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Un dia insano de Abril

en Hetero: General

La siguiente es una historia ficticia, cuyos componentes se basan en situaciones e individuos existentes. Esta se desarrolla de manera convenientemente integrada para lograr su particular desarrollo.

 

Un día insano de Abril

April Morgan no tenía intención de llegar tarde, mas no era la primera vez que sucedía algo así. Su desorganización, su desgano e indiferencia por la vida la hacían comportarse así. Se vistió como pudo, opto por la blusa azul, una falda un poco corta y una chaqueta que hacían su conjunto ejecutivo. Recogió su rubio pelo y coloro de forma tenue sus labios y sus profundos ojos verdes.

Había salido corriendo de su apartamento cuando se dio cuenta de que había olvidado su celular. Eso significaba que tenía que sacar las llaves del bolso y volver al apartamento y luego volver a salir. Para su mala suerte, no podía salir sin su bluetooth por lo que ya estaba de vuelta en otra vez.

“Ahora ya estoy lista”, se dijo, un poco desesperada. O por lo menos esperaba que lo fuera, pensó mientras se paraba en el ascensor cambiando su peso de un pie al otro y volviendo otra vez. Presionó el botón indicado aunque el botón ya estaba encendido. De prisa, silenciosamente instó al ascensor. “Vamos”.

A el ascensor aparentemente no le importaba la urgencia o quizás simplemente no como ella pero cualquiera que sea la razón, el ascensor se estaba tomando su propio tiempo para responder a al llamado.

Finalmente arribó y April corrió a bordo y ella presiono el botón para un viaje al vestíbulo. Por supuesto, ese día así como todos los días el ascensor no llegaría directamente al vestíbulo porque antes habría de hacer paradas y recoger personas en el trayecto.

“Maldita sea”, pensó. Iba a llegar tan tarde. Ya había perdido los dos primeros autobuses, pero si podía llegar a la parada de autobús a tiempo, tal vez podría conseguir el último y entonces tal vez sólo llegaría apenas un poco tarde.

El autobús se estaba preparando para alejarse de la acera cuando el conductor vio a April corriendo hacia el autobús y abrió las puertas para dejarla subir.

-Gracias -dijo con ineludible gratitud.

El conductor asintió con la cabeza. 

-Tienes suerte- dijo sugerente el tosco sujeto. -El siguiente no puede parar.

April asintió calmada pues ya había conseguido subir. Todos sus problemas iniciales habían terminado, o al menos eso era lo que pensaba.

El autobús estaba lleno y ella tendría que soportar a esa terrible gente, pluricultural típica de la ciudad internacional; morenos, inmigrantes, gente que detestaba. Tendría que soportar sus peculiares olores a menos que algún tipo agradable le dejara su asiento. Miró a su alrededor buscando suerte, pero nadie parecía dispuesto a ofrecerle su asiento. Caballerosidad, pensó. La caballerosidad definitivamente estaba muerta.

-Oye, fíjate -dijo alguien.

-¿Qué? -dijo ella distraídamente y luego se dio cuenta de que casi había golpeado al enojado hombre con su bolso. -Oh, lo siento.

-Sí, sólo fíjate.

-Uh huh – susurro ella resoplando y pensó que si el hombre la hubiera dejado tener su asiento, él no tendría que preocuparse por su bolso.

-¿Le importa si le hago una observación? -dijo el hombre parado detrás de ella.

A April tardó un momento en darse cuenta de que el hombre estaba hablando con ella. 

-¿Qué? -preguntó la acosada muchacha.

-Debería ser más amable con otras personas -dijo el hombre.

April podía sentir los escalofríos subiendo pues el sujeto, un tanto más alto que ella, le expulsaba el aliento cerca de sus orejas al estar prácticamente pegados. 

-¿Qué acabas de decir? –preguntó molesta al sujeto dirigiendo una mirada a esa cara rojiza y curtida.

-Me has oído -dijo el hombre.

-Ahora escúcheme, señor -dijo jactante April. -No sé quién se crea para que esté pensando que puede hablarme así y además no veo que sea asunto tuyo.

-Tienes razón. No es asunto mío. Sólo estaba haciendo una observación.

April no estaba segura de por qué, pero a pesar de que el hombre acababa de estar de acuerdo con ella, casi no le resulta tan satisfactorio para ella.

-¿Le molesta si le hago otra sugerencia? -preguntó el hombre.

-Sí -dijo una aburrida April. –Demasiado. 

-Voy a hacerlo de todos modos. Necesita aprender a ser un poco más considerada con los demás.

April volteo molesta, como si el sujeto conociera su vida sin previo derecho, y estaba a punto de objetar cuando el hombre levantó un dedo para detenerla justo en la boca y de repente se encontró incapaz de hablar.

Pronto, el hombre pareció detenerse como si estuviera pensando en lo que estaba a punto de decir. 

-Escuche –dijo -iba a decirle lo que le pasaría, pero al final aceptaría todo lo que yo le dijera y creo que será más divertido que lo entiendas por ti misma -dijo el hombre con voz clara e inerte.

“De qué diablos está hablando” – pensó extrañada April.

-Creo que hay algunos cambios que se deben hacer y solo así usted va a aprender su lección –agrego el sujeto.

-¿Qué cambios? ¿Qué lección?

-Le diría que se divirtiera, pero ese no es realmente el punto, ¿verdad? –sonrió con competente astucia y finalmente dicto –Ya lo sabrá. Solo disfrute su diá.

April iba a decirle al hombre lo que pensaba de él, pero en ese momento, el conductor llevaba el autobús hasta la acera para su próxima parada y en ese momento, April tuvo que agarrarse bien del tubo metálico en el que se estaba sosteniendo a medida que el autobús llegaba a la acera. “Debería conducir mejor” pensó con fastidio April.

Y entonces su atención volvió de nuevo al hombre, pero ya, se estaba moviendo hacia la parte posterior del autobús y hacia la salida. 

-¡Oye! -gritó ella. – ¡Oye!

Si la escuchaba, no la miraba porque seguía avanzando hacia la salida. “Que tipo más estúpido” pensó April. Tal vez era lo mejor que se hubiera ido, aunque extrañamente sentía que un pedazo de su mente se iba con él.

No pasó mucho tiempo antes de la parada de abril se acercaba y ella se movió hacia la salida y su bolso de gran tamaño accidentalmente tropezó con la cabeza de un hombre sentado mientras pasaba. 

-Oye, cuidado -el hombre gruñó.

-Lo siento -dijo April mientras abrazaba su bolso más fuerte. Ella realmente no le importaba estas malas peripecias, sólo lo mencionaba porque correcto decirlo. Luego ella estaba fuera del autobús.

No era un largo paseo de la parada de autobús a su lugar de trabajo. Por lo general, April no encontraba bastante agradable tener que caminar y llegar a aburrirse por mera necesidad. Pero en ese día de abril había algo en el bullicio de las multitudes, no es que ella no deseara estar en esas multitudes, es solo que encontraba el aire insólitamente estimulante. Había una razón, algo parecía diferente. Era casi como si... Era casi como si todos estuvieran observándola.

“Sí, sí”, pensó con una sonrisa. Ella era sólo una más en la multitud y sin embargo ... Y sin embargo, parecía que no podía sacudir la sensación de que no era sólo una de la multitud y se sentía más que eso, no podía sacudir la sensación de que le gustaba lo que estaba sintiendo.

-Buenos días, señorita Morgan -dijo la recepcionista cuando April entró en el vestíbulo-.

Normalmente, April habría caminado pasando de largo de la nueva chica, pero en este día, se detuvo sólo por un momento. 

-Buenos días -dijo ella.

La recepcionista parecía casi tan sorprendida. Como era posible que la misma arrogante April se había detenido a hablar con ella. 

-Espero que disfrute de su día- dijo la joven con suavidad.

-Espero que sí, para ambas -convino April, y pasó junto a la chica y entró en el ascensor ya en espera-.

Dirigió las actividades del día en su mente mientras el ascensor llegaba hasta el tercer piso. Ella tenía una reunión con Bill Bergman a las… “Vaya” , se decía, era tarde ya para eso. Y luego sería la reunión del equipo de diseño a las diez. Eso sería un desperdicio total de tiempo. Después a las once, podría sentarse a su computadora y tal vez podría hacer algo de trabajo y luego por la tarde, tenía a las dos de la tarde cita con el nuevo cliente. “Estupendo. Sólo sera otro día” se dijo con fastidio.

Ella fue directamente a su oficina y puso el portátil en la estación de acoplamiento y tan pronto como llego, ya sabía que estaba tarde para la reunión con Bill, pero tenía que ir. Cogió un block de notas y se dirigió a la oficina de Bill: ella llamó a la puerta.

Bill era un hombre mayor en relación a los que trabajaban en la oficina con April. Bill tenía más de 35 años, pero Bill no sólo era viejo, sino que parecía viejo. Él era calvo por alguna razón y usaba una corbata y abrigo muy anticuados, pareciéndole que no le importaba, cuidar de sí mismo.

-Lamento llegar tarde -dijo April.

-¿De verdad lo lamentas? - gruñó Bill.

-Eso dije –replico sumisa April. Había querido decirlo más como una réplica defensiva para poner a Bill en su lugar, pero de alguna manera cuando lo dijo, no sonó tan bien a sus oídos.

-Sí, bueno -el hombre de mala gana permitió -no dejes que suceda de nuevo.

-No lo haré -le aseguró April, y estaba segura de que no lo haría.

-¿Deberíamos empezar con el trabajo entonces?

-Claro -dijo la chica.

Durante la siguiente media hora, April y Bill repasaron la inminente campaña de marketing y cuando la reunión se terminó, April tuvo una serie de tareas que necesitaba realizar. Era extraño, pensó, pero cuando terminó la reunión, de alguna manera, parecía que había absorbido la mayoría de las tareas que debían hacerse, es más, tenía las que iban a tomar mayor cantidad de tiempo o esfuerzo.

Fue raro. Ella casi nunca se tomaba la iniciativa de ser quien hiciera más o participara del mismo modo.

Se dejó caer en su oficina. “Por fin” se dijo a sí misma. Y pudo relajarse.

Pero casi tan pronto como había llegado allí, había alguien llamando a la puerta de su oficina.

-Eh, April -dijo el hombre-.

-Oh. Howard. ¿Qué pasa? 

Él era tan simple, un nerd en su aspecto, pero uno nada magnético, su cara siempre sudaba y olía a galletas, alguien muy trivial experto en esas tonterías informáticas, llego a pensar muchas veces ella.

-Me preguntaba si podrías hacerme un favor.

April apretó los dientes. “Esto es lo que pasa cuando eres amable con los geeks” pensaba en alusión a Bill “Porque antes de que lo sepas ya se creen tus amigos y vienen a pedirte favores”

-¿Qué es? -pregunto con desgano.

-Bueno. Hm.

-¿Qué?

-No tienes que portarte tan mal conmigo.

-¿Que? No estaba siendo mala.

-Es que me parece en la forma en que lo dices.

-No lo estaba siendo -repuso April de nuevo con mezquindad. -Venga. Realmente quiero saber cuál es el favor. “Dios” pensó la niña con fastidio, pero prácticamente lo decía.

Howard sacudió la cabeza. -Olvídalo. Tal vez más tarde.

-Okey dokey –respondió con gracia sin voltear a mirarlo.

Este asunto debería haber terminado allí, sólo que April tuvo la sensación de que algo andaba mal. Ella no estaba segura de lo que era sólo que parecía como si ella debería haber sido un poco más considerada a lo que Howard quería y antes de que ella lo supiera, lo llamaba de nuevo a su oficina. 

-Howard, por favor. Quiero saber qué puedo hacer para ayudar. "

El hombre se acercó timorato a la oficina de abril casi como si esperara algo malo. -Se trata de los horarios -dijo.

-¿Que con ellos?

-No creo que haya manera de poder establecerlos así como dijiste.

-¿Por qué no?

-Tenemos un deslizamiento de horarios y los desarrolladores de software se están ejecutando con más errores de lo que anticipábamos. Creo que ya estamos con una semana de retraso.

“No no no”. Eso era lo último que quería oír. Ya le había prometido al anciano de su jefe que iba a recuperar el proyecto a tiempo. Bueno, ella sólo tendría que presionar a Howard, decirle que él y su equipo tendrían que trabajar más y más duro para hacer el trabajo. “Pero eso no sería muy considerado” se dijo April a sí misma.

April sacudió la cabeza. ¿Qué estaba pensando ella? -Creo que tú y tu equipo tendrán que trabajar hasta tarde para terminar a tiempo -dijo.

-Pero mi esposa. Mi bebé. Ella me necesita allí ahora que Michael ha nacido.

“Eso era cierto” pensó April. Ahora que estaba pensando en ello, no podía evitar recordar que había escuchado algo sobre baños de bebé o algo parecido, pero no podía ver cómo eso era algo de real preocupación. “No, debería ser más considerada”, se encontró diciéndose a sí misma. “Pero pero...”

-¿Hay algo que pueda hacer para ayudar? -preguntó April.

Howard parecía tan sorprendido como April, el por qué había dicho lo que había dicho. -No lo sé -dijo él a regañadientes. -Los equipos están trabajando tan rápido como pueden ahora.

-Hmm. ¿No, hay algo que pueda hacer por ti? -preguntó April.

-Ah… No lo sé. –respondió extrañado ante esa familiaridad repentina.

-Howard, ¿cómo van las cosas en casa?"

-¿En casa?

-Sí. Ya sabes. ¿Cómo van las cosas? Pareces un poco apurado.

-No estoy apurado. El solo este problema de…

-Todo bien con tu familia.

-Me parece que me estas acosando.

-Bueno, no lo hago. Howard, ¿por qué no entras y te sientas?

-¿Por qué?

-Porque quiero hablar contigo.

-¿Por qué?

-Porque quiero asegurarme de que todo esté bien contigo.

-Todo está bien.

-Ven entonces. Por favor, quiero que entres. Por favor. –No podía creer lo que decía pero sentía la imperiosa necesidad.

-Bueno está bien.

“Era importante, pensó April. Era importante poner la mente de Howard en reposo”. -¿Estás seguro de que todo está bien? -preguntó de nuevo.

-Te lo dije. Todo está bien.

-Pareces un poco incómodo. Creo que es por las horas que necesitas para trabajar.

-Te lo dije

-Lo sé. Lo sé. Tienes un nuevo bebé en casa, pero tal vez pueda poner tranquilizar tu mente sobre las horas que ahora necesitas para trabajar.

-Y ¿Cómo?

April se levantó y rodeó su escritorio. “Necesitaba darle algo a ese hombre” se dijo extrañada a sí misma. Después de todo, era justo pues necesitaba que el hombre trabajara en esas horas. 

-¿Te gusta mi cuerpo? –Preguntó, inesperadamente para el regordete hombre, mientras se sentaba en el borde de su escritorio.

-¿Qué? –se mostró incrédulo.

-Te preguntaba que si te gusta mi cuerpo. Pude ver que me mirabas con atención mientras te sentabas allí y no pude evitar preguntarte.

-No era mi intención.

-¿Esta bien?

-Supongo –repuso nervioso.

-Tal vez necesites ver más -dijo April, y al instante siguiente empezó a desabotonarse la blusa.

-¡Señorita Morgan!

-¿Qué?

-No creo que deba estar haciendo esto.

-¿Por qué no? Sólo te estoy mostrando mis pechos. Te gustan mis pechos, ¿verdad?

-Bueno, um, bueno, sí.

-Creo que mucho más de lo que dices. He visto cómo los miras.

Howard no dijo nada.

-Quizá quieras verlos más de cerca.

Howard todavía no dijo nada, pero no había necesidad porque April se levantaba del escritorio y luego se inclinaba sobre el hombre y ella presionaba sus pechos contra su cara.

-¿Qué piensas? ¿No te gustan?

Un comprensiblemente aturdido Howard se sentó donde estaba, las esféricas figuras dulces de la atractiva mujer. April continuaba presionando sus gloriosos y blancos pechos contra su grasoso rostro.

-Imagínate, Howard. Cuanto más tiempo pasemos, más tiempo puedes pasar con mis pechos. Te gustaría eso, ¿verdad?

-Sss…si.

-Así que si te pido que trabajes un poco más tarde, no te importaría hacer eso, ¿verdad?

-N…no.

-Eso es lo que quería oír, Howard.

No pasó mucho tiempo después de que Howard dejó su oficina y que April finalmente se dio cuenta de lo que había hecho. “Qué diablos, se reprendió. ¿Por qué diablos había hecho eso?” No fue culpa suya. Sólo trataba de ser considerada. ¿Por mostrar sus tetas? Eso fue una locura. Tal vez sí, pero había funcionado, ¿no?

April no pudo evitar agitar la cabeza. Ese no era el punto, se dijo. Afortunadamente para ella, no tuvo mucho tiempo para seguir razonando en sus inquietantes desfiguros antes de que Jenny se detuviera en su oficina. -Oye, April, ¿dónde estabas? Te extrañamos en la reunión.

“Oh, mierda, pensó April. La reunión del equipo de diseño. Se había olvidado de todo, pero había estado tan atada a Howard”. -¿Qué pasó en la reunión, Jenny?

-Don estaba un poco enojado porque no te presentaste, pero luego decidió que si no ibas a aparecer, podríamos darte todos los elementos de acción.

-Me parece bien. “Ésa no era la respuesta correcta, se dijo April, pero ella lo había dicho. ¿Por qué diablos había dicho eso?”

-¿Estás bien con eso? -preguntó Jenny.

-Claro -dijo una abrumada April. -Me encanta trabajar y me encanta hacer la mierda que nadie más va quiere hacer. “¿Por qué diablos había acabado de decir eso?”

-Muy bien -dijo Jenny-. Supongo que alguien tiene que hacerlo, pero Don se va a enojar si es que no lo haces.

-Lo haré.

-Muy bien.

April no pudo evitar suspirar. Lo quiera o no, ahora tenía bastante trabajo que hacer y ya que era obvio que nadie iba a impedir su holgura, parecía como si no hubiera tiempo como el presente para ella.

Todavía estaba trabajando cuando la hora del almuerzo rodó pero incluso después de que otros habían ido a almorzar, ella todavía estaba trabajando. No sería considerado dejar esta obra sin terminar, se dijo una vez más.

Eran casi las 1:00 cuando finalmente se sentó en su silla y pasó una mano por la nuca. No se había dado cuenta de lo mucho que había que hacer, pero se sentía bien por realizar el trabajo.

Necesitaba almorzar. Comprar una ensalada en algún lugar y luego regresar porque todavía había trabajo por hacer y no sería considerado dejar que sus labores.

Christine levantó la vista mientras April entraba en el vestíbulo. 

-Buenas tardes, señorita Morgan -dijo la muchacha con voz aburrida-.

-Buenas tardes, Christine.

De nuevo la recepcionista pareció sorprendida de que April se acordara de su nombre. -¿Ya va a salir, señorita Morgan?

-Solo salgo a comer algo. Parece que he trabajado durante el almuerzo.

-Ok. Que tenga un buen almuerzo, señorita Morgan.

-Claro

No pasó mucho tiempo antes de que April regresara con su ensalada en una pequeña caja de plástico. No parecía correcto que ella estuviera comiendo cuando todos los demás trabajaban y además, si comía en su escritorio, eso significaba que podía hacer aún más trabajo.

-Hola, señorita Morgan. ¿De nuevo tan pronto?

-El trabajo nunca termina, ¿sabes? April parecía estar a punto de pasar por el vestíbulo cuando se detuvo.

-¿Le molesta si le hago una pregunta, Christine?

-¿Qué pasa, señorita Morgan?

-No te he visto en ninguna de los eventos de la empresa con un marido o con algún un novio. ¿Tienes un marido o un novio?

La recepcionista se puso rígida ante la pregunta. -No veo cómo eso sea asunto suyo, señorita Morgan.

-Tienes razón -dijo April -lo siento. Y con eso, April se apresuró a entrar en el edificio, pero al mismo tiempo parecía que la respuesta de Christine había confirmado lo que ya había estado escuchando como rumor popular en la oficina.

En el camino de regreso a su oficina, encontró que el joven mecánico estaba de vuelta trabajando en la copiadora. Eso no fue sorprendente. La copiadora era vieja y había sugerido ya varias veces reemplazarla por una copiadora nueva.

Ella no había sido quien había tomado la decisión final, pero April era uno de los que habían tomado el punto de vista alternativo. Los jefes consideraban que lo mejor era mantener esos mobiliarios pues según  el   contrato estos venían incluyendo servicio que  a la empresa no le costaba. De alguna manera se habían salido con la suya. Habían maniatado bien a esa pequeña empresa y habían manejado bien los contratos como ese y eso significaba que la empresa de servicios tenía que seguir enviando a los chicos por ahí para arreglarlo cuando lo necesitaban y todas las veces necesarias. 

April se sentó en su oficina y tomó el primer bocado de su ensalada. De vuelta al trabajo, se dijo. Quince minutos más tarde, la ensalada se había acabado y April fue profunda en su trabajo sólo que... Sólo que algo la estaba molestando.

April usó su tenedor para arrastrar un pedazo de lechuga al paquete platico y tirarlo a la basura.

“No era justo” se dijo.

“¿Qué no era justo? No era justo lo que estaban haciendo con ese contrato de servicio. Tener a un pobre tipo seguir viniendo una y otra vez. Y sin ninguna remuneración.

''No era su contrato, ella contestó. Si la empresa de servicios lo hubiera deseado de otra manera, deberían haber escrito mejor el contrato."

"No solo no era justo sino que tampoco no era muy considerado"

Fue eso último lo que realmente llegó a ella. Ella pensaba que realmente debería ser más considerada.

"Eso era lo que la estaba molestando, se dijo April. No era muy considerada."

"Pero tampoco ese era su contrato. Pero pensar así no era muy considerado."

Se levantó, arreglo las arrugas de su falda y se dirigió a la puerta de su oficina y luego caminó por el pasillo hasta donde estaba el copiador. -¿Cómo te va? -preguntó.

-Casi termino, dijo.

-Parece que los tenemos mucho por aquí.

-Sí, es por esta marca de copiadora.

-¿Qué le pasa?

-Es un pedazo de... bueno me entiendes, no es muy buena.

-Parece que eres capaz de manejarlo.

-Es mi trabajo.

-Me preguntaba si podrías ayudarme con algo.

-¿Ayudarte con algo?

-Sólo me tomará un minuto si me acompañas a mi oficina.

-El hombre se enderezó y se limpió las manos con un trapo. -Claro -dijo-. Por qué no. Iré contigo.

-El reparador siguió a April a su oficina, mirándole en veces su respingona cola. -Entonces, ¿qué puedo hacer por ti? -preguntó al llegar.

-En realidad, siendo honesta, estaba pensando en lo que yo podría hacer por ti.

-¿Huh?

-¿Cómo te llamas? -inquirió April con voz melódica, mientras acomodaba su rubio pelo.

-Doug. ¿Por qué?

-Bueno, Doug, vienes mucho, para cuidar de las cosas que necesitamos. Creo que es hora de que alguien cuide de ti.

-No entiendo.

April cayó de rodillas. Todo parecía tan obvio. Necesitaba ser más considerada con los demás. Sus delicadas manos trabajaban en la parte delantera de los pantalones de Doug.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó el sorprendido reparador.

April no se molestó en contestar, mientras sus manos sacaban la polla de Doug de sus pantalones; quedó claro lo que estaba haciendo. -Me gusta esto –pronuncio con sofisma libidinoso.

-¿Qué estás haciendo? –repitió el inquieto pero afortunado hombre.

-Mmm, -April gimió y luego sus labios se abrieron para poder deslizarlos alrededor del eje sexual del hombre.

-Mierda -gimió el hombre-.

“Mmm, esto estaba bien, pensó April. Esto era lo necesitaba, chupar esta polla.”

-Mierda. -El hombre no paraba de gemir y luego gimió una vez más, con intensidad final.

No aguanto mucho más, tan solo le basto ver como el rostro humillado de esa mujer de facciones perfectas.

“Él se está viniendo. Oh Dios mío. Él se viene. Oh Dios mío”. Ella amaba eso. Estaba jugando en su boca y tragó tanto como pudo para poder recibir de su semilla.

-Joder  -Doug gimió una vez más, expulsando cada gota.

-Tenía razón, se dijo April. Era tan bueno ser tan considerada como ella lo era. "Mierda."

Su polla estaba empezando a disminuir y con ella iba el deseo de abril de chupar. ¿Qué diablos acababa de hacer?, se preguntó. ¿Qué diablos había hecho ella?”

-Maldición que bien lo haces -Doug estaba diciendo recobrando la calma y la posición de sus pantalones. -Nunca esperé algo así, pero te diré esto. Quieres mi ayuda, todo lo que tienes que hacer es llamarme.

-Cállate.

-¿Qué?

-Dije que te calles.

-Oye nena. No entiendo.

-Dije que te calles. No voy a pedirte nada... nunca. Ahora vete de aquí.

-Por supuesto. Como sea… -dijo Doug, cogió las herramientas y se marchó.

¿Qué diablos acababa de hacer?, se preguntó April. Ella todavía podía sentir el esperma en su boca y era tan asqueroso. Jamás había hecho esto por nadie, siempre lo imagino diferente, con alguien mucho más atractivo quizás. Se sentía destruida de su cordura, porque lo hecho, hecho estaba.

Había ido al baño para lavarse la boca y finalmente volvió a su escritorio. “Pon tu mente en el trabajo, se dijo. “Pon tu mente en el trabajo y puedes dejar todo este asunto sórdido atrás.”

A medida que pasaba la tarde, April frenó un poco su ritmo. No era tanto que se cansara de su trabajo pero necesitaba un descanso y qué mejor lugar para conseguir un descanso que en la sala de descanso.

Ella llenó su taza con café y ella tomó un sorbo. “Eso estuvo bien, se dijo así misma ¿Solo que…?”

Había algo más. April miró la taza en su mano. Faltaba algo pero qué. “Necesitaba ser más considerada, se dijo a sí misma. Ella necesitaba ser más considerada de los demás pero con quién”.

Ella tiro el resto del café en el fregadero. “Había alguien, se dijo. Había alguien que necesitaba su consideración”.

Se dirigió al frente del edificio y luego al vestíbulo; - Christine.

-Señorita Morgan –contesto con recelo la chica.

-Quería hablar contigo. Más temprano… Le pregunté si tenía novio o marido. Creo que me entrometí.

-Está bien, señorita Morgan.

-No, Christine. No, no es. Ya sabía lo que eras. Estaba bromeando y eso no fue agradable.

-A qué se refiere señorita Morgan.

-Ya lo sabes. Eso no fue agradable y tengo la intención de hacer las paces. "

-Eso no es necesario.

-Oh, yo creo que si lo es y mucho. Pero creo que tengo una manera de hacer las paces.

-¿Y cómo, señorita Morgan?

-Te lo mostraré.

-Señorita Morgan -dijo la recepcionista sorprendida, pero April ya se deslizaba detrás del escritorio de la recepcionista y luego April cayó de rodillas.

-Vamos -instó April. -¿Por qué no me abrís esas piernas?

-¿Señorita?

-Sabes que quieres. Porque todos los días cuando te has sentado allí, lo has querido. Porque cada día cuando me has llamado Miss Morgan, te has encontrado preguntándote cómo sería lamerte tu coño.

-N… no.

-¿No? ¿Estas segura de eso?

-No.

-Lo ves. Sabes que quieres -dijo April mientras su mano acariciaba la pierna de la otra mujer. -Venga. Sé que he sido una perra contigo. ¿No sería bueno tener mi lengua en tu coño?

Christine se quedó allí estupefacta, sus ojos azules centellaban, pero no dijo nada.

-Vamos. Sabes que quieres.

Christine se mantenía sentada allí, pero sus piernas temblorosas empezaron a abrirse lentamente.

-Eso es -murmuro April. -Eso es. Abre esas piernas.

Las piernas de Christine se deslizaron aún más abiertas.

-Eso es todo, April sintió de nuevo como su mano se deslizó por el interior de los muslos de la otra mujer.  -Abre las piernas para mí. Levantemos esa esa falda.

Christine no dijo nada.

-Creo que deberíamos quitarte estas bragas. –sugirió a Christine. -¿Qué dices? -preguntó nuevamente April.

-S… sí

-Eso es. Sí. Sabes que lo quieres. Quieres que te lama el coño ¿Verdad?

-Sí –impero la otra rubia.

-Sabía que eso era lo que querías. Y con eso, April se deslizaba entre las piernas de la otra mujer.

-Oh, sí, sí. –Gemía calladamente Christine.

April no pudo evitarlo. Su lengua lamió el coño de joven recepcionista. El coño de Christine estaba tan húmedo.

-¡Oh, sí! -Christine gimió.

Lo más probable es que estaría  en problemas si alguien se hubiera acercado en ese momento, pero tal vez ya no les importaba eso.

-Oh Dios mío, siii... -Christine gimió con más holgura -Oh Dios mío.

April también lo quería. Lo quería tanto. Quería probar el semen de la otra mujer.

-Oh Dios mío. Me vengooo... oh, Dios mío.

Instintivamente, April lo sabía. Christine estaba justo al borde.

-Oh Dios mío. ¡Ohh... joder!

Estaba ocurriendo. Podía sentir la caricia sutil del coño de Christine en su boca cuando finalmente se entregó a la liberación sexual. “Eso era lo mejor, pensaba Oh si” Le encantaba hacerla venir a Christine.

-Espera un minuto. ¡Qué mierda!

April se retiró.

-Maldita sea, señorita Morgan. Hay unas chicas ahí… tal vez.

-No pasa nada. Relájate. Solo que hay que encontrar un lugar y otro momento.

-¿Qué?

-Nada. Tengo que irme.

Christine asintió como si comprendiera. -Yo sé lo que quieres decir. No podemos dejar que nadie nos atrape, pero en cualquier momento que quieras reunirte conmigo, solo dímelo.

-Sí, claro -dijo April apresuradamente. –Me tengo que ir.  Y con eso, April se precipitó en la parte trasera del edificio y de vuelta a su oficina. “Qué diablos le había pasado” redundaron esos pensamientos de culpa.

Fuera lo que fuera, ciertamente no iba a suceder de nuevo. El resto de la jornada laboral de abril no tuvo ningún incidente y April no podía esperar para volver a casa. No estaba segura de lo que le había ocurrido, pero fuera lo que fuese, quería llegar a casa y tomar un baño y olvidar lo que había pasado en este día.

Tuvo que parar por la tienda en su camino a casa para un par de artículos. Un par de artículos. Y eso era todo. Cuando salió de la tienda, vio a un hombre negro liado en su aspecto como el de un vagabundo, sentado a la deriva con una chaqueta del ejército sosteniendo un letrero. "Veterano sin hogar", leyó en el letrero. "Necesita ayuda."

April tenía toda la intención de pasar al hombre cuando se le ocurrió algo más. Eso no era muy agradable, se dijo, y tampoco era muy considerado. -Hola -dijo ella. -Me preguntaba si podrías ayudarme.

-¿Qué clase de ayuda? -preguntó el hombre.

-Está oscuro y tengo que caminar a casa. Me preguntaba si podrías llevarme a casa. Yo haría que valiera la pena si lo hicieras. Te daría todo el dinero en mi cartera si me llevas a casa.

-¿De verdad?

-Si. De verdad.

-¿Cuánto dinero tienes en tu cartera? -preguntó el hombre con recelo.

-No lo sé. Tendrás que llevarme a casa para averiguarlo.

El hombre pareció entender eso. -¿Qué tan lejos está? -preguntó.

-No mucho. Sólo un par de manzanas.

El hombre pareció conjeturar al respecto, aunque la chica por supuesto podría no tener ningún dinero en efectivo, pero que era el riesgo que iba a tomar.

-¿Entonces que dices?

El hombre dudó un momento antes de tomar su decisión. -Claro -dijo-. Puedo llevarte a casa.

-Hey, eso es genial. Realmente aprecio esto.

Mientras caminaban, hablaban. El nombre del hombre era Fred y mientras caminaban, le ayudaba con las cosas de April.

-Es aquí -dijo April al llegar a pie del edificio.

-Bueno.

-Quizá quieras venir conmigo.

-¿Quieres que vaya contigo?

-¿Lo harías tú?

-Si seguro. Podría hacer eso.

April abrió la puerta de su apartamento. –Gracias ¿No quieres entrar? -e ofreció. Además tengo algo que necesito darte.

Fred asintió y la siguió adentro.

Como se había prometido, April sacó su billetera de su bolso y sacó noventa y siete dólares en efectivo. -Como lo prometí -dijo mientras le entregaba el dinero.

-Won gracias. –expreso el hombre satisfecho.

-No agradezcas. Es una deuda que todos debemos a ustedes los veteranos, pero  sabes, desearía poder hacer algo más.

-Algo. ¿Como que?"

-Algo… como esto -dijo April mientras se acercaba al hombre y entonces ella pasaba su mano por el frente de sus pantalones.

-Oye.

-¿Qué? No te gusta -preguntó April mientras trabajaba su mano dentro de los pantalones de Fred.

-No. No, no es eso.

-¿Entonces qué es?

-Es sólo... es sólo...

-Deberíamos sacarte de esos vaqueros - April tenía la respiración agitada mientras bajaba los jeans de Fred.

-Siii… -chillo el robusto hombre.

April cayó de rodillas y manoseaba con premura la polla de Fred incluso cuando ella lo miró con sorpresa insana. -Woow es tan grande. Y como pudo la empezó a introducir por el conducto que dibujaban sus brillosos labios rojos.

-Mierda –crispo el extasiado sujeto.

April apretó la boca sobre la polla de Fred.

-Mierda -el hombre gimió de nuevo.

April no le hubiera molestado en tener esa polla en su boca toda esa noche. De hecho tal vez ella lo haría, tal vez más tarde, porque ahora, había mejores lugares para vaciar ese semen. -¿Quieres venir conmigo a mi habitación? -preguntó.

-Seguro nena -respondió Fred aún desconcertado pero gozoso.

April llevó al hombre negro a su habitación y luego le ayudó a liberarse del resto de su ropa. Ella también lo haría pero antes pregunto -¿Te gusta mi cuerpo?

-Oh si nena –contesto con ansias el sujeto.

-Me alegro porque realmente quiero complacerte.

-¿Lo harás perrita?

-Mmm sí. ¿Te gustaría cogerme?

-Por supuesto.

-Eso es lo que quiero, también -dijo April mientras se recostaba en la cama y luego gimió mientras Fred deslizaba su polla entre sus muslos. -Quiero que me folles. Quiero que me folles tan duro como puedas. Follame bien.

Fred hizo exactamente eso y no pasó mucho tiempo antes de que se viniera en el coño de abril, pero April no iba a dejar que terminara ahí. -Quiero que me cojas -ella gemía. -Quiero que me vuelvas a joder.

-¿De nuevo?

-Sí, de nuevo. -Y entonces sólo para asegurarse de que Fred entendiera lo que ella quería, ella se deslizó hacia abajo y ella envolvió con su boca aquella gran viscosa polla negra.

-Mierda.

“No podría haberlo hecho mejor” pensó April mientras se acomodaba para montar la polla de Fred. “Mmm” a ella le gustaba esto. Le gustaba montar la gran polla de Fred. Ella le gustaba comer con su coño esa verga.

-Tengo que preguntarte algo –dijo entre tanto jadeo -¿Eres realmente un veterano?

-No –dijo. -No lo soy. ¿Hace alguna diferencia?

-Está bien -replico April mientras continuaba montando la polla de Fred. -Está bien. Me alegra que me hayas dicho la verdad. Dios mío, Fred.

-¿Qué?

-Vas a hacerme correr, Fred. Vas a hacer que mi coño exprima tu polla grande y gorda.

-¿Sí?

-Sí. Mi coño va a apretar su polla. Va a exprimirlo con tanta fuerza. ¿Te gusta eso?

-Sí.

-As. Me encanta ¿Te gusta?

-Sí perrita.

-¿Puedes hacerme un favor?

-¿Qué?

-Cuando mi coño exprima tu polla, ¿puedes eyacular dentro de mí?

-¿Qué?

-Me escuchas. Quiero sentir tu leche dentro de mí al mismo tiempo que me corra.

-No lo sé.

-¿Que? ¿No sabes?

-No lo sé -dijo Fred-. Puedo venirme primero.

-Eso crees, ¿eh? Bueno, supongo que sólo tendremos que averiguarlo. Y con eso, April arremetía su coño aún más duro sobre la polla de Fred. Ella llevaba realmente el ritmo de las acciones.

-Mierda. Estaba tan cerca. Y entonces ya no estaba más cerca. Ella era quien se corría en la polla de Fred y, incluso como lo hizo, podía sentir Fred también lo hacia en su hambriento coño.

A la mañana siguiente, cuando despertó en abril, encontró al desgarbado Fred a su lado. “Qué mierda” –miro asustada ese cuerpo azabache. Sin embargo, los recuerdos, lo que había hecho la noche anterior, volvían corriendo hacia ella. “Había sido una puta, se dijo. Ella había sido una vil y sucia puta.”

Ella tenía que sacar a este hombre de su cama, patearle el trasero enviarlo por su camino, pero algo más se le ocurrió. Realmente no sería muy considerado si ella hacia eso. Y entonces su mano se deslizó abajo entre las piernas de Fred y ella podría sentir como comenzaba a moverse.

“Pobre hombre. Definitivamente no, no sería considerado en lo absoluto.” Su mano apretó su polla. “No, no sería considerado en lo absoluto, pero algo podía hacer, algo que podía hacer ahora mismo.