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La despedida - Capítulo 2 - Inicia la fiesta

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Capítulo 2: Inicia la fiesta

 

Lo realmente importante comenzó, cuando una a una las chicas fueron despojándose de la parte superior de sus trajes de baño, yo todavía no reaccionaba. De repente pasó un tipo alto y empezó a agarrar las nalgas de Mabel. Ella, al mismo tiempo, colocaba sus grandes tetas en la boca del chico. Entonces pasaron como tres o cuatro hombres más, ellos seleccionaron una de las putas y se dedicaron a manosearla.

 

No iba a quedarme ahí sentado, reaccioné de inmediato, me puse de pie y tomé del brazo a la que estaba más cerca. Esa era Carolina, para mi suerte, aún estaba sola. Ella dio la vuelta un poco asustada, pero con una sonrisa y le planté un beso, con mucha pasión. Metía mi lengua en su boca, jugaba con la de ella. Mis manos se desplazaban desde su espalda y bajaban muy lentamente, parecía que le gustaba, le dije:

-          Te tengo ganas desde hace tiempo y no voy a dejar pasar esta oportunidad, vas a ser la primera que me voy a follar

-          ¿Así?- respondió- entonces adelante estoy muy excitada, te aseguro que después de mi no vas a querer a nadie más

Cuando alcancé sus nalgas grandes, le indiqué con una palmada en ellas, que me siguiera, la lleve atrás del podio de las autoridades. No había nadie allí, mientras que en las butacas poco a poco iban tomando posiciones.

Al llegar, me tomó con desesperación, bajó el cierre de mi pantalón, metió su mano, tomó mi pene y cuando menos lo esperaba, me empujó a uno de los cómodos asientos. Ella se arrodillaba frente a mí, yo terminaba de retirar mi pantalón e interior.

 

Estaba ahí, desnudo desde la cintura hacia abajo, con mi pene tieso como una piedra y quien no, en una situación como esta. Ahora ella levantó su cuerpo, me besó provocadoramente, su lengua indagaba al interior de la mía, absorbía, chupaba, bebía mi saliva, cuando se sintió satisfecha, dijo:

-          Lo que te voy a hacer ahora, estoy segura, tu novia jamás te hizo

 

Quise refutar, pero de inmediato se lanzó en dirección de mi pene. Empezó lamiendo mis testículos, muy lentamente, a veces introducía, mis bolas, completamente en su boca, otras veces sacaba su lengua y lameteaba toda mi tranca.

 

Subía lentamente, lamiendo mi palo hasta llegar al glande, miraba fijamente con unos ojos de lujuria. Luego sonreía, abría bien su amplia boca, metía mi falo poco a poco, sentía esos labios ardientes que tanto había deseado besar, ahora se ajustaban perfectamente todo el cuerpo de mi pene. Cuando casi toda mi tranca estaba adentro, podía sentir el inicio de su garganta. Su paladar ardía, quemaba mi pene. Mi verga parecía explotar dentro de su boca, ella se dio cuenta de eso, comenzó a succionar como si fuera un mamífero sediento de su leche.

Desde mi posición, podía ver prácticamente toda la orgía, que se había formado frente a mí, me sentía cada vez más excitado. Mabel estaba encargada de cinco hombres a la vez, todos la querían penetrar. Ella estaba en una posición parecida a un 69, bajo ella un tipo musculoso, lamía desesperadamente su vagina. Frente a ella, tres tipos con sus penes grandes y duros, alternaban introduciendo uno a uno en la boca de la muy perra.

 

A veces, su boca era follada por dos vergas al mismo tiempo. A ella parecía encantarle como sus labios se deformaban por la arremetida del par de trancas. Detrás, preparando el agujerito trasero estaba Daniel, lamía el agujero de Mabel y debes en cuando metía uno o dos dedos, sin duda eso lo estaba disfrutando.

Fernanda, estaba de rodillas frente a un tipo, con un pene espectacular, creo que es el más grande de todos los de esta sala. Ella lamía con una delicadeza única, como esperando que no se acabara. Por detrás, manoseando lamiendo y chupando sus jugos estaba Ariana. Ella parecía no poder encontrar compañía masculina, se había concentrado en la tarea de preparar, los anos y vaginas de sus compañeras, humedeciéndolas y chupándolas. Pasaba de una en una repitiendo el ritual, esto parecía gustarle.

Otra que estaba gozando era Mayra. Ella ya estaba siendo penetrada por mi amigo Federico, apenas ahora lo había identificado en el lugar. Él estaba sentado en la butaca, ella lo montaba a horcajadas, mi amigo la penetraba sin compasión. Al mismo tiempo Mayra solicitaba a Leo que la penetrara por detrás. Leo es otro amigo, él es un tipo muy alto y un poco gordo. A los lados, dos tipos hacían turnos para que ella mamara sus penes.

La que parecía un poco perdida, era Patricia. Ella todavía no hallaba una buena posición. Estaba como sentada sobre la boca de un tipo, el cual yacía, completamente acostado en el suelo. El tipo intentaba lamer la vagina de la mujer. De lejos pode notar, que sus verdaderas intenciones eran, alcanzar aquel codiciado ano. Sin embargo desde la posición en que se hallaba, solo podía hacerlo con sus manos. Patricia en cambio, trataba de decidir el mejor pene, de entre dos tipos totalmente desnudos, frente a ella. Chupaba suavemente uno y luego el otro.

Estaba inmerso en mis observaciones del entorno, mientras Carolina mamaba mi verga como una desesperada. Ella pedía que me concentrase en ella y solo ella. Pero con tanta escena increíble fácilmente desviaba mi atención. Para ser franco, era maravilloso sentir su lengua jugueteando deliciosamente con mi glande. De pronto, Carolina concentró sus labios en mi glande, mientras masturbaba mi palo con su mano izquierda. Sentí que no pude contenerme más y mi pene explotó, sin control, derrochando leche muy caliente. Ella recibió todo en su ardiente boca.

 

Mientras mi leche iba saliendo, me retorcía, ella iba succionando todo, sin dejar escapar nada. Por la comisura de sus labios, brotó una pequeña gota de leche, pero cuando lo notó enseguida la tomó con su dedo jugueteo un poco, al fin se la metió nuevamente a la boca, de una forma muy sexy.

 

-          Hmmmm que un placer extraordinario - me dijo

-          ¿y aun no has visto nada? – respondí orgulloso

Carolina se incorporó dejando ver su monumental cuerpo. Su tanguita blanca dejaba notar que tras de ella había una húmeda vagina, deseosa de ser penetrada. De inmediato metió su mano en dirección a su vagina, ligeramente introdujo dos de sus dedos y sacó, de quien sabe dónde, la inconfundible pastilla azul de viagra.

 

–        Aun tienes que darme mucho placer - me dijo

-          No creo que lo necesite –indicando con mi dedo la pastilla- para satisfacerte aún no he comenzado – le contesté confiado

-          No importa tómala por si acaso

 

Me tomé la pastilla enseguida, mientas Carolina mencionaba algo referente a líquido para pasarme la pastilla. La ignoré, pues a mi alrededor la visión era fantástica. Me llamó la atención el lugar donde estaba una de las gemelas, acompañada de Olivia. Ella había sido mi compañera de clase el semestre pasado, es una mujer de lo más de sexy, a quien no había identificado antes.

 

Ahora que lo pienso un poco, era ella, la mujer que estaba acomodando el micrófono. Recordé ese hermoso, redondeado y delicioso culo que tenía. Su carita la hacía ver ingenua o por lo menos aparentaba. En todo caso, parecía que realmente, estaba haciendo gozar a una de las gemelas.

 

La gemela, estaba completamente desnuda, no sabría decir cuál de las hermanas era. Lo cierto, es que separaba sus piernas, dejando completamente expuesta su conchita. Olivia introducía su lengua, hasta donde podía. Nunca me imaginé a Olivia en una reunión como esta, ella es muy tierna y romántica. Le gusta el buen sexo, lo sé por experiencia pero siempre es una mujer muy fiel, me consta.

 

Juan tiene buenos recuerdos de Olivia, sus primeros años en la universidad, los pasó a su lado. Ella es una chica muy tierna, comprensiva y siempre colaboradora. Tenía ciertos problemas con algunas asignaturas y Juan por supuesto se ofrecía a ayudarla.

Quizás Juan estuvo algo ilusionado de Olivia, pero ella siempre supo detenerlo antes de iniciar algo entre ellos. La razón, ella estaba profundamente enamorada de su novio de adolescencia, quien hace poco había viajado a Madrid y había prometido volver por ella.

Con el tiempo y como cualquier relación a distancia, terminó destrozando el corazón de Olivia. Juan esperó pacientemente que la mujer se recuperara. Casi un año después y con un poco de copas encima ocurrió el milagro entre Olivia y Juan, lástima que después de lo contenido ninguno de los dos vio futuro a esta relación.

Recientemente, andaba con un tipo, al que no podía ver en la sala, quizás por eso, se animó a pasarla bien. No importaba, lo realmente interesante, era ver desde mi posición, como bandereaba su lindo trasero, dejando a la vista un hermoso y dilatado ano. Lo hacía con tanta sensualidad, como si estuviera llamando o pidiendo ser penetrado.

 

Carolina seguía lamiendo mi pene, esperando que se endureciera de nuevo. Aunque no estaba del todo flácido, seguramente ella lo disfrutaría más si lograba la rigidez que tenía hace poco, le dije:

 

-          Es hora de que goces tú también - Me miró con una cara de satisfacción

-          A mi novio nunca se lo he chupado como a ti, ahora espero que tú, me des todo placer que necesito – Me detuve un momento intrigado y me atreví a preguntar

-          ¿Por qué hablas de tu novio en una situación como esta? ¿Es algo como una fantasía? ¿Te produce morbo?- pregunte decidido

-          No mi amor –se detuvo como buscando las palabras- te voy a confesar algo, mi novio es un tipo muy conservador. Hasta ahora, no me ha tocado ni un pelo. Yo soy una mujer demasiado ardiente, necesito pasión. Por eso estoy aquí, no me vayas a fallar, poséeme como tú quieras, hazme tu perra, quiero sentirme como una puta, necesito que me llenes con tu leche, hazlo favor, lo necesito

 

Esta confesión me sorprendió, me prometí para mis adentros, satisfacer completamente a esta bella mujer. Entonces la levanté y llevé hacia la mesa, retiré lentamente la tanguita blanca. Al fin pude ver la gloria, una vagina recién rasurada con una pequeña línea vertical de bellos oscuros. Los cuales apenas eran cubiertos su diminuta ropa interior. Su sexo estaba completamente húmedo, sus labios menores desfloraban como delicados pétalos cafés, que se abrían orgullosamente húmedos y rogando por ser penetrados.

 

-          ¿Te gusta? - me decía casi delirando Carolina - ¿Porque no le das un beso? seguro te encantará su sabor, a mí me gusta

-          Lo voy a hacer, en su momento- Completó Juan

Regrese a Carolina, para plantarle un ardiente beso en la boca, jugueteando con nuestras lenguas. Luego bajé hacia esos preciosos pechos, unos pezones firmes y duros apuntando al cielo. Me deleité besándolos, mordiéndolos y chupando esas deliciosas tetas.

 

Seguía bajando, Carolina levantó sus dos piernas hacia mis hombros, echó su cuerpo hacia atrás, como pidiendo que devore ese chorreante mar de placer. Los jugos escurrían desde su agujero principal, hasta llegar a sus nalgas, cubrían también su ano.

 

Cuidadoso como siempre he sido, no fui directo a su pozo. Más bien me entretuve con sus piernas y muslos, descubrí uno de sus puntos erógenos, cada vez que lamía sus muslos o los mordía suavemente Carolina respondía con suaves saltos de placer. Pasé ahí, un buen rato deleitándome con su hermosura.

A mí alrededor, se podían escuchar los primeros gritos de placer, orgasmos pronunciados de mis compañeros. Seguro, ellos estaban tan bien entretenidos que ni se fijaban en lo que hacíamos frente a ellos. Levanté mi cabeza, Carolina parecía poseída, una mezcla de perversión y excitación.

 

Al mirar sus hermosos ojos negros, podría jurar que ella me deseaba. Lo demostraba con toda su feminidad inundada. Me sentí tentado de introducir uno de mis dedos en aquel profundo lago, pero me aguanté, “es un mejor amante el que sabe darse un tiempo para disfrutar de los placeres.” Alguna perra me enseño eso y lo había quedado grabado para siempre en mi mente.

Cuando al fin estaba muy cerca de los labios mayores, podía percibir ese olor inconfundible, ese olor a sexo, olor de hembra en celo. Justo entonces pasé al otro muslo, repetí el procedimiento, le di la misma dosis de placer. Una y otra vez deslicé mi lengua lo más cerca de su vagina pero sin tocarla directamente. De pronto, sin previo aviso y cuando menos lo esperaba, planté un fuerte beso sobre toda su área húmeda, absorbiendo y mordiendo todo lo que podía.

 

Carolina dio un salto, levantó su cabeza y soltó un grito estremecedor, que terminó confundiéndose con los gemidos de todo el público presente. Luego del grito, en su rostro se dibujó una gran sonrisa, mientras sobre su cuerpo se extendían los típicos espasmos de un orgasmo largo.

 

Fue entonces cuando algunos de los invitados, se percataron que estábamos ahí,  regresaron la mirada. Todos aprobaron con una sonrisa y siguieron su tarea, cualquiera fuera en la que se hallasen. Después de una larga serie de convulsiones rápidas, Carolina acomodó otra vez su cuerpo, recostándose completamente sobre la larga mesa, separando aún más sus piernas, pidiendo otra dosis.

 

Yo no podía negarme, continué saboreando el exquisito sabor de esta vagina, tragué todos los jugos que pude, la quería exprimir completamente, hasta la última gota, quería llevarme impregnado el sabor de su sexo en mis labios.

Al cabo de unos largos minutos, Carolina terminó con sus labios menores tan hinchados y sensibles que sobresalían por entre los mayores. Mostrando su contextura hermosa, carnosa. En medio de ellos una abertura que pedía a gritos ser llenada.

 

Carolina tomó sus piernas una con cada mano, las levantó y separó con flexibilidad envidiable. Con esta labor, su abertura se mostró en toda su expresión. Desde esta posición podía también observar un hermoso ano, intacto, parecía nunca haber sido atendido. Aproveché para bajar y lamerlo de vez en cuando, esto gustó a Carolina quien no dejaba de gritar incoherencias fruto del placer que sentía con cada rose de mi lengua.

Tomé un respiro, me incorporé, tratando de recuperar mis amortiguadas rodillas, busqué con la mirada, encontré frente a mí la gemela que antes no había visto, se hallaba en una posición sesenta y nueve con Sabina, mientras otros dos compañeros las penetraban. Uno por cada lado, alternaban entre la boca de la gemela y vagina de Sabina. Del lado contrario, Sabina saboreaba el pene de su amante, mientras esta introducía dos dedos en la vagina de la gemela.

 

<< Una buena posición >> me deje para mis adentros. Quizás pueda practicarla más adelante. Aquella visión estupenda me motivó, quería penetrar a la mujer espectacular que tenía debajo de mí.

 

Carolina que parecía leerme la mente, tomó con una mano mi pene, lo masajeó como una desesperada y para mi sorpresa, ya tenía mi miembro tan duro como el hierro. Sentía como un calor que me quemaba por dentro y me provocaba aún más excitación, quizás era solo me imaginaba, pero mi falo, hasta parecía más grande de lo normal. Era el momento perfecto, quería entrar por completo, quería perforar este húmedo sexo que no paraba de retorcerse frente mí.

Carolina excitada como nunca, usaba su mano derecha para acariciar sus hermosos y grandes senos. Nunca se había sentido tan excitada como en este momento, quizás era un efecto de la bebida que Daniel le había hecho tomar antes de empezar todo. No sabía que contenía esa bebida, pero lo había tomado sin dudarlo, de alguna manera necesitaba desfogar todo este estrés sexual acumulado desde hace tiempo.

El novio de Carolina era tipo mayor que ella, por unos 5 años, chapado a la antigua, muy conservador y religioso. Se había graduado hace algún tiempo y había conseguido una beca para una maestría en el exterior. El tipo era un verdadero genio y cuando regresó no solo que consiguió un trabajo estable en uno de las mejores empresas del país, sino que también conoció a Carolina y se enamoraron.

Él quería casarse casi inmediatamente después de conocerla, lo tenía todo, una casa lujosa, un auto del año y mucho dinero para derrocharlo en una gran fiesta. Pero Carolina le había dicho que solo se casaría cuando termine sus estudios.

 

Aunque el tipo estaba profundamente enamorado de Carolina y la deseaba enormemente prefirió no tener relaciones sexuales antes casarse con ella. Carolina también estaba muy enamorada. Le había prometido que se mantendría pura para él, pero no había podido cumplir esa promesa. Llevaba casi ocho meses de abstinencia, desde aquella aventura con su vecino del departamento. Este día, Carolina no aguantaba más. Había llegado a esta fiesta, gracias a una amiga que le había contado, como seria esta reunión y ella aceptó sin dudarlo, con la única intención de saciar su libido incontrolable.

 

Carolina necesitaba conocer a alguien, necesitaba satisfacerse, necesitaba el placer, no importaba donde, no importaba con quien. Si no hallaba un improvisado amante que la saciara, iría en busca de otro y otro más de ser necesario, lo que no entendía era porque este muchacho, se tomaba tanto tiempo, demoraba en poseerla mientras su cuerpo se estremecía con cada roce de su piel.

Yo seguía mirando a los alrededores, algo obsesionado con la rigidez de mi miembro, sin duda había hecho efecto aquella pastilla de viagra. Era momento de probar el efecto completo. Introduje fuerte mi tronco en la ardiente y húmeda cueva de mi compañera. La abertura cedió sin dificultad, sus líquidos lubricaban por completo, mojaban mi falo facilitando el trabajo.

 

Carolina recibió la envestida con sorpresa, aun cuando lo deseaba, no lo esperaba, especialmente porque entre de un solo golpe, sin aviso. Inicialmente, creo yo, debió haber sentido algo de dolor, pues reaccionó incorporándose rápidamente sobre sus nalgas y abrazando fuertemente mi espalda.

Carolina mordía sus labios fuertemente, sus manos recorrían mi espalda arañando con mucha fuerza. Pegó fuertemente sus pechos a los míos, los grandes senos de Carolina lucían completamente aplastados y deformados por la fuerza del abrazo. Yo no dejaba de envestirla, cada vez con más fuerza, luego Carolina se relajó un poco, rodeo sus piernas a mis caderas.

 

Me hallaba en el paraíso, tomé con ambas manos las enormes nalgas de la mujer. Despegué los glúteos de la mesa, en donde había estado sentada. Recibí todo el peso de esta extraordinaria mujer sobre mí, procedí a levantarla, para luego dejarla caer por acción de la gravedad. Recién ahora veía los beneficios del tiempo que había gastado en el gimnasio, pude efectuar esta posición con gran destreza. Carolina no podía gritar, ahogaba sus gemidos, abriendo bien su boca y echando su cabeza para atrás como buscando el aire que le faltaba.

Carolina gemía con una cadencia de-sincronizada, parecía estar ahogándose. Me preocupó un poco, no quería que llegara a desmayarse, entonces bajé el ritmo pero de inmediato Carolina regresó su cabeza y me recriminó:

 

-          No vayas a parar, sigue – con voz entrecortada – sigue dándome este placer, tan grande ¡Ahhh!

Cerró los ojos, mordió sus labios, al poco rato llegó un orgasmo largo, lleno de convulsiones que estremecían todo su cuerpo perfecto de mujer.

 

Yo no paraba, parecía una fiera hambrienta, deseaba dar más placer, no podía detenerme. Quizás era el viagra, quizás la situación tan excitante, lo que fuera, me tenía sin control.

 

Carolina parecía exhausta, quería descansar, pero yo tenía otro plan. La bajé delicadamente sobre el suelo, planté un beso apasionado, en sus labios. Antes que pudiera reaccionar la volteé, en cuatro sobre la alfombra, siempre había deseado esas nalgas grandes y bien distribuidas, siempre me quedaba mirando desde lejos ese culo, esperando el momento de poseerlo. Ahora lo tenía para mí solo, para mi deleite, en una posición espectacular. La oportunidad era única y no iba a dejarla pasar.

Carolina casi no podía mantenerse firme, en sus cuatro extremidades. Yo aprovechaba para manosear completo ese culo espectacular. Usaba ambas manos, recorría su piel húmeda y de vez en cuando introducía suavemente alguno de mis dedos en sus agujeros.

Luego, separé levemente sus piernas, sin aviso la penetré vaginalmente, ahora por atrás.

Carolina seguía en la gloria disfrutando de las envestidas, alejada completamente del mundo. Aproveché este descuido para lubricar mis dedos con saliva. Luego tomé un poco de los fluidos que se regaban por la vagina empalada.

Entonces lubriqué su agujero anal. Ella parecía no percatarse de esto o quizás realmente lo estaba esperando. Aproveche para introducir mi dedo pulgar en ese agujero, sin dificultar lo lubriqué y pude sentirlo ajustado.

Luego saque mi miembro, el cual goteaba líquidos, lo puse en la entrada del deseado ano. Parecía como si este agujero nunca había sido explorado o si lo fue no tenía la experiencia suficiente. Empujé suavemente, lo sentí tan apretado que quizás mi pene en otras circunstancias no habría entrado tan fácilmente, pero no ahora, tenía mi pene más duro que nunca y este pasó abriéndose camino.

Cuando Carolina tomó conciencia de lo que pasaba, era demasiado tarde, de nada sirvieron las suplicas y gritos para que no siguiera destrozando su agujero, ya estaba hecho. Había entrado por completo. Después de un rato, Carolina parecía resignada comenzó a frotarse su clítoris con ambas manos provocándose placer.

Yo empecé a envestir, primero suavemente, luego lo hice con más fuerza hasta que la hice gozar. Ella gemía y respiraba fuertemente. Cuando hubo suficiente dilatación, procedí a alternar mis movimientos entre vagina y ano.

 

Carolina alcanzó otro orgasmo aún más largo que los anteriores. Sentía que no podía más terminé llenando el dilatado agujero trasero con abundante leche. Cuando retiré mi pene, aun esparcía semen, de inmediato lo introduje en la vagina. La penetraba nuevamente, mientras el agujero anal empezaba a expulsar el líquido blanquecino.

 

Entonces di por terminada la faena chocando fuertemente la palma de mi mano contra una de las nalgas de Carolina. Ella se sintió aliviada, cayó en el suelo, recostada boca abajo con las piernas abiertas y sus brazos estirados.

La chica permaneció inmóvil en el suelo por un buen tiempo mientras, yo me tomaba un respiro. Entonces y por primera vez, se acercó un tipo completamente desnudo mostrando orgulloso su tranca algo decaída  “¿puedo?” me preguntó, señalando con su dedo el cuerpo inconsciente de Carolina.

El venía con la firme intención de que la chica mamase su pene semi-flácido, había estado observándonos hace rato y esperaba una oportunidad. No me importó, lo dejé acercarse. Pero cuando ella notó su presencia, lo rechazó diciendo que había tenido suficiente por ese día. El chico se alejó sin decir nada.

 

Yo estaba de pie, frente a la mujer, sudando por todos mis poros pero con mi pene aun duro como una roca. Quizás para mí no había sido suficiente, quería más y me disponía a buscar otro buen sexo ya que Carolina estaba cansada.

 

-          Así que ya tuviste suficiente, - Dije mientras me masturbaba, mirando alrededor, no obtuve respuesta, me dispuse a moverme a otro lugar

-          Espera –aclaró Carolina recuperándose - de ti no he tenido suficiente, te quiero solo para mí,  acércame ese delicioso pene quiero comérmelo otra vez

Lo hice y ella comenzó a devorarlo otra vez, no con tanta fuerza como antes, pero igual me gustaba mucho. Lo disfruté tanto que a los pocos minutos parecía estar a punto de terminar otra vez en su boca, me contuve. Carolina se preocupó un poco, pensó que algo estaba mal.

 

-          ¿Quieres eyacular otra vez? me encantó sentir tu semen en mi boca, en mi cuerpo ¿te digo algo? Llegaste a satisfacerme… no esperaba que puedas hacerlo… soy un poco… insaciable, no se lo digas a nadie pero a veces pienso que puede ser malo

-          Jamás me lo hubiera imaginado, lo que si sé, es que siempre te he deseado. Desde el primer día que te vi en el salón de clases pero siempre me pareciste una chica inalcanzable para mí. Me encantaría repetir esto, muchas veces más, si es que puede claro

-          ¿Lo dices en serio? – Carolina parecía feliz – entonces no me arrepiento de haber venido. Lo disfruté mucho, lamento no haberlo hecho antes, pero tú sabes que tengo novio. La verdad es un poco difícil que nos volvamos a ver, tu sabes cómo son las cosas, además aunque quiero, ya es hora de salir, mi novio me viene a buscar y es muy celoso, imagínate si me ve en una situación como esta

-          Claro, entiendo – respondí muy serio, aunque no entendía su manía de hablarme de su novio

-          No te pongas celoso, él nunca me ha tocado. Si lo hubiera hecho quizás jamás habría venido, tal vez… podemos hacer algo. Te puede parecer loco lo que te voy a decir pero quisiera que seas mi amante. También quisiera repetir esto muchas veces más, ahora no sé cómo, pero no te preocupes… algo se me ocurrirá yo te aviso, ahora me tengo que ir

Rápidamente se incorporó y entró al lugar por donde había salido. Unos cubículos parecidos a unos camerinos. Trajo consigo una maleta pequeña y se vistió frente a mí. Mientras lo hacía, daba más escusas para no quedarse y ofrecía repetir el encuentro.

Yo moría de ganas por seguir con ella, pero esta se colocó rápidamente la blusa y una mini falda negra, tentadora que no dio tiempo a nada. Buscó por todas partes su ropa interior hasta que encontró su tanguita. Me miró fijamente al rostro, lo pensó por un momento, finalmente desistió de ponérselo, se acercó y colocó la prenda en mi mano en señal de agradecimiento.

 

-          Es para que me recuerdes, cuando no esté contigo - entonces tomó con la otra mano mi pene, para su sorpresa seguía erecto, se acercó y le dio un gran beso en el glande - Mejor guárdalo ya, no quiero que estas putas gocen de este palo, lo quiero solo para mí.

-          Claro – le dije

Se dio la vuelta y caminó hacia la entrada contorneando todas sus curvas sin vergüenza alguna. En la puerta se encontró con el chico que me recibió, luego me enteraría que era el novio de Sabina. Este no había participado en la fiesta, estaba sentado, solo, en los últimos asientos del salón, había sacado su pene y parecía estar masturbándose. Disfrutaba de lo que observaba, supongo, pero sin ser parte. Miraba especialmente lo que hacía su novia parecía divertirse de esa manera.

Carolina cruzó unas palabras con el tipo, este miro el reloj y luego negó con la cabeza. Entonces dio vuelta, me miró con una sonrisa. Entendí enseguida, fui tras ella prácticamente corriendo, ella bajó unos escalones de regreso. Cuando nos encontramos le planté un beso apasionado.

-          Tengo unos minutos - Dijo Carolina – si quieres podrías hacerme feliz por última vez en este día

Carolina no esperó mi respuesta, me dio las espaldas, levantó su falda y colocó sus manos sobre una de las butacas. Como era obvio, no llevaba nada por debajo, levantó su gran trasero y lo movía frente a mí. Con una de sus manos comenzó a frotarse el clítoris por delante. Me incliné un poco, empecé a lamer todo el redondo trasero haciendo círculos hasta llegar al ano, estaba algo desgarrado y adolorido.

Carolina sentía cierta molestia cada vez que mi lengua pasaba sobre agujero, pero no me importaba pensaba, solo en el placer. Yo recorría desde su vagina hasta el agujero trasero. Podía continuar degustando ese delicioso sabor, pero sabía que mi amiga tenía prisa, me incorporé y de nuevo inserté mi miembro, primero por su agujero mayor.

 

Carolina se estremeció yo continué envistiendo con fuerza, entonces me incliné un poco y rodee con mis manos a la mujer buscando adelante. Noté que ella mismo había desabotonado su blusa y sacó sus senos al aire. << Nada más excitante que penetrar a una mujer por detrás y agarrar sus grandes senos por delante >> pensé.

Carolina era muy sensible en sus pezones y cada vez que rozaba mis manos contra ellos gemía de placer. De vez en cuando los pellizcaba, esto le encantaba ella respondía moviendo con más fuerza su trasero. Jugamos así, hasta que pareció desmayarse. Cayó sobre la butaca con las manos caídas, no dejaba de quejarse, de moverse como una loca atacada por esos espasmos incontenibles, que no la dejaban hablar, solo gemir, solo abrir más su boca.

 

Esta vez, no iba a tener compasión de ella, esta vez no. Saqué mi pene rápidamente y de inmediato lo inserté en el hueco más próximo, entonces Carolina dejó escapar un grito, seguido de otros con más fuerza aun.

 

-          Adelante, dame más, mételo todo, no quiero que lo saques, esto es delicioso, adelante estoy casi muerta de placer, sigue, sigue, si, siiiiiiiiiiiiiii - Gritó hasta no poder más. Explotó con innumerables espasmos, pero no se detenía parecía insaciable. Yo también gemía, estaba a punto de terminar.

-          Termina en mi boca – Gritó Carolina - por favor. Nunca me cansaré de tu ardiente semen

 

Así lo hice, saque mi verga de su culo para llevarla a su boca. Apenas rocé mi falo en sus labios exploté otra vez, algo que parecía imposible. Carolina recibió mi leche pero apenas pudo contenerla, parte se regó en la blusa y las grandes tetas. Una vez tragó  el líquido en su boca, tomó mi pene con una mano y se lo restregó en la cara, cuello, tetas. Finalmente, se lo llevó hasta su vagina, jugó con él, frotándose en su clítoris entretenida, como si fuera una despedida.

 

Carolina se divirtió, hasta que los residuos de semen, se habían secado sobre su piel. Yo caí rendido sobre una butaca cercana, mientras miraba como Carolina, algo angustiada, acomodaba sus ropas, mirando algunas veces el reloj.

-          Esta vez sí me voy mi amor - limpió como pudo la blusa ya abotonada, bajó su falda y salió apresurada, limpiando algo de semen reseco en su rostro

CONTINUARÁ...