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Las Muñecas

en Grandes Relatos

I

 

Hace años que descubrí que poseo la capacidad de hipnotizar a la gente. Soy capaz de sumir a cualquiera en un sueño profundo y placido del que son incapaces de salir por si mismo durante horas y horas y durante ese sueño influir muy intensamente en su voluntad.

 

Fui consciente de esta habilidad un día, hace años, cuando quedé a cargo de mi sobrina de poco mas de 2 años. Una niña llorona y recalcitrante de las que destrozan la resistencia de sus padres noche tras noche hasta convertirlos en auténticos zombis.

 

Mi hermano me pidió que por favor quedase con “la fiera” para poder ellos salir una noche al cine y a cenar en silencio, que falta les hacía.

 

Ellos se fueron absolutamente desolados mientras esa pequeña diablilla dejaba muy a las claras su descontento a grito pelado “Nooooo, no “tero quedame” con el tío, “tero” ir, “tero” ir...”

 

En cuanto salieron por la puerta intenté entretenerla con mis mejores artes: juegos, tontadas, cosquillas, simulaciones de golpes y caídas… nada funcionaba, así que poco a poco pude experimentar de primera mano la tortura de convivir con semejante fiera. Desesperado la cogí en brazos para intentar calmarla y ella entre sollozos, poco a poco, se fue dando por vencida cambiando la pataleta en un sollozo sordo y monótono.

 

-Así Nerea, cariño, relájate. Así mi cielo, ya pasó… ya pasó… Duerme un poco, ya verás que bien.

 

Quién sabe si por el tono de mi voz, por la suavidad de mis palabras o por alguna energía oculta, la pequeña quedó en completo silencio. Cuando miré para ella estaba completamente dormida, en un sueño tranquilo y profundo, con una cara de paz y de angelito del cielo que no recordaba en nada a la fiera de hacía solo unos segundos.

 

Metí a la niña en la cama y decidí ver un rato la tele. Puse la tele muy bajita y en dos minutos de zapeo descubrí que no había nada que ver.  Como me aburría decidí darle caña a la flamante Play station 3 de mi hermanito. Cuando fui a poner el disco, me fijé que detrás de la consola tenían una pequeña cámara de video conectada por cables a la TV. Muerto de curiosidad encendí la cámara y puse la tele en el canal de entrada de video.

 

Apareció en la pantalla la habitación de mi hermano, con la cama revuelta en primer plano mientras se oían voces a lo lejos imposibles de entender por el mínimo volumen en el que tenía puesta la tele para evitar despertar “al monstruo” que dormía en la habitación de al lado. La marca de agua de la cámara marcaba el 14 de Junio de 2007, poco más de tres años atrás.

 

Subí un poco el volumen y, entre risas, pude escuchar como mi hermano decía.

 

-Tenemos que documentarlo todo, cuando llegue Nerea o Pablo no sabemos que destrozos van a hacer ahí abajo.

 

-Lo que eres es un cerdo consumado, respondió entre risas mi cuñada, que se situó delante de la cámara totalmente desnuda, para acto seguido tumbarse boca arriba en la cama, con las piernas completamente abiertas y mostrando a la cámara, casi en primer plano, su entrepierna depilada y brillante de humedad.

 

Apagué la cámara inmediatamente. Entre avergonzado y excitado intenté digerir mentalmente lo que acababa de ver.

 

Ver a mi increíblemente sexy cuñada, bella hasta ser capaz de hacer que cualquier hombre se girase a su paso, así como la había visto, desnuda y expuesta, superaba cualquiera de mis fantasías pseudoincestuosas de adolescente. Muchas veces la había visto en biquini, en fotos de sus viajes o en la playa y a veces con sus exiguas camisetas que dejaban en evidencia las formas de sus generosos, increíblemente firmes y bien formados pechos. A través de esas imágenes, y de mi calenturienta imaginación, dibujé una y mil veces el final de sus preciosas y largas piernas hasta imaginar su intimidad, que ahora había aparecido ante mí de la forma más explícita y lujuriosa.

 

Puse de nuevo la tele y caí derrumbado en el sofá con una potentísima erección que pedía más de mí cuñada a los gritos. Observé el reloj y supe que me quedaban por delante tres horas de noche y tentación ante una cinta que se había convertido en mi nuevo objeto de deseo. A los pocos minutos llegué a la conclusión de que sería incapaz de resistirme, y que cuanto antes visionase aquella cinta menos riesgo tendría de ser descubierto por mi hermano y su diosa desnuda que ya nunca volvería a mirar del mismo modo.

 

Pasé por la habitación de mi sobrina, que seguía sumida en un sueño placido y profundo y pensé que mi hermano era un absoluto exagerado al hablar de las inapelables noches de insomnio por causa de una niña que jamás había dormido dos horas seguidas. Conecté el aparato de escucha y me llevé conmigo el receptor al salón.

 

Tras pelearme unos segundos más con mi conciencia, activé nuevamente el canal de video y encendí la cámara.

 

El salón se llenó con el reflejo de la intimidad de Marta, mi cuñada, mientras la cámara, lentamente hacia zoom sobre la entrada de su sexo que crecía y crecía en la pantalla del televisor al ritmo que mi miembro lo hacia dentro de mis pantalones.

 

-Ahora procederemos a observar bien el interior – se oía entre risas la voz de mi hermano con una forzada entonación científica de documental de medio pelo – Por favor, señorita, proceda.

 

A su orden, mi cuñada llevó a plano sus manos y separando suavemente sus labios vaginales dejó expuestos tanto sus labios interiores como la pequeña entrada a su interior, todo su sexo expuesto y empapado entre sus propios jugos de tal modo que hasta parecía que su olor podía llegar a mí a través de la pantalla. Coronando el conjunto, un capuchón de piel cubría la zona de su clítoris que, abultado dejaba a las claras el placer que producía a la actriz su participación en la película.

 

- Si permanecemos sigilosos – rezó nuevamente la académica voz de mi hermano – es posible que podamos ver como el guardián de esta cueva se muestra a la luz del día.

 

-Ceeeeerdoooo!!! Grito entre sisas mi cuñada que, acto seguido, comenzó a masajear con el dedo índice el capuchón de su clítoris.

 

Los dedos de su mano izquierda jugaban con su clítoris mientras la derecha, colándose por debajo de su pierna doblada, se estiraba para introducir sus dedos índice y corazón por su vagina, sacándolos empapados con un líquido más y más viscoso.

 

Mientras tanto Marta gemía profunda y dulcemente, de un modo tan sensual que me erizaba hasta el último pelo de mi cuerpo mientras mi miembro, pedía a gritos salir de su encierro en mis pantalones y unirse a aquella fiesta, capricho que le concedí sin dilación.

 

Poco a poco la respiración de mi cuñada aumentaba, como lo hacía el ritmo de sus manos sobre su sexo y el de las mías sobre mi miembro a punto de colapsar. El video, todavía en primer plano, mostraba como el capuchón de piel se había retirado dejando a la vista el glande clitoriano de Marta. Erecto y enorme, que recibía directamente las caricias y pellizcos de su dueña que ahora si gemía abruptamente, con un grito sordo, mientras se contoneaba alrededor de esa caricia que provocaba ya contracciones visibles en toda su vulva y sobre todo en el perineo.

 

Con un grito sordo mi cuñada tenso sus piernas y elevó su sexo hasta casi sacarlo del plano, en un auténtico espasmo de placer para luego derrumbarse de golpe nuevamente sobre la cama, agotada y exhausta, dejando su mano derecha inerte sobre la sabana, mientras que la izquierda, rodeaba y elevaba con los dedos sus labios, cerrando la vagina y dejando el clítoris, aun inflamado, completamente expuesto a la lente.

 

- La ceremonia de invocación ha concluido – explicaba solemne mi hermano, y el guardián saluda al sol antes de volver a su refugio. Ahora debemos culminar el rito con la entrada del ídolo en el templo.

 

Dicho lo cual abrió nuevamente el plano mostrando buena parte de la cama y apareciendo en escena con su polla tiesa (por cierto, en ese reparto salí yo claramente ganador) mientras mi cuñada se colocaba en la cama para lo que sin duda sería una tórrida sesión de porno amateur.

 

Entretanto yo ha me había desparramado durante el orgasmo de mi cuñada y mientras limpiaba mis jugos de mi mano y mi pene con un pañuelo contemplaba ojiplático como mi hermano se encaramaba a la cama y a Marta, y sin mediar ni gesto ni palabra penetraba a mi cuñada bombeando dentro y fuera de ella con un ritmo feroz, mientras ella nuevamente se encendía y gemía al ritmo de cada embestida.

 

Poco más de un minuto después, tiempo suficiente para que mi polla volviese a su máxima excitación, mi hermano salió de ella y suavemente la invitó a darse la vuelta, dejándola boca abajo sobre la cama. Marta se incorporó a cuatro patas y arqueó la espalda de esa manera que solo una experta en sexo sabe hacer, y que facilita la entrada del miembro permitiendo una penetración más firme y profunda. Mi hermano, se agachó  detrás de ella, acoplado la boca a su prominente coño, y comenzó un juego de lametazos profundos y lentos a lo largo de todo aquello que quedaba expuesto, desde su clítoris a su vagina, perineo y su ano, caricia que fue acelerando e intensificando  mientras Marta ardía y se contoneaba espasmódicamente sin un patrón concreto, dejando que sus pechos bailasen libremente en una danza hipnótica que junto a sus jadeos me llevó a un segundo éxtasis en un miembro enrojecido por la furia de mis caricias que ansiaba más y más a pesar de haber acabado ya dos veces.

 

Cuando mi propio placer me permitió devolver mi atención a la pantalla, pude ver como Marta, casi de un salto deshacía la postura, se daba la vuelta, besaba en los labios a su marido y le invitaba a ponerse en pie al borde de la cama. Así como estaba, a cuatro patas, y de un solo movimiento, el falo de mi hermano desapareció por completo en la boca de mi cuñada, que aplastó su nariz contra la barriga de mi hermano enterrando su barbilla en la bolsa testicular de David, quedándose así, quieta e inmóvil unos segundos que parecieron horas. Después, muy muy despacio fue retirando el miembro de su boca bien apretado con sus labios, hasta que entre ellos pudo adivinarse el glande para, de otro empujón, volver a engullirlo entero en un movimiento violento que arrancó de mi hermano un sonoro grito de placer. Acto seguido, inició un movimiento rítmico con todo su cuerpo, hacia adelante y hacia atrás que en su boca se tradujo en una profundísima y cálida mamada de esas que no están al alcance de casi nadie.

 

Yo no sabía dónde poner los ojos, paseando a lo largo del cuerpo de mi cuñada, que mostraba parte de su culo en pompa a la cámara mientras en su boca se celebraba una fiesta a la que pagaría lo que no tengo por ser el invitado, lo que si sabía era donde poner mis manos, que recorrían un miembro ávido de un tercer orgasmo. Orgasmo que casi se anticipa cuando mi hermano con su voz de teatrillo dice.

 

- Dos templos explorados, falta uno.

 

DIOS MIO!!!!! No daba crédito a lo que veía, Marta, con la cara llena de sus propias babas miró a su marido con cara de ilusión y dándose la vuelta ofreció su trasero nuevamente a su marido. El la empujó suavemente hacia abajo para dejarla tumbada boca abajo sobre la cama y, una ver más Marta arqueó con maestría su espalda para dejar su generoso culo completamente expuesto y en pompa mientras con sus manos separaba las nalgas para dejar a su marido el camino totalmente despejado. David se colocó detrás de ella agarró su miembro con la mano y poco a poco fue enterrándose en ella que lo recibía con la cara recostada contra las sabanas, ladeada hacia la cámara y desencajada de auténtico placer. Después David inició un baile de movimientos hacia adelante y hacia atrás, cada vez más rápidos, que fueron enrojeciendo el rostro de ambos hasta que estalló, hundiéndose en ella todo lo profundo que las nalgas de Marta le permitieron mientras tensaba todo su cuerpo en un orgasmo homicida, que le hizo caer desplomado en la cama aun encima de ella que resplandecía con una cara de satisfacción sexual que elevaba su belleza hasta cotas increíbles. Fue así, viendo su cara, como conseguí mi tercer orgasmo mientras el corazón se me partía sabiendo que jamás podría disfrutar de ella hasta provocar yo semejante felicidad.

 

Un par de minutos después, mi hermano salió de su letargo y apagó la cámara que dejó en la pantalla una estela de granos grises. Mientras que mi cerebro, cortocircuitado, intentaba recomponerse y reactivar un cuerpo que se había reducido a unos ojos, una mano, un falo y un deseo incontrolable.

 

Tardé minutos en reaccionar y unos minutos más en limpiarme y recomponerme. Luego recogí todo el salón, apagué la cámara y volví por tercera vez al tedio de la Tv nocturna. Unos minutos más tarde mosqueado por el silencio de la pequeña Nerea me acerque a la habitación para encontrarla todavía profundamente dormida.

 

La moví un poco para comprobar que estaba bien pero la pequeña no reaccionó lo más mínimo, estaba tan profundamente dormida que sinceramente me preocupó. La zarandeé con un poco más de energía y nada. Ante el miedo a descoyuntar algún hueso con el zarandeo la pellizque en la pierna sin piedad. La pequeña no reaccionó, seguía respirando con normalidad pero inerte, como una muñeca.

 

Tengo que reconocer que me asusté, cogí a la niña en brazos, no sé si esperando algo mágico o para salir pitando con ella a un hospital. La abracé y exclamé desesperado. -Despierta Nerea, Joder, Despierta!!!.

 

Ante mi pasmo, y en solo un instante, la niña despertó y continuó entre sollozos, como estaba antes de dormirse, moviendo su cuerpo segundos antes paralizado, con una normalidad absoluta. Lleve a la niña conmigo al salón y me recosté con ella encima en el sofá. Nerea se agitaba y lloraba y así estuvo durante unos minutos hasta que se durmió de nuevo.

 

Más relajado me incorporé para devolverla a la cama y la cría se puso a llorar otra vez presa de un sueño ligero como el papel lo que me obligó a una sucesión de intentos para volverla a dormir que, esta vez sí, eran idénticos al infierno que una y otra vez describía mi hermano.

 

Poco después, Marta y David regresaron. Al verlos, mi expresión provocada por la vergüenza y el pudor de mi sesión porno secreta, la interpretaron como un gesto de cansancio por cuidar de mi sobrina por lo que mi hermano se rio de mí y me dijo.

 

- Así de dura es la vida de un padre, vete preparándote.

 

- Yo no pienso ser padre, - le dije- al menos no hasta dentro de mucho tiempo.

 

- Como alguien como ella te pida un hijo – dijo entre risas abrazando por detrás a su mujer – no tardas ni tres semanas en cambiar de idea. - Marta hizo un gesto pícaro con los ojos y lo acompañó de un ligero movimiento insinuante de sus caderas que me llevaron mentalmente de nuevo a su sesión masturbadora, provocando en mí un espasmo eléctrico que ambos notaron.

 

- Ja ja ja ja ja ja – Rio mi hermano malinterpretando el gesto – sí que te fastidió bien el coco la Nereita. No le cojas miedo, vamos a pedirte más veces que nos la cuides ahora que eres un adulto responsable que hasta vivió en el extranjero – ese año había pasado un cuatrimestre de Erasmus en Florencia- . Aunque ya se ve que como padre no prometes gran cosa.

 

Marta se separó del abrazo de mi hermano y abrazándose a mí me plantó un beso suave cálido y muy muy carnoso en la mejilla. Uno de esos besos con apariencia de inocencia pero que son devastadores, lento, largo y con sabor a caricia intima.

 

- Gracias Manuel, necesitábamos esta noche para los dos. No le hagas caso al bobo de tu hermano, seguro que Nerea disfrutó mucho contigo. A un chico tan guapo no hay chica que se le resista, aunque sea en pañales.- Después me estampó una palmadita burlona en el trasero y, con dos narices, se retiró a la cocina contoneándose como la diosa del sexo que ahora sabía que era y dejándome con la duda de que había notado ella en mí y sobre todo de que había significado todo aquello.

 

Rechacé un café con ellos y me fui camino a casa de mis padres con la intención taurina de completar el cuarto quinto y sexto orgasmo de la noche a cuenta del recuerdo del cuerpo de mi cuñada.