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La vida de un yerno en la casa de un militar VI

en Hetero: General

 

A partir de este momento escribiré en tercera persona, creo que se entenderá mejor.

Para los que me empiecen a leer les aconsejaría que comenzaran por el primer relato, pero si no les apetece ¡Qué lo disfruten!

Martes

La voz de Verónica quedó en un segundo plano, Juan tenía la vista fija en el horizonte, toda su vida explotaba haciéndose añicos, destrozándola sin dejar opción de juntarla de nuevo. No entendía la posición de su padre. ¿Qué juego tenía en todo esto? No podía creer que ese hombre consintiera toda aquella bacanal con su familia. Esa no era la familia que conocía.

Miraba a Verónica como narraba la historia que implicaba a su familia, continuaba relatando aquella noche, pero ya no la oía, su voz se iba alejando tapada por la ira que estaba naciendo dentro de él, la impotencia y la rabia lo iba encaminando hacia un abismo, Verónica dejó de hablar al ver que Juan tenia la vista perdida y adivinaba la tormenta que se avecinaba.

-Lo siento Juan- Verónica lo intentó sosegar cuando sintió una bofetada cruzándole la cara.

-¡Puta! Las palabras estallaron en su cabeza provocando que su boca hiciera de altavoz y la lengua fuera la espada.

-¿Cómo has podido callarte todos estos años? - Jamás pensó que pudiera llegar a sentir tanta rabia hacia una persona, en cierta manera su suegro y el suyo entraban en los patrones, eran autoritarios y sin escrúpulos eso cualquiera que hubiera estado con ellos lo podía ver, pero aquella mujer que no le hubiera dicho nada hasta ese momento, esa mujer que había le había confesado ser su amiga o quizás su amante, no lo podía entender ni perdonárselo.

Verónica se quedó con la boca abierta descolocada por su reacción, la niebla envolvía sus ojos.

-¡Hijo de puta! Dijo levantándose de la mesa- ¿Quién coño te has creído que eres? No eres más que un cornudo, sí, eso eres, un pelele y un don nadie. -Su cara estaba roja, se giró y desapareció dentro de la casa, Juan se dio cuenta que su visita había terminado, necesitaba escaparse para coger aire, ya no tenía nada que hacer en esa casa.

 

Martes (Verónica)

-¡Hijo de puta! Dijo levantándose de la mesa- ¿Quién coño te has creído que eres? No eres más que un cornudo, sí, eso eres, un pelele y un don nadie.

Le parecía mentira su reacción, ¿Cómo le había podido pegar? Aunque lo que más le dolió fue que le llamara "Puta" con esa rabia, él fue quien quiso saber la verdad.

Y allí estaba ella, de nuevo sola, su último barco acababa de partir, las lágrimas le inundaban sus mejillas, tenía que volver a casa, una y otra vez la palabra "PUTA" retornaba a su cabeza, jamás se hubiera imaginado eso de él, sobre todo él tenía que entender y sin embargo seguía ciego, eran dos corderos en medio de una manada de lobos, la única diferencia entre los dos es que ella sabía su rol y eso en cierta manera la ayudaría, se refugió en la habitación para no ver cómo se iba, ya no quedaban palabras que decirse. La tristeza invadía su cuerpo, no podía controlar el miedo que le vencía por segundos.Les había fallado a todos, a su familia a Manuel, ¡Susana! Le salió del fondo de su alma, ¿cómo se lo explicaría?, no sabía cómo explicaría lo sucedido con Juan, había destrozado todos los planes establecidos, en solo dos días había echado a perder toda una vida, tendría que haber sido más delicada con Juan, pero el ansia de el por conocer hizo que se saltará los plazos, debería haber calculado las consecuencias, pero se dejo llevar por el sentimiento de culpa.

-¿Estás bien?-Era Tatiana, le rodearon dos brazos notando sus pechos en la espalda, notaba como esos pezones le rozaban, estaban duros.

-Sí, no te preocupes. -Intentó que su voz no se rompiera.

-No te creo mi niña. -Tatiana la conocía bien, le giró su cara hasta quedar una enfrente de la otra, con sus manos acarició su rostro intentando secar sus lágrimas, ellos eran su único salvavidas, no le quedaba nada más.

-Tengo que volver a casa, ¿Crees que podréis llevarme?

-No te preocupes ahora de eso, no puedes volver así, te tienes que tranquilizar. Le dijo justo antes de juntar sus labios, creando ese calor que sin saber el porqué la tranquilizaba, las manos de Tatiana la atrajeron hacia ella juntando sus cuerpos , las bocas se abrieron concediendo que ambas lenguas se juntasen creando un vínculo entre ellas, Tatiana recorrió su espalda con sus manos, provocando que su piel se erizara, Verónica tenía cogida a Tatiana por la cintura, era un baile de dos mujeres, una necesitada de amor y la otra dispuesta a darlo, sus nalgas recibieron la visita de sus manos, suavemente continuando el baile de lenguas, todo tranquilo sin prisas, apareció otro cuerpo acoplándose a ella quedando en medio, dos pechos rozaban su espalda mientras una mano buscaba su vulva apartando sorteando el tanga, no deseaba abrir sus ojos, era como si con ello pudiera evitar encontrarse con la realidad, el tanga descendía despacio para quedar completamente desnuda, entre las dos la tumbaron en la cama, sentía el calor que le proporcionaban esos dos cuerpos, los labios de Tatiana se apoderaron de sus pezones mientras Nasha recorría con su lengua su abdomen hasta acabar en su vagina, su cuerpo cedía ante aquellas dos mujeres, otra vez la boca de Tatiana apagaba su sed, un pequeño gemido indicaba el efecto de la lengua recorriendo sus labios vaginales, Nasha no se conformó con su boca si no que dos dedos entraron abriendo las paredes de su cueva, su cuerpo se tensó, una ola de calor emergió dando paso a un orgasmo.

Nasha la desmontó dejándola libre, a la vez que se iba hundía en un sueño.

-Descansa mi niña, ya hablaremos más tarde. - Oyó decir a Tatiana mientras le apartaba el pelo de la cara. - Todo se resolverá. - Se escucharon pasos alejándose de la habitación, quería dejarse llevar, sus manos inconscientemente fueron a su vagina, necesitaba ese placer que la hacían olvidar, olvidar toda una vida al servicio de los demás, ahora era ella la destinataria de ese placer.

 

Martes (Juan)

Camino de Barcelona su cabeza daba vueltas buscando respuestas a demasiadas preguntas, su despedida había resultado un tanto fría, pero Mijaíl y Tatiana se lo habían puesto fácil, ni preguntaron ni él les dio explicaciones, simplemente les agradeció el trato que le habían mostrado, un par de besos y un estrechón de manos fueron todas las explicaciones.

Recordó las palabras de Susana "es un lobo con piel de cordero"¿Qué habría querido decir? ¿Sabría algo que yo él no supiera? Susana no había tenido mucha relación con Verónica ni con Manuel, le vino a la mente el día que le hice la entrevista en su oficina.

<< ¿Has trabajado para mi suegro? - Si, ¿hay algún problema ?>>.

¿Qué relación tiene Susana con mi Suegro? Jamás volvieron a tocar el tema, creía que ya era hora de retomarlo, pero tenía que medir los tiempos.

Mientras conducía a gran velocidad por la autopista, intentaba recordar cualquier indicio de sus Suegros o de su familia que pudiera indicar que el relato de Verónica era cierto, y si no lo era ¿Por qué mentirle? ¿Qué ganaba ella?

Paró justo antes de entrar a Barcelona, necesitaba pensar, una llamada entró en su móvil, era Manuel, no tenía ni idea de lo que le podía decir, seguramente le preguntaría por Verónica, si le dijera la verdad descubriría el paradero de sus amigos, si mentía y le descubría su amistad quedaría dañada, como explicarle las ultimas veinticuatro horas, si ni siquiera el mismo podía entenderlo. ¿Cómo hacer que él lo entendiera? Dejó que sonará sin atender la llamada, ya buscaría alguna excusa. Lo primero era saber en quién confiar, ¿Susana? ¿Su suegro? ¿Manuel? ¿Laura? Todos estaban implicados de una manera u otra. Decidió irse a Madrid, pero no iría de momento a su casa, hasta el viernes tenía tiempo de pensar que hacer y por dónde empezar y sobre todo ¿Hasta donde quería llegar? Tenía miedo de lo que pudiera descubrir, mañana llamaría a su hermana, aunque le resultaba muy doloroso tener que hablar con ella, su relación con ella como con el resto de su familia nunca fue muy fluida, siempre lo consideraron un señorito, y en parte tenían razón pues su comportamiento hacia ellos quizás nunca fue muy familiar, en cierta manera no pasó mucho tiempo a su lado, en ese momento se dio cuenta de lo que se había perdido, ni siquiera sabía cómo comenzar la conversación, se la imaginaba fría.

A mitad de camino cambio de opinión y se dirigió a Segovia, no quería encontrarse a nadie en Madrid, así evitaría dar explicaciones.

Eran las once de la noche cuando entró en Segovia, iría a ver a Marisa, era una mujer que conoció en una de las fiestas que organizó Manuel, fue en Toledo hace un año, organizó una cena con amigos en un famoso restaurante, por supuesto nadie acudió con su pareja, una noche de alcohol y sexo, acabaron a las cinco de la mañana en un hotel con dos maduras y una de ellas era Marisa, tenía cincuenta años toda una señora en su casa pero muy ligera cuando abandonaba el hogar, casada y con dos hijas dueña de un Hostal en el centro del casco antiguo. El móvil volvió a sonar era Susana, por un momento pensó en no cogerlo, pero eso podría levantar sospechas, hasta que no tuviera más información tenía que pasar desapercibido.

-Hola Susana ¿Cómo estás?

-Eso tú, me tienes abandonada.

-Estoy en Zaragoza. Dijo lo primero que le vino a la cabeza, no quería descubrir su paradero.

- Y qué coño se te ha perdido en Zaragoza

-Un futuro cliente, puede ser muy importante, me llamaron esta tarde y no he podido avisarte. Intentaba que su voz sonara lo más plausible posible. -Tú quédate en Barcelona el tiempo que quieras, nos vemos en Madrid.

-Como quieras, pero no lo entiendo, me podrías haber avisado. ¿Y Verónica, la has devuelto a su marido bien servida?-

Ahora no puedo hablar, ya te explicaré.- Necesitaba terminar esa conversación, no podía a arriesgarse.

-Como quieras, pero te noto un poco raro, ¿Seguro que estás bien?

-Sí, no te preocupes, hablamos un beso.- Cortó la llamada, no podía hablar ni un minuto más sin correr algún riesgo.

Allí estaba el hostal <>, no es que fuera un hotel cinco estrellas, pero estaba bien, limpio y discreto, lo que el necesitaba en esos momentos.

Estacionó en un parking a tres calles de allí, pues era zona peatonal y era imposible entrar y ni mucho menos aparcar, mientras me dirigía al hostal se preguntaba cómo enfocar su visita con Marisa, carecía de equipaje y aparecía a las once de la noche sin avisar, esperaba que no quisiera hacer demasiadas preguntas.

Al entrar pudo descubrir la antigüedad del hostal, todo era madera con la decoración pasada de moda, detrás de un pequeño mostrador se encontraba una chica de unos veinte años, morena con ojos verdes, llevaba una blusa azul marino tipo oficina, unos grandes pechos se ocultaban en ese cuerpo, sin duda era hija de Marisa, la misma pose y su rostro era una calca de su madre, apetecible al cien por cien.

-Buenas noches. - Su voz sonaba dulce la cual acompañada de una hermosa sonrisa aún la hacían más deseable.

-Buenas noches.-Mirando su identificación que estaba en la solapa de su camisa pudo ver su nombre. -Teresa ¿verdad? Dijo sonriendo, sin darse cuenta la estaba galanteando.

-Bueno, por lo menos uno sabe el nombre del otro. -Decía mientras se cogía la placa de identificación.

-Usted tiene ventaja. - Una sonrisa apareció en su rostro.

- Tienes razón, soy Juan, estoy de paso y necesitaría una habitación.¿ Tienes alguna?-Le decía sin dejar de mirar sus ojos verdes.

- Claro que si.- Hecho un vistazo al ordenador. -No podía dejar de mirar a esa chica, sus labios eran carnosos invitándole a besarlos, de vez en cuando levantaba la vista tropezándose con su mirada, una sonrisa de complicidad demostraba que le gustaba el juego.

-¿Sabes algún sitio para tomar una copa? Necesito despejarme antes de irme a dormir. -Lanzó el anzuelo, en ese momento no sabía cómo se lo tomaría Marisa, pero paso a paso, necesitaba despejarse la mente y la mejor forma era con esa chica.

-Conozco un lugar, está bien, a dos calles de aquí, pequeño pero sus Gin tonic son los mejores de Segovia.

-Me gusta la idea, ¿Te apuntas? -Le dijó retándola.

-Hasta las doce tengo guardia, y mañana tengo que madrugar. Dijo mirándolo a los ojos.

-Solo será una copa, te devuelvo pronto, no me gusta beber solo.

-Lo siento, pero no puedo.-Giro sobre sí misma en busca de una llave.

-Aquí tiene, la cincuenta y nueve, el desayuno se sirve de ocho a diez.-Está vez evitó mirarle a los ojos.

-Gracias, si te lo piensas mejor ya sabes dónde estoy.-Tomó las llaves guiñándole un ojo.

El local era una no era muy grande, la mayoría de la gente eran jóvenes que siendo temporada de vacaciones disfrutaban de las noches de Segovia, se sentó en la barra para pedir su ron con cola, una mujer de unos cincuenta años le atendió dándole un repaso de arriba a abajo, su traje de ejecutivo delataba que no era un cliente habitual, se dijo que al otro día tendría que ir de compras, algo de ropa para pasar un par de días, con el primer trago a su consumición le acudieron a la mente todo lo que había ocurrido en apenas dos días, había salido de Madrid siendo un hombre seguro y en apenas cuarenta y ocho horas desconocía en que se había convertido, dudaba de todas las personas que conocía, tenía que afrontar su futuro, descubrir lo que pasó ese día en la casa de campo y lo más importante que ha pasado desde entonces¿ Se habría repetido sin él saberlo?

A pesar de ser las once de la noche hacía mucha calor, estaba siendo un verano muy caluroso, prefería el invierno, le encantaba la sensación del frio en su rostro, devuelta su cabeza le inundo de imágenes con Laura en la nieve, lo patosos que eran en sus inicios, pero juntos siempre, un ahogo le sobrevino de golpe ¿Que pasaría ahora? La situación había cambiado, su familia era una extraña para él.

El bullicio de la calle hizo que aún se aislara mas en sus pensamientos, necesitaba aplacarlos aunque solo fuera esa noche, mañana se plantearía como seguir con su vida.

En el local sonaba el Último de la Fila.

No es que el tiempo lo cure todo pero puede ayudar.

Yo no supe cómo tratarte

No doy para más.....

-Buenas noches, ¿Que te pongo?- Dijo la mujer, tenía unos preciosos ojos azules, su camiseta apenas rozaba el ombligo con lo cual sus pechos ganaban volumen, sin duda muchas propinas caían gracias a esa indumentaria.

-Ron con cola por favor.

Al darse la vuelta pudo apreciar unas bonitas nalgas cubiertas por unos leggins negros, la otra chica lo descubrió y no pudo más que lanzarle una risa, la cual acepto devolviendo con otra.

Su móvil sonó, era Laura, volvió a nublarse su mente y un miedo se apoderó de él, miedo de perder los estribos, miedo de su reacción y de tirar por la borda su matrimonio, pero tampoco podía olvidar los últimos dos días. Con manos temblorosas producto de los nervios descolgó.

-Hola, ¿Como estas?

-Laura-Durante unos segundos hubo silencio.-Bien ¿Y tú?

Juan necesitaba ganar segundos, sentía el sudor de su cuerpo recorriéndole por la nuca, sentía cada gota que le recorría.

-Aquí en casa de mis padres.

-¿En casa de tus padres?

-Sí, ya sabes como es mi padre, se empeño en que me quedara en su casa hasta que vinieras.-A él le hubiera gustado decirle que no, no sabía cómo era su padre, y quizás tampoco sabía cómo era ella.

-Por lo menos no estarás sola.

-Sí, aunque preferiría estar en nuestra casa.

Las imágenes de su casa, la había dejado hacía escasamente dos días, para él era como si hubieran sido años, había cambiado todo, lo que antes eran pequeños detalles ahora se convertían en escollos, cualquier duda se convertía en sospecha, no aquella ya no volvería a ser nuestra casa.

-¿Cómo va por Barcelona?

No sabía si decirle que estaba en Segovia, pero tendría que dar demasiadas explicaciones.

-Bien, ya sabes mucho calor.

-Acuérdate que el Domingo es el cumpleaños de Isabel.

Isabel su sobrina, la hija de Olga la melliza de Laura, cumplía dieciocho años, Olga la había tenido con diecisiete años, el suponía que habría sido todo un escándalo para su suegro, un militar castizo y en aquellos años no debieron de ser buenos tiempos en la familia.

-Sí, me acuerdo ¿Has pensado que comprarle?

Por un momento la añoranza se apoderó de él, hablar de esos pequeños detalles le volvían al hogar, donde se reía y hacía el amor con su mujer, pero duro poco, las imágenes de la casa de campo lo devolvieron a la realidad.

-¿Has visto a Manuel y Vero?

-Si los vi ayer.

La imagen de ella y Vero desnudas en el salón hizo sentir una punzada en el estomago.

-¿Recuerdas cuando los conocimos? En la casa de campo.

-Sí.

La voz de Laura le había sonado seca.

-Que bien nos lo pasamos ¿Verdad?

No sabía dónde podía acabar esa conversación pero tenía que saber algo más de esa noche.

-Sí, estuvo bien.

La voz que oía estaba cambiando, el se lo podía notar, frases escuetas y frías. Decidió jugar un poco más.

-Nunca me contestes que hiciste cuando me tuve que ir a Salamanca.

-¿Que quieres decir Juan?

- No sé, pero como que nunca hablamos de ese día pues…

-Juan, a que viene esto después de diez años, no te entiendo, y no sé lo que insinúas.

El tono de Laura había subido notándose su irritación.

-Pues que no se qué pasó esa noche Laura, no sé, simplemente la borramos, no dijiste “Nos acostamos tarde o temprano, pues no dormí mucho" o solo" te eche de menos"

Las lagrimas de Juan mojaban su rostro, las dejo ir, sentía que la necesidad de llorar ya no podía mas"

-Si dices que no te eche de menos es porque no me conoces. Pero no sé si es eso lo que quieres decir Juan.

-Los amigos de tu padre.-Soltó de golpe- esa noche ¿Qué pasó con mi madre y mis hermanas?

Sin darse cuenta había salido del bar, estaba gritando en medio de la calle.

-No sé de lo que me hablas, y no entiendo tu tono.

-¡Y tú! Dime ¿cuántos te follaste? ¿Hiciste de puta para tu padre?

Se hizo el silencio, Juan daba vueltas sin rumbo, no veía nada solo sacaba la rabia que llevaba dentro.

-Mañana hablamos, tranquilízate, duerme un poco y mañana cuando estés más calmado llámame, buenas noches Juan.

Se cortó la llamada sin darle tiempo de hablar, esperaba que se sentiría mejor después de soltar toda la rabia acumulada, pero se sentía aún peor, en un día había llamado puta a dos mujeres, sentía asco de sí mismo, ¿Quién era el para juzgar? ¿Cuántas mujeres se había follado en dos años? Diez, veinte n siquiera las había contado, y sin embargo juzgaba a Laura y a Vero por una sola noche.

 

Las lágrimas aparecieron en sus ojos, las secó antes de que lo vieran, realmente se sentía culpable, culpable de haberle sido infiel a su mujer, de haberse dejado llevar por Manuel y Susana. ¿Pero qué parte se tenía que creer? la de Vero o la de Laura, tal vez no me dijo nada en todos estos años para no herirlo, ¿pero alguien puede callar una cosa así?, por otro lado la montaña rusa de su vida no permitía bajarse en medio del viaje, tenía que aceptar las consecuencias, y una de ellas podría ser su matrimonio, no podía de dejar de mirar a las mujeres, Susana se había encargado de inyectarle el sexo en las venas, era como una droga, aunque en el fondo amaba a su mujer, era difícil de explicar.

Apareció su ron con cola sin haberme percatado, la mujer lo miró con cierta tristeza, su cara describía su estado.

-¿Un mal día?

-Ni te lo imaginas.- Le dijo mirando a sus ojos negros, su coleta le daba un aire juvenil que aún la hacía más irresistible.

-Un poco tarde para salir de la oficina ¿No?- Dijo apoyando los codos sobre la barra apoyando su cara entre las dos manos.

-Sí, ¿Verdad?, no, estoy de paso.

-¿De paso? Y ¿El paso cuánto va a durar?- Una sonrisa pícara apareció en su cara, miró su mano viendo una alianza en su dedo anular. Ella siguió su mirada descubriendo msus pensamientos.

-Sí, estoy casada igual que tú. Dijo señalando la alianza de el con los ojos.-Aparecieron un grupo de chicos, y dando media vuelta se dispuso a servirle, cosa que aprovechó para volver a ver esas nalgas, su tanga y si lo llevaba no se le marcaba, su manera de andar había cambiado un pequeño coqueteo la delató, segura de que en ese momento la estaría mirando, a pesar de lo avanzada de la noche el local prácticamente estaba vacío, entre las dos sirvieron a los muchachos en un momento, revisó su móvil sin saber el porqué deseaba que Verónica lo hubiese llamado, mirándolo ya un poco calmado sabía que se había equivocado, no la había dejado terminar, y lo peor era que se empezaba a sentir culpable, la había juzgado sin darle opción a explicarse.

-¿Trabajo? - Dijo la mujer volviendo a la misma posición de antes.

-Eh, no, por hoy ya es suficiente.-Le dijo.- Me llamo Juan por cierto-Dijo estirando la mano para estrechársela.

-Iris.-Las manos se estrecharon.

-Bueno, ahora ya sabemos más cosas de nosotros, casi parecemos un matrimonio. –Dijo Juan riéndose.

-¿Y eso?-Preguntó ella.

-Bueno los matrimonios con el paso del tiempo solo dejan a dos personas que lo único que saben de ellos es su nombre y su estado civil, por cierto ¿Cuánto tiempo llevas casada?

-Quince años ¿Y tú?

-Díez.-Le notaba como estaba calculando mentalmente su edad.- ¿Cien euros por tus pensamientos?

Le dijo acercándose más a la barra.

-Vas fuerte-Sus codos volvieron a apoyarse sobre la barra y su cara se acercó a él más todavía.

-Me gusta el póker, pero soy mal jugador, aunque siempre apuesto lo máximo cuando tengo una escalera real, ¿A qué hora sales?-Lanzó todas sus cartas.

-Jajá. Recuerdas que estoy casada ¿verdad?-Eso significaba que no se oponía, simplemente dejaba claro hasta donde podía llegar.

-Supongo que una copa no hace daño a un matrimonio, ¿O sí?

-¿Dónde te alojas?

-Hostal Marisa ¿lo conoces?

-Sí, Marisa la dueña y yo somos amigas desde la infancia.

-Si quieres te pasó a buscar mañana y te enseño Segovia.

-¿Mañana?

-Hoy me es imposible, mi marido siempre viene a buscarme.

Eran las dos cuando decidió irse a dormir, estaba a punto de llegar cuando se encontró con Teresa, estaba en un banco con una amiga, que aparentaba dieciséis o diecisiete años, Teresa vestía una falda blanca con un top negro, su amiga llevaba unos tejanos ajustados y una camiseta blanca, Teresa al verlo tiró de golpe el cigarro que estaba fumando, al acercarse Juan pudo distinguir el olor a cannabis, de ahí que lo tirara de esa manera, una sonrisa cómplice apareció en la cara de Juan haciéndole entender que no pasaba nada.

-¡Teresa! Me dejaste plantado ¿No tenías que madrugar?

-Hola, bueno si, pero vino Marta y me lío para dar una vuelta.-Dijo mirando a su amiga, las chicas tenían los ojos rojos de la María.

-Bueno, ¿no queréis compartir?-Dijo haciendo ver que las había descubierto, se sentó entre las dos haciendo que se separaran.-Por cierto ¿Qué edad tenéis?

-Yo tengo dieciséis y Teresa diecisiete. -Marta se adelantó en la respuesta, mientras Teresa intentaba disimular su rubor por haber sido descubierta por un cliente.

-Bueno¿ y quién lo va a liar?-Su mano ya estaba en la rodilla desnuda de Teresa, esta se quedó parada, sin decir nada saco una bolsa y comenzó a liar un canuto, las dos eran guapísimas, morenas media melena, Teresa de ojos negros y Marta verde oscuro, comenzaron a fumar lo que llevó a las risas, se notaban que eran nuevas en el mundo de la María, mientras su mano iba subiendo por las piernas de Teresa, Marta seguía la mano con la mirada mientras Teresa la miraba nerviosa como preguntándole o buscando su aprobación, allí estaba con dos adolescentes en medio de Segovia fumando María y pretendiendo llevárselas a las dos, su mano había llegado al tanga, la mano de Teresa hizo un amago de parar la mano, pero no hizo nada, se giró hacia Marta y trayéndola con su mano la besó en la boca, se besaban mientras su mano estaba tocando los labios depilados de Teresa que fue abriendo las piernas para dejarme hacer.

Se levanto cogiéndolas de las manos y sin decir nada caminaron al Hostal, a esa hora no había nadie en recepción lo que les permitió entrar sin ser vistos, en el ascensor fueron intercambiando besos. Al entrar las dejó y se fue a duchar, al meterse en la ducha se cuestiono lo que estaba a punto de hacer, eran muy jóvenes, decidio que al salir de la ducha las mandaría a casa, había llegado demasiado lejos, dejó que el agua le cayera sobre su cabeza, no se reconocía, el Juan que conocía nunca se hubiera comportado de esa manera.

Unas manos le comenzaron a frotar la espalda, mientras Marta se situó delante besándole sus pezones, toda su culpa se esfumó dejándose llevar, Teresa le abrazo haciendo que sus pechos se frotaran con su espalda, sintiendo sus pezones duros, Marta continuo recorriendo su pecho dando pequeños besos hasta acabar de rodillas, mientras Teresa le besaba en el cuello al tiempo que sus manos le estiraban de los pezones, su verga desapareció dentro de la boca de Marta que le dedicaba una lenta mamada, eche sus manos hacia atrás para coger las nalgas de Teresa, unas nalgas duras las cuales apretó con fuerza, sentía la lengua de Marta recorriendo toda su verga desde su glande hasta los testículos, no aguantaría mucho más, la levanto besándola y se fueron a la cama, tumbo a Marta con las piernas abiertas, colocándose a cuatro piernas para que Teresa pudiera acceder a su verga se dedico a esa vagina, tenía un suave vello, comenzó a lamer sus labios mientras que Teresa se empeñaba en darle placer con una mamada, los fluidos de Marta no tardaron en aparecer, separando los labios comenzó a morder débilmente su clítoris lo que provocó que soltara unos gemidos, tuvo miedo de que desde la habitación de al lado los escucharan, notó los fluidos sobre su boca, apartó a Teresa para que se pusiera encima de la cabeza de Marta de manera que está pudiera chupar su vagina, arrastró a Marta hasta el borde de la cama para poder follarla estando de pie, agarró sus piernas colocándolas en sus hombros la introdujo hasta el fondo, comenzando despacio, podía ver la cara de Teresa disfrutando del placer que le estaba dando su amiga, solo se oían los gemidos de Teresa y los golpes de su cadera chocando con las nalgas de Marta, durante diez minutos estuvieron en esa posición para luego cambiar y pasar a ser Teresa la que recibía su verga a la vez que chupaba la vagina de su amiga, eran demasiado jóvenes y ya llevaba mucho ajetreo en poco tiempo con lo cual a la media hora estaba repartiendo su corrida entre las dos bocas, se ducharon y decidieron dormir no sin antes ser testigo de cómo se comieron la una a la otra haciendo un sesenta y nueve hasta quedar exhaustas.

Martes Laura.

Había pasado una noche extraña, se sentía sucia pero muy excitada, el hecho de haber sido sometida le producía una excitación que tuvo que masturbarse para poder dormir, hoy no iría a trabajar, se quedaría en la piscina y por la tarde iría al club, hablaría con su padre para adelantar las vacaciones, necesitaba descansar, le gustaría irse sola pero sabía que Juan no se lo tomaría muy bien.

Un mensaje le entró en el móvil, era de Jazmín, su amiga desde el internado, era su media naranja, compartían los mismos gustos, al abrir el mensaje se encontró con una torre negra de ajedrez. Era difícil superar eso.

¿Cuánto tiempo tengo?-Escribió

-Esta tarde hasta las cinco.-Contestó Jazmín.

-A ver qué hago, zorra.-Escribió Laura riéndose.

-No lo puedes superar.

-¿En el club a las cinco? Trae tus piezas y compartimos.-Laura intentaba pensar dónde sacar una torre.

Después de ducharse bajo a desayunar, se encontró con Sandra limpiando la cocina, era una mujer muy trabajadora, jamás la familia tubo queja de ella, llevaba en la casa desde los veinte años y acababa de cumplir los cincuenta, sus padres la mandaron a Madrid a servir pues en Cuba las cosas no iban muy bien, los señores la vieron en casa de unos amigos y le hicieron una oferta para trabajar, a su jefe no le hizo mucha gracia desprenderse de aquella cubana de pechos grandes, pero no pudo rechazar la oferta, después trajo a su hermana Alicia la pequeña que fue empleada también en la casa, Alicia al poco de estar en Madrid se quedo embarazada de Violeta esta contaba con quince años, Violeta era de tez morena y a pesar de su juventud su cuerpo ya destacaba, había salido a su madre y tía, anchas de cadera y grandes senos, un pelo rizado junto a sus ojos negros la hacían ser más mayor.

Laura se quedó mirando a Sandra que le estaba dando la espalda, dirigió su mano a su pecho agarrando su pezón, la anterior noche habían estado en ese mismo lugar las dos follando entre ellas, notaba como el tanga del bañador se le pegaba a su vagina. Sandra se giró viendo a su señora.

-Buenos días señora.-Dijo sin saber dónde mirar.

-Buenos días Sandra ¿Cómo pasaste la noche?-Dijo Laura acercándose a Sandra que ya había continuado su faena dándole la espalda.

-Bien señora.-Laura se puso pegada a su espalda, al ser más alta que ella podía ver la forma de sus senos como se marcaban en su camiseta desde arriba, percibía su inquietud al verse observada, Laura le apartó el pelo para poder besar su cuello.

-¡Señora!-Dijo suspirando, Laura se reía de la cara que tenía Sandra le puso la mano en la nalga sintiendo como se le hundían sus dedos, podía atraparle un trozo con la mano.

-¿Me pones un café?- Dijo apartándose sentándose en la mesa de la cocina.

Sandra le puso su café y saliendo de la cocina, intentaba mantenerse alejada de ella, la conocía de sobras, y sabía que nada bueno podía salir de su cabeza, pero no podía hacer mas que intentar pasar desapercibida hasta que se fuera.

-Hola tía, podré bañarme en la piscina.-Se oyó la voz de Violeta.

-No, está la señora Laura.-Normalmente los señores le dejaban disfrutar de la piscina cuando quisieran, al llevar tantos años eran de alguna manera parte de la familia, pero no la usaban si estaban los señores, siempre eran muy prudentes, no hacía falta que les dijeran cuándo retirarse.

-Violeta-Laura llamó desde la cocina.

Al momento apareció en la cocina preguntándose qué es lo que querría la señora.

-Dígame señora. -Le preguntó con cierto temor que hubiera escuchado la conversación y se hubiera molestado.

Laura la miró, allí estaba con un short y mayas de deporte, cada mañana salía a correr una hora, sus piernas lo demostraban estando bien firmes así como sus nalgas.

-Si quieres puedes bañarte en la piscina, no te preocupes, así me haces compañía.

La sonrisa apareció en la cara de Violeta, siempre había admirado a esa mujer, la encontraba sexi y con carácter.

-Gracias señora.- Dio media vuelta y se marchó para cambiarse.

Laura se encaminó hacia la piscina, había que atravesar el jardín para llegar, era una zona apartada de la casa, tenían una barbacoa así como una pequeña barra de bar todo bajo una carpa, en invierno se quitaba, a sus padres le gustaba en verano hacer fiestas por la noche, y al quedar apartado no molestaban a los que estuvieran durmiendo, aunque ahora ya no había nadie salvo los padres de Laura.

Estiró la toalla sobre el césped y espero a que llegara Violeta, esta no tardó en aparecer, podía ver cómo contoneaba las caderas con una toalla echada sobre sus hombros, desconocía si era habitual o forzado por su presencia, llevaba un bikini brasileño amarillo haciendo resaltar su tez morena, al llegar dudo de echarse al lado de ella, Laura se hizo la despistada detrás de sus gafas de sol, esperaba que eligiera tumbarse cerca de ella.

-¿Le importa si me tumbó al lado suyo?-Preguntó deseando que le permitiera estar con ella.

-No, por supuesto, túmbate aquí y así podemos hablar, me voy a meter un poco para refrescarme, ¿te vienes?-Le dijo ofreciéndole la mano, que Violeta no dudó en aceptar, para ella eso era mucho, jamás lo pensó, recogió la mano tendida, y un cosquilleo le recorrió todo su cuerpo, cosa que a Laura no le pasó desapercibido, le sacaría provecho a esa mañana, Violeta se tiro de cabeza cruzándose prácticamente los veinte metros de la piscina bajo el agua, Laura entro por las escaleras para nadar el lateral de la piscina, veía como reflejaba el agua su cuerpo, después de nadar un rato se juntaron en la parte menos profunda apoyadas en el bordillo de la piscina, los pezones de Violeta se marcaban en su bañador por la temperatura del agua o por estar a solas con Laura.

-Cuéntame, ¿cómo ha ido el colegio?

-Bien, todo aprobado. - Sabía que una de las condiciones que le habían puesto los señores para tener todos los privilegios que tenía era la de estudiar, de lo contrario pasaría a ser una doncella al servicio de los señores, igual que era su madre o su tía.

Laura se acercó un poco más a ella, quería notar sus nervios y su miedo, le gustaba sentirse poderosa, le gustaban las chicas jóvenes precisamente por el hecho de tener miedo no las echaba para atrás , se morían por descubrir todo aquello prohibido, romper con las normas de casa, eran rebeldes, querían crecer demasiado rápido.

-Bueno ¿Y hay algún chico?-Le dijo agarrando su brazo con comadrería, sintió como se tensó Violeta al sentir su brazo.

-No, no hay ningún chico señora.

-¿No? No me lo puedo creer, con lo guapa que eres, y que no tengas novio, pero no me digas que no has tenido alguno.-Le dijo buscando que se abriera a ella.-Y por favor, ahora somos dos amigas, guarda la pleitesía para cuando no estemos solas. ¿Lo podrás hacer?-Le dijo pasándole el brazo por los hombros.

-Si, por supuesto.-Dijo sin contestar a la pregunta, un rubor apareció en sus mejillas.

-Por supuesto ¿Qué? ¿Qué has tenido algún chico? Tranquila será nuestro secreto.-Laura giraba una vuelta más a la tuerca, sabía perfectamente que si lo había tenido no sé lo contaría nunca a su madre, tenía quince años y en esa edad siempre se ocultaban muchas cosas a los padres y más en el tema sexual.

-Si...algún chico, pero por favor señora no se lo diga a mi tía ni a mi madre.

-Tranquila, ya te he dicho que será nuestro secreto, acuérdate soy Laura.-Dijo recorriendo la espalda de Violeta suavemente, cuando llegaba a tocar el tanga del bañador volvía a subir metiéndola por dentro de las tiras del sujetador, su mano recorría toda su espalda despacio, los ojos de Violeta estaban cerrados sintiendo el placer que le estaban dando las manos de Laura, a veces notaba la punta de la uña otras eran las yemas de los dedos.

-Cuenta, ¿Qué hacías con el chico?-Preguntó para saber hasta dónde llegaba su experiencia en lo sexual.

-Me da vergüenza, no sé.-Violeta agachaba la cabeza para no mirar a Laura.

Cada pasada la mano se metía un poco más dentro del bañador, llegaba y se marchaba, cada vez más lento haciendo que esta estuviera más tiempo en contacto con el canal entre las dos nalgas.

-Supongo que os besabais ¿No?-Su mano se detuvo dentro en una nalga.

-Bueno si. –Sentía como invadían sus nalgas, notaba calor en su cara, sus manos cerradas como si así pudiera sentir más.

-¿y te tocaba?-Su mano comenzó a moverse acariciando toda la nalga, Violeta tenía los ojos cerrados, le daba vergüenza mirar a Laura.

-Sí.

-¿Dónde?-El lazo del bañador se soltó quedando colgado solo por un lado-¿Te tocaba aquí?-Su mano había llegado al vello de la vagina -¿Te toco tu coñito?-Un dedo recorría los labios vaginales provocando un pequeño gemido de Violeta.

-Si.-Solo podía responder con monosilábicos, tenía las piernas juntas intentando impedir aquello que lo único que le daba era placer, pero sabía que no estaba bien. Ahora Laura tenía las dos manos debajo del agua, mientras que una se dedicaba a esa vagina virgen la otra le acariciaba el periodo haciendo hincapié en el aro anal, jugando con su uña sobre el aro.

- ¿metió su pene?-Su dedo se centró en el clítoris, poco a poco las piernas fueron cediendo hasta quedar abiertas permitiendo que siguieran dándole aquel placer prohibido.

-No, solo me tocó por encima.

Laura separaba los labios vaginales con los dedos

Los dedos anular e índice le abrían los labios permitiendo que el corazón acariciara el clítoris, Violeta apretaba los labios a la vez que negaba con la cabeza, ella se había masturbado antes, pero esa mujer la acariciaba haciéndole descubrir nuevos rincones que desconocía.

-Y tú, ¿Que le hacías? ¿Lo masturbabas?-El dedo corazón tanteaba la puerta de la vagina introduciendo hasta la primera falange, un segundo para retirarse después, Violeta deseaba que entrará, necesitaba sentirlo dentro.

-Sí.

-¿Que sentías teniendo tu mano sobre su polla? ¿Te gustaba sentirla entre tus manos?-Ya tenía medio dedo dentro de su vagina, notaba la estrechez en el dedo, abandono las nalgas y subió su mano hasta llegar al nudo del sostén del bañador de Violeta, los senos quedaron libres por poco tiempo, acariciados por los dedos quedando el pezón entre el índice y el corazón, masajeaba el seno a la vez que estimulaba el pezón.

-Siii-Sus fluidos mojaron la mano de Laura, Laura atrapó su cara para besarle en los labios dulcemente.

-Vamos a la toalla y me cuentas más cosas. -Dijo dando por terminado el baño.

Se tumbo boca abajo, ofreciéndole un bote de crema a Violeta para que le untara Violeta comenzó por las piernas despacio, quería sentir en sus manos cada parte de esa mujer, subía hasta llegar a la ingle tocando la curvaturas de las nalgas para retirarse hasta los dedos del pié, Laura se metió el bañador de manera que sus nalgas estuvieran expuestas a las manos de Violeta, no se lo pensó y recorrió cada parte de ellas untándolas, eran redondas y duras Violeta notaba la excitación aparecer de nuevo, la humedad de su vagina mojaba su bañador haciendo aparecer alguna mancha en el, Laura giro su cuerpo quedando bocarriba, se paso las manos por la espalda y se saco el sujetador del bañador dejándose los senos al aire, no eran excesivamente grandes, pero lo suficiente para dar placer, sus pezones negros como sus ojos comenzaron a despertarse cuando la mano de Violeta ya sin pudor empezó a acariciar, porque ella sabía que eso era lo que buscaba la señora, el placer que ella le había dado en la piscina lo tenía que devolver, no sabía si lo hacía bien pero los notaba cada vez más duros, Laura puso una mano en su cabeza y la llevo hasta ellos, su lengua recorría su aréola mientras que no dejaba de acariciar el otro pecho, los gemidos de Laura aumentaron, Violeta bajo su mano hasta introducirla por dentro del bañador para acariciar esa vagina, solo haría lo mismo que le acababa de hacer a ella, recorría las paredes como buscando una salida, la humedad ganaba terreno, introdujo un dedo luego otro y jugó con ellos dentro de aquel paraíso, jamás lo hubiera creído, estar con aquella mujer era lo máximo, ¿qué más le podía pasar?, ¿Qué otras cosas descubriría?

 

cuando volvió hacia la ingle se encontró con el tanga echado hacia un lado quedando la vulva de Laura a la vista, se detuvo mirando, Laura estaba completamente tumbada mirando al cielo con los ojos cerrados, simplemente aguantaba el tanga para que no volviera a cubrirle su vagina, quería que Violeta diera el primer paso, esta comenzó a acercarse acariciando tímidamente, sintió la otra mano de Laura sujetándosela para que continuará el masaje guiándola a través de la vagina, le hacía la guiaba en su exploración, Laura cerro la mano de Violeta dejando solo el dedo anular para guiarlo a su vagina e introduciéndoselo. Le excitaba mirar los ojos de Violeta, mostraban deseo y lujuria, lo introducía despacio con temor de no hacerlo bien, Laura movía la pelvis dando más profundidad a aquel dedo llegando hasta el nudillo. Mientras Laura se estimulaba el clítoris frotándoselo con fuerza. Violeta cada vez estaba más relajada al ver como Laura se mordía los labios de placer, Laura se levantó le dio la mano a Violeta para que se levantará, la besó en los labios su mano acariciaba el pezón de Violeta, apartó el pelo algo sudado de su hombro y comenzó a besarle el cuello hasta llegar al lóbulo.

-¿Te gustaría pasar estos días conmigo? Iríamos de compras y al club.-Le preguntaba mientras le besaba el lóbulo.

-No sé si mi madre me dejara.-Sus palabras sonaron en medio de un suspiro, sentía que su cuerpo la abandonará, sus pezones estaban erectos, sentía como su vagina se humedecía.

Laura introdujo un dedo en su coño despacio, lo movía buscando toda su amplitud, tocando aquella vagina húmeda.

-¿Tú quieres?-Laura le comenzó a meter dos dedos con más fuerza obligando a Violeta a separar sus piernas al máximo, se tambaleaba de los movimientos que la mano de Laura ejercía dentro de su vagina, se agarraba al cuello y apoyo su cabeza sobre el pecho de Laura intentando mantenerse de pie, sentía como chorros de fluidos mojaron toda la mano de Laura, dejándola sin fuerza.

-Vamos a casa, deja que yo convenza a tu madre, pero primero vamos a darnos un chapuzón.

Al entrar en casa se encontró con las dos hermanas, Sonia estaba planchando mientras su hermana María estaba quitando el polvo en el despacho de su padre, Laura la vio agachada, le asombraba el parecido que tenía con su hermana con la diferencia de edad, por un momento pensó en la torre de Jazmín, pero descartó la idea temporalmente.

-María ¿me dejas llevarme a Violeta un par de días? Me voy al piso de Madrid y así me hace compañía.

-¿No será una molestia señora? Ya sabe esta en esa edad del pavo.- Dijo inocentemente.

-No te preocupes, no será una molestia.

-Pues por mí no hay problema.

Laura cogió a Violeta y se fueron a hacer la bolsa, mientras caminaban por el jardín en dirección al pequeño chalet de las hermanas Laura le iba metiendo la mano por detrás del bañador acariciando esas jóvenes nalgas, se notaba excitada, podría disponer de Violeta toda la semana, cogió su móvil con la mano libre y escribió.

-Hoy solo dispongo de un caballo.

Antes de llegar recibió contestación.

-Te gano zorra, pero es igual compartimos, hoy por ti y mañana por mí.

Violeta estaba en una nube, no sabía si se lo podría contar a su amiga Eli, pero era demasiado para no poder compartirlo con ella, Laura la acompaño a su habitación para ayudarla con la bolsa, cogieron tres faldas, zapatillas y tres shorts.

Violeta se desnudo para entrar a la ducha mientras Laura recorría su cuerpo contemplando esos pechos firmes, su vagina aparecía oscura mostrando unos labios abultados, Violeta la observaba disfrutando de dar el placer a esa mujer.

Durante el trayecto a Madrid le hizo ir con las piernas abiertas y la falda remangada y echando el tanga a un lado que la dejaba desnuda, mientras ella le iba pasando la mano por encima haciéndola estremecer durante todo el viaje, al llegar a Madrid le dijo que se la bajara pues allí la gente la podría ver.

Fueron de compras al Corte Ingles de preciados, la hacía probar ropa le encantaba verla desnuda, se le pasaba por la cabeza como sería pasearla desnuda por el centro comercial, ofrecerla a cualquiera que pasara, dejó la cortina un poco abierta como en un descuido, mientras iba a buscar ropa y se la llevaba, mientras Violeta estaba todo el rato desnuda, Laura se percató que había una dependienta de unos cincuenta y muchos años que miraba disimuladamente, lejos de parecer escandalizada parecía gustarle, los ojos demostraban que le gustaba lo que veía, Laura se acercó y disimuladamente le dijo.

-Nos puedes traer esta falda en rojo y negro.-Dijo mostrándole una falda en blanco.

-Si por supuesto.-Dijo colorada sintiendo que había sido descubierta.

Laura entró en el probador ofreciéndole a Violeta la falda que llevaba, esta vez cerró las cortinas quedando cubiertas de las miradas, al momento llamó la dependienta desde el otro lado de las cortinas con una sola falda, Laura hizo que se desnudara Violeta, asomó la cabeza por las cortinas.

-Entra y nos ayudas a elegir.- Dijo cogiendo la mano de la dependienta y estirándola hacia dentro.

Teresa era lo que ponía en su identificación, a pesar de su edad tenía un cuerpo bastante bien, algunos kilos de más y unas caderas faltas de gimnasio, llevaba camisa y pantalón habitual de las dependientas, se notaba nerviosa por la situación y eso a Laura le encantaba, le gustaba jugar con los miedos y deseos de las personas había salido a su madre.

-Le puedes ayudar a ponérsela y así veo cómo le queda.

Teresa se agacho para ayudar a Violeta a ponerse la falda quedando delante de la vagina , sus ojos no podían apartarse de ella, Laura le detuvo las manos dejándola con la falda en las rodillas de Violeta, se agachó quedando detrás de Teresa, pego sus labios en la oreja de esta haciendo que un escalofrío acudiera a su cuerpo, Violeta lo veía todo desde arriba, nunca se hubiera imaginado esa situación, sin darse cuenta se llevó una mano a su coño y un dedo separaba los labios mostrando en clítoris a Teresa que cada vez estaba más nerviosa.

-Te gusta lo que ves?-Laura estaba acariciando el pecho dulcemente de Teresa por encima de su camisa.- Nunca has soñado con tocar uno así de joven, está húmedo.

-Su mano empezó a desabrochar un botón de la camisa de Teresa dejando ver el borde de un sujetador blanco, esta giraba la cabeza para ver a Laura y la volvía a dirigir a aquellos dedos que se introducían en la joven vagina, Laura la acariciaba por encima del borde del sujetador provocando que su piel se erizara, mientras que con la otra mano le desabrocho todos los botones de la camisa, introduciendo una mano por debajo del sujetador pudo acariciar ese pecho blando, Teresa cerraba los ojos sintiendo esos estirones en su pezón mientras se llevaba una mano a su entrepierna acariciándose por encima del pantalón. De pronto Laura sacó su mano y levantándose.

-Si te apetece más llámame a las cuatro.-Le dijo mirándola desde lo alto.- ¿Te apetece?-Le preguntaba con cara de vicio.

Teresa se la quedo mirando, tenía una lucha interior, pero esa visión de la vagina de Violeta la tenia poseída.

-Sí.

Laura cogió el bolígrafo del bolsillo de la camisa de Teresa le bajó el sujetador quedando los pechos al aire, agarro uno y escribió su teléfono.

Ahora déjanos, tenemos que seguir haciendo alguna compra.

Salieron de el Corte Ingles sobre las dos cargadas de bolsas y se dirigieron al piso, este estaba situado en la castellana, iban cogidos de la mano como madre e hija, Violeta no cabía en sí misma, era lo más emocionante y excitante que había pasado en su vida, cada vez se sentía más contenta de estar al lado de esa mujer, como dominaba a la gente haciendo que ella misma fuera el centro de atención, pensaba en el momento que esa mujer estaba de rodillas con sus pechos descubiertos pidiendo tocarla, se había excitado de una forma impresionante, hubiera deseado que Laura hubiera dejó que la tocará. Fueron a comer a un restaurante, se sentía extraña, la sensación de ir desnuda por dentro le hacía sentir como si todo el mundo la mirara, al llegar al piso Laura hizo que se duchara y perfumara, pero no la dejo vestir, se sentaron en el sofá y Laura la veía desnuda, su tez morena resaltaba con el cuero blanco del sofá.

A las cuatro sonó el móvil, era un número desconocido.

-Hola, soy Teresa.-Su voz sonaba tímida.

-Hola Teresa, has decidido venir, me alegro

-No se...-Hablaba indecisa.

-Si has llamado es porque en el fondo quieres venir, dime ¿que deseas?-Quería que reconociera que deseaba a Violeta, aún sabiendo que era tabú.

-A ella.-Contestó tras unos largos segundos.

-Deseas sentir su cuerpo, que su piel se funda con la tuya, sentir como gime cuando la acaricies, sentir en tu coño sus finos labios, enredarte en sus piernas, dime ¿ Eso es lo que deseas? Sin ser juzgada, sin que nadie te repudie.

-Sí.

-Sabes que eso tiene un precio, ella es mía, si quieres eso, tendrás que ser mía ¿Quieres ser mía?

-Eh...pero ¿Qué significa eso? No sé.

-Voy a Colgar, tienes diez minutos, si vuelves a llamar es para decirme que serás mía, sin preguntas.-Cortó la llamada y se quedó mirando a Violeta.-Era Teresa, te quiere a ti, ¿te gustaría estar con ella?

-Lo que tú desees, no me importaría estar con ella.

-¿Qué sentiste cuando estaba arrodillada ante ti? Piénsalo, cierra los ojos y visualiza el momento e intenta recordar tus emociones.

Violeta cerró los ojos, sus manos se dirigieron a sus pechos, los frotaba sintiéndolos duros, sus pezones se mantenían firmes.

-Dime, ¿tuviste placer a pesar de que ni siquiera te tocó? Te sentiste a poderosa teniendo a una mujer mayor arrodillada ante ti deseando tu cuerpo.

-Sí, sentí placer, excitación y en cierta manera poder, pero no lo supe hasta que me lo ha dicho.

-Eso es poder ¿Te gustaría que fuera tuya?

-¿Qué significa que sea mía?

-Significa que tendrás poder sobre ella, que hará lo que tú digas, que la podrás marcar como tuya, darla a quien quieras, imagínate con quince años puedes tener a tu propia sumisa, yo te enseñaré, estaré contigo para que aprendas a domarla hasta que no le quede otra vida más la que tú le des.

-¿De verdad harías eso por mí?-No se creía lo que le estaba pasando.

-Por supuesto, pero primero será mía hasta que aprendas, será mi regalo.

Habían pasado diez minutos desde que había colgado el teléfono cuando volvió a sonar.

-Dime Teresa.

-Sí.

-Si ¿Qué? Dime qué quieres, no me hagas perder el tiempo.

-Si seré suya.-Su voz sonó decidida.

-¿Qué estás dispuesta a hacer?

-Lo que desee.

-Si

Laura le envió la localización al móvil y mirando a Violeta le guiñó un ojo.

Después llamó a Jazmín para decirle que no podían quedar hoy, quedaron para el miércoles.

Su afición al sexo lésbico comenzó en el internado con compañeras, ella disfrutaba un sexo más profundo con una mujer, se casó con Juan por compromiso, a su padre no le gustaba la vida que llevaba y le buscó un marido al cual pudiera controlar, con el tiempo le cogió cariño y en cierta manera lo amaba, pero eso era lo máximo que le podía dar, si se dijera que no disfrutaba con él en el sexo se mentiría, pero nunca era igual.

A las ocho de la tarde Teresa estaba en la puerta de Laura, vestía un traje chaqueta y unos zapatos de tacón, sin el uniforme de trabajo ganaba mucho, sus pechos parecían romper la camisa y sus caderas y piernas ganaban con los tacones, se había pintado para la ocasión.

Abrió Laura, se quedaron mirando durante unos segundos toda la entereza que traía Teresa en ese momento desapareció, sus manos se frotaban entre sí, no sabía que pasaría una vez cruzara la puerta.

-Hola Teresa.- Laura rompió el silencio acercándose para abrazarla, los brazos de Teresa se quedaron quietos páralos a su cuerpo.

-Hola, buenas tardes.

-Pasa no te quedes hay.- Le indicó Laura cogiéndola de la cintura, sentía los nervios de esa mujer.

Al entrar pudo ver a Teresa completamente desnuda, está nada más verla se dirigió a ella y agarrándola de la cintura la beso en los labios sensualmente como le había indicado Laura que hiciera.

-Hola Teresa.-Saludo Violeta con una sonrisa en los labios.

-Hola Violeta.-Teresa deseaba abalanzarse sobre ella para tocarla, necesitaba sentirla, pero tenía que seguir las normas, no quería que aquello se fastidiara.

-Siéntate, he pedido que nos traigan la cena.

Se sentaron en el sofá las tres Laura en una punta seguida de Teresa y Violeta, esta puso una mano sobre la pierna de Teresa, Laura quería que esta sintiera a Violeta todo el tiempo, pero que no le permitiera tocarla a ella, solo la tocaría cuando Violeta se lo permitiera.

-Cuéntame Teresa ¿Marido?-Preguntó Laura

-Si

-El sabe que te gustan las crías, porque Violeta no es a la primera que espías ¿Verdad?-Laura quería que reconociera abiertamente sus gustos, gustos callados a todos sus conocidos y familiares.

-No

-¿Tienes hijos?

-Si, dos niño y niña.

-Y como llevabas tus gustos con ellos.

-Esto empezó después cuando ellos ya eran grandes.

-¿Cuántos años tienes?

-Cincuenta y ocho.

 

-Violeta comenzó a subir su mano sobre el pantalón hasta llegar a la cintura, ayudándose de las dos manos desabrocho el pantalón para seguir bajando la cremallera, Teresa seguía su mano y a la vez miraba a Laura.

Violeta comenzó a meter la mano por el hueco que había quedado hasta notar el vello, lo estiro haciendo que Teresa gimiese.

-Me gustan depilados Teresa, quiero que la próxima vez lo traigas limpio de vello.-Le dijo Violeta con una voz segura como le había indicado Laura.

Fue bajando su mano para encontrarse una vagina totalmente mojada, sus dedos se podían mover sin ninguna fricción.

-¿te desnudaras para mí?-Violeta notaba su control sobre esa mujer.

-Teresa se puso de pie y comenzó a desvestirse, su chaqueta luego su camisa dejando ver aquellos grandes pechos cubierto por un sujetador blanco que le hacían aún más grandes los senos, al desabrocharlo estos cayeron pero aún se mantenían bien pese a la edad.

Se descalzo y quitándose los pantalones aparecieron una braga faja ocultando un gran vello, prosiguió quitándoselas para posar totalmente desnuda.

-Violeta, ves a vestirte.-Le ordenó Laura.-Ponte los zapatos-Le dijo a Teresa.

Sonó el timbre, era la comida.

-Quiero que abras la puerta, es nuestra cena.-Laura fue en busca de dinero para pagar, Teresa se quedó

Helada, como iba a abrir totalmente desnuda, Laura al verle la cara.

-¿Qué pasa? Eres capaz de tener relaciones sexuales con una menor y no eres capaz de abrir la puerta desnuda, ¡vamos Teresa! No me hagas perder el tiempo.-Le puso el dinero en su mano y dándole una palmada fuerte en la nalga.

Teresa se dirigía a la puerta, no le respondían sus piernas, se tuvo que detener para intentar calmarse, apretó la manera de la puerta inhalando una bocanada de aire, el corazón parecía querer escaparse de su pecho, al abrir la puerta se encontró con el repartidor, un muchacho asiático , este la miro de arriba abajo, unos segundos pasaron hasta que el muchacho le indicó el sin pronunciar una sola palabra, su mirada no podía apartarse de los pechos de Teresa, esta tomo el recibo y dándole el dinero cerró la puerta sin esperar el cambio, se dirigió hacia la cocina donde estaban Laura y Violeta bebiendo unos refrescos cuando la vieron entrar, fue una cena llena de sensualidad Violeta se sentó al lado de ella no dejo de jugar con sus pezones, los estiraba haciendo que no perdieran la dureza, otras veces le pasaba la mano por encima de su vagina jugando con los pelos haciéndola estremecer, Teresa no dejaba de mirar a Laura esperando permiso para poder abrazar a aquella cría, pero pasó la velada y el permiso no llegó.

Decidió llamar a Juan era costumbre llamarlo tarde para asegurarse que no lo encontraría en ninguna reunión.

-Hola, ¿Como estas? Laura estaba acostada mientras Teresa le besaba el muslo de la pierna, su lengua dibujaba ochos en la ingle de Laura, mientras esta jugaba con su pelo a la vez que le dirigía la cabeza para que se acercara a su vagina, mientras Violeta mordía sus pezones.

-Laura-Durante unos segundos hubo silencio.-Bien ¿Y tú?

Teresa tenía su cabeza entre las piernas de Laura, recorría sus labios mayores con la lengua, pasaba su dedo índice por la ranura haciendo que se abriera como u a flor, Laura estiraba las piernas sintiendo el placer de la invasora.

-Aquí en casa de mis padres.- Estirando de la melena de Teresa la separo para poder contestar.

-¿En casa de tus padres?

-Sí, ya sabes como es mi padre, se empeño en que me quedara en su casa hasta que vinieras.-Teresa retomó su trabajo, si hubiera un pintor no podría tener mejor estampa, Laura estaba sentada en la cama apoyada en el cabezal con Teresa estirada con la cabeza entre sus piernas y Violeta tumbada lamiendo sus pechos.

-Por lo menos no estarás sola.

-Sí, aunque preferiría estar en nuestra casa.

-¿Cómo va por Barcelona?-Su voz se entrecortaba intentaba mantener la concentración en la conversación, su mano apretaba con fuerza la cabeza de Teresa la cual parecía querer entrar dentro de ella.

-Bien, ya sabes mucho calor.

-Acuérdate que el Domingo es el cumpleaños de Isabel.

-Sí, me acuerdo ¿Has pensado que comprarle?

-¿Has visto a Manuel y Vero?-Sabía que estaba corriendo el riesgo que Juan se percatara de lo que estaba haciendo, pero eso la ponía aún más caliente, no lo podía evitar.

-Si los vi ayer.

-¿Recuerdas cuando los conocimos? En la casa de campo.

-Sí.

Laura se había levantado dejando a Teresa y Violeta mirándolas sin saber que es lo que habría pasado, su cara había pasado del placer al miedo.

-Que bien nos lo pasamos ¿Verdad?

-Sí, estuvo bien.-Las imágenes de aquel día le vinieron a la mente, la casa de campo con Marta su suegra, demasiadas fotos para recorrerlas de una sola pasada, pero aquello quedo entre las dos.

-Nunca me contestes que hiciste cuando me tuve que ir a Salamanca.

El miedo se estaba apoderando de ella ¿Hasta dónde sabría? Su suegra nunca se lo contaría, pero y si alguien nos vio ¿Su hermana? O tal vez su madre.

-¿Que quieres decir Juan?

- no sé, pero como que nunca hablamos de ese día pues.

Tenía que ponerse a la defensiva, había algo que le decía que aquella no era una pregunta inofensiva, había algo escondido en ella.

-Juan, a que viene esto después de diez años, no te entiendo, y no sé lo que insinúas.-El miedo se estaba convirtiendo en ira, ignoraba lo que le había pasado a Juan pero sacar esto de golpe, no era propio de él, habían tenido diez años para hablar y sale justo esa noche.

-Pues que no se qué pasó esa noche Laura, no sé, simplemente la borramos, no dijiste “Nos acostamos tarde o temprano, pues no dormí mucho" o solo " te eche de menos"

No se podía creer lo que estaba oyendo, no tenía sentido.

-Si dices que no te eche de menos es porque no me conoces. Pero no sé si es eso lo que quieres decir Juan.

-Los amigos de tu padre, esa noche ¿Qué pasó con mi madre y mis hermanas?

Laura no entendía de qué estaba hablando Juan, y ignoraba si él conocía los detalles de esa noche.

-No sé de lo que me hablas, y no entiendo tu tono.

-¡Y tú! Dime ¿cuántos te follaste? ¿Hiciste de puta para tu padre?

Laura cada vez más nerviosa sentía que algo estaba pasando con Juan, no era normal ese comportamiento, y sabía que si seguían por ese camino la cosa acabaría mal.

-Mañana hablamos, tranquilízate, duerme un poco y mañana cuando estés más calmado llámame, buenas noches Juan.

 

 

Martes (Verónica)

Eran las siete de la tarde cuando Vero se despertó, había estado casi cinco horas durmiendo, se notaba más relajada aún sintiendo un peso este parecía más liviano, miro su móvil y pudo ver tres llamadas de Manuel, una risa irónica apareció en sus labios, su marido se preocupaba de ella ¿En qué momento ? ¿Antes o después de follarse a Kalinda? No iba a responder su llamada, no tenía cuerpo para ello, en el fondo sabía que tampoco tenía valor, se puso una bata por encima, se tomaría una ducha y pasaría por la cocina para comer algo.

Al cabo de media hora fue en busca de Tatiana y Mijaíl, como siempre estaban en la cala tumbados cada uno en una hamaca, el sol estaba cayendo pero sus últimos rayos daban una calidez al ambiente, estaban solos no había rastro de las chicas, cosa que les extraño pues rara vez no las tenían alrededor suyo, las usaban como a los juguetes.

Tatiana la vio aparecer e inmediatamente se levanto para quedar sentada con los pies en la arena.

-Veo que estás mejor mi niña, ven siéntate aquí conmigo. -Le dijo poniéndose de tal manera que quedara sitio delante de ella, Vero se sentó dejándose rodear por aquellos brazos que la acunaban y le transmitían seguridad.

Con ellos no había secretos, no tenia que fingir, la habían escuchado sin juzgarla, conocían todos sus secretos.

-Mijaíl se acercó y arrodillándose delante de de ella para quedar a su altura le clavó sus azules ojos, como buscando en su interior, ella sentía paz en esa mirada, ellos no le pedían nada a cambio, al revés solo daban amor, sus labios se juntaron con los de Mijaíl, como si fuera su fuente de energía "mientras esté con ellos estoy a salvo" , los labios permitieron juntar sus lenguas comenzando el baile como si de un cortejo se tratara, exhibiendo su mejor paso, unas manos recorrían sus pechos a la vez que sentía como en su cuello una húmeda lengua viajaba hacia su lóbulo. Mijaíl abandonó su boca levantándose para quedar enfrente de ella, quedando su entrepierna a la altura de su rostro, se quedo mirándolo como hipnotizada.

-Adelante, lo necesitas tanto como él. -La voz de Tatiana sonaba lejos, como en susurros, suave y melodiosa.

Él le daba placer, tenía que corresponder a ese placer, era lo justo y lo deseaba, agarró el bañador y desplazándolo hizo aparecer la verga, allí estaba el punto de unión entre los dos, un glande moviéndose delante de sus ojos como una cobra, ejerciendo un control sobre ella.

Sus manos la iban a alcanzar pero el selo prohibió.

-Solo la boca. -Le dijo Mijaíl, con un tono autoritario.

-Siéntela, ahora eres su ama, tu le das ese placer eres la dueña de su éxtasis, la que decide cuando te llenara con su semen, siente ese poder.-La voz de Tatiana susurrándole en su oído hacia que su cuerpo experimentara un placer desconocido para ella, era verdad tenía ese poder sobre el macho, decidia cuando darle placer.

Jugó con su boca para poder introducirse esa verga ya dura, Tatiana le marcaba los tiempos acompañando su cabeza desde la nuca, aquella verga parecía crecer aún más, le gustaba su sabor, la sal junto al aroma del macho la cautivaba, sabía que él era el macho, sus pezones estaban apuntó de estallar, las manos de Mijaíl se apoderaron de su cabeza para comenzar a follarla por la boca, unos dedos se introducían en su vagina, su botón era frotado fuertemente, cuando creía que iba a correrse los dedos se detuvieron dejándola a las puertas, Mijaíl comenzó a tensarse, las venas de su verga se hincharon y un chorro de semen inundó la boca de Verónica, esta trago como de un manjar se tratara. Mijaíl se retiró sin decir nada, tomó su hamaca y continuó aprovechando los últimos rayos de sol.

- Que buena eres Vero, sabes que realmente te queremos ¿verdad?- Le decía Tatiana volviendo a recorrer su cuello con su lengua, su mano volvió a su vagina continuando el juego con su coño, Vero intentó acompañar la mano de Tatiana pero esta se lo impidió sujetándosela.

-Déjame a mí Zorra. - "Zorra" y “Puta” dos palabras que estaba haciendo suyas, cada vez las sentía diferentes ni bien ni mal, dentro de ella se preguntaba si realmente esa era ella, sencillamente una “puta “solo sabía que cada vez se sentía más identificada con ella, nuevamente esos dedos la volvieron a poner al límite, su cuerpo se tensaba, sentía como se eriza su pelo, estaba a punto de llegar cuando los dedos la volvieron a abandonar. Fue como una ola de mar que besa la arena, simplemente la moja para a continuación retirarse dejándola secar al sol y sin dar tiempo volverla a humedecer.

-Aún no, ten paciencia, queda toda una noche por delante, damos una cena y nos gustaría que nos acompañaras.

¿Querrás? Recuerda que nosotros te queremos, no te vamos a fallar - La voz de Tatiana sonaba como cantos de sirena, no se podía resistir, en ese momento eran su salvavidas.

-¿Pero qué pasa con Manuel? No sabe nada de mí desde ayer.

-No te preocupes, Mijaíl lo llamó para decirle que te quedarías unos días con nosotros. ¿Te parece bien? Ves todo solucionado, ahora ves a tu cuarto, te he dejado la ropa preparada encima de la cama

¿Querrás lucir hermosa para nuestros invitados? Venga, están a punto de llegar.

Sin darle opción le empujó para que se levantara y fuera a cambiarse, se veía como una autómata caminando hacia su habitación, encima de la cama se encontró algo que jamás se lo podía haber imaginado, un top negro, una gargantilla con pajarita, una diadema de uniforme, un tanga blanco y un par de ligas de encaje junto a unos zapatos negros de tacón, era un traje francés de criada, se quedo parada delante de la cama, su cabeza daba vueltas intentando dar sentido a todo aquello, cuando notó unos brazos que la rodeaban.

-¿Qué pasa Vero? , ¿No te gusta? - Tatiana comenzó a besarle el cuello y una mano jugaba en su ombligo haciendo internadas por debajo de su tanga.- Si no quieres no pasa nada, tranquila, solo es un juego, ¿esta noche serás mi zorra? .La mano se había internado en su coño llevándola al límite. -Yo te echo una mano y tú me echas otra, ¿No te parece justo?

- Si, me parece justo. Pudo decir entre gemidos provocados por la invasión de su coño.

-¿Serás nuestra Zorra? Volvió a preguntar, moviendo con más fuerza sus dedos en el coño de Vero.

-Sí.

-Si ¿Qué?

-Sí, si seré vuestra Zorra. Pudo decir antes que sus piernas fueran mojadas por su orgasmo.

-Así me gusta zorra, no hace falta que lleves el tanga, hace mucha calor, y recuerda lo que me has dicho, estarás preciosa.-Tatiana abandonó la habitación dejándola sola, recordó cuando su Suegro la exhibió delante de sus amigos, entonces también era una "Puta", la puta de su suegro, la diferencia estaba que podía decidir, nada la obligaba a estar en esa casa, en diez minutos podía tener un taxi y volver a Barcelona, pero,¿ qué pasaría con Mijaíl y Tatiana? Hasta el momento eran las dos únicas personas que la habían ayudado, era un juego, no sería la primera vez que jugaba, comenzó a vestirse, a medida que se ponía esa ropa notaba que su yo menguaba quedando otra mujer, una mujer que le gustaba el placer de sentirse admirada, a Juan le bastó cinco minutos para tenerle bajo su hechizo, lo había sentido desde el primer momento, eso le gustaba, se puso delante del espejo mirándose, viendo a esa mujer, quizás la verdadera Verónica, a través del espejo vio a Mijaíl parado detrás suyo, traía una caja en su mano. Rodeando su cuerpo con aquellos fuertes brazos y mojando su lóbulo con la lengua le susurro al oído.

-Te dejo esto, me gustaría que lo llevaras. Y sin decir nada más dejo la caja encima de la cama y desapareció por la puerta.

Se acercó y abrió la caja, otra sorpresa pero esta vez ya no dudo, eso eran lo que quería y ella iba a dárselo.

Al salir a la cala pudo apreciar a tres parejas además de Tatiana y Mijaíl, en cuanto vieron su presencia se hizo el silencio, todos iban desnudos como si de una playa nudista se tratara, se acercó al grupo y pudo ver que eran de la edad de los anfitriones.

-Eto Troya prostituka? (¿Está es tu puta?) dijo uno de los invitados.

- Da, tebe eto nravistsya? (Si, ¿Te gusta?)

-Date la vuelta Zorra. Le ordeno Mijaíl.

Verónica sabía lo que quería ver Mijaíl, dándose la vuelta levantando la falda, cuando sintió una nalgada haciendo que su cuerpo se tambaleara.

-Nadie te ha dicho que te levantes la falda, no me hagas quedar mal, ¿Qué eres Vero? Dime lo que eres. Tatiana le escupió las palabras sujetándole las mejillas con fuerza.

-Vuestra zorra. Su voz sonó entrecortada.

-Pues compórtate como lo que eres, por qué no te engañes, eso es lo que eres, créetelo de una vez, repite conmigo. Soy puta. Vamos di lo que eres para que mis amigos te oigan.

-Soy puta.

-Mijaíl iba traduciendo para sus invitados.

-Estoy aquí para complacerlos, en todo lo que deseen. Repite puta. La voz de Tatiana había perdido toda la dulzura, sonaba autoritaria, sus manos seguían ejerciendo fuerza en las mejillas de Verónica.

-Estoy aquí para complacerlos, en todo lo que deseen.

Sus manos soltaron la falda quedándose de pie, una mano hizo que se doblará quedando en un ángulo de noventa grados, su falda se subió dejando al descubierto su culo, en el cual había un dilatador anal, la sorpresa de Mijaíl, no le sobresalía nada, quedando alineado con el aro anal. Unas risas se oyeron. La levanto y la llevo al centro del círculo que se había formado, eran tres hombres y tres mujeres, de rodillas podía ver esos rostros que la repasaban de arriba a abajo, Mijaíl y Tatiana se retiraron a la casa dejándola sola con aquellas personas que no conocía de nada, podía ver cómo hablaban entre ellos. Así estuvieron unos diez minutos sin hacer nada, hasta que se sentaron en una gran mesa preparada con caviar, ostras y demás cosas. Ella se quedó de rodillas esperando.

Al rato se acercó una mujer, la cual se veía un poco ebria, llevaba una raya de coca en la palma de la mano, poniéndola delante de su cara hizo que la esnifara, al momento sintió una subida que hizo marearse por un segundo, sintió que la agarraban del pelo para llevarla a cuatro patas hasta la mesa, ellos continuaban riendo sobre algo que no podía entender, la dejaron a cuatro patas mirándolos como si fuera su perra esperando algo de comida, una de las mujeres se levanto para sentarse sobre ella como si fuera un jinete, azotando sus nalgas para que empezara a andar mientras las risas aumentaban, dio un par de vueltas a la mesa exhibiendo su cuerpo, a final la detuvo delante de un hombre que desde la misma silla le indicó que le mamara su verga, no dudó y sin las manos la introdujo dentro de su boca, sintió unas manos que sacaron su dilatador anal dejando una sensación de vacío en su culo, no se lo podía tocar pero estaba segura que estaba bastante dilatado, al momento noto un glande en su puerta trasera que le indicaba que iba a ser invadido, así fue noto una gran verga ocupar ese espacio, mientras su boca no paraba de succionar aquella verga, la cual no tardó en escupir el semen dentro de ella, se apartó dejando caer todo por sus labios y cuello, un nuevo cuerpo se colocó, una mujer exhibiendo su coño delante y atrayendo su cabeza para que succionará ese coño, su lengua recorrió todos los ángulos que le permitió la postura, un calor inundó sus tripas señalando que el invasor había dejado su semen, unas manos hicieron que se clavara en una verga y automáticamente comenzó a cabalgar, se notaba extraña, no sentía pánico, era una puta y disfrutaba del sexo nada más, así de fácil.

Una mano hizo que se venciera hacia delante quedando pegada al macho que la estaba follando, nuevamente sintió un glande asomando a su puerta trasera, no había duda, le iban hacer una doble penetración, pararon un momento hasta que estuvo empalada y comenzaron a bombear con fuerza, sintió una mano que le levantó la cara, había una verga esperando ser mamada, ahora sus tres agujeros eran ocupados, eso era una puta capaz de dar placer a tres machos, si eso es lo que era.

Sintió como la llenaban, era una fuente de semen, se sentía sucia, su pelo estaba pegajoso de sudor y de semen, apareció nuevamente una mano con coca que no dudó en esnifar, volvieron a pasar por ella todos otra vez hasta que se cansaron, quedó tumbada en la arena boca arriba, otra vez los veía estaban en un círculo, tenían todos sus vergas apuntándole, al momento sintió los chorros de orina, ni siquiera se cubrió la cara, dejo que la inundarán, ya no le importaba nada, sabía lo que era.

Sintió unas manos que la levantaban de la arena y la introducían en casa, era Mijaíl, notaba sus fuertes brazos llevándola como a un niña pequeña, le paso los brazos al cuello apoyando su cabeza sobre su pecho. La depósito en una bañera llena de agua templada, veía todo como en una película, sentía su cuerpo extasiado, sin fuerzas se abandono a las manos que pasándole una esponja parecían arrancar todo lo obsceno de la noche. Una vez limpia y seca fue recogida y dejada en su cama, se sentía pesada y con cierto escozor en su ano, pero eso no le molestaba, realmente estaba contenta de haber sido de ayuda a sus amigos, aquellos que lo daban todo por ella sin pedir nada a cambió.

"Mañana sería un nuevo día "