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Fortuito II

en Hetero: Infidelidad

Su mente conversaba en un absurdo intento de sentirse lo menos inferior posible a causa de aquella arremetida contra su persona. Incluso se podría decir que había tenido suerte, de no recibir un furioso golpe.                      

Fortuito [...]                                                                 

Habían pasado varios días, semanas, meses ya. Juventino se había mantenido a distancia como le habían prácticamente forzado a prometer. Después de todo, tenía más que perder. Y aunque al principio había jurado vengarse de su 'odiado' vecino, las sentenciantes palabras acompañadas de ira que resonaban aun en su cabeza, lo habían hecho reflexionar al respecto.

Procuraba salir lo más temprano posible para ir a vender y llegar antes. Pero aquellos ciertos días en los que se llegaba a topar, sin querer, con la mirada a su preciosa vecina pero el solo se limitaba a saludarla, haciendo un breve ademan con la mano y una turbia sonrisa, algo que no duraba más de cinco segundos para después largarse a lo suyo.  Y con su vecino, era agachar la mirada y seguir en aquellos desafortunados encuentros.

Existía nuevamente esa brecha inicial con la casa de al lado y por supuesto, con sus habitantes.

Lo único que realmente le reconfortaba al terminar el día, era tener en su poder aquella prenda de color azul, que en realidad ya prácticamente había perdido más que el color, el aroma y la texturas originales. Capas blanquecinas y resecas la hacían ver como una especie de un vil estropajo en forma de tanga, a causa de tremendas 'lechereradas' sobre la misma.

Poco le importaba la condición de esa prenda. No se limitaba a tocarse con ella sino olerla y hasta lamerla imaginando que esta había tocado la íntima piel de esa mujer que miraba a veces por aquella estrecha y privilegiada vista. Se colocaba en el balcón, ella observaba, a veces hablaba por teléfono, otras solo disfrutaba algún postre seguramente. Mirar aquel rostro, aquellos múltiples gestos, era su hobby favorito y no existía ninguna posibilidad de que algo que perturbase la armonía de su rostro. Disfrutaba mucho más cuando la veía usar una de esas blusas de delgados tirantes, ligeras y muy escotadas.

Cada ocasión al verla era al mismo tiempo un sobajeo vergal hasta cansarse, imaginando de todo con ella, desde lo posible hasta lo más absurdo.

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En contraparte...

En las últimas semanas en la casa de su vecino, Fernando, sucedió algo quizás era de esperarse después de tanto.

"¿Que hacer en un caso de infidelidad?", escribía consultando una vez más en la computadora como lo hacía desde anteriores ocasiones.

Desde hace días que lo sabía. La situación la perturbaba pero no tenía nada claro y nada en concreto.    

Una noche como cualquier otra, su marido había llegado de 'trabajar'. De pronto noto el vibrador de su celular de forma insistente. Ella no hizo caso al principio pero este volvió a vibrar ahora de forma más breve. En la pantalla está el icono de un mensaje reciente. Lo reviso creyendo que podría ser algo urgente de su trabajo y requería de la atención de Fernando.

 <-¿Vas a venir el sábado mi amor?> -Su rostro se estremeció al leer ese mensaje de una remitente, una tal Daniela <-Contéstame pronto, te mando un beso mi amor> -concluía ese corto mensaje adornado con coloridos 'emoticones'.

Sus venidas muy tarde a casa, esas salidas de 'trabajo' los fines de semana, las llamadas en los que exigía que lo dejaran a solas y lo veía sonreír como si le llamaran dándole buenas noticias en lugar de hablar de trabajo o aquellos los aromas foráneos que percibía en las camisas de su marido, cuadraban. Todo lo concluía.

Al parecer Fernando confiaba en  la  forma en que llevaba la situación pero al fin parecía descubrirse. Caminaba con apuro a lo largo de la habitación, golpeando el celular en la palma de su mano. Quería confrontarlo de inmediato, su corazón lo pedía, gritarle en la cara <¡Eres un maldito... desgraciado... Maldito!> <¡Como te atreviste hacerme esto... y tú que me acusabas de...> -pensaba con rencor.

No era una mujer explosiva es por eso que su mente se esclareció tan solo un instante, lo suficiente para darse cuenta que no era el momento apropiado. Cada vez que tomaba esos prolongados baños de tina eran cuando llegaba ebrio. Sabia de lo volátil que se volvía su carácter cada vez que algo lo molestaba en esas condiciones. se prometió así misma.

-¡Vale! -grito desde el baño.

De inmediato borro el mensaje y solo se le ocurrió apagar el celular y dejarlo donde estaba. Estaba aguantando el enojo y fue a atender a su marido disimulando normalidad pero su rostro mostraba una evidente ira.

Pero no hubo ningún reclamo al día siguiente ni al siguiente. Tan solo prolongaciones para exigir explicaciones, reclamarle en sí. El asunto en su cabeza le daba muchas vueltas de como confrontarlo y deseaba que esa dichosa 'Daniela' volviera a llamarle a su marido y así el no tendría escapatoria, por lo que atenta estaba de alguna situación, pero nunca sucedió tal evento.

Por lo pronto se dio a la tarea de investigar el 'como', el 'que', 'el por qué'. 'Como le digo' 'Como lo confronto' 'Por qué me es infiel' '¡Que hago!'.

Navegaba en tantos foros en internet, aquellos que más o menos convenían a sus preguntas. Sin embargo, la cantidad de respuestas eran múltiples y de todo tipo.

Las más prudentes exigían eso, confrontarlo de una vez, pedir las explicaciones necesarias y tomar medidas al respecto. Sugerían evitar que el tiempo pasara normalmente, algo que ella ciertamente estaba haciendo.

Los comentarios más orientados por sentimientos fríos, proponían dejarlo, abandonar la casa. Sin embargo había leído algo que le llamo la atención, era una mujer que proponía pagarle con la misma moneda, hacerle sufrir y devolverle 'la bofetada'. Aquel relato estaba bien argumentado, es por eso que había llamado la atención, seguramente.

Pronto descubrió que no era la única que opinaba de la misma manera, había, mujeres sobretodo, que opinaban en ese mismo sentido. 'Pagarle con la misma moneda’: era la conclusión.

Pero ella no pretendía precisamente tomar tales medidas. Sin embargo, al consultárselo a una de sus amigas, descubrió tan singular y la ya consultada respuesta.

<-Véngate de ese malnacido> <-Págale con lo mismo>. 'Pagarle con la misma moneda' de nuevo concluía sus consultas.

Obviamente no era la respuesta apropiada, la más acertada o la ideal. Pero era la más recurrente y era lo que más se mencionaba en su mente.

Tal vez alguna parte de su subconsciente era lo que pretendía leer, tal vez a causa de algún trauma o cualquier otra situación, pues habiendo otra clase de respuestas, ella las omitía. Por qué solo atender a esas que concluían 'Pagarle con la misma moneda'.

Algunas noches, recostada, miraba a su marido dormitando. Paciente, con los ojos cerrados, una lenta y profunda respiración y con un rostro meramente relajado.

-pensó enojada -negó pensar eso ultimo pues no era una mujer de una mente tan turbada.

El insomnio también le hacía pensar en la posibilidad que habían establecido sus consultas.

 

 

 

 

Divaga bagá y cuando trataba de pensar algo diferente su mente la trasladaba por esa misma dirección.

Pensó en aquella ocasión en la que el Sr. Zavala, padre de una de sus alumnas le había propuesto, con esa voz lujuriosa, para que ella aceptara irse un fin de semana a una casa de campo. Ella prácticamente le escupió el acta de matrimonio en la cara a aquel pobre tipo. Pensó en por qué le parecía ciertamente atractivo, alto, fuerte y unos ojos azules que si que le gustaban. Bastante parecido a su marido.

-Dicto su mente negándole el permiso de seguir pensando en este señor.

El papá de José Antonio. Siempre iba por su hijo y nunca faltaba para ir a saludarla cada viernes. Un tipo no muy agraciado, pero si muy simpático, le hacia reír el día que fuese. También la halagaba mencionando lo bien que se veía, con esos ojos encendidos que pretendían algo más. Además, a ella le agradaba la sonrisa del señor Amezcua. Él le había invitado varios veces a su casa de una forma cordial y caballerosa, pero ella siempre agradecía y eso era todo. No se comprometía y mejor decía .

Estaba realmente comprometida con su matrimonio. No como su esposo ahí acostado y que estaba empezando a hacer ruidos extraños, como si una masa de aire se hubiese atascado en su garganta. Lo codeo ligeramente. No pretendía que la molestara más de lo que ya lo hacía.

Bajo por un vaso de leche y la entibio. Había leído alguna vez que esto era bueno para poder conciliar el sueño. La bebió y subió a recostarse. Eran las poco menos de las dos de la madrugada. Durmió después de un rato.

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Pero esa tarde sus consultas aun deambulaban en encontrar 'la respuesta'. Estaba en un foro femenino. Es el que más le había agradado desde hace algunos días. Había pensado en publicar su historia pero aún no se animaba. Leía desde los comentarios, opiniones  esos relatos fantasiosos y reales. Todo con tintes de infidelidad, al menos en lo que respectaban sus intereses. Una llamada la hizo desconectarse y ocuparse de otras cosas.

Una vez más se concluía: 'Pagarle con la misma moneda'.

Fortuito [...]

Fernando se alejaba conduciendo su auto. Ni siquiera recordaba lo de su vecino y su sentencia para aquel. Y es que si lo hubiese hecho, tal vez no hubiese tomado aquel viaje que duraría poco menos de una semana. Valeria sabía o creía saber de qué se trataba ese dichoso viaje a  ochenta  kilómetros de ahí. Protestaba algo de trabajo. Y sí. Era trabajo pero también era cierto que ahí vería a una nueva amante. Ya no era Daniela. Era una chica llamada Sandra. Pero eso Valeria, claro, no lo sabía.

Juventino noto aquella mañana que subían maletas al auto pero no se quedó a ver porque o para que. Al llegar en la tarde-noche. El auto no estaba y las luces en la casa eran pocas. Había intuido que aquella dichosa pareja había salido de viaje, de vacaciones tal vez.

A la mañana siguiente, sabiendo que su  odioso vecino no estaba, no tendría el detestable temor de toparse con él.

Con calma, sacaba su triciclo; adoraba aquellos días sin tener que saber de la presencia de su 'vecinito'. Pero apenas daba la segunda vuelta a la cerradura de su puerta haciendo sonar el seguro, Valeria revisaba su celular y caminaba a paso lento pero ya muy cerca de donde él.

Pensó en meterse. Era la costumbre desde hace ya varias semanas. Evitarla. Pero ya era demasiado tarde. Ella estaba tan cerca de él y el ya había cerrado con llave.

-Hola -saludo sonriente al nervioso hombre -Hola don Tino

Trago saliva y volteo hacia ella:

-Bue buenas seño. Buenos días.

-Que tal, buenos días. Por lo que veo usted ya se va a trabajar ¿Verdad?

Una luz especial, no la escasa de aquella mañana, iluminaban sus ojos. A oir esa melodiosa voz, de sus oidos hasta pudieron caer pedazos de cerilla y mugre que seguramente tenia. Su corazon acelerado le hacia enredar su torpe lengua al contestar.

-Si. Si. Si ya jeje ¿Y usted?

-Igual. Ya es hora jeje. Entonces ¿Nos vamos? -invito ella. Una invitacion que le hizo abrir los ojos a aquel tipo.

-Si si. Vamonos -de inmediato y un tanto torpe recompuso su bicicleta para ubicarla con direccion a la salida de aquel callejon.

-Oiga ¿Por que ya no me ha hablado como antes?. ¿Se acuerda? De que nos ibamos platicando y eso -practicamente, reclamaba Valeria con ese caracteristico sutil tono de voz.    

. Su mente ya contestaba. Y hubiese querido hablar y decirle:

-Si, si me acuerdo pero ps ya ve. Tambien pues usted y yo pues tenemos nuestras cosas y... y no no se puede.

-Pero no esta enojado conmigo ¿Verdad?

-No como cree. No'mbre. Jamas me podria enojar con usted.

-Que bueno. Crei que le habia hecho algo y asi.

Penso de pronto en esas palabras. Tal vez ella misma habia sido culpable de su distanciamiento cuando vocifero '-¡Coge rico! ¡Me encanta estar con el! ¡Cogere como loca la proxima vez que...'.

-No. Nada de eso.

-Es bueno aclararlo ¿Verdad?

-Si y psss pues siempre la veo con su marido y pues ni modos que le hable.

Aunque le hubiese gustado contradecir lo anterior, pero tenia presente esa ridicula prohibicion de su marido. Ahora sabiendo de esa infidelidad, ni derecho habia.

Solo hubo una pausa y una sonrisa.

Llegaban al final de aquel callejon y se despedian tan cordiales casi como antes.

Pero esta charla fue la primera de tantas que transcurrieron a lo largo de aquella semana. En las mañanas y algunas pocas por la noche. De nuevo se forjaba esa confianza que se tornaba sutil, y de a poco casi intima entre comentarios bromistas y cordiales por supuesto.

Valeria disfutaba las charlas y que decir de Juventino que incluso una noche se la pasaron afuera de casa, sentados en la banqueta, apenas un breve rato, conociendose mas y mas.

Fortuito [...]

Era el fin de semana. Para ser exactos el viernes. Amanecia.

Con una sonrisa se revisaba apenas poco en un pañoso espejo, pero con tantas imperfecciones en el rostro que ya le parecian normal verselas, como esas continuas arrugas, o sus desbalanceadas cejas dando una impresion de enojo permanente, o ese lunar en cerca de su nariz.

Estaba ansioso de ver a su deseada vecina. Revisaba la hora y de paso el 'salvapantallas' de su precario y barato celular color negro. Era la mismisima Valeria con unos ajustados jeans, y una blusa azul rey, ajustada para mostrar sus redondos senos.Ella habia aceptado alguno de esos dias posar para regalarle foto que carecia de una buena resolucion, si, pero el sabia que era ella, lo unico que le importaba.

Pero algo, ademas, lo tenia impaciente previo a esa mañana, tanto que ni dormir a plenitud pudo durante la noche. El dia anterior la habia invitado a un baile, uno de esos populares, en una de las colonias en el area limitrofe de la ciudad. Juventino solia ir aunque fuera solo, pero ahora que contaba con la posibilidad de ir acompañado, esperaba la respuesta.

Minutos despues recibio un muy deseado asentimiento de parte de su vecina. A ella no le costo mucho pensarlo. Para que quedarse sola en casa. Hace tiempo que no salia. Queria distraerse. Ademas sabia que su 'maridito' no vendria hasta el domingo.

Solo le condiciono a que tenian que regresar temprano. Juventino obviamente sabia que asi sería.

Pasaban treinta y seis minutos despues de las ocho de la noche. Juventino ya se habia bañado y vestido lo mejor posible, con esa camisa de manga corta color naranja, un pantalon azul marino y unos viejos zapatos de una plataforma anchas recien lustrados. Se puso un poco de su perfume y aplico un poco de gel en el escaso cabello, aplacandolos notoriamente.

Estaba ya situado, de pie a la puerta de la casa de su vecina. Ella le habia avisado desde el balcon que ya bajaba cuando el llamo por ella al tocar el timbre.

No tardo mucho cuando se abrio aquella puerta de madera y...

Una esplendorosa mujer saltaba a la vista. Su maquillaje, tan sutil pero que hacian brillar sus labios y esos coquetos ojos. Sus accesorios la hacian ver elegante, una mujer de un estatus alto, de gran educacion y finisimas costumbres.

La sorpresa fue aun mayúscula al ver que usaba un obscuro vestido, pero este era aquel que el mismisimo Juventino le habia regalado. Como era de suponerse aquel  vestido le quedaba corto y muy ajustado, practicamente la dejaba al desnudo pero la obscuridad noche era complice para evitar algun desfiguro.

Un vientre plano, una deliciosa silueta desde su cintura transcurriendo sus caderas , la parte posterior tan bien colocada y levantada de aquellos redondos gluteos y un escote maravilloso.

La sencillez de la tela aparentaba que podria reventar ese vestido en cualquier momento.

Para las miradas criticas y de los buenos modales, ella parecia una vulgar de esas que faltan al respeto. Para las miradas morbosas probablemente seria un total deleite y un ejemplo de como las mujeres se deberian vestir.

-¡Sssseño! -exclamo tragando las flemas que se habian acumulado en su garganta

-Si pasa algo -mirandose con apuro, replico algo preocupada con respecto a su apariencia al ver que Juventino no le quitaba los ojos de encima.

-No nada. Nada malo.

-¿Y entonces? ¿Que pasa?    

-Es solo que usted... -La miro una vez mas, desde esas zapatillas de color negro, subiendo por sus piernas hasta perderse en ese sigular choque de sus esfericos senos -Se ve bien chula -declaro sin reparo, sin ofrecer disculpas a sabiendas de la confianza que ya tenian

-Ah. Gracias don Tino. Es usted muy amable.

-Las que le adornan. Se ve muy, muy guapa jeje.

-Hay ya. Jaja. ¿Nos vamos?

-Jeje. Bueno. Si vamonos para alcanzar asiento por que luego se acaban y...

-Pero no vamos solo a sentarnos -replicaba cerrando la puerta de su casa -Vamos a bailar jaja. Se supone osea...

-Pos eso si pero igual hay que descanzar las patrullas a ratos jeje. Bueno. Ya veremos. 'Amonos.

Bajaron de aquel taxi. Caminaron hacia el tumulto de gente. Llegaron y se toparon con un letrero que leia "Feria Anual Santillan del Valle" "Bienvenidos".

La musica era ensordecedora entre mas avanzaban hacia la explanada.

Las miradas hacia Valeria no se hicieron esperar.Vulgares, criticantes, asombradas, envidiosas. Toda clase de miradas y de seguro murmuros criticantes de cualquier tipo de gente. Algunos no repararon en chiflarle y tirarle piropos algunos tan sutiles y otros muy subidos de tono.

Ella apenas y se sonrojaba pues no estaba realmente acostumbrada a ambientes como aquellos, aunque no significaba que eso mermara su actitud.

Apartaron una mesa para dos.

El grupo era versatil y tocaba todo tipo de generos pero generalmente cumbia.Pidieron algunas bebidas y platicaron a voz alta o acercandose pues era muy dificil escucharse.

Pasaron pronto a bailar. De esa mujer emanaba un aroma tan fantastico, enbriagante y muy fresco . Juventino  evidentemente que aprovecho para rejuntarsele cada vez que podia, siendo mas bajito acomodaba su vista apenas para fijarlas sobre los pechos de su pareja.

Asi pasaron varias piezas de baile hasta que el grupo terminaba su ronda por aquello de las once, poco mas.

En eso se le acercaron a Juventino un par de conocidos.

-¡Quiobo mi buen Tino! -saludo a la mesa un tipo de la misma edad que el, con una vestimenta parecida pero un poco mas alto -Pense que no vendrias.

-Ps ya ves. Aqui andamos -contesto nervioso como si lo hubieran cachado 'Con las manos en la masa'

-Ora. Pues que bueno viejo.

-Y que. No me presentas aqui a la damita -hablo un tipo de igual estatura que Juventino, con un singular y espeso bigote

-Si. Miren. Les presento a Valeria, una... -miro a la misma Valeria como consultando su peculiar relacion -Una amiga, una gran amiga.

-Gerardo Arellano pero me puede decir 'Gerry' señorita -se presento un moreno hombre, flaco y alto.

-Mucho gusto don Gerardo -dijo extendiendole la mano

-Nada de 'don Gerardo'. Digame Gerry jeje -explico con una sonrisa a la cual le faltaban algunos dientes

-Ok Don... Gerry. Mucho gusto.

-El gusto es mio preciosa.

-Yo soy Julian Mendoza mi estimada Valeria. Gusto en saludarla. -intervino el otro hombre, el que habia saludado inicialmente a Juventino.

-El gusto es mio Julian.    

-Y que. No nos invitan a su mesa. Si quieren ahorita hacemos la coperacha pa las chelas. -sugirio Julian

La mesa ahora era para cuatro. Luego de un rato, estuvieron presentandose mas a fondo, sabiendo de sus respectivos trabajos, gustos y cosas que poco a poco formara el entorno con mas familiaridad. Ella incluso les habia mentido diciendoles que era soltera inventando una historia particular y del por que venia acompañando a su vecino. Se empezaban a tomar un tono de mas confianza. Estaba claro que estaban demasiados atentos de lo que salia de la boca de esa mujer y lo que mostraba ese escote. Era el centro de atencion, no solo de ellos si no de muchos ahi presentes, que envidiosos los miraban. Un cuarteto muy singular, tres hombres mayores y una joven mujer, que cualquiera podrian pensar que aquellos eran sus tios o incluso, los abuelos.

Apuestas y suposiciones de una posibilidad : ella era una de esa putas, aunque verla rodeadas de aquellos escuetos hombres sugeria o que habian gastado el sueldo de todo un año o quizas mas, o que ella era una de las que cobraba barato.

Aquellos tipos no dudaron en pedir rondas de cerveza. Valeria se habia encargado de decirles que ella asumiria los costos de todo lo que consumieran aquella noche. Ellos no tardaron en negarse pues eran de buen beber. Al mismo tiempo la incitaron a que ella bebiese, y para no parecer aburrida y desubicada, empezo a beber la cerveza de esas botellas obscuras de vidrio.

Ya tocaba el grupo estelar de aquella noche, segun la cartelera, "El Poder Musical" . Empezaron a turnarse con ella para sacarla a la pista y bailar. Ella reia, no la pasaba tan mal, salvo por los momentos que tenia que tolerar esos alientos alcoholicos o esos insinuantes arrimones. Juventino y Gerardo se portaban ligeramente  mas  sutiles  que Julio, que practicamente la manipulaba a placer abrazandole y dandole vueltas, haciendose notar, tambien, como un buen bailarin. Juventino no tenia problema en verla asi, pues esos eran sus amigos, les conocia ademas de que sabia que al final ella tendria que regresarse con el.

Ella se dejaba ser y hacer, con sus limites por supuesto. Controlaba aquellas manos que juguetonas querian avanzar bajo el talle de su vestido y acariciarle las nalgas. En algunas situaciones, no proponia resistencia. La forma de bailar, el bullicio, las cervezas aumentaron su adrenalina como hacia mucho no sentia.

-Oye mamita -dijo Julian quien tenia el 'turno' con aquella esquisita mujer. Practicamente la tenia tan cerca, sus bocas estaban a centimetros de estrechase y el hecho de que el era poco mas bajito que ella, limitaba aquello.   

'Mamita'. Se lo habian dicho muchas veces, desde que era adolescente y se formaba ese formidable cuerpo y hasta esas fechas que ya era una mujer bien hecha. Siempre habia respondido con una mueca de desagrado e indifirencia total ante esa y otras palabras referentes. Pero no asi esa noche que ya entraba por ahi de la una y media , mucho mas tiempo del que habia establecido volver a casa.    

-Si -respondio con una sonrisa seca pero llena de curiosidad.   

-Le puedo decir algo -le hablo, practicamente acercandose al oido, como para evitar que alguien los escuchara, como si eso fuese posible con tanto ruido.

-Si digame. -Sintio un leve escalofrio al sentir ese aliento en la oreja.

-Usted nos dijo que no es casada ¿Verdad?

-Si. Asi es no lo soy. -respondio sin enfado.

-Jaja. ¿Y el anillo que trai en el dedito? -pregunto con una sonrisa burlona que dibujaba en ese palido rostro.

Habia olvidado quitarse el anillo, si es que alguna vez lo pretendio. Ya habia quedado al descubierto y no hizo mas que callar y agachar la mirada esbozando una sonrisa inocente.

-No se aflija nenita. Lo que no entiendo es por que anda negando al marido. Y otra cosa. Eso de que le debe un favor al Tino y que son amigazos pos como que no es muy de creer. Al menos eso de venir ustedes solos ¿Digame entons donde anda su marido? ¿Por que la deja solita?   

Una cara de desagrado, surgio en ella cuando le mencionaron a su marido. Habia venido, entre otras cosas, precisamente para dejar de pensar en ese, al que referia como desgraciado. Por lo que con la confianza que ya tenia, aunado con esos sentimientos, no reparo en contestar.

-Mi marido. Ese estupido -enojada menciono -De seguro se esta revolcando con otra en este momento el muy estupido.

-Ps con razon. Ya veo porque lo niega. Contesteme una cosita ¿ Cuantos años tiene?

-Veintiseis         

-¡¿Veintiseis?!. No me diga. Pense que era mas jovencita. Tiene una carita asi bien tiernecita.

-Gracias. -contesto con un poco de rubor

-Y que ¿Su marido esta ciego o que chingaos? Usted esta pero rechula. Ta bien pendejo su esposo. No se enoja si se lo digo ¿Verdad? -pregunto y recibio a cambio la negacion con la cabeza de aquella dama.       

-No, que daria yo por tener una mujer como usted a mi lado. No la andaria descuidando y dejandosela aqui a tres viejos jaja.     

Ella tan solo rio sin mencionar nada y no tenia que hacerlo.    

-¿Pero sabe una cosa? Yo se lo que quiere usted.

-¿Ah si? ¿Y que quiero segun usted?

-Oh pss... lo que todas quieren. Un buen trozo de verga.

Aquella palabra 'verga' la puso nerviosa y en alerta, sus latidos aumentaron su ritmo, pero queria escuchar mas.

-¿Ah si? ¿Y como sabe que es lo que quiero yo? -replico con una mirada que pretendia ser retadora

-Jaja. Desde lejos se te ve mamita. Ese vestidito y luego vienes a un pinche lugar donde hay puro borracho... Pero que no te de pena no debes de negarlo, no tiene nada de malo que tu quieras. Lo malo es aguantarse las ganas jaja. Eso si que esta mal.      

Ella rio de aquellas palabras pensando en esas conclusiones. Alguna ocasion leyó, en sus multiples busquedas, que los hombres eran todos iguales. Que solo buscaban el placer propio usando a las mujeres como mero objeto sexual.

-Te voy a confesar algo. Yo tambien soy casado pero pos hay veces que andar probando la misma carne pues aburre. ¿A poco no? Por eso yo si me he echado una que otra canita al aire. Pero por esta -besaba sus dedos que formaban una señal -Por esta que nunca he disfrutado una nenota asi tan sabrosa como tu.

Esto ultimo confirmaba lo que ya habia leido. Tambien leyo algo que le parecio interesante. Para poder vivir a plenitud, lo mejor era no dejarse. Que las mujeres tambien podian. Que lo mejor era jugar ese juego. Jugar con ellos.

-Y entons que mamita. Tu dices.

-A que se refiere -consulto ahora con una voz pausada e insinuante

-Vamonos de aqui. Tengo mi casa aqui cerquita. Te juro que no te vas a arrepentir.

-Jaja.

-¿Por que te ries? ¿No me crees? -Hizo una pausa y continuo -¿Sientes ese bulto aca 'bajito ?

Ella no respondio. Pero el bulto que invadia entre sus desnudas piernas era evidente.

-Es mi palote que tiene ganas de meterse en una boquita asi como la tuya. Es todo tuyo. Sientelo. Seguro que la has de mamar rico. Ya te veo con esa carita niñita que no rompe un plato. -cerraba los ojos imaginando la sensual y deseada escena.   

La sonora cancion ceso. Asi que era momento de volver a la mesa para infortunio de Julian que habia perdido de sus manos a esa mujer que la veia alejarse para tomar asiento con los demas y beber un poco de su cerveza, mientras el trataba de ocultar su ereccion.

Pronto paso a la pista tanto Gerardo como Juventino, ambos en sus respectivos 'turnos' con Valeria.

-Ya es hora de irnos Valeria -Juventino menciono con murmuro a su vecina

-¡Es tardisimo! -exclamo al mirar su reloj-pulsera en su muñeca derecha. No habia notado realmente lo tarde que se habia hecho, pues estaba muy entretenida con aquellos

-Tenemos que irnos don Tino. ¡Ya nos vamos! -avisaba a sus compañeros de mesa.      

-¡Como! -increpo de inmediato Julian -Si todavia es temprano.      

-Para mi es tardisimo -replico la bella dama que les acompañaba.

-Bueno. Al menos dejeme bailar una ultima con usted. ¡Andele! -Era una mezcla en su expresion de ruego y exigencia.

Aceptó esa ultima peticion. Y es que antes de darse cuenta del la hora,  ansiaba el momento. Queria saber hasta donde era capaz de controlar la situacion y sobretodo jugar con ese 'maldito infiel', segun ella.

-Y entons que mamita. No vayas a tu casa y vamonos a la mia. Esta aca cerquita. Me la mamas un rato y te vas contenta. ¡Eh!. Que dices. -insistia desesperado aquel hombre

-No puedo. Mi marido llega en unas horas. Apenas tengo tiempo de volver a mi casa. -mentia tratando de safarse de un supuesto compromiso.

-No creo que valga la pena que te regreses temprano. Ese pendejito de tu marido anda requetecontento montanse una hembrita y tu sales con esas mamadas de esposa bien portada. ¡Mandalo a la verga!

-Lo haria pero... No se.

-Bueno bueno. -apuro a decir al notar que la cancion ya pronto terminaba -Mamita. Porque no das tu numero.

-¿Mi numero? ¿Para?

-Si chiquita. Para llamarte un dia de estos y ponernos de acuerdo para gozar un ratote. Andale no seas malita. No te vas a arrepentir. Por esta -dijo besando otra vez esa señal formada con sus dedos.   

Dudo en querer darselo pero pronto, muy pronto cedio. No precisamente para una futura cita. Era solo para que la dejase en paz por el momento y tambien para seguir con 'el juego'.   

-Ok. Se lo doy ahora. ¡Ah!. Pero de forma discreta. No quiero que ellos se den cuenta. -dijo señalando con la mirada hacia donde Gerardo y Juventino bebian.

-Ni te fijes porque no hay bronca con ellos. Son de confianza.

-Si pero... Yo solo pretendo... osea... pues que esto sea entre solo nosotros dos -Atrevio a decir ante una cara atonita de Julian, que apretaba mas esa cintura. Valeria entendia lo que habia dicho pero solo lo hacia por seguir en 'el juego'.

-Como tu quieras mamita. Como tu quieras... Ves. ¡Si yo sabia que querias verga y la vas a tener, como que no! jaja. -reia con complicidad ante una sonrisa seria de su pareja de 'baile'. -¿Por que no me regalas un besito por lo mientras? Como adelanto jeje -preguntaba tratando de acercar su boca de la que emanaba un fuerte olor a alcohol.

Ella tendia la distancia suficiente para evitarlo. Para su fortuna termino la musica y asi, una posibilidad de entregarle algo mas que el numero telefonico aquella noche. Salvo por aquello manoseo repentino que le propino en las nalgas, metiendo la mano bajo el corto vestido, ante una mirada victoriosa que expresaba una sonrisa cariada del muy afortunado Julian. Curiosamente aquel toqueteo no le molesto del todo. En algun otro momento una sonora cachetada se hubiera hecho notar. En cambio aquello era una sonrisa de supuesta satisfaccion.

Valeria tomo sus cosas y se alisto con Juventino para emprender el regreso a casa. No sin antes de que ella, en algun momento, le entregara a Julian, un papelito con lo ya prometido. Se permitieron acompañarlos hasta que tomaron el taxi, agradeciendose esa particular e inolvidable noche.

Caminaban a paso lento a lo largo del callejon despues de haber bajado del taxi que los tenia de nuevo ahi. Estaba desolado, con una pacifica y nocturna calma en esa ya casi tres de la madrugada. Reian casi llegango a ser carcajadas aunque se aguardaban para no causar escandalo. Juventino habia bebido poco menos que los demas, incluida Valeria, pues se sentia responsable de la seguridad de su vecina.

-...jaja. Bueno. Ya. Me voy -menciono una muy sonriente Valeria.

-Oiga. ¿No gusta pasar a la casa?. Y nos acabamos estas. -dijo refiriendose a un par de latas que habia alcanzado comprar antes de salir de la fiesta aquella, pues un rato para ellos solos le parecia posible.

-No jaja. Ya debo...

-Andele. ¿O se niega porque es sencilla mi casa? -hablo con un dejo de lastima.

-No como cree. No es eso...

-¿Entons?

-No. Es que... bueno. Esta bien.

-¿Si?          

-Si pasemos. -dicto con su caracteristica sensual sonrisa         

A prisa Juventino trataba de abrir la cerradura, tan a prisa que hasta las llaves se le habian caido, provocando una sonrisa mutua.

El lugar era iluminado por unas opacas luces incandescentes. Primero era un corto patio donde estaba la bicicleta de trabajo de Juventino arrumbada a un lado. Y todo lo demas, cacharros, basura de todo tipo y restos de ladrillos, tabiques, piedra y tierra. El patio estaba cuartizado por doquier.

-Pasele. Pasele. Pasele por aqui jeje. -dijo invitandola a que pasara al cuarto que solo se cerraba con un pedazo de alambre.

Encendio las luces. Esa habitacion, no era menos peor que el patio. Un piso cuarteado lo primero que se hacia notar, sucio con manchas de cualquier cantidad de liquidos.  Una cama realmente desordenada, en la cual una de sus patas era improvisada con ladrillos apilados, haciedola ver un tanto desbalanceada. Encima la ropa sucia, las sabanas y esa cobija sin tender, mostrando un pedazo del resorte y la esponja de ese remedo de colchon.

-Sientese, sientese. Donde se acomode jeje -dijo despejando de mas ropa sucia a una silla verde de platico y ofreciendosela a su invitada aunque ella ya habia elegido tomar asiento en la rustica cama haciendo sonar el rozar de los resortes.

Una pequeña caja de color negra, es el pequeño televisor que estaba apagado, colocado sobre un mueble con cajones semiabiertos. Encima del televisor, un reproductor de video y encima unos diminutos  y  desfigurados  juguetes.

Una grabadora con musica grupera de una estacion de radio a un volumen apenas perceptible, colgaba en alguna de las paredes laterales cerca de aquella zona de las conexiones electricas.

En las paredes colgaban algunos calendarios y pegados un par de viejos y roidos posters de  rubias mujeres semidesnudas.

Al parecer aquel cesto roto de poco servia pues mas ropa sucia yacia tirada al lado de una mesa y que encima tenia entre peines de platico, un desodorante, cajas de medicina, golosinas, una barata colonia, una vieja lapicera, papeles subrayados, un cuadernillo y un vaso con agua a medio tomar.

El olor era un tanto desagradable y distinto. Una mezcla a veces de orines resecos, otras a pescado crudo, a ropa sucia y a sudor, a pies y otras a jabon y gel.

Valeria lo percibio, estaba claro, pero no hacia mucho caso, no por el momento.

-¿Puedo pasar a su baño don Tino? -solicito presurosa la mujer invitada para aquella noche

-Si. Pasele, es por aca -indicaba hacia el lado derecho de la habitacion -Pasando la cocina, adelante y ahi esta el bañito. Ahi hay papel. Creo. Si no hay me avisa. -hablo expresandole una fatal y exhaltada sonrisa.

Ella se adentro para ir a orinar. Una cortina de sucia tela colorida de flores estampadas, fungia como un intento de puerta a la siguiente habitacion.

Primero paso la cocina, un cuarto meramente mas decente que el anterior.

Habia un par de mesas. En una de ellas, la que daba hacia una ventana al exterior, estaba colocada la fruta aunque al encender la luz, algunos poco insectos empezaron a sobrevolar. Una estufa con al una cacerola de aluminio encima y un viejo refrigerador estampado de pegatines diversos. Bolsas de jabon y algunos pocos trastes sucios en el fregadero. Los trastos limpios lucian intactos en una caja de madera.

Se evidenciaba hasta el momento la falta de una mujer. O mas bien, una buena costumbre de asear periodicamente.

Pasando la cocina estaba el baño. Apenas llego y el olor le resulto mas desagradable.

Estaba dividido en dos partes. En una, una botella de shampu, jabones de varios tamaños y colores sobre una pequeña repisa, botes con agua, toallas mojadas y una coladera que impedia el paso de varia cantidades de pelo negriblanco y una capa gris de mugre. 

En la otra parte ,una taza semisucia, con una cadena descompuesta por lo que habria que agarrar la cubeta y llenarla de agua de ese oxidado barril de metal y luego vertirla en la taza. Al lado es destapacaños. Papeles blancos y sucios caian de aquella cubeta que servia como cesto el cual ya estaba lleno.

Aguantaba la respiracion y se apresuro a hacer lo suyo. No habia tapa. Sintio como se mojaba pues el contorno de la taza estaba cubierta de liquidos. Deseaba que aquello fuese simplemente agua.

Tan pronto termino, salio de ahi de inmediato.

El taconeo hacia notar que ya se acercaba a la habitacion 'principal'.

Pasado el desagradable momento, ya bebia con bebia con Juventino aquellas cervezas que quedaban 'pendientes'. Evito quejarse pero lo hubiese hecho si tan solo le hubiera importado la estetica de ese lugar.

Estaba revisando con el algunas fotos de cuando joven y asi entre otras breves cosas.

-No se lo he dicho pero hoy se ve chulisima. Es el vestido que yo le regale ¿Verdad?

-Si el mismo don Tino.

-Que bueno que se lo regale. Le quedo pero a todo dar.

-Si. La verdad es que es muy lindo. -dijo mirandose al mismo tiempo que lo hacia Juventino con total lujuria.

-¡Se le ven pero bien chulas las piernas. Lo que sea de cada quien pero usted tiene unas ricas carnes!. -exclamo con emocion

-Gracias -contesto un tanto sonrojada

-De que mi Vale. Oiga y que le decia el Juli porque note que se la paso bien sonriente con ese cuando ahi andaban bailando. A mi ya ni me pelo jeje.q

-Ay. Nada. Jaja. Nada. Nada.

-Como que nada. Ande. Estamos en confianza. ¿Que le decia? ¿Que le contaba ese?

Su juicio no estaba totalmente claro. Ademas parecia bastante animada con seguir aquel 'el juego' inicial. Y asi la cantidad de bebidas etilicas que ya habia consumido la animaron a atender esa pregunta.

-Jaja. Bueno. Es que osea. Me estaba tirando la onda.

-Si pero que le dijo. Porque hasta vi que le agarro las nalgas y usted nada mas se rio con el. -Sin reparo se habia atrevido a mencionar y al ver que no habia perturbado el ambiente, sabia que habia hecho lo correcto.

Ambos de pie con una lata de cerveza en mano, platicaban. Ella al mismo tiempo apreciaba un paisaje de un calendario del año anterior de una carniceria que ella reconocia.

-Queria que me fuera con el.  

-Ah chinga ¿Y para que? -consulto con una terrible curiosidad finjida.  

-Ay osea. Queria llevarme a su casa y... -tragaba un severo sorbo de cerveza -Y queria que... jaja... se la mamara o algo asi.

-¿Que usted le mamara la verga a ese canijo?

-Si. Pero pues ya ve que tuvimos que venirnos y...

-Entons ¿Usted se quedo con las ganas? ¿De mamar verga?

La pregunta era lo suficiente para ser desestabilizadora que prefirio tomar asiento. Se arrimo a la cama y en el borde colgaba un grueso pantalon de mezclilla. Ella lo tomo para acomodarlo en otra parte y al quitarlo de ahi encontro algo que le resultaba familiar.

Apenas la veia por lo opaco de las luces. La tanga azul. Su tanga azul. Dejo de lado la lata de cerveza dejandola en el piso. La tomo con ambas manos y en efecto la reconocia, habia notado su desaparicion pues esta era una de sus favoritas. El aspecto actual era desastroso pero sin duda era suya.

-Oiga. ¿Que hace con esto? Esto es mio. -pregunto recriminando

-No. No pos. -El ambiente estaba lo suficientemente enardecido y a estas alturas ocultar este tipo de situaciones ya no eran necesarias y sin precaucion, confeso. -¿La verdad?

-Si por supuesto. ¡Ya digame!

-Si. Esa ropita es suya. Yo me la robe esa vez que le fui a abrir la cerradura de su cuarto ¿ Se acuerda?

-Si. Lo recuerdo. Pero ¿Por que lo hizo?

Tomaba el aire  que necesitaba y el ultimo sorbo de esa lata de cerveza ahora vacia.

-Sientese dejeme explicarle.

-¡Hable!

-Por favor. -suplico convenciondola al verla sentarse en el sucio colchon

-¿Y luego? -decia con un gesto de ligero enojo y mucha curiosidad Valeria que aferraba en sus manos, aquella tanga.

-Lo hize porque... ¡Porque usted me gusta! Porque usted es una chulada de mujer y yo se que nunca podria estar con una mujer como usted.  Y cuando vi su tanguita pues se me hizo facil. Para mi es lo mas cerca que puedo disfrutar algo de usted.

Ella escuchaba con atencion, con ojos que pretendian comprender a ese visiblemente pobre tipo.

-Asi pos cada vez que pienso en usted, tengo esa tanguita que trae en sus manitas y en ella pos he vaciado las leches que usted me provoca.

-¿Como? ¿Osea que se ha mansturbado con mi ropa? -exclamo soltando su propia tanga tirandola aun lado suyo

-Si mijita. No puedo evitarlo. Usted me gusta muchisimo. -dijo acercandose muy seriamente con una evidente faccion de temor en el rostro

Acto seguido se arrodillo a los pies de su bella vecina. Apoyo sus manos en las desnudas rodillas de Valeria.

-Perdoneme. Por favor. No quiero perder su amistad. Es usted pos a todo dar y estos ultimos dias, han sido los mejores de mi ¡perra! vida.

-su mente sugirio pero veia a ese hombre humillado y solo le causaba una terrible pena.

-Por favor. No me quite su amistad. Hare lo que usted me pida.

Que podria pedirle a un tipo como este. Realmente nada. Ademas ella le debia algunos favores. Pero habia forma de cobrarlos.

-¿Me perdona? -suplicaba como un tierno infante

Su mente de pronto se perdio en sus razonamientos que habian surgido tras el descubrimiento de la infidelidad de su marido.

'Todos son iguales'. 'Todos'.

Aquellas opiniones una vez mas estaban en lo correcto.

'Pagar con la misma moneda'. 'Jugar el juego'

Su 'querido' Fernando. Los papás de sus alumnos. Julian. Todos los demas. Todos querian lo mismo de ella. Incluso ese vecino al que mas o menos consideraba decente y empezaba a verlo como un gran amigo y brindarle su confianza. Confianza a ese vecino que ahora... ¡¿La besaba?!

Sus pensamientos habian dado un paseo muy largo y vago. Tanto que sentia como raquiticas cantidades de saliva recorrian sus espinillas. La lengua y los labios de Juventino recorrian esa parte inferior de sus piernas y el situaba sus manos en las rodillas y levemente transcurrian por los muslos expuestos de Valeria.

<-¡¿Que hago?!> -se pregunto pero aturdida esa pregunta se perdia.

Pudo haber empujado a Juventino, le hubiese resultado facil. Tan solo acomodó los brazos a los costados de su cuerpo para mantenerse sentada. No pretendia detener esos salivosos besos y lenguetazos sobre la piel de sua piernas.

Sus piernas precisamente que aun estaban juntas, no tardaron en abrirse muy lentamente. Juventino aprecio el movimiento y diviso al final de aquella estrechez de los feminos muslos, una tanguita que cubria aquel, ostentoso y deseado por muchos, cofre vaginal.

Sus callosas manos estrujaron los muslos y subia y bajaba como si le estuviese aplicando el bloqueador solar como cuando ella visitaba la playa en vacaciones y decidia tomar el sol.

-¡Mam..mamasita! -agitado apuro a mencionar muy entretenido en lo suyo.

La trataba de mirar a los ojos pero ella habia tirado la cabeza hacia atras con los ojos cerrados y de ella solo se escuchaban respiraciones rapidas y un tanto entrecortadas.

Siguio aun mas con aquella desesperada besuqueada y ahora subia mas, primero por las rodillas y pronto, sin perder tiempo, al comienzo de los muslos que estaban desnudos completamente. El se habia encargado de eso. Trabajo era lo que menos le habia costado todo gracias a ese menudo vestidito.

Sus manos ahora tocaban sus caderas pero por debajo de la prenda color negra.

-¡Hmmm!

Valeria no pudo contenerse mas. Para su vecino ese fue el gemido mas dulce y autentico que habia escuchado en toda su mal vivida existencia.

Ahora ella yacia tirada de espaldas sobre la cama, con las manos a los lados de su expuesto cuerpo. El vestido la cubria solo desde sus caderas hasta el pecho. Lo demas, salvo por la tanga, estaba a disposicion de su viejo vecino.

Obviamente el lo estaba aprovechando pero avanzaba de a poco, como un aventurero temeroso, pero que sabe que lo debe y quiere hacer.   

Se daba tiempo para ese escrutinio lingual sobre los centimetros posibles de esa tersa, suave y perfumada piel de los muslos de Valeria. En instante una de sus manos dejo de tomarla por la cintura y apresuro a tocarla sobre la tela de su preciosa ropa interior.           

-¡Estas riquisima mamasita! ¡Que ricas estan tus piernas! ¡No sabes cuantas veces te quise tener asi!

Le encantaba esa vision. Ella no decia nada. Recostada casi por completo en la cama de su vecino.

Juventino nunca lo hubiera imaginado posible. La mujer tenía puestas esas zapatillas de tacon y quizo quitarselas para que ella se sintiese mas comoda, seguro estaba cansada de tanto bailar. Pero la imagen para el era aun mas infartante y atractiva. Sus piernas totalmente desnudas ya brillaban a causa de esa viscosa capa de saliva.

Para el suertudo de Juventino, estaban lejos esos dias de sendos desplantes de tantas y tantas mujeres, de desprecios y humillaciones por su miserable vida. Su propia exmujer en nada podria compararse a esa tersa y clara piel intacta de manchas o naturales estrias.  

Disfrutaba inconsciente de aquella presente amenza del marido cuya mujer ahora ya le empezaba por besar cerca de la entrepierna.             

Tomo sus delgados tobillos bruscamente y los alzo para colocar esos pies, con todo y zapatillas, sobre esa rechinante cama, haciendo que ella quedara con esa tremenda abertura de piernas las cuales doblaba, una posicion que resultaria natural en una visita con su ginecologa.

Valeria arrastro muy poco su cuerpo, para acomodarse mejor pero sentia tantas sensibles imperfecciones del colchon a causa de los resortes que escapaban de su lugar.

Aun de rodillas sobre el piso y recargandose al borde de su propia cama, seguia besando y untando su dosis de asquerosa saliva en esa esquisita entrepierna. Podia percibir que de ahi emanaba un calor y un aroma muy singular, jamas antes percibido por el. Ni siquera aquellas intimas veces con su exmujer, le habian proporcionado tan agradable sensacion y con tan solo tocarla.

Hubieron mas de aquellos besos y caricias. Ya amenazaba por arremeter contra la intimidad de Valeria aun protegida por su tanga.

Viscosos sonidos se agudizaban en esa parte especifica de ese sexy y dejado cuerpo.

-!Ah! -Fue un grito ahogado y breve que continuo de un gemido mas prolongado -¡Hmmm...!

Aferraba sus manos a las telas de las sucias y tiezas sabanas, como si evitara caer estando paralela a la cama.

Los oidos de Juventino disfrutaban esos aquellos desquiciantes sonidos que como corrientes electricas recorrian sin escalas por ese desgarbado cuerpo, hasta llegar a la punta de su ya muy erecta verga.

Asi de pronto, agarro uno de los pies, el izquierdo, de su deseada vecina y empezo a besarlo con desesperacion incluso lamiendo tambien por encima de aquel calzado, liberando el sonidos horrendos de gran gozo, como cuando se daba el gusto de comer una apetitosa pierna de pollo recien asado.

Terminando, coloco la pierna por encima de su hombro y ella puso la otra en el hombro restante.

Los pies de ella recorrian los hombros y cuello, tratando de llegar a la espalda y como si fuesen un par de brazos. Exigian a que Juventino continuara con su vehemente besuqueada.

Los gemidos feminos no cesaban, subian y bajaban su volumen a cada rato y era lo que mas se escuchaba dentor del cuartucho aquel, ademas de esa cansada respiracion de su vecino.

El entonces quizo subir por su cuerpo y acomodarse encima de ella pero Valeria arrastro su cuerpo mas hacia atras, indicando que aun no lo queria sobre ella. El lo comprendio de inmediato, ya habia puesto una de sus rodillas en la cama, y sentia como las piernas entrelazadas de su  vecina habian llegado a su zona lumbar. La arrastro de nuevo al limite de la cama.

-¡Quiero que me la chupe! -de pronto exigió con una voz agitada.

-¡Si...! -una jadeante Valeria alcanzo a decir con una ausente nocion de su realidad y cordura.

-¿Me la va a chupar? -insistio con esa opaca y rasposa voz.

-¡Si...! ¡Si... ! ¡Si...! -asentia sin temor con una vocalidad que practicamente vociferaba.

Juventino se aparto de Valeria, pronto y sin cuidado de esas aprisionantes piernas que caian al suelo bruscamente haciendo sonar el contactos de esas suelas taconadas. Se puso de pie. Pretendia quitarse la camisa.

Ella noto esa separacion de calientes cuerpos. Queria saber que pretendia, porque ya no seguia en lo suyo. Al verlo parado frente a ella, levanto su cuerpo quedando sentada al borde de la cama la cual apretaba con ambas manos.

Sus castaños y ondulados cabellos lucian desordenados, sus ojos brillaban ardientes y mantenia la boca abierta cerrandola para apretar sus labios o morderselos con sus dientes.

Veia como cada boton de esa roja camisa, dejaba su lugar para descubrir ese pecho que describia una mata desordenada de gruesos vellos entrecanos, desde abajo de ese huesudo pecho donde caian unos horrendos y obscuros pezones varoniles, hasta llegar a una elevada masa que describia esa inflada barriga cuyo centro se coronaba con un ombligo profundo y obscuro. Tenia ganas de ayudarlo a desabrochar dicha camisa, pero el habia sido rapido y ya el ultimo boton no cerraba la camisa.

Se miraron por primera vez desde aquellos empeñados sobajeos de Juventino. Un encuentro fantastico de sus ojos. Ella lo miraba desde abajo. Quizo desviar sus ojos pero solo parpadeo con timidez. Los palidos y cansados pero fervorosos ojos del hombre, miraban la cara mas esquisita, mas juvenil que tal vez podria hallar en esas niñas de la preparatoria a donde a veces el solia ir a vender. Una carita espectante, de una niña que se estaba portando mal.

Ella tenia de frente esa protuberante ereccion pero no hacia mucho caso de ella. Creyendo que Valeria le habia tomado la palabra de mamarle el falo,  pues habia tomado asiento, empezo a desabrocharse con tesón el cinturon, y asi luego con el boton del pantalon y finalmente bajar el cierre del mismo.

Ante ella esa ereccion que aun se ocultaba erguida tras una roida truza color azul marino.

Con ahinco el sacaba de sus pies, sin sacarse los zapatos, sus pantalones. Ella tan solo no quitaba la vista de ese horrible cuerpo que empezaba a ignorar realmente lo desproporcionado que se veia. Los muslos del viejo eran flacidos y tambaleantes. Y hasta el calzon aquel hombre parecia quedarle grande.

Ya se habia despojado ya de sus pantalones y empezaba a acercarse amenazante hacia Valeria. Caminaba con una verga parada que apuntaba a la altura de la barbilla de Valeria.         

Inesperadamente vibraba el celular. Era el de Valeria. Lo tomo rapidamente para apagarlo. La pantalla estaba encendida y en ella se leian '7 llamadas perdidas' y varios mensajes. .

-¡Deja eso mamasita! -practicamente ordenaba Juventino a su vecina con una voz de lastimosa suplica.  

Ella volteo y se encontro a escasos centimetros una ereccion aun enfundada en esa truza azul.

En su mano sintio como llegaba a vibrar una vez mas aquel aparato.

'Nuevo mensaje de voz'      

Sin demora, apreto los dedos y lo revisó y asi notar porque la insistencia. Lo abrio y escucho colocando el la vocina a su oreja derecha.  

'-Vale. Otra vez. Perdon por la insistencia... -era la voz de su marido -...estas dormida. Perdon si te despierto pero ya voy en camino...'  

Aquel mensajo la hizo ponerse de inmediato de pie. Al hacerlo y por la diminuta distancia entre su cara y esa ereccion, se dio un contacto entre su mejilla y aquella verga. El quizo detenerla, aquel contacto casi lo hace venirse en seco pero aguanto. No pudo hacer nada pues ella ya estaba parada el cerca del televisor y de espaldas a el, leia el resto del mensaje.

'...estoy manejando. Entonces por favor me podrias poner el baño asi como ya sabes. Voy demasiado cansado y...'

No termino de escuchar todo pues despego un instante el celular de su oreja.

-Tengo que irme - dijo terminando de recomponer su vestido.

-¡¿Como?! -dijo Juventino con una voz ahogada de furia y tristeza haciendo que perdiera un poco de vigor su ereccion -No. No se vaya. Todavia no...

-Si... No... Mi marido viene en camino

-Deja ese pend... -detuvo lo que decia al temer que podria ofenderla -¡Dejalo! El no merece tu atencion.

El tenia razon pero una voz interna, la de su consciencia le decia que tenia que atender a su marido, mientras tomaba su bolso que yacia tirado al lado de la cama.

-No puedo.

Abrio la puerta y ni tiempo le dio a Juventino de poder ponerse al frente y detenerla.

-Oiga no... no... -Eran inutiles sus vacios intentos

-Me voy. -Se acomodaba el cabello. Lo miro y viendole noto una cara de un hombre abatido, desesperado y frustraso.

-¿Pero entons nos vamos a ver mañana?

No recibio respuesta alguna. Ella ya abria la puerta que daba a la calle. Volvio su apurado y hermoso rostro para verlo. Era esa cara como la de un perro callejero esperando algo de alimento.

No lo penso mucho. Metio las manos por debajo de su vestido alzandoselo una vez mas.

El figuraba que ella volveria a entrar, hasta acomodaba su posicion para darle permiso a aquella hembra, pero para su sorpresa, vio como ella tomaba los extremos de su tanga y se la bajaba recorriendo lo largo piernas y sacandola de su pie derecho con facilidad y cuando pretendio hacerlo de la misma manera con su otro pie, la tanga se atoro con el tacon de su zapatilla. Tuvo que apoyar uno de sus brazos en la puerta para conseguir equilibrio y completar su tarea.         

Ya fuera finalmente aquella intima ropa, acomodo primeramente u vestido. Echo un rapido vistazo hacia los costados del callejon, en busca de ojos indiscretos y le entrego esa prenda a su vecino sin decirle palabra alguna. Tan solo una sonrisa vacilante, hasta lujuriosa pero con un dejo de verguenza.

-¡Gra...gracias mamasita! -exclamo titubeante y con gran emocion uno de los hombres mas afortunados de esa noche y de cualquier otro lugar.      

Aun parado afuera de su puerta, en la banqueta, la veia alejarse casi corriendo a prisa. Los taconeos disminuian su caracteristico sonido. Al final vio como abria la puerta de su casa y entraba a ella, sin detenerse y devolverle la mirada.     

El fin de aquella inexplicable e inesperada relacion. O la promesa de continuar con lo 'pendiente'. Es lo que queria entender aquel pobre pero venturoso tipo.

Aquella tanga de color rosa, equilibrado con encajes negros y un moñito del mismo color en el borde principal, dio un sucio paseo por la verga de 'don Tino' aquella madrugada. Termino humeda mas humeda de como ya la habia recibido. Ahora esas calientes y espesas cantidades de semen la invadian sin consideracion.