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Vacaciones en familia: Cariño, fóllate al niño!

en Amor filial

Angel, mi marido, me envió un whatsapp cuando estaban a punto de atracar en el puerto de Sant Francesc: “Anna, hemos quedado segundos! Ni nosotros nos lo creemos. Estamos a punto de amarrar. Recogemos el trofeo y vamos a celebrarlo con la tripulación. Luego, como Pere, Carlitos y yo hicimos una apuesta con dos chicas de la organización y la hemos ganado, iremos a cobrarnos nuestro premio y después a casa. En hora y media llegamos. Limpiaros bien el culito y poneros muy sexis para cenar, preparadnos un recibimiento como merecemos. A mi hace rato que ya no se me baja el cipote sólo de pensar en el polvo que me vas a regalar y Pere está peor…”

Habían participado con nuestro barco en una regata puntuable en el circuito oficial de vela de crucero. Lo patroneaba nuestro hijo Pere, y contaba con cuatro tripulantes, incluyendo a su padre y su amigo ibicenco Carles, al que todos los próximos llamábamos Carlitos, supongo que era porque medía algo más de dos metros y pesaba 120 kilos, eso sí muy bien puestos, sobre todo en su paquetón, del que no podía ocultar su exagerado tamaño. Quedar segundos tenía mucho mérito, ya que competían barcos con tripulaciones profesionales. Realmente debían estar exultantes.

El “Anian III” (de Anna i Angel, tal vez un nombre poco imaginativo, pero así le pusimos a nuestro primer barco ya hace unos veinte años y así hemos continuado), es un velero muy regatero, para mí a veces demasiado, ya que sacrifica algo la habitabilidad de sus camarotes y la comodidad en la navegación, es un 55 pies precioso, muy rápido y seguro, en el que hemos pasado momentos inolvidables y extremadamente placenteros, en familia y también con algunos de nuestros amigos más íntimos…

El mensaje que envió Pere a Noe, mi nuera, era mucho más clarificador. Me lo enseñó riéndose provocativamente. No tenía desperdicio: “Chochete agujereado. Hemos roto. Segundos. Acojonante. Prepárate para un revolcón de Guinness. Luego quiero que le hagas una comida de culo de las que tú sabes a mi padre, ha sido el mejor navegante y se lo merece. Vete calentándote con mi madre, que seguro que te lo agradece, porque tardaremos un par de horas en llegar a casa. Hemos ganado una apuesta a dos tías de la federación que están que se pierden y yo, mi padre y Carlitos, un amigo suyo, hemos de pasarnos a recoger los dividendos: una mamada a dos lenguas, sin dejar caer gota, a cada uno. Un piquito en el ojete. Tu polla amiga”

- Menudo hombre tienes, Noe. Suerte que se ha juntado con una preciosa desvergonzada como tú!

- Anda Anna, que no puedes decir nada. No me dirás que no ha salido a su madre! Si la mitad de lo que me ha contado sobre ti y tu marido es cierto y estoy segura de que lo es, yo casi soy una monja a vuestro lado. Y esto es mucho decir, porque ya has visto esta tarde en Ses Illetes que pudor o tabú, son palabras que no conozco demasiado a fondo. Como a vosotros, nos gusta disfrutar de la vida todo lo que buenamente podamos, siempre con libertad y respeto para los otros y con nosotros mismos y nuestros cuerpos. El sexo, es una parte muy importante en la vida de todos, aunque no todos quieren aceptarlo con naturalidad. Pero bueno, a tu hijo ya le conoces y sabes cómo piensa y a mi… creo que ya vas conociéndome, aunque todavía no tan íntimamente como quisiésemos… las dos. Aunque esto creo que tendremos tiempo de solucionarlo en estas dos semanas!

Manteníamos esta conversación mientras nos desnudábamos al lado de la ducha de la piscina en la casa que teníamos en Formentera. Acabábamos de llegar de la playa y antes de vestirnos para cenar, nos queríamos dar un baño para quitarnos los restos de arena y la sal del mar y disfrutar de lo que quedaba de tarde en el solárium colindante con la piscina. Tuvimos poco trabajo, Noe solo llevaba el vestido y yo una falda, un top mínimo y las braguitas, ya que al irnos de la playa, después de las experiencias vividas con nuestros amigos fineses, tenía el coño empapado y aunque no llevaba bragas al ir hacia Ses Illetes, me había puesto para volver. Cuando no me pongo, llevo unas “por si acaso”. Siempre he sido muy húmeda y no es plan dejar el asiento del coche como un estanque.

La sensación era de relax completo. Tomamos la ducha juntas. Tenemos un grupo de cuatro caños de ducha muy próximos, sin mampara alguna, con lo que las dos podíamos compartir el espacio y nuestros cuerpos, pero cada una con el agua a su presión y temperatura ideales. Nos enjabonamos una a la otra, aprovechando para acariciarnos, en un masaje que más que higiénico era manifiestamente sexual. Noe empezó a acariciarme las tetas como sólo sabe hacer una mujer a otra, con delicadeza y a la vez una presión deliciosamente confusa, a un punto de que te empiece a doler, pero sin llegar a ello.

Cuando ya tenía los pezones más duros que la polla del efebo de mármol que teníamos en el recibidor, empezó a acariciarme el coño con una mano y a meterme un dedo de la otra en el culo, mientras me decía:

- Anna, tu hijo me ha dicho que te encanta el sexo anal y que tienes el culo muy sensible. Además, me explicó que haces ejercicios y usas unos dildos especiales para tener los esfínteres siempre elásticos y preparados y que casi nunca acabas una sesión de buen sexo con Angel sin una enculada en toda regla. Me has de enseñar todas estas cositas para que pueda disfrutar analmente del pollón de tu hijo sin ninguna aprensión. Ahora, voy a hacer que te corras como una yegua en celo trabajándote por detrás con mis dedos.

- Ahora no, cariño. La noche va a ser larga y hemos de estar descansadas, le dije. Después de cenar, lo que tú quieras. Lávame bien el coño y lo demás, límpiame el culo por dentro con el irrigador que cuelga a tu derecha y me lo lubricas hasta el fondo con el ungüento del frasco negro. Yo te voy a dar el mismo tratamiento. Nos damos un baño en la piscina, que ahora está divina y nos estiramos media horita en las tumbonas mientras Adela y Javi acaban de preparar la cena, la mesa y los complementos. Luego, nos vamos a poner guapas y bien preparadas para lo que va a venir después de la cena. Va a ser tu primera noche “especial” en nuestra casa de Formentera y te aseguro que no la vas a olvidar…

La casa es grande y tenemos tres personas externas que nos ayudan: Adela, una mujer de mediana edad d’Es Pujols, excelente cocinera que guisa como nadie las especialidades de la isla. Sin duda, los arroces y los pescados son su especialidad.

En casa se comporta como una mujer contenida y centrada en su trabajo, pero creo que debajo de sus delantales, esconde una sensualidad desbordante. Angel me lo descubrió ya hace unos años, cuando me hizo notar que mientras él me estaba comiendo el coño despreocupadamente en una de las tumbonas de la piscina y nuestros dos hijos, todavía en la adolescencia, se untaban mutuamente el bloqueador solar, disfrutando de las sutiles caricias, Adela nos miraba con ojos de puro vicio desde los ventanales de la cocina, mientras bajaba una mano con disimulo entre sus piernas. Al percatarse de que Angel la miraba, no solo no se cortó, sino que le sonrió, mordiéndose lujuriosamente sus labios.

Javi trabaja con nosotros desde el año pasado  y se ocupa de la limpieza y mantenimiento de la casa, así como del servicio de mesa cuando tenemos invitados o somos más de la cuenta. Es un mulato sabrosón que llegó a Eivissa hace ya unos años con un grupo de música electrónica. Cambió el bullicio de Eivissa por la tranquilidad de Formentera y aquí se quedó.

Es un joven del que nunca he adivinado sus preferencias sexuales, aunque me parece que son tan amplias, que no es necesario indagar. Al principio, no sabía dónde mirar cuando estábamos desnudos en casa o en actitudes cariñosas y menos cuando se dio cuenta que ni nosotros dos y nuestros hijos, distinguíamos entre nosotros o nuestros amigos íntimos en el reparto de gestos amables. Ahora ya trabaja más relajado, aunque el crecimiento desmesurado del bulto que tiene entre sus piernas cuando está realizando alguna labor en las terrazas que dan al jardín y alguna de nosotras (y me parece que también de ellos…) retozamos en la piscina, denota aptitudes no explotadas hasta ahora. Un encanto de chico, desaprovechado, al menos en nuestra casa!

Finalmente, tenemos a Juani, una lesbiana fuerte y de carácter duro, extremeña incomprendida en su tierra. Se ocupa con un gusto y eficacia sin parangón del jardín, la piscina, el equipamiento técnico. También nos da enérgicos masajes, que en mi caso y el de mi hija, suelen acabar en algún delicioso orgasmo. En el caso de los hombres, siempre sin final feliz. C’est la vie!

De los tres, Juani es quien mejor se ha integrado en nuestro microcosmos pitiuso hasta ahora. A pesar de que los tres saben que pueden usar las instalaciones de nuestra casa cuando acaban sus labores, siempre que no tengamos amigos o invitados no habituales que nos acompañen, sólo ella las disfruta habitualmente. Muchas veces se desnuda en el jardín, toma una ducha, limpiándose enérgicamente el chochito, procurando que la veamos bien y se estira a tomar el sol en una tumbona, con una pierna desparramada a cada lado uno de sus lados, bajando ambos pies hasta tocar la hierba.

Es una exhibicionista compulsiva. Nos muestra su coño pelón, con un clítoris grande y jugoso, siempre rígido y prominente. Se le puede ver fácilmente saliendo de su capuchón. Si ve que algunos de nosotros estamos juguetones, no duda en masturbarse rudamente con sus dedos o con un vibrador que le regalé y siempre lleva encima. Encadena un orgasmo tras otro. Que la miremos en esos momentos, sin duda, hace que sus orgasmos sean más intensos y duraderos. Ayudó a Clara, nuestra hija, a descubrir las mieles del sexo entre chicas cuando todavía era una adolescente en busca de nuevas experiencias y realmente, fue una maestra excelente, como yo misma pude comprobar un par de años después. Ahora, creo que la profesora sería Clara y no Juani!

Mientas comentaba estos chismes con Noe, oímos el inconfundible sonido del motor de la furgoneta, típica de los ochenta, que compró de enésima mano Angel hace unos años para movernos por la isla. Pere y Angel aparecieron exultantes en nuestro jardín. Nos lanzaron un beso a la distancia y se desnudaron camino de las duchas. Se dieron una ducha rápida y vinieron a saludarnos. Mientras, Javi guardaba los enseres náuticos que llevaban en la furgoneta.

Acerqué a mi hijo Pere cogiéndole del rabo. Me dio un cálido pero voluptuoso piquito, mientras le retenía con una mano en el culo, sin soltar su pollaza. Me pellizcó cariñosamente ambos pezones y se apartó para ir a saludar a su chica.

Angel estaba exultante, sin hacernos ni caso, cantando el fantástico resultado que habían hecho en la regata, lo acertado de la decisión en la elección de las velas, en la estrategia de la virada en la segunda y decisiva boya, en el gobierno del timón,… esas cosas que a los hombres os hace levantar la polla incluso sin pensar en el sexo. Es lo que hay!

Claro que mientras nos lo iba contando, su mirada se perdía entre los gruesos y bien lubricados labios vaginales de su nuera. Saltaron chispas de sus ojos al fijarse en el piercing que llevaba perforando verticalmente el capuchón del clítoris.

Al mismo tiempo, Pere nos contaba con una sonrisa que habían tardado un poco más en llegar a casa porque ellos dos y Carlitos se habían entretenido para cobrarse la apuesta que habían ganado al quedar segundos. Ya lo sabíamos por el mensaje que le envió a Noe, pero además nos contó que las chicas sabían chuparlas muy bien y que al irse ellos, le pidieron a Carlitos que las acompañase a la fiesta que esa noche montaba su jefa. Menudas golfas! No le preguntamos cuál era el pago si la hubiesen perdido…

Miró a Noe con una risa sarcástica: Cariño eran buenas y tenían experiencia, pero no conozco a nadie que coma una polla tan bien y de forma tan guarra como tú! Su padre le respondió: Esto lo dices porque todavía no has probado las mamadas de tu madre!

Entre tanto, Noe saludaba a Pere chupándosela con mucho amor, mientras le acariciaba los huevos por detrás, subiendo un dedo juguetón hasta penetrar, sólo con la puntita, su receptivo culito. Él la morreó con ganas y llamó a su padre: Papá ven que Noe también quiere darte el saludo que te mereces después del fantástico resultado. Angel se acercó y Noe le cogió su polla, manifiestamente más pequeña que la de su hombre, y se la introdujo entera en la boca, con ganas, mirándole dulcemente a los ojos. Primero iba sacando una y metiendo la otra, pero a los pocos minutos, acercó ambas a su rostro y se las tragó a la vez con cara de vicio y diciéndoles: como me gusta que lo compartáis todo…

A Angel se le fueron las manos al chochete de su nuera. Ya le iba a meter un dedo y con otro, masajearle la piel que le cubría el piercing.

Tuve que intervenir: Baaasta! En media hora llegan nuestros invitados. Ya tendremos tiempo de divertirnos todos juntos después de la cena, pero ahora tenemos que ir a vestirnos y prepararnos para nuestros invitados.

Los cuatro nos dimos un último chapuzón en la piscina. Las vistas eran preciosas, ya que la habíamos hecho construir como una lámina de agua con el lateral que daba a la playa de Migjorn  en forma de “horizonte infinito” y así, el final de la piscina se fundía con el mar. Ellos tomaron una breve sauna para distenderse y limpiar los poros de la piel. Nosotras no entramos. Ya nos habíamos irrigado y lubricado nuestros culos y una sauna caliente haría que rezumasen demasiadas cosas de nuestros esfínteres…

Mientras ellos estaban en la sauna, Noé me preguntó:

- Anna, ¿qué te pones para la cena?. Heli seguro que viene sexi a matar y yo quiero deslumbrar a tu marido, ¿me dejarás que me lo tire, verdad? Me apetece un montón montarme un trío con él y Pedro y que me llenen bien mis dos agujeritos de abajo, además creo que a Angel le ha encantado la cosita que llevo por allí!

- ¿Lo dudas Noe? Con lo que hoy ya hemos compartido, pocas dudas te pueden quedar. Pero, aunque en general tiene un aguante prodigioso, no me lo has de cansar demasiado, que nos viene muy excitado de la regata y quiero probar sus locuras en estado de gracia.

- Yo me pondré un vestido de estilo ibicenco, corto a la rodilla, de fino lino y seda, muy calado y de un blanco nieve que me favorece mucho con el moreno que tengo. Tiene un escote en uve que me permite enseñar un canalillo de vértigo y algo más si me dejo unos cuantos botones desabrochados, como hago siempre. ¿Y tú Noe?

- Lo vas a ver cuando baje a cenar, no antes. Por cierto ¿Te pondrás tanguita? Porque sujetador ya me has dicho que nunca usas. Yo te avanzo que lo dejaré en el cajón, pero que algo sí me voy a poner, no es cuestión de ir con el chichi sin protección con los depredadores (y creo que también depredadoras) que tendré cerca…

- No cariño. Nunca me han gustado los tangas, con la cintita esa de las narices que se te mete en el culo o peor, estorba en pleno coño. Prefiero llevar bragas o ir sin nada. Para tu información, hoy pienso ponerme unas braguitas, ya que seguro que hacéis que me excite más de la cuenta cenando y ya sabes que soy una chica muuuy húmeda.

Nuestros hombres ya salían de la sauna y después de una protocolaria ducha fría, nos fuimos todos a las habitaciones a vestirnos y prepararnos para la cena.

Angel, como casi siempre, no se complicó la vida: una camisa blanca, un pantalón verde-azulón de lino que le compré en Caramelo, con una caída muy buena y sus eternos mocasines. Nunca se pone ropa interior en Formentera. Para qué.

Yo me puse el vestido que tenía previsto, con unas bragas breves de seda, muy limpias de forma, sin encajes ni adornos. Lo acompañé con un colgante de finas láminas superpuestas de oro y acero de Mayoral, un fantástico orfebre de la isla, hoy con difusión internacional y una cadena lisa en el tobillo izquierdo encima de unas cómodas sandalias de Yanco con un talón discreto que dejaban mis pies completamente a la vista.

Como llevaba las uñas pintadas de negro matizado, escogí un tono cercano para los labios, todos los labios, y para los pezones. El otoño pasado, en un viaje profesional a Tokio, encontré una tienda deliciosa que vendían unos complementos sorprendentes para “quien quiere ir más lejos” rezaba la publicidad y compre toda una gama de sticks y lápices para el maquillaje íntimo. No se corren con las humedades y son aptos para consumo humano, me informó una atenta vendedora, equipada con el kimono más sensual que nunca había visto, mínimo y con la sisa abierta hasta la cadera.

Bajamos a tomar un jerez al lado de la piscina. Javi la había decorado con más de un centenar de velas de colores a lo largo de su perímetro. El efecto sobre el azul del agua y las flores cercanas, era de una sensualidad sublime. Nos trajo una botella de San Emilio, reserva de las bodegas Lustau, un excelente jerez exclusivamente de uvas Pedro Ximénez con un apreciable retrogusto a café tostado. Era uno de los preferidos de Angel y a mí también me encantaba para iniciar esas noches especiales, o para acompañar un queso consistente.

Mientras esperábamos que bajase nuestra acaramelada parejita y que llegasen nuestros invitados fineses, le resumía a Angel lo que sabíamos de ellos: ella se llama Heli y él Antti,  son unos cachondos desinhibidos, con ganas de disfrutar sin prejuicios. Los he invitado de común acuerdo con Noe porque no dudaba que con ellos pasaríamos una noche espectacular. Hasta se le puso dura cuando le dije que Heli nos había contado que su marido era “deliciosamente guarro”. La noche realmente prometía.

Javi nos llamó para decirnos que ya habían llegado nuestros invitados. Venía con cara de haber visto a un extraterrestre, o a un ángel…

- Si no me decís otra cosa, les hago pasar a la piscina.

- Perfecto Javi. Guárdales lo que no necesiten para la cena.

Y entraron. Y entendí la cara de Javi y la que se le puso a Angel en cuanto vio a Heli. Im-pre-si-o-nan-te. No dos palabras, sino seis eran necesarias. Traía un vestido, por decir algo, que era como una túnica que la tapaba desde el cuello a los pies, pero, pero, de una muselina tan transparente que hasta se le veían esas pequeñas y sensuales protuberancias que tenemos alrededor de las aureolas de los pezones. Por detrás, un escote recogido justo al inicio del culo. Unas bragas como yo no había visto nunca. Un taparrabos, con un grueso cordón multicolor por cinturilla. Estaban hechas para un vestido como ese: para mostrarlas completamente.

Ambos me dieron un tierno pico en los labios. Ya nos conocíamos lo suficiente de la tarde. Les presenté a mi marido que besó o mejor, morreó a Heli y le dio la mano cordialmente a su marido. Bienvenidos a nuestra casa, nos lo pasaremos bien.

Estaban bastante alucinados. Por lo que nos contaron, eran una pareja de profesionales bien establecidos, pero no estaban acostumbrados al espacio y las comodidades que ofrecía una casa como la nuestra. No es ostentosa, más bien está diseñada con una decadente sencillez. Tiene todas las comodidades propias de unos hippies hedonistas, con economía saneada y bastante lujuriosos, si es que ésta es una simbiosis posible. Los acabados son de cuidada calidad y dispone de una infraestructura técnica que prima el respeto medioambiental, todo de primer nivel. La finca y la casa son de una amplitud poco convencional y lo más exclusivo, tiene unas vistas únicas.

Entre tanto, llegaron al jardín Noe y nuestro hijo. Besos, con lengua, que lo vi, entre Heli y Pere, suerte que no se conocían! Piquito entre su mujer y Antti y oh, oh, oh, piquito ente ellos. Algo habrán hablado entre ellas esta tarde y luego con sus maridos, porque aunque conozco de primera mano la amplitud de miras de Pere, no lo veo normal sin ni siquiera conocerse! Noe, directamente le cogió una teta a Heli, sopesándosela a la vez que le acariciaba el pezón  con el pulgar, mientras le comía la boca. No esperaba otra cosa de ella.

Pere es como su padre y también llevaba, camisa, pantalón y mocasines, sólo variaba el color y la percha de debajo, a mejor, todo hay que decirlo. Noe era otro cantar. Su vestido era un Gucci espectacular y muy, muy sexi. Hecho de dos capas de un rico tejido desestructurado blanco crudo, con cuello halter, espalda al aire y lo más impresionante, unas aberturas laterales en las piernas hasta más arriba de la cadera. Claro que no llevaba tanga, si con ese vestido una no se podía poner ni la mínima expresión de bragas! Como el resto, se había dejado el sujetador en el cajón. Zapatos abiertos y de talón inacabable de Manolo Blahnik, para rematar.

- Joder, Noe como nos vienes, le dijo Angel. Pareces una musa de pasarela. Lo que se ve es todo precioso.

- Pues más te gustará lo que no ves… Sólo te avanzo que entre las piernas tengo, no una, sino dos sorpresas. No acoses a tu hijo, porque no te dirá nada y si te lo dice, Antti luego no le podrá comer la polla, porque ya no le colgará nada entre las piernas y esto, sería una autentica lástima…

- Noe, le dije, estas espectacular. Heli viene explosiva, pero tú desbordas lujuriosa elegancia. Por cierto, no sabía que Gucci tuviese vestidos con un tajo hasta el sobaco. Si no es en un sitio como éste y en circunstancias como las que compartimos, es imposible ponérselo.

- Claro, Anna. ¿Porqué te crees que hemos tardado tanto?. He descosido un palmo más las aberturas laterales y he tenido que atacar las costuras de nuevo! Quería deslumbrar a los chicos y que Heli no me hiciese demasiada sombra. Después de lo hablado esta tarde en la playa, ya me temía que venía a romper.

- Por cierto, te quería comentar que nuestra pareja finesa son unos chico muy ordenados. Helli, como ya sabe a qué viene esta noche, ha traído un certificado médico que se han hecho antes salir de vacaciones. Están en orden. Yo le he dicho que le podía garantizar que nosotros cuatro también y hemos quedado en dejar los condones en el cajón. Te voy a contar mis otras sorpresitas, si no te vas de la lengua durante la cena.

- Hecho! Seré una tumba.

- Primera: Me he cambiado la barrita de metal del coño por una que es más grande y una auténtica joya, de oro y con una perla en cada extremo. Segunda: Tanga no llevo, pero ya te he dicho que no iba a ir con mi agujerito desprotegido. Con la ayuda de Pere, me he metido unas bolas chinas nuevas, con un mecanismo como el de los relojes automáticos, que al moverte se carga y vibra dándote placer cuando estás quieta. Veremos cómo aguanto sentada durante la cena. Además, son más grandes que las normales y espero que cuando me las quite, me hayan abierto el coño lo suficiente para que puedas meterme toda tu fina mano y acariciarle desde dentro la polla a tu hijo mientras me esté enculando.

- Que vicio tienes hija! le dije mientras me separaba de ella, acariciándole un pecho.

Nos tomamos un vinito, hablamos de los temas habituales en un primer contacto, se tocaron algunas tetas, culos y paquetes, con disimulo o sin él… Las mujeres nos alabamos mutuamente lo buenas que estábamos y lo bien que nos quedaban los vestidos, discutimos sobre cuál de los tres costaría más sacarnos luego y compartimos información sobre la longitud y grosor de las pollas de nuestros hombres y sus gustos sobre el orden de ataque de nuestros agujeritos. En fin, una conversación de sociedad previa a una cena de amigos.

Estábamos apurando las copas de jerez, cuando apareció Adela para comunicarnos que la cena estaba a punto. Ni yo sabía lo que nos tenía preparado, ya que con Adela teníamos tal confianza que desde hacía años tenía acceso a la cuenta que abrimos en Sa Nostra para los gastos corrientes de la casa y ella hacía y deshacía. Sin dudarlo, con mejores resultados y economía que si me ocupase yo.

Así que, cuando llegamos de la playa por la tarde, sólo me preguntó, con una sonrisa irónica, si sería una cena para cuatro con sobremesa o teníamos invitados de los que después toman un baño en la piscina. Sin explicitar nada, lo decía todo. Así es Adela.

- Seremos seis, Adela. Tres parejas con ganas de pasarlo bien, le contesté riendo. Es posible que nuestros invitados se queden a pasar la noche, si el baño se prolonga o la humedad se les adhiere demasiado al cuerpo. Podrías preparar unos entrantes con…, pero no me dejó continuar.

- Anna, ya he comprado esta mañana lo que necesitaba para la cena que he diseñado y algo extra, porqué no me puedo fiar nunca de cuantos amigos me vais a traer! Ya lo verás cuando os la sirvamos esta noche. Espero sorprenderos.

Aquí acabó la conversación y por supuesto, ha hecho lo que le venía en gana.

Todos nos desplazamos hacia la mesa que ocupaba la pérgola cubierta de buganvilias blancas y lilas. Era como una continuación del porche que daba al jardín, por la fachada del lado de la piscina. El mantel era de lino blanco con la cenefa bordada, herencia de mi madre y la mesa, redonda, estaba rodeada por farolillos árabes de metal envejecido, con velas en su interior. Las luces cenitales, tamizadas con pañuelos de gasa lila. Las sillas, de jardín, tenían unos ingeniosos cojines con una de sus caras provista de unas tiras, para poder fijar fácilmente la toalla personal si desayunábamos o almorzábamos desnudos. Para la cena de hoy, están del lado “normal”, aunque si no queremos tener que lavarlo al acabar, creo que sería buena idea darle la vuelta a alguno…

Javi se había esmerado, creo que presentía que esta noche no sería como otras y tanto él como la cocinera querían que todo estuviese a la altura. Le indiqué cómo nos sentaríamos y se ocupó de acompañar a las mujeres a sus sillas. Noe entre Angel y Antti. Al lado de mi marido, Heli con mi niño a su otro costado y yo, cerrando el círculo, con Pere a mi derecha y Antti a mi izquierda.

Mientras nos acomodaba, pude oír cómo Javi le decía a Noe al acercarle la silla: Señorita, lleva unas braguitas preciosas y cuando te toco el turno a Helli: Señora, su vestido tiene la sobriedad y elegancia propios del de una reina, mientras le miraba las tetas con descaro. Parece se está integrando a pasos acelerados a nuestro estilo de vida.

Le tuve que llamar al orden riéndome: Javi, me has acomodado la primera, pero no te has dignado en decirme unas palabras galantes. Como mínimo me podrías cuidar como a nuestras invitadas.

- Anna, me respondió, a ti no puedo decirte nada más bonito que los que expresan mis ojos cuando te veo.

Coño con Javi! Se nos está destapando como poeta, eso sí, con un vicio que tendremos que encauzar para un futuro disfrute en común. Además, desde nuestro viaje a Sant Martin de hace dos años, no me como una polla color chocolate con leche e intuyo que la suya, bien merece un esfuerzo.

La cena, como era de esperar, fue deliciosa y muy bien estructurada. Adela siempre es un diez. Para empezar, dos platos muy típicos de Formentera, a compartir: un milhojas a la payesa (finas capas crujientes de verduras escalibadas y de “peix sec”, pescado blanco local, cortado fino y secado al natural, sin ahumar) y un “frit” de habas con pulpo de Formentera.  Para acompañarlos, eligió un vino muy singular de la isla, un Terramoll Petillant Noir, un tinto espumoso confeccionado con uvas cabernet y merlot en un finca situada a no más de cinco o seis kilómetros de nuestra casa, cuyo propietario conocíamos desde hace años. Su acertado equilibrio entre el dulzor y la acidez, maridaba perfectamente con ambos platos.

Ella misma nos vino a explicar los platos y la cata del vino elegido. Adela lo hacía algunas veces, con gran satisfacción de los comensales, pero normalmente, en las cenas más formales, con invitados de compromiso o en cualquier caso, de los de sobremesa y no de baño en la piscina, o al menos de baño más convencional…

Me extrañó y más cuando todos pudimos ver que al inclinarse,  en exceso y de una forma poco natural, sobre la mesa para aclararnos alguna duda o respondernos a una pregunta, nos enseñaba hasta el ombligo a través del escote mientras nos miraba a mí y a Angel profundamente a los ojos, con su irónica sonrisa. Además, ella siempre usaba sujetador o camiseta debajo de su blusa de trabajo y ahora… no sólo tenía más botones desabrochados que abrochados, sino que debajo sólo se veían sus pechos, eso sí, sorprendentemente morenos y tersos. Javi, la acompañaba con una sonrisa burlona mientras nos servía los platos. Todo esto no era normal. En más de diez años de relación con Adela, no la habíamos visto con el torso desnudo ni una sola vez y ahora lo mostraba ella en unas circunstancias fuera de lugar.

Algo estaban tramando ellos dos. Intuí que se nos venía encima un periodo de mayor participación en las actividades extra laborales de la casa… No me equivoqué de mucho, aunque me quedé muy corta, pero esto es harina de otro relato, por lo que continuo con lo nuestro.

Mientras degustábamos los platillos, me fijé en que Noe cerraba y abría los ojos y respiraba profundamente. Tal vez le dolía algo o… alguien le estaba dando placer debajo de la mesa.

Recogí la servilleta que tan oportunamente se me cayó de las rodillas y así pude tranquilizarme al comprobar que se trataba lo segundo: tenía el vestido apartado a un lado de las piernas y el salido de Angel estaba estirando y soltando el cordelito que sobresalía de su chochito mientras le hacía tintinear la bolita inferior del piercing en su clítoris. Con semejante tratamiento, su cara se explicaba fácilmente: se estaba corriendo!

Heli también la miraba. Rió y una de sus manos desapareció de encima de la mesa. Pere levantó sus nalgas de la silla, alternando uno y otro cachete. No era muy difícil descubrir para qué: le estaban quitando los pantalones. No me había percatado que Heli fuese zurda, pero por la cara que ponía Pere, o era ambidiestra, al menos para menear una polla o su destreza lo confirmaba. Al mismo tiempo, ella hacía unos gestos forzados con su otro brazo. No me quedé tranquila hasta que descubrí que sólo eran para arremangarse la túnica por encima de sus sensuales bragas.

Antes de que Javi nos sirviese el plato principal, le llamé y le indiqué que le dijese a Adela que viniese. No quería ser la única en quedarme fuera de juego y viendo la nueva actitud de disoluta provocación de Adela, cuando llegó le dije con una sardónica sonrisa entre labios:

- Adela, por favor, recoge los pantalones de Pere, antes de que se arruguen más, porque no los va a necesitar y tráeme una toalla de manos limpia. Ponla en mi silla mientras voy al baño. La higiene es lo primero y como mis compañeros de mesa no paran de excitarme con sus magreos, tengo las bragas empapadas.

- Claro Anna, ¿quieres que aproveche para llevarme también tus bragas?.

Me levante, me las quité, se las di y empecé a andar hacia el baño más próximo. Heli, sin dejar de pajear a Pere, le pidió ayuda a Angel para quitarse las suyas. A la vista de todos quedó patente lo mojadas que estaban. Se las dio con la mano libre, diciéndole a Adela: guárdemelas con el bolso, por favor, mi esposo no me perdonaría no poder lamerlas antes de lavarlas.

En esto, Antti se levanta y me sigue diciéndome:

- Anna ¿puedo acompañarte? Creo que te seré de utilidad.

- Lo dudo, sólo quiero ir a mear. Aunque me puedes acompañar si quieres.

- Entonces como yo. Estoy que me revienta la vejiga.

Entramos en el lavabo del distribuidor. Me iba a subir la falda para sentarme en el inodoro, pero Antti me dijo: mejor quítate el vestido. Como soy una chica obediente, lo hice y totalmente desnuda, si exceptuamos las joyas, me senté para empezar lo que había venido a hacer.  Él me pide sentarme más atrás, tanto como pudiese. Lo hago mientras Antti se quita los pantalones y con su polla morcillona empieza a mearse encima de los pelos de mi pubis, perdiéndose toda su meada en el wc, después de recorrer mi chochete y culo. Viendo de que va la cosa, me suelto yo también.

Cuando, entre risas, acabamos los dos y me iba a limpiar, me hace el gesto de negación con su cabeza y me pide que me apoye en la cisterna con las piernas bien abiertas. Uy, uy, uy, que empiezo a ver de qué va el guarrete de Antti! Se sienta en el suelo con la cabeza entre mis piernas y empieza a lamerme todo el coño, el culo y los alrededores, lengua arriba, lengua abajo, dentro del coño y luego del culo, relamiéndosela. Sabe cómo comer un chocho y con el extra de la limpieza, no puedo más que correrme estrepitosamente.

Chupa, lame, bebe, engulle todo lo que sale de mi coño. Lo morreo tal como está, se lo merece. Me lavo prolijamente, compruebo que mi maquillaje íntimo sigue impecable, me pongo el vestido y vuelvo a la mesa. El se queda para lavarse los dientes y la cara antes de volver a la mesa. Los nórdicos acostumbran a cuidar mucho su higiene, aunque con las emociones del momento, supongo, olvida ponerse sus pantalones.

De palto principal, nos sirvió un guisado de morena, una especialidad pitiusa que no suele ser habitual  encontrar en los restaurantes, pero que es muy gustosa y de la que los pescadores siempre han valorado sus propiedades afrodisiacas. Será porque es un pez que lo que más le gusta es meterse en los agujeros! Adela había seleccionado para acompañarlo un magnum del premiado AiA, tinto monovarietal de merlot recogido en las viñas que el bodeguero mallorquín Miquel Oliver tiene en Petra.

El plato y el vino gustó a todos, sin duda, ya que podía ver las doce manos encima de la mesa, sujetando los cubiertos y no otras cosas... Aproveché el momento para comprobar si el centrarse en degustar tan excelso plato había hecho decrecer el estado de ánimo de mis compañeros más cercanos, mi hijo y Antti.

Cogí con cada mano uno de sus cipotes, El de mi hijo estaba duro como un palo de fresno, se ve que todavía le duraba el tratamiento de Heli. Por el contrario, Antti, a persar de tener una polla magnífica, como había podido comprobar hacía unos minutos, la tenía blanda y retraída. Pensé en qué podía hacer para solucionarlo y como creo que empezaba a conocerle, le dije al oído:

- ¿Quieres que al acabar la cena le diga a Pere que te perfore el ano hasta que sus vellos se encasten en tu culo?

- ¿Se la podré chupar al sacarla? Yo nunca me limpio el culo antes de que me la metan, para que al sacármela y comérsela esté bien sucia y lo disfrute más. Si me dejáis, esta noche verás de lo que soy capaz. Heli te puede confirmar lo guarro que puedo llegar a ser.

Tal como avanzaba la conversación, se le estaba poniendo la polla como un garrote de boj. Quería ver donde llegaba y se la pajeé hasta correrse en mi mano, me costó un poco al tenerlo que hacer con la izquierda, pero lo conseguí. Subí la mano y dejé caer toda su lechada encima de lo que quedaba de su morena. Se le encendieron los ojos y corrió a comérsela antes de que resbalase su semen hasta el plato. Creo que al degustarlo, se volvió a correr.

Heli me sonrió con cara de vicio y noté un pié descalzo acariciando los pliegues de mi chochete. Me senté con el culo más adelantado y la dejé hacer mientras finalizaba lentamente mi copa de vino. Noté una mano que ayudaba al pié travieso. Era la de mi hijo. Entre ambos, consiguieron sacarme un orgasmo delicado y a la vez prolongado. Mientras, Adela desde la puerta del porche, y Noe, me miraban con cara satisfecha.

Mesa arriba, parecía que estábamos en una comida picante de amigos, sin más. La cosa empezaba a desmadrarse bajo la mesa, las manos corrían de polla en polla y de coño en coño. Los chicos ya no tenían pantalones, excepto Angel, que los tenía a la altura de los tobillos. Ninguna de nosotras tenía el chocho cubierto y las faldas estaban completamente recogidas de una forma u otra. Con ese escenario, se presentaron Adela y Javi para ofrecernos los postres.

- Esta noche, queremos que sea tu noche más especial, Anna. Dijo Adela con una voz aterciopelada que le desconocía. Por eso, he preparado este dulce tan especial. Queríamos que mostrase tus encantos más íntimos a los que todavía no los conociesen y que al comerlo, lo encuentren tan apetitoso que quieran probar directamente el original.

- Anna, no sé si a estas alturas de la noche, en esta mesa queda nadie que no conozca tus encantos, pero sí que estoy segura de que cuando terminen el dulce que vamos a servir, querrán disfrutar del original. Y entonces tú lo vas a disfrutar más que nadie, especialmente con aquel que más te desea y todavía no te ha conseguido.

Entonces, Adela se me acercó, me dio un beso profundo en toda la boca y Javi entró con una gran bandeja con seis platos con sus cubreplatos. Sirvió uno a cada comensal, hizo los últimos retoques a la mesa y se fue al lado de Adela, que nos dijo:

- Nos vamos. En las mesas al lado de la piscina hemos preparado las bebidas. La cama de los invitados, si la tuviesen que utilizar, está preparada en la habitación amarilla. Hemos dejado toallas y los albornoces al lado del humedarium y algunas cositas que tal vez os sean de utilidad, donde más necesarias pueden ser. Os deseamos que paséis una noche muy feliz, a ti Anna muy especialmente. Pere haz que tu madre disfrute como nunca. Sabes que se lo merece. Hasta mañana. Y se fueron juntos hacia garaje, con la mano de Javi tocándole el culo por dentro del amplio pantalón de cocinera que llevaba.

Mi hijo y yo nos miramos con una mirada plena de dudas, pero que lo decía todo. Noe y Angel, se miraban entre ellos, reían y nos miraban a ambos con una mirada llena de amor y sensualidad. Nuestros invitados, entendían a medias lo que estaba pasando.

Emocionados, descubrimos los postres y todos lanzamos un ooooohhhhh! simultáneo. Lo que veíamos en los platos eran seis perfectos coños rezumando flujos y con los clítoris inflamados por la pasión. Lo sorprendente es que, sin duda, eran claras réplicas exactas de mi coño en estado de máxima excitación. Lo curioso es que tenían los labios “maquillados” del mismo color que me los había pintado justo antes de bajar a cenar y este detalle sólo lo conocía una persona: mi marido. Se había confabulado con Adela. Esto es demasiado!

Todos dedujeron al instante que era mi coño y me miraron con cara de vicio, pero al menos las chicas, creo que también de sana envidia. Aplaudieron, gritaron… Me voy a comer el coño de mi madre. Yo el de mi amiga Anna. Esta tarde ya he acariciado el chocho de mi suegra, pero ahora me lo voy a comer. ¿Qué me vas a dejar a mi?... Me exigieron que enseñase mi coño y cuando me senté en el canto de la mesa con la falda arremangada y las piernas abiertas, pusieron al lado mi plato sin empezar para comparar, mientras continuaban con los gritos y aplausos, cada instante todos más excitados.

Adela había juntado dos obleas de pasta brisa recortadas y tratadas con lo que creo que era azúcar candi fundido hasta quedar de un color oscuro mate idéntico al que me había pintado hoy mis labios vaginales. Entre ellas, un capuchón de hojaldre con una cerecita rosada dentro. Recubierto por un jarabe espeso y con un fondo de crema ligera en la zona profunda que quedaba entre las obleas, parecía un coño real e idéntico al mío. Era una obra de arte y encima, era exquisito. No sabía que Adela me había estudiado el chochete tan a fondo!

Acabamos el postre y nos fuimos con las copas de cava a la zona al lado de la piscina. Por el camino todos perdimos la ropa. Heli, Noe y los tres chicos, directamente la dejaron colgada en las sillas de la mesa donde cenamos. Mi hijo y Noe me quitaron el vestido al llegar a la piscina mientras me daban un cálido beso en el que los tres compartimos nuestras lenguas.

Me quite los zapatos, dejé el collar en la mesa y me tiré a la piscina. EL agua estaba deliciosa. Javi había dejado encendidas las luces subacuáticas. Aparte de darle al agua un halo azulado que rompía la oscuridad de la noche, se podía ver todo lo que pasaba en su interior. El resto fue haciendo lo mismo, acabando rápidamente los seis en la zona menos profunda de la piscina.

El ambiente se iba distendiendo por momentos. Heli hacia el muerto, mientras Noe le comía las tetas y su marido, después de sacarle el tampón, le limpiaba el coño con dulces lametazos. Angel se me acercó y empezó a acariciármelo a mí, trazando círculos lentamente alrededor del botoncito con sus entrenados dedos, mientras mi hijo me chupaba las tetas con lengua experta a la vez que me introducía su dedo índice en el culo.

Pere me ayudó a salir de la piscina, me tendió en una tumbona cercana y empezó a comerme el coño con sabiduría. Nunca había compartido caricias tan íntimas con mi hijo, aunque, en el inconsciente estoy convencida que lo había deseado desde que floreció su adolescencia.

En esto que mi marido nos mira y levantando ligeramente la voz me dice:

- Cariño, fóllate al niño!

Le miré y le lancé un beso. Tengo un marido que es un sol!

Hice estirar en la tumbona de espaldas a Pere y apartando el último tabú de mi mente, empecé a chuparle la polla con todo el saber que da la experiencia. Con fuerza, hasta conseguir metérmela entera en mi boca, volverla a sacar, lamerla cariñosamente y volvérmela a introducir hasta el fondo, una y otra vez. Mientras, deslicé mi mano hasta tantear y penetrar sus esfínteres con uno, dos, tres dedos. Lo tenía tan bien preparado y lubricado como el mío. Sé que le gustaba. En más de una ocasión nos había contado los placeres que obtenía disfrutando de su bisexualidad.

Dejé de mamar el pollón de mi hijo y me separé de su cuerpo. Él me dijo con una voz cascada y lastimera:

- Mamá, fóllame. Métetela hasta el fondo de tu coño. No sabes cuánto tiempo hace que lo deseo y lo estaba esperando. Cuando veo que a veces compartes a papá con mi hermana o la complicidad sexual que tú y Clara os tenéis, siento un irrefrenable deseo de participar, pero hasta hoy he esperado que tú tomases la iniciativa, aunque entiendo que te haya costado vencer éste último tabú. Ahora es el momento de olvidarnos de todo y saciar nuestros deseos más íntimos.

Que maduro es mi hijo! Continuó:

- Papá y Noe me han hecho ver que no podíamos seguir así y con Adela han preparado esta noche tan especial para nosotros. Cuando me he enterado que además venían unos nuevos amigos, me he preocupado, pero en realidad, ha sido una gran suerte. Así papá tiene con quien entretenerse y nos podremos centrar más en nosotros. Es nuestra noche. Además al conocerlos, se me ha disipado cualquier duda.

- Ssshhhtt! No te levantes. Déjame hacer.

Me puse encima suyo, mirando hacia sus pies, con las piernas abiertas, una a cada lado de su cuerpo y fui descendiendo hasta que su gruesa polla encajo por completo dentro de mi coño. Empecé una danza del vientre alrededor de su pene, apretando y distendiendo a la vez mis músculos vaginales, entrenados a lo largo de muchos años y con las pollas de muchos hombres. Pere empezó a lanzar unos suaves murmullos de contenido placer.

- Ponme un par de dedos en el culo, cariño. Intenta acariciar tu polla por dentro con ellos, nos va a dar más placer a los dos. Dicho y hecho. Alucinante, supo encontrar mi punto G de inmediato.

Me sumí en una explosión de placer sin contención alguna, mojándole copiosamente sus huevos. Continué cabalgándole y manteniendo mi corrida. Cuando estoy muy excitada y mi acompañante sabe lo que se hace, soy capaz de mantener un orgasmo durante minutos, con sus subidas y bajadas, claro. Cuando me ocurre, no dejo de expulsar fluidos vaginales, hasta empapar todo lo que tenga debajo.

Él continuaba empalmado en mi interior, sin correrse y con una socarrona sonrisa en sus labios.

Noe nos miraba embelesada, descuidando los impresionantes pechos de Heli. Angel lo vio y nadó hacia ella rápidamente, sustituyendo a mi nuera y seguro que para ofrecerle algo más. Noe salió de la piscina y se acercó hacia nosotros con el grueso hilo de sus bolas chinas king size colgando entre sus piernas. Cuando lo vio, Antti hizo lo mismo, dejando a Heli enteramente en manos de Angel.

- ¿Quieres encularme, mientras Antti me come el coñito, cariño? Creo que lo estás deseando y él también, aunque me parece que lo tengo demasiado limpio para sus gustos…

- Claro mamá. Papá siempre me dice que con los ejercicios que haces, tienes un ano tan entrenado que no conoce a ninguna mujer que sea capaz de dar tanto placer a un hombre con una buena enculada. Yo quiero probarlo, aunque te advierto que de culos, sé lo mío.

Como Noe ya me había preparado el culo por la tarde, me puse de rodillas, con las piernas bien abiertas y apoyada con los codos y antebrazos en la tumbona y me ofrecí completamente a mi hijo. Antti, que ya estaba junto con Noe a nuestro lado, chupó y ensalivó a conciencia el rabo de Pere y lo acompañó con su mano a la entrada de mi culo, ante la atenta mirada de Noe.

Pere no dudó en avanzar su cadera hasta meterme con suavidad, pero sin pausa, todo su pollón en mi culo, hasta que noté su vello tocando los cachetes. Como en el baño, Antti se sentó debajo de mí y empezó a comerme el coño con una pasión y sabiduría desbordantes, llevando de tanto en tanto su lengua a dar un buen repaso a los gordos cojones de Pere.

Mi hijo, seguía metiendo y sacando su adorado pene de mi culete, con fuerza, pero sin rabia. Era delicioso. Mantenía mi orgasmo con pocas bajadas y si no me relajaba un poco, pienso que llegaría a perder el conocimiento.

Noe no perdía el tiempo y después de morrearme con mucha ternura, se estiró con las piernas bien abiertas, una a cada lado de mi cuerpo. Su coño, en el que se veía asomar la primera de las bolas tan especiales que llevaba en su interior, quedó a tocar de mi boca y al alcance de mis manos. Empecé a mover el piercing que llevaba con mi lengua y dientes, mientras le iba tirando enérgicamente del cordel de sus bolas chinas gigantes. Eran muy grandes y costaba mucho de sacarles. Temía hacerle daño, pero Noe me increpaba, entre suspiros de placer:

- Venga, Anna, no seas tan cobarde. Tira con fuerza, que no me voy a romper y me da un gusto que te cagas.

Estiré sin remilgos y salió la primera bola metálica, muy bonita, con filigranas de orfebrería, pero de un diámetro no inferior a los ocho centímetros. Una barbaridad. Continué estirando y salió la segunda, ambas llenas de sus abundantes mucosidades vaginales. Le quedó un coño más abierto que la boca de un hipopótamo.

Sabía lo que ella quería y se lo di. Poco a poco, le introduje completamente mi mano, con los dedos hacia la fina membrana que separa culo y coño. Empecé a moverla de forma rotativa y dentro-fuera. Le pedí que se pusiese de boca al suelo, lo que hizo sin que tuviese que sacarle la mano de su dilatado coño y le dije a mi hijo:

- Semental, ven a encular a tu chica, que lo está deseando y ya tiene su culo bien preparadito.

Mi hijo dejó de perforarme el culo amorosa pero enérgicamente y se colocó por encima nuestro. Le introdujo su respetable polla en el culo de mi nuera y se iba animando: te voy a dar duro, que eres una guarra bien entrenada, no me voy a dejar intimidar por mi madre… Antti mientras tanto, había cambiado su lengua de agujero y resoplaba con una cara de ido que daba miedo mientras me iba comiéndome el culo, con el regusto a polla de Pere.

Era mi turno. Doble los dedos en el interior del coño de mi nuera y traté de coger la polla alojada en su culo. Cuando lo conseguí, dejé la mano quieta mientras mi hijo metía y sacaba su pollón del culo de su mujer. Yo continuaba jugando con la lengua en el coño de Noe y haciendo vibrar con los dedos de la otra mano las barrita de metal sobre su inflamado clítoris. Esto era mucho, mucho y con gritos y estertores, nos corrimos los tres en el que creo que para todos nosotros fue el mejor orgasmo de nuestras vidas. Siempre me acordaré.

Con tantas emociones, ni me había fijado que Antti se había apuntado a darme por el culo y se acababa de correr dentro, Si os soy sincera, creo que ni me enteré.

En ese momento, apareció el auténtico Antti. Sacó su polla rápidamente de mi culo. Salió disparado hacia el cipotón de Pere, se lo introdujo en la boca y empezó a chupar los restos de semen y mierda que tenía como si comiese un plato de fino caviar. Cuando la dejó más limpia que “los chorros de oro”, se atracó con los abundantes fluidos que rebañó del ano de mi nuera, apurando con sus dedos y lengua hasta que no quedase nada de leche de mi hijo ni de los elementos habituales en un culo. No contento, se desplazó a mi retaguardia e hizo la misma operación con mi cavidad anal, comiéndose con tal placer su propio semen y mis posibles restos de caquita, que vimos como se volvía a correr sin ni siquiera tocarse el pene. Este chico es un espectáculo!

Desde lejos, Heli le gritó algo en finés. Él se disculpó educadamente diciéndonos que tenía que ir a lavarse y desinfectarse a conciencia su cara y tracto digestivo. Se lo agradecimos, ya que a pesar de ser una situación muy morbosa y excitante, preferíamos oler a flores.

Noe, mi hijo y yo nos fuimos a dar una ducha. La aprovechamos para compartir unas amorosas caricias y besarnos con pasión y lujuria al acabar. Entramos a la sauna cinco minutos, ducha fría y me los llevé a los dos a nuestra cama. Pasamos una noche de enamorados después de un polvo antológico, es decir: dormimos como angelitos el resto de la noche. Lo que ocurrió al despertarnos, es harina de otros relatos, aunque os lo podéis imaginar…

De los otros tres, poco mas os puedo contar, más allá de que cuando Antti volvió limpito y perfumado, nos cruzamos unos besos y les dejamos retozando en la piscina. Conociendo muy bien a Angel y ya algo a nuestra parejita finesa, seguro que sus andanzas, sólo en una hora, darían para escribir un capítulo, pero, en el siguiente os voy a contar otras aventuras más marineras y menos centradas en esta maravillosa casa que ya empezáis a conocer bien.