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Siempre mojadita!

en Fetichismo

Siempre mojadita!

Mi esposa no es una desfachatada, ni le hace falta mostrarse como una putita por la calle para que todos los tipos la miren con algo más que un simple deseo. Sé que la admiran por sus deliciosas facciones, por sus largas piernas y su buen par de tetas. Pero, su mirada es una invitación a lo sugerente. Solo que yo suponía que ella no lo notaba.

Resulta que cierto día llegó del colegio en que se desempeña como docente, y mientras preparaba café me dijo:

¡gordo, no aguanto más, y te lo tengo que contar… tuve que viajar parada en el micro, y, bueno… nada… un tipo me re apoyó la verga re dura en el culo! No te voy a negar que lo dejé, que me encantó que se mueva, sentirla en la zanjita mientras al parecer se le ponía más al palo!

No me nació en absoluto enojarme con ella, ni regañarla, ni hacer el papel de celoso. Solo, continué escuchándola.

¡recién a dos cuadras de bajarme, una pendeja me dio su asiento, y ahí, cuando me senté me di cuenta de que tenía la bombacha empapada!

Acto seguido se me tiró encima, me comió la boca y me empezó a manotear el ganso con unas ganas y un estilo que, me obligó a tomar las riendas del asunto. Le bajé la calza y la bombacha, comprobando que no me había mentido ni en una coma, la recosté boca arriba sobre la mesa y me dispuse a comerle esa conchita brillante de tantos jugos afuera y adentro de su canal glorioso. Sabía mucho más apetitoso que otras veces. Estaba en su punto cúlmine. Al punto tal que en cuanto di con su clítoris mi lengua consustanció aquella descarga eléctrica y se bebió todo su orgasmo hecho jugos.

Apenas se levantó de la mesa con el corazón acelerado y las piernas en estado de gracia, le pegué en la cola como a una nena malcriada y le dije:

¡la próxima vez que quieras hacer chanchadas, venís y me lo contás! Escuchaste pendeja?!

Ella se hacía la que le dolía, pero me pedía más chirlitos. Naturalmente después de ese episodio terminamos revolcándonos en la cama.

Los días pasaban, y todo hacía suponer que aquello solo quedaría en una experiencia aislada, como cualquier otra.

Pero una tarde de junio, cerca de mi cumpleaños, Daniela llegó con los ojos repletos de luminosidades causadas por la lujuria. Yo la conocía, y su mirada no sabía ocultar cuando entre las piernas había un festival de jugos esperando ser devorados.

¡gordito, no sabés lo que me pasó!, empezó a contarme luego de comerme la boca de un beso y dejar sus carpetas y su maletín en el sillón.

¡creo, que un pendejo se acabó encima de tanto frotarme su pijita en el orto! Esta vez yo me le puse en frente… el guacho no tendría más de 15, y venía de gimnasia! Estaba re transpirado! Apenas el bondi frenó medio a lo bruto, porque casi se la pone a un ciclista, el pibe empezó a apoyarme con todo, y se re frotaba! Lo loco es que, cuando se bajaron unas personas, yo le dije que se siente, que yo no tenía drama en viajar parada! Pero él me dijo que mejor me siente yo! Desde donde estaba, te juro que cuando le vi el bulto, tenía todo el pantalón de gimnasia húmedo!

Estalló en una carcajada mientras se quitaba la camperita, y después empezó a gritar que la soltara cuando la acorralé entre la heladera y la mesada para manosearla entera. Claro que gritaba haciéndose la histérica. Sabía que ese jueguito me ponía más desquiciado.

¡y no se te dio por tocarle el pito al pendejo guacha? Así que se acabó el nenito, y eso te re calentó no? Te mojaste toda otra vez putita?!, le decía mientras mis dedos confirmaban la abundancia de flujos en su culote gris.

No hubo mucho más preámbulos. Así como estaba me bajé el pantalón y le enterré la verga sin miramientos en la conchita, para que gima y me muerda los labios, para que sus tetas se friccionen en mi pecho y para que mis manos le castiguen ese culo provocador, imposible de omitir hasta por ciertas mujeres. De hecho, mi mejor amiga me confió en una oportunidad que sueña con el culo de mi esposa.

Ese día por la noche volvimos a coger, y en la antesala del coito nos fuimos calentando con todo lo que ella vivía en el colectivo. En un momento le sugerí que si algún tipo le manosea el culo o se lo apoya con la chota, que se deje, y que si lo deseaba profundamente, que le tantee el pedazo, que lo pajee sobre la ropa si se animaba, y que no se olvide jamás de contármelo. Ella dijo que un día probaría ir al colegio sin bombacha, para que las calzas que estila ponerse se le metan sin ninguna barrera en el culo.

Otra tarde llegó radiante, más caliente que una pipa y, ya en la puerta nomás se había quedado en corpiño. Cuando se me acercó me dijo:

¡bajate el pantalón, que quiero chuparte la pija! Dale, y te cuento todo mientras me preparás la lechita de esa pija rica!

No iba oponerme a su petición. Me senté en la silla y ella se quedó en bombacha, sin decir una palabra.

¡qué pasó mi vida? Qué hizo mi chanchona hoy?!, le dije, pero ella me privó de seguir cuestionando. Se arrodilló y, luego de un par de lamidas a mis piernas expectantes como todo mi ser, empezó a hablar.

¡había dos pibes, al parecer de la universidad, parados, hablando de política y qué sé yo… yo estaba sentada, pero como había un viejo parado le cedí el asiento, y me paré pegadita a ellos! No me daban mucha bola al principio… pero cuando empecé a pasarme la lengua por los labios, cuando medio me bajé un poquito la calza y me hago la boluda, como que pierdo el equilibrio, ahí me re miran las tetas! De repente estaba entre ellos!

A esa altura su boca comenzaba a rodear mi glande, a dejar que mis huevos se nutran con sus ríos de saliva, que su lengua recorra mi tronco y mis piernas, y que sus palabritas empiecen a entrecortarse por lo álgido y libidinoso de su mamadita.

¡yo le tiraba la colita para atrás a uno de ellos, y ese me empezó a amasar las nalgas,… hasta me la pellizcó! Pero, la onda es, que, también le tiré un poquito el pubis hacia adelante al otro! Gordi, en un momento, uno me apoyaba su pija en el culo, y el otro, me la refregaba en la conchita! Se las toqué, a los dos! El que estaba adelante la tenía hecha un termo! El otro no era la gran cosa! Uno me preguntó cuánto le cobraba para cogerme, él y su amigo! Yo me hice la re pelotuda! Les dije: ¡apoyamelá toda y callate, acabate encima si querés! Y el que estaba atrás, me re metió la mano adentro de la calza! Hasta me subió la tanga para arriba y todo! Los dos se llenaron las bolas de leche mi amor! Se re acabaron los guachitos, y te juro, que mi concha, pedía pija como una loca! En un momento creí que me había hecho pipí de lo mojada que estaba!

No pude seguir escuchándola. Por más que sus palabras eran las culpables del éxodo generoso de semen que la obligó a hacer unas gárgaras insoportablemente perversas. La imaginaba rodeada de esas pijas a punto de reventar de leche, y quería verla cogiendo con ellos. Había soñado un par de noches que ella le chupaba la pija al nene que volvía de educación física, y una de esas noches la desperté para que me la chupe. Claro que, se lo retribuí con una buena chupada de concha mientras ella se daba una ducha reparadora, antes de salir para la escuela, ya que entre pitos y flautas se habían hecho las 6 y algo, y ella se levanta a las 6 en punto para desayunar conmigo..

Un sábado por la mañana, que son los días que yo me quedo en casa, porque dejo a mi hermano como encargado de la carpintería, ella vuelve del super mercado preocupada, porque se había olvidado de comprar alimento para el perro y un par de cosillas más. Me ofrecí para ir yo, o para acompañarla a un negocio un poco más cerca. A mis dos opciones les dijo que no, y salió al super nuevamente.

A la hora ya estaba en casa, y llegó en su estado de apareamiento, con un olor a sexo que no le cabía en la ropa, alterada y casi ciega de tan caliente.

¡Dani, qué pasó turrita? Qué anduviste haciendo por ahí?!, investigué con la impaciencia perfumando a mi tranquilidad.

Ella, dejó la bolsa de alimento y otra que tenía unas pequeñeces en el sillón, me dio un chupón en el cuello y me puso las manos en la cara.

¡olé nene, dale, y adiviná a qué huelen las manos de tu mujercita calentona?!, me decía modulando su vocecita lujuriosa.

¡qué hiciste Daniela? Ese es tu olor a concha!, le dije con conocimiento de causas, ya que me fascina el olor de mi hembra, y más cuando está en celo.

¡sí mi gordito, me masturbé en el colectivo, después de que un tipo me re apoyó la pija en el culo! Perdóname mi cielo, pero esta vez yo le pedí que lo haga! Yo estaba paradita agarrada de uno de los masamanos del techo, y el tipo arrancó de una! Le dije: ¡dale, apoyamelá toda en el culo, y movete como si te estuvieses pajeando! Me calentó mucho que se prenda, y, esta vez, le pedí que me palpe la concha encima del pantalón! No acabé en ese instante porque el tipo se tenía que bajar, y al parecer iba con una nena de unos 5 años! Entonces, cuando se bajó me senté atrás de todo, me metí las manos debajo de la bombachita y me re pajeé! No daba más gordito, y ahora quiero verga, quiero mucha pija mi amor!

Su confesión no podía ser tan excitante. No hacía falta que me lo pidiera. Mi poronga mostraba indicios de querer penetrarla toda, y entonces, la desnudé con violencia. Cuando tomé contacto con su tanguita, se la refregué por toda la cara, le di unas cachetadas mientras le gritaba:

¡sos una putita barata, pajerita, y bien sucia nena!, le colaba dedos en la vagina, la que parecía un pantano de sabias y feromonas vivaces. Ahí nomás, en el piso la acosté boca abajo, le di unas buenas nalgadas para que se porte más mal en el colectivo, para que haga todas las cochinadas que quiera, y recién después de que su boca le dio una lamidita a mi glande, me le trepé para darle duro por la conchita. Su cuerpo se deslizaba por el piso enserado, producto de las envestidas de mi carne, y sus tetas eran dos primores ardiendo en mis manos. Cuando mi leche se derramó toda adentro de ella, se levantó con la euforia de un tornado y me pidió que le chupe la concha, que atrape todo lo que pueda de mi semen con mi boca, y que luego nos besemos para compartirlo. Eso me voló definitivamente la tapa de los sesos!

Transcurrió un largo mes sin aventuras, ni jueguitos ni sexo entre nosotros, porque, en el medio hubo mucho trabajo en la casa, ya que estábamos ampliando el living y reformando un poco el baño.

Pero, un lunes exageradamente caluroso para ser la mitad del invierno, mi esposa apareció a eso de las 8 de la noche, con una sonrisa suspicaz, con la picardía que su fiebre sexual deposita en su mirada cuando quiere sexo, y deseosa de beber algo fresco. Había llegado dos horas más tarde de lo habitual, pero seguro tendría algo que contarme.

Le preparo un exprimido de pomelo y se lo dejo en la mesa, mientras la veo quitarse la blusita y los zapatos.

¡¡vení mi amor! Bajame el pantalón y mirame bien!, dijo de repente, inapelable y transparente.

En cuanto deslizo su pantalón hacia sus rodillas me explica que pasó por la casa de una amiga, y que después se tomó el micro. Mi corazón se aceleraba como esperando algo nuevo de sus morbos ocultos.

¡bajalo todo gordi, dale! Querés que te cuente, o querés adivinar vos lo que tengo en la bombachita? Tu mujercita hoy se portó muy mal me parece!, dijo, sabiendo cómo utilizar los ecos de su voz, los matices de su mirada y cómo acentuar aquello de la expectativa. Tenía la bombacha llena de semen en la parte de la cola. Pero esperé a que ella lo confirmara. Me hacía el tonto, haciéndole creer que no sabía lo que era esa cosa pegajosa.

¡es semen gordito, muuuucha lechita! Dale, acercate y oleme! Tengo olor a pija! Lo que pasó fue, quee, me hice la loquita con otro pendejo, supongo que no mayor de 17! Me le paré adelante y le froté la cola en la pija, de una, sin inhibirme! Le dije: ¡quiero pija nenito! Y, el pibe reaccionó… se le puso dura al toque! Pero, no aguanté más! Le metí mano por todos lados, y en especial adentro del bóxer! Es más, a él le agarré la mano y se la metí un ratito por adentro de mi bombacha! Cuando le dije al oído: ¡colame los dedito asquerosito!, me dijo que no aguantaba más! Entonces, yo me bajé un poquito el pantalón, le saqué el pito afeura de la ropa y le dije que me amase el culo por adentro de la bombacha! No sé cómo hizo el pibe, pero es un capo! En tres o cuatro apoyadas frenéticas, acabó toda su lechita en mi bombacha!

Estaba estupefacto. No sabía si mandarla a la mierda por trola, si cogerla ahí mismo arriba de los productos, si acompañarla con cualquier excusa a un colectivo para que haga lo mismo y me enseñe su increíble bagaje de seducción, o si hacerle la cola en el patio para que los vecinos la oigan gritar como una putita cualquiera.

El olor a semen de ese pendejo casual me gustaba casi tanto como su exposición de los hechos, y quería que me chupe la pija.

Lo hizo, luego de enroscar su bombacha negra encremada en el tronco de mi pija hinchada. Le pedí que se apure porque los huevos me dolían a instancias inimaginables. Mi esposa se entusiasmó, y no paró de tragársela toda, de lamer mis bolas, de ir y venir con su lengua hasta rozarme el culo, de darse chotazos en la cara cuando su boca necesitaba una tregua, y de insistir con otras fantasías.

¡mi amor, quiero que tu hermano me apoye toda la pija en el orto, en la carpintería, mientras vos me cogés la conchita! Quiero que los dos me hagan pis como si yo fuese una perrita callejera, que me muerdan las tetas, que me hagan sentir lo dura que se las pongo, quiero cogerme a tu hermano adelante tuyo gordi!, decía ya sin ningún atisvo de moral, la que me juró amor eterno y fidelidad ante la iglesia, mientras me hacía un flor de pete.

¡quiero que apartir de mañana, mientras escribís en el pizarrón para que los uachos lean, te bajes un poquito la calcita, y que te vean la bombacha, o el culo si no tenés puesto nada!, le dije mientras le acababa todo en la boca, y lograba hacerla eructar como siempre me fascinó de las peteritas. Sabía que ella da clases en un secundario, y que allí los adolescentes viven a pajas. Me motivaba demasiado imaginarme entre ellos, o soñar con que mi esposa les apoya el culo en la cara a los pendejos durante sus correcciones, o que les mira los bultos, o que les apoya el culo en ellos.

Claro que no le iba a conceder la fantasía de encamarse con mi hermano, o al menos por ahora. Pero la idea de cogerla entre dos en mi laburo me rondaba como un ángel asesino.

Ayer vino del colegio directo a buscarme. Yo estaba en el patio reparando unas mesas de jardín, entre algunos mates y con la radio de fondo.

¡mi amor, dejá eso y vení!, dijo mostrándome los cachetes de su cola al desnudo, solo con el elástico de su calza impidiéndome ver la continuación de esas redondeses magníficas.

¡fuiste sin bombachita al cole Dani? Y los pibes estaban como locos me imagino!, le largué cada vez más impresionado.

Pero su confesión fue mucho más práctica, valerosa, casi tan imposible de digerir como la calentura que poco a poco fue invadiendo desde mis testículos hasta mi cerebro inútil.

¡sí gordito, pero, a la vuelta, me lo encontré a tu hermano! Antes de que lo sepas por él, te lo digo yo! Se subió al micro cerca de donde me subí, y no lo resistí! Le toqué la pija mientras él hablaba con un compañero, y me llevó atrás de todo! Era un mundo de gente, lleno hasta la manija! Ahí, atrás de todo, le mimoseé la verga con el culo, pero, no pude, y le pedí que me la frote en la conchita! El guacho me daba golpesitos con su bulto cada vez más duro, como si me estuviese cogiendo, y me re acabé, como una nena! Mirá, ahí en la calcita está todo el flujo, y hasta algunas gotitas de pis! Soy re puta mi amor! Pensá lo que quieras, pero me encanta regalarme así en el colectivo! Aunque, vos tenés una pija más rica y gordita que la de mi cuñadito!

fin

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