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Mi cuñada – 12

en Sexo con maduras

Estaba esperando la llegada de mi hermano, mi cuñada y mi sobrino. No sabía la hora a la que llegarían. Vi llegar un coche y era el de la prima Sarita. Esta vez venia además de con su marido y la madre de Paula, con la hermana. Rápidamente la reconocí, aunque solo la vi el día de la boda de mi hermano y yo era un niño en ese momento, pero ella me gustó mucho, estaba muy buena y no opinaba yo solo de esa manera, lo hacían también algunos primos míos y algún hombre de los que asistieron a la boda. Me extraño que viniera sola. Yo sabía que era un par de años mayor que mi cuñada. Después de lo sucedido con las otras parejas, ahora veía a las mujeres de otra manera. A Sarita la veía con ganas de follar y no era extraño porque el marido, además de parecer un vago se notaba muy flojete. Sarita era de pelo corto, bajita y de muy buen tipo, pecho desproporcionado para ese cuerpecito. La hermana de Paula se llama Xisela, una mujer potente, casi de mi altura, buenas caderas y un culo grande pero compacto y de buenos pechos, se notaban que había amamantado a 4 críos. Nada más verme me dio un par de besos y dijo que lo que había crecido, que, porque le habían dicho que era yo, que, si no, ni me reconocía. Yo muy educado pregunte por el marido, todos se callaron y ella me dijo que estaban en trámites de divorcio, deje de preguntar y nos metimos dentro de la casa.

El marido de Sarita, Valerio se fue directo a la cocina se cogió una cerveza y unas patatas fritas y se fu a ver la tele. Sarita tenía un deje gallego, pero Xisela y su madre es que costaba entenderlas, menudo acento. Yo me quede con ellas en la cocina y me fijaba en ellas dos, Sarita en su cruce de piernas, aunque pequeñita, se le veían unas piernas muy finas y a Xisela se le veían buenas piernas y buenos muslos, tobillos muy finos y unos pies grandes pero bonitos, que se le vieron cuando se descalzo. Yo me limitaba a dar sorbos a una botella de cerveza, a mirar a esas dos maduritas y a pensar en la locura que sería estar con ellas follando. Por las conversaciones me di cuenta de que a Sarita la trataban más como a una hermana que como a una prima. En el momento que oímos llegar el coche salimos todos, menos el vago, a saludarles. La alegría era mutua. Fui subiendo los bultos a la habitación de mi hermano. Paula subió unas bolsas y mientras mi hermano terminaba de descargar el coche y las mujeres estaban con mi sobrino, Paula me cogió y me dio un beso en condiciones y tocándome el rabo, acariciándolo con apetito, no paraba de decir que necesitaba una buena ración. Que esta noche no se iba sin una buena metida. Antes nunca la había visto así. Lo que me puso caliente como carbón al rojo vivo.

Ya estábamos todos relajados. Las dos hermanas se fueron afuera, las veía por el ventanal, Xisela fumaba con ansia y Paula prestaba mucha atención, se dieron un abrazo muy tierno y volvieron a entrar. Paula se dirigió a Ignacio para decirle que fuera al coche de Sarita y sacra el equipaje de su hermana, que se quedaría unos días con nosotros, mi hermano se alegró y fue a por el equipaje, yo le acompañe.  

Yo – Oye Ignacio que le pasa a tu cuñada.

Ignacio – Nada, que va a pasar, lo que tenía que pasar. Xisela tenía un cerdo por marido, todo el mundo lo veía menos ella. Se gastaba el dinero en juego y bebida. Lo mal atendía y muchas cosas más que para que contar.

Yo – Que tenía alguna amiga también.

Ignacio – Para que la iba a tener, si con todo lo que se mete y metía eso no podía funcionar y no funcionaba, un desastre de hombre.

Yo – Pues sí que le toco la lotería.

Ignacio – Ya te digo. Llevaban más de un año separados y ya se decidió a firmar el divorcio y lo hizo la semana pasada, por eso esta tan jodidilla. Tenemos que lograr que se ponga alegre y contenta.

Cogimos dos maletas y una bolsa grande y nos metimos en la casa, su habitación estaría junto a la mía y tendríamos que compartir baño. Yo una vez que deje las cosas en la habitación de Xisela, aproveche a ir al baño y mi hermano se bajó. Cuando salí del baño me encontré con mi cuñada, que en voz baja me dijo que todo se había complicado un poco, pero que no me escaparía. Mientras mi cuñada y su hermana estaban preparando la habitación, yo me dedique a flirtear con Sarita, al principio tímidamente porque su marido estaba muy cerca, ella sin embargo eso le debía de dar igual porque cada vez se la veía más lanzada. Como yo mire varias veces a su marido ella me decía que no me preocupase, que mientras tuviera una cerveza y una tele o una x-box todo lo demás desaparecía. Esta vez sin ninguna vergüenza le dije que entonces era bien tonto, porque perderse de ver a una mujer con esas piernas tan bonitas, amén de otras cosas que se me antojaban que estaban mejor, tenía delito. Una vez dicho eso la reacción de ella fue cambiar la posición de sus piernas de forma nerviosa y me decía que seguro que ella y yo haríamos buenas amistades. Era seguro que si estuviéramos solos ya estaríamos enzarzados. Llegaron mi hermano y su suegra, cortándonos el rollo a Sarita y a mí. También llegaron las dos hermanas. Se despidieron y el marido de Sarita se levantó de mala gana, les acompañamos hasta el coche, yo me despedí de todos, pero la despida con Sarita fue distinta, sus dos besos fueron muy cálidos, provocadores y sobre todo el brillo de su mirada.

La cena fue temprana porque Ignacio estaba cansado de tantos kilómetros y quería cenar para irse a dormir. Así fue y mi cuñada le dijo a mi hermano que ella se quedaría con su hermana pelando la pava, que llevaban mucho tiempo sin hablar. Una vez quedamos los tres solos, vi que se sentían incomodas, sobre todo Xisela, bostecé a propósito y dije que me iba a dormir, pero tenía pensado espiarlas, quería saber que sucedía, a que tanto misterio. Subí a mi habitación y en pocos minutos estaba ya cambiado y bajé descalzo para que no se notara mi presencia. Llegué con la conversación empezada y por lo que hablaban no me perdí nada interesante. La parte interesante no tardó en llegar.

Paula – Y en este tiempo, que ya va más de un año, no te has enrollado con nadie.

Xisela – Según a lo que llames tu enrollarse, porque lo único que he tenido fue con uno que era muy pesado, que tanto insistió que fuimos a cenar y de vuelta a casa, en el coche, empezamos y fue tocarle un poco y se acabó.

Paula – Hermana es que los atraes.

Xisela – Pues por eso ya ni me molesto, cuando ando muy necesitada, una ducha de agua fresquita y ya está.

Paula – A ti lo que te hace falta es un buen macho que te de lo tuyo bien dado.

Xisela – Eres igual que Sarita. Que brutas que sois.

Paula – A Sarita seguro que en tu situación no le pasaba lo mismo.

Xisela – Ya te digo yo que no, esa se lleva por delante a todo el que se le antoja, que yo ya he tenido que hacer de tapadera ante su marido varias veces.

Paula – Pues mira que te digo, hace bien, que narices. Eso que se lleva.

Xisela – Y tu marido sigue encabezonado en lo suyo.

Paula – Sí.

Xisela – Pues sí que es persistente, tanto insiste que al final te hará caer. Uy por esa mirada a lo que acabo de decir, te conozco, ya ha pasado seguro. Cuéntale a tu hermana.

Paula – No ha sido exactamente como quería Ignacio, pero si he pasado la línea. Y de qué manera hermana.

Xisela – No hagas como mi ex, no me dejes a medias. Cuenta y con detalles.

Paula – Pues si me he liado y bien liada con uno más joven.

Xisela – Vamos a ver. Cuanto más joven y dame más detalles. Como es, que tal lo hace, hermana como hablábamos de jóvenes.

Paula – Pues muy jovencito y lo dejo ahí. Muy bien dotado, es más diría un espécimen único. Te deja agotada. Y te provoca que hagas cosas que no creías que fueras capaz. No le puedes negar nada.

Xisela – Por lo que dices estas enganchadisima a él. Ya me señalaras quien es, porque seguro que es algún vecino. Pero me ha entrado una curiosidad, te conozco muy bien y cuando has dicho que has hecho cosas que jamás pensabas que ibas a hacer. Que cosas son esas, porque por lo que tú me has contado has hecho de todo más o menos en alguna medida.

Paula – Mejor no lo digo, que me da un poco de apuro porque seguro que me das la monserga.

Xisela – No me puedes decir eso, porque yo nunca he hecho eso, te he podido decir que no me lo esperaba, pero nunca me he escandalizado ni he ejercido de hermana mayor y lo sabes. Y ahora ya estás perdiendo tiempo para contármelo.

Paula – Pues que hice un trio. Ya está.

Xisela – Y como era el otro, también jovencito.

Paula – Fue una mujer.

Xisela – No me digas. La pareja de él o quien.

Paula – No, con una amiga mía.

Xisela – Desde la última vez que te vi, todo lo que te ha pasado. Sí que te has espabilado. Y con ella hubo tema o solo compartisteis al chico.

Paula – En un principio solo compartir, pero luego de todo.

Xisela – Y te gusto.

Paula – Pues si hermana, me gusto y mucho.

Xisela – Una última pregunta y cómo es eso de estar con otra mujer.

Paula – Distinto, pero no he estado con ella a solas, pero distintas sensaciones.

Xisela – Quienes son, los conozco yo, aunque solo sea de vista.

Paula – Y es tarde y hay que irse a dormir, otro día continuamos.

Me fui corriendo a mi habitación y aunque mi puerta estaba cerrada, pude ver por la rendija del bajo de la puerta la luz. Esa noche estando su hermana no pasaría nada y mi rabo estaba a reventar me lo estaba tocando, cuando vía como se abría lentamente mi puerta y luego se cerraba, era mi cuñadita, que me dijo al oído, no te hagas el dormido que sé que has estado espiando y vengo por mi ración de polla. Me puso cachondo oír lo que me decía. Se quitó la ropa y yo hice lo mismo. No nos pusimos de acuerdo, fue natural, ella se puso a comer mi rabo y yo su coño, que estaba bien mojado. Tuvo un orgasmo de lo más rico, por lo menos para mí que sentí como se corría. No quería correrme en su boca y la quite, ella se tumbó boca abajo y me dijo que por donde más desease yo. Primero le metí el rabo en su coño, le decía lo puta que era, follando a su cuñado tan cerca de su marido y de su hermana, ella se movía mas. Le pregunte qué porque se había puesto tan cachonda hablando con su hermana y me lo negó, saque mi rabo y me dijo que siguiera y sin necesidad de decir nada, me dijo que estaba bien que, si se había puesto cachonda, el motivo porque se imaginaba a la estricta de su hermana siendo follada por mi polla. Me dijo que ella era muy clásica en el sexo. Entonces le dije, que seguro que le gustaría ver cómo le rompía el culo a su hermana, sentí como se clavó más mi rabo cuando lo dije. Como no me decía nada, se limitaba a apretar los labios para que nadie pudiera oírla, agarre su cabello, tire de él, hacia mí, se escapó una débil protesta y le dije que pronto su hermana estaría en su lugar y ella espatarrada delante de su hermana para que le comiera el coño. Empezó diciendo no para acabar diciendo que si teniendo un tremendo orgasmo y yo corriéndome dentro de ella. Nos tumbamos extasiados ye ella hablo conmigo murmurando.

Paula – Tienes por cerebro un pene.

Yo – A qué viene eso ahora.

Paula – Por lo que has dicho de mi hermana, aunque ya sé que ha sido en un momento de calentura.

Yo – Lo he dicho en un momento de calentura, pero sabiendo lo que decía.

Paula – Coño que es mi hermana. No puede ni debe de ser. Me da igual cómo te pongas.

Yo – Sabes que al final harás lo que yo quiera, porque será lo que tú quieras también. He notado como te ponías a 100 cuando te hablaba de tu hermana. Que eres muy puta y se te nota.

Paula – Esa línea no la pasare. Lo más que puedo hacer es facilitarte un acercamiento a Xisela y luego tu veras y lo hago para que se relaje, que seguro que le vendría bien y a ti también.

Yo – Ya te conté mis nuevas amistades, ese terreno lo tengo solucionado, pero tú no puedes decir lo mismo.

Paula – No seas así, no me digas eso. Ya me he enfadado y me voy.

Se iba a ir cuando la llame y se acercó, le dije que me comiera el rabo y lo hizo sin rechistar, mientras lo hacía le decía que se aprovechara que ya no lo tendría más. No paraba y notaba que tenía ganas llevaba mucho tiempo sin pasarlo así. Me corrí en su boca y cuando termino de chuparlo todo, se puso en pie, me dijo que era un desgraciado queriendo imponerle mis deseos, le di una palmada fuerte en su culo y le dije que se fuera a su habitación no fuera que la echaran en falta.

Baje a desayunar y estaba mi hermano acabando de tomar su café, vestido y preparado para marcharse. Nos quedamos solos, mi cuñada estaba dando una papilla a mi sobrino. Quise hacer una maldad y cuando pase a su altura, pase mis dedos por encima de su camisón, justo donde su pezón, lo acaricie un poco y rápido se puso duro. Me miro y me dijo que estando el niño no, que respetase eso por lo menos, no me gusto su tono. Me senté a desayunar cuando llego Xisela, ella no venía con camisón. Traía un pijama que le quedaba ajustado, donde se notaban sus dos buenos pechos y algo sus pezones, no por que estuviesen erectos, por lo grandes que debían de ser. Traía cara de recién levantada y se dio la vuelta para coger de un armario alto una taza, subiéndose un poco la parte de arriba del pijama, quedando un buen culo en exposición. Paula se dio cuenta donde miraba y me miro con mala cara. Sonó inesperadamente la puerta y fui yo el que fui a abrir. Era Olalla que entro dando voces de alegría y diciendo, que ahora sí que lo pasaríamos bien y en el momento que entro a la cocina, casi se cae de culo al ver a la hermana. Sin que nadie le preguntara justifico lo que acababa de decir por lo aburrida que había estado todo ese tiempo. Yo me desentendí y Xisela miraba a su hermana con cara de incredulidad, seguro que pensaba si su amiga embarazada era la amiga que le había contado.

Más tarde Olalla se disculpó y pregunto por Ignacio, que había venido también por un problema que tenía para imprimir unas cosas que le habían mandado por correo electrónico, que no sabía que le pasaba a su impresora. Mi cuñada que se lo olio enseguida le dijo que seguro que yo se lo podría solucionar y yo dije que sí. Pero Xisela lo estropeo todo, porque dijo que si lo tenía en el correo no era necesario ir a su casa, que lo podría imprimir aquí. Paula se fue al ordenador de Ignacio y lo conecto para que Olalla pudiera imprimir lo que le hiciera falta. Reacciono bien y se fue al ordenador, desde la cocina oímos que decía que no se lo imprimía iba a ir Xisela, pero me levante y dije que iba yo. Entre en la habitación de trabajo de mi hermano, Olalla me dijo que ella que venía toda preparadita, que vaya jarro de agua fría. Como desde la cocina no se nos podía ver, yo desde la puerta me saqué el rabo, empecé a tocármelo y creció muy rápido, los ojos de Olalla eran de puro deseo. Me acerque a ella y me lo chupo estando sentada y luego se levantó me hizo sentarme sin decir nada, ella se levantó un poco la falda, venia sin bragas, toque su coño que estaba muy mojado y su culo pringoso, sí que venía preparada se había puesto algo en su culo.

En voz que se me pudiera oír le iba explicando todo mientras ella sola se metía mi rabo en el culo. Una vez sentada del todo, empecé a acariciar su clítoris y a tocar uno de sus pechos. MI cuñada pregunto desde la cocina a Olalla si ya lo había solucionado y le contesto que casi. Di a una carpeta de mi hermano y puse a imprimir. Que forma más bestia de echar un polvo. Era implacable con sus movimientos hasta que llego al orgasmo, si sentir su orgasmo fue sabroso, mucho más lo fue el cómo se aguantó para que no se le oyera y el saber que a unos pasos estaban dos mujeres hablando. Me levante la apoye en la mesa y volví a penetrar su culo, la diferencia era que ahora el implacable y bruto era yo, me corrí en su culo. Fue a la cocina a despedirse y mi cuñada le preguntaba si ya lo había conseguido y Olalla le dijo que sí.

Al cerrar la puerta de la casa, pegue bien la oreja y Xisela le preguntaba a mi cuñada, que no podía ser, que con una embarazada. Paula decía que ella no había dicho nada y su hermana le decía que esa había venido a follar, que se había cortado al vernos allí. Y de pronto hizo una reflexión, se ha sorprendido viéndome a mí, pero no cuando Rober abrió la puerta, que es lo que pasa aquí hermana.