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Las Muñecas V

en Grandes Relatos

V

 

Llegué arriba para encontrarme con la puerta entreabierta. Entré en la casa igual que una gacela entra en un prado lleno de leones, muy despacio y mirando alerta a todos lados.

 

- ¿Laura? - pregunté al vacío.

 

- Dormitorio – respondió – el cuarto que no pudiste ver ayer.

 

Sonreí aliviado ante lo que significaba aquella desacertada afirmación y me dirigí a su cuarto. Abrí la puerta del dormitorio y me la encontré. Me esperaba de pie, con un elegante y sensual liguero rojo con los tirantes colgando a la busca de unas medias que no existían, y una preciosa braguita de encaje a juego, nada que ver con el cutre tanga del día anterior.

 

Hay que reconocer que Laura sabía provocar. Esa braga y ese liguero encajados en una piel blanca como la nieve eran un reclamo a cualquier mirada, como la luz azul de las lámparas atrapamoscas sobre el negro de la noche, irresistible.

 

Por encima de eso, como única vestimenta, su melena rubia, ahora suelta, lisa y muy peinada tapaba parcialmente sus pechos, que detenían el deslizamiento del pelo sobre la piel con el obstáculo que suponían los piercings de los pezones.  Ver aquella mujer ante mí, blanca y exuberante, con sus abundantes y golosas curvas expuestas al contraluz de la ventana y adornadas por el pecaminoso rojo que ocultaba ese hermoso coño que , sin ella saberlo, yo ya conocía, me hizo volver a dar gracias a mi suerte y desear empotrar a semejante hembra hasta el límite de mis fuerzas.

 

- Así se recibe a alguien en lencería, tío cutre - Se mofó de mi mientras meneaba las caderas provocando que su pelo tropezase una y otra vez con sus pezones mostrando y escondiendo su pecho. - ¿Limpiaste la llave para abrir mis puertas? - se mofó

 

- Si, - respondí cohibido con apenas un hilo de voz

 

- ¿Y el paquete, lo traes?

 

- Si, - Apenas si era capaz de emitir monosílabos ante una situación tan caliente.

 

- ¿Lo abriste?

 

- No, - mentí.

 

- ¿Qué quieres hacer conmigo? - Preguntó picarona.

 

- No sé, pero a ver que surge - le dije mientras, vuelto en mí, me acerque a ella y buscando su boca callé su respuesta con mi lengua.

 

Ella aceptó el beso y me lo devolvió invadiendo mi boca con su larga, suave y cálida lengua que paseo por mis labios por mis dientes y salió al encuentro de la mía para iniciar una dulce y apasionada batalla.

 

Tras el beso la separé y la empuje suavemente hacia atrás haciéndome sitio. Separe con ambas manos su pelo de delante de sus pechos guiándolo hacia su espalda y mi lengua cambio su boca por sus pezones, primero uno y luego el otro. Laura, de pie gemía y se contoneaba de un lado a otro disfrutando la caricia, levantaba la cabeza mirando al techo pero con los ojos cerrados, disfrutando de las sensaciones.

 

Recordando su reacción cuando era mi muñeca, tome una de las cadenetas de sus pezones con los labios y le di un tirón suave pero firme en él, lo que provocó en ella un gemido profundo y sordo, casi gutural. Animado repetí el tirón esta vez mas fuerte mientras con mi mazo pellizcaba su otro pezón aplastándolo contra su adorno.

 

- AHHH!! Sigue, por Dios, me encanta!!! - Grito ella entre gemidos.

 

Seguí jugando con mi lengua y pellizcando sus pezones mientras Laura, puesta en pie y para mi locura, deslizó una mano por debajo de sus bragas y comenzó a masturbarse, sin pudor alguno delante de mí.

 

Laura agonizaba como un animal herido con mis caricias, que más que caricias eran auténticos castigos a unos pezones ya inflamados y rojos, mientras su mano extraía de su sexo un efluvio a hembra en celo que me llamaba a gritos. Sin la más mínima delicadeza, la sujeté por los hombros y la guie al borde de la cama dejándola caer en ella con su mano aun enterrada en su entrepierna.

 

Sin dejarla siquiera reaccionar puse una mano en cada una de sus caderas, arrancando de un tirón sus bragas que no soportaron la presión rompiendo por una de las perneras. Ella no hizo ademán alguno de detener su auto caricia, por lo que ante mis ojos, a poco más de 10 centímetros de mi nariz, tuve el privilegio de ver, escuchar, oler y casi saborear a una hembra voluptuosa inflamándose a sí misma sin pudor ni recato alguno, al igual que había visto a mi cuñada aquella noche en la pantalla, pero sin necesidad de imaginar todos los estímulos que la tele pierde y que mi pareja de cama me regalaba generosamente.

 

Años después, y tras muchas mujeres y muñecas disfrutadas, tengo que reconocer que nunca he encontrado un coño tan bello y con un olor tan hechizante como el de mi vecina, no me gusta adelantar acontecimientos en mi relato, pero es algo de justicia reconocerlo.

 

Laura ardía, y en su fuego abandonó su sexo para pasar la mano por debajo de su pierna, directamente buscando su ano, perdiendo dos dedos dentro de él. Yo, aunque me costaba retirar los ojos de aquella increíble visión aproveché el momento para empotrar mi boca contra su sexo y convertir aquel aroma en sabor, encontrando un caldo mucho más intenso y pastoso que aquel que le robé siendo ella mi muñeca. Laura pareció rebotar incomoda, como escapando de mi caricia, pero en apenas un segundo se rindió a ella mientras su mano seguía castigando su trasero con cada vez más fuerza.

 

No sé qué me llevó a hacerlo, si me lo hubiesen dicho habría pensado  !!!Que salvajada!!!, pero loco de pasión por el momento enganché uno de mis dientes en el agujero de la cadena de su piercing y empujé violentamente hacia abajo, estirando su clítoris sin piedad.

 

- Jodeeeeerrrrr!!!!

 

El grito de Laura vino acompañado de un torrente de jugos que brotaron de su sexo a presión y llenaron mi boca abierta y mi cara. Mientras, ella movía como loca sus caderas estirando una y otra vez la cadena que seguía enganchada entre mis dientes y con ella su clítoris

 

- Joder !!! joder !! joder !! - repetía enloquecida mientras, con cada sacudida, un pequeño chorro salía de su sexo para morir en una boca ávida de beber hasta su última gota, de secar completamente aquella fuente.

 

Marta retiró los dedos de su trasero y acercó su mano para acariciarme. Loco de lujuria enterré sus dedos en mi boca sin el más mínimo reparo provocando su sorpresa primero y su risa socarrona después.

 

- Joder vecino, como engañas, nunca te hubiese imaginado haciendo algo así. Ven y fóllame!!!.

 

Me incorporé de un salto y me quedé plantado a su lado, con mi polla tiesa, pidiendo a gritos una mamada, ella se dio cuenta y me dijo.

 

- Por favor, no te enfades, pero a mí no me gusta el sexo oral, iba a decírtelo antes pero no me diste opción, por favor, no me lo pidas. - Abrió sus piernas como si fuese una excusa y me dijo.

 

- Ven y fóllame duro, por favor, y si quieres también puedes follarme por el culo. ¿Te compensa?

 

Asentí, aunque sin poder evitar mi fastidio, y me coloque entre sus piernas. Preparaba la embestida cuando ella me frenó de golpe.

 

- Ponte un condón, por favor.

 

En ese momento quise matarla. No solo me dejaba sin mamada sino que ahora me hacía parar para ponerme un condón que gracias a su píldora no necesitaba. Loco de prisa abrí la caja y tome uno de los preservativos rompiendo el envoltorio para ponérmelo.

 

- Lo sabía!!!! - Gritó triunfante – ABRISTE LA CAJA, eres un niño malo y curioso.

 

A pesar de las prisas me supe pillado, aunque mejor en esto que en otras cosas, y la miré con cara de pobre inocente.

 

- ¿Imagino que estarás sano? - preguntó cómo al aire. -  Tomo la píldora, así que si quieres nos ahorramos el plástico.

 

- Por supuesto, - le dije lanzando en preservativo a un lado para luego, antes de que este llegase al suelo enterrarme en ella con toda la rabia que había acumulado en ese extraño y frustrante minuto.

 

Si algo tenía claro es que a Laura no le gustaban las sutilezas, así que me empotré en ella con toda la fuerza de la que era capaz. Cada sacudida era más violenta que la anterior, provocando un sonoro pop al golpear mis huevos contra sus nalgas tan violentamente que hasta me dolía.

 

Levantaba todo el cuerpo desenterrando mi miembro de ella totalmente, y luego proyectaba mi cadera hacia adelante, entrando de nuevo y empujando con todo mi cuerpo detrás. Laura se sacudía, gemía y gritaba mientras su cara, normalmente tan pálida como el resto de su piel, estaba teñida de un rojo intenso que competía con el del liguero que mágicamente aún conservaba puesto.

 

- Date la vuelta – le dije en tono imperativo – a cuatro patas.

 

- Si mi amo, - contestó ella en tono de guasa y acto seguido se quedó a gatas, y dándome la espalda ofreció totalmente abierto y expuesto su mágico culo ante mí.

 

Aquel era un culo increíble, de carnes firmes y abundantes, sin rastro alguno de celulitis y blanco como la leche, dos montes redondos atravesados por un cañón profundo que escondía un precioso ojete, rosado y perfectamente redondo, para luego perderse en los pliegues inflamados de su castigado sexo. Laura tensó su espalda exponiendo ambos templos a mi mirada, uno cerrado pero accesible, el otro dilatado y rojo como la cara que ahora enterraba en su almohada.

 

- Tengo que probarlo – dije enterrando mi boca entre sus nalgas y buscando con mi lengua su puerta de atrás.

 

- Te aviso, no te lo voy a devolver, - dijo entre risas pero en claro tono de advertencia

 

- Me da igual, a mi si me que gusta el sexo oral. - Respondí.

 

Pase un buen rato jugando con su ano, acariciándolo con mi lengua, mordiendo el perineo, introduciendo un dedo primero, dos después, penetrando con mis dedos su vagina con violencia, pellizcando su piercing, y cuanto más me excedía, más fuerte la pellizcaba o más profundo la penetraba anal o vaginalmente ella más gemía, más se arqueaba y más se exponía a mis ataques.

 

Con mi erección en su máximo apogeo me encaramé de nuevo a ella, ahora desde detrás. Me agarré a sus caderas asiéndola por las ingles, y desde arriba, casi haciendo una sentadilla le asesté una tremenda estocada en la entrada de su coño hasta hacer tope con sus muslos, a lo que ella respondió con un grito de lujuria, acto seguido, y no sin esfuerzo, bombeé dentro de ella con toda la fuerza de la que soy capaz, que ese día descubrí que es bastante.

 

Entraba y salía de ella sin interrupción, fuerte y profundo, mientras ella gemía como una posesa pidiendo más y más y más. Cuando noté ella estaba nuevamente al borde del orgasmo y sin previo aviso en una de esas sacudidas mi polla abandonó su coño y regresó, en una estocada seca y certera enterrándose por completo en su culo, que la recibió sin problema alguno.

 

- Ahhhh!! La ostia tío!!. Fóllame así!!, si!!, joder!! Joder!!.

 

Ensartada por su trasero Laura ofrecía sus entrañas, buscando el modo de que mi polla entrase cada vez más profundo, sus hombros descansaban sobre la cama, su cara ardía ladeada encima de la almohada y su espalda arqueada buscaba hacer encajar en cada golpe el ángulo de su culo con el de mis estocadas.

 

En esa postura, bajó nuevamente su mano al coño y mientras se introducía salvajemente el dedo meñique, anular y medio, con el índice enganchaba la cadena de su piercing y castigaba salvajemente su botón. Loco de lujuria me arrodillé detrás de ella para tener más equilibrio, Redoble mis esfuerzos y con ambas manos cogí dos mechones de su cabellera rubia a modo de riendas, tirando fuerte de ambos.

 

Al tercer tirón note como mis huevos se abrasaban con el calor de un nuevo rio surgiendo de su coño y casi al instante, no pude más esparramando mi semen en lo más profundo de su trasero, arqueando mi espalda hacia atrás para dar amplitud a mis caderas, empujando con ellas muy adentro de sus entrañas, obligando a Laura a aplastar su pelvis contra la cama y así, clavado en ella más profundo de lo que nunca había estado en cuerpo alguno, me corrí copiosamente mientras mi cuerpo se cortocircuitaba con calambres de placer tan potentes que dolían.

 

Tras aquel terrible esfuerzo, ambos cuerpos cayeron desmoronados uno al lado del otro mientras nuestros ojos se buscaron, se encontraron y guiaron a nuestros labios a un dulce y profundo beso que sabía a despedida.

 

- Menudo polvazo echamos, vecina – le dije susurrando abrazados mientras le acariciaba la espalda desnuda

 

- Y tanto!!!, no conté con que pudieses seguirme el ritmo, pero me ha sorprendido. Siento lo de la mamada, - dijo con voz apenada- de verdad que lo odio. Me corta el rollo al momento.

 

- No te preocupes, ha sido un polvo épico, cuando se lo cuente a mis hijos les diré que las mamadas están sobrevaloradas. - dije entre risas.

 

- Que idiota!! Ahora sí que voy a echar una buena siesta. Pobre de ti como despierte y te hayas largado -  me advirtió.

 

Se me encendieron todas las luces. No podía creer mi buena suerte.

 

Después de una vida debatiendo sobre cómo la gente del Daily Planet no se mosqueaba porque Clark desapareciera cada vez que aparecía Superman, sabía que mi principal problema para jugar con mis muñecas más de una vez era justificar su dormir y su despertar reiterado ante mí.

 

Mis miedos habían estallado cuando creí que Laura me acusaba de sedarla, cosa que podría llegar a pensar cualquiera si una y otra vez se dormía estando conmigo.

 

Necesitaba dormir una vez más a Laura, y ahora ella me había puesto en bandeja el poder hacerlo así que no lo pensé dos veces, seguí acariciando su espalda y en tono suave le dije a mi muñeca.

 

- Laura, no me voy a ningún sitio. Duerme tranquila.

 

Como era de esperar Laura, casi al instante, cayó en un profundo sueño. Hice las comprobaciones de rigor; pellizcos y palmadas y comprobé que estaba completamente dormida.

 

Me levanté de la cama para poder pensar mejor que plan seguir, y al destaparla dejé al aire su precioso culo. Pude ver como mi semen poco a poco se deslizaba por su nalga hacia las sabanas y todos los recuerdos de ese glorioso polvo regresaron a mi cabeza.

 

“Recopilemos - pensé - Pude dormir a Silvia y a Laura o bien porque yo les atraigo o bien porque confían en mí, por eso mismo no pude dormir a la Bibliotecaria.”

 

“A Silvia la excitaron las caricias que sé que le gustan pero no las que no me permiten hacerle despierta, y con esas caricias le arranqué un orgasmo tranquilo y pausado como los que tiene cuando está despierta. A Laura le gusta todo lo que la excitaba dormida y sus orgasmos fueron tan explosivos como el de ayer, o sea que las muñecas reaccionan dormidas solo a aquello que les gusta cuando están despiertas. Por ultimo no sé si a Laura le dio el arrebato de follarme porque se lo propuse al oído o es una casualidad a causa del episodio de las llaves, así que tengo que ver la manera de comprobarlo.”

 

Reflexionaba en voz alta mientras paseaba de un lado a otro del cuarto. Tenía la garganta seca, así que fui a por un vaso de agua a la cocina.

 

De vuelta, y con la cabeza más relajada, seguí explicándome a mí mismo.

 

“A Silvia la masturbé y le metí el dedo en el culo. Le gustó que la masturbase, pero lo del culo no, lo cual coincide porque nunca me deja tocarla ahí. Por su parte A Laura mientras dormía se no se corrió follando pero si cuando le pajeé el culo y despierta se corrió las dos veces cuando tenía el culo lleno.”

 

“Tendría que dar por el culo a Silvia dormida y ver si reacciona. Sí , eso es, ese será mi siguiente paso!!!. También tengo que ver si soy capaz de dormir a alguien que confié en mi pero sepa que no le gusto, tendré que buscar esa muñeca nueva””

 

Triunfante por haberme aclarado un poco las ideas me senté de nuevo en la cama y acariciando un pecho de Laura le dije.

 

- Y ahora a ver si concreto que hago contigo. - Volví a ponerme en pie pensando en voz alta.

 

“Si ella reaccionó a mi petición lo normal es que no vuelva a querer sexo conmigo, aunque como el sexo fue tan bueno a lo mejor si lo quiere, así que pase lo que pase no creo que me saque de dudas. Tengo que pensar que sugerirle para saber si fui yo o no el que generó ese polvo.”

 

Seguí paseando en silencio por su cuarto hasta que de repente se me encendió una luz. Con una sonrisa de victoria me acerque a ella susurrándole.

 

- Laura. En estos días me gustaría que te sientas saciada de mí, pero el lunes me encantaría que quisieses volver a follar conmigo. - acto seguido la besé con cariño en la mejilla.

 

Satisfecho por mi inteligencia me dispuse a despertarla cuando una maldad se asomó a mi cabeza. Me acerqué nuevamente a ella y le dije. Laura, me encantaría que antes de irme decidas premiarme con esa mamada que tanto merezco. - Dicho eso le di otro beso en la mejilla me recosté junto a ella y le dije a viva voz

 

- Laura, despierta!! - cerré los ojos y me hice el dormido mientras notaba que ella volvía en si rápidamente.

 

- ¿Manu? - pude sentir el aliento de Laura en mi cara - ¿Duermes?

 

- Ya no, - Mentí, - me has despertado. Ese no era el trato.

 

- En esta casa yo fijo y cambio los tratos como me place, - dijo ella buscando mis nalgas con su mano y pellizcándome. - venga vago, que queda mucho día.

 

Desconcertado porque me echase de su cama sin cumplir mis peticiones me senté en el borde de la cama dispuesto a vestirme cuando a mi espalda Laura me dijo con voz sugerente.

 

- Guapo, como te portaste tan bien, antes de que te vayas voy a hacerte un par de regalos.

 

Por suerte estaba de espaldas, porque mi sonrisa de victoria en ese momento estaría más que fuera de lugar para ella. Me serené y me giré hacia ella. Laura, todavía desnuda, inició un morboso y sensual baile mientras lentamente descolgaba de sus caderas el liguero rojo que había aguantado todo el combate. Lo hizo rodar lentamente por ellas hasta que, al dejar atrás sus nalgas cayó inerte al suelo.

 

Ella se dio la vuelta, dándome la espalda y se dobló para recogerlo con las rodillas rectas, poniendo su culo en pompa y totalmente abierto para mí. Luego regresó a la cama y a gatas se vino hacia mí con su cara directamente apuntando a mi polla. Sabiendo lo que iba a ocurrir me recosté contra las sabanas pero, una vez a mi altura, en vez de buscar mi rabo gateo por encima de mi cuerpo, estiro la mano y cogió del suelo en mi lado de la cama la braga roja completamente destrozada.

 

- Que pena – dijo con cara de funeral – eran muy bonitas. Son para ti, un recuerdo!!!

 

- Mi cara debió ser un poema porque ella cambió la suya. Se puso seria y mirándome a los ojos me dijo.

 

- Manuel, dijimos un polvo, sin más historias. Recuerda que tienes novia, y bien guapa. Yo no estoy disponible, y me has dejado saciada de rabo para una buena temporada. Esto no se va a repetir más, es lo mejor y lo sabes.

 

- Lo entiendo - mentí – Simplemente no estoy acostumbrado a mujeres que tienen tan claras las cosas.

 

Dicho esto le di un casto beso en los labios que ella me devolvió encantada para luego salir de la habitación. Yo me dispuse a irme con mis zozobras y la certeza de que había sido la casualidad, y no mi don la que me había regalado este polvo y que por tanto era uno y no más. Un polvo único que recordaría siempre.

 

Ya estaba vestido y a punto de irme cuando ella regresó al cuarto de vuelta de la ducha. Vestida con un albornoz blanco con el logo de un hotel se acercó a mí y regalándome una caricia en la cara me pregunto.

 

- ¿Estás bien?

 

- Si, algo cansado. Normalmente mis polvos son más tranquilos. Te juro que hasta ahora nunca tuve sexo tan duro e intenso como contigo. - Le devolví la caricia - Muchas gracias por todo.

 

- Pues puestos a hacer confesiones vecino, debo decirte que nunca estuve tan cerca de hacerle a alguien una mamada como a ti al despertarnos. Y eso en mí sí que sería absolutamente increíble. Si no me resultase tan repulsivo tu rabo habría sido el primero el tocar mi boca. Así que empate.

 

Me besó de nuevo y desapareció hacia la cocina mientras en mi cabeza la confusión, la rabia, la pena y la euforia competían por ser la emoción que me enterrase para siempre en la locura.

 

Salí de aquel piso con la cabeza tan llena de preguntas sin respuesta como había empezado el día, si no más.

 

Tenía mucho que pensar y decidir, y muchos nuevos pasos que dar en mi aprendizaje.