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Picaflor de ensueño

en Confesiones

Intentaré iluminar mis dedos una vez más.

Este será un cuento erótico, pero un cuento.

Caminaba por caminos pedregosos y ondulados. Con ciertas preguntas improvisadas. Pensaba en la cantidad de cosas que vemos a diario y que ignoramos. Gente subiendo al colectivo, cruce de miradas, se sienta y ojea el celular, se pone los auriculares. Dejas de observar porque podría ser algo intimidatorio. Bajas del colectivo y en el pecho se dibuja una margarita en el crepúsculo de su vida. Sentís que esa persona que te llamo la atención no cruzara tu mismo aire de nuevo. Cruzas la calle y te metes en un drugstore, y por pensar dejas pasar la oportunidad de ser observado por la persona que te atiende. Una observación algo más detallada. Porque el sentimiento “deseo” nos pone misteriosos e interesantes. Sin pensarlo, transferiste tu margarita a ese ser, al cual le acabas de pagar una caja de chicles.

Seguís caminando… y alguien distraído te golpea el hombro cuando pasa por tu lado, iba algo apurado. Se disculpa y respondo: no, por favor, discúlpame vos. La cortesía es una forma de seducción, pero también lo es de educación. Y no se expresan en los mismos momentos. Pero yo si me disculpe de forma sexy. Me sentía hervir por dentro. Otro hombre más me había mirado esa mañana, con ojos lujuriosos. No pude evitar sentirme vigorizada, y seguí mi recorrido.

En la siguiente cuadra contemplé a una mujer y un varón charlando. Y no pude evitar pensar, que me atraen los uniformados. Al pasar por su lado, le rocé la mano, casi sin querer. Me disculpé y volví a mirar con la misma delicadeza fogosa.

Cuando llegué a mi destino. Abrí una puerta de vidrio. Arribaba a una estación de radio. Tenía un disco grabado con algunos de mis cuentos leídos con mi voz. Saldrían en un programa de la madrugada, como a las 3am, ya que mis cuentos son algo subidos de tono. Esperando en el living del lugar, el secretario no dejaba de mirarme. Saqué un chicle de los comprados y comencé a masticar. Una vez que pude hacer globitos, los reventaba con los labios, rodeaba el chicle con mis dedos, me los chupaba y lo devolvía a mi boca. Hice eso un par de veces, hasta que el chicle perdió el gusto. Me acerqué a él para preguntarle por el tacho de basura. Pero me acerqué mucho, porque casi se cae de la silla. Cuando el momento tenso pasó, regresé a mi asiento. La puerta de vidrio volvió a abrirse y entraron tres niños de distintas edades a abrazar al secretario. Deduje que eran sus hijos. Desde la puerta miraba una mujer, que no se involucraba. Pensé que quizás estaría separado, pero muy recientemente. Ya que la mujer no le dirigía la mirada. Y si una mujer lo ha superado, se acerca a su ex por lo menos a hablarle de sus hijos.

Pero lo hace. Los niños lo besaron y salieron. La mujer le dejó un sobre en el escritorio y se marcharon.

Él no se inmutó. Siguió mirándome. Creo que cuando alguien te devuelve el reto, y no sabes que hacer, te avergüenzas. Así estaba yo, acongojada, pero caliente. Me llamaron y entre a charlar con el dueño del programa. Se habló de reglas y demás, todo muy burocrático y aburridísimo.

Salí contenta! Y más caliente.

Decidí comer en el centro. Iba a por un subway. Son tan ricos y prácticos. Dentro del mismo me llamó la atención un chico con laptop. Enfrascado en algo. Me senté con mi comida detrás de él. Soy curiosa lo acepto .III. (juramento scout). Tenía su monitor puesto en una página de relatos eróticos. Ohhhh! Me encantó su envidiable tranquilidad y libertad. Soy más miedosa del sexo que no lo puedo soportar je. Escribo para poder expresar así mis más profundas fantasías. Pero no sé si estaría alguna vez preparada para realizarlas. Como por ej: estar con un travesti. Eso de que te penetre alguien con tetas me fascina. Amo las tetas y me re calienta pensar en unas lindas tetas claras con pecas.

Me desnudo ante ti, me desfloro ante ti, desconocido. Como un álbum desconocido. Me intriga encontrarte, y transformar lo volátil en estático.

Le susurré al chico de la pc que era un poco pervertido al observar eso en un lugar tan público como ese. Me miró con sus ojos café y respondió que esa página le había enseñado mucho y que si tanto me molestaba me sentara con él a leer, quizás así cambiaria mi opinión. Vestía con jean gastado y pullover escote en V, con remera blanca debajo, y unas zapatillas de tipo topper. Me inhibí, pero aun así acepte. De todas formas no tenía nada más que hacer ese día e iba a aprovechar el contacto humano.

Me preguntó si yo leía relatos, y entre risas y sonrojos, le confesé que escribía. Ahí sí que lo sorprendí. Me pidió que le dijera cual era el lugar en donde publicaba lo que escribía. Y para mayor sorpresa le dije que en esa página en donde él estaba navegando. Le dije mi nombre de usuario y nos pusimos juntos a leer uno de mis textos. El leía y me miraba, con la respiración cada vez mas apresurada. La gente a nuestro alrededor, solo 3 personas, un señor a lo lejos y los dos cajeros, no daban cuenta de lo que sucedía entre el pibe y yo.

Se le encendió la piel y me pidió que leyera yo. Me negué completamente. Pero soy fácil ante la insistencia. Leía bajito, me daba mucha vergüenza. El se paró de su asiento y se posicionó detrás de mí, yo aun seguía sentada, para que mi susurro no tuviese que viajar en tanto espacio. Inteligente de su parte. Seguí leyendo, yo me agitaba. Sentía su corazón en mi cabeza, su respiración caliente y su olor inundando todo el aire que nos rodeaba. Corrió mi cabello hacia un costado rozandome solo una vez. Deseaba más contacto, entonces se me ocurrió poner una voz más sensual al leer, quizás así atraparía mas su atención. Me comprometí conmigo misma, en acercarme más a él, así que me di vuelta y le pregunté si así como estaba leyendo estaba bien. Quedamos a escasos centímetros, y con su ser lo acortó mas. Su mentón quedó cerca de mi cuello y su boca le hablo al mío. Solo dijo, perfecto y beso la punta de mi pera.

Me estremecí, queriendo aun mas contacto, me palpitaba la entrepierna. La sangre hervía a 40 grados. Y mis tetas querían ser ultrajadas contra las manos de esta persona. Seguí leyendo, pero no soporte más, me paré y lo besé. No metí mi lengua inmediatamente, si no que saboreé sus labios de a poquito. Fui de comisura a comisura. Quería hacerlo desear, como él me lo estaba haciendo a mí. Me agarró de la espalda y me pegó a su cuerpo. Se agitaba igual que yo, sentía el musculo de su corazón contraerse y relajarse al compás de un vals acelerado. La bombacha me explotaba de jugo. La concha me picaba, quería pija enardecida. Le susurre que guardara la pc y nos fuéramos de allí.

En la calle y de su mano, corríamos en un día bello y precioso. Se avecinaba la noche y con ella mis ideas comenzaban a aflorar. Tenía ganas de hacerle todo lo que imaginaba. Esperaba que él me lo permitiese. Casi no cruzábamos palabras, solo pequeños roces de miradas, le mostraba mi lengua pasándola por mi labio superior, con la mano disponible me acariciaba la punta de los pezones (cuando no nos miraba nadie).

De tanto caminar, la noche cayo con sus ruidos y perversiones. Me condujo hasta un callejón sin salida. Me estampó con furia contra la pared. Nos cubría un contenedor. Y su respiración volvió a agitarse, me manoseó la espalda, se agachaba y me abrazaba las piernas, me metió la cara entera en la concha, me olía. Parecía desesperado. Sus manos fueron recorriendo todos mis espacios. Beso mis manos y chupo mis dedos uno por uno. Ahí fue cuando todo el color de la excitación se convirtió en un destello ámbar, de mi pecho salieron mariposas fugaces intermitentes, luciérnagas rosadas querían envolvernos con tallos carrizos. Sus hojas completaron el clímax y nos aislaron. La ropa se desvanecía y solo quedaba piel con piel entrecruzada. La saliva de este transeúnte se mezclaba con la mía en un sinfín de piruetas coquetas.

Rodeó con delicadeza pero no sin fuerza, mi pecho y sentí la primera envestida. Estaba mojada y lista, el placer se descifraba entre todas esas miradas que había recibido. Gemíamos con libertad y soltura. Su pija no dejaba de bombearme, sus manos no dejaban de rodearme. Me sentía deseada, amada. Le grité, le imploré que me cojiera toda. Obedeció, puso mis manos contra la pared, acomodó mi culo y de una sola vez las estrellas se dejaron ver sobre el páramo de la oscuridad. Me dolía muchísimo, habían entrado en mí unas pocas veces. Disfrutaba con ese sabor ambivalente. No soporté mas y le pedí que me alzara, quería que me entrara toda en la concha de nuevo. Se sentó en el suelo, pase mis piernas por encima de él y me senté muy despacio, salía toda y volvía a bajar. Eso lo excito demasiado, porque empezó a temblar. Le pedí que me esperara, y emprendí un movimiento circular que tanto me gustaba y me hacia acabar. Quería eyacular sobre él, todo el squirt que llevaba dentro. Me abrí los labios de la concha que ya tocaban su pubis, y el roce me hizo salir el chorro caliente. Parecía pis, ojalá el supiera que estaba eyaculándole la cintura. Mis gemidos eran entrecortados y tan obvios, que me dejo toda la leche adentro. Lo abracé con mucho cariño y volví a besarlo. Nos vestimos y de la mano salimos del callejón, fuera de él la conexión se perdió y cada uno tomo su rumbo.

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