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Harry Potter y la ruta de Eros VI

en Parodias

¡Bienvenid@ a la sexta parte de la ruta de Eros! Estoy muy contento de saber que cada vez sois más quienes leéis esta aventura y quienes la apoyáis con vuestra participación.

No puedo comenzar este relato sin agradecer enormemente a Xsy, lalo, peter y Camilo por comentar sus impresiones en la parte quinta y también a quienes puntúan las distintas partes de esta serie.

 

Tengo una historia clara en la cabeza y la intento desarrollar lo mejor posible con mi idea inicial, pero saber los puntos que os parecen más fuertes y más débiles es una gran ayuda de cara a seguir escribiendo.

 

Gracias también a ti por leer este relato. Lo más que puedo esperar es que te entretenga y te deje con ganas de más. ¡Adelante!

        10. Dulzura

Esa mañana Harry tenía dos horas libres antes de la primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. Las aprovechó para colocar los carteles anunciando las pruebas para el equipo de quidditch y, tras citar las clásicas palabras, "juro solemnemente que mis intenciones no son buenas", para recordar los atajos que el maravilloso castillo guardaba con la ayuda del Mapa del Merodeador que se mostró a continuación. No pudo evitar fijarse en que el punto que señalaba a Hermione estaba de nuevo en la habitación con Ron. Harry se preguntó de dónde surgía tanto deseo en ellos, que no paraban desde que había llegado a La Madriguera ese verano.

 

Los creadores del Mapa del Merodeador eran unos auténticos genios. Se llamaban a sí mismos Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta para no utilizar sus auténticos nombres: Remus Lupin, Peter Pettigrew, Sirius Black y James Potter. Harry sonrió al recordar que ese mapa había pertenecido a su padre y su padrino, a quienes tanto admiraba.

 

El mapa llevó al joven mago hasta un tapiz de un verde brillante que representaba a una mujer con una copa dorada en las manos. Harry nunca había visto ese pasadizo, algo habitual ante lo inmenso que era el castillo, pero lo que no era normal era que el Mapa del Merodeador sólo mostrara la entrada al mismo. Unos metros después, todo trazo desaparecía. Se preguntó si sería buena idea juguetear con los secretos de Hogwarts, que tantos sustos le habían dado ya, pero pudo su espíritu aventurero y tocó la copa con uno de sus dedos en los tres puntos que indicaba la anotación de Los Merodeadores. La mujer que aparecía en el tapiz comenzó a moverse y pareció beber de la copa. Acto seguido pareció desmayarse y el tapiz desapareció para dar paso a un hueco en la pared, por el que apenas pudo meterse.

 

  • ¡Lumos! -dijo Harry haciendo un movimiento circular con la varita.

 

La luz inundó la estancia en la que se había metido Harry, hasta entonces completamente a oscuras. Se encontraba bajo un techo abovedado mucho más alto que el pasillo por el que había entrado, y junto a las paredes, doce estatuas con armadura flanqueaban la sala. Sin embargo, no estaban completamente cubiertas, sino que en lugar del casco tenían puestas unas capuchas que ocultaban sus caras.

 

Harry avanzó con temor por la sala y vio una puerta al final de la misma. Estaba detrás de otra estatua, esta sin armadura, sólo cubierta por una capa pero con una corona brillante sobre la capucha. Se acercó con pasos temerosos, con la vista fija en la oscuridad que cubría la capucha. Estaba lo suficientemente cerca para apuntar con su varita hacia la cara de la estatua.

 

  • ¡Atrás, Potter! -escuchó decir a una voz espectral a su espalda.

 

Harry se dio la vuelta inmediatamente y apuntó en todas direcciones, pero no vio a nadie.

 

  • Travesura realizada -susurró apuntando al Mapa del Merodeador, que se quedó en blanco al instante.

 

Volvió hacia el hueco por el que había entrado, pero para su sorpresa, ya no estaba allí. Volvió a escuchar la voz, esta vez como si le hablase al oído.

 

  • Te has equivocado, mago ignorante. Tu curiosidad será tu tumba.

 

Los pelos de Harry estaban como escarpias. Intentó encontrar la procedencia de la voz pero fue en vano. Se giró aterrorizado una y otra vez hasta que una extraña fuerza golpeó su pecho y le hizo recorrer lo que para él habían sido kilómetros. No obstante, cuando se levantó estaba de nuevo ante el tapiz verde. Ante él estaba el viejo poltergeist de Hogwarts, con su traje verde y azul.

 

  • ¡Je, je, je, je! El pequeño Potter sigue haciéndose pipí encima. Quién lo diría, quién lo diría -canturreó Peeves.

  • ¿Qué te crees que haces, Peeves? Tus bromas pierden gracia cada año -respondió Harry indignado.

  • No sé de qué me hablas, enano. No, no. Peeves se comporta, así se le enseñó. ¡Je, je, je!

 

Harry se incorporó y volvió a posar sus dedos en el tapiz para hacerlo desaparecer. Esta vez no funcionó.

 

  • Cosas extrañas a tu alrededor, niño que vivió. Y tus ojos cerrados, eso veo yo. ¡Je, je, je! ¡Je, je, je!

  • Adiós, Peeves -dijo Harry, que temía llegar tarde a su próxima clase.

  • Harry Potter, vaya rebote. Es un zote, y un gran zoquete. La verdad será un estilete, y un membrete para su retrete. Puede ver... -siguió cantando el poltergeist a la espalda del mago.

 

 

Harry se reunió con sus amigos en la clase de Defensa, en la que una Tonks con el pelo corto y rubio se encontraba ya esperando a sus alumnos. Harry se fijó en que llevaba una falda de tubo de estilo muggle que despertó pasiones entre los chicos de la clase, así como en algunas chicas por la forma en que cubría las amplias caderas que había decidido lucir aquel día la profesora.

 

- Seguro que es otra broma de Fred y George, lo harían al modificar el mapa -dijo Ron cuando Harry le contó lo que había pasado-. Esos dos me hacen lo mismo en casa constantemente, y todavía recuerdo perfectamente el Halloween del año pasado -acabó el pelirrojo con una expresión de auténtico espanto en la cara.

 

La clase fue mucho mejor de lo que habían imaginado. Tonks se centró en contar cómo su asignatura le había ayudado ante los problemas que su trabajo como auror le había creado. Contó anécdotas relativas a la lucha contra Greyback y otros mortífagos. Eran verdaderamente escalofriantes, pero a Harry le dieron más ganas todavía de estudiar su asignatura favorita.

 

Hermione, Ron y Harry se quedaron cuando acabó la clase para hablar con su nueva profesora.

 

  • ¿Qué os ha parecido la primera clase, chicos?

  • Ha sido genial -respondió Hermione por los tres-. Ojalá tuviéramos más horas de esta asignatura.

  • Pues todavía no habéis visto nada, tengo preparadas algunas sorpresas para vosotros -dijo Tonks con voz misteriosa, sonriendo.

 

Los chicos se dividieron a la salida. Ron tenía clase de Cuidado de Criaturas Mágicas, mientras que Harry y Hermione habían elegido ese curso Astrología con Firenze y tenían una hora libre. Como todavía no tenían trabajo que hacer, decidieron dar una vuelta alrededor del lago.

 

  • Así que Luna se desnudó delante tuya. Esta chica es realmente peculiar -rio Hermione cuando le contó lo que había ocurrido en el tren.

  • No es la única que se muestra a otros sin necesidad -se burló Harry, que había ocultado los mejores momentos de su experiencia con Luna.

  • ¿Qué insinúas? -respondió Hermione fingiendo indignación-. Hasta donde yo sé, lo único que ha ocurrido es que un chico con las hormonas revueltas se ha dedicado a espiar a su inocente y virginal amiga en sus momentos íntimos.

  • ¿La famosa señorita Granger mintiendo? -le regañó Harry-. Eso constará en su expediente, joven.

  • ¡Serás idiota! -dijo Hermione riendo, antes de darle un empujón y echar a correr.

 

Harry la siguió entre los árboles hasta que llegaron, sin darse cuenta, al Bosque Prohibido. Harry atrapó a su amiga cuando se detuvo y ambos cayeron rodando, riendo y respirando con dificultad. El joven mago tenía a Hermione debajo. Le agarró las muñecas y puso sus brazos abiertos por encima de su cabeza.

 

  • ¡Te tengo!

  • Harry, vámonos -dijo Hermione cuando se dio cuenta de dónde estaban-. No deberíamos estar aquí.

  • Vale, pero no hasta que reconozcas tus mentiras -dijo Harry sonriendo.

  • No he mentido -respondió la morena con voz inocente-. Tus hormonas son las que están provocando todo.

  • ¿Son mis hormonas las que te llevan a mi habitación a cualquier hora? Vas a matar a tu novio si te lo sigues follando así.

 

Hermione se quedó mirando a Harry con los ojos muy abiertos. Parecía seria, pero pronto dibujó una sonrisa en los labios. Todavía hiperventilaba, y Harry tenía una visión privilegiada de sus grandes pechos subiendo y bajando acompasados con su respiración. Hermione era preciosa, ahora se daba cuenta. No sólo tenía un cuerpo exuberante, ahora atrapado bajo Harry. El mago se quedó viendo su pelo castaño ondulado, a juego con sus ojos marrones, su pequeña nariz con algunas pecas, sus labios finos por los que se acababa de pasar la lengua... Harry se asustó de lo que estaba a punto de pasar y soltó a su amiga.

 

  • Vamos a llegar tarde a clase.

  • Sí, vámonos... pervertido -respondió Hermione riéndose.

 

Las siguientes dos horas las pasaron aburridos en clase, soportando la poética forma de hablar de Firenze, que les trataba de enseñar la importancia de la situación de Saturno sobre el deseo sexual.

 

  • Vaya, debe estar apuntando directamente hacia ti, Harry -le susurró Hermione al oído mientras apoyaba una mano en su pierna.

  • ¿Cuál de esos dos planetas dices que es Saturno? No veo el anillo -respondió Harry apuntando con la cabeza a sus tetas.

  • Yo... -dijo la bruja mientras trataba de pensar una respuesta inteligente -.Idiota -respondió al fin Hermione mientras se le humedecían las bragas ante la idea de ser la causante de la excitación de Harry.

 

Al acabar la clase se reunieron con Ron en el jardín y pasaron el resto de la tarde tumbados al sol, riéndose con las anécdotas que el pelirrojo contaba de la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. Estaba indignado con su elección. Harry y Hermione decidieron no contar nada de lo que habían hecho ellos. No sería fácil explicarlo sin que pareciese raro.

 

En el Gran Comedor esa noche había mucho revuelo. La mesa de los profesores se había ampliado notablemente con los directores del resto de Colegios de Magia y Hechicería del mundo, como se encargó de explicar Dumbledore. Harry se quedó mirando a la directora de Beauxbeatons, Olympe Maxime, que le devolvió la mirada y se la sostuvo hasta que el mago se incomodó y repasó al resto de sus acompañantes. Harry sabía perfectamente que Maxime había llegado antes al castillo, dado el espectáculo que había podido contemplar en la cabaña de Hagrid.

 

  • ... de modo que este año habré de ausentarme un tiempo, para corresponder a mis cordiales compañeros -seguía diciendo Dumbledore en su discurso-. Estoy seguro de que no será un problema para vosotros. Especialmente para los que peor se llevan con el Código disciplinario -acabó el director, provocando una carcajada común en toda la sala.

 

 

Esa noche, Ron le pidió permiso para que Hermione se quedase a dormir. Harry se arrepintió de haber aceptado inmediatamente después de escuchar durante casi una hora cómo sus amigos ponían a prueba la estabilidad de su cama. A pesar de que intentaban contenerse, Harry podía oír perfectamente cómo los muelles cedían, cómo Ron golpeaba el culo de su novia con cada movimiento y cómo ésta respondía con gemidos seguramente apagados por la almohada pero suficientes para poner a cien a cualquier persona.

 

Harry estaba cansado y se quedó dormido antes de que acabaran. Sus sueños volvieron a adoptar un tono oscuro, pero esta vez podía distinguir algo más. Parecía haber un grupo de personas vestidas de negro delante suya, aunque era difícil decirlo, ya que apenas distinguía nada. Durante lo que se le hizo una eternidad parecieron no moverse, hasta que una luz salió de donde debía estar su mano derecha e impactó contra uno de esos cuerpos, que cayó al suelo. De repente, de donde estaba el cuerpo salió una figura espectral se acercó a Harry a gran velocidad. El mago se despertó de madrugada con una presencia a su lado.

 

  • ¿Herm...? -trató de decir antes de que su amiga le tapara la boca.

  • Calla, Harry, Ron está durmiendo.

 

Harry apenas distinguía a Hermione en la oscuridad. Había abierto la cortina derecha de su cama, el lado contrario a la de Ron. ¿Estaba desnuda? Tuvo su respuesta cuando la chica se acercó y pudo notar su sujetador en el brazo.

 

  • Eres demasiado bueno, Harry -oyó que susurraba, antes de notar cómo la cama cedía ante su peso.

 

Hermione le dio un ligero beso en la comisura de los labios a modo de aperitivo, antes de bajar por el cuello con pequeños mordiscos.

 

  • Hermione -susurró Harry a la mujer que tenía encima-. ¿Qué es lo que haces? No podemos, esto no está bien.

 

La morena volvió a su oído y dijo, con un hilo de voz que puso a Harry realmente caliente.

 

  • Tenemos que aprovechar la posición de Saturno, Harry. Tú sin duda lo necesitas -mientras lo decía metía la mano bajo el pijama de Harry, hasta acabar con su miembro semierecto entre los dedos.

 

La chica continuó pasando sus labios por el cuerpo de Harry mientras su mano derecha comenzaba a mover de arriba abajo la piel del pene de su mejor amigo. Disfrutaba notando cómo crecía ante sus leves caricias. Sabía que hacerlo tan lento estaba poniendo a Harry mucho más cachondo.

 

Hermione quitó los pantalones a Harry sin soltar su falo, y terminó de bajar para acomodarse entre las piernas del mago. Le obligó a abrirlas y se colocó entre ellas, apoyándose en el muslo derecho del chico. Harry apenas veía la sombra de su amiga, mal iluminada por la tenue luz de la luna, pero notó perfectamente cómo Hermione utilizaba su pierna para acomodarse. Lo primero que se le pasó por la cabeza fue lo tetona que era Hermione. Notaba cómo su amiga peleaba con sus melones para que no se interpusiesen. Desde luego, a Harry no le molestaban en absoluto, y disfrutó cuando la teta izquierda de su amiga se apoyó por completo en su pantorrilla, mientras la otra quedaba medias e, increiblemente, hacía contacto con el interior de sus dos piernas y con sus testículos. Todo ello, unido a la paja que le estaba haciendo Hermione, le provocó una erección bestial que puso una sonrisa en la cara de la chica.

 

Hermione aprovechó la mano libre para tocar todo el cuerpo de Harry, mientras con la mano derecha aplicaba la fricción que mantenía como una piedra a su amigo. A pesar de que ya lo había visto, se sorprendió ante lo grande que el pene de Harry parecía en su mano. Además, era tan gordo que no lo podía abarcar por entero, de forma que no podía tocar con el pulgar sus otros dedos.

Harry gozaba del trabajo de Hermione, pero esta vez sentía cierto remordimiento. Ese comportamiento no era normal en ella. Lo que había ocurrido en La Madriguera era raro, pero estaban dando un paso muy grande.

 

Hermione aprovechó la lubricación natural de Harry para aplicarla desde la base, y comenzó a subir y bajar su piel con mayor ritmo. Los espasmos de su enorme rabo le hicieron saber que iba por buen camino, y continuó agarrándolo con fuerza ante los suspiros de su mejor amigo, hasta que no pudo más y se vio en la necesidad de lamerlo.

 

Harry notó el frescor de la lengua de Hermione en la base del pene, lo que le indicó lo cachonda que estaba su amiga, que debía concentrar todo el calor entre las piernas Procuró no pensar demasiado en ello mientras lo recorría lentamente hasta llegar a su glande, donde se detuvo para lubricarlo con su saliva antes de posar en él los labios.

 

La lengua de Hermione rodeó la punta justo antes de comenzar a introducirse el miembro en la boca. Harry notó los labios de su amiga en el glande cuando comenzó a bajar la cabeza. Había soltado su pene y ahora sólo su boca lo sujetaba, mientras descendía lentamente con los labios apretados en torno al falo. Harry daba gracias ahora a quien hiciera falta mientras el aliento frío de su mejor amiga envolvía su rabo. Seguía descendiendo lentamente, y Harry se preguntó cuándo iba a parar.

 

La respuesta tardó en llegar, pues sólo cuando los labios de Hermione hicieron contacto con los testículos de Harry, se detuvo su movimiento. No se lo podía creer, Hermione tenía dentro de su boca y su garganta toda su enorme polla. A pesar de lo mucho que parecía costarle a Hermione mantener todo aquello en la boca, seguía acariciando todo el cuerpo de Harry e incluso logró sacar la lengua para lamer la parte superior de sus huevos, lo que provocó que en un acto reflejo Harry se corriese sin apenas tiempo de reacción.

 

Temió haber fastidiado todo, pero Hermione apenas se inmutó mientras recibía directamente el semen de Harry en su interior. Cuando Harry terminó, Hermione se sacó de la boca su miembro. Harry escuchó cómo tragaba y posteriormente contenía una risa mientras le daba una pequeña torta a su pene, justo antes de volver a chupárselo.

 

Lo cierto es que Harry, a pesar de que acababa de correrse, seguía exactamente igual de duro, y todavía más cachondo cuando la morena comenzó a demostrar de lo que era capaz a la hora de comerse un buen rabo. Hermione le pajeaba la base del pene mientras mamaba insistentemente la parte superior. Recorría con la lengua y los labios los laterales de su falo para volver un segundo después a meterlo hasta su garganta. Era un espectáculo, y Harry deseó que nunca terminase.

 

Hermione siguió mamando durante casi media hora antes de echar los brazos a su espalda y desabrochar el pedazo sujetador que contenía su delantera. Harry seguía disfrutando del trabajo de su amiga con la boca cuando le lanzó a la cara esa gran prenda. Estaba intentando adivinar su tamaño metiendo las dos manos en una de sus copas cuando sintió cómo su pene salía de la boca de su amiga. Iba a protestar hasta que se dio cuenta de lo que ocurría.

 

Tras unos segundos acomodándose más arriba en la cama, una de las tetas de Hermione se apoyó en su bajo vientre. Encima, el durísimo miembro de Harry daba botes, como impaciente ante lo que venía. Hermione comenzó a hiperventilar y a soltar leves gemidos. Se había estado masturbando mientras chupaba la polla de Harry y ahora estaba a punto de correrse. Harry se dio cuenta, y antes de que gritase, despertando a su amigo, le metió de nuevo el rabo en la boca. No contribuyó precisamente a calmar a Hermione, que se corrió todavía con más fuerza, pero al menos amortiguó el sonido de sus gritos, que sonaban extraños ante la resistencia del pene de Harry.

 

  • Mmm -escuchó a Hermione antes de que dejase libre su boca-. ¿Esto es lo que llevas tanto tiempo esperando Harry? -acabó, con la misma frase que había dicho cuando la espiaba en La Madriguera.

 

Sin dejarle tiempo para responder, Hermione agarró el enorme falo de su amigo y lo atrajo hacia su pecho. Harry notó el esternón de la bruja seguido de la primera de sus gigantescas tetas, que envolvió todo su miembro mientras Hermione acercaba con su mano derecha la otra, para juntar ambos pechos en torno a él, de forma que creó la prisión mas placentera que el hombre pueda concebir. A pesar del gran tamaño del que gozaba Harry, su polla quedó totalmente enterrada entre los enormes melones de Hermione. A izquierda, derecha, arriba y abajo, Harry sólo notaba la piel cálida de los majestuosos pechos de su mejor amiga, firmes pero inevitablemente jugosos ante su tamaño.

 

Hermione se puso de rodillas, rodeando todavía el pene de Harry, y atrajo al chico hacia ella de forma que su culo se apoyó en los muslos de la bruja, dándole vía libre. Hermione agarró firmemente con sus manos los laterales de sus melones y, apretando todo lo posible el falo de Harry, comenzó a subirlos y bajarlos. El mago estaba en la gloria. La primera paja cubana de su vida iba a ser con la mujer de cuyos pechos se había obsesionado. Su mejor amiga estaba machacándole la polla con ellos mientras su novio dormía a su lado.

 

Harry habría pagado por poder encender la luz, pero sólo sentir la presión de las tetas de Hermione en cada subida y bajada era mucho más de lo que cualquier hombre podía desear en su vida. Hermione sabía muy bien lo que hacía, pasando de unos movimientos lentos y con mucha presión a una mayor libertad, apretando menos sus pechos pero haciéndolos botar insistentemente alrededor de la enorme polla de su amigo.

 

A Hermione le sorprendió gratamente ver cuánto aguantaba, pues Ron nunca se había resistido tanto hasta entonces a una de sus cubanas. Se preguntó si tendría algo que ver con la oscuridad, pues sabía perfectamente que al margen de lo placentero que debía ser recibir pajas de su delantera, a Ron le ponía tanto o más ver claramente cómo era capaz de mover con tanta maestría y con tanta rapidez sus inmensas tetazas.

 

Harry no podía pensar, sólo respirar entrecortadamente e intentar recordar lo que su mejor amiga le estaba haciendo para el resto de su vida. Hermione siguió batiendo la polla de su amigo con intención de hacer que descargase toda su tensión.

 

En ese momento, Hermione se acordó de la noche de la biblioteca. Aquel día se estaba enterando de todo lo que pasaba delante de ella y no podía creerse que Ginny y Harry fueran capaces de hacer algo tan sucio delante suya. Hermione había empezado a tocarse bajo la mesa de la biblioteca antes incluso de que Ginny se agachase, intentando parecer centrada en los libros. Cuando Harry se fijó en ella, había decidido darle un pequeño espectáculo, pero no esperaba que su amigo se volviese tan loco por ella como para correrse en ese instante.

 

El recuerdo de aquella noche puso a Hermione todavía más caliente, y se aferró a su inmenso par de gomas con toda la fuerza de la que fue capaz. Subió y bajó haciendo que Harry le follase las tetas a lo bestia. Le daba igual el ruido. Escuchaba los gemidos frenéticos de Harry y era perfectamente consciente que con cada sacudida que regalaba a su polla, sus tetas chocaban con una fuerza desmesurada contra el vientre de su amigo, de modo que parecían prácticamente azotes. Sabía que esa polla no podía aguantar mucho más el ir y venir junto al roce de sus globos, y en cuanto Hermione quiso darse cuenta, el pollón de Harry se hinchó un segundo antes de rendirse ante esa paja cubana. La leche salió disparada hacia la cara de Hermone a pesar de la prisión en la que había metido el miembro de su amigo. Lamió parte de la que llegó más arriba, a pesar de estar bien servida tras las corridas de Ron y Harry que ya había tragado esa noche. El resto del semen de Harry se acumuló en el canalillo que las tetas apretadas de Hermione creaban, formando un pequeño charco. Hermione limpió rápidamente los restos que Harry había esparcido y se levantó, esperando que Ron no hubiese notado nada.

 

  • Gracias Hermione -suspiró Harry.

  • Te lo mereces -sonrió la morena-. ¿Me devuelves el sujetador?

 

Harry se dio cuenta de que todavía lo tenía agarrado con fuerza con una de las manos.

 

  • S-sí, claro -dijo, devolviéndole la enorme pieza de ropa interior.

  • Fetichista -rio Hermione antes de darle otro beso en la boca, este más largo y apasionado, con los dos todavía cogiendo aliento y con los labios muy tiernos.

 

Harry distinguió parte de las tetas que le acababan de volver loco cuando Hermione se colocó el sujetador delante de la ventana.

 

Por la cabeza de Harry cruzaban imágenes de capuchas, rizos castaños, hechizos y dudas, sobre todo dudas, pero finalmente se durmió pensando en lo placentera que era la vida, y la suerte que había tenido con sus amigas.