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Superpuente de diciembre – Parte 2

en Sexo con maduras

Como dije al principio el relato estaba dividido en dos partes y esta es la segunda y la ultima.

Ella le decía que nos había interrumpido que estamos haciendo un 69, pero que ahora iba a encularla y se colocó boca abajo, tumbada, ella le decía a su marido que era una pena que no estuviera el para abrir sus nalgas otra vez. Se oyó a Alberto que decía Rober dime que pasa. Yo que estaba ya colocando mi rabo en el culo de su mujer le decía, Alberto ya he empezado a follar el culo de tu puta, que estrecho lo tiene, porque hoy no le estoy poniendo nada y está costando, menuda puta como aguanta y Alberto me pedía que no me parara que se la metiera de una vez, ella gemía en alto, gritaba diciéndole que es que le reventaba el culo. Le decía también que entre el cornudo de su marido y el animal que la follaba la estaban volviendo una puta. Alberto le decía, no mientas has sido toda la vida una puta. Yo le pregunte donde prefieres que le deje toda la corrida para que luego te la comas en el culo o en el coño y no lo dudo, el coño que así cuando se corra cuando se lo esté comiendo, que se mezcle con su corrida. La llamada se cortó o la corto. Seguí follándomela y me decía Mati vamos deprisa que, seguro que ya vienen, mientras ella se hacía una paja, mi rabo entraba a la misma velocidad como si me follara su coño, ella empezó a mover con más brío su culo y tuvo un nuevo orgasmo, que dejo la cama como si se hubiera orinado. Yo ya estaba que me corría y se la saque para hacerlo en su coño, como le había dicho a Alberto.

Mati se fue y llegaron al momento. Todos preguntaron por Mati y yo me hice como que no sabía, que había estado escribiendo y no sabía. Alberto subió y tardaron en bajar. Cuando lo hicieron Alberto venia como congestionado. Fueron a la cocina y delante de Alberto me dijo, el pobre que no ha podido esperar por su ración, que se nos ha vuelto muy goloso, un día se la tendrás que dar entera. Ah y eso de irte nada. Esa noche no sucedió nada más, porque las tres chicas se quedaron en el salón viendo unas películas. Yo estuve un rato con ellas y al final me tuve que marchar a dormir, las tres no paraban de calentarme y lo hacían de tal manera que era fácil saber que lo hacían con toda la mala fe del mundo.

El miércoles 7 cuando me levanté y fui a desayunar estaba levantada Mati, que se sentó a tomarse otra taza de café ya que ella había desayunado. Pregunte por el resto y me dijo que Alberto hoy se levantaría tarde y que su hija y amigas se acostaron pasadas las 6 de la mañana, así que se levantarían a la hora de comer seguro. Estábamos los dos tranquilos hablando, pero nuestras miradas deseaban otra cosa y se lo dije, que nos fuéramos para mi habitación, ella lo dudo poco, me dijo que bueno, pero que sería muy rápido y que antes iría arriba a ver como estaba todo. Yo me fui a mi habitación y me quedé en pelotas. Entro en la habitación diciendo que estaban todos dormidos y cuando me vio como estaba, dejo caer un vestido ancho, de andar por casa, lo dejo caer al suelo, quedando ella en pelotas también y solo dijo, menudo dos viciosos que nos hemos juntado. Estábamos en plena acción cuando miramos y nos pegamos un susto tremendo, allí estaba en pijama Alberto, que enfadado le decía sobre todo a su mujer quedado que estando alguno de los hijos en casa, no pasaría nada de eso. Mati le dijo que no fuera hipócrita, que se mirara el pantalón. Era verdad tenía un buen empalme. Nosotros seguimos follando y ella le dijo que ahora mejor, que estuviera atento por si bajaba alguna de las niñas y que, si era bueno, tendría su recompensa. Mati estaba sentada sobre mi rabo, yo acariciaba sus pezones y ella miraba a su marido de forma fija, mientras él tenía su rabo fuera del pantalón y se acariciaba. Ahora ella se movía con más ganas y se empezó a tocar su coño y le decía a su marido que se moría de gusto. Llego a un orgasmo largo y contenía el grito y el ruido lo hacía de forma contenida. Mati se levantó y no me lo podía creer me había dejado a medias, estaba bastante cerca de correrme, se acercó a Alberto, cerro bien la puerta y trajo a su marido a la cama, se acercaba nervioso, a ver que se le había ocurrido a Mati. Se colocó junto a mí en la cama mientras Alberto de pie nos miraba, ella pasaba la lengua por todo mi rabo y mis cojones, los agarraba como pensándolos y volvía a lamer otra vez y toda sin dejar de mirar a Alberto.

Ya sabía yo lo que ella pretendía, pero Alberto no se decidía y ella no quería forzar nada. Se fue hacia el rabo de su marido, le hizo sentarse en la cama y se lo empezó a chupar, el cerraba los ojos, yo le dije, mira que puta, tiene para los dos y el con una mirada rara me decía que sí. Yo no dije nada, solo puse mi mano en su cuello y lo fui haciendo que se agachara sin ningún impedimento. Abrió la boca y se metió mi rabo en la boca. Toque la cabeza de Mati, que miro y se apartó para que él se colocara mejor y ella acareándolo le decía a su marido, lo haces muy bien amor, sigue así, como te gusta ese biberón, que granuja que eres, me pone muy cachonda verte. Yo le decía a Mati, que para ser su primera vez lo hacía muy bien, que al final lo hará mejor que tú. Me tumbé bien en la cama y le dije a Mati que me apetecía una buena corrida en mi boca y ella abrió sus piernas y coloco su coño en mi boca. Yo estaba que me corría y al final me corrí en la boca de su marido, que, aunque no lo veía me chupeteo bien el rabo. Mati le decía, a que esta bueno, vaya cara se te ha quedado, ven dame un beso. Oí como se besaban y ella se movía apretando su coño contra mi boca. Noté como él se quitaba de la cama y luego oí como se abría la puerta, Mati se gacho y se puso a comer mi rabo. Logrando que se volviera a poner duro. Tuvo un orgasmo más intenso que el anterior. Se quitó y me dijo que ya había que dejarlo. Le pregunte por Alberto y ella sonriendo y mientras se vestía, me dijo que se había ido avergonzado, que lo entendiera.

Cerca de la hora de comer bajaron las tres chicas vestidas, no como el día anterior y pretendían desayunar, la madre les dijo que, de eso nada, que la comida ya estaba prácticamente. La hija pregunto por su padre y la madre le dijo que estaba en la habitación, que estaba con cosas del trabajo. Algo que no entendía y se lo dije a Mati, porque después de lo sucedido se había enclaustrado en su habitación. Estaba la comida y Mati mando a la hija para que avisara a su padre y bajaron los dos, Alberto con cara apenada. Yo hablé con el como si no hubiera pasado nada, quise dar toda la normalidad que podía. Mati llego le dio un beso en los labios y le dijo que le veía mejor cara, como si se hubiera quitado un peso de encima, logro que sonriera, menuda puta que era. En la sobremesa me volvieron a invitar esa noche a salir con ellas. Les dije que lo pensaría. Llego una visita sorpresa y yo me aparte y las chicas también. Estuve hablando con ellas casi toda la tarde, me enteré que María llevaba con el chico que salía desde los 14 años, Carmen andaba con uno que llevaban varios meses y Sara, que era la más lista, según sus amigas que ya estaba con el tercer chico. Hurgue un poco más y pregunte que quien era la que más éxito tenia, Carmen salto diciendo que Sara, que tenía éxito con chicos y apuntillo luego y con alguna chica. Sara le puso mala cara a su amiga y yo le dije quitando hierro al asunto, que así tenía más opciones, que no era nada malo y que yo conocía muchas chicas que eran bi y se lo decía de verdad.

Lo que dije relajo la tensión y Carmen con cara sorprendida me decía o que te gustaba una cosa u otra que las dos eran vicio, de ser enfermos y saltaron María y Sara que de enfermas nada. Una vez que lo dijeron se dieron cuenta de que se habían precipitado. Sobre todo, estando yo allí. Pero se engancharon entre ellas, Carmen por un lado y las otras dos contra ella. Yo me quedé callado y no quise participar. Se puso la cosa de tal manera que Carmen dijo que se marchaba, recogiendo sus cosas y marchándose. A mí me pidió perdón por el jaleo y yo trate de convencerla para que se quedara, no hubo manera. La madre subió al momento y pregunto qué había pasado y María le dijo cosas nuestras y no dio más explicaciones. Le pregunto por la visita que por lo que vi a María no le caían muy bien y Mati les dijo que se quedarían a cenar y le dijo dos matrimonios más que irían a cenar. En ese momento les dije que me iba con ellas y Mati con cara aliviada dijo que era una buena idea. Fuimos en mi coche, cenamos unas tapas y nos fuimos al pub que solían ir. No fui bien recibido por los dos chicos d ellas, que me miraron raro. Eran un grupo numeroso y en seguida entable conversación con una chica que no tenía pareja. Bailamos, nos reímos, cantamos. Nos lo pasamos bien, era una chica muy simpática. La verdad que en toda la noche no me acorde ni de Sara ni de María. Que luego me lo echaron en cara. A la vuelta no iban borrachas, pero si con su puntito gracioso. María se quejaba de que había pasado de ellas y que a la otra chica le había dado hasta mi número de móvil. Íbamos hablando y le pregunte porque le caía tan mal la pareja que llego a su casa por la tarde y ella me contesto que la mujer le caía muy bien, pero que el marido, era un guarro, baboso, que siempre que podía se rozaba con ella, la sobaba y siempre de forma accidental.

Más tarde hablamos de sus chicos y me reconocieron que habían estado celosos. Yo le decía a María que era muy joven para estar ya enganchada a un tío, que había que tener experiencia y Sara dijo que experiencia tenia, lo que me hizo pensar que, aunque tenía pareja se había enrollado con otros tíos. Le dije que yo había entendido que solo había estado con un chico y Sara riéndose desde el asiento de atrás me decía, que ella no había dicho nada de tíos. María en vez de enfadarse le decía a la amiga que como se pusiera ella a contar y Sara dijo que cremallera y siguieron todo el camino riéndose y diciéndose cosas que solo ellas sabían lo que querían decir. Llegamos a la casa y todavía quedaba gente, saludamos y nos fuimos a nuestras habitaciones. Esa noche ya no sucedió nadas más. El jueves 8 me levante más tarde que los días anteriores. La primera que se me acerco fue María que preocupada me pidió que lo que hablamos ayer que no lo contase y le dije que no hacía falta ni que me lo dijese, volvió a insistir y muy serio le dije que ya me estaba ofendiendo, dejándola con la palabra en la boca y me fui a saludar al resto. Y vi muy contenta a Mati o yo lo veía así. El motivo de su alegría es que la hija y la amiga habían quedado en ir a comer con amigas suyas para celebrar algo. Una vez se fueron las dos chicas, Mati dijo que ahora venía, Alberto y yo nos metimos dentro de la casa y nos pusimos a tomar unas cervezas. Lo de Mati cuando llego fue una imagen de estas que te dejan sin saber que decir y que logran que le rabo en milésimas de segundo se ponga que se sale. Pues así paso.

Venia toda de rojo, medias rojas, un tanga rojo y muy pequeño, liguero rojo, sujetador rojo y algo que era como un camisón de gasa rojo también y que le llegaba un poco más debajo de las caderas, pero que no tapaba nada. Se dio la vuelta haciendo una exhibición que me hizo ir hacia ella. Su culo se veía para follarlo una y mil veces, por detrás parecía que no llevaba nada. La garre por detrás, por las caderas y empecé a besar su cuello, le decía que no había nadie más puta que ella, nadie que lograra ponerme el rabo de esa manera. Mati echaba su culo hacia atrás para notar mi rabo, no parando de mover su culo. En esa posición mientras ella movía su culo yo tenía una mano metida dentro de su tanga y tocaba su abultado clítoris, que contra mas lo hacía más se movía ella. Nos dejamos caer sobre un sillón, ella me desabrochaba el pantalón y luego metía su mano, apretando mi rabo con ganas. Me agaché y le comí su coño, se lo comí de tal manera que tuvo varios orgasmos seguidos, manchando mi ropa y el propio sillón, que manera de correrse, era excitante y muy agradable, que maravilla de mujer. Pero ella me pedía que se la metiese, quería mi rabo dentro y decía que le daba igual por dónde. Miré a Alberto que tenía su rabo fuera y le dije que su mujer era insaciable y el solo movía la cabeza diciendo que sí. Me levante me desnude completamente y quise hacer cómplice a Alberto, le dije que se acercara que me ayudara separando las nalgas de la puta de su mujer. Él se acercó chupándose sus labios y le abrió las nalgas a su mujer. Sin quitarle la mirada acerque mi rabo a su boca y le dije que lo mojara bien que estaba muy seco y que era para que su mujer no la sintiera tan seca, vi cómo nos miraba Mati con sonrisa pecadora y que su cara cambio a una de más placer cuando vio cómo su marido se dejaba meter mi rabo en su boca, que estuve follándole la boca un rato, hasta que Mati dijo, deja a mi cornudín y métela ya, se la metí casi de golpe y ella me volvía a decir que le gustaba lo animal que era.

Alberto estaba que no sabía bien que hacer y Mati le dijo que se acercara le comía el rabo y yo le dije que le comiera el culo y se lo follase. Alberto me miro con cierto enojo, pero Mati le dijo que se colocase como ella de rodillas y el sin rechistar lo hizo. Empezó a comer el culo de su marido y mientras le hacia una paja, se oía a Alberto gemir muy duro, le dije a Mati que ya había llenado bien de saliva su culo, ella ahora empezó a meter primero un dedo y Alberto gemía más fuerte, yo le daba fuerte a Mati y esta cuando me di cuenta ya le tenía 3 dedos metidos y ella decía que mejor paráramos, él y yo mostramos nuestras protestas, pero ella nos dijo que fuéramos con ella y fuimos detrás. Entro en su habitación, nosotros nos tumbamos en la cama y ella rebuscaba en su armario. Saco un vibrador y nos lo enseño. Nos pusimos de nuevo a follar, como si no hubiéramos hecho una interrupción. Ella estaba tan excitada viendo como su marido estaba que volvió a tener otro orgasmo muy suculento. Se quitó y se dedicó a follar el culo de su marido con el vibrador, los dos estaban cachondísimo, él le decía que era una puta y ella le decía que el un cornudo. Yo me acariciaba suavemente viendo la escena y sin nadie decirle nada Alberto se movió y volvió a chupar mi rabo. Mati cuando lo vio me dijo mira que viciosito se ha vuelto, como un bebe a por su biberón. Ella le follaba el culo y le hacia una paja a la vez, hasta que dejo de chupármela y se corrió de una manera extrema, descomunal, la corrida que se dio llego a dar en varios sitios y Mati solo dijo, que buena corrida nunca le había pasado. Él se quedó derrengado en la cama. Solo se oía el ruido del vibrador. Se besaron con mucha ternura. Daba gusto verlos. Ella se volvió y me chupo la polla de una forma exagerada con impaciencia y me corrí en su boca, me di cuenta de que no se tragaba nada y luego se fue a besar con su marido, poniéndose los dos como motos. Lo rápido que pasa el tiempo follando y lo lento que va cuando se está en la uni. Nos quedamos descansando y ella decía que, aunque eran pizzas lo que íbamos a comer, que no tenía fuerzas para ponerlas al horno y Alberto se ofreció a hacer las pizzas. Nos abrazamos y ella me decía que era una suerte habernos conocido, nos empezamos a tocar y al rato estábamos follando otra vez sin parar, nuevamente nos pilló Alberto y nos dijo que éramos incansables y a su mujer le decía que había dado con la horma de su zapato.

Ella sin mirarle le decía que de zapato nada, que había encontrado un buen vergón. Y seguimos follando, Alberto nos dijo que nos esperaba abajo. Azote bien su culo en cuanto su marido se fue y ella me decía que le gustaba, que lo hacía muy bien. Me pregunto si estaba disfrutando y mirándola a los ojos, le dije que era imposible no disfrutar de una puta como ella y ella me decía que era un guarro. Nos corrimos los dos a la vez. Cuando terminamos ella con pocas ganas de bajar me pidió que me diera prisa para no hacer esperar a Alberto, me lave un poco y ella me paso mi ropa que la había subido Alberto. Mientras ella se lavaba me pregunto por su hija y le dije, que no paraba de provocar y Mati se reía diciendo de tal palo tal astilla, pero si puedes evitarlo evítalo y si no puedes, haz que goce como lo haces conmigo y eso sí, no me lo cuentes si pasa. Bajamos y nos comimos las pizzas en la misma cocina. Llegaron María y Sara y se quedaron extrañados de que estuviéramos comiendo todavía y Mati les dijo que nosotros habíamos picado antes de comer y que ahora nos había entrado el hambre. Por la tarde estuvimos jugando a las cartas y después una cena tranquila, ante la mirada pecadora de Mati, que se le quito cuando oyó a su hija decir que habían traído películas para ver esa noche. Nos acababan de fastidiar la noche. Las películas eran de terror, que era algo que por lo que dijeron los padres le gustaban. A las 11,15 de la noche los padres nos dieron las buenas noches. Ellas dijeron que se iban a arriba a ponerse cómodas para ver las pelis. Yo me quede tal como estaba. Me imaginaba que las dos bajarían provocando. Pero cuando las vi era mucho peor a lo que yo había imaginado. Venían marcando todo, pezones, rajitas. Lo mejor era irme a dormir, pero también estaba la curiosidad de saber hasta dónde llegarían. La TV era una de estas que la pantalla es curva y me dijeron que me sentara con ellas en el sillón porque estaba de frente a la pantalla y donde yo estaba era en un lado y no se vería bien.

Me hicieron hueco entre las dos. Empezamos a ver la primera de las películas, que mucho miedo no daba, el terror que daba era lo mala que era la película. Ellas estaban bien pegadas a mí, menudas dos piezas, el día había estado bien pero ahora hacia un poco de fresco y cómo iban ellas más, porque esos pijamas eran más bien de verano. María se levantó y trajo una manta a cuadros de colores, era fina parecida a las de viaje. Y la pusieron por encima de nuestras piernas y parte de la tripa. Querían jugar pues a jugar. Estiré mi mano y la puse entre las piernas de Sara, la tía no dijo nada, no le dio ni una pista a la amiga. Se limitó a acariciar el dorso de mi mano y a abrir un poco las piernas. Metí mis dedos como pude y llegué a su peladito coño y lo encontré mojado. María nos preguntó si queríamos palomitas y dijimos que sí, le dijo a Sara que la acompañara y Sara le dijo que ahora no le apetecía, María se fue malhumorada. Sara miro que su amiga se hubiera ido y me arreo un buen beso en la boca, que yo le correspondí y me toco el rabo, me miro y me dijo vaya pedazo que tienes, que barbaridad y que gorda se nota, como a mí me gustan, pero tan gorda nunca vi una. Logre meter bien mis dedos dentro de ella que dio un quejido de gusto. Cuando trajo las palomitas quite mis dedos y me los chupe para que Sara se diera cuenta, sacando la lengua. Me levanté y les di las buenas noches. Si querían quedarse conmigo iban listas. Cerré bien la puerta de mi habitación para no tener invitadas. A los 5 minutos se oía como alguien trataba de entrar, pero no podía, me levante sin hacer ruido y escuche que hablaban susurrando las dos, sin poder entender nada.

Viernes 8, al levantarme estaban ya todos desayunados y arreglado, esperaron que yo desayunara y me corto bastante, porque me sentía observado por todos. Ese día era para enseñarme lugares de la provincia y que yo no conocía. Estuvimos todo el día visitando lugares y regresamos de noche, había merecido la pena ese día, conocí sitios que me gustaron y que de otra forma hubiera sido bastante difícil conocer, sobre todo uno en particular, que ni había oído hablar de él. Era mi penúltimo día, ya que el domingo me marcharía temprano. Durante todo el día todos nos habíamos comportado. En cuanto pille a solas a Mati le dije si me visitaría esa noche o que si quería los visitaba yo, me dio un beso en los labios y me dijo que fuera paciente, que esa noche no, pero que me recompensaría con creces. Esa noche la primera en irse a dormir y tenía cara de cansada fue Mati que dijo que algo le había sentado mal y que no se encontraba bien. Luego marcho Alberto, pero antes de irse le dijo a su hija que, si su madre seguía así mañana, ella le tendría que acompañar, yo no sabía dónde, pero María se quejó y se quedaron las dos peligrosas. Lo que estaba previsto era que fueran los padres a donde fuera y ella se quedaría conmigo. Me olía a argucia de Mati, pero dudaba. Vi a las dos que lejos de mí era como si tramaran algo, vinieron a mí y me preguntaron que iba a hacer y les dije que estaría un rato y me iría a dormir. Ellas me pidieron poder venirse a mi habitación, que era en el único sitio que podrían fumar tranquilamente. Me lo pidieron de tal manera y ya siendo mi penúltima noche que les dije que sí, ellas subieron a cambiarse, lo único que esperaba que no bajaran como la noche anterior.

Yo no sé los demás, pero suelo dormir en verano con un pantalón corto como máximo y en invierno un pantalón largo y una camiseta de manga corta. Para ir ahí, llevaba un pijama de pantalón y chaqueta, por insistencia de mi cuñada, que se me viera bien, decía ella. De una manera u otra, lo que no duermo nunca es con slip. No me gusta que me apriete nada por la noche. Me puse el pijama que era ancho y discreto. Ellas bajaron de la misma manera, pero la cosa empeoro cuando se sentaron en la cama y cruzaron sus piernas, esos pantalones de pijama no tapaban nada de lo que debían tapar. Esta vez los pezones no se les marcaban tanto, eso ya me aliviaba. Traían una baraja de cartas y querían jugar a las cartas, me pareció bien porque así se relajaría todo. Hasta que dijeron que querían jugar a un juego de ellas, que era verdad o mentira o castigo. Un juego que hasta pensaba que se habían inventado ellas deprisa y corriendo, era perder prendas y cuando no te quedaran pues hacer algo que digan los que ganan. La historia de siempre con distinto nombre. Yo dije que no y María dijo, que valiente le damos miedo dos mujeres. Yo le dije que me daba igual lo que dijera, que no me iba a convencer ni a picar. Fue cuando María me pregunto qué porque estaba en su casa, me dio un escalofrío y le dije que no entendía, entonces me dijo que no era muy lógico la historia del amigo que su hijo visitaba la zona, etc. Como no sabía que responder, ella añadió que seguro que había hecho algo malo y me habían mandado allí para que se pasara el temporal. No conteste nada y me limite a mirar, no quería decir nada que pudiera traicionarme. Les dije que ya no me hacía gracia la situación y María llevando otra vez las cosas al terreno que ella quería, le propuso a su amiga jugar ellas, me quede clavado cuando Sara dijo que vale.

Cogieron la baraja de cartas, el cenicero, una bolsa de tabaco para liar y dos cajetillas de tabaco rubio, que dentro de una de ellas había un mechero y cigarros liados. Se encendieron un cigarro que se lo pasaban entre ellas y olía a algo más que un simple cigarro o me lo parecía a mí, pero la verdad que al no fumar no distingo bien esos olores. Se pusieron a jugar y la primera en perder fue María que tardo poco y nada en quitarse la parte de arriba quedando sus pechos al aire. Me impresionaron y no le di importancia en apariencia. Volvió a perder y en vez de quitarse el pantalón quiso pagar el castigo y me pidieron a mí que lo pusiera yo, les dije que yo como si no estuviera. Sara entonces dijo un piquito, se acercó María a Sara, con sus voluminosos pechos y cuando se dieron el piquito se trasformó en un besazo en toda regla. Cuando pararon los pezones de María eran de un tamaño desproporcionado y mirándome me pregunto no te gustan, esta vez sí le conteste y le dije que no estaban mal, eso el saco de quicio diciéndome que ya quisiera yo tocarlas. Me reí y le dije que ninguna gana, se lo decía con la esperanza de que se fueran. Agarro las cartas y las tiro, quedando esparcidas por toda la habitación. Se levantó y se fue sin esperar a Sara. Sara entonces me dijo que me había pasado un poco y yole dije que en otro sitio y en otro momento seguro que, si hubiera pasado algo, pero que me pudieran pillar sus padres no me hacia ninguna gracia. Le dije también que no era de piedra y que cuando se besaron estuve muy cerca de lanzarme, Sara me conto que María era la primera vez que se besaba con una chica, no como ella que era bi, que hasta ella se quedó sorprendida, porque habían acordado antes de entrar que se darían un leve beso en los labios. Sara se levantó y me dijo que entonces era cuestión de buscar ese sitio ideal, porque ella se había quedado con las ganas de estar conmigo y que no quería mentir y que su amiga le apetecía desde hace mucho y que hoy hubiera sido un día ideal. Se marchaba cuando se dio la vuelta y sonriendo me dijo, o es que no te han entrado ganas de comerte esas tetazas que tiene y esos pezonazos, le dije que sí y que mucho.

Me quede solo y me sentí muy estúpido, no pasó nada no porque nos pudieran pillar, que sabía que no pasaría. Lo hacía por Mati, tenía dudas de que se pudiera romper nuestra amistad y prefería su amistad a estar con María. Ya era el sábado 9, último día de estancia, al levantarme vi que estaba toda la familia junta, faltábamos Sara y yo. Habían suspendido lo que tenían previsto y lo habían pospuesto para el día siguiente. Eso quería decir que la sorpresa de Mati se había ido por el desagüe. Me tomé un café y vi a Sara fuera sentada en la terraza exterior. Me salí con ella y me dijo que se había ido para dejar que hablaran. Porque María no quería ir a acompañar al padre y luego quería que la dejaran irse a pasar la noche a casa de Carmen, que estarían ellas 3 y 3 amigas más. Sara se fue al WC y yo me quede solo, mirando el verde del exterior, lo bien que olía, etc. Salió de la casa más apaciguada María, me dijo que luego se irían y que ya no nos veríamos y luego muy eufórica, dio un golpe en la mesa dejando un papel y me dijo, ya me conto Sara lo que hablasteis, pues si tienes huevos me llamas o me escribes un día y comprobamos si eres tan hombre o es todo postureo. Salieron los padres diciéndome que no me tenía que haber salido y yo les conteste que era por tomar un poco el aire. Alberto llamo a María que se había metido a buscar a su amiga, le decía que él, la había ayudado que ahora ella le tenía que ayudar, se fueron los tres a la zona de la huerta y el gallinero. Nos quedamos solos Mati y yo, que me confirmo que se habían cambiado los planes pero que toda la noche era mejor que por el día. Que su hija se había levantado rabiosa y le conté con detalle lo que paso, su única pregunta fue porque no hice nada y se lo explique, me dijo que se contenía para no darme un beso, también le enseñe el trozo de papel que estaba la dirección de su número de móvil y le dije lo que me había dicho. Ella me dijo que me agradecía mucho el detalle que había tenido, pero que, pensándolo bien, no le hubiera dolido que lo hubiera hecho y añadió, es más, creo que lo tenías que haber hecho, seguro que después de probar lo bueno, se lo replanteaba con el chico con el que está. Todo para mí era un barullo. A última hora de la tarde acercamos a las dos chicas a donde iban y nosotros nos marchamos a cenar.

Terminamos de cenar y nos fuimos a tomar una copa. Hacíamos como si fuera una situación normal, aunque estábamos todos más que excitados, pero guardábamos las apariencias. Mati que estaba contenta, me tocaba el rabo cada vez que podía y le decía a Alberto, como tiene la verga ya, me dan ganas de chupársela aquí. Qué envidia te estará dando verdad mamoncito. Alberto no se enfadaba, ni mostraba enfado, no era como esa primera vez que tomamos una copa, ahora estaba metido en situación. Mati se acercó a él y le dio un beso cariñoso y decía que era la primera vez que lo veía queriendo compartir, que eso la ponía más cachonda. Yo también en bajo les decía sobre todo para que lo oyera Alberto, menuda puta que es, cuando hemos salido toda la gente la ve una mujer, normal, sin más y menuda cachonda que es. Alberto se puso algo tenso y nos dijo que estábamos perdiendo mucho tiempo y para que decir más, nos levantamos y nos fuimos. Llegamos todos a la casa impacientados, Mati nos frenó y nos dijo que tranquilidad, que la dejáramos prepararse. Se empezó a oír música muy sugerente, miramos y estaba Mati, esta vez con medias hasta los muslos, unas bragas de encaje que sin ser un tanga lo parecían, porque se le metían bastante en su culo quedando en la parte de arriba como una cinta de encaje. El sujetador a juego con las bragas, era muy abierto. Era todo negro, unos tacones que hacían todo el conjunto en general muy bonito y lo remataba todo con una fusta de las que había visto yo colgadas en una pared con objetos de hípica, se dio dos golecitos suaves en la pierna y nos dijo si alguien la acompañaba, subiendo las escaleras de forma provocadora. No habíamos empezado y ya me tenía cachondo.

En el momento que entramos en la habitación ella empezó a hacer toda una exhibición sensual, mientras yo me desnudaba. Una vez termino se acercó y me dijo esta es tu sorpresa y me dijo que me la regalaba, dándome la fusta. Para decirme luego que no quería andarse con más rodeos, que le habían gustado muchas cosas de mis relatos y que las adivinara. Alberto nos veía besarnos, con nuestras lenguas metiéndose en nuestras bocas, él se había desnudado ya y su rabo estaba empalmado como el mío. La desnude del todo menos las medias. Estuve comiéndola por todos los sitios, no dejaba que me tocara, quería buscar su desesperación total, la hice ponerse de pie, su marido comía su culo agachado y yo su coño, ella con las piernas abiertas y notando como le llegaban hasta temblar. Llego a tal situación que ella pedía desesperada que la folláramos, pero quería que estuviera al límite, era mi propósito. La manera de soltar líquidos su coño era espectacular y eso que no había llegado al orgasmo. Estaba seguro que, si le metía el rabo, su orgasmo llegaría en un segundo. A mí me decía que era un cabrón y a su marido un cornudo consentido, que permitía que tuvieran a su esposa así, suplicando una verga y le amenazaba con follarle el culo de forma violenta, para destrozárselo. Metí bien mi lengua en su coño para que su clítoris lo notara y el orgasmo fue un rio, como me dejo la cara, ella se agarraba a mi cabeza gritando y diciendo ella que corrida, que se caía, que la sujetara. Su marido la agarro y ella volvió a tener otro orgasmo seguido y se terminó de correr cayendo sobre la cama. La vi de tal manera que pensé que había quedado fuera de juego, pero que va, rápido cogió el vibrador lo puco al máximo y fue por el culo del marido, que ya sin ningún tipo de vergüenza se colocó en posición, siendo penetrado por su mujer y ella le hacia una paja a la vez. Yo le dije por cómo me miraba si lo que quería era su biberón y Mati me dijo no le hagas sufrir como a mí. Me acerque y se lo metió en la boca. Le paso como a su mujer tardo nada en correrse, pero el muy maricón me la chupo hasta que le llene en la boca y esta vez lo disfrutó el solo.

Alberto se levantó al momento y nos dijo que nos dejaba solos, que él se iba a la habitación donde yo dormía, que nos lo habíamos ganado. Ya estábamos los dos solos, ella abrazada a mí con su cabeza apoyada en mi pecho y acariciándome la tripa y los muslos. Hasta que empezó a tocar mis cojones y mi rabo, que creció muy placenteramente. Mientras hacía eso hablábamos de lo bien que lo habíamos pasado esa semana y ella me decía que ya no era solo el habérselo pasado bien, que más le ponía que Alberto se hubiera metido de lleno en la relación, que era muy excitante. No sé cómo salió la conversación de su hija y ella me decía que era una pena pensándolo bien que no le hubiera dado lo que quería, que así sabría que hay cosas buenas y no lo que tienen y de pronto me dijo, así que mi hija estaba dispuesta a hacer un trio con su amiga, joder con las niñas. Aunque tampoco me importaría, algo que yo unas veces pienso que me atrevería y otras no, pero las que no por tabús. Aunque no conozco a ninguna amiga que me atraiga ni un poquito. Yo también la acaricia y tocaba a ella mientras hablábamos y notaba que cada vez se excitaba más. Me fui apartando suavemente y se quedó tumbada boca abajo, cogí la fusta y se la pasaba por la espalda hasta su culo acariciándola. Sentía las ganas de ella en probar que se sentía, notaba su deseo y su indecisión. Golpee su culo muy flojito, ella miraba como pidiéndome algo más, fui aumentando mi fuerza, pero nuca pasándome, preferí dejar de momento la fusta y utilice mi mano, a ella por su cara no le pareció mal.

Después de dejarla el culo como un mapa, se lo acaricie y ella decía que era una barbaridad lo que se notaban ahora las caricias, me puse detrás y coloque mi rabo detrás, metiendo la punta y sacándola de su coño, ella como si quisiera pillarme, culeaba para que se lo metiera, se lo metí en una de esas veces que culeo y se le escapo un grito de placer y victoria, me decía una vez y otra que lo que más le gustaba de mi verga era el grosor, que hacía que se notase más y que era una gozada. Me folle su coño, su culo, su boca, no quedo nada por follar y lo mejor, que era insaciable y el placer que me daba, el lenguaje que usábamos y las ganas que tenia de follar. Nos quedamos descansando un momento, para seguir luego con la fiesta. Se abrió la puerta y era Alberto que nos traía el desayuno. Ya era por la mañana, como habían echado la persiana y habían puesto una cosa que eran como unas puertas que ellos las llaman contras, la luz no entro. Repusimos fuerzas y era el momento de vestirse y marcharse. Pero antes una ducha. Me dijeron que me podía duchar en su cuarto de baño. Nos metimos los dos al baño y como despedida ella se agacho en la ducha mientras el agua nos caía y me empezó a chupar el rabo, lo hacía como toda una experta y mientras lo hacía con un dedo me acariciaba la entrada de mi ano, pero sin llegar a más. Haciéndome que me corriera en su boca. Se levantó y me dijo, ahora ya si te puedes ir. Me marche con una despedida de volver a vernos pronto. En cuanto llegue a casa, mi cuñada me vio la cara de cansado y me pregunto, pero le dije que después de echarme un rato a dormir. A la hora de comer me despertó, comimos y mientras mi hermano estaba viendo la TV, le hice un resumen de todo lo sucedido y me dijo que nos fuéramos para la habitación que se lo contara con más detalle, pero no quise ir a su habitación. Porque mi hermano me había dicho que había estado toda la semana inaguantable, cosa que hubiera pasado igual, porque esa semana ya sabíamos que habría invitados las 24 horas. Lo que no sabía ella que ya la había preparado algo. Me fui a mi habitación y corregí el relato que llevaba escribiendo a ratos toda la semana, este relato.