispaba con cada paso, su hombre, su macho atravesaba vigorosamente aquellas entrañas que ella sentía como propias. Cuando al fin se postro frente a la mujer esta se detuvo, exhausta pero llena de deseo, la besó ferozmente compartiendo la delicia de Carlos que llevaba en su boca. Federico deliraba, el estrecho anillo dela desconocida era más de lo que cualquier hombre puede aguantar. Sin embargo ver a su novia besándose frenéticamente con la mujer a la que penetraba, fue el acabose, la sombra más fehaciente de placer inmisericorde que arañó todas sus esencias y estalló con gritos e improperios difíciles de repetir. Nancy retiró rápidamente a su amiga y juntas se arrodillaron para recibir erupciones de abundante semen acompañado de alarmante espasmos en todo el cuerpo de Federico. El líquido agua luz se esparció cual juegos artificiales en los rostros de estos dos ángeles que eran alegría pura en ese sublime momento de satisfacción que les pareció eterno. Para Nancy esta era su fiesta de independencia, su libertad, la confirmación que su novio la amaba y compartiría con ella sus especiales gustos sexuales. Para Victoria la confirmación de una nueva vida, el sabor de un nuevo hombre y la ratificación de su gusto por estos placeres. Ella estaba extasiada con el sabor y la textura de ese el líquido en su boca y ese calor que aparecía cuando cooperaba con su lujuriosa amiga y amante incondicional.

Federico también se desplomó rendido y se dejó hacer por las mujeres, las chicas se divirtieron un rato más hasta hacer desaparecer todo resto de sus líquidos, finalmente se acercaron a sus respectivas parejas con la satisfacción del deber cumplido. Nancy se acurrucó en los brazos fuertes del amor de su vida, orgullosa de su vigoroso hombre.

–       ¿Te gustó amor? – preguntó Nancy abrazando fuerte, al hombre como si su vida dependiera de ello,  este era su verdadero y único amor, nadie más podría llenarla de esta forma

–       Siii me gustó… mucho, Victoria es una excelente amante – soltó exhausto Federico

–       ¿Más que yo? – preguntó coqueta

–       No tanto, pero me gustó mucho y tienes razón, ahora te amo más que antes, me gustaría repetirlo

–       ¡Sí! –chilló Nancy satisfecha- Claro que si mi amor no te preocupes, tenemos todo el día para divertirnos, todo a su tiempo

Casi al frente de donde estaba la joven pareja, Victoria y Carlos se habían acomodado sobre el amplio sillón monoplaza, Victoria sentada en las piernas de Carlos y abrazados fuertemente. Comentaba relajada y amenamente las vivencias por las cuales acababan de pasar. Carlos al fin se veía tranquilo, confiado, seguro de sí mismo, pero sobre todo feliz, tenía más de lo que había esperado para esa noche y Victoria, radiante, esplendorosa, única, parecía compartir el buen momento que acababan de pasar, todo era perfecto.

–       Vamos Carlos - insistía Victoria- desvístete completamente no tengas vergüenza, quiero verte completo me gusta tu cuerpo

–       Está bien, pero...

–       Pero nada, ahora somos pareja ¿recuerdas?…-Aclaró Victoria autoritaria como siempre

–       ¡En serio! –gritaba Carlos como un niño con juguete nuevo- esto es mi sueño hecho realidad, las cosas salieron mejor de lo que me esperaba

–       Tienes razón, mucho mejor de lo que esperaba – Victoria regreso la mirada pero no encontró la de su amiga - ahora me gustaría ser tuya completamente ¿te gustaría estar dentro de mí? – Victoria jugueteaba con sus manos acariciando el cuerpo del hombre mientras este se desnudaba, al rato alcanzó el flácido miembro y se dedicó a manosearlo con ansia, Victoria mismo no se creía lo insaciable y curiosa que se estaba volviendo para con el sexo opuesto

Carlos jaló una pequeña palanca y reclino el sillón, mientras por debajo de sus pies se levantaba una cómoda base que formaba una perfecta extensión que permitía descansar libremente. Carlos se extendió completo y desnudo mientras su compañera lo miraba deseosa. Ella empezó a besarlo mientras recorría con sus manos la pálida piel del joven, luego se ubicó sobre él en empezó a bajar con besos delicados por el cuello y pecho, aún más abajo desde su ombligo bajando por su ruta feliz. Victoria terminó bajando del cómodo sillón para posarse  frente a él, deslizó su lengua como pudo sobre el laxo sexo de su compañero imitando deficientemente una felación. Victoria limpió los restos de semen de su compañero con mucha paciencia, pero no logró una erección. Nancy había dejado ese miembro completamente vacío, sin vida. Algo decepcionada por su falta de éxito decidió cambiar de posición, de alguna manera logró subir las piernas y colocarlas sobre los hombros de su novio, posó sus rodillas sobre la cabecera ligeramente más alta del sillón, con una pierna de cada lado de la cabeza de él. Carlos recibió en su rostro el hermoso y dilatado sexo de Victoria, ella intencionalmente lo colocó de manera quedara justo frente la boca de Carlos, de esta manera lograron una especie de 69 ligeramente reclinado sobre aquel sillón, con un Carlos debajo de ella. El prefirió no preguntar a la mujer donde había aprendido este tipo de posiciones poco ortodoxas, se resignó pero aprovecho para colocar ambas manos sobre las blancas caderas de su mujer, nuca antes había podido hacer cosa parecida, cada caricia era inolvidable, su tacto, sus manos, le brindaban inolvidables momentos a la vez que servían para mejor soporte y estabilidad de la mujer. El también separó sus piernas de la mejor forma posible, para que la chica pudiera perpetrar su acto de felación, pero algo andaba mal aun en esta espectacular y excitante posición, Victoria no pudo dar vida al instrumento de su amigo, se sintió algo acongojada, apenada de sí misma, de su falta de experiencia. Con todos sus anteriores amantes había tenido éxito al momento de seducir, de excitar, cuando y cuantas veces ella quisiera. Recordó, que a excepción de esta noche, sus amantes anteriores habían sido mujeres y ahora con un hombre le resultaba una tarea difícil, casi imposible. Se preguntaba que podía estar haciendo mal, quizás no era lo suficiente atractiva para él. Victoria se hallaba ensimismada en sus frustraciones, hasta que todos sus órganos inferiores de pronto se estremecieron fruto de una traviesa lengua que hurgaba en su intimidad. Cuando se dio cuenta, era tarde llegaba incontenible un orgasmo fuerte, su amante había encontrado ese punto donde se reunían todos sus nervios y convulsionaban todos sus placeres, la inmediata contracción de todos los músculos bajo el ombligo incentivó a Carlos a seguir palpando con su lengua una y otra vez, penetrando la abertura, otras veces mordisqueando el clítoris. Al fin, la mujer detonó en estremecedores delirios, derramando sus líquidos en el rostro del hombre.

Otra fantasía de Carlos cumplida, había dado placer a la mujer que amó toda su vida, era indescriptible lo que acababa de hacer, era demasiado bueno para ser real. Algo que solo había visto en películas para adultos, algo que solo podría estar pasando en sus mejores sueños estaba ocurriendo, tenía miedo de despertar en algún momento y descubrir que todo había sido una ilusión, pero no, estaba ahí, lo había vivido se repetía en su cabeza. En menos de una hora, Carlos había poseído a dos mujeres hermosas, dos sensaciones completamente diferentes. Hizo feliz a Victoria, le arrancó un orgasmo y le practicaron sexo oral ahí mismo en ese mismo lugar con las dos mujeres bajo el mismo techo ¿cómo podía pasarle esto él? Su vida sexual, antes de hoy, había sido bastante desafortunada por decirlo de alguna manera. Sus encuentros sexuales, los podía contar con los dedos de la una mano y sus parejas habían sido aun menos. Siempre pensó que su propia fisonomía era una desventaja, no se consideraba feo, pero carecía de atractivos especiales o llamativos. Carlos es demasiado flaco, demasiado pálido, algo insípido, le habían dicho alguna vez. Su cabello castaño y ojos celestes era un punto a su favor, pero nunca tuvo suerte con las mujeres, ellas preferían hombres atléticos, bien formados y bien dotados algo como el novio de Nancy. Él era un tipo normal sin ninguna gracia especial y sin embargo esa desconocida lo había poseído hasta no poder más.

Victoria una vez recuperada de éxtasis, se sintió cansada con ganas de algo de cariño. Volvió a su posición original y se acurrucó en los brazos de su nuevo novio, ahí se sintió protegida, feliz, amada, no dijo nada, lo dejó divagar solitario en sus pensamientos. Ella solo quería descansar, relajarse en brazos de quien decía amarla. Nancy y Federico hicieron lo propio eran felices, habían experimentado el morbo de una relación compartida y ahora solo querían sentir las caricias del ser amado, aliviar la tensión de todos sus músculos, inundar sus almas de esa sensación pos-coito, sentirse que no están solos, que comparten gustos especiales y placenteros. Al final las dos parejas quedaron dormidas, reposando sobre sus respectivos lechos de placer, entrelazados sus cuerpos desnudos, reposaban sin sentido del tiempo y todo aquello que les rodeaba, al fin el amor de verdad se respiraba por cada uno de sus poros sin que nada interfiera.