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Cita con una ARDIENTE lectora.

en Sexo con maduras

En este relato no me iré al pasado me quedare en el presente. Exactamente todo empezó a suceder el pasado 8 de octubre de 2016. Que fue cuando se publicó mi primer relato. Me sorprendió la acogida no me la esperaba así, me la esperaba más fría. Al relato en los comentarios de la página hubo como unos 12 o 14. Pero el correo fue algo inaudito.

Entre todos estos correos uno destaco sobre los demás. Era una mujer casada de 47 años que mostro mucho interés por mi historia, quería sobre todo saber si era real o no. Cuando le confirme que toda real empezamos a contarnos cosas sobre nuestras vidas. Preguntas que nos hacíamos ambos y por supuesto que siempre con el halo de misterio que supone no saber si en realidad estas tratando con alguien que en verdad es lo que dice ser. Que ya me he llevado alguna “sorpresa” la última en concreto con “una” que decía que era la mujer de un tal “Mario” que cuando contacte con “ella-el” resulto se r el en vez de ella. Deduzco que un “pajillero” frustrado deseoso de que se follen a su mujer, pero que es incapaz de decírselo a la mujer y que cuando le pillan en el renuncio se acojona y no da la cara. Este podía ser de nuevo un mismo caso como este.

Tanto correo resultaba un poco coñazo por lo que teníamos tres soluciones de momento, hablar por teléfono, WhatsApp o un chat. Al final y hasta que lo tuviéramos más claro todo, decidimos el chat del propio correo. Empezamos a chatear. Tanto ella como su marido trabajaban y por lo que me dijo si era verdad dos buenos trabajos. Me volvió a confirmar que tenía 47 años reales y su marido había entrado ya en la cincuentena. Los días fueron pasando y las conversaciones se hacían más íntimas. A mis preguntas de cómo era físicamente, ella me contesto que no me pensaba mentir. Que, aunque se conservaba bastante bien, los años y los embarazos siempre hacían mella. Que, resumiendo, estaba un poco por encima del peso que debía tener. Que desde joven su pecho había sido generoso pero que ahora era algo más que generoso, aunque algo caído. Una de las cosas más graciosas era que decía que era rubia de prestado. Pero que en realidad era morena. Le faltaba poco para medir el metro setenta, sin tacones. De todo eso escribía como no muy contenta, sin embargo, de lo que si se le notaba orgullosa eran de sus ojos claros y de su culo. Que decían que era pura genética, que su culo era la envidia de amigas y enemigas. Les pasaba a todas las mujeres de su familia por parte de la rama de la madre y que ninguna se lo explicaba.

Durante este tiempo que chateábamos yo iba publicando más relatos y ella decía que la gustaban mucho. Le pregunte por el marido porque hasta ahora nunca le había preguntado. Era un hombre normal físicamente, muy buen hombre, un padre ejemplar y un esposo muy generoso. Aunque sea joven, me di cuenta de que hablaba muy bien de él, pero percibía más cariño que amor, lo mismo me equivoco o que no quería hablar mucho de él. Una noche chateando, con la tranquilidad de que ninguno de los dos teníamos a nadie a nuestro alrededor. Le hice la pregunta más crucial y directa. Que era lo que buscaba hablando conmigo y que antes de que me contestara, si me quería contestar, que supiera que a mí me agradaba hablar con ella.

Me respondió sin dudar. Que se encontraba muy relajada conmigo. Que lo que más le había gustado era la falta de no insistir en que nos viéramos, ni la petición de fotos ni nada por el estilo. Algo que le llamaba la atención por los relatos que había leído ya. Yo le dije que todo era cuestión de tiempo, del momento y de la situación. Poniéndome ella caras de muñequitos riéndose. Ese mismo día sin necesidad de ser muy directo me conto de la falta de alicientes en su vida sexual, que por eso leía los relatos. Me conto un resumen de su vida sexual, aunque a pesar de que ella me dijo que era un resumen fue muy extenso. Mi pregunta lógica fue porque no lo había hablado con su marido, si tantas confianzas se tenían.

Volvió a poner las mismas caritas y puso que quien me había dicho a mi o porque suponía que no lo había hablado. Que esto paso ya hacía dos años. Le pregunte qué solución encontraron y ella me dijo que acordaron poner algún anuncio y lo hicieron pero que fue todo un fraude por lo menos los que contactaron con ellos. Su siguiente intento fue acudir a lugares de parejas liberales que ella vio por internet. Fueron a sitios distantes de donde Vivian ellos para reducir las posibilidades de encontrarse a alguien conocido. Le puse que más le daba encontrarse con alguien en un sitio de esos, ya que ellos irían a lo mismo, ella me decía que tenía razón pero que era porque su marido lo quería así. En esos sitios había sido mejor, pero no mucho. Porque los hombres o jóvenes sueltos, iban a lo que iban y no lograban hacer que ella se sintiera bien, no era lo que ella buscaba, quería un hombre distinto, que supiera entender a los dos refiriéndose a su marido también.

Se volvía a producir la monotonía. Salíamos de “Guatemala” para meternos en “guatepeor”. Que ya hubiera ella querido encontrase con uno como yo. Aunque yo ya me iba imaginando cosas, le pregunte qué era lo que ella quería. Pero ella no me daba una contestación directa, me decía que eso lo tendría que descubrir el hombre si era como tenía que ser. Yo le decía que más sencillo seria que ella lo dijese, así quien fuera sabia como hacer. Nuevamente los muñequitos riéndose y me decía que no. Pase a preguntar los gustos del marido y ella me contesto que verla a ella disfrutar pero que el tercero en cuestión tenía que ser muy inteligente, otra vez el misterio.

Quise entrar por otro sitio, preguntarle como actuaba su marido en esos lugares, ella me conto que al principio muy bien, pero que poco a poco se le veía como desanimado, que iba por complacerla a ella y eso a ella la mataba. Que le sabia mal. Le puse que solo le haría dos preguntas más y que con eso, si me contestaba con su verdad, me valdría. Ella me decía que adelante, que preguntase. La primera pregunta era sobre su marido y los otros hombres que diferencia había. Ella me decía que reconocía que su marido era un alfeñique no una persona débil, pero muy generosa y los otros hombres habían sido egocéntricos por tener un buen cuerpo y sobre todo prepotentes y no han sido generosos y cuando digo lo de generosos me refiero al trato que nos dieron especialmente a mi marido, con falta de respeto desde el principio. Que le gustaba como marcaba yo el respeto y distinguía los momentos o situaciones, como describía en mis relatos. La segunda pregunta era tal vez más complicada y así se lo exprese. Si ella lo que buscaba es que les sacasen tanto a ella como a su marido lo que tenían más ocultos en ellos y que ni ellos se lo habían dicho. Tardo en contestarme y lo hizo diciendo, no sé si lo he entendido bien, pero tal como lo he entendido solo puedo decirte que tal vez, casi segura que sí.

Seguimos hablando durante varias noches y ya casi todo versaba en lo mismo. Todo cambio la semana pasada, para ser más exactos el miércoles pasado día 16 de noviembre. Cuando nos habíamos despedido que ya era muy tarde. Le puse ¿sabes lo que creo? Ella que yo pensaba que se había desconectado ya me puso, dime sigo aquí. Creo que nos debíamos de ver en persona, conocernos y si hay conexión entre todos, pues para que perder más el tiempo. La contestación lo decía todo, viernes 18 o sábado 19, te doy a elegir. El que os venga a vosotros mejor que yo estoy muy libre. Ella me puso el sábado 19 mejor y que ahora quedaba el lugar, la hora. Me pregunto si, me venía bien en Coruña y yo le conteste que por mi muy buen sitio. Ella me puso que ellos cogerían un hotel para esa noche, porque venían de otro sitio, me dijo el lugar ero no lo pondré para no comprometer, era un lugar de Galicia, pero a una distancia importante, para volverse de noche o madrugada. Quedamos de esa manera y nos dimos más detalles de la hora de donde encontramos y que si no nos gustábamos, pasar un rato agradable sin más compromisos.

El viernes por la noche nos volvimos a conectar y todo seguía igual, lo único que había cambiado es que en vez de quedar por la tarde me dijo que, si a mí me parecía bien, quedábamos a cenar y luego si estábamos todos de acuerdo nos íbamos a tomar una copa. Me pareció bien y así se lo dije. En ese momento fue cuando me puso DIEGO y ANA, le pregunté y me dijo que eran sus nombres auténticos, que cual era el mío y yo le puse que el mío Roberto, pero Rober para los amigos. Quiso mandarme una foto de ella para que supiera como era, pero no quise, me daba más morbo descubrirla en el momento. Le dije como iría yo vestido y ella me dijo como iría ella. Le quise pedir un favor y ella me contesto que sí. El favor era, que, en nuestras conversaciones, me había contado que tenía un vestido negro, que cuando se lo ponía volvía loco a más de uno. Que le gustaba ir provocadora sin ser vulgar. Le pedí que se pusiera ese vestido. Ella muy rápido me dijo que ese vestido no era para esas fechas, que era más bien de primavera-verano y más verano. Ahora fui yo el que le puso caras pero tristes. Ella puso las sonrientes y me puso que ya vería como lo hacía pero que iría con ese vestido.

El sábado dije que probablemente no vendría a dormir, pero que no lo sabía, que si bebía me quedaría en casa de unos amigos y si no bebía regresaría tarde. Antes de irme esa tarde a Coruña, me afeité muy bien, porque recordé que a Ana le gustaban afeitados. De sus gustos no es que supiera mucho, porque su teoría era que había que descubrir las cosas. Eso sí, sabía que le gustaba el sexo anal, el oral y poquito más. Luego estaba lo que me conto de su infancia, lo pronto que empezó a descubrir el sexo. Como se “aprovecharon” de ella de su “inocencia” más de un hombre, me incluyo amigos del padre y algún familiar. Siempre me dijo que le había relajado mucho hablar conmigo de esos temas, todo porque yo también fui muy precoz. Que ella desarrollo bien jovencita, sobre todo sus pechos y ese culo genéticamente perfecto como decía ella.

Si estaba nervioso, mucho. Mis relaciones con mujeres mayores, sobre todo con tres, era controlado por mí. Aquí no había nada controlado. Ana, aunque me había contado muchas cosas era un misterio. Fui hacia el restaurante antes que ellos, el motivo era porque era más fácil ver quien llegaba y yo solo sentado. Que ver a una pareja sentada y tratar de descifrar quien podía ser. Yo me entiendo. Los vi llegar y aunque no es mi fuerte tratare de describir con total exactitud cómo iban vestidos, sobre todo ella. El, venia un poco clásico. Estatura normal, tirando para alto, con tripa, no excesiva, pero tripón. Cara normal, nada destacable. Ella traía un vestido negro muy escotado, con una chaqueta encima y ahora entendía lo de su complejo por sus pechos, eran muy generosos, voluminosos, aunque la chaqueta no permitía ver bien su escote. Su piel a pesar de estar en noviembre era de color atezado y su pelo rubio, llevaba melena y parecía que llevaba coleta, pero no, era algo parecido. Tampoco vi esos kilos que decía ella que tenia de más, más bien un cuerpo libidinoso. Venía muy maquillada, sus cejas eran morenas, sus labios anchos y el pintalabios de color claro. Los ojos para no dar muchas más pistas de un color claro perfecto. Me levante de la mesa antes de que llegaran y nos saludamos de tal manera, que los que estaban en el restaurante pensaban que nos conocíamos.

Me faltaban palabras, le hubiera dicho todo en ese momento. No me la esperaba así. Yo me había imaginado una mujer mucho más normal y debido a los embarazos de otra manera, algo que no me importaba, porque lo que me había atraído de ella fue la manera de contarnos todo, la sinceridad con que lo hicimos y las buenas noches que habíamos pasado hasta entonces. El que ese momento no fuera un momento de silencio, fue de ella, que llevaba la chaqueta porque el vestido llevaba toda la espalda al aire y se quedaría helada si se la quitara. Eso enlazo con el tiempo y nos pusimos todos a hablar. Todos pusimos de nuestra parte y la cena estaba siendo muy amena y graciosa. Diego tardo un poco más en entrar, pero una vez que lo hizo, se vía una persona muy agradable y muy chistosa. Seguro que con el Ana no se tendría que aburrir. Al ser el tan agradable, se me hacía más difícil el evitar mirar el escote de su mujer. En nuestra última charla habíamos quedado en que yo me ausentaría un momento con cualquier excusa, para que ella pudiera hablar con el marido, que lo comprendiera y yo le había dicho que por supuesto, que lo entendía. No me pude contener, como ella estaba en medio de los dos, abrí bien mi pierna hasta que mi rodilla encontró la suya, ella no la quito y la presiono contra la mía. Una vez pedimos los postres, me levante para ir al WC y logre al levantarme tocar con mi mano la pierna de ella y ella toco mi mano.

Pasado un tiempo que consideré normal volví a la mesa y él se levantó y se fue al WC. Mi pregunta fue directa, preguntándole que había dicho Diego, ella con una mirada picara me respondió que su marido le había dicho, aunque lo veo muy joven que podía ser nuestro hijo, por mí no ha inconveniente, me ha caído bien, se le ve educado y respetuoso, la decisión ultima la tienes tú. Y que es lo que dices tú le dije. Ella pícaramente me contesto, que primero tenía que saber lo que yo opinaba. No sabía si me pasaría en mi contestación, pero quise ser yo. Mira desde que te he visto llegar y aunque suene basto, tengo que contenerme para no pegar mi cara entre esas dos montañas que tengo toda la noche tentándome. Y de tu culo perfecto, no puedo decir nada todavía, porque no he tenido la oportunidad de verte de espaldas. Ahora que es lo que dices tú. Pues que voy a decir, alto, guapo, bien formado, se te notan todos los músculos pectorales y abdominales, dientes perfectos, bonita sonrisa, un culito perfecto que yo si me he fijado cuando has ido al aseo, todo un yogurín como dirían mis amigas, si el resto es como lo describes en tus relatos, que por lo que veo debe ser así, solo puedo decir que lo intentemos. Que no lo tendrás fácil, soy un poco complicada. No creo que seas complicada y lo mismo me equivoco, pero creo saber lo que necesitas. Además de joven, atrevido y presuntuoso.   

Diego llego y nos preguntó si queríamos ir a tomar una copa. Dijimos que sí y en el coche de ellos, fuimos a unos 20 minutos de A Coruña, por la zona de Oleiros. Yo esperaba que iríamos a algún local liberal y no a un sitio normal. Cierto que era un buen sitio, varios ambientes. Nos fuimos hacia la zona más oscura, más íntima o discreta. Hacia bastante calor y allí si se quitó la chaqueta, mis ojos se perdieron en el escote y se dio la vuelta agachándose un poco para colocar la chaqueta, aunque el vestido no dejaba descubrir bien su culo, se veía con buena forma. Nos sentamos y al ser los asientos bajo y el vestido quedar más arriba de las rodillas, se podían ver mejor sus piernas y parte de sus muslos. Aunque bajos sus pezones estaban tiesos. Eso hacía que mi decepción por estar ahí, fuera menor. Entendía que lo mismo era un primer contacto y otro día todo sería distinto.

La conversación se desarrollaba con la misma forma que en el restaurante, la única diferencia que ella y yo estábamos sentados en un butacón de dos y Diego en uno de uno. No había mucha gente por lo menos en esa zona, había dos parejas alejadas de nosotros, en mesas distintas y que estaban a lo suyo, es decir entreteniéndose entre ellos. La música, aunque no era ruidosa, estaba alta y nos costaba oir a los demás, por lo que constantemente nos teníamos que acercar unos a otros para que se nos oyera. Mi empalme era de categoría viendo esos pechos, que cuando se movía algo, miraba con atención porque parecía que se saldrían, pero no había manera. Diego se fue al WC y nada más irse Ana me pregunto que como la veía ya, que ahora seguro que me había dado tiempo de verla. Ni me pude aguantar ni lo quise, me acerqué hacia ella lentamente a besarla, lo hice así por si se quería quitar o pararme y no se produjo nada de eso, ella fue abriendo su boca y acercándose, hasta que nos besamos con mucho entusiasmo, a tal punto llego que mi mano se metió por debajo de su falda y llego hasta sus bragas que estaban húmedas y bien metidas en su coño. Ella palpo bien mi rabo. Paramos de besarnos y lo primero que me dijo fue que no había engañado con mi polla. Le dije lo que encontraría si no hubiera llevado pantalón. Ella no me oyó y llego Diego. Entonces ella me dijo que se lo repitiera que no me había oído. Me acerque a su oído y esta vez le dije con total descaro y atrevimiento, aun a sabiendas de que se podía terminar ahí la noche, pues que no sé qué dirá tu marido cuando vea que la puta de su esposa me devora el rabo. Espere su reacción, ella se giró y me dijo al oído, todo dependerá de ti y me mordió la oreja.

Puse una mano por detrás de ella y acariciaba su espalda desnuda, también metí mi mano por dentro de su vestido, por la parte de abajo y aunque con un poco de esfuerzo, lograba llegar con un dedo a la rajita de su culo. Acariciaba suavemente y luego subía esa misma mano hasta meterla por debajo de su axila, llegando al costado de su pecho, ella aparto el brazo y me dejo libre el camino. Era cierto lo que dijo, el pecho estaba caído, pero nada flácido, duro y cuando llegue a su pezón, era de buenas dimensiones, lo acaricie con ganas, tantas ganas que una de las veces y sin querer me pase en mis caricias y ella se quejó, pero cuando fui a quitar mi mano, ella velozmente agarro mi mano y la dejo pegada sobre su pecho, en ese momento fui consciente de que su marido estaba con nosotros. Su cara no era de enfado ni mucho menos, pero recordé lo que me decía Ana en nuestras conversaciones.

Me dirigí a él y yo creo que no se esperaba lo que iba a decir y menos Ana, sería la segunda vez esta noche en tensar la situación. Le hice acercarse para no dejar de hacer lo que estaba haciendo y cuando lo hizo le dije para que también pudiera oírlo Ana, Diego que suertudo que eres teniendo una golfa, así como esposa, yo de mayor quiero una así, menudas tetas tiene y que gusto tocar sus pezones, porque estamos aquí, si no me sacaba el rabo para que me lo chupara. Ella se encendió de tal manera que me beso con una pasión bestial. Luego dirigiéndose a su marido le pregunto, que le parecía y el mirándonos nos dijo que sería mejor irse de allí, por guardar las apariencias, sobre todo. Cuando nos levantamos tanto el como yo íbamos empalmados. Ya en el coche yo quise que ella subiese detrás conmigo, pero Diego pidió guardar las formas hasta estar en un sitio más discreto. Por lo que Ana que estaba dispuesta a subirse detrás se sentó delante. Íbamos por un camino hasta salir a la carretera, yo no me espere y me puse a tocar esos melones y ella al rato le dijo a su marido, oye Diego tu di lo que quieras, pero yo me paso detrás. Se desabrocho el cinturón de seguridad y en un visto y no visto la tenía detrás conmigo.

Todo fue seguido besos de pasión, nuestras manos por todos los sitios y mi boca comiendo sus tetas, ella echada atrás y diciéndole al marido lo que la iba haciendo y lo bien que se sentía. Le decía que bruto que es cari como me destroza los pezones, pero que gustazo. Mientras yo tocaba su coño, que ya no estaba húmedo estaba mojado. Ella seguía contándole a su marido lo que le hacía, le decía que por fin uno que sabía cómo tocar su clítoris, ella levanto su culo y se quitó las bragas y se las echo al marido. Ahora sí, podía hacer lo que quería con el coño, estaba bien abierto. Ana me dijo que esperase un momento y me desabrocho el pantalón y cuando mi rabo estaba fuera le decía a su marido, Diego menuda polla que tiene el jovencito, vas a embelesar cuando veas sobre todo su grosor. Se agacho y empezó a chuparlo, se entretenía con él, no se lo metía en la boca, yo le empecé a decir a su marido, Diego que boca que tiene y como usa la lengua, se la nota hambrienta y cuando le pregunté a Diego cuanto hacia que la puta de su mujer no se comía un rabo ajeno. Ante la incredulidad de ella, porque se quedó parada pudo oír como su marido le decía, mucho y eso que es bien puta. Justo en ese momento se llenó la boca con mi rabo, estaba que se corría de gusto la tía.

En la posición que estaba chupándomela, lo que me quedaba más a mano era su culo, que mis dedos entraban bien dentro y se lo dije a su marido, cada vez me sorprendo más Diego, menudo culo tiene tu mujer, me da que le han entrado más de un rabo y el otra vez contesto, no lo sabes tú bien, le gusta más que la den por culo que por el coño, es muy viciosa. No te ha contado que se follaron su culo antes que su coño y que fue un marido de una tía suya. Yo le dije que no lo sabía. Y él me dijo, pero lo mejor no es eso, lo mejor es que ella lo fue provocando hasta que se lo tiro. Diego estaba muy animado. Ana se levantó y me beso, al oído y susurrando me decía que siguiera así, que la había entendido sin necesidad de decírmelo, que estaba cachonda como una perra. Ya estábamos muy cerca de la ciudad y con buen juicio Diego nos pidió que nos pusiéramos bien y no quisimos disgustarle. También nos ávido de que cuidado con el ascensor y los pasillos que había cámaras seguras, fue en el momento que lo vi peor, nervioso. Entramos una vez aparcado el coche dimos las buenas noches y fuimos al ascensor, nadie puso ningún reparo, ni preguntaron nada, a pesar del nerviosismo de Diego, que Ana y yo íbamos de lo más tranquilos. Según subíamos yo iba pensando muchas cosas que había leído sobre cornudos, parejas con una relación especial. Que no era el típico trio y ya había tenido alguna que otra experiencia, además de porque si no Ana había contactado conmigo, esa era la clave, no podía equivocarme.

Ya dentro de la habitación el único que no estaba cortado era yo, no era como cuando tomábamos la copa ni en el coche. No lo entendía, pero era necesario romper ese momento oscuro. Me dirigí a Diego y le dije con mucha seguridad, Diego yo no soy como esos otros con los que habéis estado, yo domino, si no lo vas a resistir vete a dar una vuelta y si te quedas, harás todo lo que yo te diga, él se sentó en una silla y no me hacía falta más, mire a Ana y le dije, tu perrita vez aquí que el cabrón de tu marido vea lo puta que eres. La sonrisa de Ana fue una sonrisa amplia, picara y muy cachonda. Se acercó a mí y se quitó la chaqueta, baje los tirantes de su vestido, quedando sus dos grandes tatas a la vista, agarre con fuerza sus dos pezones y puso una mueca de gusto, aunque seguro que le dolía. Le dije te he dicho perrita ven aquí y que hacen las perritas. Ella se arrodillo me desabrocho los pantalones y con mi ayuda me los quito y el slip también. Ana me miro los cojones, solo me dijo menudas pelotas que tienes, no exagerabas, mira Diego, menuda polla y mira que par de pelotas. Diego miro y solo movió la cabeza. Mientras me la chupaba le pregunté a Diego que cuantas veces azotaba a esa puta, el muy sorprendido me dijo que Ana no era de esas y yo riéndome le dije que poco sabes. Quiete a Ana de lo que me estaba haciendo y le dije que contestara ella y la muy puta dijo que no me entendía.

Hice que se levantara y pusiera en la cama como una buena perra. Era verdad de que tenía un culo, perfecto. Nada de celulitis, su forma era perfecta, respingón, duro y levantado. Me puse a su lado dejando a Diego una buena visión de donde estaba. Con mi mano izquierda tocaba su clítoris ella jadeaba muy suavemente. Hice una seña a Diego con mi cabeza, levante mi brazo derecho y lo deje caer de tal manera que mi mano azotara bien ese culo, yo creo que se llevó más sorpresa de oír como gemía su mujer que de lo que yo le hacía. Diego no paraba de tocarse por encima del pantalón. Le dije que no perdiera el tiempo y que se desnudase, Ana me pedía que no parase que le diera más. Diego tenía un buen empalme, no tenía mal rabo, lo único que más delgado y el capullo parecía inexistente. Yo le decía a Ana que mirara a su marido y ella al verlo decía que resultaba increíble que hacía mucho que no lo veía así. A lo que yo añadí que eso no era nada, pare de darle en el culo y nos sentamos en el borde de la cama los dos. Ana esto no ha sido nada, ahora veras y sentirás lo mejor ella miraba mis ojos preguntándose que era.

Diego ven aquí y mira lo que tengo para ti, él se acercó inseguro, algo avergonzado y le dije a qué esperas para comerme el rabo, miro a su mujer y yo le dije si los dos lo sabemos, no remolonees más, con cara de degenerado se agacho y se lo metió en la boca. Ana miraba con sorpresa y le dije, no te hagas la tonta que como mínimo lo intuías. Ella me echo una sonrisa y nos besamos. Me dijo sabía que si eras tal como ponías serias el puto amo. Vamos Diego no te envicies maricón, cómele el culo a tu mujer. Ni rechisto y se puso a comer el culo de su mujer. Según me decía ella jamás lo había hecho de esa manera, estaban los dos disfrutando lo que hacía tiempo no disfrutaban. Se podía palpar en el ambiente. Mientras yo le tocaba esas tetas inmensas y le daba leves toques que la hacían ponerse más cachonda y me quede atónito cuando en su calentura dijo que pena no tener unas pinzas de la ropa. Quise salir de mi curiosidad y apretando sus peones le dije si eran para eso y ella gritando me dijo que sí. Volví a preguntarle que como lo hacía, mientras yo presionaba sus pezones y ella me conto, que cuando se masturbaba se ponía pinzas y tiraba de ellas hasta que se soltaban o cuando hablaba conmigo por las noches, que era su secreto que nadie lo sabía.

Hice que su marido parara, le dije a Diego que se colocara tumbado y se tumbó boca abajo, no sé qué es lo que quería o lo que había pensado, pero le dije que no fuera maricón y se pusiera boca arriba. Le dije a Ana que se follara a su marido y ella me decía que me quería follar a mí. Al final hizo lo que dije. Mientras yo me coloque un preservativo y luego me coloque detrás de ella, que, al notar mi aliento en la nuca, supo lo que iba a pasar, porque de forma automática se tumbó sobre Diego y su culo quedo a mi disposición, costaba entrar, pero al no ser la primera vez y la lubrificación del preservativo entro bastante bien dentro de lo que cabe. Diego no se moví, lo hacía yo metiendo y sacando en ese culo mi rabo. Mis manos apretaban sus tetas y particularmente sus pezones. Ella se quedó apoyada solo sobre su brazo izquierdo, con la mano derecha se tocaba su clítoris y aunque yo le decía cosas ella ya no hablaba, parecía como si le faltara el aire, hacía mucho ruido con la garganta y la boca hasta que le vino un orgasmo. No había terminado de tenerlo cuando me dio la impresión de que le venía otro, Diego fue el que me saco de dudas, diciéndome que no me parara que era multiorgásmica y que hacía tiempo que no se corría en condiciones era verdad, tuvo varios orgasmos seguidos, Diego se corrió y ella se había corrido 4 veces seguidas, decía que él había cortado el rollo, yo seguí follándola hasta que me corrí.

Nos servimos una copa del minibar. Mientras la tomábamos ella se quiso tapar los pechos con la sabana porque decía que no le gustaba que se vieran así, pero no se lo permití, le dije que me ponía cachondo verlos y era verdad. Yo mientras bebía acariciaba sus pezones de forma delicada y su marido nos miraba desde la silla. Ana empezó también a juguetear con mi rabo y al poco tiempo ya está erguido en su plenitud. Ana miro a Diego para decirle, cari mira como la tiene ya, tiene buenas hormonas. Sera cuestión de darle un buen tratamiento. Diego con mirada fija le dijo a Ana, pero usa condón y ella dando una carcajada seca, le dijo ponte como quieras que me va a dar igual, no quiero nada que me entorpezca sentir semejante tronco entrándome. Y dicho y hecho, se incorporó y me atrapo entre sus piernas y sin dejar de mirar a mis ojos se fue metiendo mi rabo. Que rozaba dentro de su coño y ella se mordía los labios. Cuando ya lo tubo todo dentro, echo una mano para atrás y me acariciaba los cojones, lo hacía con deleite. Dejo de hacerlo y se echó para adelante, poniéndome un pezón y luego otro en mi boca, sin necesidad de usar sus manos. Cuanto más los apretaba con mi boca, ella más se apretaba contra mí, haciendo que la penetración fuera más profunda.

Ana que yo tenía la impresión de que estaba cerca del orgasmo me dijo que ya estaba muy bien, pero que ahora necesitaba mi fuerza para correrse mejor. Que su postura buena ahora era como una perra, se levantó y se colocó de rodillas, me puse detrás de ella y metí mi rabo de una sola vez, ella suspiraba y gemir con fuerza como antes. Al principio, mis penetraciones eran hasta el fondo, para sacar casi todo el rabo, solo quedaba dentro de su coño el capullo, para luego volver a meterla en profundidad y ella me lo agradecía. Me acorde de su marido y le dije, Diego a esta puta es necesario follársela todos los días, menudo putón que tienes. El rompió su silencio diciéndome que después de esto sería peor y yo con cinismo le pregunte, pero para quien será peor para el putón o para el cornudo maricón. Lo siguiente fue notar como alguien me lamia el culo de manera desenfrenada y se lo dije a Ana, el cornudo de tu marido me está comiendo el culo. Y ella con la voz cogida me dijo, sospechaba que era maricón, pero no tanto. Y a continuación me dijo Rober que le den por culo, fóllame ahora con fuerza y por lo que más quieras no te pares. Empecé a moverme con más fuerza y más rápido. Su marido se tuvo que quitar por los vaivenes y se puso a vernos más de cerca, hasta que Ana empezó a tener varios orgasmos encadenados y cayo rendida sobre la cama mientras yo me corría dentro de su coño.

Se había quedado como en éxtasis. Note inquieto a Diego hasta que por lo que se ve no pudo aguantarse más y se puso a comer el coño de su mujer que tenía toda mi corrida. Ella se giró quedando boca arriba y me dijo, ves como sabía yo lo que quería, mucho condón, pero como lo sabía yo. Si se ponía cachondo cuando me besaba después de haberme tragado una corrida, fíjate ahora. Ella se volvió a tener un orgasmo e hizo a su marido quitarse. Estuvimos hablando de todo lo sucedido y la conclusión que todos lo habíamos pasado mejor y les dije que según nos conociéramos más, seguro que lo perfeccionaríamos hasta ser algo supremo. Ana dijo que tenía toda la razón y que para conseguirlo porque no quedar el próximo sábado que es mañana día 26. Lo que ella no sabe la sorpresa que le tengo preparada, a ella y a su marido. Y como sé que leeréis esto antes de vernos, preparados…

Disculpas a los/las lectores/as si ha resultado muy largo el texto, pero imposible poder resumirlo más y como Ana me ha pedido que si lo publicaba porque le dije que lo haría, que se lo dedicase.

Dedicado a Ana una mujer ardiente y fascinante, que me cuesta esperar para poder sentir mi lengua por todo su cuerpo. Que cuando besa es una auténtica locura. Y sentir sus orgasmos producen un placer infinito a todo mi cuerpo. Y a Diego por su generosidad por dejarme disfrutar de una fruta tan dulce. Conociéndoos, ya merece la pena haber venido a estudiar a Galicia. No es nada fácil, por no decir casi imposible encontrar una mujer como tú. Decidida, atrevida y que sabe lo que quiere en esta vida.