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Harry Potter y la ruta de Eros XIV

en Parodias

¡Bienvenid@ a la decimocuarta parte de Harry Potter y la ruta de Eros! Tengo muchas ganas de que leas este relato y de conocer tu opinión.

Si esta serie sigue actualizándose es por el grandísimo apoyo que me dais los lectores. Además, quienes puntuáis, quienes comentáis y quienes me escribís emails me ayudáis muchísimo a conocer los puntos que más os interesan de cara a mejorar la serie, y vuestra participación es impagable. Por ello no puedo dejar de agradeceros a todos y, especialmente, a lalo, Gargallu, Xsy y Rfcacho, así como a quienes me han escrito al correo electrónico, por participar en la última parte.

Tras diecinueve capítulos, divididos en las trece partes anteriores, llegamos al número 20: "Sinceridad". Es uno de los capítulos que más me ha gustado escribir, sin duda. Lo he releído en numerosas ocasiones para que quedase lo mejor posible, tanto por la importancia de lo que cuenta como por la forma en que quería contarlo. El proceso ha sido largo pero estoy satisfecho con el resultado. Ahora sólo queda lo más importante: que tú lo disfrutes tanto como yo.

En esta parte adoptamos una nueva perspectiva que creo que puede dar mucho juego a esta serie, y que ya era necesario introducir.

AVISO: Se revelan en esta parte ciertos datos sobre Ginny que pueden resultar chocantes, en especial uno de ellos. Lo digo ahora por las dudas que puedan surgir posteriormente. Forman parte de la historia y para mí son importantes, especialmente para dotar de coherencia a las relaciones tanto pasadas como futuras.

Sin más, dejo ya de molestar y dejo que te adentres de nuevo en este mundo mágico. Por favor, disfruta al máximo de este relato. Ojalá el esfuerzo haya merecido la pena.

Gracias por seguir ahí.

 

          20. Sinceridad

  • ¡Si lo has hecho porque crees que está saliendo conmigo, eres mucho más imbécil de lo que pensaba! -gritaba Ginny con el ceño fruncido, y la voz llena de rabia-. Creía que todo esto había quedado claro este verano. ¡No te entiendo!

  • ¿Pero qué estás diciendo, Ginny? Precisamente si algo quedó claro es que no teníamos que tomarnos las cosas tan en serio. "No pido nada, no busco nada en concreto. Sólo saber que existimos, que merece la pena que estemos cerca", ¿recuerdas? -respondió Harry, ofendido por lo que acababa de decir su exnovia.

  • Quizá el que lo haya olvidado seas tú, Harry -respondió ella, dándole la espalda y empezando a recorrer el pasillo del séptimo piso dispuesta a volver a la Sala Común.

 

La publicación de los admitidos en el equipo de quidditch de Gryffindor había tenido un efecto peor al que Harry había previsto. Ron, Coote, Peakes, Ginny y Katie habían mantenido su puesto, pero el lugar de Dean lo ocuparía Lavender ese año. Sin embargo, la reacción de Ginny estaba totalmente fuera de lugar.

 

La pelirroja había interceptado a Harry en las escaleras del sexto piso cuando volvían de cenar y lo había llevado a uno de los pasillos del séptimo para gritarle, como si explotara después de guardarse todo aquello durante mucho tiempo.

 

El mago no tenía tiempo para eso, pues esa noche debía dormir en la enfermería por orden de Dumbledore, que estaba preocupado aún por su salud tras el ataque y el accidente de Dennis. Harry sólo había ido a recoger sus cosas a su habitación antes de que la señora Pomfrey le echase la bronca.

 

Harry, a pesar de lo injusto que le parecía aquello, no podía dejar que quedase así, después de lo mal que lo había pasado los meses en los que apenas podía hablar con Ginny, pensando constantemente en ella, y todo por un estúpido error. Antes de que la chica llegase a las escaleras, la agarró por el brazo e hizo que se volviese hacia él.

 

  • ¡Ginny, por favor! ¿Podemos hablar de esto sin dramatizarlo? Lavender lo hizo genial el otro día y Dean no dio la talla. ¿De verdad te crees que lo iba a dejar fuera por salir contigo? ¡Pero si ni siquiera lo sabía!

  • ¡Claro que no! Tú nunca sabes nada, ¿verdad? -respondió Ginny, con las mejillas encendidas, y añadió con voz temblorosa-. Seguro que tampoco sabías lo que hacías en el baño con Luna.

 

Ginny se arrepintió de haber dicho eso al momento. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué le echaba eso en cara ahora? Otra vez no. No podía volver a caer. No, no, no, no, no, no...

 

La calidez del pecho de Harry cuando el mago la abrazó le recordó tiempos pasados. Ahora había vuelto a ceder ante sus sentimientos, y las incontrolables lágrimas caían por su rostro hasta acabar en el jersey de su exnovio o en sus propios labios.

 

¿Por qué tenía complicar tanto las cosas? ¿Por qué no podía simplemente olvidarlo y cumplir con lo que habían dicho aquella noche en el río cercano a La Madriguera, cuando todo pareció arreglarse y se sintió tan feliz?

 

 

A la mente de Ginny acudieron recuerdos de ese verano.

 

 

Desde que había dejado a Harry, a su alrededor todo parecía amargo. No disfrutaba ni de las cosas más simples, y se fue lo más lejos posible de su entorno para tratar de recuperar su vida. Ginny eligió Brasil como podía haber escogido cualquier otro lugar. Allí lo había pasado bien, ciertamente, pero no tanto como hizo pensar a sus amigos al volver.

 

Todo lo que había contado a Hermione sobre sus experiencias sexuales lo había inventado, sin ninguna razón para ello más que lo caliente que estaba en aquel momento. Esa estúpida sensación que la embargaba de no mostrarse débil ante los demás también ayudó a que mintiese a su amiga, y era algo de lo que se arrepentía.

 

Era verdad que en Brasil había conocido a un chico genial, pero no contó todo a Harry. El mago brasileño y ella no habían llegado a darse más que unos besos medianamente apasionados, pese a todo lo que había compartido, y lo que fastidió su relación no fue sólo que le pusiese uno de los amigos del mago brasileño, sino que a pesar de todo, no pudo dejar de pensar en Harry.

 

De vuelta en La Madriguera, todo pareció derrumbarse en su cabeza. Volver a estar con Harry trastocó sus emociones de una manera que no alcanzaba a entender. Un día estaba tan triste que no quería ni levantarse de la cama, pero al siguiente por su mente sólo pasaban imágenes de la noche en la biblioteca. La alegría de arreglar las cosas con él dio paso a la inesperada lujuria de la carroza, que Ginny disfrutó muchísimo con Luna como partícipe, para su propia sorpresa.

 

Y, sin embargo, había vuelto a ser Luna la protagonista de su último cambio repentino de humor, cuando vio cómo se la chupaba a Harry en el baño. Esa noche no sintió ningún tipo de deseo al verlos, y de vuelta en su habitación sólo pudo llorar hasta quedarse dormida, procurando que no la escuchasen sus compañeras a través de las cortinas.

 

 

Ahora volvía a estar entre los brazos del mago, y todo lo que sentía en ese momento eran ganas de quedarse así el resto de su vida. Pero no iba a ocurrir. Lo sabía. No con todo lo que estaba pasando. Y sin embargo, no intentó separarse cuando Harry bajó la cabeza y empezó a besarla con las ganas de un amante al que no había visto en meses.

 

- No... Harry... -intentó decir Ginny en vano, sin apenas separarse de él.

 

Los labios de Harry parecían ahora más experimentados, o quizá eran sus ganas de besarlos lo que hacía que los disfrutase tanto. Ginny intentó seguir el ritmo a su exnovio y pronto empezaron a recorrerse el uno al otro con las manos, recuperando el tiempo perdido. El movimiento de sus cabezas era tan titubeante como el de sus brazos.

 

Ambos tenían tantas ganas del otro que no se decidían por un lugar en el que detenerse. Las manos de Ginny pasaban del cuello de Harry a su culo antes de trasladarse de nuevo por sus anchos hombros o por su pecho. La pelirroja se estremecía ante la atención de su exnovio, que jugaba con su lengua mientras le apretaba una de las nalgas con tanta fuerza que Ginny estaba segura de que le dejaría marca. La otra mano de Harry recorría ahora uno de sus pequeños pechos, atrapando entre sus dedos el pequeño pezón que ya se hacía notar sobre el ceñido jersey de Hogwarts.

 

Ginny no tardó en sentir la necesidad de cambiarse de ropa interior, ya que sus bragas se estaban mojando con sencillez, y el movimiento de su cuerpo indicaba que otras necesidades se habían apoderado de ella. Ahora besaba a Harry con furia. Pretendía hacerle pagar todo el tiempo que la había dejado sola mordiendo con fuerza su labio inferior, pero las lenguas entrelazadas y la mano del mago acariciando sus bragas sobre la falda le hicieron ver la realidad. Estaba dispuesta a todo con él.

 

El beso ganó en intensidad. Harry acariciaba su melena pelirroja para apretar más sus labios, semiabiertos. Sus lenguas se confundían mientras jugaban y sus cuerpos desprendían un calor insoportable.

 

La mano derecha de Harry, que ya se había internado bajo su falda, cambió la parte delantera de sus bragas por sus nalgas. La otra mano se dirigió al mismo lugar, subiendo totalmente su falda y agarrándole el culo con firmeza. A continuación, sintió cómo se elevaba del suelo cuando el mago la levantó y la atrajó hacia él.

 

Ginny abrió las piernas para rodear con ellas a su amante, y respondió con un leve gemido al contacto de su húmedo pubis con la durísima polla de Harry. Ginny empezó a besar el cuello del mago mientras él la levantaba y bajaba agarrándola por el culo para frotar sus sexos, que pedían dar el siguiente paso.

 

Sentir la fuerza de Harry, que apenas se veía ayudado por el impulso de las piernas de Ginny en su espalda, estaba volviendo loca a la pelirroja, sobre todo notando la tremenda erección de su hombre. Aunque era un pasillo solitario y ya era bastante tarde, poder ser descubiertos le daba un punto más a toda aquella situación. Ginny, con todo eso en la cabeza, estaba a punto de correrse ante el continuo estímulo de su sexo. Pero no quería que ocurriera aún. Sabía lo que más deseaba en ese momento, lo que hacía mucho que necesitaba.

 

 

Por fin, Ginny estaba preparada para perder su virginidad.

 

 

La pelirroja hizo que Harry la dejase en el suelo y acto seguido le bajó los pantalones y los apretados calzoncillos para liberar ese magnífico rabo, que parecía todavía más grande que la primera vez y estaba surcado de pequeñas venas, con el rosado glande coronándolo, completamente expuesto. Ginny utilizó su propia lubricación para aplicarla a todo el aparato, con lentas sacudidas de su inexperta mano.

 

  • Harry. Estoy lista. Sólo... ten cuidado -dijo la bruja al oído del moreno.

  • ¿Estás segura? -respondió él, preocupado y sin entender por qué le pedía cautela.

 

Ginny asintió, nerviosa, y volvió a besarle mientras se quitaba las bragas con un lento movimiento, observando los ojos de Harry para ver su reacción. Una vez liberada de su ropa interior, levantó la falda para mostrar su pubis, cubierto de algo de vello claro sobre unos labios bien lubricados.

 

  • Eres preciosa -susurró Harry a su oído mientras llevaba una mano a la entrepierna que se le ofrecía y metía por fin sus dedos en el interior de su exnovia.

 

La pelirroja cerró los ojos y se apretó contra él para notar su magnífico cuerpo pegado a ella mientras sus dedos recorrían su interior buscando darle el mayor placer de su vida. Siguió así hasta que el mago decidió volver a levantarla agarrándole el culo y llevándola de nuevo a la posición anterior.

 

Esta vez, con las piernas desnudas, el contacto sería distinto. Ginny temblaba cuando el glande de su amigo, de su exnovio, de la persona que más felicidad y sufrimiento le había provocado en su vida, se empezó a abrir paso en su interior. Harry puso cara de sorpresa cuando dentro de la pelirroja encontró una pequeña resistencia.

 

Ginny apretó con mucha fuerza la espalda de Harry, tanto con los brazos como con las piernas, cuando el mago siguió avanzando y se introdujo más en su interior. Ginny soltó un pequeño gritito cuando su resistencia desapareció, pero no fue por el dolor que realmente sintió, sino por el que tanto tiempo había esperado sentir. No pudo evitar sonreír al comprobar que lo que tanto había temido durante años sólo le provocaba una pequeña molestia y un minúsculo hilo de sangre que enseguida limpiaron.

 

Harry, sin embargo, siguió avanzando lentamente, todavía sorprendido al comprobar que Ginny era virgen. La pelirroja lo agradeció, y conforme su amigo la penetraba fue dándole pequeños besos en el cuello y en los labios, que hicieron que olvidase las pequeñas molestias que el enorme aparato de Harry intentaba evitar.

 

El momento que el cuerpo de Ginny estaba esperando llegó pronto, y cuando toda la polla de Harry acabó por introducirse en ella, mordió el hombro del mago para apaciguar los gritos que la tremenda corrida le provocó.

 

Volvieron a besarse con pasión, mientras Harry apoyaba la espalda de Ginny en la pared del pasillo. El mago miró a la pelirroja a los ojos y ella asintió. Nada más hacerlo, el pene de Harry comenzó a salir de su interior sólo para volver a entrar lentamente. Las molestias desaparecían con cada viaje, y Ginny se sorprendió ante lo mucho que disfrutaba ya a pesar de lo estrecha que era su cavidad y lo grueso del miembro de su amante.

 

La espalda de Ginny ya se desplazaba a buen ritmo contra la pared, mientras los exnovios jadeaban y se acariciaban con locura. Estaban ya muy cachondos, y arrepentidos de no haber hecho aquello cuando todavía salían. Tenían que recuperar el tiempo perdido y ambos parecían querer hacerlo todo esa noche.

 

Harry apretaba sus nalgas con mucha fuerza, y ella abría mucho las piernas para recibirle lo más profundamente posible cada vez que le tocaba caer sobre él.

 

Pronto olvidaron todo cuidado y sus gemidos recorrían los pasillos desiertos. La cara de Ginny estaba roja por el placer, y veía a los ojos a Harry mientras éste la hacía botar cada vez con más fuerza. Los dos tenían una sonrisa en la boca, sólo interrumpida por sus jadeos.

 

Ginny notó que Harry había empezado a hacerlo con mayor potencia, lo que sólo podía significar una cosa. Lo besó rápidamente con lengua y después le dejó hacer. El mago la hacía botar sin el cuidado de antes, y sus jadeos fueron en aumento con los de la pelirroja. Todo llamaba a la conclusión, y dentro de la estrecha cavidad de Ginny se hinchó una gran polla. Harry no dudó en correrse en su interior mientras los gritos de Ginny alcanzaban una intensidad suficiente para despertar a medio castillo.

 

Ginny se dejó llevar cuando Harry se tumbó en el suelo, todavía dentro de ella.

 

  • Ha sido... mucho... mucho mejor de lo que esperaba -dijo Ginny apoyándose en él.

  • Ha sido increíble, Ginny -respondió Harry, acalorado.

 

Harry se incorporó para dar un último beso a la pelirroja, que lo devolvió con la pasión que sólo una mujer enamorada podía proporcionar. Las lenguas de la pareja jugaron durante minutos antes de escuchar ruidos en una de las esquinas. Para desgracia de los amantes, sus gemidos no habían dejado indiferente a todo el mundo. Mientras intentaban vestirse rápidamente, aparecieron Neville y Seamus en busca del origen de los sonidos.

 

Tan pronto los vieron, todavía parcialmente desnudos y en un lugar difícilmente explicable, Seamus hizo una mueca estúpida y se marchó corriendo. Neville esperó algo más, y les pidió perdón titubeando antes de irse.

 

  • ¡¡Oh, no!! Ese idiota habrá corrido a contárselo a Dean -dijo Ginny preocupada.

  • Lo siento mucho. No tenía que haber salido así -respondió el mago.

  • Harry, ni se te ocurra disculparte por esto -respondió ella sonriéndole-. Pero debería ir a hablar con él.

 

Se despidieron con un pequeño beso en los labios y se separaron en las escaleras mirándose a los ojos por última vez, con Harry temiendo ya la reacción de la enfermera por su tardanza y sin ganas ya de ir a por sus cosas.

 

 

Ginny se notaba extraña después de lo que había pasado, y un sentimiento agridulce que no sabría explicar la embargaba ahora. Temía otro de los bruscos cambios de humor que la asolaban en las últimas semanas.

 

  • Luciérnaga -dijo Ginny a la Dama Gorda, que acababa de cambiar la contraseña, para que le abriese paso.

 

Dentro de la Sala Común apenas había alumnos, pero sí estaba Seamus, con una sonrisa estúpida en la cara.

 

  • Vaya, vaya, Ginny. Quién iba a pensar que ibas a ser tan poco cuidadosa. Pero no te preocupes, puedo ser muy silencioso si te portas bien -dijo el mago acercándose y pasando sus ojos por todo el cuerpo de la pelirroja.

  • ¿Quién te crees que eres, asqueroso? Déjame en paz si no quieres que convierta esa lengua en la serpiente que parece.

 

Dicho esto, subió al cuarto en el que Dean, todavía con su uniforme, se preparaba para dormir. Ginny pidió a Neville que saliera para que pudieran hablar a solas, a lo que el asustado joven no puso ninguna pega. Tras explicarle lo que había ocurrido, Dean se quedó mudo unos segundos, con los ojos entrecerrados.

 

  • Mira, siento mucho que haya sido así. Aunque acabamos de empezar a conocernos, creo que he sido sincera y que debías saber esto por mí -dijo Ginny, sintiendo sinceramente hacerle daño.

  • Pe-pero... -Dean tenía una expresión extraña-. Ahora lo entiendo todo. P-por eso estás en el equipo, ¿v-verdad? -temblaba-. Eso es. Eres una... eres una guarra. Sí. Te follas a Harry para que te acepte, aunque seas la peor cazadora. E-estaba claro. Tú...

  • Dean, ¿de verdad crees...? -dijo Ginny, aturdida-. Ni siquiera teníamos nada serio, siempre fui sincera contigo. Me... me alegra que no hayamos llegado a nada más.

 

Ginny estaba harto de aquel chico pusilánime que ahora se descubría como un auténtico capullo, y se despidió de él mientras el mago trataba desesperadamente de encontrar una frase con la que hacerle daño.

 

Ahora la recorría una sensación de agobio absoluto. ¿De dónde salía todo aquello? Estaba harta de las emociones que la atacaban sin previo aviso. ¿Qué había hecho? No podía estar con Harry, pero lo quería y después de lo de esa noche se estaba ilusionando... Y Dean, ¿siempre fue tan imbécil o era todo culpa suya? No habían empezado como pareja formal, y no habían llegado a intimar apenas, pero era normal que se sintiese dolido. Ahora no había nada que hacer, y pocos chicos parecían valer la pena tanto como él. ¿O no era así? Necesitaba hablar con alguien, necesitaba desesperadamente a su mejor amiga.

 

Subió corriendo a su habitación, y abrió la puerta con dificultad para respirar. Ante sus ojos estaban Lavender y Parvati en pijama, riéndose de algo. Se quedaron mirando a la preocupada pelirroja mientras buscaba a Hermione, pero no estaba en su cama ni en el baño. Sólo había un sitio donde se habría metido a esas horas, y teniendo en cuenta que Harry dormía esa noche en la enfermería...

 

 

Ginny no estaba segura sobre lo que hacer. ¿Sería muy extraño presentarse allí? Una sensación de soledad la invadió, y se convenció de que daba igual, no le importaba nada. Necesitaba a Hermione.

 

Volvió a bajar a la Sala Común y le dio igual que Seamus la viese dirigirse de nuevo a los cuartos de los chicos. Pasó de largo por la puerta del cuarto de Dean y llegó a la de la habitación de su hermano, sólo para comprobar que estaba cerrada con llave.

 

  • Alohomora -intentó desesperadamente, sin muchas esperanzas.

 

Para su sorpresa, el hechizo funcionó, y la puerta se abrió ante ella. Entró sollozando, con lágrimas que no podía evitar cayéndole por la cara y colorada por el esfuerzo. Consiguió sonreír cuando su mirada se cruzó con la de Hermione, que estaba encima de Ron, sobre la cama de Harry.

 

  • Ginny -dijo Hermione muy preocupada, bajándose de la cama.

  • L-lo siento... Yo... No sé qué hago aquí.

 

Ginny empezó a llorar descontroladamente, todavía tratando de sonreír a su mejor amiga. Las lágrimas apenas le permitían distinguir a Hermione, que se acercaba desnuda y sudada, más atractiva de lo que la había visto nunca.

 

Hermione se puso delante suya y le limpio las lágrimas que recorrían su cara. Ron se había quedado en la cama tapando su desnudez, pero parecía también realmente preocupado. Ginny no pudo controlarse y se abrazó con fuerza a su mejor amiga, apoyándose en su hombro sin parar de temblar.

 

Sintió cómo Hermione giraba la cabeza en dirección a Ron, y tras unos segundos se volvía hacia ella. Ginny notó cómo Hermione se separaba un poco y le levantaba la cabeza. Lo siguiente que sintió fueron los labios de la morena posándose en los suyos. Nadie la besaba como ella, y empezó a dejar de temblar conforme su mejor amiga continuaba demostrándole su cariño.

 

Sus cabezas giraban lentamente y sus lenguas ya se buscaban. Llevaba demasiado sin tocarla, y tan pronto Hermione se atrevió a desvestirla, pasó su mano por la espalda sudada de su amiga. Había interrumpido a buen seguro algo muy erótico. Ron parecía todavía preocupado, y no se atrevía a moverse, pero no se quejó al ver que su novia besaba a su hermana.

 

Ginny miró a la cara a su hermano mientras Hermione le quitaba el jersey, y le hizo un gesto de asentimiento. Ron no parecía muy convencido, pero cuando Hermione volvió a besar a Ginny mientras le desabrochaba los botones de la camisa, el pelirrojo descubrió por fin su miembro y con su mano derecha lo empezó a menear para recuperar la erección perdida.

 

Ginny comprobó poco después que su amiga no había mentido sobre el tamaño de la polla de su hermano, que parecía inmensa a pesar de la distancia que los separaba.

 

Hermione ya había descubierto los pequeños pechos de la pelirroja, apenas tapados por un sujetador rojo. Ginny agarraba ahora las tetas de su mejor amiga. El contraste de tamaño entre sus mamas era abismal, y lo mismo se podía decir de sus pezones, que ahora chocaban entre sí mientras sus dueñas se comían la una a la otra, fundidas en un caluroso abrazo.

 

Tras un rato en esa posición, Hermione se agachó y le bajó la falda. Le dio un beso a través de las bragas húmedas y se las quitó también. Ron seguía pajeándose en la cama de Harry, y sólo paró cuando las chicas se acercaron, con Hermione llevando a la pelirroja de la mano.

 

Ginny vio cómo Hermione levantaba a su hermano y le daba un morreo muy intenso. Acto seguido se arrodilló ante él, y miró a Ginny con una sonrisa antes de comenzar a mamársela al pelirrojo. Ver a su mejor amiga chupando la bestial polla de su hermano obligó a Ginny a tocarse, todavía de pie a su lado. El mago parecía algo avergonzado y apenas miraba a su hermana de vez en cuando, para comprobar cómo se masturbaba viéndole.

 

Hermione se desplazaba por el rabo con soltura, y lo hacía desaparecer en su boca casi por completo, rodeándolo además por la lengua. Al ver a su amiga tocándose con la boca entreabierta, agarró su mano y la obligó a arrodillarse a su lado.

 

Ginny estaba a unos centímetros del aparato de Ron cuando la morena comenzó a besarla de nuevo, pajeando al chico. Cuando Hermione se separó, acercó el rabo a la boca de la pelirroja con la mano. Ginny miró a los ojos de Ron, que parecía nervioso, y no desvió la mirada mientras se introducía su grandísima polla entre los labios, que se abrían a su paso.

 

Hermione le sujetaba el pelo mientras chupaba la polla a su hermano, que ya tenía los ojos cerrados y disfrutaba de la atención. Ginny tenía muchas más ganas de las que creía de lamer aquel aparato, y ya lo mamaba en su mayor parte a gran velocidad. Su amiga se había colocado detrás suya y podía notar sus melones apoyados en la espalda y sus dedos penetrándola.

 

Ginny sacó el rabo de su boca para poder correrse con fuertes gritos, momento que Hermione aprovechó para metérselo en la boca, por encima del hombro de la pelirroja. Ginny pudo comprobar por primera vez que su mejor amiga, la bruja más estudiosa de todo Hogwarts, era capaz de comportarse como una auténtica salida cuando le ofrecían un pene de un tamaño tan exagerado.

 

Ahora las dos se turnaban para tragarse el falo erecto de Ron, que les agarraba la cabeza a ambas mientras se desplazaban por su entrepierna. Hermione se limitaba a chupar la parte superior de ese aparato mientras Ginny lamía la inferior, para cambiarse unos instantes después. Aprovechaban el cambio de boca para besarse con locura, antes de que la otra utilizara su turno para comerse de nuevo su juguete.

 

  • ¿Quieres...? -le preguntó Hermione al oído.

  • Hoy no... Te-tengo cosas que contarte -respondió Ginny, con la voz entrecortada.

 

Acababa de perder la virginidad, y no quería olvidar esas sensaciones sintiendo ya un nuevo hombre dentro. Sin embargo, hizo caso a su amiga y se tumbó en la cama para que Hermione le comiese el coño. A pesar de que debía ser la primera vez que lo hacía, Ginny se estaba derritiendo ante el movimiento de esa húmeda lengua. Era cierto que sólo una mujer sabía exactamente lo que otra necesitaba, y se corrió de nuevo viendo cómo Ron comenzaba a follarse a su mejor amiga, que no dejó de darle placer con la boca en ningún momento.

 

Los dedos de Hermione la recorrían y su lengua trabajaba con su clítoris. Las enormes tetas de su amiga colgaban en su pecho y tocaban el colchón, sacudiéndose con cada embestida de Ron. El pelirrojo no dejaba de ver la cara de satisfacción de su hermana mientras se daba placer a sí mismo con el agujero de su novia.

 

Escuchó a Hermione correrse con la boca en su entrepierna, soltando su aliento frío en sus sensibles labios. Los gemidos de los tres jóvenes se acompasaban y contribuían a calentarlos todavía más. Cada uno parecía gozar más que el otro con aquel inesperado trío.

 

Las chicas se separaron entonces y, con una mirada de complicidad, tumbaron a Ron en la cama. El pelirrojo se vio pronto asaltado por el empapado coño de su hermana, que acudió a su boca para buscar mayor placer, y por las brutales cabalgadas de Hermione, que ya se había montado en su semental y lo iba a hacer explotar.

 

Las dos disfrutaban de su hombre y se veían a la cara, cada una de rodillas sobre una parte de Ron. Pronto comenzaron a besarse a pesar de la dura follada que Ron proporcionaba a su novia. Ginny disfrutaba de la lengua de su hermano introduciéndose en su coño, de las tetazas de Hermione botando en sus manos y del húmedo beso de la morena, que sólo podía gemir con todo aquel aparato en su interior.

 

Pronto las dos se vieron a la cara, totalmente salidas, y sin dejar de botar sobre Ron, ambas mojaron más su entrepierna cuando se corrieron simultáneamente, cerrando los ojos y gritando con todas sus fuerzas.

 

Ginny se bajó de Ron, destrozada tras tanto placer, y siguió contemplando desde el suelo cómo su hermano agarraba a la tetona de Hermione por sus mayores atributos y la penetraba con una furia desmedida. El chico sólo paró cuando su miembro dijo basta, y Ginny sintió la mano de Ron agarrándola para posar su cabeza sobre el vientre del pelirrojo.

 

Ginny vio el pollón de su hermano saliendo del coño de Hermione. Se quedó apuntando hacia ella y acto seguido vio cómo un chorro de semen salía disparado hacia su cara, impactando contra su mejilla. Los siguientes fueron más suaves, pero Ginny se sintió cubierta de la leche de su hermano cuando terminó, desde la frente hasta los labios.

 

Hermione acudió de inmediato a besarla, tragando de paso algo de aquel líquido caliente. Parecían realmente felices y extenuadas. Las dos chuparon unas veces más la polla de Ron, hasta que la dejaron impoluta y todavía semierecta.

 

Limpiaron toda la habitación rápidamente y al fin Ginny y Hermione se despidieron de Ron y salieron por la puerta, agarradas de la mano, con una larga noche por delante y muchas cosas de las que hablar.