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Una proposición indecente a Ana y Jorge

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Jovencita, apenas veinte y muy pocos años. Bien formada, con unos buenos pechos, caderas amplias y largas piernas. Morena, bastante alta. Ya hacía tiempo que me había fijado en ella, aunque nunca habíamos hablado ni, por supuesto, habíamos tenido relación alguna, simplemente algún saludo al cruzarnos en la calle. Conocía de su relación con alguien de cerca, aunque tampoco sabía exactamente quien era su pareja. Me fijé en la insipiente barriga que se le formaba, señal inequívoca de preñez. Después durante meses le perdí la pista.

Una mañana de sábado, al regresar Maijo a casa, vino con ella. Estaba algo mas gruesa, pero conservaba una estupenda figura. Almorzó en casa y mas tarde ambas se arreglaron mutuamente el pelo. Supe, entre otras cosas, que tenía una preciosa niña de dos años ya, que convivía en una casa, algunas calles detrás de la nuestra, con su marido y su hermana también.

Mas tarde, después de marcharse, Maijo me comentó que la había encontrado en el super y que charlando allí, le contó sobre la situación que pasaban actualmente, con su marido en paro y los agobios de no tener ingresos continuos en la casa.

Nosotros estamos desahogados en ese aspecto, no en vano, tras aquel mágico premio de lotería, no hay necesidad alguna de trabajar, los simples intereses ya son suficientes, sin tener que tocar el principal para sustentarnos.

Esa noche retomamos el tema de la familia de Ana y le comenté a mi esposa sobre la posibilidad, si ella así lo deseaba, de ayudarles de alguna forma. Mi esposa comentó que de ser así, como proponía, no sería un mecenazgo, debíamos de pedir algo a cambio para evitar entendidos erróneos. Sus palabras concretas fueron.

-“Háblalo con su marido, proponles la ayuda que necesiten y si aceptara recibirla, dile que como condición, Ana, debe de pasar una noche entera contigo.... que he visto como la mirabas.... reconozco que está muy bien.... seguro que te apetece follarla”.

Además me confirmó que habían quedado para el miércoles siguiente en casa, que vendría con el marido y la pequeña a pasar la tarde. El polvo que le eché a Mai esa noche pensando en su propuesta fue de órdago.

Tal como quedaron, el miércoles estuvieron en casa. Almorzamos todos como una familia, charlando, disfrutando de la mesa. Jorge, un tanto basto aunque agradable en el fondo. La pequeña, vivaracha, para la edad que tenía. Mas tarde las dejamos solas en la sala y Jorge me acompañó al despachito, para tomar unas copas. Después de servirle un coñac iniciamos una conversación hombre a hombre.

-“Mai me ha comentado de vuestra situación”.

-“Si, Ana me ha dicho que hablaron sobre ese tema”.

-“No me ha dado demasiados detalles de ello, pero si me ha hablado en general”.

-“Estamos un tanto agobiados, sin trabajo fijo, con las cosas pendientes, la pequeña que necesita muchísimas cosas y, encima, Ana esta embarazada de nuevo, apenas de un mes y poco, pero.... ya ves como van las cosas”.

-“Se que la situación actual es bastante complicada y que los trabajos están difíciles ahora, pero siempre hay posibilidades de solución”.

-“Lo peor es que mi hermana es la responsable de la casa y, menos mal que la dueña es una mujer comprensiva, no nos apura, aunque actualmente ya se le adeuden dos meses de alquiler”.

-“¿De cuanto es el alquiler mensual, Jorge?”.

-“Doscientos euros mensuales, con agua y luz a medias, entre la dueña y nosotros, ya te digo que quiere ayudarnos, pero se que todas las cosas tienen un límite”.

-“Y, ¿tenéis alguna idea de cómo hacer para solucionar la situación?”.

-“Ana y yo hemos charlado al respecto, pero, la verdad es que no sabemos de que manera podríamos arreglarlo, en verdad andamos apurados y preocupados por esto”.

-“Te entiendo perfectamente”.

Le serví una nueva copa, tratando de hacer mas distendida nuestra charla. El humo de los dos cigarros puros que fumábamos embriagaba de ese aroma a tabaco la habitación.

-“No se, depende de vosotros la solución, evidentemente, no se que ideas tenéis para ello”.

-“Sinceramente te diré que tanto Ana como yo hemos llegado a la conclusión de estar en disposición de hacer lo que fuera necesario para solucionarlo, pero, no sabemos con certeza como afrentarlo”.

-“Bueno, esa es una buena aptitud, siempre una predisposición positiva ayudará a la solución”.

-“Si, ya te digo, estamos dispuestos a lo que sea, mas ahora que esperamos un nuevo bebe en casa”.

-“Maijo y yo hemos hablado de tratar de ayudar en esto.... en alguna medida.... aunque, posiblemente, debamos de poner algunas condiciones”.

Esperé estudiándole, viendo su interés, en lo que le comentaba, continué la conversación. Tomé una hoja de papel y un bolígrafo comenzando a anotar cosas, al tiempo que le observaba.

-“Bueno, en definitiva, dos meses de alquiler pendientes, mas para evitar agobios en unos pocos mas.... digamos.... cuatro meses mas... eso anda en mil doscientos, ahora las proporciones de agua y luz adecuadas.... supongamos unos trescientos mas aproximadamente, durante todo este tiempo.... hablamos de mil quinientos.... como se que no sólo así es posible salir adelante.... sumemos mil mas, para los gastos que puedan sobrevenir hasta dentro de cuatro meses.... serían dos mil quinientos euros, y lo que vosotros mismos, puedan aportar en esos trabajos discontinuos.... es posible que hasta.... al menos fin de año, estéis algo mejor que ahora”.

La expresión de su rostro mostraba sorpresa y confianza a la vez. Permaneció unos instantes en silencio.

-“La verdad es que no se que decirte a lo que me comentas.... no esperaba esto”.

-“Te advierto que Mai ya me ha dicho que no debo ser un mecenas en esto”.

-“No te entiendo.....”.

-“Si, un mecenas, me refiero.... que no sea gratuito todo esto.... sobre todo para evitar costumbres.... es el pensamiento de mi mujer”.

-“No, no, no, en absoluto debe de ser gratis, es mas, nosotros no estamos de acuerdo tampoco en que así sea.... nos despejamos ahora, pero.... siempre será necesaria la devolución de todo.... es lógico”.

-“Realmente no necesitamos que nos devolváis nada de dinero, primero porque la situación no es sencilla y, seguramente, no se resolverá de un día para otro, hay que ser realistas en eso”.

-“Tú eres quien nos presta el dinero, quizás deberías de ver la fórmula para que podamos devolverte todo, al fin y al cabo, tú conoces bien estas cosas”.

Aspiré largo y profundo del habano que fumaba, mirando a mi acompañante. Sus ojos reflejaban interés en la propuesta y sus gestos corporales también asentían en lo mismo.

-“Antes me has dicho que tanto Ana como tú, estaban dispuestos a hacer lo que fuera para solucionar la situación.....”.

-“Si, así es.... claro.... mientras sea legal el método”. Sonrió tras su respuesta.

-“.... evidente, Jorge, eso es algo que se cae por si sólo, además, sería incapaz de proponerte algo que no estuviera dentro de la ley, entre otras cosas, porque como sabes, no lo necesitamos en absoluto”.

-“Entonces.... dime.... como has pensado hacer.... supongo que lo has meditado y tienes la respuesta.... explícame, por favor, que.... pienso debe de ser razonable también”.

-“¿Estáis casados?”.

-“Si, nos hemos casado por lo civil, cuando nació Rubí”.

-“Bueno, verás, Maijo y yo, mantenemos una relación mas que cordial, agradable, sin complicaciones, realmente muy abierta...... nos va genial así..... al no tener hijos es mas que sencillo esto.... y.... la verdad.... he pensado que....”.

Aproveché la pausa para escanciar otro Magno en su copa y servirme a mi mismo, mientras observaba su expresión, bebí un trago y continué tras saborear el licor.

-“..... si estáis dispuestos a lo que fuera.... a cambio de este préstamo a fondo perdido.... sería suficiente si Ana.... pasara una noche en casa”.

Trató de decirme algo, sin embargo, le detuve con un gesto de mi mano.

-“No es necesario que me contestes ahora mismo, tómate tu tiempo, háblalo con Ana y decidid entre los dos, sin prisas.... la oferta está ahí y no cambiará”.

-“¿Ella sola debería de pasar esa noche aquí?”.

-“Te daré una opción mas amplia si quieres, para que lo penséis.... vienen los dos para esa noche.... tú duermes con mi esposa y yo.... con la tuya..... estoy seguro de que sin haberlo hablado con Mai, ella...... aceptará con agrado y sin compromiso alguno”.

Permaneció callado un buen rato, fumando y dando pequeños sorbos a su copa. Luego añadió.

-“Lo comentaré con Ana.... a ver si está dispuesta a esto.... ¿cuando sería oportuna una respuesta?”.

-“¿Qué te parece el viernes noche?... si están de acuerdo, nosotros estaremos en casa, podéis venir sin mas y esa misma noche lo solucionamos.... ¿tu hermana podría ocuparse de la pequeña?”.

-“Lo hablaré con Ana luego en casa.... a ver que me dice”.

El poco resto de la tarde, lo pasamos con ellas en la sala, mientras, sin decir nada de nuestra conversación privada, hablábamos de otros temas. Después de que se marcharan, le conté a Maijo toda la charla del despacho. Sólo comentó.

-“Que cabrito eres Edu.... me encantas.... que seas así de atravesado y que me busques encima macho para mí.... ¡ayyyy como te adoro!”.

No supimos nada de ellos el jueves, ni siquiera durante la mañana y tarde del viernes. Sin embargo, a eso de las ocho de la noche, aparecieron ambos en casa, sin la niña. Fue Maijo quien abrió la puerta y les recibió. Ya en la sala de casa me avisó de su presencia allí. Mi esposa estaba sirviendo unos cafés cuando entré en el salón saludando a nuestras visitas.

Ana estaba estupenda en un vestido entero de color rojo vino, sin ser demasiado escotado ni excesivamente corto, bastante cauto, pero llamativo, sus zapatos abiertos delante, sin apenas maquillar y su pelo suelto, liso, colgando a su espalda. Que no viniera la pequeña ya me hizo presuponer que habían charlado y que pasarían la noche en casa.

Simplemente picoteamos algo que preparó Maijo en la cocina, muy ligero y suave, al tiempo que nos tomábamos unos licores. Charlando distendidos, sin hacer mención alguna al motivo de la visita. Sobre las diez de la noche avisé a Jorge para que me acompañara al despacho. Le entregué un sobre que tenía preparado, conteniendo dos talones de mil euros cada uno y otros mil en efectivo, pidiéndole que lo comprobara todo y lo pusiera a buen recaudo.

-“Pero... esto es mas de lo que habíamos hablado”.

-“Quiero que lo emplees bien y la diferencia es para la peque, cómprale algo que le guste y.... bueno.... está bien así, creo que lo merecen sobradamente”.

Regresamos al salón y sentado junto a su esposa, disimuladamente le entregó el sobre para que lo guardara en el pequeño bolso que traía. Bebimos un par de copas mas antes de que Mai comentara abiertamente que se iba a la cama. Ana aprovechó para decir que deseaba tomar una ducha y mi esposa la acompañó al baño general, donde le mostró todo lo necesario, así como la indicación oportuna sobre la habitación en que pasaría la noche, justamente la de invitados. Una vez de regreso en la sala, llamó a Jorge para que la acompañara y juntos fueron a la alcoba principal. Esperé saboreando la copa que tenía a medias mientras Ana acababa en la ducha. Después de escucharla salir, dejé unos minutos antes de ir al baño yo.

Por supuesto, la habitación principal mantenía la puerta abierta totalmente. Cuando pasé ante ella, mi esposa y Jorge, charlaban acostados en la cama. La puerta de la otra alcoba estaba cerrada. Me duché y con sólo la toalla en mi cintura, entré donde estaba Ana. Dejé la puerta abierta tras de mí. La luz apagada, sólo la luz de la luna llena daba algo de claridad a la estancia.

Acostada, tapada por la sábana, fumaba un cigarrillo en el lado mas apartado de la cama. Sentado en la cama, me deshice de la toalla y me metí bajo la misma sábana. Encendí un cigarrillo para mí. Los primeros minutos pasaron sin palabras, luego ella rompió el silencio.

-“Sabe... ante todo quería darle las gracias.... pero.... quiero que sepa que no me agrada la situación”.

-“Puedes tutearme, no quiero que estés incómoda, por ninguna cuestión”.

-“Estamos agobiados en casa, pero... nunca pensé que Jorge llegara a cuestionarse una solución como ésta”.

-“En realidad, esto no es una solución, sólo es un poco de ayuda a solventarla”.

-“Lo se, pero, a mi, personalmente, me hace aparentar algo que no soy”.

-“Las apariencias nunca han sido buenas, de hecho, nunca hago caso a ellas, porque soy consciente de que se tergiversan y no son reales”.

Fumaba nerviosa, con prisas, como tratándose de ocultar tras el humo del pitillo. Su respiración entrecortada también, ansiosa. Sabía que estaba desnuda bajo la sábana, sus ropas colocadas en el sillón así lo demostraban. Sus zapatos, el vestido que llevara, su ropa interior, ambas piezas, doblado todo en orden junto al bolso de mano. Ella también consciente de mi desnudes, ya que me había visto entrar en la alcoba sólo con la toalla alrededor de mi cintura y, después de quitarla, acostarme a su lado.

En la otra habitación, se notaba que ya había jaleo. Miajo no se corta en absoluto mientras se entrega y, sus grititos y gemidos eran mas que evidentes.

-“Me molesta que Jorge me trate de esta manera.... me deja en situación extraña... de hecho ayer durante todo el día insistió muchísimo... alegando que sólo se trata de sexo y nada mas”.

-“¿Ves como las apariencias son pura manipulación?”.

Se quedó en silencio, esperando que aclarara mi pregunta, quizás pensando en ella y tratando de entender lo que quería decir.

-“Lo que le propuse a tu esposo fue simplemente pasar una noche juntos, es mas, le aclaré, creo recordar, que él dormiría con mi esposa y yo, contigo.... sin embargo.... llegó a la conclusión de que le solicitaba algo mas”.

El silencio espeso permitió escuchar con aun mas claridad lo que pasaba en la otra habitación, era evidente que Jorge y Maijo, no dormían.

-“Pero ellos....”

-“Lo que está pasando en esa habitación no tiene nada que ver con nosotros dos ahora Ana, ellos son adultos y toman sus decisiones”.

-“Ahora.... me siento aun peor.... por tonta”.

-”No eres así.... simplemente demuestras que eres consciente”.

-“Si, pero.... aun sin que hagamos nada.... él pensará que si lo hemos hecho y.... además, yo se perfectamente.... no soy sorda.... ¿no se si me entiendes?”.

-“Es evidente... pero quiero que entiendas una cosa... no he comprado nada, no he alquilado nada y, desde luego te veo como una excelente mujer y persona, jamás se me ocurriría pensar que puedas ser otra cosa, además.... esas mismas apariencias dicen que... lo hagamos o no.... él pensará que si, tu aparentarás algo que no eres y yo, seré el perverso señor que se beneficio de una situación lastimosa en una época de vuestra vida, que a cambio de una solución monetaria, obtuvo el provecho de pasar una noche contigo”.

Los grititos de mi esposa dieron a entender que culminaba lo que hacía, aunque no cesaron los jadeos y gemidos posteriores. Fumábamos en silencio como recapacitando en mis palabras, lo que nos permitía ser oyentes de primera fila.

-“Realmente visto de esa manera... me tranquilizas... no quiero que me tomen por una puta”.

-“Jamás se me ha pasado por la cabeza que puedas serlo, Ana, es mas.... como comprenderás, para mí sería sencillo, si lo deseara, contratar los servicios de alguna y, desde luego, no hay necesidad de ello”.

-“Si, ya me has explicado la relación que tenéis entre tu esposa y tú”.

-“¿Quieres algo de la cocina, voy a por agua?”.

Me pidió que le trajera a ella también. Me senté en el borde de la cama, me cubrí con la toalla y luego salí de la alcoba. Al pasar frente a la habitación principal pude ver que Maijo y Jorge continuaban en plena cópula, la luz encendida y ambos retozando sobre la cama. Cuando regresé, tras ofrecerle el vaso, se medio incorporó en la cama, ajustada la sábana bajo sus brazos, cubierta con ella. Realmente estaba apetecible. Mi excitación era mas que visible bajo la toalla, aunque ella trató, en la mayor medida, el posar su mirada en el bulto que se formaba en la acolchada tela. Depositó el vaso en la mesilla de noche.

-“Me he quedado sin cigarrillos”.- me indicó. De mi paquete extraje dos que encendí a la vez, ofreciéndole uno de ellos, directamente de mis labios. Lo aspiró con ganas tomando una larga bocanada de humo, después volvió a recostarse en la cama apoyando su cabello sobre la almohada. Sentado de nuevo me desprendí de la toalla y me colé bajo la sábana. Notaba su calor corporal, apenas unos centímetros mas allá de donde estaba acostado.

-“Ellos.... ¿aún siguen?”. –preguntó con cierta timidez.

-“Si, están disfrutando del momento”. –fue mi respuesta.

-“¿Podrías.... cerrar la puerta?”.

-“Si estas mas cómoda así, lo haré... aunque como te abras dado cuenta... las puertas de casa son mas bien.... decorativas.... pero.... no hay problema en ello”. – me levanté sin cubrir, desnudo cerré la puerta de la alcoba y regresé a la cama.

La luz apagada, sólo el brillo de la luna nueva iluminando la estancia. Terminamos el cigarrillo en silencio. La tienda de campaña que formaba la sábana justo sobre mi bajo vientre la hizo sonreír al fijarse. No sabía que una de mis manos, empujaba mi miembro para que permaneciera erguido bajo la fina tela de manera que hiciera el efecto. Aproximadamente las doce de la noche. Noté uno de sus pies colocarse junto a los míos. Se acercó aun mas moviéndose lentamente en la cama. Casi me quemaba su calor agradable.

-“¿Te apetece?”. –su pregunta sonó en un susurro.

-“Sólo si realmente, tú, lo deseas”.

Una cálida mano se posó sobre mi vientre, que, lenta comenzó a acariciarme.

-“Si las apariencias dirán lo que quieran cuando nos levantemos mañana.... creo que lo mas oportuno sería.... agradecer toda la ayuda que nos das”.

-“No busco agradecimiento, Ana, para nada es mi intención”.

-“Soy consciente... pero.... es que a mi.... si que me apetece ahora y.... estoy dispuesta”.

Nos besamos tiernamente mientras su mano se hacía con mi erección. Las bocas abiertas, jugando nuestras lenguas. Acaricié uno de sus senos. El pezón como una pequeña piedra, la presión de su mano cada vez mas intensa, acaparando todo el contorno de lo que aprisionaba. Se deslizó poco a poco sobre mi pecho, besando y lamiendo lentamente. Jugó con su pelo sobre mi polla y después la atrapó entre sus labios para dedicarme una suave y lenta mamada. Usaba sus labios, sus dientes y su lengua para recrearse con lo que chupaba. Me estaba poniendo a mil y gemía como un loco sintiéndola cuando se retiró y me atrajo sobre ella, acogiéndome entre sus muslos.

-“Ven.... te deseo.... métemela”. –solicitó.

Entré lentamente en ella, poco a poco, mientras me acogía con su boca abierta, suspirando entrecortada mientras la poseía. Una vez estuve totalmente dentro, cruzó sus piernas tras mis muslos, ofreciéndose aun mas.

-“¿Fue él quien te desvirgó?”.

-“No, hace años que me entregué a un amigo en su casa.... aunque hasta ahora.... le he sido fiel desde que nos conocemos”.

-“Bueno, tenías experiencia previa de todas maneras”.

-“Si, eres el quinto hombre con el que me acuesto desde aquella primera vez... aunque reconozco que todos mas o menos de mi edad... hasta ahora”.

La bombeaba lentamente, haciéndola sentir cada embate, cada salida, cada nueva penetración, acariciando su rostro, mirándola mientras charlábamos. Sus gemidos suaves de placer me decían que continuara a ese ritmo y así lo hacía. Sus manos me sujetaban a la espalda y su respiración se hacía a cada envite mas agitada.

-“Mójame toda la polla, Ana”.- le susurré al oído.

-“Si, si, si.... lo voy a hacer.... sigue así.... fóllame así..... sigue”.

Me apretó mas aun con sus manos, empujaba con fuerza su pelvis mientras jadeaba intensamente, gritó suavemente, cerraba los labios para no hacer demasiado ruido y la sentí, su orgasmo llegó entre suaves oleadas, la recorrió una y otra vez, se agitó con fuerza y luego se dejó caer en la almohada suspirando profundamente.

Continué con mi deslizamiento rítmico dentro de su túnel de placer. Sin apenas hacer mas ímpetu de lo que ya hacía.

-“Uffff.... tienes un delicioso cuerpo, unos labios exquisitos y un chocho cálido y acogedor”.

-“Me gusta muchísimo tu..... polla y como me lo haces”.

-“¿Te han usado mucho ese culito?”.

-“Nunca me han follado por ahí”.

-“¿Me lo darás a mí?”.

-“Si, si lo deseas”.

-“Lo que deseo ahora es que me regales otro como el de antes, para luego darte todo mi calor... me ha comentado Mai que estás embarazada... ¿Es cierto?”.

-“Si, casi mes y medio de preñada”.

-“Genial, porque así no debemos de preocuparnos por nada, si ya estas embarazada es imposible quedar de nuevo... y podré darte todo aquí dentro.... ¿Te gustaría eso?”.

-“Si, si, quiero que te corras dentro.... sentirte.... notar tu leche ahí”.

Aceleré mis idas y venidas, procurando el placer de ella, tomándola fuerte pero con delicadeza a la vez, haciendo que sus gemidos retornaran aumentando de frecuencia e intensidad a cada arremetida. Me pedía, a cada metía que le daba, que continuara así, nuestros cuerpos chocando con ese mágico compás musical, al tiempo que nuestros sexos se ajustaban uno dentro del otro. Procuraba salir y a veces, a media metida retirarme para luego lanzarme a fondo con una embestida profunda, arrancándole así un pequeño grito de placer en cada ocasión.

-“Si.. si... ya viene... ya viene... ya....”.

-“Uffff... tómala Ana, tómala... tómala”.

La llené mientras me mojaba de nuevo entre gemidos y asentimientos, explotamos al unísono entregándonos mutuamente nuestros mas preciados regalos. Segundos mas tarde me retiré de ella, besándonos. En silencio fumamos un nuevo cigarrillo y luego abrazado desde su espalda, acostada de lado, dormimos el resto de la noche.

Me levanté temprano, apenas las seis y media. Tras vestirme bajé a la calle y compre algunos bollos y dulces para el desayuno. Dentro del frigorífico para que se conservaran y de nuevo a la habitación. Vi que se había levantado porque la toalla estaba a los pies de la cama, sin embargo, dormía de nuevo. Desnudo de nuevo me acosté a su lado. Volvía a estar girada sobre su costado derecho y me acerqué a su espalda. Acababa de ver a Maijo completamente desnuda en nuestra cama, dormida al lado de Jorge, que aunque tapado por la sábana, mantenía su torso al descubierto.

Coloqué mi inflamación entre los muslos de Ana. Me deslicé entre ellos hacia delante hasta encajarme entre la calidez de aquellas columnas. Acariciando su espalda me movía adelante y atrás, tratando de masajearla con suavidad. Su respiración tranquila comenzó a agitarse paulatinamente. Mi glande se paseaba libremente sobre y entre sus labios vaginales, causando que ella poco a poco se excitara. Notaba como de vez en cuando se trataba de erguir un poco, alzando sus caderas, sin perder la posición, como buscando adaptar mejor el deslizamiento de mi polla sobre su delicioso coño. La escuché gemir suavemente. Me acerqué a ella totalmente, pegándome por completo a su espalda y haciendo presión con mi bajo vientre sobre sus nalgas, de forma que mi cabezote subiera por su pelvis. Su respiración mas agitada y ansiosa.

-“¿Quieres repetir, Ana?”.- susurré a su oído.

Se movió varias veces, adelante y atrás, buscando que siguiera deslizándome entre sus labios y muslos, sin contestar a mi pregunta. Insistí en mi ir y venir, apretándome a ella, que seguía tratando de colocar su cuerpo moviendo su cintura, de forma que me permitiera mejor mis caricias.

Noté su mano por delante, así que me deslicé un poco mas abajo en la cama cuando me retiré esa vez. Al empujar de nuevo adelante, su mano me guió y me acogió por segunda vez con un pequeño gemido. La penetré con suavidad y regresé a mi posición inicial ya estando dentro de ella. Sin hablar, sólo sintiéndonos, moviéndonos pausadamente, ella dándome la espalda, ambos de costado hacia la pared. Besaba su nuca entre sus cabellos revueltos cuando sentí la calidez de la mano de mi esposa en mi espalda. Subió a la cama a mi espalda, besó mis hombros.

Ana gemía a cada movimiento mío. Me salí de ella y la hice girar, boca abajo en la cama. Se encontró con Maijo acostada en mi almohada, y tras sonreír ambas, se besaron. Separé las piernas de Ana y me colé entre ellas. Mis manos alzaron un poco sus caderas, que ella mantuvo en alto. Guié mi polla a su entrada justo en el momento en que Jorge nos daba los buenos días entrando en la habitación. Ana, un tanto cortada por la presencia de su marido trató de acomodarse en la cama, pero, mientras lo hacía, me recosté sobre ella, tomándola profundamente de nuevo. Reprimió como pudo el gemido que se escapaba entre sus labios. Haciendo flexión con mis manos apoyadas a ambos lados de su cuerpo comencé a poseerla mas rápidamente.

Bajo la atenta mirada de mi esposa y su marido, la follé rítmicamente. Mi mujer pidió a Jorge que subiera a la cama y le abrió completamente sus piernas, ofreciendo el dulce que entre ellas tenía. De inmediato la poseyó. La siguiente media hora sólo se escuchaban los choques de nuestros cuerpos entre si, los jadeos, gemidos y grititos de los cuatro mientras copulábamos en la misma cama.

Ana se corrió al menos dos veces en esa sesión, motivada entre otras cosas, como reconocería a posterior, por la presencia de Jorge allí mismo, mientras yo la tomaba y él hacia lo propio con mi señora, sin embargo yo me reservé en esta ocasión.

Las nueve de la mañana, todos en la sala, después de las duchas, desayunando. Nosotros en slip y ellas con sólo las pequeñas braguitas que se pusieron. Ana, preocupada ya había llamado a su cuñada, para saber de la pequeña, que había pasado bien la noche y jugaba en aquel preciso momento.

-“Ana y yo, tenemos un pequeño compromiso aun para resolver”.

Los tres me miraron con caras interrogantes, sin embargo, nada mas añadí, simplemente tomé a Ana de la mano y la llevé al dormitorio. De paso cogí el botito que necesitaba del dormitorio principal.

-“¿De qué se trata?”.- preguntó Ana

-“De ese culito delicioso que tienes cielo”.- dije sonriendo.

La expresión de su boca entre abierta fue de sorpresa a la vez que de picardía.

-“Ah, pero... ¿de verdad me vas a estrenar?”.

-“Por supuesto... ya te lo dije anoche... ese agujerito debo de abrirlo por primera vez... además.... recuerda.... me dijiste que si”.

Se quitó la braguitas y se subió a la cama mirando como me desprendía del slip. Estaba empalmadísimo desde que desayunábamos y mi polla erecta saltó fuera de la tela. Se acercó gateando por la cama y la tomó en la boca. La mamada que me hizo fue fantástica. Mientras le acariciaba la cabeza y los empinados senos desnudos. Tanto Maijo como Jorge se acercaron hasta el dormitorio también.

-“¿Qué les queda pendiente a ustedes dos?”.- interrogó mi mujer.

-“Le voy a estrenar el culito a tu señora, Jorge”.

Me chupó con fuerza al escuchar mi respuesta, metiendo en su boca todo lo que pudo y luego se colocó al revés, arrodillada, ofreciéndome todo lo que deseaba. Unté su ano con la crema y sin dejar de acariciar, me puse también en la polla. La golpeé repetidas veces con mi erección sobre sus nalgas, escuchando sus quejidos placenteros.

-“¿Estás preparada, Ana?”.

-“Despacito, pero.... métemela en el culito, si”.

Mi polla presionando a la entrada de su ano, sus nalgas separadas por mis manos. La atenta mirada de su marido, mi mujer colocándose ante Ana, abriendo sus piernas. Se agachó para besar el higo de Maijo y, metí el cabezón en su agujerito, que dilató al tumbarse hacia delante. Se la metí entera poco a poco. Gemía comiendo a Mai mientras le daba por el delicioso agujero trasero. Jorge acabó al otro lado, con su tieso rabo en la boca de mi esposa, mirando a su mujer chupando al tiempo que yo entraba y salía de su culo.

Deliciosa mañana de sábado que concluimos después de una placentera ducha en pareja con un almuerzo ligero en un restaurante del centro.

Hoy somos los padrinos de Jorguito, mantenemos una relación cordial y follamos bastante a menudo.