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La despedida - Capítulo 4 - Acoso

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Capítulo 4: Acoso

Carmina es una mujer muy linda, muy inteligente. Siempre se ha destacado por sus buenas calificaciones. Su cuerpo delgado, cabello largo y ondulado, decoraban con su blanca, ligeramente bronceada piel.

Carmina siempre fue una chica controversial, cuando Juan la conoció se levantaba todo tipo de injurias y falsedades sobre esta hermosa mujer. Decían por ejemplo que era exageradamente delgada, supremamente desalineada, que no tenía gusto para vestir. Decían también que se creía una chica especial y que miraba a todos por encima del hombro. A Juan en cambio, siempre le pareció una mujer perfecta, una excelente figura, siempre le encantó.

Carmina es una mujer más alta que el promedio, no demasiado. Tiene unos senos que aparentan ser grandes y firmes. Pero lo mejor de todo, era su redondito, respingado trasero. En la universidad, todos los hombres, la reconocen por esta peculiar zona de su cuerpo.

 

Su fisonomía completa, no es demasiado exuberante. Por ejemplo, el pequeño culito de Carmina estaría en desventaja, si se compara con Patricia. Su cuerpo tampoco es rebosante de curvas, como el de Carolina. Pero en lo que si se destaca, a diferencia del resto, tiene un trasero bastante levantado y redondeado. Unas nalgas perfectamente despuntadas gracias a su estrecha cintura. A ojos de un buen observador, llama mucho la atención el estilizado conjunto que forma todas las partes de su delicado cuerpo.

 

Para ser franco, Carmina tiene un trasero bastante especial, pequeño, pero muy bien formado, redondo, amplio y como dije antes exquisitamente bien parado. Ella es la envidia de las chicas. Seguramente Patricia daría cualquier cosa para eliminar la competencia.

Carmina es la digna sucesora de Patricia. Según el criterio de un secreto ranking, que manejamos los hombres de la facultad. Nosotros calificamos las mejores nalgas imparcialmente, sin dejarnos llevar por tamaño o gustos personales. Carmina encabezaba la lista, puesto que Patricia había egresado ya de la universidad hace más de un año.

Carmina tiene novio y muchos pretendientes, yo me incluía entre ellos, pero según se dice por ahí, ninguno ha logrado nada serio con ella. Los rumores llegaban hasta el punto de afirmar, que es virgen. Era conocida por haber dejado a unos cuantos, con los calzones abajo y sin ningún resultado concreto. Quizás por eso no me he atrevido a conquistarla directamente, y también por mi novia, ella no estaría muy contenta con acción tan desleal.

Carmina estaba en medio de salón, todos los asistentes empezaban a acercarse discretamente. Se la notaba ciertamente asustada, podía percibir algo extraño en el ambiente, quizás un olor no conocido por ella, un olor a sexo. Todos en la sala se habían acostumbrado a él, pero seguramente Carmina podía diferenciarlo claramente, pero no asociarlo.

 

En cuanto me puse frente a ella, supe que debía hacerme cargo de la situación, antes que otro se me adelantara. Me dirigí a todos a mí alrededor, parecían un grupo de zombis a punto de lanzarse a comerla:

-          Bueno –dije aclarando la voz- ahora yo, traje una pequeña sorpresa, espero les guste tanto como a mí. Hago esto para agradecerles a todos, por haberme invitado a esta grandiosa fiesta. Creo que todos conocen a Carmina, nuestra compañera, muy linda y seguramente todos la desean, tanto como yo. Quisiera que ella formara parte de este grandioso grupo de amigos, quisiera que todos pasemos un buen momento con ella ¿Qué les parece?

Todos sin excepción, asintieron, murmuraron contentos y aplaudieron mis palabras, les encantó la idea. Lo que no sabían era como debían comenzar. Entonces tomé nuevamente las riendas de la situación. Mientras tanto, Carmina se revolvía nerviosa sin saber que pasaba.

 

-          Que les parece si comenzamos, con las mujeres que se encuentran aquí, porque no le dan una gran, gran bienvenida a nuestra amiga.

Entonces sí que entendieron, de inmediato todas las chicas presentes dejaron lo que estaba haciendo. Comenzaron por acercarse una a una, juntándose tanto como podían. La única que no parecía compartir mi idea, era a Mayra. Ella había estado jugando con dos penes que tenía incrustados en su parte trasera. Seguramente estaba gozar, y no tenía intención de dejarlo. Cambio de opinión cuando las demás mujeres la llamaron, perezosamente, se levantó, dejando a los dos chicos agotados, se acercó lentamente.

Las primeras en llegar fueron Patricia y Olivia, las cuales estaban a mi lado. Tímidamente llegó con su sonrisa habitual e inocente, Fernanda. Ella se puso junto a las otras chicas, se acomodaron haciendo una circunferencia en el orden siguiente: primero Fernanda, Olivia luego Mayra, Patricia, Mabel, Ariana las dos gemelas y cerrando el círculo junto a Carmina al otro extremo Sabina.

Sabina continuaba con su cuerpo bañado en líquido seminal, tenía unas pocas zonas de su figura con residuos secos. Todo indicaba refrescaba frecuentemente, su loción humectarte, especialmente en su rostro, el cual lucía completamente lleno, de semen fresco.

 

Las chicas comenzaron por quitarle la venda de los ojos. Carmina después de recobrar la vista, se dio cuenta, de quien estaba a su alrededor. Sus ojos se abrieron como platos cuando descubrió el estado en el que se encontraban. Carmina era la única que llevaba ropa encima, las demás mujeres, no tenían nada que las cubría, aun así parecían, no preocuparse por ello.

 

Sin duda era una vista enloquecedora, Carmina no entendía que pasaba en ese lugar. Sus compañeras de clase desnudas, con sus cuerpos sudorosos. Un olor fuerte que inundaba por completo el salón, y que además parecía, impregnado en la piel de todas las mujeres a su alrededor.

 

Para todos los presentes, la situación era por demás excitante, excepto para Carmina. Ella no sabía cómo actuar ¿que debía hacer o decir? Los hombres en cambio sentados desde las butacas tomaban sus penes y comenzaban a masturbarse. << “¡Por Dios! ¿Qué tipo de perversión era esta?  Esta gente estaba loca” >> pensó.

Carmina tenía su rostro desencajado, como si algo malo le fuera a pasar. Intentaba alejarse, retirarse, pero estaba rodeada por las chicas, ellas no la dejaban pasar. Tras ella, la mesa de autoridades, evitaba un posible escape. Carmina no tenía a donde huir.

Todas las chicas, excepto Mabel se acercaron a Carmina, moviéndose lentamente y rozando sus cuerpos desnudos entre sí. Mabel fue la única rezagada, al final decidió quedarse en su lugar, sin moverse. Ella parecía no interesarse, en lo que estaba a punto de pasar. Fernanda tomó la iniciativa, habló con ternura, dirigiéndose a Carmina:

-          Ten calma linda, no te va a pasar nada malo, al contrario, eres muy afortunada, te hemos invitado para que disfrutes un poco de nuestra fiesta. Míranos… aquí todas estamos muy felices. Esto… lo mejor que se nos ha ocurrido hacer y por supuesto es la mejor despedida que podríamos dar. Calma Carmina, vas a ver que te gustará

Carmina parecía no entender nada, se replegó en un rincón agachando la cabeza cohibida, aparecieron algunas lágrimas temiendo lo peor.

Yo quería ver más de cerca la escena y de paso, enterarme que pasaba con Mabel. Ella se quedó inmóvil, unos pasos atrás, parecía estar concentrada, pensado en algo, distraída. Me acerque despacio, me encontraba a más de dos o tres pasos de su posición, entonces pude deleitarse de una visión espectacular.

 

La silueta de Mabel, una mujer alta, esbelta, de piel blanca bronceada. No tenía ninguna marca o señal, como aquellas que quedan cuando usan un bikini. Lo más impresionante, en todo su cuerpo no había ni una señal de imperfecciones, ni siquiera de aquellas que consigues cuando eres niño.

 

Al parecer se cuidaba mucho, su piel se apreciaba tersa y suave. Su cabello completamente rubio caía sobre sus hombros y espalda, dándole una postura aún más sensual. Mabel tiene una cintura delgada y manejable.

 

Su única imperfección, por así decirlo, era su trasero, una mala jugada del destino. Es grande, sin duda, pero con facciones no tan curvilíneas. Líneas más bien toscas, y menos estéticas que sus compañeras. Y sin embargo, esta característica, no la hacía menos popular, al contrario, tenía la fama de ser una amante única y sin pudores. Y por esa razón, me sorprendió que no participe en el juego, como lo hacían sus compañeras.

Me coloqué frente a ella, la abracé, puse mis manos sobre sus nalgas, las acaricié cariñosamente y le expuse mi inquietud.

 

-          ¿Qué pasa?  – Pregunté- No te gustó mi sorpresa - Giró suavemente recostando ligeramente su cuerpo en el mío

-          No es eso, es solo que… no me gusta mucho esos jueguitos, prefiero más bien algo rápido, duro y fuerte. Me encanta ser poseída con fuerza y no estás travesuras de niñas. Me excita el sexo, si hay un hombre dentro de mí, eso me hace gozar

-          Vaya, que me dices de toda tu fama, pensé que disfrutabas de tu bisexualidad, ¿Es mentira acaso esa fama?

-          A sí, eso - Sonrió sorprendida – no es mentira, me ha costado mucho conseguirla. He fornicado muchos con hombres y mujeres a la vez, he participado en tantas orgías que no tengo memoria. Me encanta el sexo, sobre todo con mucho alcohol, debo confesarte, gracias a eso he llegado acostarme casi con cualquiera. Cuando tomo unas copas comienzo a sentir un calor por dentro, insoportable, y siento la necesidad de tener sexo. Llego a desnudarme poco a poco, a bailar como una loca, eso provoca efectos en los que están a mí alrededor. Yo dejo que me toquen hasta calentarme mucho. Algunas veces, en conciertos, con amigos, con alcohol y buena música. He terminado tan ebria, que ni siquiera recuerdo a que hice o donde he ido. Despierto junto a hombres y mujeres, que no conozco, a mi lado, pegados junto a mí. En esos estados de excitación y ebriedad no me fijó en hombres o mujeres, el sabor del sexo es el mismo y me complace igual

-          Vaya – Dije sorprendido – nunca me imaginé que tu vida fuera así, me hubiera gustado compartir más contigo o salir a tomar unas copas – reí.

-          Claro cariño, aun estas a tiempo, no se ha dado antes las circunstancias, tú no has compaginado mucho con mi grupo de amigos, pero si lo hubieras hecho te aseguro que ya me hubieras conocido mejor. Además acabo de ver como poseías  a esas perras – Mabel estiró su mano y tomó mi pene, lo acarició – parece que todavía aguanta, me gustaría sentirlo dentro

-          Por supuesto, tú me excitas mucho, me encantaría poseerte, ahora que no estás tan  ocupada

-          A mí también, me gustaría mucho me encanta un pene así de duro – Mabel comenzó a masturbar fuertemente mi tranca mientras yo acariciaba sus nalgas hurgando entre sus agujeros

-          Ya veremos, pero ahora, deseo poseer a Carmina, dicen que es virgen y ya sabes cómo son las vírgenes

-          Si ya sé, pero no me iras a dejar con esta excitación, tócame más estoy mojada, solo ver esa erección me ha excitado

-          Espérame un momento.

Me acerque a Carmina, ella forcejeaba con el resto de chicas, ellas intentaban desnudarla. Carmina lloraba, gemía, intentaba sostener parte de la ropa, la cual era arrancada por las mujeres. Entonces di una señal, a los dos únicos hombres cerca, para que ayudaran a sostenerla. Ellos sujetaron los brazos de Carmina, mientras las chicas sostenían las piernas.

 

Las mujeres completamente fuera de control, separaban las piernas de Carmina mientras la recostaban sobre la mesa grande. Cuando apartaban las ropas de la mujer, pude discernir entre sus piernas, los primeros indicios de vello púbico. Leo colocaba algo en la boca de Carmina, para evitar que gritara demasiado. La mirada de Carmina, era de un animal aterrado, sabía lo que se venía y tenía mucho miedo.

Carmina nunca esperó perder su virginidad, con un grupo de sus compañeros de clases. Empecé mi tarea, primero masajeando aquellos deliciosos senos, blancos y firmes. Pude comprobar que estos jugosos senos eran más grandes, de lo que se podía aprecia cuando llevaba topa encima. Tomé una teta con cada mano, jugué con ellas, apretándolas, pellizcando sus pezones, lamiendo, chupando.

Si los rumores eran ciertos, si en realidad era una virgen, entonces era el primer hombre en sentir estas ricas tetas. Una delicia, poco a poco iba bajando hacia su pelvis, retiré sin mucho esfuerzo, lo que quedaba de su tanguita celeste. Dejé descubierto un sexo velludo, no muy grande, a la medida. Con vellos lacios, desordenados, abultados, unos vellos castaños, que dejaban ver tímidamente unos labios rozados que comenzaban a florecer.

 

Me detuve a pensar un momento, esta hermosura iba a conocer placeres nuevos. De hoy en adelante, nada sería igual, su sexo conocerá el placer, su sexo disfrutará de una experiencia carnal y luego esperara el próximo encuentro. Su vagina abierta, también dará apertura a nuevas ansias. Esos hermosos labios menores, pronto serán capaces de recibir tantos amantes como quiera, todo el placer y disfrute que le depare su futuro. Algún día, me agradecerá a mí por este momento, me recordará como su primer amante.

Comencé acercar mis labios a su pelvis, lentamente. Carmina movía su cadera como podía, gemía como un animal moribundo. Luego pasé mi lengua sobre la maraña de vellos, bajando hasta mojar su sexo. Repetí varias veces el trabajo, sin detenerme. Sus labios mayores, comprimidos, ocultando una entrada por demás estrecha. Será difícil introducirme en ella, pero tenía que hacerlo, era la misión que había aceptado.

Tomé las piernas de la mujer, las separé. Carmina dejó de moverse al fin, solo esperó. Dos de las mujeres levantaron las piernas y las caderas, yo baje nuevamente. Posé mis labios en su sexo y saboree, esta vez me extendí más. Lamía, chupaba, desde su ano hasta su clítoris. Su ano, apenas un asterisco que empezaba a gozar, empezaba a dilatarse, un sabor especial impregnó mi boca.

 

Decidí que estaba lista para la penetración, me pare frente a ella. Sin darme cuenta Mabel se había acercado a mí por atrás. Ella me rodeó con sus brazos mientras con la mano derecha tomaba mi pene lo masturbaba ligeramente. Lo preparaba para semejante trabajo. En esa posición, me ubique frente a la pequeña abertura, de colocarla en el lugar correcto, se encargó Mabel. Luego me empujó desde atrás, con el ritmo que ella elegía.

Primero despacio, hasta que entrara la punta de mi pene. Como adivinando estar en el lugar correcto, rodee con mis manos la cintura de Carmina. Comencé a empujar, más fuerte, sentí como su piel erizaba, encontré un obstáculo debía ser su himen. Empujé hasta que me abrí paso, con un sonido acuoso. Ese delicioso agujero, ahora apretaba mi pene. Carmina desfallecía, se movía, tratando de evitar la penetración, pero era tarde, estaba empalada.

Al rato, Carmina dejó de moverse, sintiendo seguramente el dolor que causaba mi desfloración. Yo había sido amable hasta ese momento, pero una vez dentro de ella, era hora de acostumbrar su vagina al traqueteo para el que fue diseñada.

-          Es hora de follar-dije – empieza el mete y saca, despacio, lento, muchas veces. Esto es lo que te espera, de ahora en adelante. Declaro libre a este agujero y lo entrego a disposición de cuanto amante desee entrar

Al ver mis acciones, las chicas festejaron como un triunfo de ellas. Lo hicieron besándose entre ellas, con su pareja de alado. Olivia y Patricia mientras ambas se tocaban las nalgas. Sabina abrazo a Ariana y le metió sus dedos en la vagina. Ariana aprovechó para lamer los restos de semen en el rostro de Sabina.

Yo me excité mucho con esa imagen de mujeres devorándose. Procedí a castigar con más fuerza a Carmina. Noté como su sexo, comenzaba a humedecerse, al fin empezaba a disfrutar. Pedí entonces que la desataran y la dejaran moverse libremente. Carmina no intento huir, sabía que no podría hacerlo, en lugar de eso se quedó acostada, resignada,  sollozando sobre la mesa. Yo seguía bombeándola, cada vez con más fuerza, que delicia inimaginable un huequito así de ajustado, era difícil de aguantar y sentía que me iba a correr.

Mabel seguía en su puesto empujando, al mismo tiempo que yo, entonces sucedió lo inesperado. Carmina se incorporó, primero pensé que quería escapar, pero luego entendí que era víctima de un orgasmo, su primer orgasmo. La erizó, la azotó, la obligó a sentarse al filo de la mesa, justo frente a su violador. Me miró con furia incontenible,  pero sin decir nada. Pegó su cabeza a su hombro mientras rodeaba sus brazos a su espalda. Sentí como ella mismo trataba de moverse, por sí sola, primero por efecto del orgasmo, luego por sí misma.

Se movía si ritmo, de una manera casi primitiva, pero insoportable para mi pobre verga que estaba a punto de explotar. De pronto Carmina me dice al oído - Mételo por atrás, por favor. << Mierda, que diablos estaba diciendo esta puta >> pensé, se supone que es una inocente virgen.

 

Mi pene no aguantaría mucho, me apresuré, lo saque del mojado agujero, levanté las piernas de Carmina, hacia mis hombros. Ella cayó otra vez sobre la mesa, yo encontré su agujero. Quise meter un dedo, pero me di cuenta que estaba bastante dilatado, entonces inserté mi tranca en su huequito posterior. Para mi sorpresa este era mucho más holgado que el delantero.

En ese momento no quería hacer conclusiones aceleradas, ese delicioso ano era un placer penetrarlo. Comencé a bombearlo, calculo que por unos cinco minutos mientras ella se retorcía de placer sobre la mesa. Al principio pellizcaba ella mismo sus pezones rozado-oscuros. Luego Fernanda se percató de mis acciones, dejó lo que estaba haciendo, se acercó y besó frenéticamente, a Carmina, en la boca.

Las dos chicas se tocaban las tetas, alguien estaba lamiendo la concha de Fernanda por debajo de la mesa, no recuerdo quien era. Sin duda era una escena digna de una película porno y una muy buena. Mabel no quería quedarse sin su premio, me dijo al oído, - termina en mi boca por favor. Esta puta no merece que le llenes su ano de tu leche. Fingí no oír y seguí moviéndome sin parar, hasta que al cabo de 8 minutos más, comencé a vaciar mi semen.

Casi lo olvido, por poco, eyaculo dentro del ano de Carmina. Reaccioné sacando mi pene, Mabel se abalanzo, metiéndoselo en la boca y soportando una carga grande de mi semen. Ella me miró esbozando una sonrisa, mientras hacía esfuerzos por tragarse toda mi leche.

 

Así pues cansado, con las contracciones de un orgasmo pleno. Mi cansado pene incrustado completo en la boca de Mabel. Me retiré un poco y me senté sobre uno de los sillones cercanos. Carmina siguió disfrutando, al principio las chicas lamieron todo su cuerpo mientras ella se retorcía en un orgasmo largo. Luego pude ver como el novio de Sabina tomó la iniciativa penetrando por delante a Carmina. A ella parecía ya no importarle nada, la excitación era mucha. Se confundía la escena, entre manos tetas penes una masa deforme de Gente desnuda.

Todos disfrutando o haciendo disfrutar a Carmina, su iniciación. Vi luego a Leo, al fin entró en la mujer, su amor platónico. Lo hizo, como simulando un sanduche, con Carmina en medio. Leo penetrando el orificio anal, el novio de Sabina por delante. Carmina gritaba desesperada. No estoy seguro ¿esto era dolor o satisfacción? ¿Esta era primera doble penetración que recibía o quizás no?

Las casi interminables escenas de sexo duraron cerca de 15 minutos. Uno a uno, los hombres iban penetrando a Carmina, respetando el turno, por cualquiera de sus orificios libres. Luego descargando grandes gotas de semen, que las demás chicas limpiaban rápidamente con sus lenguas. Yo estaba agotado completamente, solo miraba. Mis ojos cansados casi se cerraban

 
CONTINUARÁ...