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Sexo sin Fronteras: ONG del placer sin límites (2)

en Orgías

Nuestros anfitriones nos prepararon una comida sencilla y fresca: Gazpacho, ensalada fría, unos camarones a la sal, dados de atún rojo de la zona y mucha fruta. Comimos en la mesa de la piscina. Vi a Álvaro completamente integrado, ya que continuamos despelotados y ni se percató que eso se salía de nuestra “normalidad”.

Durante la comida Manuel le dijo a Pilar que me había informado, aunque fuese de forma muy superficial, del Club al que pertenecían y de sus especiales características. Pilar se quejó, diciéndole que eso era muy privado y todavía no era momento. Per Manuel, lo tenía claro:

- Mira, culito de terciopelo, estoy convencido de que Idoia está preparada para iniciar su formación. ¡No sabes hasta qué punto tiene metido el sexo en el cuerpo!. Creo que Álvaro le va a la zaga, aunque hemos de aflorar sus instintos y conseguir que no sea tan pudoroso y formal. Idoia y el programa de introducción del Club lo conseguirán en cuatro días.

- ¿No te acuerdas cómo éramos nosotros cuando Helena nos invitó a integrarnos?.

Nos pasamos al menos una hora discutiendo sobre el Club, sus anécdotas, las fiestas (orgías, entendámonos…) que se montaban, la filosofía altruista de sus miembros para sí y con aquellos a los que veían necesitados de gozar plenamente de la vida y de sus cuerpos y otras peculiaridades de esa curiosa sociedad y de la forma de entender la vida por parte de sus miembros.

Como más oía, más me gustaba y… más mojado tenía el coño. Como ya me estaba haciendo a la idea de entrar a formar parte del Club, les pregunté por el “programa de introducción” que tenían. ¡A ver si era como una secta con pruebas brutales o cosas así!. Pilar se puso a reír cuando conté mis angustias.

- Querida, en el Club nunca, nunca, hacemos nada contra nuestra voluntad, ni tan solo algo que estimemos que nos pudiese llegar a perjudicar física, psíquica o socialmente, aunque el propio interesado lo aceptase o incluso lo desee.

- Lo que incluye la etapa introductoria para ser miembro de pleno derecho del Club, es una serie de actividades dirigidas a mejorar todos los aspectos de aquellos que son seleccionados como posibles miembros y así cuando estén preparados para ser aceptados, sean lo más abiertos de miras sin pudor alguno, seguros de sí mismos, guapos y desenvueltos posible. También se incluyen sesiones específicas para mejorar la capacidad y el desempeño sexual, eminentemente de carácter práctico. Siempre se prepara un programa a medida de cada persona y se busca el compaginarlo con su vida social y familiar.

- Esa etapa es muy estimulante y provechosa, aunque no todos los que aceptamos para esta etapa previa, acaban siendo miembros de pleno derecho del Club. Aproximadamente, sólo dos tercios de los que se inician, acaban siendo miembros del Club.

Con esas últimas palabras de Manuel, acabamos el tema, ya que se negaron a contarnos nada más y además era la hora que ellos marchasen al aeropuerto a recoger a sus compañeros.

Después de despedirnos entre besos y arrumacos, quedamos que nos llamarían para vernos otra vez, nosotros cuatro y las dos nuevas parejas. Con tanta actividad sexual, ¡todavía no nos habían enseñado las famosas playas del sur de San José!.

Como mi ropa estaba hecha un asco, Pilar me prestó un vestido. Ni me preguntó, escogió uno de tirantes cruzados a la espalda, mínimo. Iba enseñando la mitad de las tetas por el escote y la falda era tan corta y amplia, que seguro que se me vería el chocho en cuanto me descuidase. Álvaro se puso la ropa suya que había tomado Manuel. Pilar me increpó:

- Estas preciosa Idoia. Me gusta que exhibas un poco de carne, así vas perdiendo tus prejuicios. Además, te he de decir que estás muy buena. ¡Mmmmmm, que tetas tienes!

Ayer, Álvaro habría puesto el grito en el cielo por ponerme un vestido como ese y encima, ir sin bragas. Hoy, se rió, me metió un par de dedos en todo el coño y se los dio a degustar a Manuel. ¡Cómo me gustaban esos cambios!.

Cogimos nuestro coche para volver al hotel. Al arrancar, Manuel me chilló:

- Oye, Idoia, llama tú a la chica del restaurante y quedad para montaros algo bonito el jueves. Me he dado cuenta que ese día nosotros seis tenemos un compromiso. Cómele mucho el coño. Estoy seguro que le gustaste y por lo que vi, ella es tanto o más guarra que tú. Que Álvaro le enseñe lo que es capaz de hacer una buena polla. ¡A Pilar le ha encantado!. Hasta Proooonto…

En los días que quedaban hasta acabar nuestra vacaciones, pasaron muchas cosas. Todas gratificantes. Todas nuevas para nosotros.

Estaba cantado que en un momento u otro, nos lo íbamos a montar con los propietarios de nuestro hotel y lo hicimos el jueves. Era el día que libraba Rocío y puestos a hacer… la invitamos. Karl tenía una polla magnífica y la sabía usar todavía mejor. Me dio mucho placer. A Álvaro, también… Marlen era una viciosa compulsiva cuando se soltaba y con nosotros… ¡se soltó!.

En Rocío, descubrimos un pozo de inesperados placeres. Disfrutaba del sexo sin límites, mejor con chicas, aunque pidió, tanto a mi marido como a Karl, que la follasen. Eso sí, sin profanar su vagina. Siempre por atrás. Al acabar, nos pidió a los cuatro que le meásemos encima. Álvaro y yo nos quedamos estupefactos, pero Karl enseguida apuntó a sus tetas con su manguera y ¡zas!, toma chorro dorado. Lo de Marlén fue peor. Le pidió que abrirse bien la boca y poniéndose sobre ella en cuclillas, abrió el grifo y le soltó todo lo que llevaba en su vejiga, que era mucho. Rocío, no sólo no hizo ascos a tan guarro proceder, sino que degustó y tragó todo lo que pudo con una desbordante cara de placer.

Como dicen, “allá donde fueres haz lo que vieres”, así que tanto yo, como mi chico, nos unimos a la fiesta. Mientras soltaba mi carga amarilla, me pidió que le metiese cuatro dedos en el coño, presionando hacia arriba. Le di caña. Ella aprovechó para limpiar el chocho de Marlén a golpes de lengua, hasta que se corrió soltando un chorretón brutal de flujos. ¡Yo nunca lo había visto. Fue increíble!. Cuando Álvaro percibió mi ignorancia, me aclaró que eso de era una eyaculación femenina o squirting y les venía a algunas mujeres muy fogosas cuando les estimulaban el “punto G”. ¡Si que sabía cosas mi marido!. Tendría que hablar con él en casa…

Con nuestros vecinos y sus amigos del Club, fue increíble. Nos enseñaron las preciosas playas prometidas: Los Genoveses, Monsul, El Barronal,… Pero también nos enseñaron a ir más allá de lo que creíamos posible en la búsqueda del placer. La pareja de Barcelona, algo mayor que nosotros, era la bomba. Se cuidaban un montón y estaban estupendos. ¡Menudos cuerpos!. ¡Nadie diría que tenían alrededor de los sesenta que nos confesaron!. Al final, nos invitaron a pasar unos días en verano con nuestros vecinos, en una casa que tenían en un pueblecito de la Costa Brava, frente al mar, ya os podéis imaginar para qué…

Los escoceses, eran de otro mundo. Lo suyo era la calidad, no la cantidad. Descubrimos cosas que nosotros ni tan solo podíamos vislumbrar. Dominaban el sexo tántrico, ella era capaz de mantener un orgasmo durante más de media hora y al acabar, sencillamente, se quedaba como en trance. El tío tenía un pollón acojonante. Por la edad, le costaba mantenerlo completamente erecto, pero era capaz de eyacular cuando quería. Tenía un autocontrol que parecía imposible. Lo mejor, su lengua, sus labios y sus manos. Con unos pocos pases, conseguía que te corrieses como nunca, fueses mujer u hombre. Parecía un experimentado santón hindú.

Follamos a destajo, nos enseñaron técnicas desconocidas para la mayoría de los mortales o al menos para nosotros y nos llevaron a cotas de placer que jamás creímos que existiesen. ¡Empezamos a comprender la importancia que podía tener el Club en nuestras vidas!.

Además de tener sexo, también hablamos de nuestro posible futuro en la Sociedad y del proceso de introducción y formación hasta la aceptación como miembros. La experimentada pareja escocesa, fue una ayuda inestimable. Conocían todas las posibles actividades de formación y mejora, como ellos lo llamaban.  Al final, acabaron por confesarme que eran una de las dieciocho parejas fundadoras del Club, lo que no sabían ni nuestros vecinos, ni sus amigos de Barcelona.

Cuando nos dimos cuenta de las actividades que nos proponían, nos quedamos a cuadros, anonadados. Las dividían en tres etapas: primero, mejora física y personal, a continuación, la pérdida de todo pudor y lograr una seguridad absoluta en uno mismo. Finalmente, el aprendizaje y la práctica de las técnicas optimas para dar y obtener placer sexual más acordes con nuestros gustos y nuestra personalidad.

Estábamos hablando de la primera etapa, cuando Kendrick, nuestro “maestro” escocés, al que tan acertado nombre le pusieron, nos pidió que nos desnudásemos y nos quedásemos de pié, separados de la pared.

Él y su esposa nos miraron los cuerpos detalladamente, nos palparon, nos preguntaron cosas sobre la salud y similares y después de intercambiar opiniones entre ellos, como hablando de un paciente o, peor, un caballo de carreras o algo similar, nos dijo:

- Estáis muy bien para la edad que tenéis, especialmente tu, Idoia, pero podéis y debéis lograr un cuerpo óptimo, tanto estética como físicamente. Lo primero que haréis es ir a ver a dos miembros del Club para que vean en que podéis mejorar en esos aspectos.

- El primero, es uno de los mejores cirujanos estéticos de Europa. Tiene su clínica en Barcelona. Os cae cerca. Os estudiará y os aconsejará los retoques que crea que vale la pena aplicaros y sean una mejora real y natural. No os propondrá ser diferentes. Es encantador, ya veréis.

- Si os acabáis haciendo alguna intervención en su clínica, seguro que saca tiempo para invitaros a su casa. El ya pasa de los ochenta, aunque no los aparente y ya no rinde como antes, pero pasar una noche con su mujer, es alucinante. A pesar de que es más joven que él, ya no es una jovencita, pero lo parece. Está buenísima y es una máquina para el sexo. Sus felaciones son tan profundas y sus orgasmos tan desmesurados que pueden llenar libros Guinness.

- La segunda, es una ex-preparadora física y dietista muy reconocida. Sus métodos son revolucionarios y entre sus clientes están algunas de las estrellas más insignes del espectáculo y unos cuantos políticos y hombres de negocio de primera línea. Tiene su consulta en Boston. Ella os proporcionará las pautas para una conducta deportiva acertada, divertida y acorde a vuestra personalidad y vuestros gustos. Así mismo, estudiará vuestra dieta genérica óptima para manteneros en el mejor estado de forma a largo plazo. Eso redundará en vuestra capacidad de gozar del sexo, pero también en vuestra salud y apariencia. Además, Louise Marie, es una de las mejores amantes con que he copulado. Ya veréis como compartir con ella una tarde de sexo, es una experiencia inolvidable.

A esas alturas, ya estábamos fuera de órbita. ¡Se debía creer que éramos potentados y además podíamos pedir vacaciones cuando nos fuese bien!. Pero, ese hombre era especial y siempre sabía lo que pensaba la gente, antes de que lo formulase:

- No os preocupéis por los costes de los tratamientos o las consultas ni de los viajes u otros gastos. Pasáis a formar parte de los futuros miembros del Club y los miembros ya hace muchos años que creamos un fondo bien provisto para estas contingencias y para muchas otras cosas que iréis descubriendo a medida que os vayáis introduciendo.

- Cuando completéis estas dos tareas, habréis finalizado los tratamientos y estabilizado vuestro físico. Entonces, os enviaremos a ver a dos nuevos miembros: por una parte a René. Tal vez lo conozcáis por la prensa. Es, sin dudarlo, el mejor estilista del momento en París. Os aconsejará, especialmente a ti, Idoia, el mejor estilo para tu pelo, como te sienta mejor llevar el pubis, los complementos y maquillajes, etc…

- Él y su pareja son de los pocos miembros puramente homosexuales del Club, pero a pesar de ello, verás que degusta un sexo femenino como pocos hombres o mujeres saben hacer. Por detrás, ni te cuento. Tú, Álvaro, ¡disfrutarás con él y su pareja como ni puedes llegarte a imaginar!.

- Después iréis a ver a mi íntima amiga Rachelle. A pesar de que se hace llamar así, es italiana hasta la médula. Tiene su atelier en un precioso palazzo antiguo de Salò, a los pies del Lago di Garda. Nunca hemos sabido si se instaló allí por la tranquilidad y la belleza del entorno o por su devoción a Pier Paolo Pasolini.

- Ella os aconsejará las piezas que mejor os pueden quedar para vestir en cada ocasión. Desde las bragas, hasta un vestido de noche. Para una fiesta formal, o una visita a un exclusivo club swinger. Por supuesto, pasando por vuestro día a día laboral y coloquial.

- Le ayuda su hija Binoche. Hacer un trío con las dos, es tan sublime como degenerado. Desde que su hija se hizo mujer, siempre follan juntas. Mejor no os cuento a qué edad empezó la cosa…

- Después, contactará en vuestro interés con las boutiques y diseñadores que escojáis y les avanzará vuestras necesidades. Así ya os tendrán preparadas las prendas escogidas cuando lleguéis para las pruebas. !Os haréis con un fondo de armario perfecto para realzar en cualquier circunstancia vuestros mejores atributos!.

- Con la ayuda de todos ellos, completaréis la primera etapa del proceso de vuestra incorporación como miembros de pleno derecho del Club. Conforme vayáis avanzando, os explicaremos cómo afrontareis las siguientes etapas.

- Sólo os avanzo que la segunda etapa, está pensada para fortalecer vuestra seguridad en vosotros mismos y desinhibiros del todo de cualquier falso pudor o prejuicio. Os invitaremos a pasar dos semanas en un hotelito muy especial de un país del norte de Europa. Más tarde, dos parejas de miembros sénior del Club, os acogerán unos días en sus casas y avanzaréis en el proceso, con su ejemplo y las prácticas. Como os empiezo a conocer, ¡escogeremos a dos de los matrimonios más libertinos de nuestro Club!.

- Para acabar con vuestro proceso de iniciación y formación, abordaréis la tercera y última etapa prevista. Para mí, es la que menos os aportará como personas, pero aprenderéis técnicas y trucos para gozar de vuestro cuerpo y hacer gozar a los demás del sexo hasta límites que hoy, ni consideráis. Los seis que os acompañamos, hemos pasado por esos, llamémoslos,  seminarios. ¿No lo habéis notado?.

- Estaréis recluidos dos semanas en un castillo de la Baja Sajonia. La mujer que lo regenta ahora es la hija de la que yo conocí en mi tiempo. Dicen que es tanto o más competente que su madre. Aunque incluye muchas prácticas, más que pasar unos días de placer, trabajaréis mucho. Ya lo obtendréis y ofreceréis después.

- Algunas de las escorts y los gigolós más exclusivos y galardonados actores porno, han pasado por los cursos avanzados de frau Glandlove. Todos ellos dicen que ha sido un antes y un después. Su caché al obtener el diploma de aprovechamiento, se multiplica. Hasta novios o madres, inscriben a sus futuras esposas o a sus hijas o incluso hijos poco espabilados. Normalmente, realizan el curso básico. Aprenden a ser buenas o buenos amantes y así conseguir matrimonios bien compenetrados en la cama. Algunos aprenden más de lo que su protector pretendía. ¡Qué se le va a hacer…!.

- ¿Tiene mazmorras?, le pregunté, divertida.

- Je, je, je… Tiene lo necesario para aprenderlo todo sobre cada una de las variantes de la actividad sexual humana, pero no tenéis porqué probar el circuito completo. ¡Acabaría con vuestras fuerzas!. Además, no todas las prácticas son digeribles por todas las personas. Ya veréis en su momento como funciona. Exigente, pero siempre respetuoso.

Por lo que os he contado hasta ahora, ya podéis ver que en esos días de vacaciones, follamos más que en los dos años anteriores. Probamos cosas que nunca pensamos que llegásemos a experimentar. Con nuestros amigos, con los amigos de nuestros amigos, con los propietarios y algunos huéspedes del hotel y con parejas que acabamos de conocer tan solo veinte minutos antes.

Con chicos y con chicas, de a dos a dos y a mogollón. Nuestros amigos nos invitaron a la mayoría de comidas y cenas, pero aún así, casi nos fundimos el presupuesto previsto: ¡en condones, enemas,…!. Sexo sí y mucho, ¡pero siempre seguro y en condiciones!.

Durante las vacaciones, no lavé ninguna de las prendas que incluí en mi equipaje, pero volví a casa con todas las bragas limpias y sin tan siquiera, haber usado un bikini. La ropa más recatada o convencional, ni la desplegué: Nuestros vecinos, sus amigos y ¡mi marido!, sólo me permitieron usar las tres o cuatro prendas más descocadas y suplieron las otras, regalándome el resto de la poca ropa que me puse esos días. Aunque antes de nuestras vacaciones, ni me hubiese planteado vestirme con la mayoría de esos trapitos, pasaron a estar entre mis preferidos en mi nueva etapa vital.

Volvimos a Madrid convertidos. No sólo se notaban los cambios en el sol que había absorbido toda nuestra piel. ¡Éramos otros!. Me sentía una mujer diferente. Quería disfrutar de mi cuerpo como nunca y ya no me importaba compartir a mi hombre con otras. Ni a él que yo quisiese probar nuevas experiencias con otro o con otra, con él de invitado, o… sin él.

Ambos nos veíamos como unas personas nuevas: Seguros de nosotros mismos. De nuestros cuerpos y de nuestras posibilidades. ¡Estábamos abiertos a un futuro nuevo y sin duda, más prometedor!. Habíamos fortalecido la pareja y perdido nuestras viejas inseguridades y pudores.

Los meses que vinieron, nos depararon grandes cambios. Algunos impensables o sorprendentes, pero todos muy positivos. Al volver a casa, ya sabíamos que Pilar y Manuel, los vecinos, serían nuestros mentores en el proceso de iniciación, para poder llegar a formar parte del Club. La semana siguiente a su vuelta lo celebramos los cuatro compartiendo la misma cama. Disfrutamos del sexo sin distinguir oquedades o apéndices, hasta caer dormidos al alba, extenuados, pero felices.

Siguiendo el plan que nos trazaron los “mayores” escoceses, lo primero que nos organizaron, fue la visita a la clínica de Barcelona.

Tres días antes del viaje, recibimos un sobre con pasajes “Club” para el AVE, el teléfono del taxista que nos estaría esperando en la estación de Sants en Barcelona y el resto de los detalles prácticos. Nos íbamos el viernes a primera hora. Ese día teníamos la visita médica y las pruebas que estimase necesarias el doctor. Luego, pasaríamos el fin se semana en su casa de Barcelona, nos veríamos con los amigos de la cuidad que conocimos en el Cabo de Gata y volveríamos el domingo al mediodía.

¡Joder con la clínica!. En la parte alta de la ciudad, parecía un hotel de esos *****GL. Nos atendió una especie de asistente. Estaba para mojar pan y bien que lo mostraba con su corta batita, de un blanco inmaculado, con más botones desabrochados por arriba y por abajo de los que llevaba cerrados.

- Bienvenidos a la clínica del doctor Finselfons. Espero que tengan una estancia confortable y que les permita colmar todas sus expectativas.

Nos lo dijo con una sonrisa de celuloide, mientras nos acompañaba a la antesala del despacho del doctor. Su secretaria nos atendió y al cabo de unos minutos, salió el doctor a recibirnos personalmente.

- Hola, me llamo Jaume. Vosotros debéis ser Idoia y Álvaro. Pasad.

- Me perdonareis que vaya directamente al grano. Hoy tengo un día muy lleno, pero viniendo de parte de nuestros comunes amigos escoceses, quiero supervisar personalmente las propuestas que os hagamos.

Nos besamos, como viejos amigos y entramos en el lujoso despacho del famoso médico.

- Idoia, empezaré contigo. Quítate toda la ropa y ponte de pié en la tarima, delante del fondo blanco. Normalmente, lo hacemos en una sala de exploración con vestidor y con soporte del personal auxiliar, pero como con vosotros hay confianza y tenemos poco tiempo, os haré la primera revisión aquí mismo. Luego te va a tocar a ti, amigo.

Cuando estuve en el sitio adecuado, se puso unas gafas muy raras, tomó un rotulador y una pequeña cámara de fotos y se me acercó- Mirándome atentamente y palpándome cada porción del cuerpo, empezó a comentarme sus propuestas preliminares:

- Mmmm… tienes unas facciones equilibradas y simétricas. Una nariz preciosa. De la cara, no te tocaremos nada. Sólo te corregiremos esas patas de gallo y las incipientes arruguitas en las sienes. También te remeteremos un poco esa papadita que a todos se nos va descolgando. Es una práctica muy sencilla y agradecida.

- Ahora, vamos a ver cómo vas de tetas. Las tiene bonitas, eh Álvaro.

- No sé si quieres ponerte un poco más de pecho, pero a mí me parecen preciosas. Por mi parte, sólo te arreglaría lo necesario por el paso de los años. ¿Qué me dices?.

- A Álvaro le gustarían un poco más grandes. Con dos tallas mas, tendré que ponerme siempre sujetador y últimamente me gusta prescindir de él siempre que puedo. No sé. Yo me las encuentro a gusto como las tengo. ¿Tú que me propondrías?.

Me las sobó por todas partes, levantándomelas, acariciándome un pezón hasta conseguir empitonarlo. Lo midió con una regla. También las aureolas.

- Te voy a decir lo que haremos: Te vamos a poner una malla interna para fijar la forma y darle un poco más de volumen por los costados exteriores. Para eso, usaremos tu propia grasa. Así evitaremos que se te descuelguen con el paso del tiempo, las mantendrás siempre con una envidiable tersura y tu marido estará contento.

- Después de la intervención, no hará falta que vuelvas a ponerte brassière si no quieres. De hecho, yo aconsejo siempre a mis clientas, especialmente si son jovencitas, que prescindan de él. Llevar las mamas libres, fortalece los músculos que las sostienen y os mantiene el pecho más terso con el paso de los años.

- Te voy a mostrar algunas de las formas más apropiadas para tus senos. Verás que las diferencias entre las tres que te mostraré, son pocas, pero así podremos adaptarlas a tu estilo personal.

Tomó el teléfono y le dijo a su secretaria que llamase a cuatro personas. A los pocos minutos aparecieron en el despacho tres mujeres y un varón. Dos de ellos eran médicos, otra una auxiliar clínica y la última la jefa de administración.

- Gisela, Anne, Cuca, enseñadle a Idoia como os hemos dejado las mamas. Se las tenemos que hacer a ella y las tiene parecidas a las vuestras. Así podrá valorar mejor las diferencias.

Resulta que Gisela era la chica que nos había recibido al llegar a la clínica. Se quitó la bata que llevaba y se quedó sólo con un tanga tan breve y liviano que era como llevar el coño al aire. ¡Qué buena estaba!.

Cuca era la responsable de la gestión económica de la clínica. Aparentaba unos treinta y muchos años, pero al verle las manos de cerca, deduje que tenía bastantes más, aunque ¡qué bien se conservaba!. Se quitó la blusa de seda color albaricoque que lleva sobre la falda y el sujetador. Tenía los pechos de una jovencita, pero sin perder el toque de madurez que le correspondían a los de una mujer. ¡A mi marido se le iban los ojos!.

Nos presentó a Anne. Era una doctora francesa especialista en cirugía plástica y reparadora genital. Trabajaba hacía muchos años con Jaume y él mismo le había hecho las mamas hacía ya doce años. Al quitarse la bata blanca, vi que llevaba un delicado vestido camisero abrochado por delante. Se abrió los botones uno a uno, mirando ahora a mis ojos, ahora a los de mi hombre. Aparecieron dos tetas morenas, gruesas, tersas, con unos pezones remarcables, deseables.

Tenía el sexo cubierto por un culotte de dimensiones generosas, tejido sin costuras, tan fino que si no fuese por su rompedor color amarillo, parecería no llevar nada. Le marcaba tanto, que enseñaba claramente la sabrosa forma de sus abultados labios vaginales.

- Poneos las tres de costado, una al lado de la otra. Idoia, míraselas bien. Pálpaselas y envuélvelas con tus manos. Compara la textura y el tacto de cada una de ellas y después hablamos de tus impresiones.

- Pero Jaume, ¿Cómo voy a tocarles los pechos a tus colaboradoras?. Si sólo verlas así ya me da vergüenza.

Jaume no tuvo tiempo de contestarme. Anne me tomó las manos y me las puso sobre su busto.

- Tócamelas, sopésalas, acaríciame los pezones, mira cómo responden. Prueba su dureza. Si lo prefieres, pásame la lengua. Es más sensible y te harás una idea de lo que sentirán tu marido y tal vez… ¿tus otros amantes?. En especial a ti, no te ha de dar vergüenza alguna. A mí, no solo no me la da, sino que me excita. Como a ti, ¡me encanta exhibirme!.

- Al personal auxiliar que operamos gratuitamente de alguna de nuestras especialidades estéticas, como es el caso de Gisela, le pedimos que hagan de modelos para mostrar a algunos de nuestros clientes los resultados en un caso real. Cuca y yo hemos venido hoy porque vosotros sois muy especiales y deseábamos conoceros.

Entonces, me di cuenta que esas dos sabían muchas más cosas de nosotros de las que nos imaginábamos. Seguro que tenían algo que ver con el Club, si no es que eran miembros. Cambié el chip y me desinhibí por completo.

Tomé las tetas de Anne entre mis manos y les hice un examen a fondo, para valorar si es como las quería para mí. Cuando finalicé la completa evaluación, continué acariciándoselas con una finalidad puramente sexual. Le pincé los pezones entre los dedos, se los acaricié con la lengua y continué sobándole los pechos delante de todos hasta que acercó sus labios a mi oreja y me dijo;

- Muérdeme los pezones hasta que me corra, ¡cabrona!.

Lo hice y… se corrió. Delante de todos nosotros dejó las bragas empapadas. A Álvaro, al verlo, le creció un bulto prominente en la entrepierna. Gisela se puso roja como un tomate y el resto, sonreían abiertamente. Nos dimos un piquito y pasé a por Cuca.

Directamente envolví sus senos con mis manos. Eran deliciosos. Tenían el mismo tacto y textura que los míos, pero algo más levantados, tersos y con una firmeza sorprendente. Parecía que no estuviesen operados. Al tocar sus pezones, me di cuenta que los tenía perforados, si bien no los atravesaba ninguna joya.

- ¿Te gustan, cariño?. Habitualmente, llevo unos aros gruesos en los pezones, pero cómo se me notan bastante, los dejo en el bolso cuando estoy trabajando. Hacen juego con los que me cuelgan en los labios de abajo. Al moverme me rozan el sexo y me ponen cachonda. Disfruto mucho manteniendo permanentemente ese puntito de excitación.

- Te han quedado muy naturales. No parece que te los hayas arreglado.

- ¡Es que Jaume es un artista!.

Finalmente examiné los de Gisela. Eran sencillamente perfectos. Demasiado. No se descolgaban ni un milímetro. Sólidos, duros, erguidos, con los pezones redondeados y permanentemente erectos. Parecían los de una muñeca Barbie, incluso para una jovencita.

Al ver que había completado el examen, Jaume me dijo:

- ¿Qué, cuál de los trabajos te parece más adecuado para ti?. Espera, no nos lo digas todavía.

- Álvaro, valóralos tu también. Seguro que Idoia quiere conocer tu opinión. ¡Vas a ser de los que más las vas a disfrutar!.

Alvaro fue directo a las tetas de Gisela. Se las sobó a fondo. Me pareció ver que hasta se le puso un poco tiesa. Consiguió que ella enrojeciese. Continuó con Cuca y Anne. A esas dos, no sólo no se les subieron los colores, sino que Anne no le dejó escapar hasta que se las hubo magreado a su satisfacción.

- Los de Gisela, son tan, tan… como diría… voluminosos, exuberantes, macizos… ¡preciosos!...

- Ya lo has dicho todo, Álvaro -le contesté-. Pero… y perdona Gisela, que eso no van contigo. ¿No te recuerdan los de una actriz porno o una tertuliana de esos programas telebasura?. ¿No te gustan más los de ellas?. Son más los de una mujer de verdad. Eso sí, ¡los de una mujer bastantes años más joven que nosotros y que se conserva de puta madre!.

- Jaume, Álvaro, ya os he dado mi opinión sobre las tetas de Gisela. Me cuesta decidirme entre las otras dos. Los pechos de Anne son fantásticos, pero me quedo con los de Cuca. Creo que hacen más para mí.

- Desde mi punto de vista profesional, creo que has hecho la elección más acertada. Al final, ¡te tendré que fichar en mi clínica!.

Aquí entró en escena el último invitado a la fiesta. El joven doctor que acompañó a las tres “modelos”.

- Sebastián, márcale las mamas a Idoia y tómale dos juegos de fotografías. Aprovecha para medir el punto de la sotoboca y la profundidad de lo que queremos recuperar en las estrías del contorno de los ojos y los temples.

El joven cirujano, me pintó las tetas y el contorno. Hizo las mediciones y las fotografías solicitadas por Jaume. Palpó mis pechos y los de Cuca una y otra vez, corrigiendo las inclinación de las líneas y los puntos donde generaría tensión la malla interna. Al acabar, dijo, mirando a Jaume:

- Ya lo tengo todo. ¿Le marco también las dos áreas abdominales y el pubis? Le podemos eliminar esos puntos con leve exceso adiposo fácilmente. Ya sabes que con ejercicio y dieta no basta…

- Me parece bien. Es una nadería, Idoia, y saldrás ganando.

Sebastián me marcó mis sutiles lorzas en medio minuto con absoluta destreza, tomó fotografías y Jaume puso la guinda:

- Cariño, para acabar, enséñanos el coñito. Cuca, ponle un espejo para que se lo vea bien. Anne mira si se lo puedes dejar todavía más cautivador.

- Gisela, quítate las bragas y muéstranos como te dejé el tuyo, le dijo Anne.

- Le hizo una vaginoplastia y le recortó los labios menores. Los tenía muy grandes y le colgaban. A Anne le gustaban así, pero a ella le daba vergüenza abrirse para su novio. No sé por qué. Además, le redujo el canal vaginal. Gisela era de naturaleza amplia y así, tanto ella como su pareja, gozan mucho más. Lo cierto es que Anne le ha dejado un chochito precioso.

- Le ha quedado realmente perfecto –les dije-, sois los mejores, pero me pasa como con sus tetas. A mí me gustan las cosas más naturales. Prefiero no retocármelo demasiado.

Me abrí de piernas, casi como en mis ejercicios de ballet de cuándo era niña, aunque ahora tenía un coño de mujer y no había body o slip alguno entre los ojos de la audiencia y mi piel… Además, entonces sólo me provocaba cansancio. Ahora, también una fuerte excitación.

- ¿Qué te parece, Anne?.

Sin decirme palabra, ni encomendarse ni a dios ni al diablo, me metió dos dedos a fondo y resiguió mi coño por dentro, como si fuese una hembra paridora de algún mamífero de granja.

- Ya lo ves Jaume, tiene la vulva muy bonita. Las paredes vaginales se mantienen apretaditas, se nota que no ha tenido hijos. Casi no presenta rugosidades en el tracto medio. Lástima. Puedo palparle el punto de Gräfenberg fácilmente. Seguro que le da buenos orgasmos. Los labios menores son espectaculares. Mira.

Me abrió el coño, tomándome los labios externos con el índice y el pulgar de cada mano y expuso a todos, mirando siempre a Jaume, las interioridades de mi sexo.

- No tiene los labios mayores perfectamente simétricos. Arreglárselos será muy sencillo y le quedarán más ordenados. Mira como tengo los míos, si te gustan, te los dejaré igual, dijo dirigiéndose a mí.

Se quitó el amplio culotte y separó los muslos, pasándose una toallita por el chocho, para dejarlo bien arreglado y… para secar los abundantes flujos que emanaban de su raja.

- Examínalos bien, Idoia, ¿te gusta como los tengo?.

La verdad es que tenía una vulva muy apetecible, grande, sí, pero con unos labios mayores a ras de piel y los menores sobresaliéndole del interior. Igualados, tersos y de piel fina y homogénea. En el centro se le veía una raja perfectamente vertical, bien marcada, rosada y entreabierta. ¡Me estaban entrando unas ganas irrefrenables de comérsela!. Su cara, llena de ironía, me delató el que ella se daba perfecta cuenta…

Miré más arriba y me llevé una grata sorpresa. Su pubis, impecablemente depilado, mostraba el mismo sátiro tatuado que el de nuestros vecinos. ¡También era miembro del Club!. La miré a los ojos y esbocé una leve sonrisa. Me la devolvió. Nos entendimos. Entonces, dijo:

- No sé qué opinarás, Jaume, pero yo sólo le ajustaría los labios mayores y le haría unos leves repliegues en la parte media del canal vaginal. Es muy sencillo y dará mucho más placer a sus amantes masculinos. Yo me lo he hecho y sabes de primera mano que siempre me lo agradecen.

Mirándome, añadió:

- Introdúceme un dedo y mira cómo se notan.

Como ya veía que estábamos en familia, me acerqué a ella y le introduje un dedo bien adentro. Me lo pensé mejor. Ella no había tenido miramiento alguno, yo tampoco. Lo saqué y le metí los tres dedos centrales de mi mano derecha de golpe, sin importarme si le dolía. No sólo no se quejó, sino que suspiró y me miró agradecida.

Se los restregué arriba y abajo hasta que encontré las rugosidades que me decía. Interesantes. Seguro que hacían que las pollas de los tíos se descojonasen de placer cuando aserruchando su coño, rozaban con ellas. Me gustaron y le dije que también las quería.

Empezaba a darme cuenta de dónde me estaba metiendo y no quise acabar sin demostrar a la zorrita de Anne que yo no era una más. Volteé los dedos sin sacarlos de su gruta, dejando las yemas hacia arriba. Situé la otra mano apretando su pubis. Presioné desde dentro, moviendo a la vez mis dedos, dentro, fuera, con un ritmo cada vez más acelerado. Le estimulé eso del Gräfenberg, vamos, el punto G para los profanos, hasta que grito y se corrió.

¡Y cómo lo hizo!. Eyaculó chorretones de flujo, consiguiendo dejar un charco importante en el suelo enmoquetado del lujoso despacho y de paso, todo mi brazo empapado. ¡Suerte que iba en pelotas y no me manché la ropa!.

Con los ojos en blanco y todavía respirando forzada, acercó su boca a mi oído y me dijo:

- Serás un miembro del Club muy querido, Idoia. Quedaré con Jaume este fin de semana para que hagas conmigo lo que quieras. Seré tu esclava. Cuca también es de las nuestras. Vendrá y tu marido y tú  probaréis lo que es joder con ella.

- Mira a Gisela y Sebastián. Es la primera vez que nos acompañan y les pueden sus inhibiciones. Sienten vergüenza. Nunca podrán ser de los nuestros. En cambio tu marido… promete. Se ha corrido en los pantalones sin tocarle y lo muestra con orgullo.

Después de acabar conmigo, fueron a por Álvaro. No os voy a aburrir contándoos el proceso. Sólo deciros que entre todos decidimos que una liposucción en varias zonas concretas, un lifting de última generación para el rostro y zonas adyacentes y no sé qué arreglillos en los músculos de la polla para mejorar su rendimiento, era lo que le convenía. El resto del apresto: ejercicio bien pautado y cuidar la alimentación.

Al ser su especialidad, fue Anne quien le examinó a conciencia la verga y su respuesta a los estímulos. Se la manoseó hasta lograr una rápida erección una y otra vez, estimulándola mediante la activación de diferentes músculos y membranas. Al final, pidió a Jaume su docta opinión sobre algunos puntos y fue entonces cuando él decidió comprobar la reacción a los estímulos anales.

La respuesta obtenida fue incluso mejor de la esperada. Al verlo, Jaume rió y le dijo bajito, pero suficientemente alto para que yo pudiese oírlo:

- Mariconcete, ¡te gusta que te enculen eh!. Eres como yo: te va todo y en abundancia. ¡Vas a derretirte cuando mañana por la noche mi mujer te coma el culo como sólo ella sabe hacer!.

Y dirigiéndose a sus colaboradores, añadió:

- Ya que estamos, le haremos un blanqueamiento anal y le tatuaremos una cenefa circular en la parte externa del esfínter, como le hicimos a Xxxxx -un político de primera fila de derechas, pero me habéis de perdonar que no os revele su nombre, ya que el secreto profesional ha de respetarse siempre… y más cuando el personaje nunca ha salido del armario-. No le arreglará nada, pero le quedará un culo muy sugerente.

Pasamos el fin de semana en casa del doctor Finselfons y su mujer, Paulina, Pau para los cercanos. Esa noche, ya sabíamos que nuestros anfitriones tenían una cena de compromiso con unos amigos de la burguesía catalana de toda la vida. Por eso, habíamos quedado con los compañeros barceloneses que nos presentaron nuestros vecinos de Madrid durante las pasadas vacaciones: Helena y Nando.

Fuimos a cenar a un coqueto restaurante al borde del mar, en un pueblo cercano a Barcelona. Estuvimos hablando de nuestra experiencia en la clínica, de Anna, Cuca y las otras personas que conoceríamos en la “fiesta” que Pau y Jaume organizaban la noche siguiente. Por lo que nos dijeron, sería en nuestro honor. Nos lo pasamos muy bien.

Helena y yo pudimos comprobar que con nuestras risas y esos cuerpos, éramos el centro de las miradas de prácticamente todos los comensales. ¡No me extraña, estábamos resplandecientes!. Elegantes, informales, pero destilando desinhibida sexualidad por cada uno de nuestros poros.

 Como esperábamos, acabamos la velada en su casa. Al llegar, nos encontramos con su hija pequeña. A pesar de sus veinte y bastantes, aún vivía con ellos. Estaba viendo una vieja película de culto con su novio.

- Hola mamá. Hola papá. Veo que venís bien acompañados.

Los dos estaban en lo que podíamos llamar ropa de cama. Ella con unos bóxer de amplias perneras y una fina camisola que llevaba totalmente desabrochada, mostrando unos pechos preciosos, tan morenitos y turgentes como los de su madre. Él, todo un tiarrón, una camisa blanca larga o una especie de chilaba corta, como prefiráis llamarla. No parecía cubrirse con nada más.

- Os presento a Idoia y Álvaro, unos amigos de Madrid que conocimos a través de Pilar y Manuel en el Cabo de Gata. Han venido a la ciudad y les hemos acompañado a un buen sitio para cenar. Ahora compartiremos unas copas juntos. Luego han de volver a la casa donde duermen hoy y mañana.

- Encantada de conoceros. Pasadlo bien con mis padres. Aunque, conociéndoles, seguro que lo haréis. Os dejamos el salón todo para vosotros. Nosotros nos vamos a mi habitación.

Él se levantó con un ¡hasta mañana!. Ella, era hija de sus padres: nos dio a los dos unos cálidos besos en la boca y acabó la conversación dejándonos las cosas claras:

- Mi chico es tenista y hace dos semanas que lo tengo fuera pegándole a la pelota. Esta noche tiene que follarme hasta que el cuerpo me diga basta. No somos tan guarros como mis padres y acordamos portamos bien cuando estamos separados, al menos, por ahora. Así que cuando estamos juntos, no podemos perder el tiempo… ¡Ciao, disfrutad!

- ¡Caray, si que os tenéis confianza con vuestra hija!

- Si, ella y su hermana, siempre han sido muy maduras. Desde adolescentes, les hemos ido explicando nuestra manera de entender la vida, poco a poco. Ahora, ella está al corriente de todo. Bueno, casi todo…

- Lo que ha dejado caer, es muy cierto. Aunque no conozca el pudor, es mucho menos pervertida que nosotros. ¡Esa juventud!. Inició su vida sexual muy jovencita y pasó sus primeros años siendo una chica muy promiscua. Pero desde que formalizó la relación con su novio, sólo folla con él. Eso sí, a destajo. Ahora bien, en lo que ha salido a mí, es en el gusto por mostrar el cuerpo. ¡Es una exhibicionista compulsiva!. Si te contásemos los compromisos en que nos puso en su etapa más rebelde…

Después de estas confesiones familiares, Nando preparó unos deliciosos mojitos para los cuatro. Se ve que su hija le oyó y conociendo el arte que tenía su padre para la coctelería, al final fueron seis. Envió a su novio a buscar los suyos. Aunque a esas alturas ya estaba curada de espantos, no dejó de sorprenderme el ver aparecer al chico en pelotas a recoger los vasos y llevárselos a la habitación.

¡Como estaba el chaval!. Menudo cuerpazo. Se notaba que era un profesional del deporte. Y que pollón, dios mío. Mi marido, como sabéis, está bien dotado, pero lo de ese chico… era cosa de otro mundo. Además, iba completamente empalmado, con un anillo vibrador de caucho en la base de la polla. Se notaba que sus suegros estaban encantados con él. Helena apreciaba de verdad cómo trataba a su niña:

- Toma, cariño. Que no se te caigan los vasos. Corre a dar placer a nuestra hija, no la hagas esperar. Hace días que me cuenta los dedazos que se ha tenido que hacer pensando en ti. Yo ya sé por propia experiencia que eso no es bueno para el cuerpo. Ve y disfrutad mucho, pero ¡no me la dejes demasiado escocida con ese cacho rabo!.

Los cuatro nos reímos con las palabras de Helena. Tomamos las bebidas, repetimos y hablando, hablando, pasó lo que tenía que pasar. Nos desnudamos, nos comimos los labios, los rabos, los chochos y todo lo que encontramos apetitoso en cualquiera de los cuerpos de los tres compañeros restantes.

Helena había puesto la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvořák como acompañamiento. No era tan típica para la ocasión como podía ser la banda sonora de Nueve Semanas y Media, pero descubrí lo estimulante que podía resultar para compartir nuestras, ya de por sí, exacerbadas libidos. Un melómano empedernido como mi marido, no perdonó apostillar:

- Coño, la Novosvětská, vamos, la Novena en mi menor, Opus 95 del checo. ¿Sabéis que la compuso cuando estaba en Estados Unidos?. Dicen que el espíritu del país con que se encontró en ese 1893, impregnó esa sinfonía y por eso el tempo es diferente al habitual en otras obras suyas.

- La verdad es que me pone. Aunque, ¡nunca pensé en que me acompañase lamiendo el coño de una mujer como tú, Helena, y menos, con tu marido degustando mi nabo hasta la campanilla!.

Los cuatro reímos otra vez con ganas. Mientras nos destornillábamos de risa y de placer, oímos como su hija y su yerno gozaban de sus cuerpos cada vez de forma más intensa. Sus gritos y gruñidos, acompañados de un chop-chop de fondo y los sonidos de afectuosos cachetes, nos distrajeron de los compases de la música culta. Nando, decidió cambiar de sintonía.

- Si no os importa, apago el ampli y así podemos escuchar los sonidos que vienen de la habitación de María. Os lo hemos dicho: es una exhibicionista nata y seguro que ha dejado la puerta abierta de par en par para que les oigamos. Sabe lo mucho que nos excita oírles follar. ¡Son una pareja fantástica!.

Ya os podéis imaginar cómo acabó la noche. Entremezclamos nuestros cuerpos sin discriminar coños o pollas, tetas o bocas, con bigote o sin él. Nos lo pasamos maravillosamente bien follando con nuestros amigos. Cuando nuestros cuerpos estaban en las últimas, oí exclamar a Álvaro:

- Joder, María, ¿qué haces aquí mirando?. Si tu novio se ha cansado y vienes a unirte a nosotros, he de decirte que, al menos yo, creo que soy incapaz de darte nada. Estoy desecho.

- No es eso. Desde que estoy con él, ya os he dicho que le soy fiel. He venido hace un ratito a veros, porque lo he cansado y como vosotros sois unos salidos, quería relajarme antes de irme a dormir jugando con mi vibrador preferido mientras os veía follar.

Unos minutos más tarde, nos dimos una ducha rápida, nos vestimos y nos despedimos de nuestros amigos y de su hija. Llamamos un taxi y sobre las tres de la madrugada, llegamos a casa de nuestros anfitriones. Pau y una asistenta de la casa, nos estaban esperando.

- Hola tortolitos. Jaume estaba muy cansado y se ha ido a dormir. María Engracia me iba a hacer un masaje, con final feliz, antes de acostarme. ¡Nunca duermo bien sin correrme a gusto antes de meterme en la cama!.

- Tomad un baño en la piscina de atrás y esperad a que acabe conmigo. Vendrá a ofreceros un masaje para que también durmáis como bebés. Buenas noches, queridos.

Tome a Álvaro de la mano y nos desplazamos hacia la piscina cubierta y climatizada que tenían en la galería trasera de la casa. Nos desnudamos de nuevo y degustamos el agua de la impresionante piscina. Podías nadar con los ojos abiertos. Ni cloro tenía. ¡Joder, que bien viven los ricos!.

Antes de que hubiesen transcurrido quince minutos, apareció María Engracia por una puerta disimulada en la pared. Venía cubierta con una bata blanca corta, cruzada sobre los pechos y atada con un cinturón del mismo tejido. En la mano llevaba dos gruesas toallas de rizo del mejor algodón egipcio. Al verla llegar, salimos del agua y ella nos envolvió cálidamente con las toallas.

- Tómense el tiempo que requieran para secarse y luego acompáñenme, por favor.

Nos condujo a la puerta por la que ella entró al recinto y siguiendo un pasillo, entramos a la segunda habitación de la derecha. Era espaciosa, presidida por una sofisticada camilla doble cubierta por dos sábanas color lavanda y decorada con elementos hindús. Una gran cantidad de velas aromáticas, completaban la decoración y le aportaban una tenue luz tamizada y unos aromas sugestivos y envolventes.

- Pueden darme las toallas y estirarse en la camilla.

Nos desprendimos de las toallas, nos dimos un beso y nos tendimos en la mesa de masajes doble. Mientras, ella se quitó la bata y la colgó en una de las perchas. Los zuecos tipo sanitario que completaban su atuendo, siguieron un camino parecido. Se quedó tan desnuda como lo estábamos nosotros.

Tomó una sábana de un montón y la extendió sobre nuestros cuerpos. Al ver nuestra extrañeza al cubrirnos, sonrió, diciéndonos:

- Voy a preparar los aceites que usaré y no quiero que se enfríen sus cuerpos mientras tanto. Les ruego que permanezcan quietos y relajados. No intercambien caricias entre ustedes ahora, por favor.

Cogió diversos tarros de aceites esenciales de una repisa y preparó tres mezclas diferenciadas en sendas vasijas de porcelana, añadiendo unos u otros esenciales a un aceite neutro de masaje. Al acabar, separó la primera de ellas, la que contenía una cantidad mayor y colocó las otras dos en un baño maría termostatado.

Se acercó a la mesa de masajes, retiró la sábana que nos cubría y accionando un resorte, la separó en dos partes. Nuestra masajista se situó en medio de las dos camillas resultantes y untando sus manos con abundante aceite, empezó a masajear nuestros cuerpos con toques simétricos. Era brutal. ¡No quiero ni pensar el esfuerzo y las horas de práctica que debía haber hecho esa chica para poder hacernos un masaje como ese en paralelo!.

Los toques, eran semejantes a los de una sesión de masaje terapéutico o deportivo, llevada a cabo por las manos de un buen profesional, en un gimnasio o un spa. Sólo se diferenciaban en  que cuando llegaba a mis pechos, o a nuestros genitales y culos, no los obviaba. De hecho, los repasaba con más ahínco, diría que hasta se recreaba en ellos.

A pesar de las reticencias de la mayoría de masajistas, yo también casi siempre me desnudo del todo en esos sitios. No soporto esos inútiles e incómodos tangas de papel que te dan. Lo que tampoco me había pasado nunca, ciertamente, es que el profesional trabajase en cueros.

En un momento dado, Maria Engracia nos pidió que pasásemos a posición supina y continuó con el masaje hasta completar nuestros cuerpos por los dos lados. Entonces, nos dijo:

- Señores, si me lo permiten, para finalizar la sesión, les voy a dar un masaje genital con los aceites especiales que he mezclado separadamente. Les conduciré a que experimenten unos orgasmos reparadores. La señora Pau me ha indicado que nunca les han proporcionado ese tratamiento. Verán que es muy gratificante y les preparará para aprovechar el sueño de forma completa y así, despertar descansados y relajados, preparados de la mejor manera posible para un nuevo día.

- Son dos vasijas diferentes porque, una de las mezclas, es para los hombres y la otra para las mujeres. La verga y los testículos, reaccionan mejor con ciertas esencias. La vulva y las paredes internas de la vagina, precisan otras.

- He preparado mis partes para que, si lo desean, mientras les trabajo sus sexos, puedan tocarme dónde y cómo les apetezca.

Mira por dónde, ¡otra práctica diferente de las que me ofrece mi quiropráctico habitual!. A saber que otras habilidades tiene el resto del personal del servicio de la casa. No sé donde encontrarán nuestros anfitriones a sus empleados domésticos…

Me encontraba tan a gusto, en ese estado de gracia entre el sopor y el relax profundo, que desistí tocarla, a pesar de ser una mujer tremendamente atractiva y ofrecerse sin limitación alguna. Mi marido es un hombre y a aunque Maria Engracia no fuese una mujer de mucho pecho, ya sabéis, todos tenéis grabado a fuego en la punta de vuestros cipotes eso de que “tiran más dos tetas que dos carretas”.

Empezó por envolver mi coño con su saliva. Mojó y mojó el botoncito del clítoris. Mientras, también magreaba la zona con la mano, mostrando una destreza increíble, con laxitud, sin aparente intensidad.

Su mano izquierda no me abandonó en ningún momento, pero traspaso sus atenciones buco-linguales a Álvaro. Le dio un tratamiento parecido: primero, se llenó el buche con su polla, hasta el final. A pesar de su buen tamaño, parecía una cosa fácil para ella. Dejó resbalar sus babas a lo largo del tronco y pasó a embadurnarle los huevos, sin desatender el rabo de mi hombre con su mano derecha.

Cuando nos tuvo así a los dos, sus manos y los aceites especiales, cobraron el protagonismo. Tomó generosas porciones de cada vasija y las aplicó a nuestros sexos. Entonces, inició un masaje muy particular con una mano dedicada a cada uno de nosotros.

A mí, me trabajaba el interior de la vagina y con el pulgar, la zona del capuchón del clítoris, sin llegar a tocarme el botoncito.

A él, le exprimía el carajo con apretones de diferentes intensidades, siempre sin hacer los movimientos propios de una masturbación y le masajeaba los huevos con los dedos restantes.

Mientras, mi chico usó la mano que le quedaba al lado del cuerpo de María Engracia, para acariciarle las nalgas y el coño. Ella reía y mirándole, le incitaba a que fuese a más. Álvaro se lo tomó en serió y le metió no sé cuantos dedos coño arriba, con fuerza. Se iba a excusar por la poca delicadeza empleada, pero ella, por primera vez en mucho rato, hablo:

- Señor, utilice su fuerza. Apriete, hasta que toda su mano llene mi sexo. Me cabe eso y mucho más. El doctor Jaume me lo preparó hace ya unos años.

Mi marido no dijo nada, pero empujo tanto como pudo. Ella le ayudó hasta que tuvo el coño relleno con toda la mano de Álvaro.

- Déjela quieta, señor. Concéntrese en lo que sienten sus dedos dentro de mi cuerpo. No haga esfuerzos y no distraiga su atención. Deje que le conduzca al orgasmo. Su esposa ya está a punto.

Efectivamente. Continuó el masaje, suave, coordinando maravillosamente el trabajo de sus dos manos, hasta que inicié la ascensión hacia el orgasmo. Me duró cuatro o cinco minutos, sin discontinuad. Sin llevarme a la cima del placer extremo, me mantuvo en una meseta permanente, placentera y a la vez, liberadora.

Cuando decidió que me faltaba poco para finalizar, le dio unos toques nuevos a la parte trasera del  glande de mi hombre y éste eyaculó, sin poder evitarlo. Nunca le había visto correrse así. Le iban saliendo pequeñas gotitas de semen de la punta del capullo, una detrás de otra y durante todo ese tiempo, la cara de Álvaro reflejaba lo mucho que estaba gozando. No sé si eso era tántrico o algo parecido, pero yo nunca había experimentado algo igual y estoy segura que él, tampoco.

Maria Engracia apartó despacio sus manos de nuestros genitales. Nosotros dos, nos quedamos como flotando. La miré y vi como sonriéndome, llevaba sus dos manos a coger con fuerza el antebrazo de Álvaro para extraerle la mano de su vagina. ¡Tenía metida la muñeca completa hasta adentro!. No creo que él se diese ni cuenta.

Nos dio un pico etéreo, casi casto, a cada uno y nos dejó arropados con una sábana.

A los pocos minutos, nos levantamos, nos besamos y cogidos de la mano, fuimos a nuestra habitación, sin llegarnos a creer lo que acabábamos de vivir los últimos veinte minutos. No fueron más, pero parecía que ella nos había hecho gozar durante horas…

La mañana del sábado, la pasamos paseando por la ciudad. Comimos con nuestros anfitriones en casa y disfrutamos de los lujos que sólo pueden permitirse las élites. Estuvimos hablando con Pau. Descubrí en ella una mujer culta e inteligente, que no sabía hacer las cosas a medias. Nos explicó, sin dudas y sin embudos, que una de sus prioridades era exprimir la vida para disfrutar al máximo de su cuerpo:

- Soy “casi” una ninfómana. Aún a mis sesenta y seis años, no puedo dormirme sin haberme corrido un par o tres de veces cada día. Ni os cuento lo que follaba en la universidad… Todos: profesores, compañeros, amigos, amigos de los amigos, auxiliares, hombres o mujeres, sabían que siempre tenía el coño bien dispuesto.

- Nunca he aceptado ningún favor o privilegio a cambio de sexo. Siempre me he ofrecido sin esperar a cambio otra cosa que placer y respeto. Los que no saben o son incapaces de darme placer, pueden ser buenos amigos, pero no vuelven a acostarse conmigo. Ya veis, ¡yo soy así!.

- Estoy segura que a vosotros, os llegaré a tener por buenos amigos, pero por lo que me ha contado Helena, seréis de esos que ahora llaman follamigos… Esta noche nos disfrutaremos. ¡Veréis que fiestecilla he montado para introduciros en nuestro círculo!.

- Seremos trece. Seis parejas y una single. De las parejas, cinco son mixtas y la otra, dos locas encantadoras con un rabo enorme. Nos lo pasaremos muy bien. Cenaremos ligero a las nueve y empezaremos la fiesta a las once en punto. Tendréis una hora para acicalaros y preparar vuestros cuerpos.

- En esas fiestas, como son por estricta invitación y todos conocidos, no tomamos precauciones. Estamos controlados, sanos y limpitos, je, je ,je. ¡Gusta más notar el roce de la carne que el de una goma!. Además, Álvaro, vuestra leche no se puede desperdiciar así como así…

- Jaume no os lo debe haber dicho, pero también os ha hecho a vosotros analíticas con las muestras que os tomó ayer. ¡Estáis sanotes!, aunque por lo que me ha contado Anne, Álvaro, ha de vigilar un poco el colesterol.

- Hablando de Anne. Ella y Cuca también vendrán con sus maridos. Ya veis que conocéis a casi todo el mundo, si exceptuamos a la parejita gay. Se trata de Julián y Carlitos.

- La chica de la discordia, es Vanessa. Vive con nosotros. Es la hija de unos primos segundos míos que son super... no sé qué en el Opus y cuando se enteraron que ella era una lesbiana de las que le repelen los machos, hicieron lo imposible para mostrarle el camino, nunca mejor dicho. Hace tres años, intentó suicidarse y desde entonces está con nosotros.

- Estoy viendo tu cara, Idoia, pero no te has de preocupar. Los dos chicos, son bisexuales y te aseguro que saben tratar un coño tan bien o mejor que un culo. Tú Álvaro sí que te has de preocupar, porque a Vanessa, no la vas a catar. A pesar de su juventud, es una guarra visceral, lo da y lo toma todo, pero… sólo con chicas. Lo siento, pero de todos modos, disfrutaras viendo lo que hacemos nosotras y mientras nos miras, te puedes dejar sodomizar por Carlitos. Lo reclaman a todas horas los culos más cool de la ciudad y de mucho más lejos, ¡te lo puedo garantizar!.

Estuvimos hablando un buen rato de la fiesta, orgía en toda regla, si hablamos en propiedad. Nos puso al corriente de las preferencias personales y sexuales de los invitados. También nos dijo quienes de ellos eran miembros del Club. De los que participarían esa noche, todos pertenecían a él excepto la pareja gay y Vanessa. El marido de Cuca estaba en proceso de admisión, como nosotros.

Pau era una mujer sorprendente. Cuando le dije que aparentaba al menos veinte o veinticinco años menos de los que tenía, se rio y me dijo:

- ¡No lo sabes tú bien!, lo has de ver todo.

Se quitó el vestido de calle y los zapatos que llevaba y se quedó en pelotas en medio de la sala. Vio mi cara de sorpresa y me aclaró las cosas:

- Sabes, desde que estoy menopáusica, no he vuelto a ponerme bragas. Arriba, desde que conozco a Jaume, nunca he llevado nada bajo la ropa, a menos que por estética, lo precisase. ¡Me encanta ir libre!.

- Ya ves que normalmente, visto sin estridencias. Procuro ir modernilla y elegante. Nadie que no haya de saberlo, conoce mi verdadera naturaleza, ni mi edad. La familia cercana, me conoce, ¡aunque a alguna de mis hermanas les joda hasta el infinito que me tomen por su hija!. Jaume les ha ofrecido su buen hacer, pero tengo dos, que para que hablar…

- A las amigas del gimnasio o con las que voy a veces a playas textiles, les cuento que soy naturista y cómo eso cada vez está mejor visto…, si hasta el Papa dice que no es pecado… ya no se rasgan las vestiduras cuando ven ponerme el vestido o la blusa sobre la piel o si en la playa no encuentro el sujetador del bikini, sencillamente, porque no lo he puesto en la bolsa. Si a alguna no le gusta, ya sabe: que se aguante o no mire. A unas cuantas, las he convencido y ahora sus corseteras me odian…

- A lo que iba. Venga, Idoia, mírame lo que no se me ve normalmente. Tócame las tetas. Pálpame el coño. Mírame el clítoris de cerca, examíname las axilas a fondo. Y no sólo es lo que se muestra. Si me acaricias los pezones, se me ponen duros como a una adolescente. Si me magreas abajo, mojo como la que más. No te digo nada del hueco de atrás, ya lo verás esta noche, que aún no me lo he lavado.

- Jaume y su equipo han hecho un trabajo increíble cuando lo he necesitado. Anne, es la mejor arreglando coños. Ya verás cómo te deja el tuyo, cariño. Claro que además, me cuido, hago el deporte necesario y como lo adecuado. Me lleva Louise Marie, seguro que han previsto que vayáis a su consulta de Boston para que os trate también a vosotros. Es la mejor.

- Y además, ¡follo mucho, mucho, mucho!, ¡seguro que es lo que más me ayuda a estar como estoy!.

Me di cuenta de lo orgullosa que estaba de su físico y de su capacidad sexual. También de que estaba encantada de mostrarlo… Con el cuerpo que tenía a su edad, lo entendía. Dejamos aquí la conversación.

La orgía de la noche fue apoteósica. Toda una nueva dimensión en nuestras vidas. Lo que uno puede esperar de la mejor fiesta, ofrecida en un marco incomparable por unos anfitriones adinerados, cultos y elegantes, mezclado con la desinhibición, las ganas de dar y recibir placer y la experiencia y conocimiento sexual de las once personas más disolutas que habíamos conocido hasta el momento y nosotros dos, tratando de emularlos...

No os voy a detallar cómo intercambiamos nuestros cuerpos y nuestros humores, más o menos densos o aromáticos. A nadie –si exceptuamos a Vanessa- le importó demasiado si lamía un cuerpo muy parecido al suyo o era complementario, si la entrada de la cueva que penetraba, era redondita o alargada, si daba o tomaba, si lo que le colgaba de los labios de arriba o de abajo a alguno de sus compañeros, era blanco o no lo era tanto. Buscábamos placeres y encontramos más de los que habíamos llegado a imaginar.

Nos divertimos todo lo que nuestros cuerpos dieron de sí. Nosotros dos, los novatos, descubrimos que algunas cosas que antes considerábamos propias de pervertidos, llevadas a cabo con respeto, plena aceptación de todos los participantes y siempre cuidando la salud, podían dar un placer muy refinado a los que disfrutaban con esas prácticas.

Todos vosotros tenéis una imaginación portentosa. Ponedle vuestra salsa personal. Todo lo que nos venga a la mente, se podía haber llevado a cabo. ¡Seguro que todavía os quedáis cortos!.