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Harry Potter y la ruta de Eros IV

en Parodias

       ¡Bienvenid@ al cuarto relato de la ruta de Eros! La historia empieza a coger forma. Tus comentarios y votos pueden ayudar mucho tanto a su mejoría como a su continuidad.

Quiero agradecer a peter y a lalo sus aportaciones en los dos relatos anteriores (a la hora a la que subo esto son quienes han comentado) y de nuevo a quienes puntúan los relatos de esta serie. Todos me dais ganas de seguir escribiendo.

Tengo que aclarar una cosa respecto a "Harry Potter y la ruta de Eros I", que contiene los capítulos 1. Error y 2. Inicio para evitar errores. Lo que sucede en ellos es anterior a la actualidad:

Capítulo 1. Error

Los recuerdos de la biblioteca son del curso anterior, es decir, unos meses antes a la fecha actual. Ron y Hermione ya son pareja.

 

Capítulo 2. Inicio

Los sucesos del Mundial de Quidditch son recuerdos de hace varios años. Ron y Hermione aún no son pareja.

 

Capítulo 3. Roles

A partir del Capítulo 3. Roles, de "(...) de Eros II" todo lo que sucede es a fecha actual. Ron y Hermione siguen siendo pareja.

 

En el futuro indicaré claramente si pasamos a un recuerdo, para evitar confusiones. Espero haberlo aclarado.

¡Disfruta de la cuarta parte!

 

 

 

     6.Reincidencia

Lo que había sucedido esa noche dejó a Harry pensando mucho tiempo. Desde luego no había ayudado con su insomnio, pero fue una experiencia tan placentera que apenas podía pensar en las posibles consecuencias. No podía esperar a que le volviera a ocurrir algo parecido. Cuando por fin consiguió quedarse dormido, tuvo un extraño sueño en el que se veía una habitación a oscuras. Dentro sólo se distinguía el pelo largo de una mujer. No podía distinguir la cara y cuando intentó acercarse se despertó sobresaltado.

 

  • ¡Vamos Harry! -dijo Ron a la vez que le empujaba para que saliera de la cama-. No puedes pasarte el día durmiendo. Tenemos que prepararnos para ir al callejón Diagon.

 

Casi había olvidado el clásico trámite de cada año. Ginny estaría a punto de llegar y aprovecharían para comprar todo lo necesario para el curso, que empezaba una semana más tarde.

 

Harry se dirigió al baño dejando a su amigo cambiándose en la habitación. Justo cuando se acercaba a la puerta, ésta se abrió, y de su interior salió Hermione, con el pelo revuelto y unos ojos que indicaban que acababa de despertar. Bajo el camisón con el que dormía no parecía llevar ropa interior, a juzgar por cómo se adivinaban sus pezones apuntando hacia Harry. El mago se quedó sorprendido ante la firmeza con la que los senos de su amiga soportaban la gravedad, a pesar de su tamaño. Tras saludarle con una sonrisa, Hermione se acercó para darle un beso mucho más cercano a los labios de lo necesario. Se rozaron incluso con las comisuras. Harry se metió en el baño y se preparó para el día que venía.

 

Justo cuando Ron y Harry entraban en la cocina, los señores Weasley salían del garaje junto a una chica ahora muy morena con el pelo de un naranja tan vivo que parecía estar en llamas. Harry siguió sus movimientos sin apartar la vista de las piernas de la que había sido su novia, perfectamente visibles dado lo cortos que eran los pantalones de la chica. Apenas cubrían sus nalgas, apretándolas como si fuesen parte de su piel.

 

El saludo entre los exnovios fue titubeante. Se dieron un rápido beso en la mejilla y compartieron un par de preguntas cordiales. Detrás de Ginny, su madre contemplaba la escena con una extraña sonrisa.

 

Se despidieron de Arthur cuando se fue a trabajar y cuando todos estuvieron listos, fueron a la chimenea, y, por parejas, utilizaron los polvos flu para viajar al callejón Diagon. Molly y Ginny salieron primero, seguidos de Ron y Hermione. En último lugar, Harry entró en la chimenea con Fleur, que tenía que comprar las cosas necesarias para su hermana, que ese año estudiaría en Hogwarts como estudiante de intercambio. Conociendo los precedentes de Harry con ese sistema de transporte, fue Fleur quien se encargó de usar los polvos.

 

  • Al calleggón Diagonne -dijo la chica rubia.

 

Harry se temía lo peor por su forma de pronunciarlo, pero para su sorpresa el remolino los llevó a una de las tiendas del callejón Diagon, aunque no a la misma en la que habían aterrizado los demás. Sin embargo, el descenso fue más brusco de lo esperado y Harry se trastabilló y cayó directamente hacia delante. Por suerte, algo mullido evitó el golpe.

 

  • Menos mal que había unos cojines para amortiguar la caída -dijo Harry antes de comprobar que los supuestos cojines donde apoyaba su cabeza eran las nalgas de la francesa-. Lo-lo siento Fleur -se disculpó rápidamente.

  • No pasa nada, Haggy -dijo riendo-. Aunque me duele que me hayas confundido con cojines, tendgé que entrenag más.

  • ¡No! Tu culo es ideal, yo...

  • ¿Haggy?

 

Harry estaba como un tomate, se levantó y evitó mirar a los ojos a la francesa mientras salía de la tienda.

 

Una vez fuera, Harry recordó por qué le gustaba tanto ese lugar. Los edificios estrambóticos se unían a los cientos de carteles en los que las tiendas ponían sus ofertas, mientras un río de personas iba de una a otra. Al fondo estaba Gringotts, un lugar tan útil como misterioso. Hacia allí se dirigieron, esperando encontrarse al resto por el camino. En su interior pudo comprobar que la cantidad de galeones que Fleur guardaba no tenía nada que envidiar a la suya propia. Sacaron lo necesario para las compras y algún que otro capricho y subieron de nuevo. Se dirigieron al pub más transitado del callejón para tomar una cerveza de mantequilla mientras trataban de encontrar con la vista a los demás.

 

  • ¿No has dogmido bien esta noche, Haggy?

  • No demasiado, tenía muchas cosas en la cabeza. Tú también tienes mala cara. ¿Va todo bien?

  • Sí, aunque anoche discutí con Bill y no pude dogmig tranquila.

  • ¿De verdad? Me pareció que estabais muy animados -dijo Harry sin pensar. Se arrepintió al segundo, pero ya era tarde.

  • ¿Que te paggeció qué? -dijo Fleur extrañada.

  • No, no pienses mal. Es sólo que vi la luz del cuarto desde el jardín y parecíais muy encariñados.

  • ¿Qué? ¡Qué veggüenza, por favor! ¿Qué hacías ahí fuegga? -preguntó Fleur sonrojándose-. Sí, todo iba bien, peggo Bill ya no es tan apasionado. Ahora apenas dugga nada en la cama y nunca tiene muchas ganas de haceg nada. No lo entiendo. Cgeo que me está engañando.

  • ¿A ti? ¿Quién iba a ponerle los cuernos a una mujer como tú? -respondió Harry instintivamente.

  • ¿Como yo? ¿Podrías definig a las "mujeggues como yo"? -le preguntó la francesa, con sus preciosos ojos azules esperando una respuesta.

 

Harry se había metido en otro lío sin haberlo buscado.

 

  • Inteligente, guapa, deportista, con un cuerpo realmente impresionante... -se detuvo cuando Fleur puso la mano en su rodilla.

  • Haggy, me halaga mucho que digas eso. Ojalá Bill siguiega viéndome así -respondió mientras la mano avanzaba por la pierna de Harry-. Pogque, ¿sabes qué? Una "mujeg como yo" necesita que la atiendan -su mano estaba ya en un punto de no retorno-. Necesito que alguien se encaggue de mis impulsos más pgofundos.

 

La mano de Fleur había llegado a su objetivo. La chica francesa veía directamente a los ojos de Harry mientras le daba un masaje a lo largo de su pene, que iba aumentando de tamaño bajo la atención de la rubia. Fleur fue acercando su cabeza a la de Harry hasta que oyeron un grito.

 

  • ¡Mamá, están aquí! -dijo Ron a unos metros de su mesa.

 

Fleur apartó rápidamente la mano y se levantó para abrazarse a Molly. Harry se quedó sentado esperando que nadie se fijara en él. Sólo Hermione se acercó y se quedó viendo el bulto de sus pantalones.

 

  • ¿Contento de verme de nuevo? -rio Hermione.

  • La sinceridad por bandera, Herm -respondió Harry siguiendo el juego.

  • Las banderas necesitan de un buen mástil para llamar la atención.

  • Tú pareces bastante sorprendida.

 

Hermione no respondió. Se limitó a sonreir y pasar los brazos por detrás de su cabeza para estirar su espalda. En esa posición dejó a la vista de Harry sus grandes mamas, exageradas por la presión del pecho contra su camiseta gracias al estiramiento y sin los brazos aprisionándolas. Cuando acabó, guiño un ojo a Harry y se dio la vuelta.

 

El resto de la mañana la pasaron en tiendas. En Flourish & Blotts encargaron todos los libros, en Ollivander's unos kits de cuidado de sus varitas y en la tienda contigua un par de calderos de plata de segunda mano para Ginny. La pelirroja pidió insistentemente a su madre que le permitiese adoptar un gato cuando pasaron por delante de la tienda de animales, pero Molly se negó y le dijo que tenía bastante con jugar con Crookshanks, con la ventaja de no tener que cuidarlo.

 

Por último fueron a comprar ropa. Harry no pudo evitar fijarse en las chicas, que pasaron la mayor parte del tiempo en la parte de ropa interior. Se preguntaba para quién serían los conjuntos de ropa interior que compraba Fleur. No parecía muy adecuado regalar lencería a su hermana pequeña. Fingiendo comprobar la calidad de la tela de una capa nueva, vio como Hermione tenía más problemas para encontrar ropa y se acababa resignando a acompañar a la señora Weasley a la sección de tallas grandes. Harry se fijó en que volvía con un montón de sujetadores en las manos. Tenían una copa tan amplia que Harry imaginó que debían costar 4 veces más que un sujetador normal, aunque sólo fuera por la cantidad de tela gastada. Ginny, por su parte, intentó evitarlo en todo momento, y no pudo ver qué compraba.

 

Una vez en casa de nuevo, todos disfrutaron de la excelente comida que había preparado la señora Weasley. Ginny contó a sus hermanos todo lo que había hecho por Brasil, salvo una parte que tenía reservada para Hermione. Después de comer iba a jugar al quidditch con los hermanos Weasley, pero vio a las chicas cuchicheando mientras subían por las escaleras. Sabía que iba a ser interesante, y era la única manera que tenía de saber qué había hecho Ginny realmente en sus vacaciones, de forma que se excusó con los Weasley diciendo que tenía que ir al baño inmediatamente. Sólo las chicas estaban en casa, pero Harry decidió coger su capa de invisibilidad igualmente. Se acercó a la habitación de su exnovia.

 

  • ... no podía parar, en serio -estaba diciendo Hermione-. Era para verlo.

  • Pues no te digo nada de estos dos chicos. Toda la noche -respondió Ginny.

  • ¿En qué momento te transformaste? -se reía Hermione-. No te habría imaginado haciéndolo con un desconocido, ¡¿pero con dos?!

  • Lo necesitaba tía. Sabes que no soy así, pero tras lo de Harry... Y no veas lo bien que sienta tener los dos agujeros bien tapados -dijo Ginny levantando una ceja.

  • ¡Serás zorra!

 

Las dos chicas estallaron en carcajadas e intentaron golpearse con las almohadas. Harry veía todo a través de la puerta abierta, dolido con lo que acababa de decir la pelirroja. No tenía nada que reprocharle, pero seguía pasándolo mal cuando pensaba en ella.

 

  • No te voy a mentir. No es la primera vez que me imagino en esa situación. Dos hombres al mismo tiempo... -oyó decir a Hermione.

  • ¿Cómo pretendes que me tome eso? ¿Olvidas que soy la hermana de tu novio? -dijo Ginny, muy seria.

  • ¿Te sienta mal que lo diga? -preguntó Hermione acercándose a la cama de su amiga-. Entonces mejor que no te diga cuánto me gusta la enorme... polla... de tu hermano.

  • ¡Cállate! -gritó Ginny tapándose los oídos e intentando mantener la seriedad fingida-. A nadie le importa lo que hagáis o dejéis de hacer vosotros dos.

  • Claro que no -dijo Hermione, que avanzaba a gatas por la cama hacia Ginny, poco a poco-. Seguro que a la hermana de mi novio no le gusta que le diga cómo su hermano me repite una y otra vez que me quiere cuando me meto en la boca su pedazo de rabo.

  • ¡Hermione! Joder...

  • ¿Qué pasa cariño? Supongo que si tanto te preocupa que la novia de tu hermano quiera follar con dos tíos, también te parecerá mal que quiera hacer que se corra su mejor amiga -dicho esto, Hermione empezó a acariciar el clítoris de Ginny por encima de sus bragas verdes.

  • ¡Uf! Herm, te echaba de menos. Ven aquí.

 

Harry vio desde la puerta el beso de sus dos amigas. Unieron su labios y comenzaron a mover la cabeza lentamente, hasta que sus lenguas se abrieron paso y empezaron a entrelazarse, casi como si se acariciasen. Poco después ya se devoraban la una a la otra mientras la mano de Hermione se metía bajo la ropa interior de su amiga. Harry no podía parar de masturbarse ante esa visión.

 

  • Disfruta, cochina. Me he enterado de cosas mientras no estabas -dijo Hermione a la vez que introducía dos dedos en el coño de su amiga-. Al parecer las de este verano no son las primeras mamadas que has hecho.

  • -¡Uff! Her-Hermione, para. Para.. ahh. ¿Quién te ha dicho...?

 

Hermione la hizo callar con un morreo, a la vez que subía el ritmo de sus dedos dentro de Ginny.

 

  • ¿No te lo imaginas? El caso es que nunca habría imaginado que mi amiga me iba a ocultar que se la había chupado a mi mejor amigo delante mía.

  • N-no sé qu-qué me pasó. Estaba tan... cachonda ¡Ahh, Hermione, por favor!

  • Eres una puta, Ginny. Estás empapando tus braguitas sólo con recordarlo. ¿Tanto te pone? ¿Y no eres capaz de decirme que dejaste a Harry por correrse viéndome?

  • -N-no lo entiendes. ¡AH! Hermione, yo lo quería ¡Cómo pudo...? -los dedos de Hermione eran demasiado para ella-. ¡OHHH JODER! ¡Perdón! ¡PERDÓN! ¡OOOHHH!

  • Tus razones pierden credibilidad cuando tú misma te corres por mi culpa -dijo Hermione, acalorada, mientras sacaba los dedos del coño de su amiga y se los chupaba-. Eres una estúpida -le dio un beso-. Una estúpida, tonta y caprichosa -volvían a besarse con una pasión desmedida.

 

Siguieron besándose unos minutos, y cuando Ginny intentó devolverle el favor a Hermione, esta negó con la cabeza y se separó con cariño de ella.

 

Harry se apartó rápidamente cuando Ginny salió de la habitación y fue a ducharse. Agradeció la existencia de la magia para poder limpiar la capa tras su tremenda corrida. En la habitación se había quedado Hermione, que en ese momento se bajaba la falda para dejar al descubierto unas piernas largas, no tan delgadas como las de su amiga o las de Fleur, pero mucho más atractivas a los ojos de Harry. Acababan en sus ingles, donde unas finas bragas de color rojo cubrían el lugar más privado de su amiga.

 

Hermione seguía chupando los dedos que habían penetrado a su amiga, mientras con la mano izquierda comenzaba a masajear una de sus tetas con fuerza. Harry ya estaba duro antes de que su amiga llevase su mano derecha al interior de sus bragas y posteriormente arquease la espalda, indicando que los dedos que hace un segundo recorrían a Ginny estaban ahora follándose a su dueña.

 

Harry oyó el sonido de la ducha en ese momento y en un arrebato que no más tarde no logró explicar, decidió dar más morbo a la situación. Se deshizo de la capa y fingió buscar a Ginny desde la puerta.

 

  • ¿Ginny, podemos hablar? -dijo dando dos golpes en el marco de la puerta.

 

Entró lo suficientemente rápido como para que a Hermione no le diera tiempo a procesar lo que estaba ocurriendo. Harry pudo ver perfectamente la cara de vergüenza de su amiga, congestionada por lo cachonda que estaba, mientras una de sus manos apretaba con muchísima fuerza una de sus sandías y la otra seguía en su mayoría dentro de su coño.

 

  • ¡Harry! Por Merlín, llama antes de entrar -dijo buscando desesperadamente su falda, hasta que vio que era su amigo quien la tenía.

 

Harry lanzó la falda de su amiga al otro lado de la habitación y desabrochó su cremallera. Hermione entendió lo que pasaba y se quedó con los ojos como platos unos segundos. Después se volvió a tumbar, todavía sorprendida. Sus manos volvieron a ocupar su lugar mientras veía cómo Harry sacaba de su prisión su miembro erecto.

 

  • La madre que te parió, Harry. Sabía que había un pollón bajo toda esa tela -dijo, imaginando ya que era ese rabo y no sus dedos lo que en ese momento la penetraba.

 

Harry empezó a pajearse a unos centímetros de la cara de Hermione. Los dos amigos se comían con los ojos. La mirada de Harry iba de la entrepierna de Hermione a sus gigantescos melones y de nuevo a esas bragas que la humedad había convertido ya en rojas oscuras. Hermione, por su parte, recorría con sus ojos todo el cuerpo de su amigo, pero sobre todo los llevaba a su entrepierna para ver cómo se pajeaba esa enorme polla. Saber que lo hacía sólo por ella la ponía todavía más caliente. Tras unos minutos, ambos se quedaron mirándose a los ojos. Siguieron masturbándose viéndose el uno al otro hasta que el sonido de la ducha cesó. Hermione, justo antes de correrse, pudo decir con un hilo de voz:

 

  • Dame.. Mmm.. leche.. Ooh.

 

Acto seguido, Harry explotó en la cara de su mejor amiga. El primer espasmo lanzó su corrida hasta los rizos castaños y la frente de la morena. El segundo, mucho más caudaloso, repartió la leche por su mejilla, nariz y labios. Hermione, con la boca entreabierta, recibió los disparos encantada. Acto seguido se tragó todo lo que había podido captar, lo que provocó en Harry los últimos espasmos, que se dirigieron a la parte superior de las tetas de Hermione, dejando muchas manchas en su jersey.

 

Harry echó una última mirada a Hermione, que miraba hacia él fijamente respirando con dificultad. Después salió rápidamente de la habitación para evitar que Ginny lo viese allí.

 

 

 7. Reflexión

Ahora sí que se sentía culpable. Durante todo ese tiempo, Hermione y él sólo habían jugado un poco. Nada que hiciese daño a los demás. Poco más que un tonteo de dos jóvenes con las hormonas en su apogeo. Ahora todo cambiaba, se había corrido en la cara de su mejor amiga, de la novia de su mejor amigo, de la mejor amiga de su exnovia. Volvió al campo de quidditch con esos pensamientos en la cabeza, y no pudo centrarse hasta que Fred, harto, le mandó una bludger contra la coronilla.

 

  • ¿Qué te pasa, Harry? Así no tiene gracia jugar -dijo George.

  • Lo siento chicos, no me encuentro demasiado bien. Quizá lo mejor es que me vaya.

  • Tú lo que necesitas es despejarte un poco. Vamos, hay un río aquí cerca que te va a encantar.

 

El resto de la tarde lo pasó riendo con los hermanos Weasley, tirándose al agua desde sitios cada vez más inverosímiles. Tras un par de horas allí, Fred, George, Percy y Bill volvieron a La Madriguera, dejando a Ron y a Harry solos.

 

  • ¿Es por Ginny, verdad? -preguntó el pelirrojo.

  • Sí -mintió Harry a medias, titubeando-. Pensaba que me iba a ser más fácil todo esto, pero se está haciendo raro.

  • ¿Sabes? Eres un tío genial, Harry. Estoy seguro de que mi hermana se dará cuenta tarde o temprano de lo que vales -dijo Ron sonriendo-. No sé qué ha pasado entre vosotros, pero si alguien lo puede solucionar es "el gran Harry Potter", ¿verdad? -se burló Ron.

 

Harry se obligó a reír, a pesar de lo miserable que se sentía en ese momento. Tenía un amigo de verdad y lo estaba traicionando.

 

  • Te quiero mucho, Ron. Siento todas mis equivocaciones. No te merezco.

  • ¿Pero qué dices, tío? ¿Te has fumado una raíz de mandrágora? Deja de decir tonterías y disfruta de estos últimos días de vacaciones, anda.

 

El sol estaba a punto de ponerse cuando a su espalda se escucharon pasos y las voces de las chicas.

 

  • Hola, chicos. Percy nos dijo que estabais aquí. ¿Os apetece un baño nocturno? -preguntó Hermione con una gran sonrisa.

  • ¡Claro! Este es el momento ideal para meterse en el agua -dijo Ron, quitándose la camiseta.

 

Por primera vez en mucho tiempo, Ginny sonrió al cruzar su mirada con la de Harry. Se acercó a las toallas de los chicos y se sentó cerca de su exnovio. Los dos vieron cómo Ron perseguía a Hermione entre los árboles para intentar tirarla al agua con la ropa todavía puesta. Los dos reían y Harry pensó en lo extraño que era sentir tanta felicidad y a la vez tanto pesar a la vez.

 

Durante unos minutos, Harry y Ginny se quedaron contemplando el color cobrizo del cielo, provocado por el sol ocultándose tras las montañas. Ron ya estaba en el agua, llamando a Hermione, que luchaba con uno de sus zapatos para conseguir quitárselo, vestida únicamente con un bikini azul oscuro que mostraba mucho más de lo que cualquier hombre necesitaría para calentarse en un invierno frío.

 

  • Te he echado de menos -escuchó decir a Ginny.

 

Harry dudó antes de contestar.

 

  • Y yo a ti -reconoció-. No soporto esta situación.

 

La pelirroja giró la cabeza y se quedó viendo a Harry. Unos segundos después volvió a fijarse en el cielo.

 

  • ¿Crees en el destino, Harry?

  • ¿Debería dar la explicación filosófica o ...?

  • Mientras visitaba el rincón de hechicería de Sao Paulo conocí a un chico. Durante unas semanas estuvimos todo el día juntos, en la playa, en el cine, en la selva o en la carretera. Era genial, de verdad. Estaba segura de que eso era amor.

 

Harry no sabía cómo responder a eso. Lo cierto es que le estaba doliendo mucho, pero la chica continuó.

 

  • Una noche, sin embargo, cenábamos con unos amigos suyos y no pude dejar de fijarme en uno de ellos en toda la noche. ¿Qué se supone que tengo en la cabeza si deseo a otro chico a pesar de tener una persona increíble a mi lado, que me da todo lo que necesito y más y que me hace realmente feliz?

 

Ginny volvió a ver a Harry a la cara. Seguía mudo.

 

  • No entiendo nada, y dudo que llegue a hacerlo algún día. A partir de aquella noche todo se fue a la mierda. Nada había cambiado, sólo mi actitud, mi sentimiento de culpabilidad. Y hoy Hermione me ha demostrado que estaba equivocada. Harry, no sé por qué tiene que ser todo tan complicado, pero no quiero empeorar las cosas que están en mi mano. Me gustaría poder volver a estar contigo sin esta tensión. No pido nada, no busco nada en concreto. Sólo saber que existimos, que merece la pena que estemos cerca.

  • Ginny, creo entender lo que quieres decir. Nunca lo había planteado de esa manera. Por mi parte, no hay nada que desee más que salir de lo artificial. No tenemos nada de especial. Nada más que cualquiera. Nadie va a llorar por lo que hemos hecho o hemos dejado de hacer, más que nosotros mismos.

 

Ginny se acercó y se fundieron en un abrazo en el preciso instante en que el color del cielo se teñía de negro.

 

  • ¡Vamos chicos! ¿Os creéis que sois los únicos que sabéis saltar? -gritó Ginny mientras se deshacía de su ropa para ir corriendo hacia el río. Harry vio a su reencontrada amiga lanzarse antes de seguirla.

 

Parecía que las cosas iban a mejor, y Harry disfrutó del resto de los juegos de aquella noche. Tanto de los roces disimulados con Ginny como del contacto con el cuerpo de Hermione cuando trataban de hundirla.

 

Cuando acabaron, agotados, recogieron sus cosas y emprendieron el camino de vuelta. Ron y Harry se quedaron un poco atrás.

 

  • ¿Así que todo arreglado?

  • Parece que sí. Ahora es cuestión de seguir mejorando, pero creo que los dos hemos crecido.

  • Me alegro muchísimo, tío -dijo Ron, fijando su vista en las chicas-. Qué suerte tenemos, Harry. Vaya mujeres.

  • Y que lo digas, Ron. Y que lo digas.