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Harry Potter y la ruta de Eros XIII

en Parodias

¡Bienvenido a la decimotercera parte de la ruta de Eros!

Un nuevo capítulo está aquí ya, y en este caso relata la que para mí era una de las partes más divertidas de los libros: las pruebas para el equipo de quidditch.

Es un placer el recibimiento que está teniendo esta serie. De verdad que cada vez sois más los que os animáis a puntuar, comentar o enviarme emails, y a todos os lo agradezco enormemente. Muchas gracias por comentar la anterior parte a Gargallu, lalo, jack, Guilleos, Sir y maca; por seguir ahí tras doce partes o por haberos decidido a comentar en esta última.

¡Ojalá disfrutes de este relato, y prepárate para lo que viene!

      19. Juegos

A pesar de que ya estaban a finales de septiembre, el verano parecía dar sus últimos coletazos aquel sábado por la mañana. El sol reinaba sobre el horizonte, iluminando todo el campo de quidditch, en cuyo césped se recortaban las sombras de las torres que servían de gradas. Harry se sentía muy cómodo allí, y no pudo evitar subirse a su Saeta de fuego para recorrer a toda velocidad la explanada, haciendo zigzag entre los colores que vestían el estadio, representando a las cuatro casas de Hogwarts.

 

Angelina había preparado todo mientras él estaba inconsciente. El campo estaba reservado toda la mañana para poder ver a los aspirantes a formar parte del equipo de Gryffindor. En el centro del campo se encontraba la maleta que contenía las bludger, el quaffle y lo más importante: la snitch dorada. Las bludger parecían ansiosas de volver a golpear a los alumnos de Hogwarts, y provocaban el movimiento de la maleta intentando liberarse de sus ataduras. Harry echó de menos a los gemelos, que eran los que mejor sabían tratar a esas pequeñas revoltosas, como a buen gusto atestiguarían el resto de jugadores de Hogwarts.

 

Tras un rato en el aire, recuperando las sensaciones que sólo sentía cuando le daba el viento en la cara a toda velocidad, se fijó en que por el camino de tierra bajaba una chica negra, a paso lento. Harry descendió al césped para saludar a Angelina, que llegó un minuto más tarde.

 

  • ¡Hola! Muchas gracias por dejar todo listo y por venir a ayudarme. Me será mucho más fácil la selección contigo aquí -dijo el mago cuando se acercó.

  • Buenos días, Harry. Sabes que el placer es todo mío -respondió Angelina mirándolo fijamente con los ojos entrecerrados.

 

La antigua capitana del equipo de quidditch, que ese curso había empezado sus prácticas como profesora en el colegio, llevaba aquel día su pelo largo recogido en una coleta. Además, había escogido una capa de un brillante rojo escarlata que era realmente apropiada para ese día. Harry se vio algo decepcionado ante lo mucho que la cubría, pero teniendo en cuenta el calor que hacía ya a esa hora había esperanzas de que no durase mucho con ella puesta.

 

Conforme se acercaba la hora que los carteles anunciando las pruebas indicaban, varios alumnos de Gryffindor fueron apareciendo. Harry saludó a todos ellos. Se sorprendió al ver a Lavender, Dennis y Colin Creevey, a los que nunca había visto presentarse a aquellas pruebas.

 

A pesar de que le habría gustado tener mayor número de candidatos, se alegró al ver que todo su equipo del año anterior iba a estar allí. Los bateadores Ritchie Coote y Jimmy Peakes, que daban aún más miedo que el año anterior, y la gran cazadora Katie Bell. Sólo faltaban Ginny, Dean y Ron.

 

A su exnovia la vio bajar algo más tarde acompañada de un antiguo compañero de habitación del mago: Dean Thomas. Harry no pudo evitar pensar en que estaban muy acaramelados, y sintió una pequeña punzada de dolor. Los saludó y les dio las gracias por estar allí. Cruzó la mirada con Ginny y ambos parecieron decir al otro: "es triste, pero la vida sigue".

 

Todos estaban montados en sus escobas ya, y Harry se preocupó porque la única persona que se había presentado para el puesto de guardián era Dennis Creevey, que supuso que sería un novato que no daría el nivel. Ron todavía no había llegado, algo que le extrañó, y se vio obligado a comenzar sin él.

 

Angelina se sentó muy cerca de Harry en una de las torres, desde donde podrían ver mejor las pruebas, después de liberar las bludger y el quaffle. Al mago le costó dejar de pensar en su excompañera durante un buen rato, cuando todos los aspirantes dieron una patada en el suelo y ascendieron con sus escobas, salvo dos alumnas de segundo año que apenas aguantaron unos segundos en el aire antes de chocar entre ellas entre risas.

 

  • Esa chica rubia es realmente rápida, Harry -dijo Angelina asombrada, apuntando hacia Lavender-. ¿Dónde se ha metido todo este tiempo?

  • No lo entiendo, jamás la he visto interesada en el quidditch, salvo cuando salía con Ron.

 

Lo cierto es que Lavender se movía en el aire con gracilidad. Junto a Katie parecía la que mejor controlaba la escoba. Además, llevaba un uniforme tan corto que sus delgadas piernas se añadían al espectáculo. Ginny y Dean, sin embargo, parecían algo descentrados aquella mañana, y Harry se temió tener que tomar una decisión complicada. Colin, por su parte, parecía más interesado en recibir la atención de Harry que en demostrar su calidad con la escoba, y fue el siguiente eliminado del proceso, tras las obvias exclusiones de las dos chicas de segundo.

 

El trabajo de Coote y Peakes con las bludger parecía haber mejorado enormemente, como pudo comprobar Colin en sus propias carnes mientras descendía, y vista la escasa competencia que tenían, Harry y Angelina vieron claro que la pareja de golpeadores seguiría siendo la misma.

 

La sorpresa agradable de la mañana llegó cuando los cazadores comenzaron a tirar a portería. Dennis Creevey parecía una araña cubriendo los postes, y sólo Ginny consiguió que encajara un gol con un gran tiro cruzado.

 

Mientras veían que el punto débil de Lavender estaba precisamente en el tiro, y que Dennis no parecía bajar el nivel, Harry detectó en el rabillo del ojo un movimiento. Allí estaba Ron.

 

  • Siento haber llegado tarde -dijo su mejor amigo a su espalda, con una voz distante.

  • ¿Estás bien, Ron? No pasa nada, acabamos de empezar con los tiros -respondió Harry.

 

Sin añadir nada más, Ron volvió a bajar al terreno de juego y montó en su escoba para proteger los palos contrarios.

 

  • Veamos cómo se desenvuelven en un partido -propuso Angelina.

  • Buena idea -respondió Harry, que posteriormente ordenó formar dos equipos con los ocho aspirantes a cazador que quedaban.

 

Harry pudo ver entonces cómo Angelina cedía por fin al calor y se quitaba la capa y la camisa, quedándose con una camiseta de asas ligera que resaltaba su piel tersa y su cuerpo perfectamente moldeado. Su oscura piel brillaba con los rayos de sol, y el largo cuello daba paso a un escote amplio en el que se adivinaban sus pechos medianos. Dejó de ver hacia ella cuando la chica, que le había pìllado con la vista fija en su cuerpo, le dio un empujón y le dedicó una sonrisa.

 

En el campo de juego las cosas no iban como esperaba Harry. Katie y Ginny se hicieron pronto con el control de sus respectivos equipos, pero Dean no estaba demostrando el nivel del año pasado. Lavender, por su parte, se movía a una velocidad endiablada sobre su escoba. El resto de aspirantes no podían llegar a su nivel. Sin embargo, lo que más le dolía a Harry era ver a Ron, que parecía impotente ante los lanzamientos de Ginny, mientras Dennis paraba todo al otro lado de la cancha.

 

El marcador iba ya 80 a 10 a favor del equipo en el que estaban Dennis, Ginny y Lavender, y Harry se temió lo peor. Iba a tener que echar del equipo a su mejor amigo, después de lo que había pasado últimamente.

 

No. No podía empeorar las cosas. No. Dennis tenía que fallar. Dennis tenía que fallar. Dennis... De repente apareció de nuevo la misma sensación de la enfermería: un remolino, oscuridad y ya no estaba en el mismo sitio. Ante Harry aparecían ahora los 8 cazadores y Ron, en el otro lado del campo. Estaba a mucha altura subido en una escoba vieja que reconocía. Estaba... ¡Estaba en la escoba de Dennis!

 

Los ojos del chico pasaban de Ginny a Lavender, deteniéndose unos segundos para disfrutar de las vistas, hasta que Harry sintió el movimiento de Dennis cuando se estiró para realizar un nuevo paradón. Sus ojos, que no podía controlar, se dirigieron después hacia la grada, donde Harry se vio a sí mismo atento al partido, como si nada ocurriese. Después se detuvieron en el atractivo culo que se marcaba a través de las mallas de Katie, que acababa de recoger el quaffle.

 

Tras pensar unos segundos en aquello, intentando volver a su cuerpo, a Harry se le ocurrió una idea. Ese era su momento. Si podía hacer que Dennis fallase no tendría problemas en volver a aceptar a Ron en el equipo. Sabía que estaba mal, pero en ese momento sólo le importaba su amistad, que parecía a punto de entrar en un momento crítico. Sin embargo, a pesar de lo mucho que lo intentaba, no podía controlar el movimiento del chico, que paró dos tiros más con maestría y con Harry todavía en su cabeza.

 

El siguiente tiro fue diferente. Harry se concentró con todas sus fuerzas en tratar de mover el cuerpo hacia el lado contrario. No lo consiguió, pero fue suficiente para que el cuerpo de Dennis tuviese un momento de duda y no llegase a parar el tiro de Dean, que entró por el aro de la izquierda a toda velocidad. Con eso sería suficiente.

 

Los siguientes tiros siguieron el mismo patrón, y pronto se igualó el marcador, ante la incredulidad de Dennis y sus compañeros de equipo. Harry siguió haciendo lo mismo, cada vez con mayor facilidad, durante unos minutos, hasta que dio una ventaja suficiente al equipo de Ron y decidió dar fin a las pruebas. Sin embargo, no sabía cómo volver a su cuerpo.

 

Trató de pensar en sí mismo durante un rato, pero no dio resultado. Pensó en liberarse, en escapar del cuerpo de Dennis, en el pasado, y lo consiguió. Un segundo después volvía a estar en su cuerpo, al lado de Angelina, que tenía la boca tapada con la mano y veía hacia Dennis.

 

Harry se fijó en el chico en cuya mente se había colado. Su escoba hacía movimientos extraños y él no parecía responder. Acto seguido comenzó a caer en picado y no tuvieron tiempo de lanzar un hechizo con el que detener el tremendo golpe que se dio al estrellarse contra el suelo.

 

 

Harry corrió hacia la enfermería llevando a Dennis en brazos, con la ayuda de Ron y Colin. El joven aspirante a guardián parecía haberse desmayado antes de caer, y ahora estaba inconsciente y probablemente con una buena cantidad de huesos rotos. La señora Pomfrey los tranquilizó cuando llegaron a la enfermería, y les pidió que le dejasen descansar, diciendo que ese tipo de golpes era habitual en el quidditch.

 

 

Harry no estaba tan seguro de que todo fuese bien. No podía ser una coincidencia todo lo que había ocurrido, y cuando volvió al estadio a recoger las cosas estaba pálido y con los remordimientos ocupando hasta el último rincón de su cerebro.

 

Unas manos le agarraron los hombros mientras acababa de cerrar las cadenas de la segunda bludger.

 

  • No ha sido culpa tuya, Harry -dijo Angelina a su espalda, apretando con sus dedos varios puntos de la espalda del mago.

  • No lo sé. Creo... puede que lo haya forzado demasiado -mintió Harry, agradeciendo el masaje que su excompañera le ofrecía.

  • Oh, claro que no. Si alguien está en tensión, ese eres tú -respondió la morena antes de soltarlo-. Ven conmigo, anda.

 

Harry hizo caso a su excapitana como si todavía lo fuera y la siguió, dejando el maletín guardado en el almacén del estadio. Angelina volvía a llevar puesta su capa escarlata y su larga melena recogida en una coleta caia por su espalda recorriéndola casi por completo.

 

  • Al menos este año la selección está bastante fácil. Recuerdo que para mí fue un infierno la última vez. Había mucho nivel -le dijo la chica negra mientras subían la colina.

  • ¿De verdad? -respondió Harry, desganado-. Alicia y Katie eran las mejores cazadoras, y los gemelos no tenían rival como golpeadores.

  • ¡Oh, Harry! No recuerdas bien la competencia que tenían. Hoy apenas se ha presentado gente, y antes, como tú eras mi niño mimado no te dabas cuenta de lo difícil que era entrar al equipo.

  • Oye, yo también trabajaba para mantener el puesto -respondió Harry, dolido-. ¿De verdad creías que había un buscador mejor que yo?

  • Oh, no lo sé, no lo sé. Lo que seguro que no había es un buscador más guapo y más controlable -respondió Angelina riéndose y dándole un pequeño empujón con la cadera.

 

A Harry aquellas palabras le activaron un engranaje en el cerebro y le encendieron de nuevo. Durante un instante recordó lo que había pasado en la enfermería, lo que le dio más confianza.

 

  • ¿Sabía tu novio lo que intentabas hacer en lugar de entrenar?

  • ¿Zacharias? ¿Qué se supone que debería saber, listillo? -respondió Angelina levantando una ceja.

  • Me lo dijiste el otro día en la enfermería. Jugabas conmigo para calentarme.

 

Angelina se paró y empezó a reírse.

 

  • ¿De verdad crees que buscaba provocarte? Eras un enano, Harry. Por supuesto que me hacía gracia ser tu musa de la adolescencia, pero mi vida no giraba a tu alrededor, ¿sabes?

 

Harry se adelantó en ese momento y juntó toda la valentía que su yo adolescente nunca había tenido para agarrar a Angelina por la cintura y besar sus gruesos labios. La chica pareció sorprenderse al principio e hizo un leve intento de apartarse, pero pronto correspondió a Harry y con la boca entreabierta fue dejando paso a su lengua, que pronto hizo contacto con la punta de la del mago.

 

Apenas había gente en los jardines a esa hora, pero los que pasaban se quedaban mirando el espectáculo de los excompañeros de equipo dándose codazos algunos y ruborizándose otros.

 

Angelina pasaba ya sus manos por la dura espalda de Harry, sin parar de dar pequeños mordiscos en la lengua del mago o en su labio inferior. Él devolvía sus besos con más pasión todavía, con las ganas de un adolescente que por fin había convencido a la chica de sus sueños. Angelina se alegró de llevar su amplia capa cuando Harry bajó las manos de su cintura y le agarró con fuerza el culo. El mago se lo apretaba con fuerza, y su frenesí no tardó en traducirse en el endurecimiento de su entrepierna. Angelina adoraba sentir esas erecciones apoyarse contra ella, y más si permitían percibir un tamaño tan notable como esa. Por ello decidió agarrar ella misma las nalgas apretadas de su compañero y apretarlo contra ella.

 

Poco después, Harry separó un poco su cuerpo y posó su mano derecha entre las piernas de Angelina. La bruja dejó de besar a Harry cuando éste empezó a acariciar por encima del pantalón su monte de Venus y empezó a bajar lentamente. Vio los ojos verdes del atractivo mago observando su cuerpo y conforme la mano de Harry descendía y tocaba zonas más sensibles, Angelina notó cómo se humedecía ligeramente.

 

  • Basta, Harry. Ha tenido... ha tenido gracia -dijo Angelina separándose, cuando pareció darse cuenta del espectáculo que estaban dando en medio de la colina-. Yo... Voy a ser profesora. Voy... Mira, lo del otro día estuvo mal, ya estamos en paz.

 

A Harry le dio igual, y volvió a besarla y a hacer que notase lo duro que le había puesto. Angelina no supo qué más responder y se volvió a apartar, pidiéndole que la siguiese al lugar al que se dirigían al principio.

 

Harry siguió a la bruja hasta llegar al castillo. Por uno de los pasillos del primer piso llegaron hasta el despacho de profesores de aquella planta, que parecía vacío. Harry se fijó en que Angelina cerraba la puerta con el encantamiento Fermaportus.

 

  • Bien, bien. Harry, tienes que relajarte. Siéntate -dijo Angelina, que parecía nerviosa y aturdida-. Tomemos un té, y después decidimos el equipo, ¿vale?

 

Harry ya no pensaba en nada de lo que había ocurrido en el estadio. Se había olvidado incluso de Dennis y en ese momento sólo había una cosa ocupando su mente. Vio cómo Angelina se desprendía de su capa y volvía a mostrar su top de asas, que marcaba su magnífica figura.

 

La futura profesora parecía haber perdido toda la seguridad en sí misma que la caracterizaba, y ahora daba la sensación de ser una joven inexperta y patosa. Teóricamente buscaba su tetera, pero si de verdad era lo que hacía no parecía tener ni idea de dónde estaba. Sin embargo, sí parecía saber cómo provocar a Harry perfectamente, y se quedó más tiempo del necesario agachada sobre un armario, de espaldas al mago.

 

Harry tenía desde su silla una visión privilegiada del gran culo de Angelina. Los pantalones de tela gris estaban tensos por la posición de su dueña y apretaban su trasero permitiendo distinguir perfectamente cada una de sus nalgas y el pequeño triángulo del tanga que llevaba debajo. No iba a limitarse a verlo, y se acercó de nuevo a Angelina para hacerle saber de nuevo cómo estaba.

 

  • ¿Necesitas ayuda, Angie? -preguntó el mago a unos centímetros de la chica.

  • N-no, Harry, gra... -decía Angelina hasta que volvió a notar la erección de su amigo, esta vez introduciéndose entre sus nalgas-. Bueno, si insistes.

 

Harry vio cómo Angelina se incorporaba y, todavía de espaldas, le agarraba con una mano el culo y con la otra el pelo. Harry aprovechó para besarle el cuello mientras Angelina se arrastraba por su erección, preparándole para lo que venía.

 

Angelina notó cómo las manos de Harry se paseaban ahora por su cuerpo, agarrándole las tetas con fuerza mientras le bajaba la cremallera. Harry bajó los pantalones de Angelina lo justo para dejar salir su culazo, cubierto por un tanga blanco que parecía diminuto entre toda aquella carne. Ver por primera vez el culo de esa diosa de ébano fue mucho para él. Quería más, y se bajo su propio pantalón y sus boxers, de los que salió su magnífico pene, muy duro ya, que chocó con el impulso contra su compañera.

 

Angelina quería ver ese rabo que ya había podido intuir, pero cuando giró la cabeza Harry la hizo mirar de nuevo hacia delante. Acto seguido, notó cómo el mago se acercaba más y le apretaba contra el culo una gran barra caliente, que se encajó entre sus nalgas descubiertas y empezó a moverse entre ellas. Harry la tenía a su merced, y ella se dejó hacer.

 

Angelina sentía a su espalda el pecho de Harry pegado a ella, sus besos en el cuello y los mordiscos en la oreja, todo junto a su grandísima polla frotándose contra su culo a la vez que la mano derecha del mago estimulaba su clítoris, metida bajo su ropa interior. Estaban muy calientes, y todavía empeoró cuando Harry le dio dos de sus dedos a probar. Ella los chupó como si fuesen su rabo, sabiendo cuál era su destino.

 

No se equivocaba. Harry devolvió su mano al interior del tanga pero esta vez pasó los dedos por sus labios vaginales hasta acabar en su entrada más sagrada, que no dudó en penetrar con los dos, que encontraron poca resistencia después de todo lo que habían hecho.

 

Mientras Harry la masturbaba, Angelina se vio en la necesidad de sentir los labios de su amante. Giró la cabeza y agarró con la mano la de Harry, obligándole a acercarse para besarla. Los gemidos hicieron que el beso se interrumpiese varias veces, pero estaba cada vez más cachonda mientras aquellos dedos la follaban, la enorme polla pedía paso y los labios y los ojos de Harry le indicaban lo salido que estaba el chico.

 

Angelina no aguantó mucho más, y se agarró a la mesa de los profesores para contener un poco los gritos que su primera corrida le provocó, mientras los dedos de Harry seguían metiéndose en su interior, con su otra mano acariciando su hipersensible clítoris.

 

Harry aprovechó ese momento, y todavía no había acabado de correrse su amiga cuando sus dedos se vieron sustituidos por su pollón. Apartando el hilo del tanga, consiguió entrar sin ninguna dificultad en el coño de Angelina, tremendamente lubricado y ofrecido, con la bruja apoyada en la mesa y el culo en pompa.

 

Angelina pareció agradecer la penetración, pero sus gemidos le impedían expresarlo con claridad, todavía conmocionada por ese período tan placentero de la petite mort. Harry disfrutaba entrando y saliendo de aquella mujer, recordando todas las pajas que se había hecho por su culpa en la adolescencia. Decidió que merecía un castigo y azotó con fuerza una de sus nalgas. Toda la respuesta de Angelina fue un gritito que quedó en el olvido entre los interminables gemidos de la bruja, a los que ya acompañaban los de Harry.

 

Ante los ojos de Harry se presentaba una escena demasiado potente. Se vio con orgullo el torso delgado pero bien marcado, rematado en la base de su pene, con el poco vello que había crecido a su alrededor desde la última vez que lo había recortado. Lo seguía su enorme polla, cuyo color blanquecino contrastaba totalmente con el color negro del culazo de Angelina, dentro del cual estaba haciendo desaparecer su rabo.

 

Le agarró la coleta a Angelina con una mano y logró que su cabeza siguiese el ritmo de sus penetraciones. Ese mito de su adolescencia estaba gozando tremendamente sintiendo a su excompañero en su interior. Así lo demostraba su cálido interior, que había empapado ya sus labios vaginales. El coño de Angelina apretaba mucho su gran miembro mientras le abría paso encantado.

 

La situación le ponía tanto que no podía detenerse a pesar de que su aguante se estaba poniendo muy a prueba. Follarse a Angelina era uno de sus sueños, y no iba a desaprovecharlo. Además, visto lo mucho que la bruja disfrutaba cuando Harry le llenaba el coño, no quiso imaginarse de lo que sería capaz si se detuviese ahora.

 

La mesa a la que se agarraba Angelina estaba sufriendo para mantenerse en pie con el constante ir y venir de los dos jóvenes. Harry seguía dándole por detrás cada vez más duro, agarrando sus caderas con fuerza y gozando con su culo. Angelina se había corrido ya de nuevo, aunque sus continuos gritos lo hicieron indistinguible, y pronto notó que el ya de por sí grandioso miembro de Harry engordaba todavía más en su interior. Angelina esperaba la inminente corrida, pero sorprendentemente Harry aguantó varias embestidas todavía, y sólo cuando ya no pudo más, se dejó ir.

 

Angelina agradeció el contacto de la polla de Harry con cada espasmo, notando perfectamente cómo su semen caliente se derramaba en su interior. Tenía a todo ese hombre dentro de ella, rendido al fin. El mago más famoso del mundo no había podido resistirse a sus encantos y ahora descansaba con el rabo semierecto introducido en su interior.

 

Angelina contuvo una risa cuando Harry le dio la vuelta y la volvió a besar con cariño, como dándole las gracias y extenuado por el esfuerzo.

 

Cuando Harry abandonó el despacho, Angelina se quedó pensando con una sonrisa misteriosa que, efectivamente, era tan fácil controlar al mago en su adolescencia como en su juventud.