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Agustina la cotorra del edificio

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No suele salir demasiado de su casa, pero a veces ocurre, por esa misma razón apenas coincidimos, pero a veces ocurre. Hace algunos meses ya que se dieron las circunstancias para que ocurriera un encuentro casual. La cotorra entraba en el edificio y yo llegaba también en ese momento. Venía con algunas bolsas de compra y, como vecino, me presté a ayudarla con ellas. El ascensor nos acercó al piso y la acompañé a la entrada de su casa con las dos mas pesadas.

-“Gracias por su ayuda con la compra”.-me dijo

-“No hay de que darlas doña Agustina”.

-“Pase, por favor y espéreme un momento, que tengo una cosa que debo devolverle a su señora”.-me indicó.

Paciente esperé a que regresara del interior de su casa. Cuando lo hizo, me devolvió perfectamente doblada una minúscula braguita de las que suele usar mi esposa. Al principio pensé que quizás habría pillado a su marido, que podría haber tomado “prestada” aquella pieza de ropa íntima de Maijo.

-“Hace algunos días que la encontré en el suelo de la solana... posiblemente cayeran desde esa pequeña tendedera que pusieron en la habitación pequeña”.-me dijo

-“Oh, posiblemente así fuera”.-respondí, mas calmado, por su explicación.

-“Es que no es la primera vez que sucede algo así, ya hace unas semanas que le devolví a ella otra pieza del mismo estilo de ropa a su señora”.-me informó.

-“Le diré que tenga mas cuidado al tender ahí su ropa”.

-“Si, si, hágalo... porque da la impresión de que... a su señora... se le caen con suma facilidad.... las bragas”.-me dijo irónicamente.

El comentario, viniendo de quien venía, resultó típico de charlatana y, aunque lo entendí con total claridad, le seguí el juego denotando que lo tomaba en el mas estricto sentido de frase, no en el mensaje que llevaba oculto.

-“Si, gracias, doña Agustina, le diré a mi mujer que use dos pinzas en cada pieza, para evitar que se le sigan cayendo y acabe por perder alguna”.-contesté también con mi dosis de ironía y sarcasmo.

-“Hay cosas que deben atarse bien... de lo contrario... como usted dice... pueden acabar perdiéndose”.

-“Le comentaré a mi señora su consejo sabio”.-informé.

-“Yo se lo digo como vecina que soy... no me gusta para nada estar comentando cosas de nadie a nadie... pero si.... tanto ella como usted mismo... quizás deberían atar algunas cosas con una cuerda mas cortita”.-dijo

Aun sabiendo por donde iban sus disparos, simulé ignorancia absoluta y mostrando interés en su comentario continuamos la charla.

-“Por favor, doña Agustina... ¿cómo se le ocurre a usted creer que yo pudiera pensar nada de su persona?... supongo que trata de ayudar.... como vecina que es”.-dije

-“Ya, ya, si ya le digo yo... pero, por favor... siéntese un momento, así charlamos mas cómodamente, que no es usual estas visitas suyas”.-me invitó.

Una vez sentados en dos de las sillas de su salón, continuó con sus indirectas.

-“Yo, como le digo... no soy de las que me gusta ir contando cosas... pero... a veces hay que hacer ver cosillas que... podrían ser algo complicadas... que no se suelen ver así como así”.-me indicó.

-“Me tiene usted totalmente intrigado”.

-“No, si yo lo que quiero es aclararle algunas cosas que veo y, que por tanto, mucha mas gente puede ver igual”.-me dijo Agustina.

-“La escucho atentamente, la escucho”.

-“Yo no quiero que piense mal de mí, nada mas lejos de mi intención que usted vaya a pensar que me gusta esto”.

-“Doña Agustina, su reputación siempre estará a salvo en mis manos”.

-“Es que yo he visto cosas que, si yo las he podido ver, cualquier persona podría”.

-“Me imagino, me imagino que si, claro está”.

-“Considero a su señora una mujer estupenda... un poco alocada, quizás... pero siendo una mujer casada... creo que debería de tener mas cuidado con ciertas cosas”.

-“Le agradezco su interés, aunque.... no se.... acláreme el tema... por favor”.-le insistí simulando ignorancia absoluta.

-“Buen, verá... he visto a su señora... aquí cerca... en varias ocasiones... en compañía de personal masculino... casi siempre diferente... y... bueno... una y cualquiera puede pensar... cosas raras... ¿no se si me explico?”.

-“Entiendo”.

-“Aunque no me agrada en absoluto el hablar de estas cosas... pero... debería quizás de atarla un poco mas corto”.-me miró tras aquellas palabras. Decidí entonces cambiar la estrategia y darle datos para sus “charlas de vecina”.

-“Se lo que me dice, doña Agustina... es que mi esposa tiene un problema... algo complicado”.-le comenté.

-“Uyyy... no me diga usted... cuente, por favor, cuente”.

Sabía que estaba en la oportunidad de sembrar bien, para que su bífida lengua regara como solía hacer, con su dosis de añadido, cualquier cosa que pudiera comentarle, además conocía que su marido, Pancho, apenas le había declarado gran cosa de sus pesquisas, máxime cuando su beneficio era mas que aceptable, no en vano ya se había acostado con mi esposa en varias ocasiones, así que me solté.

-“Si, bueno... mi esposa... es.... bueno, mi esposa padece de ninfomanía”.

-“Perdone mi ignorancia, don Eduardo... pero no se lo que es eso”.-declaró.

-“Ella es una persona muy activa... en exceso activa”.

-“Ah, no sabía que a las personas activas se les llamara así o padecieran una enfermedad, como usted me dice”.

-“Si, bueno, en realidad su exceso de actividad no es laboral...”

-“Uyyy... acláreme usted entonces ahora a mi, porque no entiendo”.

-“No se como explicarle esto, doña Agustina, es bastante escabroso”.-le dije.

-“No se preocupe, confíe en mí, que se guardar un secreto”.

Era perfecto conocedor de que en cuanto saliera de la casa, si le aclaraba lo que quería, de inmediato comenzaría a hacer llamadas de teléfono o incluso a visitar al resto de los vecinos para contar las últimas novedades. Excitado por la situación, debo confesar que terriblemente empalmado, no por su presencia, sino por la oportunidad de poder tentar a la mas terrible de las cotorras que conozco, para que diera salida a lo que ella sospechaba, con las palabras, del marido de la mujer que tenía en su punto de mira.

-“Verá, doña Agustina... mi esposa... es ninfómana... es decir... ella es una mujer demasiado cálida... demasiado... calenturienta... y... bueno... la verdad es que necesita mas de lo que tiene... de ahí... sus amistades... mayoritariamente masculinas pero... también femeninas... debo confesarlo”.-le solté.

-“No me diga usted eso.... uyyy.... por favor.... no hubiera podido imaginarlo”.

-“Si, es una desgracia como otra cualquiera... ahora entenderá que esas amistades que usted ha visto con ella... bueno... aunque me duela... son amistades sexuales”.-le dije, haciéndome la víctima.

-“Ayyyy...ayyyy....ayyyy.... no me diga... uyyy, por favor”.

-“Si, doña Agustina... desde que nos casamos... al principio era agradable... teníamos sexo continuamente... mañana... tarde... noche... a diario... pero, claro... uno tiene una determinada resistencia... aunque ella, exige mas y mas... por esa causa... ya ve usted... tengo que permitirle esas cosas... para que su furor se calme de alguna manera”.

-“Pero y eso... ¿no tiene alguna medicación... algo que le rebaje ese... esa... bueno sus ansias?”.-preguntó.

-“Lamentablemente no, doña Agustina... aunque parezca extraño... la única forma de rebajar su ansiedad es precisamente... bueno... teniendo sexo”.

-“Ayyy... que disgusto debe de ser todo eso”.-comentó

-“No lo sabe usted bien... conocedor como soy de lo que le pasa... sabiendo que cuando sale... posiblemente acabe... en fin... o incluso en casa... porque ya de último... hasta en casa... incluso me solicita que le traiga amigos para... bueno, ya me entiende”.

-“Me está diciendo entonces que su esposa... tiene relaciones sexuales con todos esos hombres con las que la he visto en alguna ocasión... ¿es así?”.

-“Si, doña Agustina... con todos y cada uno de ellos”.-le confesé.

-“Jesús... quien iba a decirlo”.

-“Por eso, cuando antes me dijo eso de sus bragas... bueno... pensé que ya sabría usted algo de esto”.

-“En realidad... es cierto que me refería a ello, de esa manera... pero no creí que fuera de esta manera que me cuenta”.

-“Pues si, ya ve usted... en realidad es así... a mi señora se le caen muy fácilmente las bragas... en cuanto le apetece un macho... suelen caérseles sin mas”.-le dije, con una sonrisa socarrona en mi interior.

-“No sabe cuanto lamento escuchar eso... sobre todo... por usted... y por su señora, claro”.-dijo ella.

-“Bueno... creo que debería de marcharme ahora”.

-“Si, creo que sería lo mas conveniente... y... en fin... lamento su situación... de veras que si”.

Nos despedimos y salí de su casa. No subí directamente a mi piso, tomé las escaleras pero permanecí cerca, así pude escuchar sus comentarios tras cerrar la puerta.

-“Vaya puuuuutaaaaa.... ninfómana dice.... en mi pueblo a eso se le llama buscona... pendona... ninfómana dice... una cacho de puta es lo que es.... ayyy cuando se lo cuente a Toñitaaaa... ahora mismo la llamo para contarle lo que me ha dicho el cornudo este”.

Subí a casa empalmadísimo, con la polla apretada en mi pantalón, conociendo que en aquel preciso momento estaría al teléfono contando a sus amigas el último chisme del que se había enterado, además de boca del cornudo marido de la puta.

Entré en casa para encontrar a Maijo en el ordenador, cateando con uno de sus amigos de la red. De inmediato notó mi terrible excitación y tras preguntarme por ello, le conté con detalle la conversación que había mantenido con la cotorra del edificio.

-“Desde luego... pero como eres.... mira que contarle todo eso a la cotorra”.-me decía.

-“Si, cariño... además... según salí de su casa... se puso al teléfono para ir regándolo a sus oyentes”.

-“Y de ti, no le contaste nada, malo que eres... cuando la vea yo... le diré donde la metes tú... que no sólo soy yo la que folla en esta casa”.-me comentó mi esposa.

-“Nos va a poner de vuelta y media”.-le indiqué a Maijo.

-“Eso seguro, amor... a mi de rebenque total y a ti de cornudo consentidor increíble”.

Las risas sonaban en la casa como si fuera un tremendo grupo el que estaba en la sala.

-“Sabes una cosa, cabrito mío.... me he mojado toda”.-me informó.

-“Yo estoy empalmadísimo amor”.

Sentados en el sofá de la sala, mi mujercita bastante ligera de ropa, el ventanal sin la cortina, el sol iluminando la estancia. Le separé las piernas y le metí mano directamente entre ellas. Realmente estaba empapada, excitada al escuchar lo que le contara a nuestra vecina. Me dejó mover la pequeña tanga para acariciar directamente su coño, mientras ella me abrió la bragueta para extraer mi tieso cipote, que acarició también.

Conocíamos desde hacia tiempo que desde el edificio de enfrente, en el último de sus pisos, había alguien que nos observaba y precisamente desde el sofá, donde estábamos le brindábamos una magnífica visión, siendo además la única vivienda que tenía acceso visual a nuestro salón. De hecho en mas de un par de ocasiones ya le habíamos brindado alguna sesión de sexo marital para su deleite. Abrí la blusa de mi esposa con lo que sus tetas quedaron a la vista. Las manoseé y luego se las besé con ternura y pasión, para pasar posteriormente a lamer y saborear sus pezones que ya estaban como piedras.

Se puso en pié y se deshizo de la corta falda que tenía puesta, luego, mirándome fijamente me dijo

-“¿Me las quito yo o me las vas a bajar tú?.-refiriéndose a su mojada tanga.

De forma solemne las hice descender por sus muslos y piernas hasta que quedaron enrolladas en la alfombra. Desnuda por completo, se exhibió unos segundos en pié, ante el ventanal de la sala, luego cuando regresaba al sofá, la hice arrodillar en el, para de espaldas separar sus nalgas, manteniéndola con las piernas algo separadas. De esa manera, lamí y besé su culito, pasando la lengua por entre sus abiertas nalgas y alcanzando su agujerito oscuro, que mojé con mi saliva al tiempo que titilaba en el con mi lengua.

Se retorcía de gusto mientras le hacía aquello, la forcé a que sacara mas su coño, que llevaba algo de tiempo sin rasurar y pasé mis labios por aquella abertura deliciosa que me mostraba. La lengua se lanzó a recorrer sus pliegues y pronto lamí su pipa y labios vaginales. Gemía pidiendo que continuara chupándola. Metí la lengua dentro de su túnel y la hice retorcerse cuando me sintió.

Cambiaba entre su interior y su clítoris continuamente, de manera que sintiera en ocasiones mi lengua y en otras mi barbilla sobre su empinada pipa. Gemía y suspiraba pidiendo que continuara porque le encantaba que se lo comiera de aquella manera.

-“Agggggg.... cariño.... como me gusta”.-me decía.

-“Es que lo tienes... super sabroso.... cabrona”.-le cotesté.

-“Se... nota que... te encanta.... comérmelo.... cielo”.-me dijo.

-“Ni te imaginas.... amor”.

-“¿Qué es... lo que te.... pone así... para comerme... de esa.... manera.... cabrito mío?”.

-“Te saboreo de esta manera... pensando en... la cantidad de pollas... que has tenido dentro... dándote gusto... zorrita deliciosa”.-le contesté.

-“¿Te... gusta... verdad?, ¿saber... que... me... puede... follar... cualquiera?”.

-“Sabes que si... putita... me pone... cachondísimo... saberlo”.

-“Aggggg... seré... mas puta... entonces... follaré mas... aun”.

-“Si, mi vida... quiero que folles mucho mas... aunque ahora... seré yo quien... te meta la polla”.

Su zumo destiló en mis labios, alcanzado el orgasmo mientras le metía la lengua, sorbiendo de cuando en cuando su pipa y sus labios, escuchando mi solicitud de que la quería aun mas emputecida de lo que ya estaba.

Me quitó los pantalones y los boxers que llevaba, hizo que me sentara en el sofá y se arrodilló nuevamente en el. Me lamió los huevos, besándolos y chupando para  luego recorrer mi tieso palo, casi devorándolo. Subió por el, besando lamiendo y pasando por su rostro hasta que besó el capullo, luego sentí como le dejó entrar en su boca, apretando con sus labios, usando sus dientes y su lengua.

En una de las ocasiones en que miré hacia la ventana del salón, descubrí que de nuevo nos miraban desde el edificio de enfrente y, que estaba usando unos prismáticos o algo parecido para poder observar bien. Se lo comenté a mi mujer, que de inmediato redobló sus chupetazos a mi polla, además de girarse un poco hacia la ventana de manera que pudieran ver bien sus nalgas y su chumino, con las piernas algo separadas.

-“Ufff, cariño... me encanta como me comes la polla... se nota tu experiencia”.

-“Es.. que la tuya... me vuelve loca... cielo”.

-“Si, amor... pero es que tienes una práctica... increíble... se ve que has tenido... un buen montón de pollas... en la boca... zorrita”.

-“Todas las... que tú... me has... permitido... cornudito”.

-“Me estoy preguntando... ¿quién será el que... nos observa... desde enfrente?”.

-“Seguramente... alguno de... los chicos... creo que son... tres hermanos”.-contestó.

-“Debe de estar... machacándosela... viendo como me la comes”.

-“Andan... pendientes... todo el día... siempre mirando... por si ando... desnuda”.

-Quédate aquí, tocándote... que te vea... que voy a preparar algo”.-le dije a mi esposa.

Me levanté y la dejé en el sofá, abierta de piernas se manoseaba el chocho siempre de frente a la ventana, para que quien miraba se deleitara con el espectáculo. Me dirigí al despacho y con una cartulina blanca, usando un rotulador negro de punta bastante gruesa, preparé un letrero donde se podía leer claramente “SI  QUIERES  FOLLAR  -  9XX – X0X – XX4”, luego totalmente desnudo, regresé a la sala junto a Maijo, a la que le mostré la cartulina previamente.

-“Mmmmm.... cariño.... vas a tentarle directamente”.

-“Hacerse pajas continuamente no es totalmente satisfactorio”.-le dije

-“Me gusta... además he visto al mayor... y no está nada mal... quizás sea él quien mira”.-me informó.

-“Le mostraremos el letrero... colocaré cerca el inalámbrico... por si llama... y ponte arrodillada en el sofá... que te la quiero meter enterita, para que nos vea”.

Después de colocar el teléfono inalámbrico a mano, en la mesilla centro, le di el letrero a mi mujer, que de inmediato colocó de manera que fuera legible desde enfrente, su sonrisa de picardía delataba que era un mensaje de invitación aceptada por ella. Tras casi medio minuto de muestra, lo dejó perfectamente visible aun en un lateral del sofá.

Había permanecido sentado en la esquina mas visible del sofá, acariciando mi tieso rabo mientras ella estuvo mostrando el cartel y su cuerpo totalmente desnudo. Justo soltó la cartulina cuando se colocó sobre mis muslos, abierta totalmente de piernas y mirando hacia la ventana, se alzó sobre mi polla, la tomó con una mano y la llevó a su entrada, luego se sentó en ella, dejándola entrar lentamente en su húmedo y jugoso higo, diciéndome que así verían mejor como le llenaba todo el coño con polla.

Además del gutural gemido de acogida de mi miembro en su interior, sentí su calor y su humedad grata. Comenzó a subir y bajar montada en mi vástago, jadeando y gimiendo al tiempo que subía y bajaba, arrancándome resoplidos de placer mientras lo hacía.

Repicó dos veces antes de que fuera a contestar, sin embargo, cuando ya lo tenía en mi mano, dejó de sonar. Algunos segundos después de depositarle de nuevo en su base y mientras continuábamos follando en la sala, comenzó a sonar de nuevo. En esta ocasión fue mi esposa quien lo contestó.

-“¿Si?-.....-¡Hola, ¿quién eres?-.....-¿y te gusta lo que ves?-.....-¡Si, mi marido!-.....-pero, ¿quién de ellos eres?-.....¿y qué edad tienes entonces?-.....-¿sólo diez y siete?-.....-¡estas muy tiernito aun!-.....-¡ah, pero!¿ya has probado esto?-.....-¿Eso que se escucha es que te estas haciendo una pajita?-.....¿y no sería mejor si la metes aquí?-.....-¿Sabes el piso?-.....-¡Si, en la puerta B!-.....-¡vale, vente ahora!-.....-¡no te preocupes por él, me deja!-.....-¡si, ven, te esperamos!.

Cuando colgó me explicó que era el mediano de los chicos y que vendría enseguida a casa, así que nos separamos y recompusimos un poco el ropaje. Permanecí sentado en el sofá con el boxers puesto mientras que Maijo se puso un picardías medio trasparente para esperarle a que llegara.

Apenas cinco minutos mas tarde llamó a la puerta de casa. Apenas unas pelusillas en la barba, sin embargo su mirada era de espabilado. Maijo le trajo al sofá donde le esperaba sentado. Nos saludamos y tomó asiento en un lateral. Mi esposa entre los dos para tener mejor acceso a todo.

-“Sabemos que hace ya bastante tiempo que nos observas”.-comentó Maijo.

-“No sólo soy yo quien mira desde la ventana”.-nos aclaró.

-“Y ¿cómo es eso entonces?”.-le pregunté.

-“Fue mi hermano mayor quien descubrió una tarde, por casualidad, lo que pasaba aquí y luego mi hermana también se unió... yo en realidad... me enteré por ellos, porque les veía curiosear mientras cuchicheaban entre ellos”.-nos dijo.

-“Pero... ¿no sois tres varones?”.-le preguntó mi esposa.

-“No, dos chicos y una chica”.-respondió.

-“Y ella... ¿también nos mira?”.-interrogó Maijo.

-“Si, de hecho, antes cuando... bueno... cuando empezaron ustedes... ella era la que estaba en la ventana... pero como tenía que hacer cosas de casa... pues me puse yo”.

-“¿Viste todo lo que le hice a mi marido antes?.

-“Si, todo”.

-“¿Quieres que te haga algo igual?”.

-“Me gustaría muchísimo”.

-“Ven... vamos a lavarte esa cosita que debes de tener ahí escondidita”.

Mientras mi esposa le llevó al baño para ocuparse de lo que debía, mirando al ventanal, me di cuenta de que volvían a estar pendientes desde el piso en cuestión. Supuse que podría ser la hermana del chico, así que mientras esperaba a que regresaran, me saqué la polla y, comencé a acariciarme frente al ventanal.

Mi esposa me llamó desde la habitación justo cuando el teléfono comenzó a repiquetear. Al contestar, una joven, cálida y sensual voz femenina saludó al otro lado.

-“¿Quién llama?”.-pregunté.

-“¿Dónde está mi hermanito?”.

-“¡Oh, él está dentro, al fondo de casa!”.-respondí

-“Soy Ambar, una vecina del otro edificio”.

-“¡Ah, hola!, yo soy Eduardo”.

-“Si, si, os conocemos a los dos”.

-“Tu hermano está bien, no debes de preocuparte”.

-“Como no le veía, por eso preguntaba”.

-“Está con mi mujer, aquí en casa”.

-“Deberías de quitar ya ese letrero de ahí.... y.... sentarte un poco mas a tu derecha.... es que no te veo bien”.-me dijo.

-“Claro... no hay problema alguno en eso”.

Me senté al otro extremo del sofá, retiré la cartulina doblándola y dejándola en uno de los sillones individuales. Completamente frente al ventanal, continué la conversación.

-“¿Mejor así?”.-le pregunté a mi interlocutora.

-“Si, muchísimo mejor de esa manera”.

-“¿Ves bien lo que deseas ver?”.

-“Si separas un poco mas las piernas... podría ver incluso.... esos dos”

-“¿Qué tal de esta manera?”.-pregunté después de separar ambas piernas.

-“Uffff.... genial.... para tener la edad que tienes.... no estas nada mal de herramienta”.

-“Y, tú....¿qué edad tienes?”.-le pregunté

-“La suficiente... pronto cumpliré los diez y nueve”.-respondió.

-“¿Qué usas para mirar hacia aquí?”.

-“¡Unos prismáticos de mi hermano mayor.... se ve todo estupendamente”.

-“¿Ya has probado alguna de estas?”.-le pregunté sin dejar de tocarme la polla totalmente empalmada.

-“No tan madurita como esa... pero si.... he probado alguna ya”.

-“Tu hermano parece que le apetecía algo madurito también que tiene mi mujer.... y me estaba preguntando ahora.... ¿te apetecería probar tú algo como esto?”.

-“¿Me estás proponiendo que vaya a tu casa ahora?”.-preguntó.

-“Si te apetece probar algo madurito.... si”.

-“Dame cinco minutos, que me ponga algo, que así como estoy no puedo salir a la calle”.

-“Te esperaré así mismo, para que lo tengas todo a la mano en cuanto llegues”.-le dije.

Sin mas colgó al otro lado. Entonces le comenté a Maijo y a Saúl que Ámbar estaba de camino hacia casa. Estaban subidos a la cama, ambos desnudos, mi esposa observaba como Saúl se acariciaba la polla al tiempo que él miraba como Mai se tocaba el coño, sobre su pipa, metiendo en ocasiones un par de dedos dentro de su túnel, llevándolos luego a su boca para saborearse a si misma.

Ámbar se retrazó algunos minutos más de los cinco solicitados, pero al final, llamó a la puerta. Comprobé previamente que fuera ella y luego abrí, permitiendo que entrara en casa. Totalmente desnudo, tieso como un palo, la saludé y la invité a pasar. Pantalón ajustado, deportivas, una blusa suave, la tanga marcada al igual que el sujetador.

Pidió disculpas por su retrazo alegando que se había tomado una ducha previamente para venir a visitarnos.

-“Ufff.... es mas gorda de lo que se veía”.-comentó mirando mi tieso rabo.

-“No muerde.... si deseas tocarla”.-le indiqué.

Sentí la ternura de su mano cuando agarró lo que le ofrecía. Su mirada, aunque joven, denotaba cierto halo de viciosilla. Me acompañó por el pasillo hacia el interior de la casa, sin soltar lo que había tomado con su mano. Me apretaba mientras caminábamos en dirección a la alcoba principal, en la que entramos de aquella manera. Su hermano miraba embobado entre las abiertas piernas de mi esposa, que no dejaba de tocarse para que se deleitara en la visión de su húmedo y abierto conejito.

-“Mira que listo es mi hermanito.... ¿qué haces mirando eso... cochino?”.

-“¿Y tú con eso en la mano, guarra?”.

-“Ayyyy.... cari.... estoy cachondísima.... ven y métemela”.-me pidió mi mujer.

-“Con sumo gusto, mi vida”.

Subí a la cama y pasé mi rabo por las tetas de mi esposa, que gemía mientras se acariciaba. Ámbar comenzó a despojarse de sus ropas mientras que su hermano seguía manoseando su pene erecto.

-“¿Habéis visto en directo esto alguna vez?”.-pregunté

-“Si... pero con los prismáticos”.-comentó Ámbar.

-“Bueno, ahora lo podréis ver mas de cerca”.

Mi esposa tumbada en la cama, totalmente abierta de piernas, deseosa de recibirme, ante la atenta mirada de los dos. Me colé entre sus muslos y pasé repetidas veces mi polla por la raja de Maijo. La miraba a los ojos cuando le metí el cabezote dentro de su acogedor chocha y escuchando su gemido de placer, deslicé la totalidad de mi rabo dentro de ella. Mantenía las piernas separadas para que los chicos pudieran ver con absoluta claridad como la tenía totalmente ensartada ya que, mi esposa, había doblado las suyas hacia atrás después de levantarlas al recibirme.

Escuchaba los cuchicheos de los dos a mis espaldas mientras copulaba de manera enérgica con mi mujer, que no paraba de gemir, jadear y solicitar mas y mas. Pude ver en un momento como Ámbar, desnuda por completo, sentada en un lateral de la cama, se acariciaba entre sus muslos, observando como follábamos en su presencia. Sus senos me estaban volviendo loco, pequeños, deliciosos, tersos, con sus pezones chiquitos de color rosa coronándolos, duros, erguidos.

Mi mujer gimiendo escandalosa mientras la poseía, mirando de lado hacia Saúl que se tocaba mientras nos miraba, sabiendo que pronto le tendría encima de ella, con aquel pene que le mostraba encajado justo donde yo estaba en ese momento. Se corrió entre gritos de placer, demostrando a los dos testigos que gozaba enormemente con la presencia de ambos.

-“Ayyy...cariño...que gusto me das....pero....creo que....te están esperando”.-me dijo mi mujer.

-“Si...además...tú quieres ese regalito que te...reserva Saúl...¿a que si?”.

-“La...estoy....deseando....amorcito....quiero que....me la meta toda”.

Me salí de ella y pasé al baño para lavarme, por supuesto Maijo también me siguió hasta el bidet. Luego regresamos a la cama, junto a nuestros invitados. Mi mujer se emparejó con el chico, al que de inmediato le comenzó a chupar su empinado rabo, deleitándose como es habitual en ella. Por mi parte, tumbé a Ámbar en la cama, separé sin esfuerzo alguno sus piernas y me tumbé entre ellas, para saborear aquel higo delicioso que me mostraba.

Gemía y suspiraba recibiendo mi lengua y los labios en su mojadito chocho. La exploré abriendo con mis dedos sus pliegues para poder meter bien la lengua en su interior. Acariciaba sus muslos con las manos, al tiempo que mi lengua iba y venía dentro de ella, por los labios externos y, por supuesto, titilaba en ocasiones sobre su clítoris.

Cuando escuché a Maijo, supuse lo que pasaba, levanté la cara de entre los muslos de Ámbar para contemplar a mi esposa con las piernas recogidas hacia atrás, mientras que Saúl, entre sus muslos, encajaba con fuerza y reiteradamente su polla, enfundada en un condón dentro de su coño, le recibía con sus mas que habituales gemidos de placer al sentir como la tomaba. Me levanté y mostrándole mi empinado rabo le pregunté a la chica.

-“¿Quieres de esto?”.

-“Hace rato que la deseo”.-me respondió.

Me puse un condón y la acosté junto a mi mujer. Abrí sus deliciosas piernas y una vez mas me coloqué entre sus muslos. Primero la acaricié con mi polla, para que la notara entre los labios de su conejito. Me miraba deseosa. Luego tras posicionar el cabezón en la entrada, presioné ligeramente hasta que se abrió paso. Apoyado en mis manos a ambos lados de su rostro, fui entrando poco a poco, haciendo que notara cada centímetro de carnosa polla horadando su joven y tierno coño. La miraba a los ojos mientras me deslizaba en su interior, escuchando sus cortos y continuos gemiditos. Una vez totalmente dentro, me recosté sobre su cuerpo.

-“Estás riquísima preciosa”.-le dije.

-“Mmmmmm”.-farfulló.

-“Ajustadita, acogedora, tierna... deliciosa... me encantan tus pechos y sus duros pezones.... y tu boca apetece comerla”.-le dije

Su boca se abrió para permitir que mi lengua entrara en ella, a enroscarse en la suya. Le daba embestidas pausadas, para que sintiera mi polla en toda su extensión. Escuchaba a mi mujer a nuestro lado, indicando a su amante como le gustaba para que le hiciera. Noté como ambas se tomaban la mano mientras nosotros les dábamos manguera.

-“Ayyyy... que rica.... Saúl.... así... sigue así.... que me encanta”.-escuché a mi mujer.

-“Mmmmmm.... que bien me follas.... me gusta tu verga”.-me dijo Ámbar entre suspiros.

-“Te gusta mi polla, ¿eh?.... pues.... toma polla”.-le contesté mientras aceleraba mi ritmo.

-“Aggggggg.... cariño.... que rico la mueve.... este chico.... me tiene.... a punto”.-informó mi esposa.

-“Yo también.... voy a correrme.... coño”.-exclamó Saúl.

Lo escuché gruñendo mientras se envaraba sobre el cuerpo de mi esposa, que gimió profundo sintiendo como el chico se corría, tratando de meter su pene aun mas adentro en ella. Chilló aullando cuando su propio orgasmo explotó llevándola a las nubes.

-“Si...si...si...así....mas...mas...así...dame así”.-pedía Ámbar, ajustándose a mis envites.

-“Guauuuuu... vaya cantidad de leche.... cielo”.-escuché a mi esposa.

-“Pues me hago casi todas las noches una paja imaginándome estar así contigo”.-le contestó el muchacho.

-“Ya no tendrás necesidad de malgastarla.... simplemente.... ven a casa.... a verme”.

-“¿Sólo a verte?”.-le pregunté.

-“Él me ha entendido, cielo... a verme.... así... desnuda y en la cama.... para que me folle bien rico.... como hoy”.

-“Fóllame....fóllame así.... que me voy a venir toda”.-pedía Ámbar

Aceleré mis embestidas, haciendo que sonara bien el ritmo de la cabalgada. Lamía una de sus orejas mientras le daba duro, notándola que cada vez se apretaba mas y mas a mi cuerpo, sus piernas cruzadas sobre mis muslos y sus manos en mi espalda mientras le lanzaba estocadas rápidas seguidas de alguna mas lenta.

-“Me corroooooooooo..... me corroooooo”.-gritó

Sus espasmos, acompañando sus gritos de placer me estimularon tanto como lo estrecho de su vagina y sin poder contenerme, la acompañé en su orgasmo, llenando mi condón con esperma.

Después de algunos minutos tomando un ritmo normal de respiración, nos fuimos a la ducha, juntos, los cuatro.

-“¿Tenéis que regresar a casa...pronto?”.-les preguntó mi esposa, mientras enjabonaba a su nuevo amante.

-“No... que va... Iván hoy comía fuera y.... mamá no regresará hasta bien entrada la tarde”.-contestó Ámbar.

-“Podemos preparar algo rápido aquí, si queréis ...y... luego.... repetimos... en la cama”.-propuso mi esposa.

-“Es una idea genial”.-la secundé.

-“Vale... por mi... encantada”.-dijo Ámbar

-“Estupendo”.-concluyó Saúl.

Preparamos algo ligero y, por supuesto, con las cortinas puestas en el ventanal, por simple precaución, todos completamente desnudos, tomamos lo preparado en la mesa de la sala. Después de una pequeña sobremesa, oliendo ya a sexo nuevo y durante la charla, dispusimos como desarrollar el resto de la tarde.

-“Ahora tú y yo, le vamos a dar a la vez a Mai”.-le comenté a Saúl.

-¿Cómo?”.-preguntó él.

-“Si, hombre, la vamos a perforar entre los dos, tú por un hoyo y yo por el otro, a mi mujercita le encanta”.-le informé.

-“¿A la vez?”.-preguntó nuevamente.

-“Sí, Saúl, una penetración doble”.-le aclaró su propia hermana.

-“Por cierto, ¿nos descubristeis por casualidad?”.-les preguntó mi esposa.

-“No, que va.... sabes tu vecina Tina.... ella le comentó a Iván algo.... le dijo que eran unos depravados ustedes.....y bueno.... después de eso.... curioseamos”.-explicó Ámbar.

-“No somos depravados.... sólo.... pervertidos”.-explicó Maijo y rompimos a reir.

Mi mujercita se retiró para ir al baño a prepararse y quedé sólo con los chicos, sentados los tres en el sofá. Acariciaba los muslos de Ámbar, sentada a mi derecha, sin dejar de mirar sus preciosas tetitas. Le pedí que se sentara en mis muslos, para poder acariciarla aún mejor. Iba a sentarse de lado, dando la espalda a su hermano cuando le pedí que lo hiciera de frente a mí. Abierta de piernas, se colocó sobre mis rodillas y de esa manera seguí con mis caricias.

-“Mira que hermana mas preciosa tienes, Saúl”.

-“Lo se, la he visto muchas veces en ropa interior y se que está espléndida... aunque nunca antes la había visto así.... como ahora”.-me explicó.

-“Está buenísima...¿no crees?”.

-“No hace falta que me lo jures”.

Mis manos habían ascendido por sus muslos y la tocaban justo entre ellos. Dejé sólo una allí y la otra la hice subir hasta sus tersos senos. Acariciaba sus pezones, saltando de uno a otro, notando la dureza de los mismos, mientras mis dedos abajo, masajeaban su clítoris suavemente.

-“Realmente está para comérsela entera”.-le dije al chico, luego le pregunté.-“¿No te la comerías tú?”.

-“Joder.... es mi hermana”.-respondió.

-“No debes de mirarlo así.... aunque lo sea.... mírala como la deliciosa hembra que es”.

Ámbar gemía recibiendo mis caricias, pero sus grititos aumentaron mientras me escuchaba hablar a su hermano.

-“Mira que tetitas mas ricas tiene”.-le indiqué al muchacho.

-“Si... son.... encantadoras”.-respondió.

-“Se las voy a besar y lamer toditas”.-le dije.

Ella gemía plácidamente mientras mis labios y la lengua, recorrían aquellos dos deliciosos globos, tersos, duros, firmes, siempre bajo la atenta mirada de él.

-“Fíjate como se le ponen de empinaditas”.-indiqué.

-“Que duros sus pezones”.-dijo Saúl viendo como mojados de mi saliva, se empitonaron hacia delante aun mas de lo que ya estaban previamente.

Mis dedos, abajo, recorrían ya su canal, entre sus labios, notando la humedad que se concentraba en la zona. Ella mantenía sus brazos colgados de mis hombros, con los ojos medio cerrados, dejándose llevar, atenta a la conversación y a mis caricias.

-“Pasa tu mano por aquí”.-le dije a Saúl, mientras tocaba el muslo de su hermana mas próximo a él.

Ella suspiró al notar la mano de su hermano posarse sobre su piel, mientras que la mía retornaba a su húmedo coñito. Continuó con los ojos cerrados, ahora notando las caricias de ambos e incrementando sus gemidos. Mi polla había vuelto a crecer, tiesa como un garrote. Observé a Saúl y también estaba totalmente empalmado.

-“Mira que jugoso tiene esto, Saúl”.-le dije mientras mis dedos separaban los pliegues de su vagina mostrando el inicio de su túnel y la humedad que había allí.

-“Mmmmmm, nunca se lo había visto.... que rico lo tiene”.

Ámbar abrió ligeramente sus ojos al escuchar a su hermano, aproveché entonces para decirle a ella.

-“Mira Ámbar, mira como le has puesto la polla a tu hermano”.

Gimió aun mas profundamente al observarle totalmente erecto, mirando directamente a su entreabierto coñito.

-“Uffff.... mi hermanito.... es ya todo un..... hombre”.

-“Sí, ya le viste antes.... cuando se la metió a Mai”.-le dije

-“Y tú... mmmmmm..... también estás igual de empalmado”.

-“Si, pero... tu hermano... se ha puesto así... viéndote a ti”.-le aseguré.

-“Saúl siempre... ha sido... un tanto salido”.-comentó.

-“Dime con sinceridad....¿no te gustaría probarla, que se metiera aquí dentro?”.-le pregunté mientras pulsaba con mi mano en la entrada de su chochito.

-“Agggggggggggg..... si...... me gustaría”.-contestó con voz entrecortada y en casi un susurro.

-“Saúl... ve al cuarto... y trae un par de condones”.-le dije al chico.

Mientras él se ocupaba del recado, mis dedos entraron de nuevo dentro de la chica que no cesaba de gemir, colgada a mi cuello.

-“Estas desesperadita por tener algo metidito aquí, ¿eh?”.

-“Quiero follar”.-fue su respuesta.

-“Ahora te follaremos... espera un poco y verás que rico”.

Se apretaba a mi cuando regresó Saúl, que venía acompañado de mi mujercita. Me estaba tocando el cabezote con una mano mientras sentía como dos de mis dedos entraban y salían de ella con suave lentitud.

-“Ya estamos aquí....cari”.-dijo mi mujer.

-“Justo a tiempo, cielo”.-le respondí.

-“Vaya.... que calentito está el ambiente aquí”.

-“No lo sabes tú bien, amor.... y mas que subirá la temperatura”.-le dije a Maijo.

Le pedí a Saúl que se sentara nuevamente en el sofá y en cuanto lo hizo, dirigiéndome a su hermana, le susurré al oido.

-“Agáchate y cómele la polla... lo está deseando.... igual que tú”.

Sin bajar de mis muslos, se acercó a su hermano, que de forma automática se colocó en el sofá de forma que ella alcanzara su tieso naipe. Sujetándola por los muslos, aunque ella se apoyara con una mano en el asiento, pasó sus labios por la polla que le ofrecían y casi al instante se lanzó a ella. Abrió sus labios y el hinchado capullo desapareció dentro de su boquita, la dejó entrar todo lo que pudo y luego mientras sorbía, comenzó a subir y bajar la cabeza, mamando el rabo de Saúl.

-“Aggggggg.... joder..... que cosa mas..... ricaaaaa”.-decía el muchacho recibiendo la mamada que le otorgaba su hermana.

-“Uyyyyy.... cariño.... a ver si va a ser verdad eso que dice Agustina de que somos unos depravados”.

-“Pues si es así..... que viva la depravación”.-contesté mientras le metía completamente dos dedos dentro del coño a Ámbar, moviéndolos con celeridad, observándola chupar el cipote de Saúl.

-“Me voy a apuntar a eso también... quiero saborear polla”.-comentó mi mujer. Se sentó al otro lado de Saúl y se dedicó a lamer sus muslos y sus huevos en cuanto tenía oportunidad.

-“Quiero follarrrrrrrrrrrrrrrrr”.-pidió Ámbar, soltando la pinga de su hermano.

-“Ponte aquí arrodillada”.-le dije después de ayudar a que se incorporara, dejándole el sitio que ocupaba en el sofá.

Apoyada en el respaldo del mueble, ofreciendo sus nalgas, sus muslos abiertos para que su coño, tras presionar con su vientre hacia abajo, asomara totalmente por detrás, ansiosa y deseando que la tomaran, continuaba con su súplica para que le metieran una polla.

-“Ponte un condón Saúl”.-le pedí al chico.

-“Nooooooo.... sin condones..... quiero sentir al natural”.-casi gritó Ámbar.

Mi esposa le acompañó cuando se colocó detrás de su hermana. Cuando estuvo preparado, mi mujercita guió su erección a la entrada del coño y colocó el cabezote a la entrada.

-“Métela, métela... métemela Saúl”.-pedía continuamente.

Empujó y desapareció dentro del mojadísimo conejo de su hermana, que le recibió casi con un grito de placer incontrolado. Agarrado a sus caderas, comenzó a moverse entrando y saliendo de aquella deliciosa vagina que yo mismo probara antes.

-“Sí... así... así... fóllame.... así.... aaggggg.... que rico.... así.... dame así.... pero ni se te ocurra correrte ahí.... que no estoy tomando nada”.-pidió y advirtió Ámbar a su hermano.

-“Cuando vayas a correrte, pónmela en la boca, que te la beberé toda”.-le pidió mi mujer.

-“No creo... que tarde.... mucho en.... hacerlo.... es morbosísimo.... me estoy.... follando el chocho.... de mi hermana.... no aguantaré.... demasiado”.-comentó Saúl.

-“No te vayas a correr.... dentro.... puto.... pero no te pares.... fóllame más”.-pedía ella.

Yo me acariciaba el rabo observando como follaban ellos y, a mi mujer pendiente de que le dieran toda la leche en su boca. Saúl se envaraba por momentos mientras que su hermana se movía buscando su propio orgasmo.

-“No... aguanto.... mas.... me voy.... a correr”.-informó el muchacho.

-“Espera cabrón.... que me dejas.... a medias”.-pedía su hermana.

Se retiró del interior de su hermana justo cuando de su cabezón comenzaba a salir su leche disparada. Mi mujer atenta, la capturó con su boca para beber todo aquel caliente y espeso líquido que escupía la polla. Viendo a la chica que se llevaba una mano al coño para tratar de obtener su propio orgasmo, aparté a Saúl, me coloqué detrás de ella y le metí de un solo empujón todo mi erecto nabo.

-“Aaggggg.... siiiiiii..... joder..... dame polla”.-gritó desesperada Ámbar al sentirme entrar.

La agarraba de sus caderas mientras que empujaba con fuerza, entrando y saliendo de su cuerpo, haciéndola gritar mas y mas con cada embestida, chocando con ella a buen ritmo mientras sonaba el maravilloso golpeteo de nuestros cuerpos mezclado con sus exclamaciones de placer. Mi esposa saboreando la polla de Saúl, limpiándola con su lengua y labios después de haber tragado el semen que le depositara en su boca.

-“Ayyyyy.... joder..... que me corroooooo..... aaaaaaaaaagggggg...... me voy todaaaaa”.-chilló Ámbar mientras me empujaba con su cuerpo para que entrara profundamente en ella. Su orgasmo fue intenso, agitándola por completo. Mi polla sentía sus apretones y la maravillosa humedad de sus zumos. Mis ojos se deleitaban en aquellas nalgas, medio abiertas que mostraban aquella entradita trasera mientras embolaba con mi polla el higo de la chica.

-“Wouuuuu.... me sacaste toda la leche”.-comentó Saúl mientras mi esposa repasaba una y otra vez su polla con sus labios y lengua.

-“Ayyyy... hermanito.... que bueno me lo hiciste.... cabrón.... que polla mas rica tienes”.-le indicaba su hermana.

-“Sabe moverse estupendamente, a mí, también me hizo correr rico antes”.-corroboró mi mujer.

-“Ven aquí, putorra mía.... que te folle ese culito que tienes.... para que vean como te encaja”.-le dije a mi mujer.

De inmediato Maijo se arrodilló en el sofá, ofreciendo sus nalgas, apoyada con la cara en el respaldo usó ambas manos para abrirse bien el culo mostrándome el agujerito que deseaba perforar en ese momento.

Se la metí despacio, aprovechando la humedad que tenía del chocho de Ámbar y le encajé entera toda la polla en el culito estrecho de mi esposa.

Ámbar se había dejado caer en el sofá, recostada para tratar de serenar su respiración tras las dos pollas recibidas. Observaba desde allí el coño de Maijo y como mi pinga iba y venía en su estrecho ano. Se acercó lentamente y metió la cabeza entre los muslos de mi mujer, que pronto sintió los labios y la lengua de la muchacha sobre su excitado coño.

Saúl miraba como le daba por el culo a mi esposa, mientras su hermana le chupaba el chocho al mismo tiempo. Se manoseaba la polla lentamente, tratando de volver a tener una erección. Maijo gemía bajo los efectos de la chupada que le ofrecía la chica.

-“Ven... que te la chupe.... que quiero.... que me... la metas.... otra vez”.-le pidió mi esposa con voz entrecortada al muchacho.

Se colocó sentado en el respaldo del sofá y le ofreció la polla para que se la mamara de nuevo. Mi esposa, golosa, se la comía mientras recibía mis metidas en su culito y la lengua de Ámbar en su mojado y dispuesto túnel delantero. De vez en cuando escupía la polla de sus labios para acariciarla con una de sus manos indicando a su propietario lo que deseaba que le hiciera.

-“Quiero que me folles.... mientras mi marido.... me da así por el culo.... para sentirles a.... los dos..... quiero leche.... en los dos..... sitios”.

El muchacho cada vez mas excitado iba mostrando paulatinamente una buena erección en su maguera. Llegado un punto aceptable, Maijo, propuso que fuéramos todos a la cama, para estar mas cómodos y poder acoplarse con los dos a la vez.

Tumbado en la cama, mi esposa tomó mi polla, la guió y se sentó sobre ella de forma que una vez mas, rebanara su estrecho culito, luego se recostó sobre mi, abierta de piernas, para que Saúl, se colara entre nuestros muslos y metiera su polla en el higo de mi mujer. Esta vez sin condón. Mi mujer le recibió con un hondo gemido de placer al notar como nuestras pollas hacían presión desde ambos lados dentro de su cuerpo.

-“Aggggggggg..... siiiiiii..... asíiiiiiii.... fóllame así ricura”.-pidió abiertamente.

Debajo de ellos, notaba como Saúl empujaba con ganas dentro de mi esposa e incluso el envite de su polla cuando entraba profundamente. Notaba como se deslizaba empujando mi pinga en el agujero trasero de Mai, que gemía y suspiraba sin cesar.

-“¿Te gusta así?”.-le preguntaba el muchacho.

-“Siiiiiiiiiiii..... me encantan dos..... pollas a la vez”.-respondía mi mujercita.

-“¿Y a ti, también te gusta que me folle a tu mujer?”.-me preguntó.

-“Empújasela con ganas.... cabrón.... fóllala como merece y.... córrete dentro de ella, que le encanta”.-respondí.

-“Sí.... sí.... sí.... quiero.... toda tu leche.... ahí dentro.... quiero sentirla.... toda ahí”.-casi suplicaba mi mujer.

Mientras mantenía la espalda de mi esposa algo levantada al apoyar mis codos en el colchón y las manos en ella, Saúl insistía en sus embestidas continuas dentro del conejo de mi mujercita, arrancando a su garganta algún grito que otro, mezclado en sus continuos jadeos.

-“Joder.... me encanta.... tener una vecinita así.... tan puta como tú”.-le comentó al oido.

-“Llámame así... otra vez”.-le pidió mi esposa.

-“Puta.... puta.... eres una rica puta”.-le insistió Saúl.

La sentí agitarse, tensarse, me apretó la polla con su culo y sus guturales jadeos me indicaron que se corría en esos momentos.

-“Puta.... que bien follas.... puta”.-repetía continuamente el chico.

-“Síiiiiii..... síiiiiii.... lo soy..... una puta”.-exclamó mi esposa en mitad de su orgasmo.

Justo entonces noté la mano de Ámbar, que estaba a los pies de la cama, se había colado entre los tres y me sobaba los huevos en ese momento, tratando de acariciar los llenos agujeros de Maijo.

-“Apriétame los huevos.... y me corro dentro de esta puta”.-escuché al chico, mientras suponía que su hermana, como a mí, también lo acariciaba a él.

-“Dame tu leche.... en el chocho”.-pidió mi esposa.

-“Te voy a llenar... todo el conejo... con mi corrida.... putorra”.-le dijo.

-“Sí.... quiero.... sentirla toda.... notar como te corres.... dentro de mi cooooño”.

Le notaba cada vez mas agitado, mas tenso, embistiendo con mas fuerza, se apoyaba también en sus manos, a ambos lados de los hombros de mi mujercita. Me miró dándole envites cuando anunció que estaba a punto de eyacular.

-“Me corro.... me corro.... le voy a dar.... toda la leche.... a tu mujer.... en el coño”.

-“Sí.... descarga ahí.... llénale el conejo... dale toda tu corrida.... déjasela toda dentro”.-le dije.

Mi esposa alcanzó un nuevo orgasmo mientras el muchacho le daba su leche, corriéndose dentro de su conejito. Gritaba de forma alocada recibiendo su esperma.

Cuando, por fin, el muchacho se separó de ella, tras incorporarse en la cama, quedó sentada en mi rabo y comenzó a subir y bajar en el. Notaba como el coño de mi mujer resumía la corrida del muchacho, que se pegaba a mis huevos cuando bajaba montada en mi polla. Se magreaba con Ámbar, besándose ambas y tocándose mutuamente las tetas mientras me cabalgaba.

-“Dame tu leche.... mi amor.... dale leche a tu putita”.-me dijo.

Me descargué completo en su culo, escuchándola pedir mas y mas, sintiendo como mi leche salpicaba todo su interior. Notando como me apretaba con su esfínter para que acabara por completo dentro de su ano.

Media hora mas tarde, mientras nos despedíamos de los chicos, comentó a Saúl que cuando quisiera, podía venir a casa a follarla, incluso le propuso que invitara a algunos de sus amigos, mirándome para buscar mi complacencia, que por supuesto obtuvo. Ya relataré sobre esto.